sábado, 29 de junio de 2024

Coraje y alegría: El arte de perder

 

Sábado, 22 de junio
LOS NUEVOS MÁRTIRES

Hojeo el periódico mientras llegan los amigos con los que he quedado para comer. Cuando llegan, no puedo por menos de comentarles una noticia.

            ---Dice el arzobispo de Oviedo que también en España se persigue a los cristianos.

            ---¡Y tiene mucha razón! Lo que no dice es que uno de los principales perseguidores es él mismo. Estoy indignada. ¿Cómo se puede despedir y echar de su casa a un sacerdote, que ha sido párroco durante más de treinta años con un simple WhatsApp y un ahí te pudras? Bueno, lo de “ahí te pudras” no lo dice literalmente, pero es como traduzco yo su “rezaré por ti”. Resulta que a un cura amigo, que estuvo en nuestra parroquia y a veces venía invitado a comer, le han detectado un tumor de cierta gravedad. ¿Y qué le dice el arzobispo? Que no se preocupe, que ya ha nombrado un suplente, que abandone el domicilio parroquial  lo más pronto posible y que, si no tiene dónde ir, él le ofrece la Casa Sacerdotal. ¡Hasta los neocapitalistas de Milei tratan a sus trabajadores con más miramientos! Yo le he aconsejado que publique ese WhatsApp de despido y desahucio en la prensa, que eso clama al cielo, y nunca mejor dicho, pero él me dice que no quiere perjudicar a la Iglesia.

            ---Escribe tú al papa contándole la historia. Ya lo hicimos cuándo ese mismo señor, que parece el directivo de una empresa internacional, quiso echar a José Manuel Feito de su parroquia de Miranda. No la enviamos, porque el arzobispo se retractó del traslado ante la protesta de los feligreses.

            ---Pues a lo mejor lo hago. ¿Te encargarías tú de redactarla?

            ---Por supuesto. Que expulse a los poetas de Valdediós, pase, pero de su casa a los párrocos enfermos…

Domingo, 23 de junio
CARO DIARIO

Vuelvo a ver, en el Filarmónica, Caro diario de Nanni Moretti. Tenía muy buen recuerdo de su estreno, hace treinta años. Lo primero que me sorprende es que, lo que yo recordaba como la película entera, el maravilloso paseo en vespa por los barrios de Roma, sea solo la primera parte. Las otras dos las había olvidado por completo. Y no me extraña, resultan perfectamente olvidables.

¡Qué bobadas se dicen a propósito de la televisión! Hubo un tiempo en que, los que se las daban de intelectuales, presumían de no verla nunca, como ahora presumen de no tener móvil. Son tan tontorrones que no han caído en la cuenta de que el televisor puede estar apagado y el móvil en modo silencio cuando no queremos que nos interrumpa, o tienen tan poca voluntad que con el televisor en casa o el móvil a mano no podría resistir la tentación de tenerlo encendido a todas horas o de estar revisando sus redes sociales cada pocos segundos. 

Lunes, 24 de junio
COSAS QUE PASAN

---No seas tan susceptible, le digo a un amigo. Te pareces al vendedor de periódicos que se enfadó conmigo porque le llamé quiosquero.

            ---¡Susceptible yo! ¡Yo no soy nada susceptible! Retira eso. ¿De dónde sacas que yo soy susceptible? A veces puedes ser muy ofensivo sin pretenderlo.

            --Lo retiro, lo retiro. ¿De dónde sacaría yo que eres muy susceptible?

 

Martes, 25 de junio
POR ESO

Entre las cosas que traen mala suerte, la principal es la buena suerte. Por eso yo desconfío tanto de ella. Por eso procuro ser feliz, pero no demasiado.

Jueves, 27 de junio
POBRE GABRIELE

Qué crueles somos a veces con los amigos. Si Luis García Montero ha leído Las habitaciones de la memoria, de Gabriele Morelli, como parece deducirse del resumen que ofrece en su breve y encomiástico prólogo, ¿cómo es que no le ha advertido de que está lleno de disparates? Flaco favor hace su amabilidad a este entrañable y laborioso hispanista, amigo de todo el mundo.

