Sábado, 19 de diciembre
EL ENTERO UNIVERSO
El entero universo no es más misterioso que el cerebro del anónimo viandante con el que te cruzas en cualquier esquina.
Domingo, 20 de diciembre
QUÉ POCO ME VA QUEDANDO
Vuelvo al cine,
ahora con nuevas medidas de seguridad: no se venden comidas ni bebidas (¡una
sala de cine sin palomitas!), las entradas hay que comprarlas tecleando en la
pantalla y pagarlas con tarjeta. ¿El resultado de tanta seguridad? Que si antes
del cierre éramos ocho espectadores en la inmensa sala ahora seamos cuatro.
Había más gente el domingo pasado en Las Pelayas, éramos media docena, que hoy
viendo Nieva en Benidorm, y las iglesias, por vacías que estén, no
corren el riesgo de desaparecer.
En la sala de cine, en cuanto se
apagan las luces, soy como un niño al que le cuentan un cuento. Dejo fuera mi
espíritu hipercrítico y me dejo llevar. ¿Que el protagonista es un inglés que,
poco antes de venir a España, no sabe nada de nuestro país y que al día
siguiente de poner los pies en España ya habla perfectamente español? Pues qué
bien, son cosas que ocurren en los cuentos. ¿Que un carnicero que quiere entrevistarse
con el hermano de su socio desaparecido, en lugar de llamarle por teléfono y
pedirle que se pase por la tienda, prefiere secuestrarle y encerrarle en una
cámara frigorífica? Nada que objetar, son cosas de los cuentos. Isabel Coixet nos
cuenta una historia de amor que no me resulta ajena. Yo soy ese inglés pasmado
al que acaban de prejubilar y que ha de cambiar todas sus costumbres. Ganas me
dan, mientras dura el cuento, de irme a Benidorm a ver si yo también encuentro
a una Sarita Choudhury que me saque de mis demasiado confortables casillas.
Salgo del cine con ese toque
habitual de mágica irrealidad. Todavía recuerdo la primera vez que entré en un
cine, el que había en la plaza del Mercado, en Aldeanueva del Camino. No
recuerdo de qué iba la película, pero sí que aparecía en ella el mar y un
barco. Cuando salí del cine, le di la vuelta al edificio para ver dónde estaban
escondidos, que a mí no se me engañaba fácilmente. Debía yo de tener cinco o
seis años. Todavía la televisión no había llegado a España.
¿Cuántos domingos de cine, en las salas de cine, me quedan? Me temo que se pueden contar con los dedos de una mano. En casa, hace tiempo que no veo películas. Duran demasiado, en seguida cambio de canal o abro un libro. Pero la mayoría de la gente, que hace tiempo que no las frecuenta, ni lo notará. Quedarán, como los teatros, solo en las grandes ciudades. “Qué poco me va quedando / de lo poco que tenía. / Todo se me va acabando / menos la melancolía”.
Lunes, 21 de diciembre
JUGAR CON FUEGO
Siempre he sido un
buen lector de periódicos. Ahora lo soy cada vez menos. Hojeo, en papel, tres o
cuatro todos los días, pero procuro taparme la nariz para no intoxicarme y me
fijo sobre todo en la letra pequeña y en el final de los artículos, que es
donde suele refugiarse la verdad. De las opiniones, sean o no de especialistas,
huyo como de la peste. Datos, datos, que ya los interpretaré yo.
Cada día me gustan menos los diarios
de hoy, cada vez me gusta más la prensa de ayer, mi manera de viajar en el
tiempo y ver con ojos más lúcidos el presente.
Entretengo el café de la mañana con
un número del semanario Crónica, el del 12 de abril de 1936. En la portada,
la foto de una guapa señorita y el siguiente texto: “Una belleza española.
