Sábado, 11 de mayo
LOS CAMINOS DE SIEMPRE
¿Por qué nos reconforta como una caricia recorrer sin prisa,
en la bella mañana, los caminos de siempre? Hace más de treinta años que no
vivo aquí, pero nunca he dejado de vivir aquí: los soportales de Rivero, la
biblioteca Bances Candamo y, al otro lado, el parque de Ferrera.
Seguir luego por Galiana, sin
prisa, conversando solo con fantasmas amables. Me detengo, como siempre, ante
una mesa con libros, frente a un anticuario que anuncia el cierre. Nunca he
visto nada de interés, pero hoy me sorprende una primera edición de Villaespesa,
esa pianola del modernismo que de vez en cuando daba una melodía sugerente.
Pregunto el precio: dos libros, un euro. Y eso me lleva a fijarme en otro, de
sugestivo título: Fantasmas cotidianos.
Mujeres, lugares y sueños. La autora, Elena Ochoa, me interesa menos, pero
lo abro al azar y me encuentro con estas líneas: “Me casé con un escritor, Luis
Racionero, que además de ser un escritor al que admiro, tiene la cualidad de
sorprenderse aún por todo”. En cualquier vida hay varias vidas, incluso en la
mía, en la que a ratos parece no haber ninguna.
Tomo luego
un café en el Atrio, con los periódicos habituales y con las dos adquisiciones.
Tierra de encanto y maravilla, de
Villaespesa, tiene tan escaso interés como sugiere el título: está dedicado a
México y recuerda las retóricas melopeas de Alfonso Camín, otro mendicante de
la literatura.
Ser poeta, solo poeta (o ni
siquiera eso: solo un facilón versificador), y pretender ganarse la vida con la
literatura, qué destino más triste. Disfruto más con los Fantasmas cotidianos, de una Elena Ochoa que aún no era la
superferolítica señora de Norman Foster. De vez en cuando alguna máxima muy
sabida: “Rico no es el que tiene mucho, sino al que no le falta nada para
sentirse bien”. Pues entonces yo soy rico, porque esta mañana avilesina –como
todas mis mañanas de sábado– no me falta nada. Ni siquiera un rato de encendido
debate, sobre arduas cuestiones metafísicas, con algún buen amigo durante la
comida.
Domingo, 12 de mayo
DÍAS FELICES
¿De qué están hechos los días felices? Los míos, de mañanas
soleadas de domingo, de puestos de libros viejos, de charlas con amigos, de
tardes de cine, de versos apuntados en un cuaderno, de comienzos de historias
que muy probablemente se desvanecerán en el aire antes de llegar a ninguna
parte, de viajes proyectados, de libros por escribir y por leer, de nada
extraordinario, a no ser el simple hecho de seguir vivo –tantos años después– y
de seguir estando a gusto con la vida.
(No siempre
lo estoy, quede claro. Pero sin los otros días, ¿qué valor tendrían los días
felices?)
Lunes, 13 de mayo
BUENAS INTENCIONES
Leo en la revista Ínsula
un panorama de la poesía española en 2018. Durante muchos años, yo me
dediqué a esos menesteres. Trabajo ingrato. Y bastante inútil.
No sé si al alguien le apetecerá
leer ni uno solo de los libros memorables que cita Alberto García-Teresa, casi
todos escritos por mujeres. A mí no, desde luego.
Ana Pérez
Cañamares, “además de plantear una crítica de la alienación laboral y de la
anulación por el consumismo, ahonda en la dignificación de la memoria como
denuncia del contexto franquista”.
Rosana Acquaroni
“levanta una denuncia de la subordinación de las mujeres en el franquismo, de
su represión como sujetos deseantes y de la represión de sus anhelos”.
Pilar Adón
“evita lo evidente a favor de aproximaciones más sugerentes y abstracciones en
su denuncia de la sumisión y de los roles de docilidad que socialmente se
otorgan a las mujeres”.
Alba
González Sanz “pone en el centro los intereses, deseos y necesidades de mujeres
que han sido ignoradas u objetualizadas a lo largo de sus vidas”.
Olalla
Castro “desarrolla un trabajo con la desilusión y la crítica a la exclusión en
el cual se centra en el componente estructural del patriarcado”.
Leticia
Fernández-Fontecha “desde una fuerte conciencia feminista pone el cuerpo como
centro de la práctica y del discurso crítico”.
Sarah
Martín “nos lleva a una acción de rechazo o de confrontación con el mundo, a un
no sentir acomodo ni felicidad”.
Muy buenas
intenciones las de todas estas poetas, por supuesto. Pero de buenas intenciones
está lleno el infierno de la inane literatura.
