Sábado, 2 de diciembre
MÁS VALE TROCAR
“Más vale trocar / placer por dolores / que estar sin
amores”. Escucho, en la iglesia de San Juan el Real, al coro de mi amigo Javier
Almuzara cantar a Juan del Enzina.
¿Más vale
trocar placer por dolores que estar sin amores? Hace tiempo que ya no pienso
así. La edad nos vuelve más hedonistas.
Yo prefiero
los pequeños placeres de cada día al tormento del gran amor. De esos ya he
tenido bastantes. Casi siempre no correspondidos, y entonces lo pasaba mal;
alguna vez correspondidos, y entonces acababa pasándolo peor.
“Más vale
trocar / los grandes amores / por placer sin dolores (de cabeza)”.
Martes, 5 de diciembre
LA PIEZA 25
Cuando tengo clase a las doce, como varios días de este
semestre, no puedo pasar por mi mesa redonda habitual de Las Salesas. El
recambio lo he encontrado en la panadería-cafetería Granier, cercana al Milán.
Llego a las once, pido un cortado y, si está libre mi mesa del fondo junto a la
ventana, soy feliz.
Siempre
llevo trabajos de los alumnos y algún libro reciente; también hojeo el
periódico (una hora da para mucho). No me molesta el rumor de las
conversaciones ajenas; todo lo contrario.
Hoy, tras
corregir unos cuantos comentarios al anuncio de la Lotería Nacional (una de mis
asignaturas se titula “Literatura y publicidad”, soy así de afortunado),
continúo con La pieza 25. Operación
salvar la infanta, de Pilar Urbano, asombrosa y verídica novela negra.
Leo cada
vez más admirado y abochornado. Admirado por el minucioso trabajo de la autora,
por los innumerables pequeños detalles exactos; abochornado como español por el
retrato de mi país que de estas páginas se desprende.
Urdangarín
y la infanta compran un palacete en Barcelona cuyo importe supera en mucho al
que ellos pueden pagar con sus ingresos declarados. El anterior jefe del
Estado, a través de un emisario de la Casa Real, le hace llegar al propietario
de La Vanguardia una detallada nota
sobre cómo debe tratar su periódico el asunto. Termina con un “te pido”, que
en realidad es un “te ordeno”: “Que presentes como una aportación positiva que
los duques de Palma fijen su residencia en Barcelona. Que lo presentéis como
algo natural de compra inmobiliaria, con los riesgos de endeudarse que tienen
las parejas jóvenes de hoy”.
El
propietario de La Vanguardia, tercer
conde de Godó, aspiraba al título de Grande de España. Pasó por el aro, en esa
como en tantas otras cosas, y le fue concedido.
Apenas hay
página en el libro sin una inmundicia de gente que teníamos por decente. Dan
ganas de decir aquello de “un país como este no es el mío”. Pero sí, es el mío,
es nuestra querida España en el período más largo de paz, prosperidad y
democracia que ha tenido en toda su historia.
Miércoles, 6 de diciembre
UN DÍA TRISTE
Cómo nos han engañado. La posverdad (que es como ahora se
llama a las mentiras de siempre) no la inventaron las redes sociales, tampoco El País: forma parte de la esencia misma
del periodismo, es lo que permite que una empresa periodística pueda ser un
buen negocio aunque esté en números rojos.
Subrayo, en
el libro de libro de Pilar Urbano, unas pocas líneas referidas al anterior jefe
del Estado: “No era precisamente ese tipo campechano y simpático que la gente
creía. ¡Ni hablar! Las bromas podía gastarlas él, no tú; y había que andarse
con tiento para llevarle la contraria. De puertas adentro, el Rey era un señor
geniudo, pagado de sí mismo, egoísta y mandón. Un capitán general de ordeno y
mando, déspota con el servicio, sin distinguir entre camareros, chóferes,
valets de cámara, edecanes civiles o ayudantes militares de alta graduación. De
humor cambiante, un día eufórico y guasón, y otro día irritable. Despectivo,
hasta grosero a veces, con la Reina. Y con un ego de rey que ni su hijo Felipe
le aguantaba”.
