Domingo,
4 de septiembre
SUFRAGIO
UNIVERSAL
“Se había votado ya, sin urnas ni papeletas,
en un sufragio universal emocional e intelectual, la Guerra Civil: el
resolver a tiros la situación irresolvible, tensa ya hasta al límite máximo de
su elasticidad”.
Así
comienza José María Pemán la evocación de su último encuentro con José Calvo
Sotelo, pocos días antes de su asesinato. En uno de los puestos del Fontán,
encuentro, por un euro, Mis almuerzos con gente importante, un libro que
tuvo mucho éxito cuando apareció, allá por 1970, y que yo leí entonces con una
mezcla de fascinación y rechazo. Pemán representaba entonces, más que aquel
ministro del “menos latín y más deporte”, la sonrisa del régimen. Tantos años
después, leo el libro de otra manera, pero veo que no ha perdido nada de su
chispeante ingenio ni de su interés histórico.
Para
la intrahistoria queda aquella anécdota en que, comiendo en casa del dictador,
junto a su hijo José Antonio, se lamenta Primo de Rivera de que debería ser más
duro con quienes intentaron la rebelión, como Sánchez Guerra, “debería haber
exigido un juicio severo, con petición de última pena”. José Antonio le dice
que es tarde para ejercer eso y le pone algún reparo a su actuación. Don Miguel
no soportaba que le llevaran la contraria y menos su propio hijo y en la mesa:
“Dio un puñetazo en el mantel y ordenó a José Antonio que se fuera a su cuarto.
Allí le llevarían los postres. José Antonio se puso de pie con una sonrisa
triste. Salió del comedor, pero antes se volvió desde la puerta: No quiero
postres”. El futuro líder fascista, partidario de la dialéctica superior de los
puños y de las pistolas, era un hijo bien educado y obediente.
Está
visto que lo cortés no quita lo fascista ni lo fascista, que pronto se le fue
diluyendo, el talento como articulista de José María Pemán, uno de los grandes
del género. A mí me asombra esa frase suya, en la que no había reparado, de que
la guerra civil, antes de que empezara, ya se había decidido por “sufragio
universal”. Calvo Sotelo había votado que sí, pero no era de los que estaban
más al tanto de la preparación: “En el almuerzo, que me parece que fue
celebrado en la parrilla del Ritz, se le veía tan decidido como desorientado.
Conocía poco el desarrollo secreto del posible alzamiento militar. Los
organizadores, sobre todo el general Mola, no querían complicar demasiado a los
políticos: gentes generalmente locuaces; amigos de la Prensa, de las
declaraciones, de la luz y taquígrafos; es decir, de la
anticlandestinidad conspiratoria”.
Para
quienes no vemos la historia en blanco y negro, para quienes amamos los matices
y los pequeños detalles exactos, estos almuerzos con gente importante siguen
siendo un filón. Ayudan a entender mejor un tiempo sombrío, algo más que el
resultado de un combate entre la bestia y el ángel, en el que no ganó desde
luego el ángel, como quería el vate gaditano, pero tampoco la bestia.
Lunes,
5 de septiembre
BUENA
RESPUESTA
Uno de los camareros de Orígenes, uno de mis
rincones de lectura y conversación para las tardes, se me acerca y me dice: “Usted
es escritor, ¿verdad? ¿Puedo hacerle una pregunta? Para ser escritor, ¿qué es
más necesario leer mucho o vivir una vida interesante?”
De
inmediato entiendo que lo que le interesa no es el aspecto teórico del asunto.
—¿Tú también escribes?
—Sí, un poco, pero solo para mí. Prefiero que
no lo lea nadie, me moriría de vergüenza.
—Pues cuando quieras me traes alguna cosa para
que te dé mi opinión.
—A lo mejor lo hago, si es tan amable.
—Te advierto que soy un crítico que tiene fama
de duro. Hay muchos escritores que me odian.
—Eso solo quiere decir que hace bien su trabajo.
Martes,
6 de septiembre
EL
CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS
“No hay monumento de civilización que no sea
un monumento de barbarie”, dijo Adorno o Benjamin, ahora no recuerdo, pero la
frase no se me va de la cabeza mientras camino por las galerías de la mina de
Arnao, un laberinto enladrillado que podría ser el escenario de una novela
gótica, y escucho las explicaciones del guía sobre las condiciones en que allí
se trabajaba. La explotación comenzó en 1833 y se cerró en 1915 cuando se
inundaron las galerías que iban por debajo del mar. En esos más de ochenta años
hubo inundaciones, incendios, explosiones, incidentes y accidentes de todo
tipo, pero en la documentación de la empresa —la Real Compañía Asturiana de Minas—, una
empresa que se quería ejemplar, solo consta que hubiera tres muertos. La
manipulación informativa, el engaño a la vista de los que no quieren ver, no es
cosa de hoy.