Martes, 14 de mayo
SECRETOS DE ESTADO
Entre los panegíricos, bien merecidos, a Rubalcaba, se ha
colado un asuntillo más que sospechoso. Resulta que una de las grandes deudas
que España tiene con él es su intervención en la abdicación del anterior jefe
del Estado.
¿Tan complicada era esa
abdicación que se pone al mismo nivel que la contribución al fin del terrorismo?
¿Se nos contarán algún día las arduas negociaciones para la abdicación como se
desvelan las que tuvieron que ver con el terrorismo?
Quizá
entonces se nos aclare cómo fue posible que el anterior jefe del Estado
consiguiera conservar un título –el de rey– que la constitución, entonces y
ahora (no se ha cambiado), atribuye solo a quien ejerce –no ha quien ha
ejercido– la jefatura del Estado.
Jueves, 16 de mayo
MÁS RAZÓN QUE UN SANTO
La memoria engaña. Me reprocha Abelardo Linares, en la cena
posterior a la presentación de Hablando
claro, viejas historias del tiempo de Treinta
años de poesía española, donde yo incluí a Jesús Munárriz, un poeta que a
él no le parecía significativo, a pesar de que en las consultas previas –según
él la antología era consultada-- quedaba fuera.
----Y no solo eso –le dice a Xuan
Bello, que nos acompaña–, sino que luego contó en su diario que yo había vetado
a Munárriz, cosa que no era cierto, porque si fuera así la antología no se
habría publicado, y por si fuera poco lo volvió a contar en el prólogo, que yo
no pude ver, porque el diario se editó en Asturias bajo su control (yo, como
editor, me limité a pagar la factura).
––No es
enteramente cierto. En Asturias se imprimió algún libro de Renacimiento, creo
recordar que Travesías, de Martín
López-Vega, pero ninguno de mis diarios. Y Treinta
años de poesía española no fue una antología consultada, aunque recuerdo
bien tu rechazo a que participara Jesús Munárriz, y el empeño no menos tenaz
del otro editor, Andrés Trapiello (el libro era una coedición con La Veleta)
para que incluyera a Juan Manuel Bonet. Yo me negué, en ambos casos, a
modificar mi criterio. Bonet tenía cierto encanto como poeta, sobre todo en su
primer libro, pero después se había ido viendo que era de muy corto aliento,
aunque un excelente erudito y un maestro en el arte de la enumeración y la
acumulación de datos sugerentes. No cambié mi criterio, bueno soy yo. O bueno
era, me he vuelto más flexible. Ahora os habría hecho caso a los dos. Pero no
es cierto que yo dijera en el prólogo que tú te opusiste a que figurara
Munárriz. ¡Qué absurdo! Lo único que digo en el prólogo, lo recuerdo bien, es
que dos poetas que seleccioné no quisieron estar por diversos motivos. Uno eras
tú, en un gesto elegante, el otro Carnero, a quien había quizá maltratado en
alguna reseña.
–-No lo
contaste en ese prólogo, sino en el prólogo a uno de tus diarios. Uno, no
recuerdo el título, que tiene en la portada un balneario muy años veinte.
––Dicho y hecho. ¿Cómo iba a contar yo ahí
nada si se publicó antes que la antología?
––Pues yo
lo recuerdo muy bien. Ya se sabe que los que ofenden olvidan primero las
ofensas que los ofendidos –habla en tono de broma: la ofensa, si fue tal, hace
tiempo que la ha disculpado.
––Te
equivocas. En cuanto llegue a casa, miro los libros y te mando un WhatsApp
confirmando tu error.
Pero llego
a casa, busco Dicho y hecho (sigue
gustándome mucho la cubierta) y y resulta que está impreso en Asturias y en el
prólogo me encuentro con las siguientes líneas: “Hace unos días, en un
restaurante italiano de la Séptima Avenida, un poeta y editor me reprochaba ásperamente
que hubiera desvelado sus insistentes intentos de que otro poeta no figurara en
una antología que yo preparo: ‘¿Cómo voy a atreverme luego a mirarle a la cara?
Yo quiero seguir siendo luego amigo suyo’. Quería seguir siendo amigo suyo,
pero continuaba haciendo todo lo posible para que yo excluyera a quien ya había
invitado formalmente a formar parte de mi antología. Curiosa manera de entender
la amistad”.
Si esto fuera un tebeo de los que
yo leía en mi infancia ahora gritaría: “¡Tierra, trágame!”
