domingo, 17 de febrero de 2019

Revelación de secretos: Mis enemigos mejores



Sábado, 9 de febrero
POR SI ME OLVIDA

Por si se me olvida, siempre hay algún amigo que, con las mejores intenciones, me recuerda las razones por las que soy un fracasado.
            ––Si no te metieras con todo el mundo, si cultivaras un poco más las relaciones públicas, tú ahora estarías publicando en los suplementos nacionales como Manuel Rico, en las grandes editoriales tipo Visor, ganando premios en Segovia y Melilla como Jaime Siles.
            ––Y me jubilaría como catedrático y no como un modesto profesor titular, ya lo sé. Pero ya es muy tarde para cambiar. Tendré que resignarme.
            (Para conservar amigos, mejor que le consideren a uno un fracasado. Yo me creo, pero esto me cuido mucho de decírselo a nadie, lo más parecido a un triunfador: alguien que está exactamente en donde quiere estar.)


Domingo, 10 de febrero
RELATO FIEL

En un puesto del Fontán, encuentro las Memorias de un aparecido de Pedro de Répide, un olvidado escritor que fue cronista de Madrid y fantaseaba una veces con ser hijo de Isabel II y un guapo clérigo que luego llegaría a obispo (de la exreina, muy jovencito, fue secretario en París) y otras con descender de la última reina de Chipre.
            Memorias de un aparecido, que lleva el subtítulo de “Relato fiel del sangriento drama español. Madrid 1936-1937”, se publicó por entregas en un diario de Caracas, La Esfera, entre agosto y noviembre de 1937. Comienza bien: “Soy como Orfeo que vuelve del infierno. No descendí a él por mi gusto ni ha habido Eurídice que perdiera, como no fuesen España y mi propia ventura”. En seguida, descarría y el relato de la peripecia del autor se difumina entre páginas y páginas de propaganda franquista –y ferozmente antisemita--, que es dudoso que fueran escritas por un recién escapado de la España republicana.
            Poco después de publicarse en el periódico, se reunieron en libro estas Memorias de un aparecido que no se reeditaron hasta cuarenta años después, en 1977, por una editorial de extrema derecha, Vassallo de Mumbert, que trataba de que no se olvidaran los desmanes republicanos en un momento en que comenzaban a sacarse a la luz los crímenes del otro lado (otros cuarenta años después todavía siguen la mayoría de ellos en las cunetas).
            Al final del volumen, se resumen los principios editoriales, más o menos los mismos que hoy defiende las derechas sin complejos que se manifiestan en la plaza de Colón: “Sentimos el orgullo de ser españoles y cargamos con todo el bajel de nuestra historia. Defendemos, a costa de lo que sea, la unidad de nuestra Patria. Los derechos y reivindicaciones de la mujer deben ser considerados de tal forma que se ajusten a su función y condición, para que no se salga del lugar en que el varón siempre la tuvo entronizada como esposa y como madre”.
            No se ha vuelto a reeditar este libro, del que hay abundantes ejemplares a muy poco precio en Internet. No interesó a nadie, cumplida su labor propagandística (pero no dejan de resultar curiosas su versión del asesinato de Lorca o sus andanzas por los cines de Barcelona). El autor era un converso, tenía un pasado republicano que en sus presuntas memorias ignora; era, además, notorio homosexual, mala cosa en aquella España.
            El libro termina en Tánger y no nos cuenta por qué, en lugar de volver a la España nacional que tanto admiraba, se marchó a Venezuela (allí, en el 43, fue acusado de agente de Hitler). Quizá los sublevados le preferían lejos, contrarrestando en América la propaganda republicana. Solo volvió para morir, en 1948, olvidado de todos.
            Las patrañas propagandísticas envejecen pronto, pero unas memorias verdaderas interesan siempre. Lástima que Pedro de Répide no escribiera las suyas: tenía mucho que contar.


Lunes, 11 de febrero
ANTIHOMENAJE

Un querido y admirado compañero se jubila el próximo año y hoy me entero de que se le está preparando un homenaje, al que me sumo.
            El año que viene me jubilo yo y mucho me temo que no tendré ocasión de ejercitar mi conocida modestia rechazando cualquier tipo de celebración; seguro que a nadie se le ocurre semejante idea.
            Un convencional homenaje no me gustaría, la verdad. Pero ¿y un antihomenaje? ¿Y un libro en el colaboraran mis enemigos mejores, esos con los que llevo discutiendo treinta o cuarenta años.
            No serían muchos, me temo. Los buenos enemigos son tan escasos, o incluso más, que los buenos amigos. Pero, pocos o muchos, lo cierto es que resultaría un volumen mucho más divertido que esos otros llenos de convencionales elogios que no se cree nadie y que siempre apestan un poquito a anticipadas pompas fúnebres.
            Si yo fuera el coordinador de ese volumen (no podría serlo, debería resultar una sorpresa para mí), invitaría a colaborar a Andrés Trapiello, a Miguel d’Ors, a Juan Bonilla, a Francisco Brines (o en su defecto a Vicente Gallego), a Jon Juaristi, a Juan Manuel de Prada… La verdad es que, salvo Miguel d’Ors (que me considera una reencarnación del demonio), el resto no sé bien si son enemigos o amigos o las dos cosas, alternativamente, según el tono de la última reseña que les haya dedicado.
            Yo, debo reconocerlo, aprecio más a mis enemigos literarios que a los presuntos amigos que dejan de serlo en cuanto no les devuelves el interesado elogio.


Martes, 12 de febrero
CONTRAPROGRAMACIÓN

¿No podría haber alguien que se ocupe de organizar la actualidad política para que no se solapen los acontecimientos? ¿Cómo es posible que en el mismo día el Tribunal de Orden Público comience el proceso contra el independentismo, se debatan los presupuestos y conozcamos que el incendio del edificio Windsor fue obra del comisario Villarejo –solo le falta haber intervenido en el asesinato de Prim-- por encargo de un conocido banquero para ocultar no sé qué fechorías?
            La historia de España se ha convertido en una gran superproducción, o mejor, en una telenovela venezolana (nunca mejor dicho). Permanezcan atentos a la pantalla. La retransmisión es en directo.


