sábado, 23 de marzo de 2013

Nada personal: Contando batallitas


Sábado, 16 de marzo
EN EL ESCENARIO

Me gustan los regalos del azar (y a veces el azar se llama Catarina).  A las seis paseaba yo por Avilés, olvidado de que hoy (no había conseguido entrada, se agotaron hace meses) cantaba Cecilia Bartoli en Oviedo. A las ocho, estoy en el escenario del Auditorio junto a la puerta de salida de músicos y cantantes. Cecilia apareció de pronto tocando la pandereta y su primera sonrisa fue para mí. También la última al final de la actuación (y hubo otras entremedias, cada vez que hacía una salida de escena). “¿Bene, bene?”, preguntó alguna vez. Y yo: “¡Molto bene! ¡Molto bene!”. Antes del último bis, tras los inacabables aplausos, asomó la cabeza y me dijo: “¿Otro?”. Y yo: “¡Otro, otro!”
            Claro que luego, a la hora de firmar su disco, a quien reconoció fue a mi amigo Javier Almuzara, y fue ella quien le pidió fotografiarse juntos. A mí, lo primero que veía al salir al escenario, parece que me había mirado sin verme.
            Mientras escuchaba las arias de Agostino Steffani pensaba en aquel misterioso personaje, que tuvo una vida de novela (Donna Leon la malnoveló en Las joyas de la corona) y que habría quedado para siempre convertido en una nota a pie de página de la historia de la música si la curiosidad de Cecilia Bartoli, su afán de no limitarse a lo consabido (que es precisamente lo que más aplauden sus admiradores), no la hubiera llevado a acercarse a las muertas partituras y repetirles las palabras evangélicas: “Levántate y canta”. Y de qué prodigiosa manera lo hicieron: “Amami, e vederai / ch’Amor non ha più stral, / vibrolli tutti al seno mio per te”.
            Pensaba en el misterioso compositor, mientras me dejaba acariciar por la música, y admiraba los prodigiosos juegos de manos, lo tenía muy cerca, de Michael Metzler, el esbelto percusionista. Con qué minuciosa delicadeza cogía y dejaba crótalos, tintineantes campanillas, exóticas castañuelas o se llevaba las manos a la boca, con gesto pastoril, para fingir el rumor del viento.
            Me gustan los regalos del azar. El de haber compartido escenario con Cecilia Bartoli no es el menor de ellos.


Domingo, 17 de marzo
RECUERDOS OLVIDADOS
               
Cuando uno llega a cierta edad, su cabeza se convierte en una casa vieja en la que se han ido amontonando trastos y papeles, algunos vagamente recordados, pero que no sabemos dónde están, y otros sepultados para siempre en el olvido. Los libros perdidos aparecen a veces cuando, al pasar, empujo sin querer un inestable montón que súbitamente se viene al suelo. Las cosas que uno ni recuerda ni quiere recordar asoman a veces en sueños o al azar de un imprevisto encuentro.
            En 1965 tenía yo quince años, vivía en un barrio obrero de Avilés cercano al cementerio de la Carriona y estaba obsesionado con la ufología y la parapsicología. Con un amigo de mi edad, que tenía una grabadora, decidimos saltar una noche el muro del cementerio y dedicarnos a grabar psicofonías. La primera noche no obtuvimos ningún resultado, quizá porque nos asustamos bastante al ver lo que nos parecieron unas luces moviéndose entre los panteones y escapamos, nunca mejor dicho, como alma que lleva el diablo. Pero nos atrevimos –yo era entonces muy atrevido, no como ahora– a intentarlo una segunda vez. Y entonces…
            Ha reaparecido, entre los cachivaches del trastero, la cinta que grabamos. La creía perdida. Para poder volver a escucharla tendría que llevarla a un local especializado a que la convirtieran en una grabación digital. No sé si me atreveré a hacerlo. Debería. Para comprobar que es verdad lo que había olvidado y ahora he vuelto a recordar.
La segunda noche en el cementerio no pareció pasar nada especial. Era una hermosa noche de verano, muy luminosa y cálida. Los historiados panteones, con sus columnas, sus ángeles y sus alegorías, parecían el escenario de alguna película. Pero no de terror. No teníamos miedo, nos encontrábamos tranquilos, nos habríamos quedado más tiempo si no fuera no queríamos que nos echaran en falta y se preocuparan en casa.


