domingo, 2 de octubre de 2011

Razón de más: Matizar y atizar

Sábado, 24 de septiembre
CUANDO ERA JOVEN

Cuando era joven me gustaba repetir un verso de Villamediana: “No me puedo sufrir a mí conmigo”.    Con el tiempo, si no otras cosas, he aprendido a soportarme. Pero debo reconocer que a veces me cuesta bastante. Cómo envidio a los que no me soportan y además, al contrario que yo, no tienen ninguna obligación de hacerlo.


Domingo, 25 de septiembre
MANÍAS PERSONALES

Siempre he creído que la inteligencia de las personas está en razón inversa a la importancia que conceden a las faltas de ortografía. A mayor importancia, menor inteligencia.
            Y si alguien escribe a un periódico diciendo que va a dejar de comprarlo porque, en la edición de no sé qué día, encontró tres erratas ¡y hasta una falta de ortografía!, entonces ya no tengo ninguna duda: ese señor es tonto (además de profesor jubilado, por lo general).
            Y que no se me irriten los tontos con buena ortografía (ni los profesores jubilados: ya me queda poco para ser uno de ellos). Claro que la corrección ortotipográfica es importante. Tan importante como salir bien aseado a la calle. Pero ese es asunto menos del escritor (o del político) que del corrector editorial.  Los que se escandalizan de encontrar alguna falta de ortografía en los exámenes seguro que no han tenido nunca la ocasión de observar los manuscritos de Lorca o de Gómez de la Serna. “Don Ramón, don Ramón, he tenido que corregirle una palabra”, le dijo una vez un tipógrafo a Valle-Inclán, “¡había puesto usted ermita con hache!”, “Pues ha hecho usted mal, debería haberla dejado: habría servido de campanario”, le respondió el escritor.


Lunes, 26 de septiembre
TEMAS LOCALES

Dice un amigo mío que la música no favorece la actividad intelectual. Después de haberme aburrido como nunca con la representación de El murciélago, de Johann Strauss, leo las declaraciones de Mario Pontiggia, director de escena: “La producción que ahora presentamos prescinde del contexto vienés de los tiempos de Sissi. Esto no obedece a un simple capricho estético. Trasladando la acción al siglo XX, a esos años que habían dejado atrás la cruenta Segunda Guerra, podíamos recuperar la alegría de vivir, el desparpajo que hacía olvidar las preocupaciones, la picaresca y el cinismo de esta comedia de alta sociedad”.
            En la ópera llaman “trasladar la acción” a cambiar los decorados y disfrazar de una manera o de otra a los personajes. Al director de escena le apetece “trasladar” Il trovatore de Verdi al contexto de la Alemania nazi, pues nada más fácil: se coloca alguna esvástica acá y allá, se disfraza al coro de miembros de la gestapo y todos tan contentos. Mario Pontiggia, que no parece distinguir muy bien de guerras mundiales, sitúa a los personajes en los años veinte (si hemos de hacer caso a vestuarios y decorados), pero luego traduce las partes habladas y las trufa de alusiones que las sitúan en el Oviedo actual. Chen Reiss, la soprano que hace de Adele, no sabe hablar español y por eso lo hace en alemán. ¿Algún problema? En absoluto. El ingenioso Pontiggia le hace decir a su señora Rosalinde que está aquí estudiando un Erasmo.
            El murciélago es una comedieta disparatada, muy de otro tiempo. Mario Pontiggia salpica el texto de referencias locales y actuales presuntamente cómicas. En un primer momento la broma pudo tener gracia. Tres horas y media después, maldita la gracia que tiene. Actualizar Hamlet no es darle un móvil para que llame a Ofelia. 
            No sé yo si la ópera favorece o no la actividad intelectual. La de los directores de escena, seguro que no. Ni la de los aficionados que se han acostumbrado, con tal de que la música suene bien, a darles por buena cualquier disonante ocurrencia. Hasta los disparates tienen su lógica, que hay que saber respetar.