Miércoles, 13 de febrero
CAFÉ CON LIBROS

Me insiste semana tras semana Abelardo Linares, editor de mis diarios, en que no hable de política, que eso es lo que más envejece. Cuando iba apareciendo, semana tras semana, Hablando claro, el tomo que está a punto de publicar, me decía: “Habla de libros, habla de libros, deja de hablar de los catalanes. Ya ves, se aplicó el 155 y se acabó el problema. ¿Quién se va a acordar dentro de un año de Puigdemont y del procés?”
Nadie, profético Abelardo, ya lo estamos viendo.
            Un viejo suplemento del ABC que traía una reseña de Rafael Conte hablando de Café con libros ha despertado mi curiosidad por esa obra, que tenía olvidada. No la encuentro por casa y Marcos Tramón me la llevó esta tarde al Vetusta. Contiene una serie de conversaciones, de tertulias más o menos imaginarias, que se fueron publicando en La Voz de Asturias entre 1985 y 1986. Algunos contertulios, que no aparecen con su verdadero nombre, se mencionan en la nota preliminar: “Javier Almuzara, enamorado de Mozart y Chaplin, que con no hacer nada tiene ocupación bastante; Marcos Tramón, profesional del pesimismo, virtuoso de la apatía, devoto de Pavese, y Martín López-Vega, que duerme con la maleta bajo la cama, siempre a punto para emprender un viaje a El Entrego, a Estrasburgo o al fin del mundo”.
El retrato sigue siendo bastante exacto, salvo que Almuzara ha abandonado su indolencia y ahora está en continua ebullición creativa, entre la música y la literatura. Martín López-Vega, que siempre quiso ser un poeta chino, prepara las maletas para Pekín.
            En Café con libros se habla, como su nombre indica, de libros, de docenas y docenas de libros, pero también, como en cualquier tertulia que se precie, de la actualidad política. Entonces la derecha, para desbancar a Felipe González, decidió vestirse con piel de cordero. El aspirante, José María Aznar, leía a Azaña y a Cernuda y con Jordi Pujol hablaba catalán en la intimidad. Los comunistas defendían la teoría de las dos orillas, tanto monta monta tanto González como Aznar, pero contra quien arremetían era contra el primero. La derecha seducía entonces por el centro y por la izquierda, por cierta izquierda exquisita que se decía cansada de la corrupción. Recuerdo una comida de los profesores del Departamento de Literatura. En la discusión sobre política de la sobremesa, uno de ellos, ya un poco cargado de copas, me llamó “ladilla socialista” (yo entonces era un decidido partidario de González, ¡lo que cambian los tiempos1) y declaró que él, que siempre había votado comunista, en las próximas elecciones, que no tendrían más remedio que anticiparse, iba a votar a Aznar. A ese habilidoso y ágrafo catedrático, ya jubilado, me lo encontré el pasado domingo en el Fontán. Me ha invitado a visitar su biblioteca en Castropol.
            Ahora al parecer las elecciones no se ganan por el centro y la moderación, sino por la extrema derecha. Los referentes ya no son Cánovas y Maura, sino un Blas Piñar puesto al día por Bolsonaro.
            No me parece que las referencias políticas en un diario envejezcan más que las literarias. A mí me gusta dejar constancia del tiempo en que vivo, no solo de los libros que leo. Y tomar partido.
            ----¿Y qué va a pasar ahora que, entre unos y otros, han logrado echar por fin a Pedro Sánchez?, me pregunta Marcos.
            ----¿Tú crees que le han echado? Yo no estoy tan seguro. Sospecho que los Casado de Abascal (el otro triunviro es cada día más irrelevante) venden la piel del oso antes de cazarlo. Ahora tendrán que ganar las elecciones. Sánchez no es como Rajoy: no basta una patadita en el trasero para mandarlo a casa y a sus labores.


Jueves, 14 de febrero
ME REGALAN FLORES

Hoy, al llegar a mi despacho en el Milán, me encuentro con un ramo de flores, como si fuera yo una cantante de ópera. El sobre que lo acompaña solo indica, tras mi nombre, “Flores para ti”. ¿Quién será este anónimo admirador o admiradora?
¡Y en el día de San Valentín! Es como para echarse a temblar. Sobre todo teniendo en cuenta que, desde hace más de veinte años, recibo una o dos cartas semanales cartas por correo postal (y a veces con sello de urgencia) que rompo sin abrir. Al principio eran anónimas, luego no.
            En fin, que la realidad imita a las malas novelas. Y en mi caso a las malas novelas de hace cien años.



Viernes, 15 de febrero
NO ENTIENDO NADA

La Carga de la Brigada Ligera contra los pacíficos votantes, el antipático discurso real, la prisión preventiva permanente, el altavoz mundial de un proceso prendido con alfileres jurídicos, el sainete de la acusación popular con su gomina y su asociación de malhechores, la aplicación perpetua del 155 como única solución…
No sé, pero me da la impresión de que los partidarios de la unidad de España no han tomado una medida que no sea un hachazo que ahonda un poco más la grieta entre España y Cataluña. Todavía no es un abismo insalvable, pero ya les queda poco para conseguirlo.
            Claro que, a lo mejor, estoy equivocado. Ya se sabe que yo de política no entiendo nada, como me repiten cada día mis amigos y mis enemigos mejores.



38 comentarios:

  1. Chafarrinón horrible en nuestro depauperado expediente democrático.
    Estando el ruedo ibérico como está y como atisbo que se va a poner, considero que no es elegante hablar de nuestra política hedionda.

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  2. ¿Las flores las ha mandado su destinatario?

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  3. Pues a lo mejor soy sonámbulo y esa es una explicación.