Lleno de erratas (el libro de Vargas Llosa sobre García Márquez, Historia de un deicidio, se convierte en Historia de un suicidio; los sonetos de Roma, peligro para caminantes, dedicados a Giuseppe Gioachino Belli aparecen como dedicados “al poeta romano Gioachino autor”), apenas hay fecha que no esté equivocada, y Morelli parece creerse cualquier disparate.

Hasta que él no celebró un congreso para aclararlo, allá por 1998 (en el libro se lee “1898”), se dudaba si Altolaguirre había muerto por un accidente de coche o “a causa de una bomba mandada colocar por los agentes franquistas”. De un catedrático de Salamanca, César de la Riva, habría escuchado la siguiente anécdota unamuniana. Desterrado en Hendaya, “en el confín de Francia”, “le gustaba pasar algunos ratos en una cafetería cercana, donde, en una ocasión, se le acercó una joven prostituta que le ofrecía una bebida con el objetivo evidente de conseguir una relación íntima. Pero Unamuno no la dejó continuar diciéndole que para esas cosas él no necesita aperitivo”. Creerse semejante anécdota es, no ya no tener idea de la personalidad de Unamuno, sino ni siquiera del modo de trabajar de las prostitutas.

No asistió Morelli al entierro de Claudio Rodríguez, pero nos cuenta sin ponerla en cuestión la bonita fábula que a él le contaron: “El automóvil con el féretro, rodeado de amigos y autoridades políticas y culturales de la ciudad, marchaba despacio hacia el cementerio, cuando, de repente, un agricultor se paró delante del coche y lo detuvo. Acto seguido, comenzó a protestar contra los acompañantes: ‘No, no, Claudio no va al cementerio en automóvil: lo llevamos a hombro nosotros como él habría querido. Nada de flores, nada de coronas, todo fuera, todos fuera. Nosotros nos encargaremos de acompañarlo y cuando estemos cansados, iremos a tomar un chato, donde él lo sabe bien’. Salieron del camino otros hombres, amigos del primero, de aspecto modesto y campesino, se acercaron y, subiendo al automóvil, quitaron y arrojaron al suelo los adornos que envolvían el féretro, después levantaron con fuerza el ataúd y lo cargaron a hombros. Luego se dirigieron con paso ligero pero armonioso hacia la polvorienta senda que conducía al cementerio, gritando a voz en cuello: No, no, querido Claudio, ellos no te aman, te han metido en un automóvil de lujo, pero a ti no te gusta el coche, te gusta andar, caminar por los campos. No te preocupes, Claudio, tranquilo, que te llevamos nosotros”.

            Tampoco se aclara mucho cuando cuenta anécdotas de las que fue testigo. Comiendo con Isabel García Lorca –leemos en el capítulo octavo--, se les acercó “un hombre alto y elegante que desde el principio había estado observando y escuchando atentamente nuestra conversación” y que se puso a recitar “La casada infiel”. Se arrodilló luego y quería besar las manos a la hermana del poeta.

Unas páginas después lo narra de otra manera: “pedí al camarero que trajera agua fresca para doña Isabel y este nos sorprendió con el apasionado y espontáneo recital de “La casada infiel” que ya conté en el capítulo octavo”.

 Escribe directamente en español, pero sin tomar la precaución de que lo revise nadie. Eso explicaría la confusión de algunos pasajes, como cuando una noche acompaña a casa a un Jorge Edwards que ya ha comenzado a perder la memoria: “En un momento dado, veo que Edwards sube por una escalera de madera mientras me dice: ‘Ven, tomemos este atajo que tomo casi todos los días y conduce al otro lado de la calle’. Observo que lo que Jorge llama un atajo es en realidad una escalera mecánica que sube al primer piso de un supermercado abierto incluso de noche. Me asusto, porque Jorge ya está en el rellano superior y desaparece por la ventana abierta del edificio”.

¿Una escalera de madera es una escalera mecánica? ¿Cómo pudo el escritor desaparecer por la ventana abierta sin precipitarse al suelo? Misterios sin resolver, como tantos en este libro, que nadie en la editorial Cátedra parece haber leído, fiándose del prestigio del prologuista y del autor, que en una foto aparece feliz entre el rey y la reina.

