sábado, 10 de mayo de 2025

Al servicio de quien me quiera: Pompa y circunstancias

 

Sábado, 3 de mayo
UNA PROFECÍA

La industria de la información, que forma también parte de la industria del entretenimiento, es un monstruo que necesita alimentarse varias veces al día. Devora guerras, terremotos, apagones, parricidios. Todo lo mastica bien durante un tiempo y luego lo escupe lejos, fuera de los telediarios y los titulares, y pide más, pide más. Las noticias de las guerras duran menos de lo que duran las guerras; las de las catástrofes, bastante menos que sus consecuencias.

            La actualidad es la musa de los que escriben en los periódicos. A mí me gusta más la crónica rosa que la crónica negra. ¿Cómo podría dormir si no fuera capaz de dejar de pensar en los niños que mueren diariamente de hambre o bajo las bombas en Gaza? Para no desesperar de impotencia, los aparto de mi mente y me entretengo con cosas más agradables, el cónclave, por ejemplo. Vi la película y ahora la vivo en directo.

Lo mismo que en el congreso, cuando no hay mayoría absoluta, en los premios literarios o en las oposiciones universitarias, todo consiste en conseguir la mayoría de los votos para un candidato. Y los tejemanejes ocurren siempre fuera de la sala de sesiones.

Suele ocurrir que el candidato más votado por la mañana, quede fuera en las votaciones de la tarde. En medio está la comida y los conciliábulos pertinentes. Eso que ocurre en el cónclave es lo que ocurría en los premios Príncipe de Asturias. En las primeras votaciones, siempre se adelantaba el candidato liebre, el candidato que no era favorito de nadie y que no hacía sombra a nadie. Se trataba de que a la final, no llegaran los dos mejores o más conocidos, no Vargas Llosa y Arthur Miller, por ejemplo, sino Vargas Llosa y Alonso Zamora Vicente, para que nadie tuviera duda de a quién votar (yo votaría a Zamora Vicente). El riesgo es que, si cada bando se empeña en dejar fuera al candidato del bando contrario, a la final acabe llegando alguna nulidad que no gusta a nadie.

            ---Martín, Martín, te olvidas de que en el cónclave interviene el Espíritu Santo y en esos premios a los que tú ibas Luis María Anson.

            ---Pues yo no sé de quién me fiaría más. En cualquier caso, nos quedan unos días de mucha intriga y entretenimiento, y sin sangre. Una comedia apacible como las series de televisión que a mí me gusta ver antes de irme a dormir.

            ---¿No te atreves a anticiparnos un poco de por dónde van a ir los tiros?

            ---Aquí no hay tiros, solo quizá algo de veneno. Y sí, amigo, me atrevo a hacer una profecía, que me pone un tanto melancólico: hasta ahora, todos los papas que he conocido, unos cuantos, eran más viejos que yo; el próximo, por primera vez, será más joven.

Domingo, 4 de mayo
FRANCISCO Y BORGES

El 21 de abril de 1974, según leemos en su diario recién publicado, le habla Roberto Alifano a Borges del origen católico, de los Montoneros, uno de los grupos que practican la violencia terrorista en la Argentina de entonces. El núcleo inicial está en la revista Cristianismo y Revolución a partir de la cual se conformó el comando Camilo Torres. La aproximación al peronismo tendría que ver con la encíclica Rerum novarum, de León XIII, también muy admirada y seguida por Perón.

            ---Sí, eso ya lo sabía –le responde Borges--. Un cura jesuita que es profesor de literatura y me visita con cierta frecuencia, Jorge Bergoglio, me habla siempre de esa encíclica, a la que él se adhiere, por supuesto. A mí me parece una mezcla extraña todo ese mejunje o brebaje.

            En otro momento, Borges se refiere a dos curas que le visitan a menudo. Uno fue amigo de su madre e insiste en que le acompañe a misa y recupere la fe.

---Con el otro, que es jesuita, tengo más afinidad. Es profesor de literatura, ha incluido mis textos en sus clases y enseña mi poesía. Yo trato de disuadirlo. “Mi escritura no tiene ningún valor, son una suerte de borradores”, le insisto, pero no me hace caso. A pesar de eso, es una persona sensata; con él se puede hablar de cualquier tema: de filosofía, de teología, de política. Es un hombre muy inteligente. He podido observar que sobre las cosas de este mundo y del otro tiene tantas dudas como yo. Lo cual no sé si está bien tratándose de un sacerdote. Mi madre se hubiera horrorizado de eso.