La grabadora, bastante aparatosa, estaba en marcha. Tardamos unos días en escucharla. Pensábamos que solo habría grabado el silencio y el canto espaciado de algún ave nocturna.
Y así fue los primeros minutos. Pero cuando ya íbamos a apagarla, aburridos, oímos la primera voz. Una voz que se quejaba. El lamento solitario se convirtió de pronto en un quejumbroso coro. “Son los condenados del infierno”, dijo mi amigo.  “Quizá son las proyecciones de nuestro subconsciente”, repliqué yo, que ya había leído a Freud en los tomos de su obra completa que había en la biblioteca pública
De pronto, un alarido que alarmó incluso a los vecinos (bajaron a ver qué pasaba) y luego el silencio, interrumpido solo por el crepitar de la cinta al irse desenrollando. “Tenemos que llevarla a la policía”, dijo mi amigo. Y yo: “Se reirán de nosotros”. “Podemos mandarla por correo”.
Estuvimos de acuerdo, y yo estaba a punto de hacerlo, pero ese mismo día en que tenía el paquete listo para ir a Correos, me enteré de que habían encontrado un cadáver cerca de las tapias del cementerio. Llevaba varias semanas muerto y no presentaba aparentemente ninguna herida, aunque tenía en la cara un gesto de terror. “Como en las malas películas”, pienso ahora. Mi amigo y yo nos asustamos mucho, por lo que podía habernos pasado y por lo que podía pasarnos si alguien nos relacionaba con el crimen. Decidimos destruir la cinta, no pensar más en el asunto. Y tan poco pensé en el asunto que, cuando mi amigo José Luis Piquero nos contó en Óliver sus peripecias en el cementerio de El Salvador en busca de psicofonías, me reí de él y ni me acordé de que yo había pasado por una chifladura semejante. La verdad es que olvidé muchas otras cosas de aquellos años. Recuerdo más los libros que leí entonces que mi vida por aquellas fechas. Escribía mucho y la historia del cementerio se fue mezclando con mis fantasías de entonces. El amigo con el que salté las tapias estudió derecho y ahora es fiscal. Me lo acabó de encontrar y hablamos del rey y de Bárcenas, no de la cinta. Pero al volver a casa apareció sin buscarla.
¿Seguirá conservándose en ella aquel grito que aterró mi adolescencia? Mañana, cuando pase por las Salesas, la llevo a Fotoprix para ver si pueden convertirla en un archivo digital y así salgo de dudas.


Martes, 19 de marzo
SECRETO


Sonrío al recibir, por primera vez, un regalo en el día del padre. Siempre creí que no tenía hijos. Pero ahora sé que sí.
No cuento más. Algunas cosas es mejor que sigan siendo secretas. Y yo, aunque no lo parezca, soy muy bueno a la hora de guardar secretos.


Miércoles, 20 de marzo
CONTANDO BATALLITAS

Hace más de cuarenta años que di mi primera clase. Fue un veinte de marzo de 1972. Y desde entonces, día tras día, hasta hoy. Creo recordar que en esas más de cuatro décadas no he tenido ni una baja. Y no porque no haya estado nunca enfermo, sino porque, como soy tan ordenado, procuraba que gripes y afonías coincidieran siempre con vacaciones o puentes largos. Y los días siguen teniendo veinticuatro horas.
Como para celebrar este aniversario, luce un espléndido día de primavera y yo tengo que dar más clases que nunca, mañana y tarde, en el Milán y en la antigua Escuela de Magisterio, en uno y otro extremo de la ciudad.
En el Milán acabo a las doce y a las doce empiezo la clase siguiente en el otro extremo de la ciudad. Hoy he logrado ir de un sitio a otro, y cuesta arriba, en solo veinte minutos, un récord difícilmente superable (pero yo estoy en buena forma: he tomado la precaución de no fumar ni practicar deporte).
            No es fácil mantener la atención de más de ochenta alumnos durante tres horas seguidas (dos clases de hora y media con un leve intervalo) hablándoles de rimas y de sinalefas y de versos de Antonio Machado.
            No es fácil, pero nada fácil merece la pena. Termino el día agotado, sonriente y feliz. Soy un hombre de suerte.
Durante todas estas horas de clase he resistido a la tentación de contarles a los alumnos que tal día como hoy entraba por primera vez en una escuela (era una escuela unitaria, en Granda, con niños de todas las edades) y que, casi medio siglo después, sigo haciendo el mismo trabajo y no con menos entusiasmo. Todavía no soy tan viejo como para aburrir contando batallitas y colgándome medallas (todo el mundo sabe, por otra parte, que las medallas que uno mismo se cuelga son siempre falsas).


