Viernes, 18 de septiembre
UNA CONFESIÓN
Nunca me he emborrachado, nunca me he enamorado, pero lo
segundo he tenido ocasión de fingirlo bastantes veces y creo que lo hago
bastante bien.
Sábado, 19 de septiembre
CRÍMENES DE ANTOLOGÍA
–-¡Cuántas tonterías escriben a veces los grandes autores!,
digo en la tertulia..
–-¿Vas a
contarnos otra vez lo de aquel poema de Claudio Rodríguez que comienza “Me la
están refregando” o lo de aquel otro en que lamenta no poder ser hostia para
darse?
––No, no,
esta vez se trata de un cuento de Charles Dickens.
––¿También
vas a meterte con Dickens?
––No voy a
meterme con Dickens, que a veces dormitaba y roncaba como dormitaba Homero,
sino con Juan Antonio Molina Foix, el antólogo y traductor de El cuerpo del delito, una antología de
relatos policíacos clásicos publicada por Siruela.. En la contraportada –donde,
como en los programas políticos, es lícito exagerar, pero no mentir– se afirma
haberse tenido “siempre presente la máxima exigencia literaria”. Vamos a ver si
es así. El inspector Wield cuenta la historia de “Un par de guantes”. Una
hermosa joven aparece con el cuello cortado en su dormitorio. Debajo de la
almohada encuentra un par de guantes de caballero marcados con unas iniciales.
Al olerlos descubre que han sido
limpiados en seco. Son pocos los lugares de Londres que al parecer se dedican a
ello. Al inspector le resulta fácil encontrar el lugar en que han sido
limpiados y localizar al propietario. Pero tras “un interrogatorio a puertas
cerradas” se descubrió que aquel joven conocía a una prima de la víctima, había
ido a verla pocos días antes y se dejó los guantes encima de la mesa. Poco
después llegó la joven que sería asesinada. El final no tiene desperdicio. Os
lo leo: “¿De quién son estos guantes?, dijo. Son de Mr. Trinkle, dijo su prima.
¡Vaya!, están muy sucios y no creo que le sirvan. Me los llevaré para que mi
criada limpie las estufas. Y se los guardó en el bolsillo. La criada los había
usado para limpiar las estufas y, no me cabe la menor duda, los había dejado en
el dormitorio, encima de la repisa, o en la gaveta, o en algún sitio; y su
señora, cuando inspeccionó la habitación para ver si estaba en orden, los había
cogido y guardado debajo de la almohada, donde yo los encontré”. Y ahí termina
la historia de este crimen sin resolver. El crimen literario me parece aún
mayor que la degollación de una joven inocente. Alguien se olvida unos guantes
en una casa ajena y otra visita se los lleva “para que la criada limpie las
estufas” y cuando están bien cochambrosos, llenos de pringue y hollín, no se le
ocurre otra cosa que guardarlos bajo la almohada de su dormitorio. Qué cosas.
––Y además
parece que esos guantes tan sucios conservaban el olor de los productos que se
utilizan para limpiarlos en seco. Persistente olor, sin duda.
––¿No será
una parodia de los relatos policíacos? Una burla como aquella anécdota apócrifa
que se contaba de Conan Doyle y que él mismo refirió en sus memorias. Resulta
que, al llegar a París, tomó un taxi para dirigirse al hotel. “Doctor Doyle –le
dijo el taxista en cuanto subió al vehículo–, por su aspecto veo que ha estado
usted recientemente en Constantinopla. Tengo motivos para pensar que también en
Budapest y me atrevería también a afirmar que no ha andado lejos de Milán”.
“Exacto –respondió el escritor–.. Le doy cinco francos si me dice cómo lo ha
adivinado”. “Me he fijado en las etiquetas de su equipaje”, respondió el
taxista.
––No parece
una parodia, sino un ejemplo de la torpeza de Dickens para el relato policial
–disculpable, él se dedicaba a otras cosas, eso lo dejaba para su amigo Wilkie
Collins– y de lo poco fiable, y eso no resulta disculpable, que resulta Molina
Foix como antólogo. Es frecuente que un estudioso, o un traductor, pierda el
gusto literario y le sepa lo mismo una obra maestra que una olvidable nadería.
Domingo, 20 de septiembre
MI EVOLUCIÓN POLÍTICA
Antes era radicalmente moderado, ahora soy moderadamente
radical. Creo que he ganado en moderación.
