Sábado, 14 de marzo
UN REPROCHE
¿Seguiríamos siendo
amigos de nuestros amigos si oyéramos lo que dicen cuando no estamos delante?
Hojeo la nueva entrega de los diarios de Iñaki Uriarte: “No es muy fácil hablar
con JLGM, porque tiende a hacerlo solo él y salta velozmente de un tema a
otro”.
A mí lo que me sorprende es que mis amigos sigan siendo
amigos míos después de oír lo que digo cuando estoy delante de ellos.
Lunes, 16 de marzo
UNIVERSIDAD Y BANCA DE ANDORRA
Me quejo, siempre me estoy quejando, de mis problemas a la hora de obtener el certificado para la
declaración de la renta: “Antes la Universidad te lo mandaba por correo, como
hacen en todas partes. Ahora, no. Ahora primero te envían un correo diciéndote
que en no sé qué pagina informativa, que cambia cada día, se ha indicado dónde
puedes conseguirlo. Buscas esa página, no siempre fácil de encontrar, y te
remiten al Portal del Empleado. Intentas descargarlo en ese portal. Llamas a un
amigo informático y ni aún así. Consultas con la administración, y tampoco.
Finalmente te explican que hay un filtro de seguridad y que los navegadores
habituales no son capaces de sortearlo”.
----Exageras, Martín, como siempre.
----No exagero nada. De hecho, todavía, y llevo tiempo
intentándolo, no he conseguido ese certificado. Ni siquiera los administrativos
que trabajan en gerencia pueden imprimirlo y facilitármelo. Me han dicho que
escriba una carta adjuntando el DNI, y
no sé si firma autentificada ante notario, para ver si así les permiten
imprimirlo. Me explican que todas estas normas son para proteger la
confidencialidad.
----¿La confidencialidad? ¡Pero si los sueldos de los
empleados públicos son públicos, como su propio nombre indica! ¡Si cualquiera
puede saber con que gana un catedrático o un profesor asociado! Por otra parte,
¿la confidencialidad no queda suficientemente garantizada enviándolos por
correo? ¿No se fía tu Universidad de los encargados de su correo interno? Yo
creo que no te has enterado de nada, Martín.
----Pues eso es lo que hay. La nueva gerencia protege
tanto mi certificado para la declaración de la renta que convierte en una
hazaña conseguirlo.
---Si las cosas son como dices (no acabo de creérmelo),
solo cabe dos explicaciones: que antes trabajaba en la Banca de Andorra y ahora
aplica a los sueldos de los funcionarios las mismas normas de confidencialidad
que a la herencia de los Pujol o que en la Universidad de Oviedo hay sobresueldos
y pagos en negro, como en el partido del gobierno, y entonces todas las
precauciones son pocas.
Martes, 17 de marzo
ELOGIO DEL PESIMISMO
Ser pesimista tiene sus
ventajas. Si ocurre lo que uno espera, nos encuentra preparados. Y en caso
contrario, la sorpresa siempre es agradable.
Miércoles, 18 de marzo
EN EL MARÍA GUERRERO
Me cuenta el profesor
Antonio Insuela su estancia en Madrid participando en una mesa redonda sobre
Lauro Olmo. Tuvo lugar en el escenario del María Guerrero. Y yo de inmediato me
imagino una obra de teatro en que los ponentes –un profesor universitario, un
crítico de un diario importante, una actriz veterana que estrenó alguna pieza
de Olmo, un antiguo militante comunista que luego fue secretario de Estado de
cultura con un gobierno conservador-- comienzan elogiándose mutuamente y luego
poco a poco van sacando a la luz viejos resquemores mutuos. En la primera fila
del patio de butacas está la mujer de uno, que fue amante de otro. Algo como El arte de la entrevista de Juan
Mayorga, que se inicia con una adolescente que tiene que entrevistar a su
abuela para un trabajo escolar y luego, de manera no muy verosímil, los
personajes acaban sacando a la luz los folletinesco secretos –de culebrón
televisivo-- que habían guardado toda la vida. Mientras tomo un café, me
entretengo haciendo un esquema de las diversas escenas. Lo borro todo al final,
como hago siempre. Inventar se me da bien, pero me aburre llevar lo fantaseado
al papel.
La musa no es el encargo, al menos en mi caso, pero sin
encargo todo se queda en las musarañas.
Nada me habría gustado más que tener la obligación de
escribir. Saber que hay una compañía de teatro esperando y que tengo que tener
lista la comedia en quince días. La
obligación de escribir nunca la he tenido. Siempre me he ganado la vida de otra
manera. No sé si lamentarlo.