            No cabe duda de que Gabriele Morelli tiene muchas cosas que contar, pero no basta con eso, además hay que saber contarlas. Y no confundirlas con otras sin interés ninguno, como el trivial anecdotario de tantos congresos.

            Tendría que haber un control de calidad editorial para multar a quienes ponen en el mercado productos como este. A veces pienso que yo, más que crítico literario, tendría que ser inspector de sanidad literaria.

Viernes, 28 de junio
ADIÓS, ADIÓS

La teoría de la cristalización, de la que habla Stendhal en Del amor, no solo es aplicable a la pasión erótica. Vale también para la admiración por los escritores, vale también para la amistad. Una simple rama, caída en las minas de Salzburgo, se convierte en una joya prodigiosa. Brilla como un diamante, pero solo es una pobre rama.

            Defraudamos y nos defraudan. Para mí el año no termina a final de año, sino cuando comienza el verano y yo cumplo un año más. Hago balance. Nos defraudan los demás y, alguna vez, nos defraudamos a nosotros mismos. Duele descubrir que el amigo en que habíamos puesto toda nuestra confianza no es la persona que nosotros creíamos. Durante algún tiempo fingimos no darnos cuenta, pero llega un momento en que no queda más remedio.

            “El arte de perder se aprende pronto” dice Elizabeth Bishop en un poema. Pero nunca se aprende a perder sin dolor lo que tanto nos ha importado.



 

 

sábado, 22 de junio de 2024

Coraje y alegría: La verdad

 

Sábado, 15 de junio
LA POETA Y EL REY

---En 1983, asistí a la reunión anual que, con motivo del día del libro, organizaba el rey Juan Carlos en los jardines del palacio de la Zarzuela. Me convenció Blanca Andreu para que la acompañara. Ella estaba loca por ir. Vestida de negro, hacía lo posible por acercarse al rey. En torno a Juan Carlos, estaban Hortelano, Benet y alguno más, los popes; ese era el corrillo principal. Al acercarnos, Benet le dice: “Señor, le voy a presentar a dos jóvenes escritores”. Creo que Blanca tenía más interés en ir a ver a Benet que al rey, o a los dos a la vez. Nos presentó. Yo estaba en segundo plano. Era un marciano vestido con el traje de boda del padre de El Gran Wyoming, porque como no tenía traje y era amigo de José Miguel Monzón me lo prestó. El rey de repente mostró gran interés por Blanca, por mí ninguno. “¿Qué escribes? Me gustaría mucho…”. Todos los demás muy serios. Benet, siempre tan arrogante, estaba muy cortesano. Hubo un momento en que se delató el Borbón: “Un día te voy a llamar para que me enseñes tus poemas, por curiosidad…”. Blanca se creció. Él me miró y dijo: “Si a ti no te importa, claro”.

            Quien habla es Julio Llamazares en la biografía de Juan Benet que acaba de publicar Benito Fernández. No nos cuenta si el rey llamó luego o no a Blanca Andreu, pero deja claro que eso de que don Juan Carlos no tenía ninguna preocupación cultural forma parte de la leyenda negra de tan benemérito personaje. Le interesaba, por lo menos, la joven poesía. 

Domingo, 16 de junio
MIRADOR

“Tú has subido a la torre Eiffel, ¿no, Martín? ¿Y a la torre Gálata, y al Empire State y a la noria gigante de Londres y al campanile de San Giorgio en Venecia y seguro que hasta a la Giralda?”, “Por supuesto, Cristian, por supuesto. Me gusta ver el mundo desde lo alto. Por eso no me pierdo ningún mirador de ningún lugar al que voy, ni siquiera ninguna noria. Las últimas, en Bayona y Florencia”, “¿Y has estado en el mirador de El Fitu?”, “No, ahí, no”, “Pues ya tengo qué regalarte este cumpleaños”.

            Y aquí estoy, temprano en la mañana de domingo, antes de que empiecen a llegar los turistas, como sobre la mano de un gigante que me alzara del suelo y me permitiera ver toda Asturias a mi alrededor, en un mágico diorama.