Maruja Sanchiz, que obtuvo el segundo premio de Crónica el verano último
en el concurso de la bañista más bella y que ha sido proclamada ahora ‘Mis
Teatro 1936’ en Barcelona”. En la contraportada, dos fotografías, una de Alcalá
Zamora y otra de Martínez Barrio. Sobre ellas, “El Presidente de la República,
destituido por las Cortes”, y en la parte baja: “En este número, amplia
información de esta emocionante jornada política que puede marcar nueva
orientación al rumbo de la República”.
Vamos pasando páginas y se tarda en
llegar a esa “amplia información” de solo dos páginas, menos de las que se
dedican a un concurso de mises o al proceso de las envenenadoras de Granja de
Escarpe. Antes que sobre esa “emocionante jornada política,” nos enteramos de
que se va a rodar una película sobre las novias de Luis Candelas, de la
información teatral, de la historia de los dos almirantes ingleses que
sucedieron a Nelson, de la ejecución en la silla eléctrica de Bruno Richard
Hauptmann, el raptor y asesino del hijo de Lindbergh, de la respuesta que
varios escritores –Wenceslao Fernández Flórez, Alejandro Casona, María Martínez
Sierra y los hermanos Quintero-- dan a una encuesta acerca de “cuándo se
empieza a ser viejo”. Por fin llegamos a la información política. Tras la
constitución definitiva del Parlamento surgido de las elecciones de 1936, se
nombra a Diego Martínez Barrio presidente de las Cortes. Estas son las palabras
de su primer discurso: “Estamos ante la coyuntura favorable para el país de que
grandes masas de opinión aparecen confiadas en que la República atenderá sus
peticiones y abrirá el cauce legal que les permita realizar los designios históricos a que estas clases están llamadas. Frustrar esta esperanza sería un
tremendo error”. El primer acto que realizan las nuevas Cortes, inmediatamente
después de constituidas, es analizar si la disolución de las anteriores se
ajusta o no a lo dispuesto en el artículo 81 de la Constitución. Un primera
proposición socialista afirma que sí, pero al poco tiempo presentan otras en la
que afirman que no fue legal la disolución y que hay que destituir a Alcalá
Zamora. “La sorpresa que produce esta proposición en la Cámara no es para
descrita”, escribe el cronista. Un diputado, Joan Ventosa, de la minoría
catalana, suscita una cuestión de procedimiento, considera que para tramitar la
proposición que acaba de presentarse es necesario crear una comisión especial:
“¿Es que vamos a seguir menos trámites para destituir al más alto Poder de la
República que para resolver sobre una carretera o un ferrocarril”.
Se siguieron menos trámites.
Intervinieron varios diputados y luego se pasó a la votación. Votaron los
diputados del Frente Popular, la oposición se negó a hacerlo. Y por 238 votos a
favor y 5 en contra (la cámara estaba formada por 417 diputados) se decidió que
Alcalá Zamora dejara de ser presidente de la República. Cuando fueron a comunicárselo
a su domicilio particular, se negó a recibir a la Mesa de la Cámara alegando
que estaba descansando y ningún precepto constitucional le obligaba a hacerlo.
Se conformaron con entregar el acta a su secretario en el Palacio Nacional.
No sé si con este sainete comenzó a arder la mecha que muy pronto iba a hacer saltar a la República por los aires, pero desde luego no contribuyó precisamente a afianzarla.
Martes, 22 de diciembre
CUANDO SE TIENE SED
Todos los días,
antes de ir a la cama, abro el gran cuaderno de páginas en blanco que me regaló
Ana Vega y anoto unas cuantas reflexiones.
Cuando se tiene sed, el mejor regalo
es un vaso de agua.
Si no tienes tiempo para aburrirte,
es que no aprovechas bien el tiempo.
Hay muchas cosas que mejoran con el
olvido.
Hay cosas a la vista de todos que
nadie ve.
A veces lo innecesario es lo que más
falta nos hace.
Una buena persona nunca está segura
de serlo.
