sábado, 29 de marzo de 2025

Al servicio de quien me quiera: Menos mal

 

Viernes, 21 de marzo
LLEGARÁ LEJOS

Este día de la poesía y del inicio de la primavera --bastante malhumorada, por cierto-- participo en el Cervantes en un homenaje a Ángel González. Charlo un rato, antes de comenzar el acto, con Vanessa Gutiérrez, consejera de Cultura del gobierno asturiano, y con Luis García Montero. Como siempre, meto la pata. “Vanessa –le digo--, hace tiempo que no publicas nada. Creo que deberías seguir el ejemplo de Luis y continuar escribiendo y publicando mientras ocupas un cargo político”. “Yo siempre he escrito poco”, responde ella. Y él: “Lo que tú quieres decir en realidad es que yo tendría que seguir el ejemplo de Vanessa para que no hables mal de lo que escribo”.

            Pero yo no hablo mal de sus libros ni de sus artículos (al menos, públicamente). No he dejado de leerle, pero prefiero reservarme mi opinión.

            Sonrío al recordar lo que me dijo José Agustín Goytisolo hace ya cerca de cuarenta años. Fue durante una comida, en uno de los encuentros en Oviedo sobre los poetas del cincuenta. Yo, en la mesa redonda previa, había discrepado –es mi naturaleza-- de alguno de los puntos de vista de García Montero. Goytisolo, que se sentaba a mi lado, me dijo: “No te metas con ese chico. Llegará lejos”.

            Nunca le hice caso, la verdad. Pero ese chico siempre ha sido muy paciente con mis discrepancias. Al contrario que mi amigo Abelardo Linares, cada vez más partidario de matar moscas a cañonazos, yo no me meto con nadie que no merezca la pena, aunque le den todos los premios.

Sábado, 22 de marzo
PURA INTELIGENCIA

Con los años, y yo ya tengo cuarto y mitad (cuarto de un siglo y la mitad enterita de otro), me cuesta cada vez más abandonar la rutina, pero no dudé ni un momento en aceptar esta última invitación, aunque consistiera solo en leer un poema, uno y no más, de Ángel González. El viaje con pretexto literario escondía un regalo: saludar a Bruno, que dentro de unos días cumple sus primeros doce meses.

Es todo sonrisa y estudiosa mirada. Desde que abre los ojos, contempla asombrado todo lo que le rodea y no deja de sonreír con cualquier pretexto. Siempre me ha fascinado el ejercicio de la inteligencia y Bruno, como todos los niños de su edad, es pura inteligencia.

            ---Tenemos muchas cosas en común –le digo a su padre--. Bruno es intenso, encantador y agotador. Y yo coincido en dos de esas cosas, no diré en cuáles. 

Domingo, 23 de marzo
ENCUENTRO CASA

Mientras no encuentre un lugar tranquilo donde sentarme a hojear los libros que acabo de comprar, a charlar sin prisa con algún amigo o a garabatear unos versos que se me acaban de ocurrir y que luego rara vez conservo, cualquier ciudad es para mí un territorio inhóspito. En este viaje a Madrid, en el que me alojé en la Residencia de Estudiantes, lo encontré en la cafetería Úrsula. El nombre es un homenaje a García Márquez, pero quizá debería homenajear a Azorín o a Julio Camba o a cualquiera de tantos autores que yo leí en el ABC. La cafetería está en el centro comercial que ocupa la antigua sede del periódico, que yo visité solo una vez, invitado por el poeta Santiago Castelo, que actuaba como embajador oficioso de todos los extremeños que pasaban por Madrid.

No sé de dónde me viene esta debilidad por los centros comerciales, aunque solo en las horas en que son menos frecuentados. Es para mí una manera de estar en casa fuera de casa.

Dejo a un lado el libro que he traído conmigo, las Obras poéticas de José María Bartrina, editadas en Barcelona en 1939, abro mi cuaderno de notas y escribo, sin un titubeo, como si los escuchara cantar en alguna parte, unos versos:

“Nunca estuve menos solo, / ni más a gusto conmigo / que ahora cuando me acerco / a la estación de destino”.

“Dices que ya no me quieres. / Qué larga ha sido mi vida / y la eternidad qué breve”.

“Soñé que estaba contigo / mientras dormías a mi lado. / El sueño se hizo verdad / y aún no me he acostumbrado”.

Creo que a partir de ahora la Residencia de Estudiantes va a ser mi casa en Madrid y la cafetería Úrsula mi lugar de trabajo matinal. Lo de trabajo, en mi caso, es una manera de hablar, que ya me dijo hace tiempo el padre de Bruno López-Vega que yo no trabajo, solo juego a que trabajo. Como cualquier niño, por cierto.