Pero eso es
lo de menos, lo de más son sus “negocios”. Con que sea verdad la mitad de lo
que se ha contado sin que nadie lo desmienta, Urdangarín queda convertido en
una hermanita de la caridad.
Yo voté
ilusionado esta constitución, pero hoy nada tengo que celebrar. Todo lo
contrario. La han utilizado, como la banderita que adorna cinturones y
ventanas para dar con ella en la cabeza a quienes piensan de un modo distinto.
Pero he
prometido no hablar de lo que unos llaman política y yo llamo historia de
España. Y no voy a hacerlo, prefiero que primero hablen las urnas. Después del
21 de diciembre veremos qué pasa.
Yo me temo
lo peor. Una vez que se abandonan los escrúpulos democráticos ya no hay marcha
atrás: tricornio y tente tieso.
Espero
equivocarme. Mi amigo Abelardo Linares siempre me dice que, al contrario que en
literatura, en política no doy una. Ojalá tenga razón.
Jueves, 7 de diciembre
LA REDOMA AZUL
“A todo el mundo le gusta que le cuenten una buena historia,
pero a nadie le gusta que le cuenten cuentos, especialmente si son cuentos de
fantasmas como los que a ti te gusta contar”, me dijo Miguel.
Estábamos
en el Vetusta, con más gente de la acostumbrada, en la mesa peor iluminada, y
yo pensé que tenía que improvisar una buena historia si no quería que me
volviera a aburrir con el cuento de sus cuitas amorosas. Tenía sobre la mesa
(yo nunca salgo de casa sin un libro: sería como si saliera desnudo) las Divagaciones de un haragán, de Jerome K.
Jerome, que había comprado por la mañana en un puesto del Fontán. Lo había
comprado porque guardaba un buen recuerdo de Tres hombres en una barca, leído a la hora de la siesta en una de
esas interminables tardes del verano extremeño, cuando no había nada que hacer
y no se podía salir a la calle, y por la dedicatoria a su mejor amiga, “que
nunca critica mis defectos, ni me pide dinero, ni se elogia a sí misma; a la
compañera de mis horas de ocio, al consuelo de mis penas; a la que comparte mis
desdichas y esperanzas”. Tras media página de elogios esa amiga resulta ser la
más veterana de sus pipas.
Al ir a
comprarlo, me entretuve un momento hojeando el volumen, y cuando levanto la
vista me veo reflejado en una redoma de vidrio como de gabinete de alquimista.
La señalé con el dedo.
––¿Cuánto
pide por ella?
El mismo
vendedor al que había pagado un euro por el libro de Jerome K. Jerome me
respondió con una cantidad astronómica. Creí que no había oído bien. Pero él la
repitió más despacio. No había ninguna duda.
––Es que es
mágica –aclaró sonriente–. ¿No ha oído hablar usted del cuento de Aladino?
Dentro hay un genio dispuesto a concederle a su poseedor tres deseos.
Sonreía y
yo le seguí la broma.
––¿Y no se
los ha pedido usted ya?
––A mí no
me la vendieron, me la regalaron (bueno, en realidad la encontré entre los
trastos de una mudanza) y así no vale.
––Me gusta
su forma y parece antigua. Pídame una cantidad razonable.
––Quinientos
euros. Ni uno más ni uno menos.
––Cincuenta.
Es todo lo que tengo.
––Hecho.
Nos
estrechamos la mano, me dio el frasco de impreciso color azul y me despidió con
un “suerte y cuidado con lo que pide”.
Yo caminé
hacia el Campillín, como hago todos los domingos (ayer no era domingo, pero era
fiesta o sea que como si lo fuera), sabiendo de sobra que no había hecho una
buena compra, sino que había hecho el primo.
La
misteriosa redoma cada vez se parecía más a la caprichosa botella de algún
licor. A pesar de eso, me entretuve en pensar qué tres deseos pediría si fuera
verdad que había un genio dentro.
