Martes, 3 de enero
VENTAJAS DE HABER SIDO UN NIÑO POBRE
Qué fácil resulta sacarme de mi zona de
confort. Como un gato viejo, fuera de los cuatro rincones de costumbre me
siento perdido. Mi primer idea, cuando llego a un lugar en el que no he estado
nunca, es darme de inmediato la vuelta. Pero afortunadamente no suele haber
plaza en los aviones que regresan el mismo día, o la hay a un precio
prohibitivo.
Es
fácil sacarme de mi zona de confort, tan fácil que para sobrevivir ha tenido
que ir aprendiendo a crearme rápidamente otra.
Salgo
la calle, en la hora melancólica del atardecer, como un niño enfurruñado,
echando de menos mi café de siempre y los amigos de costumbre, suspirando por
regresar. Pero en el parque Bellini, al lado mismo del hotel, me sorprende un
viejo conocido, familiar desde la adolescencia ("en llegando a esta
ocasión, / un volcán, un Etna hecho, / quisiera arrancar del pecho / pedazos
del corazón") y junto a él, sobre los tejados de la ciudad, las nubes
forman un círculo tan perfecto que no parece obra de la azarosa naturaleza,
sino de alguna inteligencia no humana. ¿Un ovni sobre Catania? Por si acaso
mando mi fotografía a Cuarto
milenio.
Sonrío
como un niño que por un momento se olvida de su mal humor. Sigo caminando y, de
pronto, en la plaza Stesicoro me encuentro con la entrada al anfiteatro romano,
medio sepultado a un lado de la plaza. Bajo unas escaleras metálicas y ya estoy
en otro mundo, vigilado por la fachada barroca de una iglesia (como casi
siempre en esta ciudad). Lo que queda del anfiteatro se puede recorrer como un
laberinto. Juego a perderme en él, sin hilo de Ariadna, sin miedo a toparme con
el Minotauro. A quien me gustaría encontrar es a cualquiera de los viajeros del
Grand Tour, a Goethe por ejemplo, que también se dejaron fascinar por este
lugar.
Al
otro lado de la acera, en la misma vía Etnea en que está mi hotel (que casi no
es tal, sino un viejo caserón en el que tengo alquilado un cuarto con una gran
terraza sobre un destartalado jardín), dos cafés, uno al lado del otro, hombro
con hombro, el Spinella, abierto desde 1936, y el Savia, desde 1897. Ya tengo
donde escribir versos y leer La
Repubblica. Y la librería Feltrinelli, uno de mis
rincones favoritos de Italia, también en la misma larga calle, que termina en
la Piazza del Duomo y tiene siempre al fondo en lo alto, vigilante, como
dispuesto a ponerse en marcha de un momento a otro, a un viejo amigo, el Etna,
coronado de nieve y, en mi memoria, de versos de Góngora y Virgilio.
Hace
una hora, o quizá dos, me sentía desvalido y desterrado; ya me siento como en
casa.
Soy
un niño caprichoso, nunca he dejado de serlo, pero también fácil de contentar,
de distraer con cualquier cosa. Es lo que tiene haber sido un niño pobre.
Miércoles, 4 de enero
UN REPROCHE EN ORTIGIA
Las doce en el reloj, como en el poema de
Guillén, y yo sentado en la Piazza del Duomo, en el centro mismo de la isla de
Ortigia. Tengo enfrente la catedral, el antiguo templo de Atenea; a la derecha,
la iglesia de Santa Lucía, con el cuadro en el que Cravaggio pinta su entierro
(el cuerpo está en Venecia, en el Campo de San Geremia: la inscripción en su
honor es visible desde el vaporetto); a la izquierda ensortijados palacios
llenos de luz, y en torno el mar del mismo deslumbrante azul que cuando aquí
llegó Platón llamado por el tirano de Siracusa.
Las
doce en el reloj, el acorde perfecto, y yo por un instante sintiéndome el
centro de tanto alrededor, a gusto con el mundo y conmigo.
Por
un instante. De pronto es como si se apagaran las luces del escenario y todo
quedara oscurecido por la tinta de la melancolía.
No
soporto estar solo, ahora lo descubro. Necesito la distracción y el debate para
no pensar en lo que se avecina. Menos mal que con el teléfono móvil, del que
tantos abominan, uno nunca está solo. Me llama Abelardo Linares, que también
anda un poco alicaído últimamente, y enseguida me las arreglo para discutir un
rato y así sacudirme la tristura.
–¡Bueno
has puesto el libro de viajes extremeños de Antonio Moreno! Y todo porque no te
gusta lo que dice de Aldeanueva del Camino o porque copia lo que cuenta un
panadero de Galisteo y tú no estás de acuerdo!