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  4. "No sé, pero me da la impresión de que los partidarios de la unidad de España no han tomado una medida que no sea un hachazo que ahonda un poco más la grieta entre España y Cataluña. Todavía no es un abismo insalvable, pero ya les queda poco para conseguirlo".
    Afortunadamente, los independentistas catalanes (quiero decir, los que entre ellos pueden "tomar medidas", como en el caso de "los partidarios de la unidad de España", esos pobres diablos. Otra cosa sería si fueran franceses, alemanes, estadounidenses, etcétera, y "partidarios de la unidad" de sus respectivos países, que ésos -países- sí que son serios, no como éste); los independentistas catalanes, decía, no han hecho otra cosa que buscar el entendimiento y guiarse por la inteligencia y la razón. Y las barbaridades de su actual President (porque, como es obvio por su actuación, lo es en la práctica de eso, de los independentistas catalanes, no de quienes no lo son), de las que algunas he citado aquí, un ejemplo de buena literatura.
    Y si uno no está de acuerdo con esa visión idílica, como me pasa a mí, es porque no entiende de política, y lo que debiera hacer, como a veces me recuerda gentilmente el múltiple F., es dedicarse a lo suyo.
    Que eso de que la "grieta" y su posible ensanchamiento sean sólo cosa de los "partidarios de la unidad de España", esas penosas subgentes, y para nada de quienes no lo son, eso, digo, es la puritita verdad; y que yo no lo vea del todo así, imaginaciones mías, nada más.
    Es lo malo que tiene este oficio, el de escribidor: que puede desarrollar la imaginación, y a veces más de lo conveniente.
    Qué le vamos a hacer.

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  5. La ironía no parece ser lo tuyo, amigo Jose (ni quizá el razonamiento lógico). Los partidarios de la unidad de España han hecho (a mi entender) todo lo posible para que esa unidad solo sea posible mantenerla por la fuerza y mientras dure la fuerza, agrandando la brecha entre una buena parte de los catalanes y el resto de España. Los independentistas, que quieren que esa brecha sea cada vez más grande, han hecho y hacen todo lo posible por agrandarla. ¿Quiénes han actuado con más coherencia? De eso se trataba en mi apunte de diario, no si de unos eras más buenos o más malos que los otros.
    Y en cuánto a que el Presidente de la Generalidad lo es solo de los independentistas, pues no, lo es de todos, como Trump en Estados Unidos, Macron en Francia o Pedro Sánchez en España, aunque sus medidas gusten más a los que le han votado (por eso le han votado) que a los demócratas, los chalecos amarillos o los del clamor de banderas en Colón.

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    1. Curioso que los independentistas estén justificados para agrandar la famosa "brecha", y al mismo tiempo para decir a todas horas que lo que ellos buscan es el entendimiento, sólo que con los malvados españoles es que no hay manera.
      Más todavía, que eso, el agrandamiento voluntario y deliberado de la "brecha" ni siquiera sea incompatible con el "amor a España" que el mismo Junqueras, sin ir más lejos, declaraba sentir hace bien poco. Supongo que es herencia del "amor de lonh" de los trovadores.
      Y respecto al Presidente, etcétera, ya sé que teóricamente lo es de todos los catalanes. En su actuación práctica, en cambio, parece obvio que (partidario también del amor de lonh, sin duda) gobierna, o lo que sea eso que hace, a favor de unos y en contra de los otros.
      Respecto a sus medidas, no las conozco, no soy su sastre; pero me temo que eso, lo de gobernar, lo de hacer lo posible para que la sanidad, la educación, la seguridad ciudadana, la vivienda..., mejoren en lo posible allí donde gobierna, no es lo suyo. Él (y no es el único) tiene, según parece, cosas más urgentes que hacer.

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    2. Jose, parece mentira que se siga usted obstinando en razonar con un paredón.

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  6. José Luis García Martín18 de febrero de 2019, 11:55

    No están justificados ni dejan de estarlo los independentistas para agrandar la brecha, pero a su objetivo político les favorece. Eso es todo. Son coherentes.
    Y en cuanto al amor a España no me parece que sea incompatible con el deseo de independencia: muchos portugueses aman a España pero no querrïan de ninguna manera que su país formara parte del Estado español.
    Y por otra parte no caigas en el tosco error de aplicar a todos los independentistas (que son de derechas, de izquierdas, moderados y antisistema) lo que uno de ellos afirma. Oriol Junqueras ama a España e incluso como buen cristiano es capaz de poner la otra mejilla, pero otros independentistas no. Y razones tienen para ello. El verbo amar no admite el imperativo.

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    1. Pues es un amor, el de Junqueras, que, según sus propias palabras, tiene mucho de masoquismo.
      Le cito: "El futur del nostre país estarà molt millor en mans dels nostres ciutadans i fills que en mans d’aquells que sempre ens han arrossegat a la misèria”. O sea, traduzco, "El futuro de nuestro país estará mucho mejor en manos de nuestros ciudadanos e hijos que en manos de aquellos que siempre nos han arrastrado a la miseria".
      La miseria. Pobre Cataluña, hundida desde "siempre" en la miseria. (Esa misma Cataluña a la que él ha calificado, y es literal, de "potencia industrial". Pero ya nos lo explica JLGM: "son coherentes". Con la incoherencia, supongo).
      Y es que el verbo amar no admite el imperativo. Ni la coherencia, por lo que se ve.
      De lo de que Torra gobierne o no ya ni hablamos, para qué.
      El resumen, el de siempre: lo que haga el independentismo estará siempre bien, por definición. Lo que se haga contra él, siempre mal, por lo mismo.
      Y de ahí no salimos. Ni falta que hace.
      Y si los ahora juzgados son condenados, es que España no es una democracia. Y si recurriesen luego a Estrasburgo y no les dieran la razón, es que la UE tampoco lo es.
      Democracia es lo que el independentismo catalán diga que es. ¿Cómo habrá aún quien no lo entienda, siendo tan sencillo?


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    2. ¿A esto le llamas razonar, anónimo? ¿Y no a decir que se puede amar a Francia, como Jovellanos, y levantarse contra el monarca impuesto por Napoleón?