¿Qué era lo
que yo más deseaba? ¿El premio Nacional de Literatura, el Nobel? Premios no,
gracias, que soy alérgico. ¿Una mujer que quiera compartir su vida conmigo?
Bueno, eso más que un premio sería una condena. ¿Un hombre que ídem? Preferiría
un perro, o mejor un gato. No estoy yo hecho para la vida de pareja en ninguna
de sus variedades.
Y mientras
andaba en estas cavilaciones, no te lo vas a creer, amigo Floriano, pero de la
botella, dejémoslo en vulgar botella, comenzó a salir una especie de humo,
primero casi imperceptible, luego cada vez más denso, de un color también extrañamente
azul. Me asusté un poco. Estaba yo entonces frente al escaparate de la librería
de Valdés, donde siempre me detengo un momento todos los domingos, a pesar de
que, tras un desagradable incidente, hace tiempo que no la frecuento. Dejé la
botella en el suelo, decidido a olvidarla allí, pero una mujer que esperaba el
autobús en una parada cercana me miró con mala cara. Quizá pensó que se trataba
de un artefacto explosivo, de un cóctel molotov o algo así. Para disimular, me
agaché, hice como que me ataba el cordón del zapato, la recogí y seguí
caminando. En el pasaje que lleva desde el antiguo colegio Hispania hasta la
calle Magdalena, que siempre suelo utilizar, y como no había nadie a la vista,
abandoné la botella en una esquina. Al darme la vuelta un momento, antes de
salir a la calle, llena de gente a aquella hora, miré hacia atrás y me pareció
ver que, como en las viejas película, el humo se hacía más denso y comenzaba a
formar una figura vagamente humana. Aceleré el paso.
––Pues a mí
se me ocurren qué tres deseo podías pedir –me dijo mi amigo, que por supuesto
no se había creído nada de lo que le había contado–. Podías pedir que me den el
Nobel a mí, ya que tú no lo quieres; y que mi exnovia vuelva a mí, que no puedo
vivir sin ella, y que este billete de lotería que me acaban de regalar resulte
premiado.
––¿Quieres
que vayamos a ver si la botella todavía sigue allí? Apenas pasa gente por ese
atajo que no ataja nada.
Fuimos y
allí estaba, todavía humeante. Mi amigo Miguel se asustó.
––Creí que
lo habías inventado todo. A saber lo que habrá contenido, quizá algo venenoso.
Mejor nos vamos. Para el Nobel ya hay tiempo, y si ella no vuelve, sabes lo
que digo, que le den, que no me faltan candidatas a sucederla.
Viernes, 8 de diciembre
NO BRILLA LUZ ALGUNA
El subtítulo de la obra de Jerome K. Jerome, “Libro para los
días de asueto y de pereza”, resulta sugestivo, pero su humor se ha vuelto trasnochado
y sin gracia. El último párrafo, sorprendentemente, parece el comienzo de un
cuento de terror, el cuento de mi vida, de cualquier vida: “Me he quedado solo
en mitad de un camino que es todo oscuridad. Tropiezo a cada paso, aunque no sé
con qué, ni me importa averiguarlo, con tanto mayor motivo cuanto que ni el
camino parece conducir a ningún punto bien determinado ni brilla luz alguna que
pudiera guiarme”.
Coetáneos más o menos a Jerome K Jerome son, por ejemplo, Mark Twain, Saki, O. Wilde, Wodehouse o Waugh, que SÍ tienen gracia.
ResponderEliminarO Richmal Crompton o Eça de Queiros que tienen MUCHÍSIMA gracia.
Por lo que -entiendo- que Jerome K Jerome tampoco debía resultar demasiado graciosos en su momento. Pero triunfó. Un poco, para entendernos, como pasó, ya luego, con Tom Sharpe. Que el pobre hombre, maldita gracia tenía, pero sin embargo supo conectar con el sentido del humor (en mi inmodestia, lamentable) de un montón de occidentales de su generación.