Abelardo
tenía razón. Mientras preparaba la antología yo había revelado en mi diario
–que por entonces se anticipaba en La Voz
de Asturias– sus intentos para que no figurara Munárriz, y como insistiera
cuando nos vimos en Nueva York –eran los tiempos fabulosos del millón de libros
en un almacén del Bronx– yo me vengaba con una líneas añadidas en el último
momento, y que no tuvo ocasión de ver, a un libro que él mismo editaba.
Ciertamente,
para aguantarme a mí hace falta –o hacía, ya no soy así– tener más paciencia
que un santo.
Viernes, 17 de mayo
BELLO ES RATA
No dormí demasiado bien esta noche, preocupado por si no
seré yo tan buena persona como creo ser. ¿No tendrá razón Miguel d’Ors que en
sus Virutas de taller se refiere a mí
como el Malvado? Otro antiguo conocido, José Luna Borge, me decía últimamente
muy indignado que estaba a punto de darle la razón.
Pero
tampoco hay que pasarse. Lo que soy es solo poco diplomático. En la cena de
ayer en La mar del Medio, atendidos por una maravillosa criatura que parecía
salida de un relato de Xuan Bello, el tiempo que no dedicaba a discutir con
Abelardo, lo dediqué a encontrar defectos a Incierta
historia de la verdad, el último libro de Xuan, que me acababa de regalar.
Defectos a la edición, claro,
porque el contenido es otra vuelta de tuerca a esa prosa miniada y melodiosa
suya que nunca nos cansamos de escuchar. La edición, con hojas en blanco
repartidas al azar (más de un comprador devolverá el ejemplar creyéndolo
defectuoso), con cambios en la caja, con los capítulos empezando en la página
par, es puro disparate.
––¡Y yo que
me metía tanto con Pascual Ortiz y Bajamar! Al lado de la editorial Rata y de
su maquetadora, Mireia Barreras, es un Aldo Manuzio.
––Martín,
no sigas, que ya lo sé, que yo fue el primero en darme cuenta de ese desastre,
pero no pude hacer nada para cambiarlo.
Pero yo sigo
erre que erre.
–-¿Te has
dado cuenta de que en la nota biográfica dicen que “Xuan Bello escribe en
asturiano”, pero el libro está escrito en castellano y no figura ningún
traductor? ¿Y has visto el eslogan que ponen para promocionarlo? “Bello es
Rata”.
––Lo he
visto, lo he visto, Martín, pero déjame disfrutar de este maravilloso pixín de
La mar del Medio y no me des más la tabarra.
La verdad
es que para ser amigo mío, como para ser editor mío, hace falta tener más
paciencia que el santo Job.
Estimado Martín:
ResponderEliminarGracias por poner mis escritos en tu blog de reseñas. Ha sido un consuelo y un honor para mí, aunque ahora debo dedicarme a menesteres más piadosos.
Gracias por todo y un abrazo,
María
Hablando de Rubalcaba, opino que se están aprovechando ignominiosamente de su muerte para sacar réditos en plena época electoral. Pérfida actitud que apenas se denuncia.
EliminarPero quiénes se están aprovechando, Santiago, y qué réditos están sacando, y cuáles son las ignominias. Joder, Santiago, es que no explicas nada. Parece lo de "el aldeano tiró, tiró la piedra, tiró la piedra y no la encontró". Esto no llega ni a rumores, son bisbiseos.
ResponderEliminarGregorio Morán
EliminarLa obscenidad de Sánchez
https://www.vozpopuli.com/opinion/oscenidad-pedro-sanchez-rubalcaba_0_1246076465.html
A mí, la obscenidad me parece más bien la de Gregorio Morán, que por otra parte tiene más que demostrada su capacidad para el descaro. Pongo aquí enlace a las declaraciones del propio Rubalcaba, el 6 de junio del año pasado, con ocasión de constituirse el primer gobierno de Pedro Sánchez:
Eliminarhttps://www.elplural.com/politica/rubalcaba-no-ahorra-elogios-es-un-magnifico-gobierno_129709102
Y reproduzco, por si alguien no quiere tomarse el trabajo, titular y subtítulo de dicha información, que resumen bien su contenido:
"Rubalcaba no ahorra elogios: "Es un magnífico Gobierno"
"El de Pedro Sánchez es un Ejecutivo solvente, capaz, con gente competente, europeísta, muy europeísta, y finalmente feminista".
Supongo que con el mismo motivo podría hablar, este airado señor, de la "obscenidad" del propio Rubalcaba. Pero eso quizá le sería menos aplaudido, y aquí, lo tiene demostrado, se trata de eso: carnaza, cuanto más vendible mejor.
En fin, hay gente a quien eso le encanta; no es mi caso.
