domingo, 28 de septiembre de 2014

Nadie lo diría: Cosas de las que no habla un caballero


Domingo, 21 de septiembre
ELOGIO DEL PERIÓDICO

“¿Cuándo comienza de nuevo su diario?”, me pregunta cada día algún desconocido que se acerca a mi mesa en la cafetería o me para en la calle. “Ya ha comenzado, se publica cada semana en mi blog”, contesto. “Digo que cuándo comienza de verdad, en el periódico; a mí no me va el Facebook ni cosas de esas”.
            Leer el periódico es una costumbre, una buena costumbre que todavía tiene mucha gente. Y el aroma del café, el tacto del papel, el rumor de la cafetería, el demorado cigarrillo, el frescor de la mañana en el parque forman parte de ese placer.
            En estos prodigiosos tiempos en que vivimos se han multiplicado las maneras en que la información y la literatura lleguen a los lectores. Pero esas maneras no son intercambiables, cada uno tiene sus favoritas o su amante exclusiva.
            Algunos no podemos prescindir del periódico nuestro de cada día, que no solo nos trae, bien ordenadas, las noticias, sino muchas cosas más para satisfacer el capricho de cada lector. Pocas veces nos dan tanto por tan poco como cuando compramos el periódico en el quiosco.


Lunes, 22 de septiembre
BREVE HISTORIA

¿Qué distingue al lenguaje humano del lenguaje animal? La capacidad de chismorrear, la de hablar de cosas que no existen. Leo De animales a dioses, la “breve historia de la humanidad” que ha escrito Yuval Noah Harari y voy de asombro en asombro, como quien escucha un cuento fascinante. ¿Cuál fue el mayor descubrimiento del hombre, el que permitió el avance prodigioso de los últimos siglos? El descubrimiento de la ignorancia.
            Como las buenas paradojas, las de Yuval Noah Harari despiertan en primer lugar nuestra incredulidad. ¿El chismorreo nos hace humanos? ¿Disfrutar con Sálvame y otros programas por el estilo no es entonces un vicio inconfesable? Una abeja puede transmitir a otra sofisticada información: en qué dirección y a qué distancia se encuentran unas determinadas flores. Lo que no puede es comentar la vida privada de otra abeja ni criticar a un zangano. El chismorreo contribuyó a la configuración de los primeros grupos humanos más allá de la relación del macho con la hembra y de la hembra, o de ambos, con la prole. Y la posibilidad de hablar de cosas que no existen –espíritus, dioses, patrias–, la capacidad de inventar cuentos y de creerse los cuentos que inventaba puso en marcha la historia, nos permitió llegar a lo que somos hoy.
            Hasta el Renacimiento había ignorantes, pero no había ignorancia en sentido estricto: todas las preguntas tenían respuesta en algún libro sagrado (o en las obras de Aristóteles). Dios había revelado a la humanidad cuando la humanidad necesitaba saber. La ciencia moderna comenzó en el momento en que el hombre se dio cuenta de que no lo sabía todo, de que nunca llegaría a saberlo todo.


Martes, 23 de septiembre
LOS AMAÑOS DE LA CASTA

Como soy un pesado, de vez en cuando vuelvo sobre el mismo asunto, para mí incomprensible: “La Universidad no tiene dinero para pagar los gastos corrientes, como la luz o la calefacción, pero se gasta cientos de miles de euros al mes para que un numeroso grupo de profesores se quede en su casa en lugar de dar clases”.
            “Eso es legal, se ha hecho en multitud de empresas”, me responde un admirado poeta y dirigente de Izquierda Unida.
            “Supongo que tan legal como los sueldos millonarios de los ejecutivos de los bancos en crisis. Legalidades así justifican a Podemos”.
            “¿También tú estás ahora en Podemos?”, se escandaliza el poeta.
            “Me lo estoy pensando. Ciertas cosas que parecían normales deben dejar de parecernos normales”.


