sábado, 20 de octubre de 2012

Nada personal: La nostalgia es un error


Sábado, 13 de octubre
ENCUENTRO

No me gusta la soledad porque en ella cualquier cosa es posible. Pasar mucho tiempo solo le hace a uno vivir en un mundo que se rige con leyes distintas, como las de los sueños. Después de un día sin hablar con nadie, pero cumpliendo meticulosamente todos mis rituales de los sábados, volvía a casa desde el centro comercial, ya cerca de las diez de la noche, con la bolsa con la compra en la mano, cuando en el parque apareció junto a mí súbitamente un desconocido. Me asusté porque era como si hubiera estado escondido a mi espera, pero en ese parque, tras la iglesia de San Julián de los Prados, apenas hay árboles ni lugares donde esconderse. Era más joven que yo, tendría unos cincuenta años y me miraba fijamente sin decirme nada. Aceleré el paso. “Un momento, por favor, le estaba esperando”. Pensé que sería algún lector. No soy precisamente un escritor popular, pero la constancia también tiene su mérito, y a veces se me acerca alguien para elogiarme, para discrepar o para decirme que también escribe y que si podría facilitarle una dirección para enviarme sus versos o, todavía peor, su novela inédita. Pero se trataba de alguien más descarado de lo habitual. “¿Puedo acompañarle a casa? Tengo algo que contarle”. “¿A casa?”. Yo había acelerado el paso y ya estábamos casi al comienzo de la calle Murillo, donde han inaugurado un nuevo bar. “Si quiere podemos entrar ahí un momento”, le dije señalando los iluminados ventanales. “Prefiero en su casa, si no le importa”. Como había gente en la terraza del local, me detuve y recuperé mi valentía. “Pues lo siento, pero en mi casa solo entra quien yo invito y a usted no le conozco de nada”. “¿De verdad no me conoces?”, y por primera vez en su cara, hasta entonces muy seria, apareció una sonrisa que vagamente me resultaba familiar. Muy vagamente. “Lo siento, no le reconozco y le recuerdo que ni siquiera me ha dicho su nombre”. Sin responder se puso a caminar calle adelante hacia mi casa. Yo iba detrás sin saber qué hacer ni qué decir. Se detuvo ante el portal y luego llamó al telefonillo. Yo me había quedado atrás, algo asustado. Para mi sorpresa le abrieron. “Pues algún vecino debe conocerle”, me dije. Recordé su obsesión porque no se abriera la puerta a desconocidos. Les preocupaban especialmente con los repartidores de publicidad. “Alguien les abre, a pesar de todas las advertencias”, se quejan en las reuniones de la comunidad. Esperé un rato en la calle. Pensé en llamar a algún amigo, pero luego me pareció absurdo. Me decidí por fin a entrar, temiendo encontrarme en el portal al desconocido. Pero no había nadie. Respiré aliviado. Abrí la puerta de casa, encendí la luz, fui hasta la cocina a dejar las pocas cosas que había comprado –frutas, leche, pasta, unos yogures– y entonces, mientras las estaba colocando en el frigorífico, tuve un presentimiento. Fui hasta el salón y allí estaba el desconocido, sentado tranquilamente en el sillón, con un libro en las manos. “¿Cómo has entrado?”, “Pues con las llaves que me diste tú, ¿ya no te acuerdas? No te las devolví”.
            Tengo bastante buena memoria: olvido todo lo que no me interesa recordar. “Supongo que habrás venido a devolvérmelas”, dije. “Sí, y a algo más”. Ahora es cuando debería sentir más miedo, pero estaba muy tranquilo. “Veo que tu casa sigue siendo una leonera”. “Hace tiempo que no sé de ti, pensé que te habías muerto”. “¿Y cómo sabes que no estoy muerto? Te leo algunos domingos en el periódico, y si hay que hacerte caso, no sería la primera vez”.
            No estaba yo muy orgulloso de aquella vieja historia, por eso la había olvidado por completo. “¿Quieres cenar algo?”, dije. “Si no te molesta, pero cocinaré yo; nunca lo has hecho muy bien”. Cené solo, sin embargo. Tras prepararme la cena, se despidió. “Espero que la próxima vez no tardes tanto en reconocerme”, dijo. Mientras cenaba recordé unos versos de Gastón Baquero que me gusta repetir: “Parece que estoy solo / pero llevo conmigo un mundo de fantasmas”.


