Domingo, 26 de mayo
CARLOS Y ADELA
En una
entrevista de 1953, afirma Carlos Bousoño desde el titular: “Dolores Medio me
parece tonta”. Aunque luego precisa: “a juzgar por sus declaraciones”. Por
entonces le habían dado el Nadal y se había hecho súbitamente famosa.
Yo
–son otros tiempos-- no diré lo que me parece Adela Cortina “a juzgar por sus
declaraciones” y por lo que de ella he leído. Me limitaré a apostillar algunas
de sus afirmaciones en una larga entrevista con motivo de un premio “en la
categoría de pensamiento”.
Durante
la Transición, se dio cuenta de que “íbamos a pasar de la ética del
nacionalcatolicismo a que cada quien se moviera por sus propios valores y no
habría nada compartido por todos los españoles”. Se fue a Alemania buscando
propuestas éticas que pudieran ser compartidas por todos y por suerte las
encontró y dio cuenta de ellas en el libro Ética mínima, “que la hizo
famosa”, según declara. Lo resume así: “Las exigencias de justicia no se pueden
cumplir sin caer en la inhumanidad. Tiene que cumplirlas todo el mundo. Un
ejemplo son los derechos humanos. Que haya gente que se muera de hambre o no
tenga techo es radicalmente injusto”.
¿Y
para descubrir eso tuvo que irse a Alemania? Más útil sería que nos dijera
quién le pone el cascabel al gato, esto es quién obliga a un país que no cumple
con los derechos humanos –en el propio país o en la franja que ha invadido-- a
cumplirlos.
Aún
hay más maravillas de rigor conceptual en las palabras de esta entrañable
pensadora. Durante la Transición, los políticos eran “absolutamente
responsables”, dejaban de lado sus intereses de partido para buscar solo el
bien común. Lo contrario pasa ahora, “a los políticos no les preocupa el bien
común, sino su propio bien y seguir en el poder”. Y continúa: “En una charla
dije que me preocupaba tanto la corrupción como la incompetencia y hubo una
salva de aplausos porque efectivamente hay muchísima incompetencia”.
Y
necesitábamos –ironizo yo—que nos lo dijera alguien que hubiera ido a estudiar
a Alemania para darnos cuenta. Pronto se descubre la razón del premio y de que
le pongan el altavoz: arremete contra el gobierno. “Los pactos que hay ahora en
el Gobierno no buscan un bien común, sino seguir en el poder. Es evidente”.
¿Y
no se le ha ocurrido pensar que el “bien común”, tal como lo entienden unos, no
es el “bien común” tal como lo entienden otros? ¿Y que permanecer en el poder
es condición indispensable para aplicar las medidas que cada partido cree mejores
para la sociedad? Ella –por eso ha estudiado en Alemania-- sabe que el amago de
retirada de Pedro Sánchez fue “una estrategia fríamente calculada para mostrar
en las calles que cuenta con la adhesión de los suyos para llevar adelante unas
reformas de profundo calado que prácticamente seguro que serán
inconstitucionales”.
¿Y
no le han enseñado que por mucho apoyo que tenga en las calles –más tiene la
oposición, o al menos presume de ello-- si no cuenta con los votos necesarios en
el parlamento no podrá llevar ninguna reforma adelante? ¿Y dónde aprendió a
determinar con tanta seguridad la inconstitucionalidad de una ley? ¿También en
Alemania?
Adela
Cortina tiene redes sociales, pero no tiene móvil. Ni ella ni su marido. Le
basta con el teléfono fijo y en las redes sociales participa solo desde el
ordenador. Bueno, allá cada uno con sus manías, que suelen acentuarse con la
edad. Lo malo es cuando se pretende razonar esas manías: “Quiero tener espacios
de tranquilidad. Cuando voy en tren, me gusta mirar el paisaje, leer el
periódico… No quiero estar siempre vertida al exterior. Hay que tener espacios
de serenidad. Y si tienes móvil te asaltan todo el tiempo. Es una opción por la
libertad”.
¿No
habrá un alma caritativa que le informe a esta buena señora que puede activar
en el móvil el modo avión o la opción silencio? ¿Tan poco viaja en tren que aún
no se ha dado cuenta de que el mayor enemigo de la tranquilidad no es el móvil de
uno, sino el de los otros viajeros que hablan por él a gritos?
En
fin, que no sé por qué leyendo esta entrevista he recordado la opinión de Bousoño
sobre Dolores Medio.
Lunes, 27 de mayo
YA LO DIJO
EINSTEIN
Por
sabio que seas, no hay nadie que no sepa más que tú en alguna cosa.
Martes, 28 de mayo
LA EDICIÓN SIN
EDITORES
Todo el
mundo aprende con los años, incluso yo. Cuando era más joven, o sea cuando solo
tenía setenta años y no los setenta y cuatro que estoy a punto de cumplir, al
dar paso el presentador del libro a las intervenciones del público, habría
levantado impacientemente la mano y me habría ganado en cinco minutos la
enemistad de todos. Y eso que solo había hojeado esta Correspondencia entre
asturianos, mientras el autor y el presentador hablaban.
