Sábado, 4 de septiembre
VENTAJAS DE LA VANIDAD
“Antes creía en
Dios, ahora creo en Ian Gibson”, dije. Todos me miraron asombrados.
----Ya sabemos que eres amigo de ironías y paradojas, Martín, pero
ahora te pasas un poco.
----Son cosas de la vanidad, ya sabéis que a mí me gusta presumir de
ser la persona más vanidosa del mundo.
----Líalo un poco más. ¿Qué tendrá que ver una cosa con la otra?
----Cuando yo era niño, me decían que había que portarse bien porque
Dios veía todo lo que hacíamos. Ahora procuro no hacer nada que pueda
avergonzarme, porque me imagino que en el futuro habrá un biógrafo que
investigará mi vida con tanta minucia como Ian Gibson la de Lorca y no habrá
nada, nada, que no saque a la luz.
----¿O sea que eres un santo varón que en su vida ha hecho nada malo?.
----A sabiendas, desde que soy consciente de que me están grabando, de
que todo lo que haga o diga quedará registrado en un grueso volumen de más de
mil páginas, no.
----¡Pues sí que eres vanidoso! ¿De verdad crees que tu vida, que ahora
no interesa a nadie, va a ser objeto de estudio en el futuro?
---Hago como si lo creyera, y me va bien así y no hago daño a nadie con
ello.
Domingo, 5 de septiembre
UN IMPRESENTABLE
Leo las cartas de
Philip Larkin a su enamorada perpetua, Monica Jones, y quedo vacunado contra su
poesía durante bastante tiempo. Qué personaje tan mezquino, tacaño, chismoso,
tan falto de interés y de grandeza: “Me evado de toda responsabilidad familiar, profesional, emocional, social, ni
siquiera ahorro dinero o ayudo a mi madre.”
Envidioso de su amigo el novelista
Kingsley Amis, que tuvo más éxito que él. Después de haberle invitado a un
concierto, sobre el que Kingsley escribió una reseña, se lamenta de que no le
haya devuelto el dinero de la entrada: “El día algo ensombrecido por el texto
de Kingsley sobre el concierto de Condón, el dinero que obtendrá por ello y el
dinero que yo pagué por su entrada. No veo que los asuntos de dinero de Kingsley
se rijan por ningún sentido de justicia. Es bastante generoso con las cosas que
le gustan –compra vino y comida para sus amigos y demás--, pero como devolverme
el pago de su entrada no es divertido, pues no lo hace”.
Y no hay carta en la que no hable
mal de su madre, una continua molestia para este egoísta y amargado solterón: “Llamo
a mi madre porque cumple 82 años y diez
minutos más tarde estoy diciendo tacos y gritándole. Viéndolo ahora con
perspectiva me parece increíble. De hecho, es la reacción inmediata y contante que suelo tener con ella en
cualquier circunstancia. La llamada dura 55 minutos a un coste de más de 2,5
libras. Las llamadas telefónicas a larga distancia siempre resultan
insatisfactorias.”
Y este mezquino personaje –al que uno se alegra de no haber conocido—escribió algunos de los poemas más lúcidos y verdaderos de nuestro tiempo. Son los misterios de la creación poética.
Lunes, 6 de septiembre
CONFESIONES INCONFESABLES
Vivo solo, bien a
mi pesar. Lo que a mí me gustaría es compartir piso con el doctor Watson, o con
la doctora Watson de la serie televisiva Elementary, que en
eso no soy nada discriminativo (tampoco me importaría , todo hay que decirlo, compartir
mansión con el mayordomo de Batman, Michael Caine).
Creo que voy a poner un anuncio en Internet, indicando condiciones:
buena apariencia, inteligencia superior a la media, buen carácter, buen sueldo.
Las relaciones sexuales quedarían rigurosamente excluidas y la admiración por
mi inteligencia sería requisito obligatorio.
Estas son cosas con las que me gusta fantasear, pero que no me atrevería a confesar a nadie, aunque sospecho que más de uno estaría de acuerdo en que compartir cama con la persona con la que uno comparte casa –y encima tener que hacer el amor con ella cada cierto tiempo-- resulta poco higiénico y escasamente afrodisíaco.
