Sábado, 23 de septiembre
ASESINATO EN LA HABITACIÓN
CERRADA
Hay dos enigmas que me
fascinan especialmente. Uno es el del asesinato en un cuarto cerrado; el otro
es el insondable abismo de la tontería humana. Conozco todas las artimañas que
los novelistas de la edad de oro del relato policial –Dorothy L. Sayers, Agatha
Christie, John Dickson Carr– han ideado para que se pueda cometer un crimen en
una habitación con las puertas y las ventanas cerradas por dentro.
Pero incluso a ellos –si no recurren a la ciencia
ficción– les sería difícil explicar cómo asesinaron al fiscal Nisman, que
apareció en el cuarto de baño de su lujoso apartamento de Puerto Madero, la
espalda apoyada contra la puerta, la pistola a un lado, cerrado el piso con
llave por dentro y sin que las cámaras que vigilaban la entrada del edificio
grabaran ninguna presencia extraña. La pistola se la pidió el día antes a un
amigo íntimo al que había contratado como secretario privado con cargo a los
fondos públicos.
A pesar de las evidencias de suicidio, media Argentina
habló de asesinato y acusó de inmediato a la entonces presidenta. ¿La razón?
Que al día siguiente Nisman iba a presentar en el senado unos informes que la
vinculaban con el intento de paralizar la investigación de uno de los más graves atentados llevados a
cabo en el país. Pero esos informes, que se demostraron falsos, que fueron
desestimados por los jueces, no habían sido robados. A los asesinos, que se
habían tomado tantas molestias para fingir un suicidio, al parecer se les había
olvidado destruirlos.
Jugando a Sherlock Holmes, y basándome solo en los datos
en que coincidían todos los periódicos que informaron del caso, creo que fui el
primero en asegurar que se trataba de un suicidio. Sucesivas investigaciones
–con Cristina Fernández en la presidencia y ya fuera de ella–, a cargo de
diferentes jueces, me fueron dando la razón. Pero media Argentina seguía
creyendo en la tesis del asesinato. Incluso se realizó un documental televisivo
que jugaba a ser imparcial y a ofrecer las tesis de unos y de otros. Las de los
partidarios del asesinato eran de este tipo: “Yo creo que le mataron unos
sicarios que vinieron de Uruguay”. Ni siquiera fueron capaces de imaginar una
hipótesis sobre cómo pudieron hacerlo.
Ahora, según El
País, “un nuevo informe de la
Gendarmería, que depende del Gobierno de Mauricio Macrí, contradice a los
peritos del caso de 2015, y asegura que el fiscal, que fue hallado muerto en su
baño de un tiro en la cabeza, no se suicidó. Lo mataron al menos dos personas,
dicen los nuevos expertos basándose en la posición del cuerpo y una droga
hallada en la autopsia”.
Leo con gran interés. Ningún enigma policial puede
resultar más apasionante. “La clave está en la ketamina”, se titula un
destacado. “Si lo mataron, ¿por qué no había rastros de violencia en los brazos
o en las piernas, pruebas de resistencia? Tampoco había ninguna evidencia de
que el cadáver hubiera sido movido”. Lo que hace dar “un giro de 180 grados al
nuevo informe es la aparición de ketamina”, una droga alucinógena que se usa
con efectos recreativos, y “que podría haber sido utilizada para reducir a
Nisman y eso explicaría que no opusiera resistencia”.
O sea que el fiscal se encuentra en un bar a dos individuos,
los lleva a su casa (procurando que no se entere su guardaespaldas ni el
portero y que no quede constancia en las cámaras de vigilancia), luego les
invita a tomar algo, deja que le atonten con ketamina, y cuando no puede oponer
resistencia esos misteriosos individuos rebuscan hasta encontrar el cajón donde
guardaba la pistola que le había prestado su amigo, le llevan hasta el baño, le
pegan un tiro en la cabeza, apoyan su cuerpo contra la puerta y luego, de
alguna manera misteriosa, salen del baño (quizá filtrándose por la cerradura),
limpian todas las huellas del piso y lo abandonan dejando la puerta cerrada por
dentro…
Esto es lo que cree media argentina, catedráticos e
intelectuales incluidos, y esto es lo que nos cuenta, muy serio, Carlos C. Cué
en un periódico presuntamente serio.
Por eso digo que me fascinan los abismos de la tontería
humana.
Ese mismo periódico publica un amplio informe sobre la
influencia de Putin en el independentismo catalán –un asunto del que ya he
dicho todo lo que tenía que decir– y lo ejemplifica con el uso de robots para amplificar los ecos
de determinados tuits. Uno de Julian Assange (en El País dan por sentado que es un hombre de Putin) “logró más de
2.000 retuits en una hora y alcanzó su punto máximo, 12.000 retuits, en menos
de una jornada”. Esto se debe –informa Davil Alandete– “a la intervención de bots o perfiles falsos programados
simplemente para dar eco de forma automática a mensajes determinados”.
¿Tan idiotas nos vuelve el afán por desprestigiar a los independentistas
que nadie ha caído en la cuenta de que el eco de un mensaje político solo
cuenta si incide en personas reales no en perfiles falsos? ¿Qué una afirmación,
verdadera o tan disparatada como los serios reportajes de ese periódico, puede
tener medio millón de retuits, pero que si se deben a robots o perfiles falsos
es como si no tuviera ninguno?
Domingo, 24 de septiembre
LOS MALOS SOMOS NOSOTROS
Cuando yo era niño e iba
al catecismo, se decía que el “uso de razón” llegaba en torno a los siete años,
la edad en que debía hacerse la primera comunión.