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    3. Voy a tratar de no descalificar al contrario y volver a exponer mi razonamiento, sin ironías, para que lo entienda incluso un niño (ya estoy descalificando, perdón).
      En la nota de mi diario del 15 de febrero se afirmaba que, en mi opinión, todas las medidas tomadas por los llamados "constitucionalistas" habían servido para agrandar la grieta entre Cataluña y el Estado español.
      Jose me respondió que más habían hecho los independentistas para agrandar esa grieta. Y yo le respondí que, si era así, se habían comportado más coherentemente que los "constituionistas", cuya intención era unir, no separar. ¿Alguien niega eso?
      Yo no entro en si los independentistas son unos malvados o no, no es esa la cuestión.
      Segundo asunto: a propósito de la declaración de Oriol Junqueras, simplemente afirmé que se puede amar a un país (la Francia de la Ilustración, la España de Machado, Azaña, Ramón y Cajal, y no querer que ese país domine al propio). Solo se trata de eso.
      Y sí, amigo Jose, de si Torra gobierna o no, no hablamos porque esta no es una inútil tertulia de café donde se pasa el rato arreglando el mundo. Tampoco hablamos de si Feijoo gobierna o no o si lo hace o no el presidente de Castilla-León (ni siquiera recuerdo el nombre). Vivimos en una democracia, si no contentan a su electorado los gobernantes de una comunidad autónoma que no es la mía, ya verá Jose que pronto ese electorado los manda a casa sin pedirme a mí opinión.
      En mi diario, yo digo lo que digo y lo matizo o lo reafirmo ante los comentarios de los amables lectores, pero desde luego no tengo interés en entrar en ninguna Causa General contra el Demonio del Independentismo ni en rebatir una por una las descalificaciones contra lo que es una opción política tan legítima como cualquier otra de acuerdo con la Constitución española.

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    4. José Luis, a usted le entusiasma el deporte de discutir y por lo tanto le importa un pimiento defender una tesis o la contraria. Para que, entonces, debatir si el acuerdo sería un fracaso? Lo divertido es enredarse aunque en la telaraña se olvide uno del hilo argumental.

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    5. Está perfectamente claro. En lo que hagan o dejen de hacer los independentistas catalanes, JLGM "no entra". Ni quiere.
      Aquí, no nos engañemos, NO HAY dos partes enfrentadas (o más); por lo que a él respecta, hay una sola, la parte (llamémosle así, siguiendo la interesada jerga de ésos que quedan al margen) "españolista" (si fuera, como ya dije, "francesista" o "alemanista" ya sería otra cuestión), a la que JLGM criticará siempre, "con razón, sin razón o contra ella", como dijo Unamuno.
      La otra queda por encima, o al margen, de toda discusión, de cualquier crítica.
      Es obvio que, entendida así la realidad, sólo una parte puede equivocarse u obrar mal. Que ésa sea, de hecho, no una manera de entender la realidad, sino precisamente de negarse a entenderla, no hace al caso.
      Con lo que toda discusión, naturalmente, es ociosa. Y muestra de que quien, a pesar de ello, piense que en efecto el tema es discutible, no domina ni la ironía ni el razonamiento lógico.
      Que lo lógico es eso: aquí, toda la culpa de lo que pase o pueda pasar la tienen y la tendrán siempre los mismos, ya que los otros tienen bula, están al margen, aquí no se habla de eso.
      Muy razonable; es uno, no cabe duda, el que no es razonable.
      Pues ya sería hora de que fuera aprendiendo, que ya tiene uno edad para eso, y desde luego no es un niño: esa justificación no le vale.
      Ay, Señor.

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    6. Respuesta a Anónimo. Yo no me olvido el hilo argumental, tengo bastante buena memoria. Si entre dos partes de una unidad (de destino en lo universal) surge una grieta y tanto los que quieren que se mantenga esa unidad como quienes quieren que desaparezca hacen todo lo posible por agrandarla, los incoherentes son los primeros, no los segundos. ¿Algo que objetar?
      Y es posible que a mí me guste defender tanto una tesis como la contraria (todo tiene sus pros y sus contras), pero si alguna vez me ha visto defender que los negros son inferiores a los blancos, las mujeres a los hombres o que un político en una democracia puede ir a la cárcel por tratar de llevar a la práctica el programa político por el que ha sido elegido, le ruego que me lo haga saber.

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  7. Respuesta a Jose: lee lo que le he dicho a Anónimo sobre el agrandar las grietas, la coherencia y la incoherencia.
    Y añado algo. Aquí no hay dos partes enfrentadas políticamente. Hay una que quiere debatir políticamente un tema ciertamente discutible y otra que se niega a debatir (la España de los balcones) y solo quiere reprimir, encarcelar, suprimir derechos. En ese punto (solo en ese punto), estoy totalmente de acuerdo con los independentistas: los catalanes tienen tanto derecho como los escoceses, los croatas o los andaluces a decidir su futuro político.