Lunes, 24 de marzo
COSTELLO Y GENOVESE

Ayer estuve viendo The Alto Knights, la película de Barry Levinson que protagoniza Robert de Niro, y hoy recibo Duelo al sol, la trifulca dialéctica que hemos perpetrado Abelardo Linares y yo. Sonrío al comprobar que la película y el libro usan una misma frase promocional: “El enemigo más peligroso es un viejo amigo”.

            The Alto Knights narra el enfrentamiento entre dos jefes de la mafia, Frank Costello y Vito Genovese, en el Nueva York de los años cincuenta. Con un poco de exageración, podríamos decir que Duelo al sol refleja el duelo a primera sangre de dos jefecillos de la mafia literaria de los ochenta, aquel sindicado del crimen que antologó el ilustre Eligio Rabanera.

Yo, naturalmente, me identifico con Frank Costello, el más astuto de los dos capos, y dejo el papel del matón sin escrúpulos Vito Genovese para Abelardo Linares.

            En la película (y en la realidad) quien sale ganando es Costello, que disfruta (como un real emérito cualquiera) de su mal adquirida riqueza hasta la ancianidad, mientras que a Genovese  le espera una temprana muerte en presidio. En el libro, sin embargo, da la impresión de que es Genovese quien gana, pero porque hace trampas, como cualquier atento lector podrá comprobar.

            En la película, los dos viejos amigos convertidos en los peores enemigos, son en realidad la misma persona: a ambos los interpreta Robert de Niro. En el libro parece que no, pero como si lo fueran.

Incluso circulan rumores, que estoy en condiciones de desmentir, de que todo él ha sido escrito por Juan Bonilla.

Martes, 25 de marzo
ARDOR GUERRERO

---¿Y qué opinas; Martín, de ese kit de supervivencia que la Unión Europea quiere que adquiramos todos los habitantes de la amenazada Europa?, me pregunta Alejandro Lérida.

            ---Pues que seguro que ya hay listillos que se frotan las manos encargando millones a China y soñando con las ganancias, que dejarán chiquitas a las de las mascarillas. Y seguro que las grandes empresas de la construcción ya están planificando refugios antiatómicos para todo el personal. No hay que olvidar que Rusia es una potencia atómica. De la Unión Europea, quién lo iba a decir, puede esperarse cualquier barbaridad. Y de la capacidad del personal para agachar la cabeza y aceptar el castigo, por estúpido que sea, siempre que se les asegure que es por su bien, ya tuvimos bastante muestra durante la gestión de la pandemia, tan dañina o más que la pandemia.

            ---¡Sigues tan negacionista como siempre, Martín! Me encanta.

            ---Israel, que machaca a los palestinos y que busca su exterminio o expulsión, no es un peligro para el mundo; Rusia, que defiende a los territorios de habla y cultura rusa de Ucrania, sí que lo es. ¡Qué cabezas pensantes tiene la Unión Europea! Parece que han sido abducidas por la Inteligencia Artificial.

            ---¿Así que tú eres partidario de que sigamos el ejemplo del Reino Unido y la abandonemos?

            ---¿Para qué? Si para lo malo, tratar de impedir la paz en Ucrania, Inglaterra sigue siendo tan Europa, en el mal sentido de la palabra (el que le da la UE), como Alemania o Francia.

            ---Menos mal que nos queda Donald Trump.

            ---Quién lo iba a decir. El diablo convertido en hombre de paz y sacándoles los colores a los demócratas de toda la vida.

            ---O sea que tú no vas a comprar ese kit de supervivencia por muy barato que te lo vendan en tu Mercadona de todos los días.

            ---Yo el único kit que haría obligatoria sería uno de sentido común. Y el primer prototipo se lo enviaría a Pedro Sánchez, que me defraudó con la pandemia y me hace sentir vergüenza ajena con su ardor guerrero.

Jueves, 27 de marzo
PRIMER ENCUENTRO

A José María, uno de los habituales de la tertulia de los miércoles, no le gustó nada mi intervención ni la de Xuan Bello en el homenaje a Ángel González del pasado viernes, que se puede ver en la página del Cervantes. “No estuvisteis a la altura”, me dice. “Por lo menos estuve a la altura del personaje. Solo dije tres o cuatro palabras antes de leer el poema y otro de los intervinientes, Miguel Munárriz, tuvo a bien desmentirme afirmando que Ángel González no despreciaba a nadie, ni siquiera a Ory.”

            Yo había contado cómo conocí a Ángel González, hace exactamente medio siglo, en un curso de verano. Hablaba de la poesía de posguerra y yo le reproché, en el coloquio final, que no mencionara al postismo ni a Carlos Edmundo de Ory. Él me replicó que todo esa supuesta vanguardia no era más que un invento de Juan Aparicio, el Goebbels del Régimen. Si esto no es desprecio, que venga Dios y lo vea.


 

 

 

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