Lunes, 21 de septiembre
LENGUA SIN MANOS
Esconder el cadáver es la primera preocupación del asesino.
Sin cadáver no hay delito. Pero esconder millón y medio de cadáveres resulta
imposible. El gobierno turco sigue empeñado en hacerlo. Hace cien años, por
estas fechas, el exterminio del pueblo armenio estaba en su apogeo. Las
matanzas indiscriminadas durarían aún hasta septiembre de 1916. Todo el mundo
lo sabía. Nadie hizo nada por impedirlo. Unos porque no pudieron, otros porque
no quisieron. Me encuentro hoy con ese episodio atroz, ¿quién lo iba a decir?,
en el libro de un humorista, Julio Camba.
Se acaban
de recopilar en libros los artículos que escribió desde Constantinopla, su
primer destino como corresponsal. La espléndida edición, a cargo de José Miguel
González Soriano, incluye también otros artículos posteriores de tema turca,
entre ellos dos, publicados en 1915 en el conservador y germanófilo ABC, dedicados a las matanzas de Armenia.
Comienzan
con una frase del sultán Abdul Hamid; “Para acabar con la cuestión Armenia, lo
mejor es acabar con los armenios”. También hay lugar para el humor negro en esta
escueta enumeración de barbaries que hace Camba: “En Bitlis, los armenios
fueron obligados a cavarse ellos mismos sus sepulturas. Hay quien dice que los
turcos les impusieron esa obligación como un suplicio más; pero tal vez se
tratase, únicamente, de una medida higiénica. Higiénica para los turcos, claro
está, y no para los armenios… Así no hay ahora en la Armenia turca tantos
cadáveres infestando el aire”.
Ha pasado
un siglo y para Turquia el genocidio nunca existió, incluso es un delito hablar
de él. Si la Alemania nazi hubiera ganado la guerra, tampoco habría existido el
holocausto: sería solo un insidioso rumor propalado por los judíos. Para que
sea posible la barbarie de unos, siempre es necesario que los demás miren hacia
otro lado.
Espléndido
Camba. Sus dos artículos de ABC nos
estremecen todavía hoy. Pero no sirvieron de nada.
Miseria del
periodismo, inutilidad de la literatura: lengua sin manos.
Martes, 22 de septiembre
COSAS DE LAS QUE NUNCA ME CANSO
De mí, de ti, del resto del mundo.
Miércoles, 23 de septiembre
MATEMÁTICO
FRUSTRADO
Hace más de cuarenta años, en 1973, publiqué un artículo en
la revista Cuadernos Hispanoamericanos
en el que trataba de demostrar “la imposibilidad de la biblioteca de Babel”,
esto es, que no es posible una biblioteca que contenga todos los libros porque,
al contrario de lo que Borges afirma “todas las posibles combinaciones de los
veinticinco símbolos ortográficos” no constituyen “un número, aunque vastísimo,
no infinito”. Pero no hay biblioteca, por vastísima que sea, capaz de contener
todo lo que se ha escrito y todo lo que es posible escribir.
Esta tarde
he tenido ocasión de discutirlo, en el salón de actos de la Facultad de
Ciencias, con un joven matemático que opinaba como Borges. Y entre el público,
al contrario que cuando lo hicimos en la tertulia, había personas que sabían de
qué hablábamos.
Disfruté
como un niño en un parque de atracciones. La verdad es que mi deporte favorito
es eso que tan antipático resulta a todo el mundo: demostrar que tengo razón.
Que la tengo, no que creo que la tengo.
En los
debates, parece que no escucho porque tiendo a empezar mi réplica antes de que
el contrario termine de hablar. Pero eso es solo porque ya he captado su
argumento. Y si es razonable en seguida lo asumo como mío.
Siempre he
sentido alergia al pensamiento algodonoso de poetas y estudiosos de la
literatura; nada soporto menos que las vaguedades sobre la posmodernidad o el
pensamiento líquido, que las divagaciones sobre el fin de la historia, la
muerte de Dios o de la novela o de la literatura (“los muertos que vos matáis /
gozan de buena salud”, habría que decirles a algunos).
Una de mis
frustraciones es no haber estudiado física o matemáticas. Me interesa poco ese
mundo en el que cada uno tiene su verdad y en el que todas las opiniones,
incluso las mayores tonterías, son respetables. A mí me gusta repetir con
Antonio Machado: “¿Tu verdad? No. La verdad. / Y ven conmigo a buscarla. / La
tuya, guárdatela”.