Martes, 27 de septiembre
ESO NO ES CULTURA

--¡Qué razón tenías con lo de la zorra y el gallinero! –me dice un amigo—. No, el problema no son unas facturas más o menos justificadas, el problema es el Niemeyer, que al parecer nada tiene que ver con la cultura, sino con el espectáculo. Marcos Vallaure, que viene a vengar viejas ofensas a su Museo y al Tabularium, está obsesionado en acabar con él. ¿Crees que lo conseguirá?
            --No te preocupes que ya le hará su jefe cambiar de opinión cuando vea los votos que le hace perder. A mí Vallaure me cae bien. Tiene gusto poético. Cita a Xuan Bello.
            --Imagínate que Berlusconi nombra al Marcos Vallaure de Italia ministro de cultura. ¡Lo primero que hace es tratar de acabar con la bienal de Venecia! ¡Un pabellón donde se invita a niños y mayores a jugar con plastilina! ¿Es eso arte? ¡Dos cabezas mecánicas, unidas por la rala cabellera, que se mueven y dialogan! ¡Eso es circo, eso es espectáculo! ¡Carlos Saura hace fotos borrosas!
            --No te burles del bueno de Marcos Vallaure. Ni siquiera creo que haya visitado la exposición de Saura. Eso de las fotos se lo habrá oído a Crabifosse, que como es el mejor estudioso de la fotografía en Asturias, no aguanta bien que aquí se haga algo sin tenerle en cuenta. Una reacción muy humana.
            --Lo que pasa es que tú le defiendes porque más de una vez has ido al Museo de Bellas Artes, su finca particular, con tus amigos de la tertulia a leer poemas. Y seguro que os pagaban bien. Eres un estómago agradecido. Qué razón tenía la anterior administración cuando lo quería dejar todo bien atado. Oía acercarse los cascos de los caballos con el hacha en la mano resentida y vengadora.


Miércoles, 28 de septiembre
VOTAR O NO VOTAR

Siempre que oigo arremeter contra los políticos en general (otro procedimiento infalible, como el de la ortografía, para reconocer a un tonto) recuerdo una viñeta de El Roto publicada hace algún tiempo en El País: un ciudadano indignado (de los del 15-M) alza los brazos al cielo y clama: “Señor, ¿por qué tenemos políticos tan malos?”. Y el Dios tronante del Antiguo Testamento asoma entonces entre unas nubes y grita: “Porque los votáis, imbécil”.
            Algunos, aplicándose el cuento, deciden no votar. Y el resultado es que les gobiernan los políticos que eligen los que no piensan como ellos. O sea que es peor el remedio que la enfermedad. Yo prefiero votar a lo menos malo que encuentro en el mercado.


Jueves, 29 de septiembre
POESÍA Y MATEMÁTICAS

Cada vez me siento menos combativo. Debe ser cosa de la edad. Hubo un tiempo en que me metía en todos los charcos. Ahora leo que este mastuerzo es un gran poeta, aquella nadería un gran narrador y Vicente Luis Mora el mejor de los críticos surgidos en los últimos años, y me encojo de hombros. En el último número de El Ciervo selecciona lo fundamental de su biblioteca de crítica literaria. Una de las obras es El anillo de Clarisse, de Claudio Magris, subtitulada, según nos indica, “Tradición y nihilismo en la literatura alemana”, y le pone varios reparos, el principal la ausencia de autores “de lengua no alemana”, autores “que están a la altura o incluso por encima del nivel germánico medio”. Lo que es como reprocharle a un libro que se ocupa de la arquitectura gótica no dedicarle ni un capítulo al neoclasicismo del siglo XVIII.
            Pero no se limita a eso la gran revelación de la crítica literaria. Selecciona también un libro de Ignacio Prat, Estudios sobre poesía contemporánea, y cita un ejemplo de su estilo: “Se mantienen en C2.2 ([29], [30] y [36]) los poemas de c1.2 [21], [20], que constituían con [23] (también 7-21-X-T) el grupo central de la parte segunda en 1928; [23]”. Lo considera un “extraño ejercicio de inteligencia” y se pregunta cómo criticar un texto, qué tipo de análisis es mejor. “Las ratios matemáticas de Prat son una posibilidad aunque, si usamos un método científico para medir poemas, parece más interesante la estratigrafía que la topología, cuyas limitaciones, incluso en el propio campo matemático, quedaron demostradas por Gödel”.
            ¿Pero tiene algo que ver con las matemáticas o con “un método científico para medir poemas” el asustante parrafito de Prat? En absoluto. Lo único que hace es señalar los cambios que se dan entre una edición y otra del Cántico de Guillén. Lo traduzco: “En la segunda parte del Cántico de 1936 (con los números de orden 29, 30 y 36) se mantienen los poemas del Cántico de 1928 (números 21, 20) que constituían, junto con el 23 (también formado por 21 versos de siete sílabas con rima blanca y agrupados en tercetillos) el grupo central de esa parte segunda”.  En la cita Mora se ha saltado un fragmento, y al cortarla tras “[23]” demuestra que no entiende lo que está copiando. El final de la frase es el siguiente: “[23] ‘El horizonte’ ha pasado al puesto inicial de C2.4 ([98])”. Esto es: el poema titulado “El horizonte”, que en la edición de 1928 hacía el número 23 y estaba en la parte segunda, en la edición de 1936 pasar a formar parte de la parte cuarta y hace el número 98.
Sospecho que Vicente Luis Mora sabe tanto de poesía como de matemáticas y que su alusión a la estratigrafía y a la topología y a Gödel es solo un recurso retórico para sorprender a los lectores más ingenuos (lo mismo que el aparente cientifismo de Prat, un engañabobos para lectores desatentos: a Gimferrer creo que le entusiasmaba).
            Antes estas cosas me irritaban y era el primero en reírme en público de quienes en público hacían el ridículo. Ahora me limito a sonreír y a pasar a otra cosa.


