Sábado, 11 de junio
AUTOAYUDA Y TERROR
Me envían las pruebas de un libro que se pone a la
venta la próxima semana, Razones para
seguir viviendo, de Matt Haig, una de esas obras que ya han sido
superventas en no sé cuantos países.
¿Un
libro más de autoayuda? Lo abro al azar y encuentro una especie de poema: “Para
detener el tiempo: besar. / Para viajar en el tiempo: leer. / Para escapar del
tiempo: escuchar música. / Para sentir el tiempo: escribir. / Para liberar el
tiempo: respirar”.
¡Cuánta
bien intencionada banalidad! Pero tengo la curiosidad de seguir leyendo y muy
pronto el recetario rosa se convierte en historia de terror. El título completo
debería ser Razones para seguir viviendo
cuando no hay razones para seguir viviendo. Matt Haig nos cuenta, con las
palabras precisas, la historia de una depresión. Y es como un viaje a ese
infierno que todos tenemos dentro, camuflado en una esquina del cerebro.
Caminamos felices, silbando una canción y de pronto el suelo se abre bajo
nuestros pies… Yo, hasta ahora, siempre he logrado agarrarme a alguna rama y no
caer al pozo. ¿Hasta cuándo me acompañará la buena suerte?
Termino
el libro de Haig aterrado, sudoroso y lleno de mala conciencia. En el infierno
que me muestra Razones para seguir
viviendo he tenido, y tengo, algún amigo y no siempre me he tomado en serio
sus problemas, alguna vez he visto un poco de cuento, una excusa para la
desidia.
Todo
el mundo compadece a la víctima, pero no cuando no se ve al verdugo por ninguna
parte, cuando está dentro, cuando somos nosotros mismos, cuando no parece que
hay otra manera de librarse de él que morir matándole, matándonos.
Domingo, 12 de junio
LA LECCIÓN DE NIETZSCHE
La falta de compasión nos vuelve invulnerables.
Hay que practicar el bien, pero procurando que nadie lo
note.
Ser uno mismo está al alcance de cualquiera; ser mejor
que uno mismo, solo al de unos pocos.
Detrás de cualquier catástrofe histórica siempre hay un
hombre providencial.
Dios es el mayor asesino en serie.
Una mujer perfecta es algo tan difícil de encontrar como
un hombre perfecto.
El verdadero sabio dice cosas que todo el mundo podría
haber dicho, pero que a nadie se le habían ocurrido antes.
Quienes nos ayudaron en los malos tiempos nos traen malos
recuerdos.
Quien solo ha amado una vez en la vida no sabe lo que es
el amor.
El odio agudiza el entendimiento, al contrario que el
amor.
No has vivido de verdad si no encuentras en tu vida nada
de que avergonzarte.
Como el caballo de Troya, todos llevamos dentro a nuestro
peor enemigo.
Cuanto mayor el premio, mayor la humillación.
El buen maestro pone en guardia a los discípulos primero
contra ellos mismos, después contra sí mismo.
Lunes, 13 de junio
OTRO CUMPLEAÑOS
Hay escritores que son como de la familia y por eso
uno recuerda siempre la fecha de su cumpleaños. Uno de ellos es Antonio
Machado, al que conocí a principios de los sesenta con aquel volumen de la
colección Austral que compré en una librería de la calle Rivero y que todavía
conservo; el otro es Fernando Pessoa, que me sorprendió cn sus heterónimos poco
después de que yo, a mi manera, intentara hacer lo mismo en la revista Jugar con fuego.
Hoy
celebro el cumpleaños de Pessoa, que sigue siendo mi maestro y mi amigo, a
pesar de que hace tiempo se ha convertido en una especie de figurón
institucional del que se comercializa todo. Me imagino la desilusión del lector
que se acerque ahora a él y se encuentra con cualquiera de esos libros llenos de
cotas, corchetes, puntos suspensivos y fragmentos ininteligibles. También se
puede morir de éxito. Fernando Pessoa ha muerto por segunda vez a manos de los
Jerónimos Pizarros de este mundo.
Pero
no, no ha muerto, sigue vivo en las viejas ediciones, mejores cuanto más
imperfectas y menos críticas, en las que no emborronan el poema con los tanteos
que llevan al poema.