Domingo, 14 de octubre
EL VÉRTIGO DEL TIEMPO

En la feria del libro viejo, que cierra hoy, encuentro un libro de entrevistas, Los amantes de la fama, que firma Antonio Cases y se publicó en 1922. Lo hojeo y lo primero que me encuentro es con el general Milán del Bosch, al que acaban de cesar como capitán general de Cataluña después de que tratara de arreglar el problema obrero a tiro limpio y patadas a la Constitución. “El general está alegre, risueño, casi jovial”, escribe el periodista. “Aun saluda marcial e irónicamente a un nietecito suyo, un lindo muñeco, sonrosado y tiecesito, que lleva orgulloso un refulgente y albo uniforme de Caballero de Santiago. La blanca y sedosa capa cubre por completo al chiquillo de bucles de oro, que se cree en la precisión de mirar fijamente, como miran los guerreros. Al lado del chiquitín, una bella dama que parece arrancada de un cuadro del tiempo de Luis XV”.
            Siento de pronto el vértigo del tiempo, la emoción de la historia. Ese “lindo muñeco sonrosado”, “ese chiquillo de bucles de oro” es el Milán del Bosch que en 1981 sacaría los tanques a la calle y nos metería a todos el miedo en el cuerpo.


Lunes, 15 de octubre
INFERIOR

“A ti lo que te pasa es que te crees superior a todo el mundo”, me dice para finalizar la discusión cuando ya no le quedan argumentos con que rebatirme.
            “A mí lo que me pasa es que me sé inferior a mí mismo”, pienso yo. Pero no digo nada. Me limito a sonreír. Y mi amigo, escritor que se las da de historiador con bastante provecho publicitario y crematístico, interpreta esa sonrisa como “a todo el mundo no, pero a ti sí”. Y obviamente no le hace ninguna gracia.


Martes, 16 de octubre
EL CINE EN EL CINE

Leo la noticia del posible cierre de los cines Yelmo, a los que voy todos los fines de semana. “La culpa la tiene la subida del IVA”, me dice un amigo. Y yo: “La culpa la tienen el 15 M y los cinéfilos”. “¡Tú estás loco! ¿A qué viene eso?”. “Bueno, con lo del 15 M quizá me pase un poco, pero es que una amiga, muy lideresa de los indignados, me dijo que ella no tenía ninguna mala conciencia por piratear los estrenos en Internet porque así fastidiaba a la Warner Bros. y a otras multinacionales que nos colonizan. Supongo que no todos serán tan descerebrados, pero hay bastantes. Otra intelectual de la protesta me dijo que no iba al cine porque estaban en un centro comercial y ella detesta el consumismo. Y en cuanto a los cinéfilos tengo un amigo que hace crítica de cine y jamás pisa una sala de cine; incluso los estrenos, los ve en malas copias de Internet. ¿Cómo no van a cerrar las salas? Otro exquisito no las pisa nunca porque le molestan los que comen palomitas”.
            Recuerdo que, cuando cerraron los últimos cines de Segovia, hubo muchos lamentos, artículos en la prensa, incluso creo que manifestaciones. Entrevistaron al empresario y dijo: “Mire usted, si todos esos que se quejan de que yo cierre el local y una ciudad como Segovia se quede sin cines hubieran ido al cine, no ya una vez a la semana, sino una vez al mes, yo no habría tenido que cerrar”.


Miércoles, 17 de octubre
QUINCALLERÍA

Cómo defrauda, tras un primer capítulo prometedor, la nueva novela de Donna Leon, Las joyas del paraíso. Casi tanto como cualquiera de las últimas películas de Woody Allen. Los materiales, Venecia y la música barroca, están muy bien, pero la trama inverosímil, los capítulos de relleno, la profesionalidad sin gracia nos hacen ver que se trata de uno de esos encargos que deben rechazarse de inmediato. Pero a ver quién se resiste a las argucias de un astuto comerciante si se llama Cecilia y se apellida Bartoli. Esperemos que ella defraude menos con las arias de Agostino Steffani. En cualquier caso, venderán mucho las dos, que es de lo que se trata.