Viernes, 30 de septiembre
AUTORRETRATO DE DESCONOCIDO

¿Quién fue Roberto Robert? Mi amigo Valdés me regala un libro suyo, editado en 1885 por La República. Diario federal para sus suscriptores. Al final del prólogo se lee: “Deseábamos hacer aquí un corto relato de su vida; pero no hemos podido procurarnos suficientes noticias suyas. Baste por hoy saber que vivió y murió pobre, no faltó jamás a sus principios democráticos, y habiendo empezado por labrar joyas de oro y plata, dejó a la nación verdaderas joyas literarias”.
Busco y rebusco en Internet, donde se afirma que está todo, y tampoco encuentro yo noticias suyas. Me gustaría saber quién fue porque lo que de él dice el anónimo prologuista es exactamente lo que me gustaría que se dijera de mí, no ahora (ofendería mi natural modestia), sino dentro de cien o doscientos años: “Espontáneo y fácil, escribía como hablaba; de corazón leal y sincero, decía solo lo que pensaba y sentía; de claro juicio y de un sentido común nada común entre los autores de nuestros días, no se dejaba llevar fácilmente de supersticiones ni de logomaquias. Cautivan y cautivarán en todo tiempo su obras a cuantos no ciegue la pasión ni el fanatismo”.


9 comentarios:

  1. Maestro García Martín:
    Usted siempre metiéndose con los alféreces de la ortografía, que somos los maestrillos.
    Si usted fuera un gran concinero, ¿despreciaría la limpieza de sartenes y peroles por ser ello ocupación de pinches y fregonas, no de altos cocineros?
    Aunque tampoco debemos sentirnos tan ofendidos los maestrillos pos su insulto. Al fin y al cabo, a los que usted fustiga mayormente es a los cultivadores de la cacografía, no a los defensores de la ortografía.

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  2. Me alegro de que me haga este comentario. Así puedo precisar. En una polémica siempre se exagera. Claro que la ortografía es importante. Como enseñar buenas maneras en la mesa y otras cosas. Pero tiene la importancia que tiene, muy relativa. Se puede ser una persona muy culta y necesitar que alguien revise lo que escribes antes de mandarlo a la imprenta. Dudo yo que sea una persona muy culta quien nunca comete ningún lapsus ortográfico, ya que eso quiere decir que no lee habitualmente en otros idiomas (algunos muy próximos al español, como el portugués, pero con ortografía muy distinta --y cambiante), ni tampoco libros de otras épocas, por no decir ya manuscritos del XVI o medievales. La ortografía es una convención y se puede ser muy culto y no estar al tanto de si "éste" cuando es pronombre lleva todavía tilde o ya no la lleva ( o estar al tanto pero olvidarse de la reciente norma).
    Y ningún desprecio a los maestros de escuela: yo lo soy, he trabajado varios años como maestro de primaria (sé lo que lo son los dictados y la ortografía) y desprecio tan poco ese trabajo que, por haberlo conocido, no soy capaz de considerar que, dar clases en la Universidad, sea verdaderamente trabajo.