Trato de poner nombre a las cumbres que me rodean y a las playas y a las villas que diviso diminutas allá abajo. Nubes y claros, niebla y sol. Siento el deslumbramiento de Adán el primer día en el paraíso. Me da la impresión de si, fuerzo un poco la vista, podría divisar sobre las olas la isla de San Barandán o las torres y las cúpulas de Camelot, la capital del rey Arturo. El mugido de unas vacas, al pie mismo del mirador, pone una bucólica banda sonora a mi ensoñación.

            ---Gracias. De verdad. Es el mejor regalo.

Martes, 18 de junio
CANTA Y NO LLORES

Me temo que no estoy a la altura de mi leyenda. Tengo fama de ser un hombre cuadriculado. Quienes me conocen saben dónde voy a estar en cada momento del día. La gente podría poner en hora su reloj, como con Kant, cuando yo paso cada mañana, camino de una cafetería, o cada tarde, camino de otra. No niego que eso no fuera así durante un tiempo, demasiado tiempo. Pero ahora cada vez es menos verdad. Sigo teniendo una agenda precisa, pero no me importa cambiar de planes.

 A las siete llego a la cafetería de los martes. Llevo un libro para leer (en este caso releer), los Gritos del combate de Núñez de Arce, despreciado por la historia de la literatura pero que a mí me fascina por lo que tiene de entrelazamiento entre poesía e historia. Suelo leer hasta las ocho y luego regreso a casa pasando por el supermercado (hago la compra del día, siempre a última hora), pero hoy me llama Dalia Alonso.

---¿Te apetecería ver Don Gil de Alcalá? Tengo una entrada para el ensayo general. ¿Puedes estar en la puerta de la otra vez a las ocho menos cuarto?

Puedo. En Oviedo todo está a un paso, así que cinco minutos después estoy en la puerta de atrás del teatro y, nada más llegar, asoma Dalia con sus hábitos blancos de figurante y me pasa la entrada.

Apenas había oído hablar de Don Gil de Alcalá, pero antes de que se alce el telón, ya me he enterado, gracias a la magia del teléfono, de que esta ópera cómica, de Manuel Penella Moreno, estrenada en 1932, se inspira en El si de las niñas y en Los intereses creados. También de que una hija del compositor se casó con Ramón Ruiz Alonso, el asesino de Lorca.

El comienzo no promete demasiado, pero poco a poco me voy dejando seducir por la música y por esos dos pícaros que se hacen pasar por héroes. Los graciosos tienen gracia, cosa rara en el teatro de ayer visto hoy. Y hay una cierta burla del patrioterismo español. Importó poco que el viejo galán sea tan joven como el joven. La puesta en escena tiene una delicadeza rococó en sus blancos y dorados. Reconozco a Dalia, con su perfil helenístico, que canta en el coro y algo interviene en la acción.

Salgo del teatro con una sensación de ingrávida felicidad. Sigo teniéndolo todo previsto, pero cada día me gustan más las propinas imprevistas. 

Miércoles, 19 de junio
MATIZAR Y ATIZAR

Se habla mucho, con temor y temblor, de la Inteligencia Artificial. Yo, que soy un poco despreciativo del vulgo municipal y espeso, aunque intento disimularlo, confío en ella más que en la inteligencia natural de la mayoría de las personas, incapaces de comprender que se pueda no compartir la ideología de un político y aplaudir una de sus decisiones. El mundo de mis contrincantes intelectuales suele ser un mundo en blanco y negro, como el de todo el mundo, por otra parte.

            ---¡Pero cómo puedes defender a Putin! ¿Es que no ves cómo trata a los opositores, cómo trata a los homosexuales?

            ---Yo no defiendo a Putin, lo que no hago es apoyar a Zelenski. Tampoco defiendo a Hamás, aunque sea un detractor de Netanyahu.

            ---Dedícate a la literatura, que es lo tuyo, y deja la política para los que entienden de esto.

---Eso mismo me dijo Amelia Valcárcel aquella vez en que ella apoyaba a Susana Díaz, como todos los que sabían de política, y yo a Pedro Sánchez. “Ese chico no llegará a ninguna parte”, recuerdo que me dijo. “Tiene menos recorrido político que Hernández Mancha”.

            ---Bueno, entonces tú tenías razón y no ella o el impresentable de Felipe González, pero ahora no.