–No
es eso, Abelardo, no es eso. Yo pensaba reseñar ese libro, pero se me cayó de
las manos. Es obra de poeta, en el mal sentido de la palabra, es el libro de
quien no cree necesario revisar los datos. Y un dato falso hace que una crónica
se venga abajo y lo mismo pasa con una generalización abusiva. Me defraudó y
por eso no quise hacer una reseña.
–Pues
fue peor que si le hubieras dedicado una.
–Hay
que distinguir de géneros literarios, amigo Abelardo. Yo no los confundo nunca.
En el diario caben la subjetividad y el capricho; en la crítica, no.
Le
cuento que estoy estos días de viaje solo y que ya estoy un poco harto de tanto
andar conmigo porque me tengo muy visto. Y me temo que al paso que voy, a
diario por año, a mis lectores les va a pasar lo mismo.
Jueves, 5 de enero
EN EL GRAN TEATRO
La alegría de tomar el tren cada mañana.
Ayer, fue Siracusa; hoy es Taormina. Las chumberas y los naranjos, la línea
azul del mar y las tierras fértiles de la isla asomándose siempre a la
ventanilla. La alegría de partir en la mañana temprano, cuando todo relumbra
como recién creado. No hay otra comparable a ella.
Pero
siempre anochece demasiado pronto. Cada día, como un símbolo del viaje de la
vida: niñez, juventud, senectud; todo comprimido en unas pocas horas. Estar
solo y estar lejos ayuda a verse mejor. Cada día, cualquier día, un triple
salto mortal. Y ahora, lejos, descubro como ayuda la red de los amigos, aunque
finalmente –ya lo sé– no sirva de nada.
La
belleza no es un buen lugar para vivir. No conozco lugar más hermoso que los
riscos de Taormina, rodeados de islas y con el Etna siempre vigilante. Ninguno
más incómodo, salvo quizá el empinado Anacapri. Vivir aquí, siempre pendiente
del taxi, de los caprichos del autobús, jugándose la vida con las curvas y más
curvas en el coche particular, no me apetece demasiado. Aquí los hoteles y las
villas suntuosas son cárceles de lujo. Y no quiero ni imaginarme lo que debería
ser este lugar en el siglo XVIII, cuando comenzó a ponerse de moda. El burro
era entonces el único medio de locomoción.
A
mí me gusta llegar, subir al gran teatro, que no necesita decorados pues su
telón de fondo es el más hermoso que se haya podido imaginar. Sentarme en una
de las gradas, cerrar los ojos y escuchar a Antígona discutir con Creonte el
eterno debate entre legalidades, tan actual hoy como entonces. Yo me entretengo
imaginando una versión actual con Rajoy de Creonte y Ada Colau haciendo de
Antígona.
Y
no me parece una falta de respeto traer a estas solemnes ruinas los repetitivos
y para algunos aburridos debates de hoy. No eran muy distintos los que ocuparon
a Sófocles o a Aristófanes, uno en tono solemne, el otro en tono burlón.
Viernes, 6 de enero
EL MEJOR REGALO
¿Cuánto tiempo hace que este día ha dejado de
ser mágico? ¿Cuánto tiempo hace que dejé de ser un niño?
Pero
quizá no ha dejado, no he dejado de serlo. Me despierto en Catania, un lugar
que era un nombre en un mapa, páginas desgarradas de Giovanni Verga, música de
Vincenzo Bellini, el sufrido esplendor de los años del azufre, el oro amarillo,
cuando soñaba con convertirse en otro Milán.
Ahora
es ya una de las ciudades de mi colección. Cuántas tardes he paseado arriba y
abajo, como un catanese más, por la vía Etnea, cuánto me ha deslumbrado, cuánto
me ha llenado de tedio, convertida de pronto en la ciudad de Cavafis, esa
"angosta esquina de la tierra" de la que no saldremos nunca.
También
he creído encontrar el amor, como hago siempre en los lugares a los que llego
la primera vez, y afortunadamente era una ilusión. Me he pasado la vida
buscándolo, pero si lo encontrara no sabría qué hacer con él.
Una
ciudad nueva y unos cuantos lugares cercanos revisitados. Y en cada uno de
ellos un regalo especial. Yo he apreciado sobre todo aquel arco iris sobre la
bahía de Lentojanni, vista desde la parte alta del teatro de Taormina; luego
descendiendo volvió a aparecer sobre Isolabella. Y la biblioteca pública
instalada en la antigua iglesia y convento de San Agustín. Fuera, en torno a la
Piazza 9 de Aprile, el más hermoso espectáculo del mundo; dentro, un silencio
cargado de maravillas: yo abrí al azar un libro y era de Quasimodo y hablaba de
esta isla y del Mar Jónico y de los dioses que se bañaban en él.