Miércoles, 24 de septiembre
UN PREMIO DE POESÍA

Tengo una cierta fama de indiscreto, no sé si del todo inmerecida. Pero yo jamás suelo contar ninguna de las cosas que me cuentan, y no por qué haya prometido guardar el secreto (mi relación con las promesas se parece a la de los políticos), sino porque carecen de interés. Han pasado unas horas y ya me he olvidado de todas las íntimas trivialidades sobre este o aquel más o menos ilustre poeta que amenizaron mesa y sobremesa durante la concesión hoy del premio Alarcos.
            Entre mis cinco favoritos (aunque no era mi favorito), estaba el libro que se llevó finalmente el premio, Saber de grillos. En mis notas había escrito: “Mejoraría con una selección; brevedad e intensidad a ratos; en algunos casos, nadería”. Cuando las votaciones dejaron fuera a mi candidato, ya me daba igual que ganara ese libro o Destilaciones, el otro finalista, del que había apuntado: “Necesita una buena selección; mejora a medida que avanza; excelente poema el último”. En el debate entre un libro y otro, leí en voz alta un poema de Saber de grillos, “Vocación de amor”: “La flor que sin un nombre / estalla en la cuneta / y nos pone perdidos de luz rara; / el sueño laborioso de la hormiga / que nos encuentra niños, boquiabiertos. / Todo este desafuero en el que bullen / como carbón los ojos, / no hace falta decirlo, aunque nos haga / tanta falta que suene”. Luego comenté: “Parece de un buen discípulo de Vicente Gallego”. Al abrirse la plica resulta que era de Vicente Gallego. No supe ni alegrarme o no. Parecía un amaño más de la factoría Visor, pero en este caso perfectamente legal, no como la otra vez que quisieron darle el premio y yo lo impedí. Ese año, antes de la reunión del jurado, me llamó Ángel González: “Me ha dicho Luis que entre los preseleccionados no está un libro de Vicente y que él tiene constancia de que ese libro se ha presentado; cree que debemos pedir que se añada, y a mí me parece bien”.
             “Pues a mí no, va contra las bases”.
            “El jurado puede añadir cualquier libro, la preselección es solo una ayuda”.
            El libro apareció sobre la mesa; yo me negué a tomarlo en cuenta. La discusión fue larga.
            “Es lo que se hace siempre –repetía una y otra vez Luis García Montero–, casi ninguno de los premiados en el Loewe estaba preseleccionado”.
            “Claro –le repliqué yo, teniendo buena prueba de ello–, porque en varias de las ocasiones, comenzando por cuando ganó Juan Luis Panero, el libro fue presentado fuera de plazo y no pudo pasar por la preselección”.
            Al final, y gracias a la ayuda del funcionario que hacía de secretario, logré que el libro no se admitiera. Mis razones: “El jurado puede añadir cualquier libro, pero para ello ha de seleccionarlo de entre los presentados, no pedirlo directamente. Todos los concursantes deben ser tratados de la misma manera, no puede tener preferencia ningún amigo. O los leemos todos o nos fiamos de los preseleccionadores”.
            Esta vez se han cumplido rigurosamente todos los requisitos legales. Y yo estoy muy contento del resultado, aunque me parece que Vicente Gallego, uno de los poetas que yo más admiro, no debería rodar por concursos. “Prestigio no necesita –me responde García Montero–, se lo aporta él al premio. Pero la crisis no perdona a nadie, y menos que a nadie a los poetas que no tienen la suerte, como tú y como yo, de ser funcionarios”.


Jueves, 25 de septiembre
TENORIO VIRTUAL

Sonrío al recordar la afirmación de Manuel Machado: “¿Las mujeres? Sin ser un Tenorio –eso no–, tengo una que me quiere y otra a la que quiero yo”.
            Mi caso no sé si es más o menos afortunado. Tengo muchas que me quieren –o eso me dicen en el Messenger– y ninguna a la que quiera yo.
            O casi ninguna. Pero de estas cosas no habla un caballero.


Viernes, 26 de septiembre
EDIPO Y LOS SOLDADOS

Subo hacia la redacción de La Nueva España para dejarle a la directora, como regalo de despedida, mi último libro (a partir del domingo comienzo a colaborar en otro diario), y de pronto me encuentro una calle llena de soldados.
            Me distrae cualquier espectáculo callejero, así que me detengo a ver qué pasa. Se trata de un homenaje a Luis Noval Ferrao, soldado español muerto el año 1909 en Marruecos y nacido en esta ciudad, el cabo Noval que da nombre al Regimiento de Infantería acuartelado en Oviedo.
            De sobra sé lo que hay tras esa historia. Poco antes había ocurrido la Semana Trágica en Barcelona, los jóvenes españoles de las clases más humildes estaban hartos de servir de carne de cañón para las ambiciones de los militares africanistas, que en Marruecos ganaban medallas y hacían lucrativos negocios (en las minas del Rif tenía acciones el propio Alfonso XIII). Hacía falta crear un mito patriótico para que siguieran dejándose humillar, maltratar y matar en aquellas tierras del norte de África.
            Capturado por los rebeldes rifeños, el cabo Noval fue obligado a llevarles hasta la entrada del campamento español. Los centinelas abren las puertas al reconocerlo, pero entonces el cabo grita: “Disparad, soldados. Aquí están los moros”. Y él es el primero en morir en la refriega que se desencadena a continuación.
            ¿Merecía ese acto los homenajes que vinieron a continuación, la estatua que se encarga a Mariano Benlliure y que se coloca en la Plaza de Oriente? Quizá no, pero había que crear un mito, deslumbrar a los soldados con la gloria que les esperaba si morían en combate.
            Yo sabía de sobra todo eso y, sin embargo, no puedo dejar de sentirme emocionado al escuchar el himno de infantería, al contemplar el ritual ballet de las banderas y los fusiles. El cabo Noval –escucho decir– representa a todos los que dieron su vida por la patria. Pero a menudo la patria no es más que una patraña interesada –como ahora nos dicen de Cataluña– para defender intereses particulares de la casta militar, determinados empresarios, ciertos políticos. Pero los que murieron, aunque murieran engañados, murieron de verdad por algo en lo que creían . Por eso yo también les rindo mi homenaje. Y aplaudo al final a estos soldados, buenos profesionales, que nada tienen que ver con los jóvenes secuestrados en la mili de mi juventud.
            Por la mañana, aplaudo al ejército español; por la tarde, gracias a los privilegios de Internet, asisto en directo a la intervención de Jordi Pujol en el parlamento catalán. Como español que se precia de serlo, nada catalán me es ajeno y soy el primero en defender el derecho que tienen, en democracia, a decidir su destino. Pero en seguida dejo de lado mis simpatías políticas, mi indignación ante los corruptos, sean del partido que sean (y muy especialmente si son del mío) y me dejo seducir por la fuerza dramática del espectáculo. Pocas veces he asistido a una obra  teatral tan apasionante. A ratos me daba la impresión de estar asistiendo a una nueva versión de la tragedia de Edipo, el rey de Tebas que encarga al adivino Tiresias que averigüe cuál es la causa de los males de su pueblo y descubre que es él mismo. Abandona el trono, se arranca los ojos y se aleja de la ciudad a mendigar por los caminos. Jordi Pujol, que lo fue todo, como Edipo; que lo perdió todo, como Edipo, a causa de un antiguo conflicto con el padre; que él mismo, como Edipo, buscó su ruina haciendo una confesión que nadie le pedía, tiene a ratos la grandeza de un personaje trágico (ya lo fue cómico, en alguna farsa de Boadella). Y tiene, como Edipo, siete hijos. Los siete contra Tebas se titula la continuación de su historia.
            Pero yo hoy no quiero entrar en política ni en polémicas. No hay día que no nos traiga una sorpresa, un regalo inesperado. El de este viernes ha sido doble: el desfile militar y su emoción patriótica; la sesión del parlamento catalán y su emoción trágica, su aristotélica catarsis. Al final, en un caso y en otro, tenía los ojos húmedos. De la actualidad se puede decir cualquier cosa, salvo que es aburrida. No conozco nada más apasionante.