            ---Ya veremos. El tiempo pondrá las cosas en su sitio. Te resumo mi opinión. En política interior, prefiero Biden a Putin. En política exterior, Putin a Biden. La elección de Donald Trump será un desastre para los inmigrantes y para las libertades civiles, pero es posible que acabe con algunas de las barbaridades en que anda involucrado Estados Unidos y su descerebrado monaguillo, la Unión Europea.

            ---Qué horror. Qué cosas dices. Tú hasta te alegrarías de que en las próximas elecciones francesas perdiera Macron.

            ---Exacto. Y en las presidenciales norteamericanas me alegraría de que no ganara Trump, pero perdiera Biden.

Viernes, 21 de junio
VAYA CON CHAVES

Parece que Manuel Chaves Nogales no fue siempre el santo patrón de la tercera España, odiado por igual por los dos bandos que se enfrentaron en la guerra civil. A su merecido encumbramiento actual, ha contribuido tanto como su mérito literario una supuesta virtud cívica que Andrés Trapiello, según creo, fue el primero en subrayar con su vehemencia característica.

Se reeditan ahora los editoriales del diario Ahora en el tiempo en que estuvo bajo la dirección de Chaves (los primeros meses de la guerra) y no parece que le dejen en buen lugar. “Hay que fusilar a los que huyen ante el enemigo”, dice en uno de ellos. Y en otro: “¿Qué es eso del canje de prisioneros? ¿Qué es eso de la humanización de la guerra?” 

No era Chaves de los más empeñados en parar la barbarie. Otros clamaron contra los excesos de aquellos primeros meses, contra el tomarse la justicia por propia mano, con más fuerza que él, entre ellos Julián Zugazagoitia, luego entregado a Franco por la Gestapo y fusilado.

            Para Andrés Trapiello, Chaves Nogales fue marginado durante décadas por haber denunciado los crímenes de la zona republicana. Yo le señalé que esos crímenes –paseos, Paracuellos-- fueron reprobados por muchos republicanos y por el propio gobierno de la República. No me hizo ningún caso. Tampoco se lo hará ahora a estos editoriales que rescata Juan Carlos Mateos en Junto al pueblo en armas. A la verdad le cuesta abrirse paso en la ceguera de las ideologías.



             

 

sábado, 15 de junio de 2024

Coraje y alegría: Un poco de gloria y un poco de amor

 

Sábado, 8 de junio
SALUD MENTAL

Después de un día apacible, cuando vuelvo a casa tras mi hora de lectura en uno de mis rincones favoritos, suena el teléfono. Número desconocido. “¿Es usted Martín?”. “Sí”, respondo extrañado. “Es usted un hijo de…”.

Soy tan rápido de reflejos que, antes de que terminara la última palabra, corté la comunicación y le bloqueé, como si se tratara de algo que hago habitualmente. Y alguna práctica tengo, la verdad.

Llevo comentando libros desde hace medio siglo. Desde 1988, cuando me llamaran para un suplemento literario, reseño uno cada semana y creo no haber fallado nunca. Calculando por lo bajo, serán unos dos mil libros. No todos de quisquillosos poetas, claro. Ni siempre de autores vivos. Pero como tengo la costumbre de hablar no del Lazarillo, por citar un ejemplo, sino de la nueva edición (y yo le pongo reparos incluso al Francisco Rico de turno), pues no me libro de hallar enemigos en ningún caso. Pero el arma más eficaz para combatir a un detractor –y eso lo saben bien los triunfadores: Cercas, Savater, Pérez-Reverte-- es el silencio. Las amenazas, cuando las ha habido, vienen siempre de gente muy mediocre, de las que me puedo reír en la tertulia, pero a las que jamás dedicaría ni una línea.

Tardo poco en descubrir quién puede ser el último agraviado. No reconocí la voz, pero creo que se trata de un pobre hombre a quien mencioné, queriendo hacerle un homenaje, en mi diario y él tomó la alusión como un insulto. Le pedí disculpas de inmediato, por supuesto, pero no las aceptó y al domingo siguiente me lo encontré a la salida del cine recriminándome mi comportamiento y el mucho daño que le había hecho. A su entender, deliberadamente. Afortunadamente, tenía con él una relación superficial y me era fácil dejar de verle.