Jueves, 21 de marzo
LO QUE INTERESA SABER

Mi amigo Vicente me manda el enlace de una entrevista con Andrew Morton encabezada por el siguiente titular: “El Rey ha estado con 1500 mujeres a lo largo de su vida”.
No sigo leyendo. “De esas cuentas”, le digo a mi amigo, “lo único que me interesa saber es quién pagó la cuenta. Porque una cosa es irse de picos pardos y engañar a la santa esposa (eso es algo que queda entre ella y él) y otra pasarle los gastos al erario público”.
Yo soy poco respetuoso con mi vida privada, que me gusta pública, pero muy respetuoso con la vida privada de los demás. A mí lo único que me interesa es saber de las andanzas privadas del jefe del Estado es si utilizó o no la Constitución para taparse las vergüenzas. Y si nuestros gobernantes electos conocieron, consintieron, toleraron comportamientos impropios de un caballero o directamente ilegales, si miraron para otro lado.
Lo que interesa saber es si hubo o no un planificado saqueo de las arcas públicas, si se recibieron comisiones por mediar en determinados negocios, si se aceptaron costosos regalos de empresarios que tenían tratos con el Estado español, cosas así. No el número de mujeres con las que DSK, Berlusconi o nuestro valetudinario monarca han estado a lo largo de su vida.


Viernes, 22 de marzo
NI UN DÍA SIN LÍNEA

Al volver de la tertulia, recuerdo que fue también en 1972, al poco de jurar fidelidad a los Principios Fundamentales del Movimiento para que me dieran mi primer trabajo (eso tengo en común con el rey, eso y no haber cambiado desde entonces de trabajo), cuando se publicó mi primer libro de poemas.
            Soy un hombre afortunado, aunque algunos días lo dude. Tantos años después y aún no he escrito una línea por obligación o por dinero. Tampoco quizá ninguna especialmente memorable. Pero aún no he perdido la ilusión de conseguirlo. Por eso soy un hombre afortunado, porque (como dice hoy mi horóscopo) aunque lo pierdas todo, si no pierdes la ilusión, no has perdido nada.


18 comentarios:

  1. La felicidad se trabaja, y no he conocido persona más trabajadora que tú ¡Cuánto envidio, yo que me encuentro uncido al yugo de las obligaciones y responsabilidades, tu aurea mediocritas!
    Un saludo de tu amigo Ángel Alonso

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    1. Pues si de trabajar se trata, amigo Ángel, me parece que tú me das cien vueltas. Ahora que, eso sí, responsabilidades familiares tengo pocas.

      JLGM

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  2. Admirable entrada. Y casi nada pretenciosa. Nadie sabe del futuro; pero, en el presente, es usted un escritor al que de veras vale la pena leer. Y eso es muchísimo. Gracias.

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    1. Me gusta lo de "casi". ¡Enormidad de un casi!, que diría Eugenio d'Ors.

      JLGM

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  3. Pero, además de por trincar, molesta un tanto que administre moralina familiar todos los 24 de Diciembre, ¿no?

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    1. Sí, pero la hipocresía todavía no es delito. Enriquecerse al margen de la ley, está penado con la cárcel y con la inhabilitación para ocupar cargos públicos.

      JLGM

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  4. Estoy casi de acuerdo. No, en serio: la ironía es casi siempre cuestión de equilibrio, de balanza de precisión. Y JLGM demuestra poseerla, y afinada de veras. Leerle es un placer, y una enseñanza (en este orden, por favor).