Un abrazo, Martín. Y para todos los demás, otro. ;-)
Como Calderón... ¡Qué trasnochadas y vacuas sus comedietas, con sus señoritas, sus criaditas y criaditos, sus sulfurados machos...! Mucho más actuales y llanos son Lina Morgan y Ozores. Cosas del Siglo “ricitos” de Oro, del que tanto se ríe con razón Cervantes.
EliminarSupongo que Calderón será don Vicente (y el glorioso Aleti). Ja ja ja...!. Por cierto... el teatro donde la simpar Lina distrajo años y años a Engracias y Gregorios ¿se llamó así en honor del popular dramaturgo?
Eliminar¿Sabes, Martín? En España nunca hubo democracia y nunca la habrá, a menos que una plaga apocalíptica aclaree decisivamente la tribu, o sobrevenga una mutación genética masiva, o un meteoríto impacte en la península (o en nuestro vecino Magreb, al que tanto nos parecemos) y la polvareda opere de salvífica correctora de la Historia. No puede haber democracia, buen Martín, sencillamente porque no existen demócratas suficientes para que se desarrolle y se expanda por estos territorios de Caín.
ResponderEliminarSi damos por bueno lo que cuenta Pilar Urbano, saquemos las elementales conclusiones: lo sabe la clase política que se dice progresista, lo mismo que conoce las tramas corruptas y los atentados in crescendo a la ilusoria democracia que vivimos. Y no obran con la honestidad y la consecuencia esperable... ¿Sabemos por qué? Pues porque el garrulo pueblo no iba a poner buenos oídos a estas especies tan desasosegantes para su espinazo acomodado a la flexión. Y porque reflexionar es antónimo de flexionar y conlleva una secuela que es la de obrar en conciencia y consecuencia. Y nadie gusta de sentirse cobarde y acomodaticio. Mejor, entonces, no pensar demasiado.
Esta es la realidad nauseabunda, nuestra realidad social: un pueblo sumido en la ignorancia mas abyecta, que hace que, pudiendo poner remedio a tanta miseria moral y de la otra, consiente y hasta aplaude a sus verdugos.
Y hago un aparte para, en lo político, vituperar el miserable papel que está representando el PSOE -cómplice necesario de todo lo que viene ocurriendo en este desgraciado país-, que se niega a conformar una mayoría que expulse del gobierno a quienes todos sabemos. Su bastardo tactismo nos arruina a todos: con su impostura, hace de tapón para que el pueblo llano (muy crédulo al parecer) NO haga algo positivo por salir del pozo en que lo tienen sumido.
PS.- Dicen que se va a reeditar La Pirenaica.
"En España nunca hubo democracia y nunca la habrá". Así son los Puros de Toda la Vida, señora, y no hay más que hablar. Alguna vez he citado el índice de democracia que anualmente publica The Economist, no más que por ser el más conocido y fácil de encontrar; aquí lo pongo de nuevo (https://es.wikipedia.org/wiki/Democracy_Index). Como podrá ver quien lo desee, España figura ahí como "democracia plena", por encima de países como Japón, los USA, Italia o Francia.
EliminarYa sé que es inútil: todo lo que contradiga los invulnerables prejuicios de los Puros de Etcétera será inmediatamente negado o descalificado. En lo que dichos Puros se parecen minuciosamente a cualesquiera otros intolerantes. Un ejemplo: Berlusconi, criticado en su momento por su manejo (y sus manejos) sui generis de la democracia, se refirió al semanario inglés como "The Ecommunist" (gustaba, como es sabido, de calificar de "comunista" todo lo que no le complacía, igual que los Puros de Etcétera de no-democrático todo lo que no les complace).
En fin, son así. ¿Amnistía Internacional? ¿La UE? ¿La ONU? Pura broma no democrática, oiga. ¡Ay, dónde hubiera una buena República Bolivariana Española! Eso sí que sería verdadera democracia.
Y no se crea que los Puros en cuestión dan, ni darán jamás, razones que justifiquen sus dislates. No, oiga, es mucho más cómodo y decisivo sustituirlas por burradas tipo "nauseabundo", "abyecto" y demás familia. Igualito que todos los Berlusconis que en el mundo han sido, y los que nos quedarán, que ya se ve que el género no se agota. Agota, o eso intenta, la paciencia mejor ejercitada, pero nada más.