Durante
un tiempo, cuando hablaba de Pessoa, hablaba en realidad de mí, trazaba un poco
disimulado autorretrato. Quizá eso es lo que hacemos siempre al hablar de
quienes admiramos.
“Pasé,
como viento en la noche, desconocido y solo” escribí en un epitafio que le
dediqué en 1982. Terminaba con un verso no menos desolador: “Ahora estoy
muerto, como siempre estuve”. Así le veía a él, así me veía a mí por esas
fechas.
Me
equivocaba en los dos casos. O quizá en ninguno.
Martes, 14 de junio
NIÑOS, NO SIGÁIS MI EJEMPLO
Mis amigos se ríen de mí porque dicen que soy la
única persona que celebra su cumpleaños durante todo un mes. Más se reirían si
supieran que en realidad lo celebro durante todo el año todos los años: cada
día un regalo, el presente sigue siendo todavía –¿por cuánto tiempo?-- el mejor
presente.
El
regalo de hoy fue la presentación de Inventario
de lugares propicios a la felicidad en la librería Santa Teresa. Hace poco
más de un mes ni siquiera conocía yo al editor. Me escribió por Messenger,
presentándose, enviándome alguno de sus libros y diciendo que le gustaría
publicar algo mío. Me gustó la colección, admiro mucho a uno de los autores que
edita, Hilario J. Rodríguez, y yo tenía inédito un recuento de lugares felices
que me había entretenido en anotar durante los meses de un largo verano. Poco
después el pequeño y hermoso volumen estaba en mis manos como por arte de
magia. Y aprovechando que Rosa Navarro Durán venía a Oviedo al jurado de los
premios Princesa de Asturias me permití abusar una vez más de su amabilidad y
pedirle que fuera la presentadora. Lo hizo muy bien, como siempre. Pero yo soy
de esas personas ególatras que prefieren hablar ellas a que hablen de ellas.
Resulta curioso que alguien tan vanidoso como yo se sienta siempre incómodo
escuchando elogios. Yo prefiero los reproches que me incitan a la discusión y a
la réplica, que es lo que de verdad me gusta. Los elogios siempre huelen un
poco a flores del cementerio. Pero el regalo de hoy no terminaba con el libro y
la presentadora. Buena parte del jurado del premio tuvo la amabilidad de venir
a escucharme. Ahí estaba, en primera fila, Darío Villanueva, que nació también en
junio y en 1950, que es como yo, pero en todo lo contrario y en triunfador. Un
poco más allá mi jefa en El Cultural durante
algunos años, Blanca Berasátegui y los directores de otros suplementos
culturales y los amigos habituales y otros que habitualmente andan por esos
mundos. Yo exhibí me repertorio habitual de medias verdades y enteras maldades y
presumí de marginado, que es de lo que nos gusta presumir a todos. O sea, que
lo pasé muy bien, incluso no faltó alguna pregunta presuntamente impertinente para
darme ocasión de lucirme. Soplé las velas de la simbólica tarta y los amigos me
dejaron lucir las garras de quien se cree un tigre (aunque de papel) y es solo
un atrabiliario cascarrabias.
Pero
el mejor regalo había ocurrido antes, durante la primera reunión del jurado. Se
votaba qué candidatos pasaban la criba inicial para ser debatidos en serio, y
quiénes se quedaban fuera junto a una especie de pequeño Nicolás que siempre se
cuela entre las candidaturas no se sabe bien por qué. Los votos son secretos
pero yo el mío quise enseñárselo a Fernando Sánchez Dragó, al que tenía al lado.
“¿No votas a Andrés Trapiello?”, “No”, “¿Pero no erais amigos?”. “Éramos”. Y el
azar quiso que por un voto, el mío, no pasara la criba. “Como se entere, no te
lo va a perdonar nunca”, me dijo Dragó. “Para eso te enseñé mi papeleta, para
que se lo contaras”, “¿Me autorizas a que se lo cuente?”, “Por supuesto. Si no,
qué gracia tendría”.
“¿Pero
tú eras de los que presumías de tratar a los amigos y a los enemigos con la
misma imparcialidad?”, me pregunta Xuan Bello cuando se entera.
“Y
espero seguir haciéndolo. Yo soy muy respetuoso con mis ex, sean amigos o
amantes. Pero ser un poco cabroncete de vez en cuando, estará mal (niños y
poetas jóvenes, no sigáis mi ejemplo), pero relaja bastante.