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  8. Yo veo muy natural que Junqueras ame a España. Tiene en España familiares, amigos, correligionarios republicanos, gente que se ha manifestado en ciudades españolas a favor de la libertad en Cataluña. Claro que tiene que amar a toda esa España. No amará al Estado, ni a ciertos fiscales, ni a ciertas instituciones. Pero España es sobre todo la ciudadanía, mucha de la cual está ya muy harta de la represión. Claro que hay otra parte más cerril, yo creo que minoritaria, que apuesta por la represión.
    Esto no lo aceptan los maniqueos, y hacen burla del amor de Junqueras. Hacen burla de sí mismos, porque no entienden ni jota. Una cosa es Nación y otra cosa es Estado. Nación española, nación catalana. Nación es un ente natural, físico. Estado, un montaje jurídico. Demasiado fino para algunas mentalidades. Dios es tacaño con la perspicacia, la reparte muy mal.
    Está tan mal repartida la inteligencia, que algunos no ven que son los españoles, ciertos españoles, los que agravian a los catalanes, y no a la inversa. Los catalanes no quieren imponer nada a los españoles, lo que quieren lo quieren para sí. Los españoles quieren imponer identidad, pertenencia, permanencia. Ya sé que va a saltar alguien diciendo, ¿Cómo que no?, los catalanes secesionistas quieren imponer a los catalanes-españoles la independencia. Pero es mentira. Hasta ahora, es mentira. Todo lo que han querido ha sido saber, mediante referéndum, cuantos están de cada lado. Y el Estado ha impedido por la fuerza que lo lleguen a saber. Esto es lo que hay, no parece que sea tan complicado de entender, y yo creo que lo saben bien los que firman aquí a favor de la represión, pero cumplen su papel, embrollar, liar, aplazar lo inevitable.
    Aunque también es verdad que el concepto de imponer se puede estirar como el chicle. Oí a un adolescente, en el instituto: "sí, a mí los catalanes me quieren imponer unas fronteras nuevas, y me obligan a renunciar a mi idea del imperio". O sea, me quieren imponer SU libertad, la libertad de ellos. Apabullante. Sólo en España (en la "otra" España) se podría oír una afirmación semejante.

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  9. Alegra ver dicho, y muy bien dicho, por otra persona lo que uno piensa.

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  10. En fin, como de costumbre, lo dejo; ya está claro que es perfectamente inútil. Para JLGM (y para Scilla Porto, según se ve), ésta es una historia de buenos y malos, y ellos (naturalmente) están con los buenos, que como ya dije quedan, por el hecho de serlo sin ninguna duda, por encima o al margen de cualquier crítica. Luego el debate es ocioso, por imposible.
    Y, para SP, sólo un mínimo detalle. NO ES CIERTO que "todo lo que (los dirigentes independentistas) catalanes han querido" haya sido "saber, mediante referéndum, cuántos están de cada lado". Lo que han querido es declarar unilateralmente la independencia de Cataluña; lo que ocurrió es que, UNA VEZ DECLARADA, la dejaron "en suspenso" porque, careciendo de cualquier apoyo internacional de peso, o del reconocimiento a su abuso de ni una sola institución internacional de importancia, no se atrevieron a llevarla adelante.
    ESO FUE EXACTAMENTE LO QUE OCURRIÓ, como es sumamente fácil comprobar en las hemerotecas o por las declaraciones de los propios dirigentes independentistas. Así que no se trata, amigo JLGM, de "lo que uno piensa", sino de cómo se retuerce interesadamente la verdad para que encaje, aunque sea a martillazos, con los propios prejuicios.
    De modo que quien "embrolla" y "lía", o al menos lo pretende, estimado SP, es usted mismo. Y el problema es que quien necesita falsificar, como usted hace, la realidad, demuestra con ello que la otra, la verdadera, no le da la razón, y él, eso, no está dispuesto a consentirlo.
    Pero eso es sólo problema de quien lo hace.

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  11. José Luis García Martín19 de febrero de 2019, 15:28

    No se falsifica nada. La declaración de independencia resultó obligada tras la negativa al referéndum pactado, que se pidió por activa y por pasiva. Y fue simplemente simbólica, fuera del parlamento, porque se carecía de medios para hacerla efectiva. Fue una declaración de intenciones de lo que quería la mayoría de acuerdo con el resultado del referéndum. De lo que sigue queriendo la mayoría de los catalanes. Y quien lo ponga en duda que organice otro con todas las garantías para demostrar lo contrario.

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  12. José Luis García Martín19 de febrero de 2019, 15:34

    Por cierto, creo que ya son tres las medidas del gobierno de Rajoy declaradas inconstitucionales. ¡Y nadie en la cárcel por tomar medidas inconstitucionales!

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    1. Vale. Para JLGM no hay ninguna diferencia entre las medidas de Rajoy a que se refiere, y el intento de imponer a Cataluña y a España UNA NUEVA LEGALIDAD, derogando de un golpe (de Estado) la anterior, que por cierto había sido aprobada en referéndum, ése sí con todas las garantías, por la propia población catalana, y con un apoyo, en el caso de la Constitución, con el que los independentistas ni sueñan. La ceguera que pueden producir, incluso en mentes indiscutiblemente lúcidas, los propios prejuicios, asombra.

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    2. Creo que de todo el debate sobre el tema de Cataluña, esto es lo más importante. Un gobierno que, a sabiendas (puesto que está atestado de abogados/as del Estado), actúa vulnerando la Constitución es ilegítimo y sus representantes deberían ser juzgados de oficio sin mediación de denuncia

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  13. Responde irritado uno de los que llamé "liantes", con mucho griterío de mayúsculas, lo que no implica que tenga razón, ni que se haya enterado. No lo ha hecho. La pregunta del 1-O era: "Quiere que Cataluña sea un estado independiente en forma de República?". Luego la finalidad de la consulta era informativa y el liante no tiene razón, por más que se sulfure y amenace con "lo dejo" (ah, pobres de nosotros).

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  14. Don Jose, no hubo ningún delito, no hay ningún delito en preguntar a los catalanes si quieren formar una república independiente, no hubo ningún intento de imponer a Cataluña y a España una nueva legalidad (para imponer hace falta fuerza y la fuerza está solo en una de las partes). Los ciudadanos de Cataluña solo cuentan con la fuerza de los votos, con la fuerza de la razón. El paso siguiente a la celebración del referéndum (si no hubiera habido la aplicación del 155), sería la disolución del Parlament y la convocatoria de nuevas elecciones. La república catalana deberá ser aprobada en referéndum. Si no se aprueba, sigue la situación actual. Los independentistas no quieren imponer nada. Solo que dejen que decida la ciudadanía de Cataluña. Ese el meollo central y todo lo demás es perderse en tiquismiquis de leguleyo. El Supremo --formado por excelentes profesionales--, ahora que se sabe bajo la atención de todos y con instancias superiores que decidirán finalmente, se las va a ver y desear para encontrar un acomodo a la actuación de los políticos presos en el código penal, donde por cierto no figura como delito ni el convocar ni el votar en referendos no autorizados (ahora, al parecer el PP quiere que se castigue con tres o cuatro años de cárcel, o sea que primero se encarcela y luego se crea el delito). Lo del delito de rebelión (el único que han encontrado para acogerse) no se lo cree nadie, ni la Abogacía del Estado ni los juristas europeos ni buena parte de los magistrados españoles.
    En fin, esto es lo que pienso y me alegra mucho no tener que presentarme a las próximas elección y poder decirlo. Los políticos no pueden porque los nacionalistas españoles, en cuanto se toca esta cuestión, no razonan y les hace perder votos. Supongo que pasa lo mismo con todos los nacionalistas cuando les tocan a sus esencias patrias (o a lo que les han hecho creer que son tales).
    Y mejor dejarlo, ¿no crees? Lo que cada uno piensa, y de qué lado se coloca cada uno, está claro.