Gracias por el enlace Rodrigo. G. Morán es de los pocos que casi siempre interesa.
EliminarMe alegra coincidir con Jose. Gregorio Morán es un libelista sin demasiado rigor. Quien tenga curiosidad que lea en Crisis de papel mi reseña de su obra de "investigación" titula "El cura y los mandarines".
EliminarLeí "El cura y los mandarines". No está mal. Tu reseña no le hace justicia, aunque supongo que tampoco lo pretendias.
EliminarAcabado de publicar en Twitter en contestación a Miquel Angel Quintana Paz, al que, internet al margen, no conozco de nada.
ResponderEliminar"José Luis García Martín es fantástico (link: http://cafearcadia.blogspot.com/) y no tiene twitter.
A mí, por lo menos, me encanta como lo dice todo pese a que en ocasiones yo piense que está rotundamente equivocado".
Conclusión: ábrase un tuiter. Aunque usted no lo necesite, el artilugio sí que lo necesita a usted. ;-)
Gracias por el consejo, Julián.
ResponderEliminarDado su infatigable entusiasmo por todas las cosas (incluso las que no se lo merecen) lo más normal es que se lo vaya a pasar "teta". ;-)
EliminarMe encanta el párrafo donde describe el paseo sabatino por Avilés, el disfrute de las pequeñas cosas cotidianas, recuerda a Baroja en la novela de Silvestre Paradox de un día soleado y frío de noviembre comiendo huevos fritos en el corralón de la casa destartalada de su amigo Avelino Diz de la Iglesia.
ResponderEliminarNo creo que haya que preocuparse en demasía por las inexactitudes de la memoria. Las viejas "potencias del alma" son alcahuetas de armas tomar, bien vendidas a los intereses del amo. El caso del recuerdo fiel que después resulta fallido o fraudulento, y siempre a nuestro favor, es demasiado frecuente y conocido para detenerse en él.
ResponderEliminarOtra percanta de cuidado, tramposa y matrera, es la llamada "voluntad libre", o "libre albedrío", que nos hace sentir dueños y señores de nuestras determinaciones, haciendo pasar como arrogante toma de decisiones lo que no es sino hacernos conscientes a posteriori de la resolución espontánea, autónoma, que surgió en las circunvoluciones cerebrales. Los neurofisiólogos han estudiado a fondo estos fenómenos. El magnífico libro The illusion of the conscious will, de Daniel Wegner (2002), analiza con rigor estas falacias. Quizás no hacía falta, acostumbrados ya al subconsciente freudiano. Pero el propio Freud llegó muy tarde. Cualquiera que haya encontrado la solución de un problema lógico o matemático, después de haberle dedicado semanas, sabe que no es capaz de decir cómo lo hizo. Nomás la solución apareció, emergió, se hizo visible en un proceso de tipo Eureka. Ya los griegos clásicos lo sabían bien.
Qué haríamos sin esas arpías, o harpías, las potencias del alma, que tan bien trabajan para nosotros.
Esta tarde me acerqué a la biblioteca del Fontán, a ver si Martín me firmaba un cuaderno de humo. Consigo acercarme al estrado (estaba copado por devotas) y...
ResponderEliminar-¿Su nombre?
-Efe, mal Efe.
-¿Cefe? ¿Ceferino?
Sentí algo parecido a una bajada de glucosa, un desfallecimiento del espíritu...
-Sí..., vale así.
Otra ocasión fallida, otra pena.
Efe de fan en desesperada busca constante de protagonismo.
EliminarQué necesidad, qué dependencia, qué frustración. Y además elige mal a sus ídolos, en vez de claudicar ante Pepu o el atractivo Gabilondo.
Vengase por Madrid el próximo lunes y asista a la nueva presentación de Trapiello en la librería Cervantes. Se lo puedo presentar porque lo conozco desde hace veinte años y cinco semanas, o sea, mucho más que lo conoce el dilecto José. Andrés se alegrará de compartirlo a usted como fan con Martín. Y si se empeña también puedo contactar con Isa Serra para que por fin lo tenga a usted delante y pueda escucharle de viva voz sus apasionadas romanzas y viejos romances adolescentes, que son los únicos verdaderos porque confunden gozosamente la verdad con la mentira.
Ganas de leer "El cura y los mandarines" me dejaste. No sé qué mal hay en que cierto profesor prefiriera a las alumnas. Volveré a leer la reseña. Da para hablar. A lo mejor el autor es aquí uno de los anónimos.
ResponderEliminarSobre Xuan Bello es que seguramente es Rata en el zodiaco chino. ¿Harás una crítica del libro, aparte de lo que pusiste aquí?