            Soy muy racional, trato de entenderlo todo, de razonarlo todo. Me desazona aquello de lo que no encuentro explicación. Le cuento el caso a un amigo que me encuentro antes de llegar a casa.

            ---Cosas que pasan. No le des importancia. Aunque fueras el crítico más complaciente del mundo, seguro que te ganabas enemigos.

            ---No le temo a los enemigos, sé defenderme. Le temo a los chiflados. A los que no se les ve venir. A los que les haces un favor y te responden con una puñalada.

            ---Todos somos un poco chiflados, todos hemos tenido algún problema de salud mental. Incluso tú.

            ---¡Yo no! Bueno, de vez en cuando charlo con mi psicoanalista. Pero es más un amigo que otra cosa. Y nunca ha necesitado recetarme medicamentos. No he tomado una pastilla en mi vida.

            ---¡Suerte que tienes!

            ---Además, como es un psicoanalista imaginario, no tengo que pagarle honorarios.

            ---¿Imaginario? ¿No será imaginaria también esa llamada insultante? ¿No te estarás volviendo un poco paranoico?

            ---¡No me asustes! De la llamada, no, pero de la espera y la recriminación a la salida del Filarmónica, tengo testigos: me acompañaba Ángel Alonso.

Domingo, 9 de junio
IDEAS AL VUELO

No tengo ninguna duda, estoy lleno de dudas.

El amor de su vida era el amor a la vida.

Desde el fondo de una sima, todo es cima.

Todo gran hombre, y toda gran mujer, por grande que sea comenzó siendo un bebé.

Lo que se consigue sin esfuerzo, si vale la pena, sin esfuerzo se va.          

El que no se mueve de casa llega al mismo sitio que el que da la vuelta al mundo.

Por muy conocido que seas, siempre serán más lo que no te conocen.

Solo se ganan aquellas batallas que acaban haciendo las paces.

Hay quien no sabe que ha llegado a la meta y sigue corriendo.

Lunes, 10 de junio
BUENAS INTENCIONES
 

---Si yo fuera rico…

            ---¿Qué harías, Martín?

            ---Pero rico de verdad, como Elon Musk, o no tanto, con mil o dos mil millones de dólares me conformaría.

            --¿Y que harías? ¿Te comprarías un ático en la Quinta Avenida, frente al Central Park, un palacete frente al mar en la Riviera o en Ischia, una mansión en la Toscana?

            ---No, no, seguiría viviendo donde vivo, vistiendo de cualquier manera como ahora, comprando en el Mercadona, yendo a Avilés todos los sábados.

            ---¿Y para qué quieres entonces el dinero?

            ---Para tratar de cambiar el mundo. Invertiría la mitad en acciones de un gran banco, de forma que tuviera mayoría en el consejo de administración, y la otra mitad en un grupo mediático, ya sabes, varios periódicos provinciales, uno de tirada nacional, una cadena de televisión generalista, emisoras de radio…

            ---Ya, lo que tú querrías es poder manipular a la opinión pública.

            ---Manipular no, influir sí. Hacerla ver, por ejemplo, que el equivalente de Netanyahu es Zelenski, no Putin.

            ---¡Deliras, Martin! ¡Putin ha invadido un país con fronteras reconocidas internacionalmente!

            ---¿Y los israelíes no? Y fronteras más antiguas que las de Ucrania, que son de 1991. Busca en Google dónde estaban las fronteras reconocidas por la ONU cuando la partición (tan injusta) de Palestina, allá por 1947. Putin hace en Ucrania lo que, si no Biden, al menos la Unión Europea debería hacer en Gaza: ocupar el territorio para proteger a los gazatíes. Es lo que está haciendo Putin en el Donbás, donde la guerra comenzó en 2014, mucho antes de la intervención rusa, aunque se tienda a olvidar. Para evitar que nos engañen, para ayudar a poner las cosas en su sitio, para tratar de parar el genocidio de Gaza (todavía no reconocido por todos, como tampoco el genocidio armenio) es para lo que quisiera ser tan rico como Elon Musk, no para otra cosa.

Martes, 11 de junio
NO ME QUEJO

De vez en cuando, y cada vez más (por razones obvias), recuerdo un de los cantos rodados de Gil-Albert: “Es difícil envejecer sin un poco de gloria o un poco de amor”.