Jueves, 18 de octubre
DESINFORMADAS PLAÑIDERAS

Leía ayer un divertido artículo de un profesor contra sus alumnos, especie de zombis que no se interesa por nada. Hojeo hoy un mamotreto de Steven Pinker que rebate a los apocalípticos. Siempre he pensado que muchos de los llamados intelectuales  –escritores en la mayor parte de los casos–  tienen una cierta dificultad para el razonamiento lógico. Steven Pinker demuestra que, a pesar de toda la violencia que llena cada día los periódicos, nuestra época es menos violenta que cualquier otra. Y no menos culta, admirado Vargas Llosa, sino todo lo contrario. ¿Qué error cometen las plañideras del vivimos en el peor de los mundos posibles? Pues que comparan la situación actual, esos alumnos de bachillerato que no han leído el Quijote, con la situación ideal, no con la de hace cincuenta, cien o doscientos años. Steven Pinker no utiliza idealizadoras nostalgias, fantasías de senectud, sino estadísticas lo más fiable posibles. Y demuestra así que nacer en el sangriento siglo XX resulta más seguro que hacerlo en el XIX, o incluso en el empelucado siglo de las luces.
Los profesores comparan la minoría lectora de ayer con la mayoría no lectora de hoy. Que comparen minoría con minoría y veríamos qué época sale ganando. Recuerdo a un compañero de estudios, allá por los años setenta, que se vanagloriaba, en quinto de licenciatura, de haber aprobado sin necesidad de leer ninguna de las novelas del XIX que eran lectura obligatoria; le bastaron los resúmenes que circulaban por clase. Pasaron los años y cuando me lo volví a encontrar era profesor en no recuerdo qué Instituto. En seguida empezó a quejarse: “Esto de la educación es un desastre, todo va cada vez peor. Los alumnos de ahora no son como los de antes. No se interesan por nada. Te ves y te las deseas para conseguir que lean un libro”.


Viernes, 19 de octubre
EL REY Y LAS FOCAS

No, no estamos cada vez peor. Basta leer el libro de Antonio Cases, publicado en pleno siglo XX, para comprobarlo. Comienza entrevistando al rey exiliado del Camerún, y el racismo de cada línea llega a resultar inverosímil: “A estos negrazos suele ponerlos también de moda, una moda sangrienta y muy femenina, las histéricas matanzas de que son víctimas allá en los Estados del Norte de América, en donde los corren ululantes y maltrechos y los hacen brincar como osos en poder de los gitanos, hasta machacarlos y hasta conseguir que la piel, de un negro aceitoso, quede pintada con el bermellón de la sangre, que es entonces más roja porque humea”.
Los linchamientos entonces habituales en la democrática y civilizada Norteamérica –no desaparecerían hasta los años sesenta–  le despiertan menos compasión que producen hoy las peleas de gallos. “Y el rey de los pamúes me extiende su mano plana y fría, como deben ser sin duda las manos de las focas”, concluye el culto y civilizado periodista.

11 comentarios:

  1. En referencia a la foto de cabecera de un García Martín nimbado y aspado de Gloria: Y Dios se hizo poeta y crítico literario.

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  2. Los muchos comentarios que había originado esta entrada (que recuerde, más de 30) parecen haberse desvanecido, supongo que por oscuras razones técnicas. En todo caso, y retomando el tenor de algunos de ellos, el problema aquí a mi entender, cuando se discuten temas políticos (y a veces no políticos), no son las muy respetables opiniones del titular del blog, sino su algo incómoda tendencia a considerar que quien disiente no es alguien que, legítimamente, piensa (aunque sea equivocándose) de otro modo, sino un pobre ignorante al que hay que corregir, por medio de la ironía o por algún otro medio. Un poco de duda sobre las propias convicciones, que como las de todo el mundo bien pueden cambiar con el tiempo, y otro poco de respeto a las ajenas, que si son sinceras sin duda lo merecen, son cosas que yo echo en falta a veces por aquí. Incluso aunque uno tenga razón -y es sano no estar del todo seguro-, dicha razón se puede apuntar con discreta elegancia o manejar como un martillo. Este segundo no sólo no es el mejor modo de tenerla, sino que quita buena parte de su valor, y casi toda su capacidad de convicción, a los argumentos así presentados. Un poquito de por favor, como decía el otro, es, a mi entender, cosa de lo más recomendable.