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    1. Efectivamente, el asunto está claro y es mejor dejarlo. Sólo un detalle: la principal de las llamadas "leyes de desconexión", la llamada "Ley de Transitoriedad y Fundacional de la República" prevé textualmente su conversión en "norma suprema del ordenamiento jurídico" de Cataluña. Puesto que la norma suprema es la Constitución española, eso supone el intento de DEROGACIÓN de dicha Constitución, aprobada en referéndum en su día por más del 90% de los votantes catalanes, y que prevé los mecanismos para su propia modificación. Que requieren, como primer paso, una mayoría de al menos TRES QUINTAS partes de ambas cámaras ESPAÑOLAS, únicas autorizadas para ello (lo que los Parlamentos regionales pueden hacer es proponer modificaciones, pero no tienen autoridad para llevarlas a cabo por sí mismos). Luego al hacer eso se estaban pasando por allí mismo la Constitución, repito que aprobada en Cataluña con una mayoría abrumadora, muy superior a la que puedan tener los independentistas.
      También supone la derogación del Estatut, aprobado en su día por el mismo Parlament catalán, y que a su vez prevé para su modificación la exigencia, como primer paso, de una mayoría de DOS TERCERAS PARTES de los miembros del Parlament, además de otros requisitos. Y que también despreciaron olímpicamente.
      Cuando el cometer esos abusos legales era sólo un proyecto, el TC advirtió oficialmente de las consecuencias, INCLUSO PENALES, que de persistir en dicho abuso se seguirían.
      Pero todo eso no ocurrió, o nada de eso importa. Una simple mayoría parlamentaria puede pasarse, como dije, por allí mismo la Constitución, el Estatut, la advertencia del TC y lo que haga falta.
      Y a eso pretenden llamarle "Estado de Derecho".
      Pues vale. Será que, como dice el amable SP, yo no me entero. Él sí; porque para él, como ya se ve, efectivamente nada de eso sucedió, o no merece la pena ocuparse de ello.
      Lo que yo no sé es para qué, según la misma ley "fundacional de la república", la presunta Cataluña independiente pretende dotarse en su momento de una Constitución. Algo perfectamente inútil, ya que una mera mayoría parlamentaria puede poner y quitar lo que se le antoje; con lo cual cualquier ley ordinaria haría exactamente el mismo efecto, y al menos lo haría a cara descubierta, sin hipocresías.
      Pero eso: dejémoslo. Es inútil.

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  15. Está visto que no lo dejamos. Prever convertirse en algo y convertirse en algo ("norma suprema del ordenamiento jurídico de Cataluña") es muy distinto, hay un largo camino por recorrer, imposible sin acuerdo con la otra parte en conflicto puesto que se carece de cualquier elemento coactivo.
    Una norma que no se atiene a la Constitución (todos los gobiernos de la democracia la han incumplido más de una vez) carece de valor jurídico, decae. Eso es todo. Llevar a la cárcel a los que la han aprobado es lo que resulta un tanto insólito. Solo ha ocurrido con los políticos catalanes.
    El tribunal constitucional no puede cambiar el código penal (al menos de momento). Y si en el código penal organizar referendos no es delito, no se convierte en ello porque lo diga el tribunal constitucional: hay que cambiar las leyes.
    Un referendo no autorizado (como el que organizó Mas) simplemente carece de validez legal, eso es todo, no pasa de una encuesta ampliada. Eso es lo que pensaba al parecer Rajoy del 1-O, pero había otras opiniones y le obligaron a apalear votantes.
    En cuando a la acusación de rebelión, que ya se sostenía mal, ahora sabemos que no se sostiene de ninguna manera. Ante el delito de rebelión, el Estado debe responder declarando el estado de sitio o de guerra y otras medidas legales. El gobierno de Rajoy ni se planteó aplicarlas. Cuando ocurrieron los hechos, nadie vio en ellos un delito de rebelión. Eso fue una construcción jurídica posterior de los fiscales para justificar el encarcelamiento de los políticos y poder dar un escarmiento.
    Busca y rebusca normas, Jose, pero este asunto huele muy mal en lo que se refiere a la justicia española. Se habla del imperio de la ley y se cambió el funcionamiento del Constitucional para poder frenar al independentismo (que es el Mal, el gran Delito).
    Pero este es un asunto que no se queda en la mera crónica de sucesos. Pasará a las páginas de la historia, de la de España y de la Europea. Y si yo responde a tus comentarios no es porque tenga la intención de convencerte de nada (allá tú con tu interpretación de las leyes y de la democracia), sino porque quiero salir bien retratado ante el tribunal de la historia (aunque luego la historia no se ocupe de mí). Que quede claro que yo estaba con Mandela, cuando era un terrorista condenado a largos años de cárcel de acuerdo con las leyes de su país, y no con los que le encarcelaron. Si alguien lee estas líneas dentro de diez, quince, veinte o cien años, que sepa que yo estaba con Oriol Junqueras, no con los que le llevaron a la cárcel (esperemos que no por tantos años como a Mandela).