Jueves, 19 de marzo
EL CRIMEN DEL HOTEL RUSSELL
Como tenemos nostalgia de determinados lugares, también de
cierta lecturas. Pero estamos condenados, al volver a unos y a otras, a no
encontrar ni remotamente la felicidad de entonces. En las noches sin sueño,
recuerdo los asesinatos en el cuarto cerrado, los cadáveres en la biblioteca,
todos los sospechosos reunidos en la gran mansión victoriana y al detective
resolviendo el enigma tan limpia y elegantemente como si se tratara de una
compleja ecuación matemática.
Se reeditan
ahora las novelas de Edmund Crispin, a quien no leí en su momento, y del que
solo sé que estudió en Oxford ("allí todos éramos rematadamente
listos", parece que dijo) y que fue amigo de Philip Larkin. Abro al azar El misterio de la mosca dorada y me las
prometo muy felices. El protagonista es Gervase Fen, un profesor de literatura:
"Como te digo siempre, Dick, el arte detectivesco y la crítica literaria
son la misma cosa". La acción transcurre en Oxford, en un college y en un teatro, durante los años
de la Segunda Guerra Mundial.
Me las prometo
muy felices, ya digo: un cruce de Borges y Oscar Wilde con una gotas de Auguste
Dupin. El primer capitulo presenta a los personajes en un tren. Buen comienzo.
Pero muy pronto deja de interesarnos el artificioso misterio con su inspector
caricaturesco, sus personajes de cartón piedra, su gratuita pedantería. Ya lo
decía Borges: trescientas páginas para resolver un acertijo son demasiadas
páginas. Yo aguanto hasta la doscientas preguntándome si, de haberla leído en
su momento, me habría entusiasmado como lo hicieron otras novelas aún más
rebuscadamente simplistas.
Dejo el libro a
un lado y, mientras el sueño llega, hago lo que suelo hacer en estos casos:
escribo yo la novela que me gustaría leer. La sitúo en un hotel de Russell
Square que siempre me ha fascinado con su amenazador aspecto de mansión
victoriana. En la cercana universidad, se celebra un congreso con motivo del
centenario de la segunda parte del Quijote.
Buena parte de los congresistas, se alojan en el Russell Hotel. Yo también,
aunque no participo en el congreso; estoy en Londres por otros motivos. Conozco
a alguno de los participantes, como al profesor Martínez Mata, y suelo
coincidir con ellos en el desayuno. La solemne sesión de clausura, como no
podía ser de otra manera, corría a cargo del máximo cervantista, el profesor
Francisco Rico. Pero ese día no baja a desayunar. A las diez tiene que comenzar
su conferencia. A las diez y cuarto no ha aparecido. Lo encuentran, una hora
después, muerto en su habitación, con un disparo en la sien y un pequeño
revólver, casi de juguete, cerca del charco de sangre. Las apariencias son de
suicidio y eso piensa la policía, pero sus colegas no acaban de creérselo. La
muerte ocurrió hacia las doce de la noche. Cuando se leen los papeles del
profesor Rico, un conocido hispanista británico se convierte de inmediato en
sospechoso: la conferencia que tenía preparada era un hiriente análisis de su
reciente edición del Quijote; el profesor
Rico, en lo que parecía más un acto de sadismo que de cortesía, le había
enviado anticipadamente por correo electrónico el texto de la conferencia al
catedrático. Pero luego, como en las buenas novelas de Agatha Christie, se
descubría que casi todos los participantes tenían algún buen motivo para odiar
al afamado profesor, incluso los que se consideraban sus discípulos, y
especialmente estos. Yo me reservé el papel de narrador, una especie de doctor
Watson que cuenta lo que ve y lo que le cuentan sin entenderlo del todo. Para
el papel de detective pensé en un primer momento en Pérez-Reverte, pero al
final me decidí por uno de mis monstruos favoritos (lo de monstruo lo digo en
el mejor sentido de la palabra): Juan Manuel de Prada, orondo como Chesterton y
tan dado a las sutilezas teológicas como el padre Brown. Las indagaciones de la
policía estaban estancadas, y en la novela no se habla mucho de ellas, lo que
al narrador le interesa son las pesquisas del autor de Las máscaras de héroe. El capítulo final, como no podía ser de otra
manera, reunía a todos los sospechosos en el bar del hotel, que tiene el
literario nombre de Tempus y un reloj
de arena como símbolo; allí asistimos pasmados a la resolución del enigma... No
revelo el nombre del asesino, y no porque quiera guardar el misterio para el
día en que me decida a escribir esa novela (sé que no lo haré), sino porque me
quedé dormido, satisfecho y feliz, un momento antes de que Juan Manuel de Prada
pronunciara su nombre. Sí puedo recordar que no era un asesino, sino una
asesina, y que las razones del crimen tenían que ver con unas cartas de Santa
Teresa y un discutido pasaje del
Lazarillo de Tormes.