Martes, 7 de septiembre
POETA Y CABALLERO
¿Leemos de la misma
manera a un poeta cuando es amigo nuestro que cuando deja de serlo? Yo me
esfuerzo en juzgarlo con la misma equidad. Abro el nuevo libro de Miguel d’Ors,
Viaje de invierno, y tropiezo en el primer poema, “A todas
esas cosas”: “Ya sé que he de dejarlas aquí cuando me vaya, / y que antes o
después, aunque me sobrevivan, / acabarán en nada –descuidos, asistentas /
primitivas, carcoma, inundaciones, robos, / mudanzas, simplemente el uso…”.
¿No hay un asomo de racismo en el
adjetivo “primitivas” aplicado a las asistentas en lugar del esperable
“torpes”? ¿No se entrevén ahí los pueblos primitivos, a los que durante siglos
nos dedicamos a explotar, masacrar y civilizar? Esa asistenta que se hace
equivalente a la carcoma o a una inundación será una emigrante rumana, ecuatoriana
o paraguaya, quizá con sangre indígena, aún no civilizada del todo.
En “Luces de bohemia” contrapone la
“pirotecnia de sueños” de los modernistas –cisnes y japonerías-- con su miseria
cotidiana. Las hetairas de las que hablan no eran más “pobres bestias gordas y
analfabetas”. No parece que para escandalizarse ante ese considerar “bestias” a
las prostitutas –aunque se compadezca de ellas: “pobres”-- haga falta ser feminista, basta con ser
humano.
Y luego la guinda del pastel. En
“Tres deseos” nos indica las tres cosas que quisiera ver antes de morir. La
primera es un cuadro de Vermeer; la segunda, “la luna límpida y alta, /
derramando su fulgor / sobre la noche de Salta / o Santiago del Estero / --la
Cruz del Sur a estribor—“, y la tercera “Rodríguez Zapatero / con un mono de
color / naranja guantanamero”.
Curioso sentido del humor el de este poeta que se muestra orgulloso de que
las cajeras del supermercado le consideren todo un caballero, algo que requiere
“además de ser maduro, / no sé, un porte, un talante, / un estilo correcto y
elegante / que pasa entre lo chato de la vida y la gente / con un toque de
humor benevolente / como a medio camino / entre lo British y lo cervantino”.
Quizá de haber seguido siendo amigo
mío Miguel d’Ors (un gran poeta, por otra parte, y en otra parte de su obra), en las asistentas
primitivas, las bestias gordas y analfabetas y Zapatero preso en Guantánamo, yo
no habría visto más que un toque de humor benevolente, entre lo British y lo cervantino.
Miércoles, 8 de septiembre
EN EL BOSQUE
Paso la mañana en
el bosque de La Zoreda, a pocos kilómetros de Oviedo, donde no había estado
nunca, gracias a la benevolencia de un amigo que me sirve de guía en aquel
insólito laberinto, lleno de extraños búnkeres, edificios en ruinas escondidos
entre la vegetación y un silencio quebrado de pronto por el canto de un pájaro
que parecía anunciar, como en el soneto de Gerardo Diego, una revelación:
“Súbito, ¿dónde?, un pájaro sin lira, / sin rama, sin atril, canta, delira, /
flota en la cima de su fiebre aguda”.
Solo después, ya de vuelta de aquel
mágico territorio, supe que allí había estado la Fábrica de Explosivos de la
Manjoya, fundada en 1870 y que funcionó hasta bien entrado el siglo XX. Lo que
yo he visto son restos de polvorines, hornos, almacenes y talleres, vueltos ya
un elemento más de la naturaleza, hermoseados por lo que –tan impropiamente-- se
llama “maleza”.
Paseo entre los robles, las hayas, los castaños, iluminados por la luz
de septiembre, y en ningún lugar me he sentido más cerca de la divinidad. Creo
entrever una ardilla y no me sorprendería ver aparecer de repente al ágil corzo
o al fiero jabalí. El ruido del tráfico está a pocos minutos, pero cuesta
imaginarlo en este lugar que parece de otro mundo más hermoso y verdadero.
Antes de la temerosa fábrica –una explosión se llevó por delante a siete
trabajadores--, hubo aquí un caserón dieciochesco y antes, mucho antes, un
asentamiento neandertal. Me abro camino entre la vegetación, admiro al abejorro
que revolotea sobre una planta cuyo nombre ignoro, y de vez en cuando levanto
los ojos al azul del cielo que se asoma entre el verde y el dorado de las
ramas.