Miércoles, 15 de junio
EL FIN DEL MUNDO
Teresa Sanjurjo me ha insistido mucho, dada mi
merecida mala fama, en que todo lo relativo al premio es secreto, no solo las deliberaciones,
como resulta comprensible, sino incluso quienes son los candidatos y los
finalistas. Yo no entiendo ese secretismo, pero no me queda más remedio que
acatarlo y por eso callo que Adam Zagajewski, a quien por primera vez tradujo
al español Martín López-Vega, era mi favorito ni que obtuvo casi la mitad de
los votos.
Como
no puedo hablar de eso ni de lo que me cuenta Sánchez Dragó, me dedico a glosar
una entrevista suya, más desatinada que cualquier artículo, no ya de Juan
Manuel de Prada, sino hasta de Javier Marías.
“Internet
es el fin del mundo”, afirma. Pero él se
pasa todo el tiempo que estamos reunidos escribiendo una de sus columnas,
contestando a una entrevista, respondiendo a su correo electrónico. Quizá no se
le ha ocurrido pensar que eso también es Internet, no solo las redes sociales.
“En
1998, veraneando en Alicante, encendí la tele en un momento tonto y apareció el
Anticristo o sea Bill Gates. Anunciaba las autopistas de la información, lo
contrario de la información”. Sin comentarios.
“Ahora
cualquiera puede ser escritor y autoeditarse un libro”. Ahora y desde que se
inventó la imprenta. De los libros pagados por los autores han vivido desde
siempre muchos editores.
“Según
las editoriales americanas, en 2017 habrá en Estados Unidos más escritores que
lectores. La literatura no tiene porvenir”. Una afirmación falsamente
documentada, una conclusión que no se deduce de ella. La réplica mejor la dio
Umbral: “No es que haya pocos lectores, es que siempre nos leen a los mismos”.
“El
mundo será una bola de cemento o plásticos derivados petróleo, del agua
del infierno, que decían en la Edad
Media y no crecerá ni una lechuga”. ¿Cuándo será eso, amigo Rappel Sánchez
Dragó? ¿Dentro de mil, dos mil, tres mil millones de años? Ya puestos a
imaginar pesadillas, seguro que para entonces Amenofis IV todavía sigue allí de
presidente en funciones.
Entre
dos estrellas mediáticas como Jorge Javier Vázquez y Fernando Sánchez Dragó
apenas hay más diferencia que la inteligencia y el sentido común de uno de
ellos. No diré de cuál.
Como decía Joubert, la amistad es esa planta que resiste largos periodos de sequía.
ResponderEliminarAcabo de tener un alumno privado (la historia es curiosa, pero no viene a cueto) con una notable peculiaridad psicológica. Es bipolar y afirma que tiene que andarse con mucho tiento, vigilante de las circunstancias externas, para cerciorarse de si sus raptos de tristeza están "motivados" y si los de euforia tienen "razón de ser". La vivencia es agotadora y se defiende de ella con una afición donde encuentra un equilibrio diríamos místico: el kendo.
ResponderEliminarPues yo vengo tratando desde años atrás a un hurdano que le da por pelearse con la taquilleras (qué culpa tendrán la pobres) de los cines que proyectan "Tierra sin pan". Menos mal que eso no se da todos los meses.
ResponderEliminarVa para dos años:
ResponderEliminarAyer estuve en un círculo Podemos,
lustrando la tarima con las nalgas:
tal era la afluencia de la peña.
Les brillaba a unos la calva sudorosa,
a otros apenas si les apuntaba
el bozo adolescente.
Vi a una mujer que amamantaba
mientras leía un panfleto
y a un cura vergonzante en la penumbra.
El ocio forzado de los universitarios se dejaba
palpar por las manos vacías de los ni-nis
-que tanto escarnece el facherío-.
Platicaban -creo- sobre copas colmadas
y no sé qué de los cojones.
Y tras prolijas votaciones a mano alzada
lograron colocar las piezas primerizas
de este nuevo mecano que promete
ser harina de otro costal, de otra molienda,
de otros granos,
Y nos dieron las nueve y media y cerrose
el ágora que un director de escuela generoso
nos prestó para la pública asamblea
En un bareto cercano rematé
tomando una birra tostada de Flandes:
cosa buena.