Cierto
que alguna vez sentí la lanzada del tedio, pero ningún lugar es de verdad tuyo
si no te has aburrido en él. Lo que yo temo no es el aburrimiento, que en mi
caso es el abono necesario para que surja la ficción o el poema, sino la
desidia, la noche oscura del alma de la que hablaban los místicos, el
desinterés por todo.
Ayer
llegué a la estación de noche (en estas fechas oscurece pronto) y para ir desde
Catania Centrale hasta la Piazza Stesicoro, el lugar del centro más cercano,
hay que atravesar un escenario de novela negra: lugares sin apenas edificar,
descampados con algún oscuro vagabundo, grandes almacenes que guardan no se
sabe qué. Me perdí, cosa rara porque he hecho este camino más de una vez, y no
había ningún transeúnte al que preguntar. De pronto, escuché un tiro, o eso me
pareció; un hombre dobló corriendo una esquina; recordé las novelas de Sciascia,
viejas películas. Esperé escuchar sirenas policiales. Pero no pasó nada más. En
seguida apareció una avenida con la iluminación navideña. Llegaba a terreno
conocido. Si ocurrió algo, me dije, lo sabré mañana leyendo La Sicilia.
El tedio se fue con ese
disparo. Y yo supe que el mejor regalo de Reyes, el mejor regalo de cualquier
día, es vivir para contarlo.
Pues que sigas viviendo mucho para seguir contándonos estas historias reales o inventadas, tan fascinantes. Besos y feliz año.
ResponderEliminarUn niño caprichoso que ha sido pobre. En fin: ¿Dos grados negativos bajo cero?
ResponderEliminarY presumir hoy de conformista, cuando sus viajes a Italia son frecuentísimos y con el ajustadísimo presupuesto que supone ir hasta allí en el Alsa para dormir en una pensión y comer bocadillos de mozzarella, me parece demagogia ramplona para empezar el año añorando al bello Sánchez, cuya piel, por cierto, (según usted dijo aquí mismo) se estaba vendiendo antes de haber matado al oso.
Por lo demás, espléndida prosa, algo que es muy de agradecer siendo, además, que nos llega de forma gratuita, no con el óbolo que sugiere-exige su amigo Trapiello.
Leo y releo el primer párrafo y no entiendo nada, salvo que, al bueno de pig, le gusta perorar sobre lo que ignora. Difícil resulta ir a Sicilia en Alsa. Y en cuanto a Sánchez, la historia no ha terminado. Paciencia.
EliminarJLGM
El malo de Pig sabe más de muchas cosas que el bueno de Kurtz. Pero el señor O. (para servirles) no juzga a un personaje en bloque sino por piezas. Y el señor Martín tiene algunas lonchas aprovechables pero hay menudillos que ni por el forro. Llega a unas simplificaciones que asustan si habla de política y su tendenciosidad no tiene parangón. Sectario hasta lo irracional es capaz de ver la cabeza de Solón en un vulgar hijo de papá de pocas luces (como las del progenitor, que en su día también gozó del favor del fino analista JLGM, que ahora reniega porque todo tiene su límite faríngeo).
EliminarA este hombre, a Martín, solo se le puede aceptar sin enojo hablándole desde la superioridad. Si este blog suyo tuviese webcam, podría ver la risa sardónica que producen en algunos (servidor de ustedes, v.gr.) sus desternillantes autoalabanzas de listura. Debilidad esta que no empece para que haya que reconocer que escribe algunas prosas muy decentes y entretenidas, en un estilo aparentemente aseado y sin pretensiones, pero cargado de significantes y muy grato de leer, carente sin embargo (y ni falta que le hace) de la frondosidad léxica, del imaginario, del fascinante verbo que llegan a poseer algunos (servidor de ustedes, v.gr.).
Pero, ya digo, es fiel a un estilo que no por limitado deja de ser bueno.
Pocas veces he dicho cosas más sentidas en este Café.
Dice usted: "Soy un niño caprichoso, nunca he dejado de serlo, pero también fácil de contentar, de distraer con cualquier cosa. Es lo que tiene haber sido un niño pobre".
EliminarParadoja, contradicción, burgués de izquierdas que presume convencionalmente con orgullo de su origen humilde y ora se siente socialista combativo ora adicto al confort. Es indiferente que el Alsa llegue a Sicilia, Martin, sus frecuentes viajes al extranjero evidencian una acomodada condición económica que para si quisieran los perros de derechas de los que tanto abjura. Paradojas, contradicciones, empanada. ¿Ahora o todavía no?