Por cierto, no para los Puros, que se negarán a ensuciarse ojos y meninges con su lectura, pero sí a quienes no tengan tan invencibles prejuicios, les recomiendo la lectura del artículo que enlazo a continuación. Quizá los hechos ahí descritos les den algo que pensar. https://elpais.com/elpais/2017/12/06/opinion/1512561741_484013.html
EliminarAy, Amate es macho, don Erre.
EliminarSi Erre lo dice...
EliminarEl denominado por algunos como "el mejor embajador de España" no va a ser bien tratado por la historia. Sus afananzas y rijosidades lo han convertido en el personaje opuesto al ejemplar que debería ser nuestro espejo. Pero ya se sabe que los pillos han gozado siempre de gran aceptación popular. Paradojas como la de Juan del Encina, a quien servidor también cantó unas cuantas veces.
ResponderEliminarCasualidades de la vida; esta es la verídica confesión que me ha hecho un librero de viejo que conozco. Costará trabajo creer tamaña casualidad, pero lo transcribo tal como me lo contó:
ResponderEliminar"Vivo en la calle de Mon de Vetusta, en un piso muy viejo. El excusado de ese piso tan viejo tiene las cañerías de plomo antiguo. A veces -dicen que con las crecidas invernales del Nora- algunos desagües de las casas del barrio se embozan y rebosan. Y como la de este librero de viejo del Fontán -de ese oficio malvivo- era una de ellas, los días pasados de crecidas y salidas de madre de los cauces fluviales del área metropolitana del Gran Oviedo (Neira dice que llega hasta El Berrón), sufrí en retrete propio las idas y venidas del nivel freático subsolar.
Así que compré en un litro de salfumán a granel en una droguería de Salsipuedes, que el servicial droguero no tuvo inconveniente en trasegar a una botella azul de agua de azahar que llevaba vacía ( la crisis del negocio y las aciagas noticias que me envenenan la vida han hecho que recurra a este inofensivo y natural atemperador de nervios), y con ella en una bolsa de malla me fui a subir la persiana del tabuco. Poquísimo llevaba vendido aquellas tres últimas semanas y..., y en esto que entra un señor que hojea y manosea el género con una parsimonia un tantico irritante. Total que se quedaba un librillo que casi le regalo por un euro. Pero aquel extraño visitante -cabeza grande, cuerpo pequeño, gafas de culo de matraz, ojillos pura ranura- que se fija en la botella del salfumán que había dejado en un estante, al lado de una partida de material de Álvaro de Retana, un encargo del seminario diocesano. Total que se interesa por el frasco. Y yo, por seguirle la broma, que le pido un pastón. Y él que menos. Y yo que es un frasco con encanto. Y el que insiste. Y yo que en cincuenta. Acepta y se queda alelado mirando el envoltorio que le devolví con una advertencia: “Suerte y cuidado con lo que pica”. Se fue y yo tan pancho con los cincuenta de vellón: si habrá pardillos...
De regreso a casa, merqué en Carrefour otra botella del ácido desatascador (tres cincuenta, negocio redondo) y al llegar a casa, todo fue verterlo en la taza del váter y ver cómo se esfumaba la basura aquella gracias al salfumán.
Anteanoche en la cama, inmune a los efectos del agua de azahar, me dio por pensar en qué habría hecho aquel infeliz con la botella. Por un momento sentí un escalofrío pensando en un eventual percance y que el cáustico pudiera quemar la epidermis (o el esófago: acababa de ver la peli Suburbicon) de aquel incauto. Pero luego me dije que más quemado estaba yo con la crisis y los recortes. Me di media vuelta y dormí toda la noche de un tirón.
Miro las páginas de sucesos desde entonces, eso sí".
Desde el momento en que no entendió que un elefante cualquiera tiene mayor majestuosidad y majestad que él, ya se podía prever todo lo demás. Desde aquel momento se le podía dejar por imposible, por caso perdido.