            Borges no se habría horrorizado, pero si admirado, de que ese cura tan inteligente que simpatizaba con los jóvenes que mezclaban cristianismo, marxismo y peronismo buscando la justicia social, y que tenía serias dudas sobre el más allá, acabara siendo nombrado papa. “Bueno –diría--, siempre he pensado que el género más adecuado para contar la realidad es la literatura fantástica”.

Miércoles, 7 de mayo
MI REFUGIO FAVORITO

No sé por qué –es una manera decir, lo sé de sobra-- recuerdo estos días a menudo un verso de Fernando Ortiz: “Qué cerca están infierno y paraíso”.

Para pensar en otra cosa, y no en lo que ahora me quita el sueño, me subo al tren con el periodista francés Louis Teste para viajar por la España de 1872. Quiere trazar para los lectores de su país un panorama de la España contemporánea, la que, tras el triunfo de la revolución, ha estrenado monarquía, como Francia ha estrenado república.

            Sonrío al leer su opinión sobre las provincias vascas: “Viven en cierto modo aisladas e independientes de España. El gobierno no les impone levas ni impuestos fiscales”. Bueno, en ese aspecto, parece que no hemos cambiado mucho.

            Tras ir y venir por el paseo del Prado, regresa al hotel (el hotel París, donde también se alojó Rubén Darío y donde yo también llegue a alojarme): “Subimos hacia la Puerta del Sol, y aún no había salido del Prado cuando el rey Amadeo pasó a nuestro lado a caballo. Es un joven alto y moreno, vestido como un sobrio gentleman, y seguido por un solo montero con chaqueta roja. El gentío era compacto y selecto, como todos los días a la misma hora. Si allí se encontraban algunos demócratas, serían seguramente muy pocos. No oí ni un solo grito de Viva el rey ni una sola mano llevada al sombrero para saludarle”.

            Abundan las reuniones en las casas de la buena sociedad de Madrid. Se charla, se toca el piano, se baila, se recitan versos. En la primera a la que acude Louis Teste, “doña Blanca de Gassó y Ortiz declamó algunos de sus Cien cantares a los ojos, estrofas de sentimientos puros e ingenuos”.

Qué poco podía imaginarse nadie entonces el futuro de esta joven. Cinco años después, cumplidos los treinta, su padre --dueño de una tienda, “El Bazar del Globo”, en la calle Caballero de Gracia--  le disparó un tiro mientras dormía y luego se suicidó. Al parecer, no estaba de acuerdo con que se casara y le abandonara. Pero no se salió con la suya el padre asesino: Blanca sobrevivió diez días y tuvo tiempo para casarse in articulo mortis con el joven del que estaba enamorada y dejarle heredero de todos sus bienes.

            Aplaude Teste los versos de Blanca Gassó y queda fascinado por su belleza. Yo sé el final de la película, pero no le hago ningún spoiler. Al día siguiente, le acompaño en su visita a don Emilio Castelar, que vive en el número 38 de la calle Serrano. ¡Qué sorpresa la suya si yo le dijera que antes de un año tendremos en España la república!

            ¿Cómo soportar el presente con sus negros nubarrones sin resguardarse en un libro y viajar a otros mundos en los que conocemos el futuro y nada puede hacernos daño?

Jueves, 8 de mayo
MEJOR LA PELÍCULA

Acerté en la profecía: el nuevo papa es mucho más joven que yo, como es bastante más joven que yo –por lo menos seis meses-- el nuevo galardonado en uno de esos premios institucionales que se dan a los valetudinarios: Luis Alberto de Cuenca. Comenzó en literatura como pareja de hecho –es un decir-- de Luis Antonio de Villena. Muchos los confundían. Pero el segundo inició pronto una carrera fulgurante y el otro pareció quedar opacado como erudito que escribía versos con citas en sánscrito y en arameo. Luego cambiaron las tornas y uno malvive de empeñar los restos de su pasada grandeza mientras el otro, tan caballero a la antigua, gusta a derecha y a izquierda, al lector común y a la élite académica. Caprichos de la fortuna.

            Una amiga me llama entusiasmada a última hora.

            ---Qué maravilla el nuevo papa, Martín. Es norteamericano, pero no de los de Trump. Ha vivido en Perú y habla español. Va a seguir la estela de Cristo y de Francisco, no la que marcan los jerarcas de la curia.

            ---Sí, parece que Bergoglio, que se las sabía todas, lo dejó atado y bien atado para los que los que se burlaban de él como un populista poco versado en las honduras teológicas no se salieran con la suya. Y eso de que el nombre elegido sea el de León XIV… Por cierto, Katy, aunque no estuvo mal el espectáculo en vivo y en directo, con el desfile de purpurados y el decorado de Miguel Ángel, la verdad es que me gustó más la película.






 

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