7 comentarios:

  1. Ciertas cosas que parecían normales deben dejar de parecernos normales”. Muy bien. Me recuerda ese juego de palabras, pero que no es ningún juego, que habla de los SINSENTIDOS CONSENTIDOS, o sea, absurdeces toleradas. Hay muchísimos, una enormidad de sinsentidos consentidos. Y a quien se atreve a cuestionarlos se le tacha de loco o extravagante. Pero muchas cosas intocables van a tener que cambiar si no se quiere que los populistas vengan a hacerlo con radicalismo. A los demagogos se les pueden reprochar muchas cosas, excepto una: Haber creado el estado de cosas que ha permitido que su demagogia prospere.

    (Aitor Suárez)

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  2. Esta vez se han cumplido rigurosamente todos los requisitos legales.

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  3. ¿Es ironía, admirado Piquero? A mí me sigue sorprendiendo el absoluto desprecio que el gobierno de España muestra por el Tribunal Constitucional y, como consecuencia, puesto que resulta clave en ella, por la Constitución española.
    Si tuvieran un poquito de dignidad, los miembros de ese tribunal habrían dimitido ya al comprobar que una y otra vez el gobierno los trata como títeres cuya decisión se conoce de antemano y se da por sentado que es la misma que la del gobierno.
    No olvides que una ley, aunque se recurra sigue siendo legal hasta que el Constitucional se pronuncie (ahí está, vigente a todos los efectos, la actual ley del aborto, recurrida por el Partido Popular). Y aunque se suspenda cautelarmente por un tiempo (no más de cinco meses), eso no significa que sea ilegal, sino que durante ese tiempo no se puede aplicar.
    Como ves, mi afán polémico me está convirtiendo en un experto leguleyo.
    Un abrazo

    JLGM

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  4. Te estarás convirtiendo, Martín, en un experto leguleyo, pero te falta trabajar la veta épico-poética del asunto catalán, esa misma que cultiva y beneficia tu colega García Montero: un intelectual tiene que mojarse cuando las campanas tocan a rebato. En la guerra de Troya ya había aedas "empotrados" a retaguardia de la Confederación que apuntaban en la tablilla -además de los forrajes y del trigo que, burlando el asedio aqueo, conseguían entrar en Ilión lo asediados por las Esceas-, cómo latía el corazón de los troyanos, cuál era el despecho de Menelao cornúpeta, o a qué sima de dolor llegó el anciano Príamo. No se conformaban con puntual relación de la intendencia.
    Te quedas en la logística, Martín: urge la épica.

    PD.- Por fin un café apetecible.

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  5. "El frescor matinal de la mañana"... ¡Qué ocurrente!
    Tanto que, mientras no termine de asimilar tan audaz figura literaria, no podré seguir leyendo.

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    1. "Equivocarse no es un crimen" (lema de la cadena de televisión Fox Crime).
      "Equivocarse está permitido; rectificar es obligatorio", palabras de mi entrenador de fútbol favorito, Pep Guardiola.

      JLGM

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  6. Patrias: patriagnas, patriañas, patrianyas.

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