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  3. Lo cierto es que JLGM sabe de sobra que muchas veces no tiene razón, pero simula una superioridad de criterio que él mismo está lejos de creer y huye hacia adelante desplegando lo que él cree altas dotes para la dialéctica, pensando (más bien queriendo pensar, digo yo) que las posee en tan alto grado como para defender descarados sofismas, sin que el agredido sea capaz de desmontárselos, dada la inferioridad intelectual del paciente (desde luego que ha de serlo) interlocutor.
    Pero estoy seguro de que ni eso: en su fuero interno sabe que lo suyo son fuegos de artificio que no deslumbran a nadie, por la modestia del color y la escasa altura del despliegue.
    Narciso se amaba a sí mismo, pero tenía motivos fundados; JLGM finge que se adora, pero sabe de su mediocridad (que no es poca cosa ser mediocre, pese a lo devaluado del concepto).
    Casi siempre detrás de alguien que se jacta de sus cualidades (contando con que el respetable entienda que es una boutade que sólo cuadra a los seres superiores que, por serlo, merecen indulgencia por semejante petulancia), casi todos, digo, los que así proceden, no hacen sino informar de sus inseguridades íntimas y de su autoestima en horas bajas. Que uno engañará a la plebe pero no a sí mismo.

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  4. Y algunos, como es mi caso, no engañan ni a la plebe ni a si mismos.

    JLGM

    Por cierto, es raro que se borraran los anteriores comentarios. ¿Habrá censura en el ciberespacio.

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  5. ESTIMADOS USUARIOS:
    LA DESAPARICIÓN DE LA INTERESANTE RELACIÓN DE COMENTARIOS SUSCITADOS POR ESTA ENTRADA DEL BLOG SE DEBE, ÚNICAMENTE, A UN ERROR DE LA PERSONA ENCARGADA DE LA GESTIÓN TÉCNICA DE ESTA BITÁCORA (ES DECIR, YO MISMO, AUNQUE MI IDENTIDAD POCO IMPORTA AQUÍ).
    EL SEÑOR JOSÉ LUIS GARCÍA MARTÍN NADA HA TENIDO QUE VER, PUES, EN TAN ACCIDENTAL COMO FASTIDIOSO BORRADO. ÉL SE LIMITA A CONTESTARLES A TODOS USTEDES ENCANTADO DE HACERLO.
    EN SU NOMBRE Y EN EL MÍO PROPIO LES PIDO DISCULPAS A TODOS.
    ATENTAMENTE,
    KURTZ

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  6. José Luis García Martín tiene defectos como todo el mundo, pero tiene además -aparte de las evidentes virtudes que verán todos aquellos que tengan ojos limpios- la virtud de desarrollar sus defectos, haciendo efectivo el consejo del tan a menudo genial poeta Vicente Huidobro: "Desarrolla tus defectos, que son acaso lo más interesante de tu persona".
    Esto lo escribe un amigo suyo, por supuesto. Pero la observación ya la tenía hecha antes de haberlo conocido.

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  7. No quisiera que pensase nadie, a causa de mi silencio, que suscribo lo que acerca de JLGM dice Marcos. Reprocho a JLGM las formas que utiliza a veces, pero sólo eso. Respecto a la afirmación de que "es mediocre", mi disentimiento más radical. Para mí, como para mucha gente, es un maestro, en lo vital y en lo literario, y de una talla ciertamente excepcional. Siempre es un privilegio leerle; algo que, por cierto, Marcos podría ahorrarse, si tan poco le gusta. Y lo es aunque, como a mí me ocurre, no siempre esté de acuerdo con él. (Por otra parte, sospecho que el propio JLGM tampoco está siempre de acuerdo consigo mismo, y que su gusto, acaso algo excesivo, por la contradicción, le lleva a veces a afirmaciones que quizá no haría sin ese estímulo). Pero que quede claro, y termino: se trata, en mi opinión, de una persona (y un escritor), repito, excepcional.