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    1. Pongo aquí enlace a la providencia del TC en que se advertía a los políticos catalanes hoy encarcelados de las posibles consecuencias, INCLUIDAS LAS PENALES, que se derivarían de seguir con su actuación.
      ¿No tenía autoridad para hacerlo? Bien, en ese caso, y en una democracia (la Sudáfrica que había condenado a Mandela ciertamente era otra cosa), lo procedente es denunciar esa supuesta extralimitación en Estrasburgo, o donde corresponda.
      El enlace: https://www.tribunalconstitucional.es/NotasDePrensaDocumentos/NP_2017_081/P%204334-2017.pdf

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    2. El tribunal constitucional no está para advertir de consecuencias penales. Nadie necesita advertir a nadie de las consecuencias penales de no respetar el código penal: eso se da por sabido, para eso está la policía y están los tribunales. Otra cosa es que se inventen delitos que no están en el código penal y eso no lo puede hacer ni el tribunal constitucional (su función es determinar la constitucionalidad de las leyes). El PP, con su mayoría absoluta, le otorgó al Constitucional una función sancionadora que no tenía, cierto. Pero ese es un asunto en que prefiero no entrar. El PP actuó como juez y parte.

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    3. No hace falta "entrar" en esa cuestión. Es muchísimo más simple: o el TC tenía potestad para hacer esa advertencia, y era justo que pudiera hacerla, o no. En el segundo caso (que no la tuviese, o que no fuera justo tenerla), lo que en democracia procede, como ya expliqué, es denunciar esa extralimitación ante una instancia superior.

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    4. José Luis García Martín21 de febrero de 2019, 15:40

      En eso estamos.

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    5. Pues entonces, amigo JLGM, paciencia. Y si la decisión final no es de su gusto, aceptar que en democracia pueden pasar esas cosas; esto es, que nuestra opinión, a pesar de ser nuestra, no necesariamente haya de imponerse.

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  16. Me alegro coincidir con Abelardo Linares en materia política. I told you so. Saludos

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  17. Un Estado democrático, antes que a los porrazos a mujeres y ancianos, hubiese optado por no otorgor validez al veredicto de las urnas. Lo de " aquí", franquismo en diferido.

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  18. Miguel el Entrerriano20 de febrero de 2019, 23:58

    Yo lanzaría una interdicción radical, amenazante, contra cualquier intento de homenaje o incluso de antihomenaje, qué poca vergüenza, hacerle eso a un amigo. Algo leí hace tiempo a Francisco Umbral sobre el hoy ignorado Répide, y no precisamente un homenaje, Umbral solía ser morboso y maledicente respecto a la homosexualidad en general. Muy moderno y muy de vuelta de todo, pero carca como un clérigo integrista en este asunto, aunque un prosista genial, a mi modo de ver.

    Concluyo, leyendo los comentarios, que la mente de algunas personas carece del sentido del tedio. Pueden repetir decenas de veces, sin progreso, sin cambio, sin novedad, lo que ya habían repetido antes otra docena, y en los mismos tonos. El hastío que generan es envolvente, narcoléptico. Eternamente lo mismo, tal como quisieran el mundo, las leyes, las fronteras y las ideas. Una comunidad no puede tener unas leyes nuevas, pues ¡ya votó una constitución! Hace muchos años de eso, pero da igual. O sea, el mundo inmutable de Parménides. La negación de la evolución, del progreso y del cambio. Pero lo peor no es esta cuestión, a fin de cuentas intelectual, sino la psicología y la moral que deja traslucir, que no es otra, me parece a mí, que el escozor que produce la libertad ganada por otros. Es pasmoso, pero sí, hay mentes o almas (aunque sean parte del cuerpo) a las que escuece la libertad ajena. Como entonces, como cuando Flandes y el duque de Alba, como cuando la rebelión de Egmont y el crimen contra él, a quien Goethe dedicó una tragedia, y Beethoven la famosa obertura. Ya dije, el mundo inmutable de Parménides.

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    1. Una comunidad puede tener unas leyes nuevas cuando lo desee. Ocurre sin embargo que, en los estados de Derecho (justo por eso se llaman así), existen unas normas de obligado cumplimiento, tanto para adoptar leyes nuevas como para modificar las que ya existen.
      Le copio una definición de la ONU de "Estado de Derecho":
      «un principio de gobernanza en el que todas las personas, instituciones y entidades, públicas y privadas, incluido el propio Estado, están sometidas a leyes que se promulgan públicamente, se hacen cumplir por igual y se aplican con independencia, además de ser compatibles con las normas y los principios internacionales de derechos humanos. Asimismo, exige que se adopten medidas para garantizar el respeto de los principios de primacía de la ley, igualdad ante la ley, separación de poderes, participación en la adopción de decisiones, legalidad, no arbitrariedad, y transparencia procesal y legal».
      Lo que encuentro personalmente "inmutable" es su discurso, en el cual (sin ir más lejos) el principio ahí mencionado de PRIMACÍA DE LA LEY no cuenta; contando con una mayoría simple parlamentaria, uno puede saltarse todas las leyes que le apetezcan, modificarlas a su gusto, etcétera.
      De donde se sigue que, si llega a gobernar una fuerza política que a usted no le guste (digamos, el PP, o Ciudadanos, o Vox) con mayoría suficiente, podrá hacer exactamente lo mismo. Y que será del todo inútil que exista, por ejemplo, una Constitución, ya que dicha mayoría que a usted no le guste podrá derogarla entera si así le place; y usted no podrá decir una palabra en contra, ya que en otro caso, según su peculiar modo de razonar, estaría en "el mundo inmutable de Parménides", aparte de demostrar "el escozor que le produce la libertad ganada por otros".