Quizá este sea el destino final de
cualquier construcción humana: los restos de los rascacielos de Nueva York
hermosamente recubiertos por la maleza y quienes los habitaron tan perdidos y
remotos como los neandertales que un día pisaron por donde yo piso y levantaron
los ojos al mismo cielo.
Sábado, 11 de septiembre
PARA UN MONUMENTO
Propuesta para un monumento a levantar ante la Casa Blanca o frente a la sede de la OTAN. Sobre un montón de cadáveres en bronce o mármol –los soldados se entremezclan con mujeres, civiles y niños afganos--, figura el siguiente epitafio: “¿Te preguntas, viajero, por qué hemos muerto jóvenes / y hemos matado a tantos tan estúpidamente? / Los padres de la Patria, los próceres y líderes / del Mundo Libre, la Democracia, los Derechos Humanos, / mintieron y mintieron y mintieron / durante veinte años. Eso es todo”.
Por lo menos el de las cartas, y el de los poemas citados, parecen no mentir. Algo es algo. Tanta bondad a veces empalaga. Me gustan mucho los versos del sábado. Cómo mienten, vamos a decir a veces, las palabras, las intenciones, bonitas.
ResponderEliminar"...Los versos del sábado". ¿Juaristi tal vez?
Eliminarpor lo que vi, Juaristi bebió de Kipling, y ahora lo hace Martín, un gran poeta, a mi entender, cuando bebe de obras ajenas. Recuerdo sus versiones de poemas de Marilyn y un poema, creo que guaraní, que es inolvidable. Habla de un hacha.
EliminarKipling
ResponderEliminarEl poema de las cajeras yzp. Sublime.. Jaaa... Gracias por escribir todas las semanas.. Mayor Thompson
ResponderEliminarYa. En vez de enviarlo con su abuelo (al paredón) se conforma con desearle la tortura. En eso se nota que es cristiano. Quizá en la acepción de González Tuñón
EliminarSan Zapatero mártir. A lo mejor lo torturan haciéndole oír día y noche "yo soy un hombre sincero / de donde crece la palma"...
EliminarCreo que en tu crítica hay más de enemistad que de Literatura, aunque a mí también me parece excesivo lo de Zapatero. Así que no, debe ser que no se lee igual a un amigo que a un enemigo. ¿No hay ningún poema, o verso al menos, que merezca algún elogio?
ResponderEliminarHay muchos y eso lo puede ver el viernes cuando se publique la reseña que dedico al libro. Hay que saber leer, Sara Zapata. Un diario personal no es el lugar para la crítica literaria detallada, aquí solo se recoge una primera impresión personal, subrayando lo disonante.
EliminarMe he limitado a leer lo que usted ha escrito. Sus intenciones, evidentemente, no puedo conocerlas, como tampoco que vaya usted a escribir una reseña, pero esa es la sensación que me ha quedado.
ResponderEliminarPero las cosas tienen sentido en un contexto. Una reseña literaria busca la objetividad, un apunte en un diario la impresión personal. Tampoco la referencia al epistolario de Larkin es una reseña. "¿No hay ningún poema, o al menos algún verso, que merezca algún elogio?", pregunta usted, pero la nota solo se refería a los poemas que muestran la ideología conservadora del autor, a veces de manera inconsciente.
ResponderEliminarMenuda pieza, el tal Larkin. No había leído nada de él, solo había visto su nombre citado, o listado. A raíz del diario de Martin he leído media docena de poemas suyos en Google. Ya sé que es muy poco, pero me queda la impresión de un poeta conceptual y cerebral más que sensorial, si esta simplificación extrema tiene sentido.
ResponderEliminarEs bastante común hacerse la idea (yo al menos me la hago) de que en la obra del poeta, al contrario que en los productos de otros oficios, se muestra la personalidad y la sensibilidad del autor. A la vista del caso Larkin quizás convenga desechar tal idea, y ver al poeta como un mero técnico juntapalabras que las junta de un modo más o menos feliz.
Serio, lo de Miguel D'Ors. Conozco un poco su obra, me parece un buen poeta. Pero ignoraba sus "Tres deseos", y me dejan sencillamente consternado. Quizás deba modificar su bello poema "Es una cosa extraña ser poeta" y dejar los versos centrales de esta guisa:
Es una cosa extraña ser poeta;
es sorprender al niño en los ojos del viejo,
es oír los clamores del bosque en la semilla,
adivinar que hay una primavera dormida
bajo cada nevada,
partir el pan y ver los segadores.