ResponderEliminarPues sí que lo tienen jodido los Puros, rebeldes y discrepantes de los Expendedores Oficiales de Títulos de Calidad Democrática, como el Economist y otros editores de rankings y Hit-Parades.
ResponderEliminarPero ¿qué me dicen de los Impuros? Los Impuros salen a la calle y ven a la fuerza pública atizando a los manifestantes, o impidiendo por la fuerza que otros voten; ven masas de estafados por las preferentes que protestan; leen las noticias de que el Gobierno saca incansablemente fondos del fondo de pensiones; observan el paro masivo y la desigualdad social y económica galopante; contemplan los banquillos judiciales bulliciosos de gente del partido gobernante; se asombran del modo como el Gobierno recoloca jueces y fiscales muy favorablemente -para ellos-; ven al Tribunal Constitucional, vulgo TribuCosti, convertido en tribunal ordinario perseguidor de individuos; estudian atónitos cómo la factura de la luz asciende arbitrariamente sin que los poderes públicos se den por aludidos, etc, etc.
Entonces el Impuro, retorna compungido a casa y se dice a sí mismo:
"
qué ojos más tontos tengo y qué órganos sensoriales más deteriorados: me dicen cosas de mi país que no pueden ser ciertas, porque ha dicho el Economist que Spain ya no "is different" sino una democracia fetén al mismo nivel de la turc, uy, perdón, de la suiza o de la italiana. Tengo que visitar al neurólogo.
"
Listos estamos entre los Puros y los Impuros.
Si el HA de los Mil Nombres hubiese leído (pero no, yo ya lo dije) el artículo que enlazaba en mi último mensaje, vería que en él se dice, entre otras cosas, que "Como en todos los Estados democráticos sería falso afirmar que no se producen vulneraciones de los derechos fundamentales, porque los Convenios internacionales y las Constituciones son obras humanas, aplicadas por seres humanos, y por tanto sujetas a errores, omisiones en su protección o interpretaciones diversas"; y cómo, no obstante esa obviedad, "las cifras comparativas de España son buenas".
EliminarY vería también, con los datos y la fuente para que cualquiera lo contraste, que las violaciones condenadas por sentencia europea de los DDHH en países entre los primeros por calidad democrática (Reino Unido, Francia, Alemania, Suecia u Holanda, por ejemplo) son muy superiores a las de España.
En resumen: las violaciones de los DDHH se dan, por desgracia, en todos los países, incluyendo a los más democráticos. Pero tan falso sería afirmar por ello que cualquiera de los que aquí cito no es un país democrático como lo es afirmarlo de España.
Y HA no tiene que visitar a neurólogo alguno, que yo sepa, aunque no estaría de más que aprendiese a mirar la realidad con menos prejuicios. Pero ya sé que eso es como pedir peras al olmo: algo contrario a su naturaleza. Qué le vamos a hacer.
Nunca en Cataluña se había pegado con tanta saña y furia como el 1-O. Creo incluso que se torturó a dos ANC, tres Ómnium y un Cup. Porque en 2015 los mozos no cascaron, y la chica que perdió el ojo reventado por una bala de goma en realidad tropezó con el ancla de un yate. Así que no comparemos un suceso con el otro.
EliminarCreo que psicópata se denomina, no al asesino, como opina el vulgo, sino a todo aquel desgraciado que tiende a distorsionar la realidad porque la conciencia le funciona sin filtro.
¿Deberán los mozos ir a escupir sobre la lápida del asesinado por llevar tirantes con la bandera española?
Qué poco demócratas somos si ignoramos las atrocidades de la extrema izquierda y vivimos obsesionados con las posibles cometidas por la extrema derecha. No me imagino lo que arderían las redes si un facha hubiera asesinado a un pobre okupa por lucir la bandera republicana. Este desvío, señores listos, es una forma de psicopatía, les guste o no el término.
¡Y pensar que los pobres energúmenos de Blanquerna, que se limitaron a reventar un acto y dar siete empujones (no hubo agresiones, determinó el juez) han sido condenados a cuatro años de cárcel!. En justa proporción, ¿qué pena deberán asumir los que, como ellos, actuaron en Cataluña contra la legalidad vigente? A no ser, claro, que la legalidad sea interpretable a gogó.