Me refiero
claro a las verdades con minúscula, y siempre sujetas a posible refutación, de
la ciencia; no a la Verdad con mayúscula, que suele ser la mayor de las
mentiras.
Jueves, 24 de septiembre
HOMBRES SOLO
Abro el libro de poemas que acabo de recibir y tropiezo con
la primera frase del prólogo: “Un poema es un camino de soledad que recorren
dos hombres: el autor, cuando lo escribe, y el lector cuando lo reinventa y
hace suyo”.
¿Y nunca lo
recorren dos mujeres? ¿O un hombre y una mujer? Digan lo que digan las
gramáticas, amigo Alejandro Duque Amusco, en el español de hoy un hombre es un
hombre, nunca una mujer (dejemos a un lado travestismos varios) y dos hombres
son dos hombres, nunca un hombre y una mujer.
Viernes, 25 de septiembre
MI PARADOJA FAVORITA
Extraño que no diga quién ganó el debate sobre la Biblioteca de Babel - que en realidad no es más que un debate semántico sobre el significado de las palabras "finito" e "infinito", es decir sobre la lógica neuronal del cerebro humano, tan binariamente primitiva.
ResponderEliminarNo es un debate semántico. La Biblioteca de Babel, tal como la concibe Borges, es infinita, esto es, por grande que sea siempre estará incompleta.
ResponderEliminarNo es tan difícil de entender, también los números naturales, son infinitos: Dado uno de ellos, por grande que sea, siempre se le puede añadir una unidad. Y todo ellos se pueden escribir con solo las diez cifras del cero al nuevo.
JLGM
¿No puede decirle a Saúl. F. Borel que venga por aquí a contarnos su impresión sobre el debate?
ResponderEliminarEso es cosa suya. En la revista Anáfora ha publicado un largo artículo con su opinión sobre el asunto.
EliminarJLGM
"del cero al nuevo", qué curiosa errata. En fin.
ResponderEliminarYo solo quería plantearle una cuestión "matemática":
¿Cuántas letras tiene la respuesta a esta pregunta?
Por cierto, me ha hecho reflexionar (todavía estoy en ello) lo de que un hombre pueda concebirse como una mujer (así se ha concebido, de hecho en nuestra tradición literaria, filosófica, etc.), pero que dos hombres solo puedan ser dos hombres y nunca dos mujeres o una mujer y un hombre. Sigo dándole vueltas, lo prometo.
Y un saludo.
El uso de "hombre" con valor genérico, esto es, como equivalente a "ser humano", me parece, y me parece muy bien, que está en desuso.
EliminarUmbral decía que escribir era hacerle erosiones a la gramática.
Ciertas normas gramaticales (o definiciones del diccionario) se quedan viejas, como un traje de otro tiempo.
JLGM
Pienso, de todas formas, que en textos antropológicos, filosóficos, históricos, etc. se sigue usando "el hombre" con valor genérico; no lo veo tan en desuso: "El hombre, desde la Antigüedad..."; "El hombre, desde que adquiere pleno uso de razón, se da cuenta de su existencia, de que existe el Universo..." y un largo etcétera. En estos contextos concretos, decir "hombre y mujer" habiendo un genérico me parece atentar contra algún principio de economía lingüística. Es mi opinión. Otra cosa es singularizarlo con un indefinido UN: Un hombre. Es en ese caso concreto donde me caben las dudas. En fin, otro asunto para debatir.
EliminarSe sigue usando, pero yo prefiero no hacerlo. No hay que ser esclavos de la economía.
EliminarJLGM
El dinero está sobrevalorado..., pero la redundancia en el lenguaje creo que aún no.
EliminarLa respuesta al acertijo es CINCO, por cierto.
"aquel poema de Claudio Rodríguez que comienza “Me la están refregando” o lo de aquel otro en que lamenta no poder ser hostia para darse..."
ResponderEliminarA mi ropa tendida (El alma)
Me la están refregando, alguien la aclara.
¡Yo que desde aquel día
la eché a lo sucio para siempre, para
ya no lavarla más, y me servía!
¡Si hasta me está más justa¡ No la he puesto
pero ahí la veis todos, ahí, tendida,
ropa tendida al sol. ¿Quién es? ¿Qué es esto?