Empanada, usted lo ha dicho, "señor el otro Pig". Vaya empanada mental la suya. Pobre, rico, derecha, izquierda... Debería repasar esos conceptos, algo que nunca viene mal. Ahora va a resultar que quien vive de su trabajo va a tener que pedir permiso por ser de izquierdas y aprovechar los viajes low cost. Qué cosas. Q
EliminarY qué deprimente mapa mental el de algunos lectores (que me perdonen los otros y Kurtz por este nuevo alarde de superioridad, pero es que me lo ponen demasiado fácil).
JLGM
Vaya, que no cunda el pánico. Parecería que mi tocayo (¿y vecino de pocilga?) y servidor atacamos al buen Martín por lo mismo. No es el caso; yo no restregaría por la cara a Martín su condición de un confortable pasar en eso de la pasta, que le abriga de las inclemencias de la crisis apocalíptica. Aunque es cierto que en alguna ocasión le hice esa objeción, puesto que dicha circunstancia inocente le impedía juzgar con objetividad lo mal que lo están pasado algunos y que de ello se derivaba su parsimonia y calma chicha. Pero nunca he puesto en tela de juicio que no le asistan buenas intenciones..., aunque torpemente encarriladas.
EliminarEs de agradecer, sin embargo, que estas pullas que recibe del personal anónimo salgan a la luz; me puedo imaginar lo que iba a pasar con ellas si el destinatario fuese su mortal enemigo de las letras (él dirá que no lo es, pero sí). Solo por eso ya pone en evidencia una loncha corporal muy de tener en cuenta. Y es una hermosa loncha: casi medio solomillo. Ibérico, no como el mío, que soy cerdo asturcelta de la montaña litoral.
Quien vive de su trabajo no debe malgastarse en caprichos el dinero que gana, porque si no se está comportando como un perro de derechas, frívolo e insolidario con la clase trabajadora.
EliminarSegún escribo voy comprendiendo por qué le tengo tanta alergia a la izquierda actual, que apenas se diferencia de sus adversarios más que en el momento de votar con absurda superioridad moral.
Martín, ezpliqueme por qué se siente usted de izquierdas. Hace algo especial por la raza humana o disfruta de su bien merecido confort?
Yo, es que fui militante de la izquierda coherente que daba la cara. No se si me explico.
Disculpa Pig, pero te equivocas. Espero que no te lo tomes a pecho contra mí, pero al César lo del César.
EliminarEl señor Martín tiene defectos (y alguno peliagudo). Pero entre ellos no está la hipocresía.
Las ideas deben ir acordes con los actos, cierto. Pero no hay contradicción alguna entre confesarse izquierdista y viajar como Phileas Fogg. Aunque sea en primera clase y con el dinero de una herencia, por cierto...
Lo contradictorio (y la “traición” a los principios) sería que el señor Martín viajase aunque fuera en Alsa hasta Colloto, y tratase con altivez al personal a cargo (taquilleras, conductores y demás). Y ni me consta ni me lo imagino en él. Le conozco poco, pero sí lo mínimo para afirmar eso.
Y ojo, que hay quien sí actúa así (lo he visto muchas veces). O peor aún: quien monta una empresa (de hostelería o de otro tipo) y deja a los empleados en la calle a consecuencia de sus egoístas trapicheos.
Confundí un Pig con otro, no sé por qué no ponen su nombre auténtico y ya está.
EliminarAl “otro Pig”: contestaré yo a la pregunta, con permiso del aludido.
¿Viajar es un puro capricho? ¿Seguro? ¿No beneficia a nadie? A ver si vamos a tener que cerrar España entera, tras haber cerrado ya la mitad de las industrias. Porque si nos quedamos sin turismo para colmo (sin alternativas a la vista), mal asunto. Entonces sí que se va a la mierda la clase trabajadora (incluida la que vive del turismo), y todas las demás.
Y por cierto: la única diferencia entre un filántropo y el señor Martín (o el señor que sea) es que del filántropo sabemos públicamente que es justo eso: un filántropo.
Se sorprendería usted de lo que alguna gente hace sin publicarlo a los cuatro vientos.
En cualquier caso (como ya se ha dicho aquí) poder viajar mucho y compartirlo en una crónica con otros, ya es hacer un “bien” a los demás. Que agradecemos los que no nos podemos mover tan fácilmente (por el motivo que sea, no es sólo cosa de dinero).
Pero hombre, no me diga que ha pasado por Taormina y no ha dejado que le acerquen a ver los cráteres humeantes del Etna! Seguro que ahí habría encontrado una nueva zona de confort, tan calentito. Recuerde al filósofo Empédocles, que lo vio tan confortable que decidió quedarse allí para siempre.