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  5. ¿Pudiera darse el caso de que ciertos servicios "a la patria" (sí, aquello de que era el mejor embajador a la hora de hacer negocios) tuvieran como objetivo inconfesado el cobro de millonarias comisiones? Entonces tendría explicación la ingente fortuna acumulada (dicen que ronda los dos mil millones), a todas luces desmesurada en razón del sueldo. ¿Será, entonces, un caso Macro-Bárcenas, pero con uniforme militar (malicio que de aquí en adelante lo va a lucir mucho más: que se vea quién es uno...)?
    Hablando de estas cosas (tienen su lado literario y hasta poético, por eso no es inadecuado tratarlas en un blog de esta naturaleza), me empieza a desasosegar el temor de que alguien pueda estar tomando nota de los osados (y desagradecidos, que debiéramos estar agradecidos a quien nos has salvado de caer en el abismo) que tales insidias escriben y que, en el futuro, nos lo puedan demandar. A nosotros no nos traen la leche a domicilio. Si de madrugada sintiese pasos en la escalera, no me iba a caber la duda de que fuese o no el lechero el rezagado o el madrugador. ¿A eso habremos de llegar?

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  6. Espero que no, amigo Rob. Pero son riesgos que hay que correr para que en el futuro no se nos pueda acusar de cómplices.

    JLGM

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  7. ¿ qué es "éso " de la república ?24 de marzo de 2013, 19:17

    Para que España tenga una república democrática de prestigio y calidad participativa, tendría que cambiar muchísimo la faz de la tierra
    por estos pagos: nuestras clases medias son herencia muy conservadora,
    con un desconcierto tremendo también, insolidarias y azotadas por la crisis, especialmente poco patrióticas y sin sentido colectivo de estado para todos y todas, poco educadas en pensar en el bien común, el bien público, avances sociales, etc,
    poco representativas de un sentido de nación verdaderamente progresista: impuestos progresivos, educación y sanidad pública de estado de bienestar efectivo e irrenunciable, valores democráticos participativos no partitocráticos y mitineros sólo, etc. En España, sin patria, sin nación, que nunca tiene que ser patrimonio de la derecha, lo único que hay es desvertebración, anomia, "sálvese quien pueda", buen pasar para minorías ciegas y sin sentido cívico, pobreza de ideas,cinismo y paro increíblemente alto. Nuestras clases trabajadoras, precarizadas y empobrecidas sumamente, aguantan con sueldos tres o cuatro veces más bajos que en Alemania o Holanda, y pasan de votar o no han alcanzado aún la madurez de comprender que la televisión basura, la sociedad de consumo por sí misma y la dejadez nunca podrán liberarlos de su alienación y vuelta atrás a unas condiciones de hace 100 años.
    Si hubiera república en España tendría que ocurrir una evolución totalmente pacífica, fruto del debate, la reflexión, la conciencia
    incruenta, que reclamara, lo siento, algo parecido al 15 M o " los indignados ": sistema política de listas abiertas y no bloqueadas, control de tanta corrupción bancaria y partitocrática, reparto del trabajo o solución al paro injusto, valores sociales de unión, trabajo, atención a los desfavorecidos, cultura no como mercancía de lujo, pluralismo, igualdad,y prestigio de las instituciones que nos hemos dado todos y todas: cambios profundos en paz. La república está muy lejos,por no decir que es un espejismo distante y atemorizante, por ignorancia y falta total de ciudadanía detrás, si no hay
    transformaciones de valores sociales, más debate, más movilizaciones y menos tonterías.

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  8. Pues no, señor, nada de eso. Una república no es la utopía ni el reino de Dios en la tierra. Es simplemente un sistema político en el que todos los cargos políticos, incluido el de jefe de Estado, son elegidos por los ciudadanos, directamente como en Portugal y en Francia o por medio de los votos de los diputados, como en Italia. Eso es todo. Y puede ser de derechas, de izquierdas o de centro, según el país y las mayorías de cada momento. Y hacerlo bien o mal. Pero a un presidente se le elige cada cierto número de años y luego se le manda a casa y se le juzga si ha cometido algún delito (no está por encima de la ley), y no puede cederle el cargo a su hijo. Eso es todo. Lo otro son pueriles ensoñaciones.

    JLGM

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  9. Han pasado más de treinta años desde que hemos comenzado a vivir dentro de un espejismo. Ahora, nos damos cuenta de que hemos sufrido una gran estafa. Y hemos perdido un tiempo precioso. Porque somos peores que al comienzo del engaño. Somos una sociedad en ruinas, desmembrada, ignorante, insolidaria, sin referentes éticos, con valores pervertidos, sumisa ante el poder...
    Tres décadas perdidas para la tarea de hacer ciudadanía. Peor que al comienzo, porque éramos entonces más humildes y, desde luego, menos ignorantes.
    Me gustaría que hubiese un pensador que me confortase y que me convenciera de que no fue únicamente un pérdida de tiempo lamentable.
    Y ahora, ¿qué?