Pues Cer, este HC no es el Hombre (?)de los Mil Nombres, ya ves. Cierto que HC tiene un deje curiosamente parecido al de HMN, pero no son la misma persona. Aunque HMN suscribe de pe a pa todo lo que escribe HC. Admita R que R que existen más personas que razonan como HMN y por cuya salud mental no hay que invocar las improbables peras del cierto olmo.
EliminarQue pases confortablemente esta Fechas.
Mil gracias, amable amigo; lo mismo se le desea (sea quien sea, dijo el eco).
EliminarDe nada, faltaría más.
EliminarCuando don Erre admite que en España se pisotean los derechos humanos, ya ha hecho la concesión capital a sus adversarios, por lo que se comprende muy mal que se ponga tan terne y recalcitrante, acusándoles de impermeabilidad intelectual: ya les ha dado la razón. Que aquí se pisoteen los derechos un 30% más o menos que en Suecia es una cuestión debatible, pero de segunda fila. Se palpa la inseguridad y la angustia de don Erre buscando en fuentes exteriores (The Economist, El País o lo que sea) la calma a la inquietud que le debe causar la observación directa.
ResponderEliminarEs bastante chusco que hable de democracia defectuosa sin preguntarse qué cantidad de "defectos" es admisible sin que el concepto se venga abajo. Demasiado The Economist y muy escaso Aristóteles. Un burro no es un caballo con defectos. Es ya otra cosa. Y lo mismo ocurre con la democracia.
Cuando veo a don Erre cojeando, apoyado en la muleta de The Economist, no puedo por menos de recordar un viejo chiste de Tip y Coll. Un señor, muy acomplejado por bajito, vuelve con los amigos bien ufano y con la cabeza alta: ha conseguido un certificado médico donde se afirma que mide 1.85 m. El certificado médico de don Erre lo firma The Economist.
El certificado médico lo firma la realidad, mi buen y tozudo amigo. Ésa que dice que no existen ni obras ni comunidades humanas perfectas, y que negar la condición de democrático a cualquier país porque en él no se respeten al 100% los DDHH es negársela a todos, y negarse de paso a admitir la obvia verdad de que el ser humano, individualmente o en grupo, no alcanza la perfección.
ResponderEliminarEl problema de los Puros de Toda la Vida es que, por desechar lo que presente la más mínima imperfección, de acuerdo con sus Insobornables Principios, no sólo tiran al niño con el agua sucia del baño, según la vieja expresión inglesa, sino que acaban aprobando como modélicas cosas infinitamente peores que las que descartan, y que en realidad sólo tienen la virtud de que sus prejuicios les hacen invisibles sus muchos defectos.
Por lo demás, la "muleta" que dice, y tal como ya expliqué, no es única, sólo la más conocida. La ONG Freedom House, en su último estudio anual, otorga a la democracia española 94 puntos sobre 100, por encima (otra vez) de Francia (90), Italia o los USA (ambos 89). Para el proyecto Polity IV, España es actualmente una de las "democracias plenas". Para el Global Democracy Index, España ocupa el puesto 19 (17 para The Economist, recuerdo), es decir, en niveles similares. Nada de eso importa, ya lo sé, que los Puros no reparan en detalles.
Ya que cita a Aristóteles, yo le citaré a Platón, para decirle que ellos, los Puros, se mueven en la intangible esfera de la Verdad, mientras que los humanos vulgares (y todas esas otras gentes que he citado, pobrecitas) lo hacen en la de la mera doxa, la opinión. No hay color, ya lo sé.
Y ese caballo que no es un burro, no sólo no lo es, sino que es Rigurosamente Perfecto. Cierto que, dicen, la perfección absoluta no es cosa humana; pero eso no importa, que hablamos de Caballos (Celestiales y Verdaderos, algo así, pero todavía mejor, como los houyhnhnms de Swift), no de meros seres humanos. Midan lo que midan, pobrecitos.