    JLGM

    Por cierto, muchos de los que escriben cartas al director escandalizándose por alguna errata o falta de ortografía demuestran no conocer las nuevas normas ortográficas. Son culturetas, no cultos. Lo elegante, ante una errata fácilmente subsanable, es no darle importancia (salvo que seas el editor, en ese caso debes de llamarle la atención al corrector, que para eso cobra, aunque cobre más bien poco),

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  3. ¿Puede ser de fiar un hombre que lleve pajarita hoy en día?
    Dejé de acudir a un galeno de cierto prestigio -a quien no conocía previamente- porque me había recibido en su consulta enfundado en una inmaculada bata blanca... y con una pajarita de lunares en el pescuezo. Supuse que ansiaba que lo llamaran profesor. Y ante aquellas supuestas ínfulas (luego constaté que era un tío ciertamente afectado en lo demás), le perdí la confianza y el respeto. Pero cobró bien por su arte magistral, vive dios.
    Maniático de la observación de los más nimios detalles indumentarios de la gente; boyeur inofensivo de las conductas ajenas en los espacios pequeños, tales como comedores de restaurante, transporte público, salas de espera, he llegado a establecer nexos entre los pequeños detalles personales y el carácter de quienes los ostentan.
    Y del mismo modo que hay intransigentes que se crispan si detectan una errata o una falta de ortografía, a un servidor le escama y le preocupa que la política cultural de esta ínsula dependa de los humores de quien no alcanza a ver lo ridículo y anacrónico que resulta presentarse en público...con pajarita.
    Pero ya he dicho que soy un tío maniático.

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  4. Después del comentario ortográfico, pregunto: ¿seguirá recibiendo de buen talante JLGM mis indicaciones sobre erratas, que nunca -puedo jurarlo- han tenido intención de demostrar mi dudosa cultura, y menos todavía de censurarle por ellas (ni a él ni a nadie), sino sólo de eso, de indicarlas, por si su corrección le parece oportuna?

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  5. Amigo Marinero apócrifo (el verdadero anunció que se retiraba de estos espacios virtuales), agradezco muy sinceramente cualquier indicación de erratas, y casi se me ocurre, como al impresor de Amberes que colgaba sus pruebas a la entrada de la imprenta, gratificar a cualquiera que me señale una. Cuando no tienen remedio, es cuando resulta poco elegante señalar erratas fácilmente subsanables por el lector. Pero en el blog se pueden corregir en cualquier momento. Y yo las corrijo en cuanto me entero.
    Gracias por las pasadas correcciones y por las futuras (como todo lo hago deprisa, deprisa, aun sin tener ninguna prisa, soy bastante chapucero).

    JLGM

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  6. Tu blog está excelente, me gustaría enlazarte en mis sitios de turismo. Por mi parte te pediría un enlace hacia mis web y asi beneficiar ambas.

    Espero tu respuesta a munekitacate@gmail.com
    Un abrazoo
    Emilia

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  7. Los anuncios de retirada de marinero tienen tanta credibilidad como los de Ortega Cano. Ya mismo lo tenemos otra vez en los ruedos.

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  8. Preciso: no me retiré yo; me retiró el cansancio de que un marinero apócrifo (no el que dice JLGM, sino el que aparecía, en su blog y en otros, con comentarios tan malos de formas como de contenido) se empeñara en pasar por mí. Y es cierto que de vez en cuando recupero el nombre. A ver si hay suerte y el otro se ha cansado ya, o se ha ido. De todas formas, tranquilícese el amigo Anónimo; apenas visito ya blogs. Me quitaban demasiado tiempo.

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  9. F. colaborador desinteresado9 de octubre de 2011, 0:56

    Oye, Marinero, si quieres que te dé pie para nuevas trifulcas conmigo y así que consigas superar el esplín otoñal, me lo dices por este conducto.
    Podría empezar servidor recordándote mi galanura e inteligencia natural; tu me llamarías pedante; yo seguiría aseverando que no es presunción hacer gala de la prendas que uno posee, más bien juicio objetivo y ausencia de artificiosa humildad..., etc., etc., etc.
    Y es que con el bueno de JLGM, desde que se declaró consentidor de buen grado de las imbéciles tropelías que viene cometiendo un desnortado Zapatero..., pues que no me apetece cruzar acero.
    Ya lo decía Miguelito Enguídanos, que es un compi de la guardería, después de que la seño nos hiciese leer la portada de El Comercio: "Jolinej, este Zapa ej, ej, ej (Miguelito es madrileño), ej maj tontoooo... Mira que le quedan unos cuantos telediarios y el muy bejtia le da por ponernos un escudo antimisiles en la azotea. ¿Pero no decía que no había pelaj? Bueno, a lo mojor se lo han regalao, porque ej buen chico y mu mandao".

    Salud y buena trinchera (o barricada).

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