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  10. No, no estamos peor que hace treinta o cuarenta años. Al menos, si hago caso a mi memoria (que no gusta de mitificar el pasado, según es habitual) y a las hemerotecas. El presente siempre es complicado. Pero de peores hemos salido.

    JLGM

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  11. Sí, pero nos falta la esperanza, querido Martín, nos han robado la esperanza. Y en aquellos años iniciales, pese a las carencias de todo orden, creíamos firmemente que existían partidos progresistas que, si accedían al poder (?), nos iban a situar en una sociedad, si no rica, por lo menos digna y democrática. Se nos ha estafado largo tiempo, y los partidos de esa "izquierda" que resultó impostora contribuyeron en gran medida a hundirnos más y más en la basura ideológica. Ahora toca el crugir de dientes.
    Hoy nos desayunamos leyendo en "Público" con la noticia de que el PSOE, durante sus gobiernos, era conocedor y alcahuete de las fechorías del Borbón... Un baldón más que echar sobre las espaldas de algunos impresentables, que aún se aferran a la poltrona de los pingües beneficios.
    Dirás lo que quieras, Martín, pero nunca antes se ha visto un desprecio más patente por la clase política; nunca antes se ha visto que no haya quedado libre de sospecha NINGÚN estamento del Estado. Si tú dices que hemos estado aún peor que al inicio de aquella gran esperanza que dieron en llamar la Transición...

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  12. ¿Nos falta la esperanza? A mí, no. Ni la ilusión. ¿Quién me iba a decir hace algunos años que la República era una posibilidad, no un sueño?
    Fallan los hombres, no las ideas. Los que fueron cómplices que se vayan con el Rey, pero las ideas de la izquierda siguen siendo válidas. Aparecerán nombres nuevos para encarnarlas. Yo confío es ello.
    Recuerda lo que escribió Machado: "El hoy es malo, pero el mañana es mío". O más modestamente: depende de mí.
    O sea que, para decirlo con versos de Rubén Darío: "La noche anuncia el día. Aún guarda la esperanza la caja de Pandora".

    JLGM

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  13. Va a resultar, buen Martín, que no es cierto que se pueda ser poeta sin poseer un adarme de ingenua bonhomía. Tú has sostenido alguna vez que se puede ser un prosaico y pragmático cuerpoatierra y, no obstante ello, hacer buena poesía. Al final te puede la condición de poeta y proyectas el pensamiento hacia un futuro idealizado... Cosa de poetas, que no entienden de política.
    Fallan los hombre, no las ideas..., como si estas no fueran un destilado del pérfido cacumen de la especie. Y qué decir de las bondades de los oficiantes de semejantes liturgias...Y lo de un eventual (se ve que tu lo crees próximo) advenimiento de la República, decirte que sí estimo que iba a ser cosa positiva, pero más que por sus virtualidades salutíferas, por el hecho de haber podido imponerla, venciendo las poderosísimas fuerzas de la reacción, que están casi todas de parte del monarca (y demás familia).
    Me parece de perlas que argumentes apoyándote en citas de grandes poetas. Pero en el caso del pobre Machado, cuando compuso estos versos que citas, estaba él muy lejos de saber la desgraciada peripecia que le restaba por vivir. Pobre Antonio Machado.
    Y Rubén, vaya usted a saber en qué estaba pensando cuando compuso aquellos cantos de vida y esperanza... Era muy suyo.
    Lo definitivo es cuando apelas a la irrupción de los hombres nuevos para los que se han de abrir las amplias alamedas.
    Si un hombre tan escéptico como Martín cree en la esperanza de los díazalegría por venir, ¿por qué no he de hacerlo yo, que siempre fui un idealista de libro?
    Norabuena, buen vate, me conforta haberte leído lo anterior.

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  14. Yo soy de los que siguen el dicho clásico: Espera lo mejor y para lo peor prepárate.
    Es posible un optimismo no ingenuo.

    JLGM

    Lo cierto es que lo que haya de ser depende en buena parte de nosotros.

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  15. Creeme: no hay ni pizca de ironía en lo que he dicho.
    Sursum corda.

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