Solo
hemos descendido veinte metros desde el castillete (los otros sesenta del pozo
Maestro, el primero de la minería asturiana, están inundados), salimos al nivel
del mar, hermosamente airado esta mañana, pero a mí me da la impresión de que
salgo del fondo de la tierra o del fondo de la historia. El corazón de las
tinieblas no solo estaba en el remoto Congo belga.
Miércoles,
7 de septiembre
BERNARD
SHAW Y LA MODESTIA
“Con los años se aprende a ser modesto —cuenta
su secretaria que le oyó decir a Bernard Shaw—. De joven, yo me creía la
persona más inteligente del mundo. Ahora sé que no es así, que solo soy más
inteligente que casi todo el mundo”.
Jueves,
8 de septiembre
VENTAJAS
DE NO SER AVENTURERO
Ser una persona rutinaria tiene sus ventajas,
lo he repetido muchas veces. Como hago prácticamente todos los días lo mismo,
desde que me levanto hasta que me acuesto, y así desde hace más de medio siglo,
no hay cambio, por minúsculo que sea, que no suponga para mí, una maravillosa
aventura. Ayer, la hora matinal de trabajo —lo de trabajo es un decir—, el despacho del
Milán fue sustituido por una confortable mesa, junto a la ventana, en la
cafetería de la esquina. Allí hojeé los libros que acababa de dejarme el
cartero y charlé con Antonio Fernández, un compañero bastante más joven que yo
que se jubila anticipadamente dentro de un mes. “A mí eso de jubilación
voluntaria me parece un oxímoron, como nieve ardiente o fuego helado”, le digo.
Me encontré tan a gusto en el nuevo lugar que es como si lo llevara utilizando
toda la vida.
Soy un hombre tan rutinario que enseguida cualquier novedad la convierto en rutina. Hoy el descubrimiento ha sido el parque de la Cebera, en Lugones, con su parte domesticada y civilizada y otra que a mí me da la impresión de formar parte de esos bosques perdidos que solo existen en los cuentos de hadas. Voy de asombro en asombro, de maravilla en maravilla, escuchando a los músicos que se mimetizan entre el ramaje, aspirando el olor de la hierbabuena, y de pronto me encuentro con un príncipe: un inmenso cedro del Líbano que ha de competir con varias sequoias en altura y porte majestuoso. Le saludo con una inclinación de cabeza, como si estuviera en un besamanos real. Más adelante, me asusta lo que parece una gigantesca araña o un desastrado platillo volante posado sobre la hierba. Sonrío al darme cuenta de que es solo un antiguo depósito de agua. Otros necesitan internarse en la Amazonía para vivir aventuras o retirarse a un monasterio tibetano para meditar en paz; a mí me basta dar dos pasos fuera del camino habitual o sentarme sobre la hierba, cerrar un momento los ojos y dejarme acariciar por el tibio sol de septiembre.
Viernes,
9 de septiembre
NO ME
PAGAN POR PENSAR
Un día la veo fotografiada en la prensa en una
reunión de trabajo (aceptando la dimisión de un primer ministro, el
nombramiento de la sucesora) y al día siguiente me entero de que ha muerto, a
los 96 años. Así me gustaría terminar a mí, trabajando hasta el día antes y bien
cumplidos los noventa años.
Parecía que el príncipe Carlos, tan curioso de
todo, tan amigo de meterse en todo, nunca iba a llegar a ser rey. Seguro que no
lamenta que ese honor le haya llegado tan tarde. Ahora debe renunciar a
cualquier atisbo de vida inteligente, aunque en su vida privada podrá seguir
cultivando sus rosas y sus remolachas. Un rey, en un régimen democrático, es
como aquel burócrata que no me quería atender, aunque no había nadie esperando,
porque no había solicitado cita previa y que, cuando yo le quise razonar lo
absurdo de su comportamiento, me respondió: “No me pagan por pensar”. O sea que
ya lo sabes, Charles, deja de pensar por cuenta propia, echa el cierre a tu
curiosidad universal y limítate a cumplir el reglamento y a leer lo que otros
te escriban.
Puede que sea un descuido el empleo del verbo trabar en el primer párrafo del viernes, pero yo lo veo como un hallazgo; además en un hombre como tú que disfruta de lo que hace, el verbo trabajar no es el apropiado.
ResponderEliminarEl Benjamín del martes, disculpa la ignorancia, ¿quién era?
Por lo demás, me has despertado una curiosidad enorme por conocer el libro de Pemán. En fin, Dios te guarde muchos años, a ti y a tus lectores.