Viernes, 20 de marzo
ELOGIO DE LA DISCUSIÓN
¡Cuántas me veces se
me ha reprochado mi afición a llevar la contraria! Basta que alguien diga A
para que yo diga B. Pero a menudo no quiero sustituir una afirmación por otra,
sino complementarla; la realidad no se rige por la lógica aristotélica: dos
cosas pueden parecer opuestas y ser igualmente verdaderas.
Me alegra encontrar apoyo en Eugenio
d’Ors: “De la discusión nace el pensamiento. Cuando se piensa, se piensa contra
algo, y sin ese ‘contra’, sin ese esfuerzo, el pensamiento no existiría. Quien
nos contradice es nuestro mejor colaborador. No hay ciencia sin polémica. No
hay verdad sin verdades enfrentadas”.
Pero actualmente una novela detectivesca y de intriga, a poco que aspire a estar presente en la Feria del Libro y en las listas de best sellers de los suplementos culturales, no puede nunca omitir la presencia de Leonardo Da Vinci. Sin eso, no hay trama que valga la pena. Además, Leonardo tiene que ir en el título: "El nuevo código Da Vinci", "El increíble misterio Da Vinci", "La segunda resurrección de Da Vinci", "La sopa de Da Vinci"... ¡A lo que hemos llegado!
ResponderEliminarY la sábana santa. No se olviden de intrigas y culebrones en torno a. Sábana santa que viene, sábana santa que va.
ResponderEliminarHe oído que la cofradía de la Expiación, de Tembleque, ha decidido que esta Semana Santa se decoren los capirotes morados de los cofrades con un círculo blanco, unos centímetros por encima de las ranuras oculares.
ResponderEliminarTambién ha llegado hasta mis antenas el rumor (pero, francamente, no acabo de creérmelo) de que en los municipios sevillanos de Dos Hermanas, El Coronil, Brenes y Carrión de los Céspedes se han producido aglomeraciones de vecinos indignados que aporreaban las puertas (cerradas) de los que fueron colegios electorales el pasado domingo, a la vez que proferían gritos tales que "¡Nozán estafao! "Que nor devuervan er voto"!
Al parecer sentó muy mal por esos pagos que el PSOE y el PP se hayan reunido hoy para evitar que mañana se repruebe -por iniciativa de IU- a Aznar por sus negocios en Libia.
Y luego hay gente que dice que en Andalucía la gente no se entera de na de na.
Creo que la reprobación es para los miembros del gobierno. Los negocios sucios, si hay pruebas, o indicios, se denuncian en los juzgados (véase Pujol).
EliminarJLGM.
Tienes razón, Kurtz, me corrige un amigo que viene de Espartinas: la escandalera fue porque se enteraron de que Felipe va a defender como abogado al alcalde golpista de Caracas.
EliminarLo siento.
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarComentario eliminado por error. Se ruega restituir.
EliminarJLGM
Seamos seamos sinceros: ¿quién no ha deseado alguna vez matar a Francisco Rico?", El hombre que no responde a las preguntas que le formulan en una presentación del Lazarillo, que decía en una revistas salmantina universitaria que no se había dedicado a la literatura porque veía los trucos, dando a entender que era demasiado fácil, a quien Claudio Guillén presentó en un congreso con las siguientes palabras:"Señoresy señoras, con ustedes Francisco Rico; el mismo a quien le permiten fumar en paraninfos universitarios donde nadie más puede hacerlo, el hombre que masacró una edición cervantina nada menos que en El País sólo porque aparición antes que la suya... A su lado, otros dos profesores citados, Insuela y Martínez Mata, un tanto aburridos como docentes, pero buenas personas en las distancias cortas, resultan entrañables.
ResponderEliminarPues si, por fin, te decides a escribir esa novela de misterio, aquí tienes a una lectora porque me seduce mucho lo que planteas y que la sitúes en Russell Square, donde también me alojé en un viaje a Londres, porque tiene ese aire señorial y misterioso de las novelas negras. Seguro que no decepcionas, querido José Luis. Besos
ResponderEliminarNo me veo yo escribiendo novelas, amiga Susana. Pero fantasearlas me gusta mucho.
EliminarJLGM