¿qué lejía inmortal, y que perdida
jabonadura vuelve, qué blancura?
Como al atardecer el cerro es nuestra ropa
desde la infancia, más y más oscura
y ved la mía ahora. ¡Ved mi ropa,
mi aposento de par en par! ¡Adentro
con todo el aire y todo el cielo encima!
¡Vista la tierra tierra! ¡Más adentro!
¡No tenedla en el patio: ahí en la cima,
ropa pisada por el sol y el gallo,
por el rey siempre!
(Claudio Rodríguez)
Tortuga griega
"Alguien llama a la puerta y no es la hora."
(Claudio Rodríquez)
Yo también quisiera ser hostia,
para darme como Claudio Rodríquez
en su poética ebriedad
o aire, para darme más aire.
O silencio, para no hablar de mí, ni de nadie.
Al menos vencejo, golondrina,
ave que cruza el cielo de las plazas públicas.
Ser viña enriscada, gaviota reidora,
o un poco más sentido: olor a madera vieja,
casa popular, color.
Quisiera ser almagra de los pozos mineros,
o una tortuga griega
en los páramos del tiempo.
(Pedro Guerrero. En Poesía en el archivo 2)
Poemas (pero también estrofas o versos sueltos) tan ridículos como ésos de Claudio Rodríguez o Pedro Guerrero, hay docenas en los libros de los mejores poetas españoles. Yo los colecciono desde hace años. Si no estuviera preparando un texto sobre ese tema citaría algunos del mismo calibre...
Me gustará leer ese texto cuando se publique.
EliminarJLGM
"No es un debate semántico."
ResponderEliminarClaro que es un debate semántico, puesto que nadie sabe lo que es el infinito, concepto producido por nuestro cerebro y que es imposible saber si corresponde a una realidad fuera de él.
Es el mismo problema que el concepto de eternidad, que los físicos son incapaces de saber si existe, puesto que ni siquiera saben lo que es el tiempo e incluso si existe realmente (hace unos meses se lo oí decir en la radio a uno de los mejores especialistas franceses del Tiempo, el físico Étienne Klein, autor, entre otros muchos libros sobre el tema, de "Le temps existe-t-il?".
"también los números naturales son infinitos".
Si el universo es finito (como dicen los científicos que lo es), ¿cómo podría haber en él algo infinito?
"MI PARADOJA FAVORITA. No sería tan listo como me creo si no supiera que no soy tan listo como me creo."
ResponderEliminar¿No sería más interesante puesta al revés: "No sería tan tonto como me creo si no supiera que no soy tan tonto como me creo."?
Nadie se cree tonto, son los demás los que nos creen así.
EliminarJLGM
¿Conoce usted artículos o libros que traten de ese mismo tema?
ResponderEliminarMe refiero a artículos o libros sobre el tema de los versos ridículos escritos por grandes poetas.
EliminarConozco la Tontología de Gerardo Diego que acaba de reeditarse y este viernes se presenta en una librería de Santander.
EliminarJLGM
La "Tontología" de G.Diego es una antología muy "soft", en la que hay poemas con versos mediocres pero no ridículos como los de Claudio Rodríguez.
EliminarA.Machado, J.R. Jiménez o Jorge Guillén, entre otros, tienen versos mucho peores que los que cita G.Diego.
Es verdad que el subtítulo de su antología es "Versos malos de poetas buenos" y no "Versos ridículos de grandes poetas", como podría subtitularse la mía.
No soy matemático pero entiendo el problema. La biblioteca de Babel es inmensa pero finita, puesto que (si no recuerdo mal) se estipula que cada libro tiene un número limitado de páginas, líneas y caracteres. Sería infinita si se estipulase la posibilidad de ampliar indefinidamente el número de páginas de cada libro.
ResponderEliminar"Libro" es una palabra ambigua: puede referirse a obra literaria o a volumen. Es evidente que, en el cuento de Borges, se refiere a lo segundo cuando dice que la Biblioteca de Babel está formada por libros todos de "cuatrocientas diez páginas, cada una de cuarenta renglones y cada renglón de ochenta letras de color negro". Unas obras ocuparán solo parte de uno de esos tomos (poemas breves, cuentos, novelas cortas) y otras, como "Las mil y una noches" o el "Quijote" varios tomos. Y si la biblioteca pretende contener todos los libros (y por lo tanto obras literarias) que se han escrito y que se podrán escribir, no puede ser finita: al poema más extenso que haya en ella siempre se le podrá añadir un verso (o una palabra más a cualquier obra).