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  8. Suscribo, palabra por palabra, en letra y en espíritu y sin reservas, lo que ha dicho Rober en este su último comentario. Ahora bien, también suscribo lo que dijo en su comentario anterior, que reproduzco por si vuelve a borrarse algún mensaje. Por cierto, eso de los mensajes borrados es raro, ¿no?...

    "Los muchos comentarios que había originado esta entrada (que recuerde, más de 30) parecen haberse desvanecido, supongo que por oscuras razones técnicas. En todo caso, y retomando el tenor de algunos de ellos, el problema aquí a mi entender, cuando se discuten temas políticos (y a veces no políticos), no son las muy respetables opiniones del titular del blog, sino su algo incómoda tendencia a considerar que quien disiente no es alguien que, legítimamente, piensa (aunque sea equivocándose) de otro modo, sino un pobre ignorante al que hay que corregir, por medio de la ironía o por algún otro medio. Un poco de duda sobre las propias convicciones, que como las de todo el mundo bien pueden cambiar con el tiempo, y otro poco de respeto a las ajenas, que si son sinceras sin duda lo merecen, son cosas que yo echo en falta a veces por aquí. Incluso aunque uno tenga razón -y es sano no estar del todo seguro-, dicha razón se puede apuntar con discreta elegancia o manejar como un martillo. Este segundo no sólo no es el mejor modo de tenerla, sino que quita buena parte de su valor, y casi toda su capacidad de convicción, a los argumentos así presentados. Un poquito de por favor, como decía el otro, es, a mi entender, cosa de lo más recomendable".

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  9. Fíjense cómo es JLGM que después de que un servidor haya hecho las veces de un Moody's que le rebaja la calificación de sus solvencia intelectual, en lugar de guardar silencio o responderme con algún desplante, adopta el rol del humilde que no sólo admite de buen grado el rapapolvo, sino que se autoflagela abundando en la penitencia. Qué contradictorio: Zoilo es ahora el Santo de Asís.
    Pero entiendo a la perfección ese repente defensivo: trata de hacer ironía (pobre ironía en este caso) y, aparentando modestia, sugiere que piensa todo lo contrario: Marcos es un necio que confundiría un diamante con un culo de botella.
    Y sin que esto quiera ser un baño escocés, ahora voy a echar sobre las espaldas kurtzianas el balde con el agua calentita: no es cierto que tenga por poco la obra de JLGM; su prosa viajera es formalmente bella (aunque últimamente abusa de los seres fantasmales que se acercan a pedirle un autógrafo, y cuando regresa de cargar la estilográfica ya no están en el recibidor). Estimo su poesía...
    Pero entre el JLGM literato y el cabezón empecinado que leemos en este acotado hay diferencias notables.
    Y no lo digo porque no esté yo próximo a su punto de vista sobre el affair vasco: estoy más próximo a él que a Piquero. Y lo estoy porque, al igual que él, tengo un concepto radical de lo que es la libertad (individual y colectiva) y, por lo mismo, suelo discrepar de quienes juzgan enmarañados en lo accesorio, sin llegar al corazón del drama.
    Es conmovedor el ditirambo robertiano, no llego a tanto. Pero suscribo cuando dice que sospecha que JLGM no está siempre de acuerdo consigo mismo, aunque cambiaría el no siempre por muchas veces: conozco el percal.
    Debo decir y digo que José Luis García Martín es un gran tipo, pero muy cabezón.
    Pero qué, si yo también lo soy y casi me vanaglorio de ello...

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  10. Todo imbécil execrable que no tiene en el mundo nada de lo que pueda enorgullecerse, se refugia en el último recurso, el de vanagloriarse de la nación a la que pertenece por casualidad.(SCHOPENHAUER)

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  11. Está bien eso de citar a un nazi como fuente de autoridad... Cojonudo.

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