ResponderEliminarPero claro, con todas esas zozobras que de vez en cuando le asaltan a usted de quedar o no quedar, de la vida y la fama después de la muerte, asomarse al Etna es gran peligro, demasiada tentación. Sabría contenerse recordando la falta que les hace a sus alumnos?
No es el momento más adecuado para subir a ver los cráteres del Etna con el volcán nevado. Mejor en verano, que es cuando yo los visité.
EliminarJLGM
Perdona Martín, pero eso de “te critico duro en un periódico, pero esto no es una verdadera reseña” me suena a estar medio embarazada.
ResponderEliminarPara el autor sí es una (pública) crítica en regla, aunque sea a vuelapluma. La víctima no distingue “géneros” cuando es ella la aludida, además, nadie hace eso (otra cosa es que a ti eso no te importe).
El varapalo son riesgos de exponerse, cierto. Pero sumar la desidia (pública) al rechazo, no es justo.
Cuando siempre está el silencio puro como opción, y tampoco mencionas nada bueno del libro (que seguro que algo hay, aunque lo derrumben “los detalles”)
Para ser coherente, diré (con sinceridad) que la crónica de viajes de esta entrega es evocadora y bella, como siempre.
Saludos de año nuevo (con retraso).
Pues sí, existen los géneros literarios, Bonifacio. Y en el diario expreso mi desilusión por un libro que pensaba reseñar y que se me vino abajo por ciertos fallos, que a lo mejor no lo son para otros lectores. No juzgo el libro (que tiene pasajes excelentes), sino que expreso lo que yo no soporto como lector. No se trata de una sentencia y quien lo lea así es que ha leído mal.
EliminarJLGM
Bueno, sólo me puse en la piel del autor, quizá es que yo la tengo fina.
ResponderEliminarPero insisto en que lo justo es el silencio, o bien mencionar por encima pero no sólo lo malo. Ahora sí has hablado de “excelentes pasajes”. Creo que lo ecuánime habría sido citar alguno de ellos en concreto. Lo mismo que criticaste en específico lo de los adjetivos, la gente “que ya no vive en casas”, etc.
Para un potencial lector que confíe en tu (bien sustentado) criterio, quizá no sea una sentencia, si dicho lector no es un borrego y piensa por sí mismo.
Pero dada la citada solidez de ese criterio y tu prestigio como crítico (no es peloteo, es un hecho), sí que puedes influir bastante, piensa eso. O decantar incluso, en algún caso (hay mucho que leer, y el tiempo es poco)
Un lector no es un máquina. Tiene también sus manías, y esas se expresan en la mesa del café o en un diario personal. Hacer crítica es otra cosa, entonces hay que intentar ser objetivo. Si le hubiera dedicado una reseña, habría hablado de lo bueno y lo malo de ese libro de viajes. En el diario, hablé solo de por qué me defraudó un viajero que recorría mi tierra extremeña. No hace falta darle más vueltas.No creo que al autor le agradara mi opinión. Pero cuando uno publica, tiene que saber que no todos los comentarios han de ser del mismo tipol
EliminarJLGM
Lo de que al publicar se expone uno, ya lo había dicho yo. Aquí mismo, le agreden a uno por viajar o por contar un chiste distendido (lo segundo en mi caso)
EliminarUn crítico es un lector más, con sus manías. Pero no un lector cualquiera, sobre todo a ojos ajenos, y eso inclina la balanza.
Los diarios son un arma de dos filos, por cierto. El más tópico (el de Ana Frank) lo usan ahora los neonazis como propaganda propia (tiene gracia). Afirmando que es falso (no sé si lo es o no) como argumento para su revisionismo histórico.
Con Internet, hoy día es “crítico” cualquiera (aquí se ve). Todos juzgan (juzgamos) a todos por inercia, a veces sin suficiente información. Y eso cuando más información hay disponible, es irónico... Y ello aunque no siempre lo consideremos como tal “juicio”. Lo hacemos todos, con más o menos saña (según). Pero se ha enquistado esa “manía”, como deporte colectivo...
Hace muy poco escribí sobre eso en mi rincón (lo llamé “iudocracia”). En cuyo rincón se puede oír caer un alfiler, por cierto, y en eso está la clave.
No cualquier crítico trasciende, como tú lo haces por derecho propio. Pero a más difusión, más responsabilidad, eso es lo que te quise hacer notar (humildemente).
Tú mismo, no hace falta que respondas.
Gracias por leerme.
Pienso que todo está ya dicho. O, por lo menos, que al llegar a una cierta edad madura -omitamos cual- todo te suena ya de algo, de antes. Y... Y sin embargo, eso de que "ningún lugar es de verdad tuyo si no te has aburrido en él" es la primera vez que lo oigo. O, así, me complace creer.