ResponderEliminarNo sé yo si hace falta ser matemático para entender esto. Me parece que solo hace falta pensar claro y no confundir "libro" (esos tomos siempre del mismo número de páginas) con "obra literaria" (que puede abarcar cualquier número de páginas: Borges habla de todos los libros posibles).
JLGM
Ayer repasé el cuento. La simple combinatoria de los veinticinco caracteres, daría, por ejemplo, para que esa inimaginable biblioteca contuviese los relatos de Borges traducidos a todas las lenguas de la tierra pasadas, presentes y futuras (incluídas erratas). Y aún así, la biblioteca sería finita. Inmensa, pero finita. Sería infinita si pudiese contener dos o más ejemplares de libros iguales. Pero creo que esa es otra restricción (que en la biblioteca de Babel no hay dos libros iguales).
ResponderEliminarPues no, Joaquín, no sería finita. Si relees el cuento, verás que en él se dice que en esa biblioteca estarán no solo todos los libros escritos y por escribir, sino incluso los que a nadie, por absurdos (todas las páginas repiten la letra "a"), se les ocurriría escribir nunca. Pero entre los libros posibles habría siempre uno que podría contener un verso más o una palabra más del más extenso de los contenidos en esa "biblioteca finita" y que por tanto no estaría en ella. Y esa operación se puede repetir tantas veces como se quiera, con lo que se demuestra que esa presunta biblioteca total nunca estaría completa.
EliminarJLGM
O sea, que el lenguaje prueba (decir simplemente que a algo siempre se le puede añadir algo) lo que la ciencia no logra probar: que el universo es infinito.
EliminarInsisto, sería una biblioteca finita.
EliminarUN LIBRO = 410 (páginas) x 40 (renglones) x 80 (letras) = 1.312.000 espacios.
Cada espacio de cada libro puede ser ocupado aleatoriamente por uno de los 25 letras o caracteres (incluído punto, coma y espacio).
El resultado de libros posibles es igual a 25 elevado a 1.312.000 (el primer espacio de un libro sería ocupado por la 'a', la 'b' o la 'c', etc., y así sucesivamente los 1.312.000 de cada libro).
Inmenso, pero finito. Es una cifra tan inmensa, que da lugar a cualquier obra literaria imaginable, en cualquier lengua, presente, pasada o futura (incluídas erratas).
También se discute si el universo tiene tantos átomos como para albergar tantos libros.
Cada loco con su tema, que dice el refrán popular. A esos niveles tan hipotética es una biblioteca finita como infinita, pero no es lo mismo. Se trata de lo que se llama un experimento mental. El ejemplo más cercano es el de los números naturales. Imaginemos uno tan grande que para escribirlo haga falta un papel que abarque la tierra entera. A pesar de ello no es el último de los números naturales: basta sumarle la unidad para tener otro mayor y así sucesivamente. Igual pasa con las obras literarias contenidas en esos volúmenes de cuatrocientas diez páginas. Solo con que fueran de quinientas la biblioteca sería mucho mayor, pero en ningún caso sería total: no estarían todas las obras literarias posibles. Bastaría buscar el poema más extenso que hubiera en ella y añadirle un verso. Ese otro poema no estaría. Y así podríamos seguir y seguir. Nunca sería una biblioteca total (ahora con Internet habría menos problema de espacio para esa gran biblioteca, nunca finita).
EliminarY aquí creo que podamos dar por terminada la discusión. Los hipotéticos lectores tienen las razones de uno y de otro. Que decidan ellos.
JLGM
Una observación para el señor Lisandro Torreblanca. Yo no he hablado del universo, solo de los número naturales, que son infinitos (también otro tipo de números). Y si tiene alguna curiosidad matemática descubrirá que incluso hay infinitos grandes y pequeños.
EliminarJLGM
"Yo no he hablado del universo, solo de los número naturales, que son infinitos".
ResponderEliminarHablar de números es hablar del "espacio" que los contiene, puesto que los números existen dentro de un universo, que es la totalidad de lo que existe.
Por definición, en un universo finito no puede haber nada infinito. Y si existe la prueba de que los números naturales son infinitos, de ello debe deducirse que el universo es infinito.
Pero la prueba de que el universo es infinito no existe. Luego decir que a cualquier número puede añadírsele uno mayor no es más que un espejismo del lenguaje.