Lo del rey Carlos de Inglaterra, con que no piense tanto como Juan Carlo I ya es suficiente.
Era una errata, Jesús. Ya está corregido.
EliminarEl filósofo es Walter Benjamin.
He leído al nuevo rey de Inglaterra y tengo la mejor opinión sobre su cultura y su inteligencia. Y como nació rico no ha necesitado robar como nuestra Vergüenza Nacional.
Anfibológico estás… “La manipulación informativa, el engaño a la vista de los que no quieren ver, no es cosa de hoy.” ¿Que no quieren ver qué engaño, José Luis? ¿Omisión interesada o simple vicio de redacción? ¿Tirar la piedra y esconder la mano? No pareces tú, José Luis, habla inmediatamente con los programadores de tu bot…
ResponderEliminarEmpiezo a sospechar que esta "Amalia" es más bien "Amalio". ¿Habrá que acabar pidiendo nombre, apellidos y carnet de identidad a los espontáneos comentaristas?
EliminarAy José Luis, tienes unas salidas… ¡Un pessoano como tú pidiendo el dni! ¿Acaso te parecen insuficientes los datos requeridos por tus anfitriones, blogger, google, etc.? ¿También has empezado a sospechar de ellos? ¿Demasiado antirrusos, tal vez? Y sobre todo, ¿vas a hacer bien tu trabajo (filológico, en este caso) y precisar a qué engaño manifiesto (“engaño a la vista”) y visible a voluntad del espectador (“de los que no quieren ver”) te estás refiriendo en la frase: “La manipulación informativa, el engaño a la vista de los que no quieren ver, no es cosa de hoy.”? Si no es por mí, hazlo por el camarero de Orígenes...
ResponderEliminarNB: No vale recurrir a su antecedente, “La manipulación informativa”… so pena de incurrir en razonamiento circular, entre otras falacias…
Siempre está bien hacer ejercicios de paciencia. "El engaño a la vista": el cuerpo del artículo desmiente a menudo el titular.
EliminarEs decir, el típico titular engañoso de toda la vida: Conrad, crímenes en el Congo, accidentes en Arnao… Clickbait le dicen ahora.
EliminarPero ahora ha pasado de los diarios sensacionalistas a los llamados serios.
EliminarIncluso a los diarios llamados serios y literarios como éste, José Luis… Quién lo iba a decir: El corazón de las tinieblas, la Real Compañía Asturiana de Minas, malditos belgas…
EliminarEl demonio
Eliminarcuando no tiene qué hacer
mata moscas con el rabo,
doña Anónima Amelia
pone tontos comentarios.
José Luis, habla con tus programadores ya: te han vuelto a colocar el bot de oferta de Ángel Guache…
EliminarJe, je.
EliminarNo llames ser de letras a ser un ignorante orgulloso de su ignorancia. Quien no sabe quién es Pemán procura enterarse un poco antes de hablar de él (o no hablar, que en este caso es lo más aconsejable).
ResponderEliminarQue no te enteras, María. Que el príncipe de Gales llevó una vida muy activa, que incluso tenía fábricas de conservas ecológicas. Lee su libro "Armonía" y te enteraras un poco de que para él ser rey es como una obligatoria jubilación. Ahora sí que no podrá hacer nada, salvo cumplir las normas.
ResponderEliminarDel mismo género y, a mi modo de ver, mucho más interesante y actual (publicado en 1984), Mis almuerzos con gente inquietante, de Manuel Vázquez Montalbán. Y con berenjenas de Almagro, mejor que mejor.
ResponderEliminarDisculpas por la intromisión, María, pero el que sigue sin enterarse de nada es José Luis cuando dice que el nuevo rey habrá de limitarse a “cumplir las normas”: Por primera vez en la historia de la medieval monarquía inglesa, un rey ha entrechado la mano de su leal populacho sin ¡guantes! Si a José Luis parece esto poca novedad higiénica… Y su libro Armonia (¿de verdad alguien cree que lo ha escrito Carlos de Inglaterra?), un mojón (ecológico, pero mojón) pinchado en un palo.
ResponderEliminar¿Has leído el libro, Amelia? Yo sí. Y no sé si lo ha redactado (aparecen otros dos coautores), pero desde luego lo ha vivido.
ResponderEliminarNo es exactamente del mismo género, aunque le copie el título. El libro de Pemán lo que ha perdido de actualidad lo ha ganado en valor histórico.
ResponderEliminarMaría, María, que el señor del dictador y los empresarios dudosos anda por esos mundos, ya no es jefe del Estado.
ResponderEliminarSin ánimo de polemizar, y ya que se comenta aquí la -presunta- actividad de Carlos III, parece que tiene problemas con el recado de escribir y con su propia arrogancia. Las encuestas de popularidad empiezan a temblar
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