Quien nunca se equivoca mucho yerra.
El amor, si se cura a tiempo, no
deja secuelas.
Qué engañosas son con frecuencia las
evidencias.
Siempre nos enamoramos de seres
imaginarios.
Si se trata de desvariar, al menos desvariar con gracia.
Miércoles, 23 de diciembre
UN BUEN CONSEJO
“Lo que me atrevo a
aconsejarle es que lea poesía con parsimonia –le escribe Unamuno a Gabriel y
Galán-- y en cambio lea libros de ciencia, de filosofía (esto sobre todo), de
historia, etc. Mediano dramaturgo es el que apenas lee más que dramas”.
Y pésimo especialista el que solo
lee libros de su especialidad, añado yo. Y así nos va, asesorados los políticos
por epidemiólogos que nos tratan como a ratas de laboratorio.
Jueves, 24 de diciembre
CUENTO DE NAVIDAD
El tren sale de
Madrid, la tarde noche del 24 de diciembre de 1974, vacío o casi vacío. Un
joven va solo en su departamento. Por toda cena, un bocadillo de pan reseco, lo
único que ha encontrado en la estación. A mitad del viaje, el tren se detiene.
“Lo que faltaba, una avería”. De pronto, reaparece el revisor. “¿Quiere venir
conmigo? Estaremos parados poco tiempo, creo”. Le acompaña hasta la cabecera
del tren. Allí saca una botella de champán, tres copas y una bandeja de dulces.
“Brinde con nosotros, no es bueno pasar la Nochebuena solo”. Un paisaje nevado,
el cielo muy claro y lleno de estrellas. El revisor le señaló unas huellas
cerca de la vía. “Son de lobo”, dijo. Una estrella fugaz se deslizó sobre las
montañas. “Es la estrella de los magos”, dije yo sonriente. Esa misma mañana,
cuando ya no lo esperaba, había visto cómo se había abierto la puerta de la
celda y oí mi nombre y la frase mágica: “¡Con todo!”
Viernes, 25 de diciembre
BENDITOS BARES
----¿Qué te ha
parecido el discurso de rey, Martín?
----Bien, pero podía haber sido mejor. Mi informante de la Moncloa, ya sabes que yo tengo espías en todas partes, me ha contado que al cepillarlo allí, eliminaron un párrafo en que citaba a Machado. “¡Los versitos para los premios Princesa, que aquí no estamos para florituras!”, dicen que dijo la vicepresidenta. “¡Y si por lo menos citara a Luis, que es de la casa, y no a un republicanote!”. El párrafo de marras no estaba mal, y a Felipe parece que le gustaba, pero quien manda manda. Te lo leo: “En estos días que tantos sacrificios nos exigen a todos, me gustaría recordáramos, en especial a los más jóvenes, los versos de Antonio Machado: ‘el hoy es malo, pero el mañana es mío’. No vivimos, por causas ajenas a nuestra voluntad, en el mejor de los tiempos, pero de nosotros depende construir un futuro de cercanía y abrazos, de prosperidad y confianza, un mañana enteramente nuestro que ya –gracias al esfuerzo de todos-- está al alcance de la mano”. Por lo menos le dejaron defender los cines y los bares y darles así un tirón de orejas a esos politicastros, como el que en Asturias padecemos, que es lo primero que cierran en cuanto se levantan con el pie cambiado. Podía haber añadido una cita de Vargas Llosa: “Europa es ante todo un café repleto de gentes y palabras, donde se escribe poesía, se filosofa y practica la civilizada tertulia, ese café que de Madrid a Viena, de San Petersburgo a París, de Berlín a Roma y de Praga a Lisboa es inseparable de las grandes empresas culturales, artísticas y políticas de Occidente, en cuyas mesas de madera y paredes tiznadas de humo nacieron todos los grandes sistemas filosóficos, los experimentos formales, las revoluciones ideológicas y estéticas”.