ResponderEliminar¡Cuánta certeza! Y afortunadamente eso pasa también con las personas. En el amor.
Gracias por el texto ;-)
"El otro Pig" no se explica y yo hago mal perdiendo el tiempo con quien no comparte los mínimos criterios de racionalidad. Quien vive de su trabajo se gasta el dinero en lo que le apetece, faltaría más. Punto final. ¡Quién me mandará a mi entablar diálogo con gente que se avergüenza de su nombre y que tiene el atrevimiento de criticar a los demás lo que hacen con su dinero (no con los dineros públicos, quede claro)! Vivir para ver.
ResponderEliminarJLGM
Lo que no es racional ni honesto es declarase ferviente socialista hasta la obsesión y luego deleitarse narrando sus viajes y sus caprichos con descaro burgués. Coche barato ( o incluso no), ropa fea de colores sucios, soflamas de cafetín provinciano y ya soy de izquierdas. Lamentable que haya tanto embozado como usted engañando a la multitud de papanatas.
ResponderEliminarQué bobada. ¿O sea que un "ferviente socialista" (yo solo he sido votante socialista hasta la gran traición) no puede viajar ni mucho menos contar sus viajes? Las telarañas de ciertas mentes nunca dejan de sorprender. Ni yo puedo resistir la tentación de subrayarlas (cuando debería piadosamente mirar para otro lado).
EliminarJLGM
Pero, hombre, buen Martín... "...he sido votante hasta la gran traición". ¿Qué se debe entender?, ¿que venías aguantando estoicamente las traiciones "menores"? Pues ya has tenido que aguantar; de Suresnes a esta parte no ha sido sino un continuo dejarse caer por el despeñadero de la traición: a unos principios, o un electorado que confiaba en ellos. Me acuerdo de cuando los socialistas tomaban por ofensivo que se les tildara de socialdemócratas... Hay que ver lo que cambia el tiempo a la gente.
EliminarPues, Martín, permíteme que te diga que la Gran Traición ---con ser esa que nombras infame- lo fue por antonomasia la modificación del artículo 135 de la Constitución, en dura competencia en el escalafón del crimen con los Gal: nunca un "socialista" (y fue el bueno de Zapatero el que lo hizo) cometió algo más vil contra su pueblo.
Así que mejor terminabas por reconocer que tu error viene de lejos, de muy lejos. El mal don Braulio no te lo iba a restregar por la faz (como hace por otros motivos tontos el mal Pig Segundo) si así hicieres, más bien ibas a resultarle más simpático. Todavía.
No hace mucho, en el blog de Andrés Trapiello, uno al que reproché un disparate me respondió que ya sabía que lo era, que sólo lo hacía por animar un poco el cotarro. No puedo convencerme de que "El otro pig", sea él quien sea, diga en serio lo que dice: es demasiado absurdo. Supongo que también él no quiere más que enredar un poco.
EliminarMuy breve, porque ya me explayé bastante arriba.
EliminarLo irónico del espíritu revolucionario, es que, hasta que una revolución auténtica sucede (y obliga a actuar), todos son “revolucionarios de boquilla”, incluso los más comprometidos.
Por eso, pretender distinguir unos de otros previamente, es falaz.
Martin, en su tiempo (que también era el mío) los que andaban enredados en la "telaraña" decían con displicencia y sonrisa abierta: "Mi corazón está con la izquierda y mi cuerpo con la derecha". Eran gente ramplona, sin ningún compromiso vital, mercenarios de su existencia vendidos al mejor postor. ¿No está usted entonando el mismo cínico estribillo?. Reconózcalo.
EliminarSegún se desprende de sus palabras, si ganara usted cinco veces más viviría cinco veces mejor y, por supuesto, votaría al PP. Usted, entonces, se regala todo el confort que le corresponde, sin el menor prejuicio ético hacia la depauperada clase trabajadora. Es decir, es usted de la izquierda tibia porque no puede ser de la derecha impía.
Sostenella y no enmendalla, como buen español (en el mal sentido de la palabra). ¿Que sabrá este buen hombre de lo que yo hago o dejo de hacer por la clase trabajadora, a la que pertenezco desde 1972 sin ni un solo día de baja? Para votar al PP no hace falta ser un potentado: en ese caso este país sería el de más millonario por término medio.
EliminarSeñor "el otro Pig", cuando uno se equivoca debe callarse y desaparecer (pedir disculpas sería demasiado) o esperar como Trillo la correspondiente patadita. No se pueden hacer juicios morales sobre el comportamiento de una persona que se desconoce; haga juicios literarios sobre lo que escribo o cállese.
JLGM
Que precisamente un pedante como usted me acuse de sostenella y no enmendalla clama al cielo.