Para quienes gustan de la historia y
de la intrahistoria literaria, y no solo literaria, estas cartas enviadas a
Rafael Suárez Solís son una maravilla, una prodigiosa novela epistolar. Qué
sorpresa descubrir que José Fernández Rodríguez, Pepín Fernández, el fundador
de los almacenes habaneros El Encanto y de Galerías Preciados era, además de
admirable empresario, uno más de los intelectuales de la Edad de Plata. El 15
de agosto de 1932 escribe a Suárez Solís y, tras elogiar a Azaña, escribe: “Yo
le conocí cuando solo era ministro. Me había invitado don Luis de Zulueta a
almorzar en el Palace. Y tomamos el café en el gran patio del hotel. En ese
momento vino Azaña y saludó a don Luis. Este me presentó y se inició la
conversación sobre temas políticos. Azaña había pronunciado, hacía días, un
magnífico discurso en una ciudad española. Yo le dije: En ese discurso ha
jubilado usted a Alcalá Zamora. Él protestó débilmente y sonrió de un modo que
daba a entender que le satisfacía verse comprendido. Y luego le hizo a Zulueta
sutilísimas observaciones sobre el carácter y la idiosincrasia del hoy jefe del
Estado”.
¿Y cómo no sentirse emocionado al
leer las cartas de Casona? “Voy a operarme del corazón”, escribe en junio de
1965. “Es cosa seria, pero no trágica”. En la carta siguiente le dice que la
operación ha salido perfecta y que confía en marcharse pronto a la casita que
ha alquilado en Fuenterrabía. Muere pocos días después.
Conocidos o desconocidos los
interlocutores de Rafael Suárez Solis, hay algo en este epistolario que lo hace
para mí especialmente grato: abundan las referencias a Avilés. Muchos de los
corresponsales lo añoran desde Cuba.
Pero yo no habría dicho esto en el
coloquio posterior a la presentación. Habría dicho que la edición es un
desastre, que carece de índice de corresponsales, que es ridículo anotar quién
fue Azaña, Alcalá Zamora o Perón, lo mismo que respetar los lapsus en la
escritura y señalarlos con un “sic”.
Ha
faltado, como suele faltar en las ediciones institucionales, un editor. ¿A nadie de los que dieron el visto bueno para la edición de este libro se le
ocurrió que tal como lo mandaba el recopilador y anotador de las cartas no podía ir a la imprenta?
“He querido evitar a los lectores la
molestia de tener que recurrir a la Wikipedia”, dijo el autor. No es molestia,
señor mío –pensé yo--, y dudo mucho que los lectores de este libro tengan que
recurrir a la Wikipedia para saber quién fue Gerardo Diego. En el prólogo
escribe: “El lector siempre tendrá la posibilidad de elegir si presta atención
o no a esta documentación adicional”. Pues no, señor mío, no hay posibilidad de
elegir. Como las leyes emanadas del parlamento tienen la presunción de
constitucionalidad, las notas a un texto tienen la presunción de pertinencia. Interrumpen
la lectura, y solo tras leerlas nos damos cuenta de que son impertinentes. Alguien
tenía que haber hecho antes ese trabajo por nosotros.
Si
yo tuviera algún poder, si fuera consejero de Cultura, por ejemplo, ordenaría
de inmediato retirar la edición, hacer una nueva y pasar los gastos a quienes
la autorizaron.
---¡Qué bruto eres, Martín! –me dice
Alfonso López Alfonso mientras tomamos un café después de la presentación.
---Era. Ahora estas cosas las pienso, pero no se me ocurre decirlas.
Jueves, 30 de mayo
CELEBRACIÓN Y
ORGULLO
---Pues
sí, qué le vamos a hacer, ya sé que el mundo es un desastre y que hay mucho que
lamentar y poco que celebrar, pero hoy me siento orgulloso del gobierno de mi
país, capaz de enfrentarse al matonismo de dentro y de fuera y de alzar la voz
para apoyar a los palestinos y sacar adelante, contra viento y marea, una
amnistía tan justa como necesaria.
---No cantes victoria. Que los
jueces son los que tienen la última palabra y ya sabes cómo se las gastan.
---De los jueces que ni quitan ni
ponen gobierno (eso es cosa del parlamento, aunque algunos no acaben de creérselo),
pero ayudan a su señor, no hablo. Por si acaso. Mañana será lo que Dios quiera,
pero hoy déjame estar contento de ser español. Y que dé las gracias al
matonismo de la derecha, porque sin ese matonismo feroz e irresponsable no
habría sido posible que la izquierda y el independentismo de izquierdas y de
derecha se unieran.
---Para
romper España.
---Para
unirla mejor.
Ojo, a tu edad Bruce Springsteen ha tenido que suspender dos conciertos (de tres horas cada uno en días alternos) por afonía.
ResponderEliminar¿?
ResponderEliminarQuiero decir que para no caer en la hipocondría y la soledad, si hay salud es necesaria la actividad.
ResponderEliminarLargos viajes, mudanzas, nuevas empresas...Yo tengo 61 y ya lo estoy deseando pero tengo que recuperar una pierna.
Así que salud.