No existe el Nobel de matemáticas, pero si existieran se lo darían a Lisandro Torreblanca. ¡Qué atrevida es la ignorancia! Espero no acabar como él (aunque alguno pueda pensar que ya he acabado).
EliminarSi quiere negar que a cualquier número natural se le puede sumar una unidad y no hay ninguno que esté al borde mismo del universo, y al que no se pueda sumar nada, que lo discuta con los matemáticos del mundo, no conmigo.
Un biblioteca infinita, vuelvo a mi tema, quiere decir que nunca se podrá completar, no que contenga infinitos libros,dino que por grande que sea siempre faltará alguno.
JLGM
Yo no aspiro a obtener la Medalla Fields (el Nóbel de matemáticas), sólo a que alguien me explique cómo puede existir algo infinito dentro de un universo finito. Gracias a qué milagro, el día que nuestro universo finito se acabe, podrán seguir existiendo los números naturales infinitos.
EliminarY todo ello cuando se sabe que ni siquiera se puede probar que existan "entes matemáticos independientes del cerebro" como puede leerse en el libro de conversaciones sobre las matemáticas entre el biólogo Jean-Pierre Changeux y el matemático Alain Connes titulado "Materia de reflexión", que alguien recomendó aquí hace unos meses durante otra discusión sobre el mismo tema.
Sí, la matemática es una creación de la mente humana, como la poesía, pero luego resulta que la realidad responde a leyes matemáticas. Hay muchos enigmas en el universo, al que yo no le aplico ni los conceptos de finito ni de infinito (eso se lo dejo a los expertos), me limitaré a decir como poeta que es "inmenso".
EliminarEn cuanto a los números: serán algo abstracto, pero pueden representarse con cifras decimales (0,1, 2, 3...) o de otro tipo en un papel o en la memoria de un ordenador. Sea o no finito el universo, nunca podremos representar todos los números porque, por muy grande que sea ese número, aunque en la escritura abarque kilómetros y kilómetros siempre podemos encontrar un número superior sumàndole una unidad.
Y lo mismo pasa con la biblioteca de Babel: no puede haber una que contenga todos los libros que es dable escribir en cualquier idioma (tengan sentido o no) porque siempre podemos encontrar una obra literaria que no está en ella: el poema, por ejemplo, que contiene un verso más del más extenso que se encuentra en ella.
El que esa biblioteca quepa o no en el universo es una cuestión metafísica que no viene al caso. Incluso finita la biblioteca que imaginó no cabría en ninguna parte (al menos en papel, habría que pensarlo en versión digital). Yo creo que el error de mi comentarista es imaginar el conjunto infinito como una realidad que tiene que alojarse en algún lugar con todos sus infinitos elementos; infinito, en este sentido, equivale a "no finito", a que no se le puede encontrar un término, un último elemento que complete el conjunto (y eso no por azar, no es que no lo encontramos hoy, pero podemos encontrarlo algún día, sino por imposibilidad lógica).
JLGM
O sea que al final todo se queda en agua de borrajas semántica, todo depende del contenido semántico que se le dé al concepto de "infinito"...
EliminarSobre la falsa idea que nos hacemos de la realidad, dos enlaces muy interesantes:
"A.Connes, le quantique, notre idée de la réalité"
https://www.youtube.com/watch?v=rLYWvJ82Eqg
"Le monde matériel existe-t-il objectivement, en dehors de nos pensées?"
http://www.matierevolution.fr/spip.php?article3352
Sobre Alain Connes:
https://es.wikipedia.org/wiki/Alain_Connes
"Al final todo queda en agua de borrajas semántica..."
EliminarSi usted lo dice...
Menos mal que uno no escribe para que lo entienda quien no quiere entender. En ese caso, ¡vaya pérdida de tiempo!
JLGM
No sé lo que dirá Alain Connes sobre la existencia o no del "mundo material, fuera de nuestros pensamientos"; los míos no dan para tanto. Lo que puedo decir es que, cuando me ha ocurrido, por ejemplo, levantarme de la silla y golpearme la cabeza con la puerta del armario de cocina, que no había advertido que estaba abierto justamente porque no pensaba en semejante cosa, me inclinaría a sospechar que la materialidad de la puerta (y la del chichón) existían, por más que pueda yo jurar por todo lo jurable que no pensaba en ellas de ningún modo.
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