EliminarY no hable de "Traición" sí ha pertenecido a ese ambiguo partido donde conviven el encorbatado sin corbata y algunos (escasos) fieles a la izquierda auténtica que se diferenciaba de la derecha absolutamente en todo antes de que los emboscados inventaran la compañía de teatro veneciana.
No va a callar, no, quien se avergüenza de su nombre, "el otro pig". Pero no hay mal que por bien no venga. En algún curso de lógica utilizarán quizá sus comentarios como ejemplos de que no todas las opiniones valen lo mismo y de que algunas son risibles, simplemente, y nada respetables.
EliminarEste buen hombre confunde ser pedante con ser terco. Votar a un partido con pertenecer a él. Y considera que los militantes de un partido no pueden ser traicionados por sus dirigentes (o que, si lo son, no tienen derecho a quejarse).
Y ahi sigue ese enemigo de la "socialdemocracia", tan seguro de sí mismo y tratando de sentar doctrina sin avergonzarse. Qué fascinante es la mente humana.
JLGM
No es usted pedante? No califica de tonterías a las discrepancias? No es un Casanova a pesar de su escasa estatura? Por favor, Martín, que se va a terminar emborrachando de si mismo y lo vamos a tener que llevar al convento, con el padre Trapiello y el sacristán Perez-Reverte, un mediante que consigue vender egolatría a los panolis.
Eliminar¿Pero quién ha hablado de si yo soy o no soy pedante? Yo no me pronuncio al respecto. Solo dije (pero es difícil que quien no sabe pensar sepa leer) que ser pedante no es lo mismo que ser terco. Y a las tonterías (que cualquiera relea todo lo que ha escrito "el otro pig") no se les puede calificar más que de tonterías. Y hasta aquí hemos llegado. A partir de ahora en este blog no se publicarán más ocurrencias de "el otro pig". Que cree su propio blog (es gratis y está al alcance de todas las fortunas intelectuales) para ilustrar al mundo con sus opiniones. Aquí está vetado, censurado, expulsado. Uf, qué descanso. Menos nal que todavía en mi blog, como en mi casa, mando yo.
EliminarJLGM
Muy bien dicho. ¿Qué es eso de juzgar a los demás por lo que tengan o dejen de tener? A cuidarse esa envidia, cerdito.
EliminarMe he tomado la molestia de leer con calma tanto los comentarios de "El otro pig" como los de sus replicantes. En mi modesta opinión, de igual forma que desde el primer momento este caballero ha resultado algo impertinente, tampoco se puede decir que las respuestas que se le han dedicado desde diferentes frentes hayan sido especialmente respetuosas. Expulsarlo, por tanto, me parece excesivo, por muy dueño de su foro que sea el sr. Martin. En medio de todo la discrepancia debe ser admitida democráticamente aunque la consideremos incómoda o desenfocada. Ese descarrilamiento es lo que atribuímos todos a quien nos contradice, lo cual no debe significar que tengamos la razón siempre ni que el disidente deba ser tratado con menosprecio. El tono general del uno y de los otros ha bordeado la ofensa, y quizá una llamada de atención para que no se produzcan tensiones ni insultos en un foro respetable como este debería ser la conclusión tras la polémica.
EliminarPues ha sido expulsado para siempre, amigo Blas Paredes. Ahora mismo acabo de eliminar dos comentarios suyos. Quien quiera deleitarse con sus consideraciones sobre si yo no puedo ser de izquierdas y viajar que lo busque en otros lugares. Y no se trata de tono ofensivo o no. Hay verdades que ofenden, cierto, y se debe procurar ser amable y respetuoso. Pero también hay simples majaderías que además entran en bucle y no leen las réplicas. Relea usted por favor una vez más lo que dice haber ya releído. ¿Le parece un interlocutor adecuado alguien a quien si le dices que lo suyo es "sostenella y no enmendalla" te responde que más pedante eres tú? A mí no. Y no es cuestión de tono ofensivo o no, sino simplemente de no entender de qué se está hablando.
EliminarJLGM
Considere que Miranda, aprovechando el juego de palabras, lo llamo cerdito, y el Anónimo Veneciano utilizó palabras más gruesas.
EliminarCreo que ese tono debe ser prohibido.
Y disculpe por mi retireacion, que, en este asunto le aseguro no volverá a ocurrir.
Pues a mí ese tono me molesta bastante menos que el que habla por hablar ajeno a los principios de la coherencia y de la lógica. Por eso aquí no tiene nada que hacer quien no ha aprendido a razonar (el que sus conclusiones coincidan o no con las mías es lo de menos).