A mí el uso de razón me llegó un poco más tarde. Tenía yo
unos nueve años, todavía vivía en Aldeanueva, cuando el maestro nos habló de la
guerra de la Independencia y nos leyó una de las historietas nacionales de
Alarcón, “El carbonero alcalde”. Es un relato muy violento en el que los
españoles realizan toda clase de atrocidades sobre los soldados franceses. Nos
daban ganas de aplaudir cuando degollaban a uno y tiraban por un barrando a
otro. ¡Habían invadido nuestro país! ¡No respetaban nuestra independencia!
Pocos días después, sentados alrededor de la lumbre, en
la oscura tarde de invierno, mi abuelo me contaba sus aventuras en la guerra de
Marruecos. Allí los valerosos soldaditos españoles cortaban cabezas a los
traidores moros.
Y de pronto al niño que acababa de llegar al “uso de
razón” se le ocurrió una pregunta: “Abuelo, pero si en la guerra de la
Independencia los malos eran los franceses porque habían invadido nuestro país,
en la guerra de Marruecos, ¿ los malos no seríamos los españoles por haber
invadido el de los moros?”
Ya no recuerdo qué me respondió mi abuelo.
Lunes, 25 de septiembre
SAN LUIS Y YO
Tras la proyección del
documental Aunque tú no lo sepas,
dedicado a Luis García Montero, en el teatro Filarmónica, la idea más repetida
por los que intervienen en el coloquio –casi todos devotísimas señoras– es que
se trata de un poeta tan admirable y de un hombre tan ejemplar que carece de
enemigos.
Yo, que he participado en todas las guerras poéticas de
los últimos años, escucho con incredulidad. García Montero tuvo y tiene
enemigos, tantos y tan tontos que a ellos les debe –y no a José-Carlos Mainer
ni a otros críticos acríticos– el haberse convertido en el poeta de referencia
a partir de los años ochenta.
Claro que no bastan los enemigos, por muchos que sean,
para convertirle a uno en alguien importante. Hace falta además saber rodearse
en cada momento de los amigos, o los cómplices, adecuados. Eso que a mí me ha faltado
siempre. Como crítico literario, y no solo, me ha gustado ser lo más objetivo
posible con mis enemigos y lo más implacable que puedo con mis amigos. Y así me
va.
(La verdad es que, si he de ser sincero, no me puedo
quejar.)
Viernes, 29 de septiembre
ESTO NO LO HA DICHO NADIE
––Estoy deseando que
llegue el domingo para poder leer lo que dices sobre Cataluña, aunque me parece
que ya lo has dicho todo.
––¿He dicho que a Rajoy y a los ministros que han firmado
la orden de movilización general contra Cataluña les espera un incierto
calvario judicial?
––¡Qué tontería! Ya no sabes qué decir con tal de llamar
la atención. No hay tal movilización, solo se han tomado las medidas oportunas
para que se cumpla la ley, como todos admiten, incluso ese Sánchez por cuya
vuelta peleaste tanto.
––Basta hacer uso de razón para decir cosas obvias en las
que nadie, o nadie con voz en los medios, había caído antes.
––Ya estamos. Otra vez pretendiendo ser el más listo.
––Es fácil parecer más listo que nadie cuando se es
inmune a la histeria colectiva que se ha apoderado de mis conciudadanos.
––¿Y en Cataluña no hay histeria?
––-También. Es como si el domingo fuera a celebrarse un
Madrid-Barça. ¿Pedirías reflexión en los hinchas de uno y otro equipo?
––O sea que, como a ti no te gusta el fútbol, ves más
claro que nadie.
––Exacto. Y voy a tratar de demostrártelo. Habrá quien
dude de que el referéndum que se celebra este domingo sea ilegal; de lo que no
hay duda es de que es un referéndum no autorizado por quien tiene la potestad
para hacerlo, el gobierno central. Pero
¿cuántas manifestaciones no autorizadas se han celebrado en España? Dejando a
un lado las de ahora mismo en Barcelona, ¿cuántas se han celebrado en el País
Vasco a favor de los presos de ETA o directamente de ETA? ¿Y qué se hacía en esos casos cuando se
anunciaba una? ¿Se precintaban las puertas, se decretaba el toque de queda para
impedir que se vulnerara esa prohibición?
No, simplemente se vigilaba para que no hubiera
disturbios y se multaba y procesaba a los promotores. Si sospechamos que va a
haber un atentado, se debe hacer todo lo posible para evitarlo. Los daños
causados no tendrían marcha atrás. ¿Pero qué daños causa un referéndum no
autorizado? Ninguno. No tendría validez legal, se convertiría en una encuesta
más a la que cada uno daría el valor que quisiera. Ya ha habido referendos independentistas
en muchos ayuntamientos de Cataluña. Ya ha habido un 9-N, que era ilegal –como
demuestra el procesamiento de sus organizadores– y sin embargo se dejó
celebrar, el gobierno se burló de los resultados y la justicia siguió su
camino. ¿Por qué no se ha hecho ahora lo mismo?
––Porque antes no escarmentaron.
––¿Y van a escarmentar ahora? ¿Ocupar policialmente
Cataluña calmará las cosas? Cuando haya elecciones en España y tengamos por fin
un gobierno que nos represente (el actual es un amaño dudosamente legítimo
debido a un fraude del anterior PSOE, el de
Javier Fernández, a sus electores), y otro fiscal que siga otras instrucciones,
es probable que veamos a Rajoy y a sus ministros acusados de malversación,
prevaricación y no sé cuantos otros delitos (los que ahora recaen sobre Artur
Mas). Se han gastado unos cuantos millones de euros, se ha puesto en grave riesgo
la seguridad ciudadana solo para impedir algo que de ocurrir no tendría, según
la legalidad española, ningún valor jurídico, una votación de la que se podrían
burlar impunemente como se burlaron de la anterior.