Es poner entre rejas con vesania
al político electo, pero odiado.
Y atención, que en esta manía carcelaria no es el primero que desfila por aquí.
No entiendo tanto asombro por el poema de malos deseos a Zapatero. La literatura los tiene desde antiguo. Recuerdo el primer texto de la literatura canaria en español:
ResponderEliminarLlorad las damas,
si Dios o vala,
Guillén Peraza
quedó en La Palma
la flor marchita
de la su cara.
No eres palma,
eres retama,
eres ciprés
de triste rama,
eres desdicha,
desdicha mala.
Tus campos rompan
tristes volcanes,
no vean placeres
sino pesares,
cubran tus flores
los arenales.
Guillén Peraza,
Guillén Peraza,
¿dó está tu escudo?,
¿dó está tu lanza?
Todo lo acaba
la malandanza.
Amigo, disculpa la lata. Una curiosidad: ¿escribirás también del reciente libro de Zapatero sobre Borges? A mí la noticia me recordó, por instinto, sin la voz de la razón, las veces que tú te quejas de algunos lectores que te leemos.
ResponderEliminar“Primero aburrimiento y luego miedo”. Impresentable Dios con sus azares.
ResponderEliminarSeas poeta o seas hojalatero, desear a alguien la privación de libertad y la probable tortura en una prisión al margen de la ley y sin garantías de juicio justo es una indignidad y una bajeza. No se trata de "asombro" (ya podía: implicaría que el mal deseo es infrecuente). Se trata de consternación porque se viene abajo la imagen del poeta y la admiración que uno ha cultivado por él.
ResponderEliminarEn cuanto a la comparación, ZP fue un presidente elegido, tuvo aciertos y tuvo errores; Guillén Peraza, si no me equivoco, fue "un godo" que asaltó, combatió y mató canarios. No era de esperar que estos lo recordaran con mucha benevolencia.
Hay teorías de que esa endecha la compuso una guanche enamorada del conquistador. Sólo teorías. Por lo demás, el peligroso no es el que mal desea y lo dice (perro que ladra no muerde), sino el que desea el mal y actúa sin decirlo. Lo primero, por lo común, no va más allá de una descarga emocional.
EliminarLa maldición no es contra Guillén Peraza (su muerte causa dolor a quien hizo esos versos), es contra la isla de La Palma. Esperemos que no se cumpla.
Eliminar"Si dices la verdad, no la repitas,
ResponderEliminarsólo el que miente insiste"
Tiene cierto parecido Phiplip Larkin a Aquilino Duque, en la foto, claro está.
Quedemos con el sevillano, uno de los grandes escritores y poeta vivo, y el más joven al que releo. ¿Cuántos versos habrá dedicado a sociatas, zapateros, inmigrantes de patera, etc?
Así que Miguel d'Ors, que está a su altura, no es nada sorprendente.
Aguardamos tu reseña.
Victor Menéndez
"sólo el que miente insiste". Perdón. No estoy insistiendo, que ya conozco el humor de JLGM.
ResponderEliminarLo de Peraza se trata de una elegía en realidad, en la que se “maldice” a la tierra canaria ("No eres palma, eres retama") y no al joven conquistador que halló su triste tumba en ella. Peraza murió de una pedrada aborigen, en un fallido intento de conquista en el que sus propias tropas fueron masacradas con él.
ResponderEliminarAl parecer, Los isleños se atrincheraron hábilmente en el accidentado terreno que ellos sí dominaban, al contrario que los temerarios invasores. Algo así como un Vietnam del siglo XV.
Nunca dije que D'Ors fuera "peligroso". Hablé de la consternación que causa la imagen caída de un personaje admirado y que resulta ser (o tener episodios de) puro bocazas. Peligroso o perjudicial para sí mismo, en todo caso. Habrá quien no quiera saber nada de él, o pierda el deseo de comprar sus libros, después de leer/oír sus importunos ladridos.
ResponderEliminar(Y aún así, por supuesto, nada que ver con A Duque, un exaltador del franquismo-pinochetismo, ahí es nada).
Si antes hablo de A. Duque, antes fallece.
ResponderEliminarYa me callo.
Victor Menéndez