EliminarJLGM
Precisamente no perder lo que todos tenemos de niños caprichosos es un aliciente para seguir disfrutando con un café en el sitio de siempre -o en el Flora parisino-, y con las vistas de un amanecer en ese parque tan inglés que es el Ferrera-o con el Etna de fondo-. Me alegro que pasaras unos buenos días, y que pronto disiparas esa aversión a lo nuevo, estableciendo una nueva zona de confort. Un abrazo
ResponderEliminarDiga usté que sí, buen hombre. Con el dinero ganado honradamente uno hace lo que le da la puta gana. Hay que ser medieval y bastante atrasado, o quizás retrasado, para relacionar la militancia progresista con no poder viajar. Joder, qué cortedad y qué fundamentalismo.
ResponderEliminarY siga usté por favor narrando sus viajes, sea "con descaro burgués" o "con descaro blochevique", ya que ambos conceptos son completamente huecos, vacuos y descaradamente gilipollas.
Con tan sólidos argumentos y un léxico tan chabacano seguro que usted pertenece también a esa compañía de teatro llamada "Los socialdemócratas", gentes que escriben ideología con hache.
EliminarTiene mucha gracia, señor Pig, que usted hable de "sólidos argumentos" siendo así que no se suelen ver por este foro ideas -por decir algo- tan ramplonas y parvularias como las suyas. Usted debe pensar que el ideal socialista es el hambre y el harapo. Su idea de trabajador socialista ideal es el lumpen hambriento y andrajoso. Lo tiene usted claro, don Pig. Las revoluciones y el progresismo son para SALIR de esa mísera visión suya, no para cultivarla. Un mundo digno, pulcro, con alimentación y vestidos decentes, con cultura, con viajes, con elevación y formación, esas son las miras del progresismo. Acuérdese del Metro de Moscú, si acaso sabe lo que es, y déjese de bobadas parvularias.
EliminarPara Don Braulio, cada uno se desengaña cuando se desengaña y es absurdo ponerse a discutir eso. Un partido político al que se vota no es nunca por ser el más perfecto sino el menos malo (a juicio del votante) de los que en ese momento se presentan. A mí no me molestó nada que el PSOE dejara de ser marxista ni que pidiera el sí en el referendum de la Otan (yo también lo pedí). Ahora estoy, con tantos, sin partido al que votar, esperando a ver qué pasa. Me fastidiría abstenerme en las próximas elecciones porque nunca lo he hecho. Acabaré decidiéndome también por la opción menos mala.
ResponderEliminarJLGM
Martín, conozco a gente excelente que no solo vota a PSOE sino que están afiliados al partido y que se hallan ahora irritados y confusos, como si despertaran de un mal sueño. Hace un par de días, la Casa del Pueblo de Gijón se lleno hasta los pasillos de militantes que expresaba ese malestar y hasta su iracundia. Una parlamentaria que supo rectificar y que ahora es una encendida crítica de la Infamia de Ferraz (la llamo así por no calificarla de "la entrega de las llaves del reino al PP", porque viene a ser la misma operación) era una muestra elocuente (si sabrá ella...).
ResponderEliminarNo dudo ni un segundo de que a todas estas personas les indigna lo mismo que a mí, pero el asunto del aguante -durante lustros- de un sinnúmero de "faenas" (que no dejaban de ser traiciones) es algo que se resiste a mi comprensión. Y si son personal fetén, ilustado y tal..., más difícil me lo ponen.
PS.- Don Braulio, pese a lo que pudiera parecer, desea que de este desastre renazca un PSOE decente, porque será necesario para conformar mayorías de progreso. Palabra de vástago de socialista..., de los de antes.
Salud.
Vamos mejorando: de José Luis pasamos a Pedro y ahora toma el relevo Patxi. Cada vez más nivel intelectual, más cultura, más carisma. Así nos luce el pelo: de la charca al pantano y viceversa. En el PP deben estar frotándose las manos ante la pisibiliy de que sea incluso Susana la timonela.
ResponderEliminarFacilito pa don Boni:
ResponderEliminarUnos dientes se clavan en el corvejón del joven ñu. Bracea y patalea con el cuarto trasero libre. Nada: la placa acorazada del hocico sáurico aguanta cada coz del remo libre.
Un dejarse llevar a favor de la corriente y el joven ñu que boquea un poco y desaparece en el agua terrosa del río Mara.
Los del rover aplauden y Baboko sirve un té.
En la otra orilla, otro joven ñu rezagado se lo está pensando. Setecientos vadean ahora el río.
Reverendo Morrison escancia bourbon de la petaca mientras acaricia la rodilla de Celline.
Parece que por fin el joven ñu se ha decidido: vuelve la grupa y se va hacia los carrascales de Pabuku.
A dos millas barrita un elefante.