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    2. Los independentistas catalanes, por ejemplo, suelen invocar el caso del Canadá, donde en 1980 y 1995 se realizaron sendos referéndum para la independencia del Quebec, perdidos ambos por los independentistas. Ocultan, sin embargo (eso no interesa), que desde el año 2000 está allí vigente la llamada "Ley de Claridad", que obliga a que, para el caso de un nuevo referéndum, sea el Parlamento NACIONAL (no el regional, no, en este caso, el catalán sino el español) quien determine si la formulación de la pregunta es aceptable y clara, y también la mayoría REFORZADA (no basta con el 50%) que sería precisa para la aprobación.
      Hay más: el pricipal impulsor de dicha ley, Stéphane Dion, ministro entonces de Asuntos Intergubernamentales) ha dejado claro en repetidas entrevistas que, de haber existido en la Constitución del Canadá algo parecido al artículo 2 de la española (que preve la indivisibilidad del Estado, situación que es, son palabras suyas, la NORMAL en democracia; Canadá o Gran Bretaña, explica, son la excepción), ellos la habrían invocado, y recordado que, para modificar la Constitución, hay todo un proceso, regulado por la ley.
      Respecto a Gran Bretaña, además de ser efectivamente excepcional, el Acta de Unión de 1707 que constituyó el Reino Unido "contempla la secesión escocesa si esa es la voluntad mayoritaria de sus ciudadanos", lo que no ocurre en la generalidad de los países democráticos, donde como ya explicaba la indivisibilidad es la norma en las respectivas Constituciones, lo que significa que sólo mediante un proceso de modificación constitucional previo sería posible plantear la secesión de una parte del territorio.
      Resumo: 1) Es característica básica de un estado de derecho, de ahí su nombre, la PRIMACÍA DE LA LEY. 2) Eso no significa que las leyes sean inmutables, sino que para modificarlas o derogarlas han de existir unos procedimientos claramente regulados y que es obligatorio cumplir. Y 3) Las situaciones de Canadá y el Reino Unido (tan invocadas por el independentismo catalán, pero sólo en lo que les interesa y ocultando lo que no, exactamente lo mismo que usted hace) son excepcionales; lo normal EN DEMOCRACIA es la indivisibilidad del Estado prevista en la Constitución. Lo que significa que para que eso se cambie hay que modificar previamente dicha Constitución, y hacerlo por los procedimientos legalmente previstos.
      No explico todo esto (que es elemental en democracia) para usted, que ya sé que acaso ni lo lea, y si lo lee se negará a entenderlo; lo explico porque sé que hay gente a quien sí cabe explicarle las cosas, y no se niegan por principio a entenderlas.

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  19. Miguel el Entrerriano21 de febrero de 2019, 18:29

    ¿Otra dosis/paliza de leyes? ¿Nueva ración copy-paste del recalcitrante Elegido?

    Si desea hablar de leyes, podría hacerlo al menos con alguna pizca de criterio y de sentido común. No poniendo ejemplos insensatos, de países que ya han arbitrado procedimientos para que determinados territorios puedan segregarse del Estado. ¿Está en su buen juicio? En Quebec, hasta ahora, ganaron los unionistas, cierto. En Cataluña no podrían, porque el Estado prohíbe preguntar.

    Si el sujeto de marras tuviese la cuarta parte de respeto por la ley del que pregona, se habría exiliado de España hace ya tiempo, como uno de los países del mundo más incumplidores de su propia Constitución. Revísela artículo por artículo, haga un listado con veracidad (pero le queda algo?) de los incumplimientos. Tendrá ante sí una larga lista, pero ya sabemos cómo va a reaccionar a ella, "bueno, verán, es que no hay democracia perfecta, todo es mejorable, todo es gradual..." Lo ha dicho aquí en demasiadas ocasiones como para intentar ahora dar gato por liebre. Es una indulgencia que concede a todo (uso instrumental del T Constitucional como arma partidista, corrupción, venalidad, detención de titiriteros y tuiteros, por ejemplo)... excepto a la represión contra los catalanes. Ahí no hay tolerancia, es preciso cumplir a rajatabla. ¿A quién quiere confundir este sujeto? ¿A quién espera engañar? Si no rechaza con igual énfasis los incumplimientos de la Constitución española, también los demás, no podemos pensar sino que su "respeto a la ley" es una filfa, una mera "superestructura" mental para vehicular su odio a la independencia de Cataluña, de hecho, a la mera CONSULTA a los catalanes.

    Con un supremacismo detestable, suele mostrarse en este foro como adalid de la ecuanimidad, selecto, distinguido de los demás, que por lo visto creemos estar en posesión de la verdad, frente a él, falible y abierto a opiniones y puntos de vista. Pues menos mal que no es un intolerante, menos mal que es falible, porque lleva un año cual bloque de hormigón rígido e inmutable, trabajando para que unos catalanes honestos sigan privados de libertad.

    Demencialmente, se atreve a hablar de "golpe de Estado", violentando la lengua castellana. ¿No tendrá diccionario, el pobre? Apuesto a que es de los que esgrimen la persecución del castellano en Cataluña. No hace falta!, ya despanzurra él la lengua con hiperbólicas sandeces. Se lo dice hoy Iñaki Gabilondo en su alocución de El País, que parece dedicarle personalmente.

    En fin, perdón a los catalanes por dignificar con una respuesta un discurso simplemente impresentable.

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    1. Gracias por su buena educación. Y no se preocupe, que no volveré a contestarle; es evidente que lo que usted entiende por mantener una conversación civilizada y lo que entiendo yo son cosas no sólo distintas, sino yo diría que opuestas.
      Una precisión nada más: el "odio" del que usted habla lo encontrará más fácilmente mirándose al espejo. Uno de mis mejores amigos (lo somos desde hace casi medio siglo) es independentista. Y seguimos siéndolo, y no preveo que vayamos a dejar de serlo nunca. Claro que hay una diferencia básica con usted: él razona, y admite la posibilidad de que otras personas, razonando también, piensen de un modo distinto al suyo. O sea, es exactamente lo contrario de usted.
      Pero no se preocupe: siga usted con su intolerancia y su mala educación, que yo no voy a reprochárselo; sé que sería inútil.
      Hasta nunca, penoso señor.

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