            ¿Tengo yo un poco de gloria? Un poco de amor sí que tengo. Y no me refiero a esas llamadas que recibo de vez en cuando (no todas las llamadas anónimas han de ser amenazantes, aunque a veces asustan más las otras), sino al amor que mueve el cielo y las estrellas, del que algo me ha tocado en suerte, aunque no me guste hablar de ello. Y en cuanto a la gloria, depende de lo que se entienda por tal. Desde luego, no soy precisamente un escritor mediático y vender, lo que se dice vender, no vendo nada, según se encargan de recordarme mis pacientes editores. Pero no me quejo. Tengo pocos compradores, pero los suficientes lectores. Y espero seguir teniéndolos, no muchos más, pero tampoco menos, cuando yo no ande por aquí, que es la mejor gloria a la que puede aspirar un escritor, o al menos la que a mí más me interesa.

Miércoles, 12 de junio
SIEMPRE ALERTA

Termina la tertulia del miércoles, que se ha convertido en una grata costumbre, y pienso que soy un hombre afortunado. Como interlocutor, resulto bastante incómodo, siempre buscándole las vueltas al tópico habitual, siempre con la ironía bien afilada. Tengo algo de Sócrates, pero de un Sócrates pendenciero. “No comprendo cómo hay todavía gente que te aguanta”, me dice Abelardo Linares que sin embargo me lleva aguantando cuarenta años. Yo tampoco lo comprendo. Se van unos interlocutores (y a veces dando un portazo como el bueno de Juaristi), pero llegan otros. Hoy, involuntariamente quizás, me han hecho un bonito elogio: “No hay quien te aguante, Martín, siempre atento al más mínimo fallo en la argumentación. Contigo hay que estar siempre alerta”.

            Cierto, no dejo que nadie se duerma sobre sus laureles, por muy Vargas Llosa que sea.

Jueves, 13 de junio
OTRO CUMPLEAÑOS

Para hacer algo que valga la pena, conviene de vez en cuando no hacer nada. Pero yo soy incapaz de estar sin hacer nada. No valdría para monje budista. Afortunadamente, como los niños pequeños, me entretengo con cualquier cosa. En cuanto tengo que esperar un poco, saco el cuaderno y me propongo un ejercicio. Escribir, por ejemplo, unos cuantos aforismos de Oscar Wilde, o de Einstein, para luego hacerlos volar por la red. O un poema de Fernando Pessoa:” Soy todos los que seré, soy el que nunca he sido. / No soy el que aquí sentado, / en este rincón del escritorio, / en un local vacío de la Baixa, / redacta cartas comerciales / la mañana festiva de un 13 de junio, / día de San Antonio, / y contempla su vida deshacerse / bebido y lúcido, sabio e ignorante / como un niño que acaba de nacer y ya se sabe / condenado por Dios al sacrificio”.

Viernes, 14 de junio
SIN PORQUÉ

El odio, como el amor, casi siempre es sin porqué. E igual de peligrosos si resultan excesivos. Yo tengo la suerte de ser lo más parecido al hombre invisible. La mayor parte de la gente que me odia ni siquiera me conoce personalmente. Un poquito de odio siempre viene bien (si es sin motivo, por supuesto). Como dijo  Einstein (o yo le hice decir): “Si no tienes enemigos, es que no eres nadie”.



 



viernes, 7 de junio de 2024

Coraje y alegría: Días de fiesta

  

Sábado, 1 de junio
CUMPLEAÑOS FELIZ

La verdad es que no me molesta cumplir años. Sigo celebrando mi cumpleaños durante todo el mes de junio, que es mi mes favorito. Espero que continúe con la tradición de traerme al menos un regalo cada día.

            El de hoy se llama Avilés, se llama parque de Ferrera, se llama el Atrio, se llama el café de Santa Mónica en la plaza de los Hermanos Orbón, se llama calle Rivero, se llama calle Galiana.

Dejé de vivir en Avilés en 1982; desde entonces raro es el sábado en que he dejado de volver: apenas media docena en cuarenta y dos años. La verdad es que soy el hombre más rutinario y menos aventurero del mundo. Si alguien quisiera escribir mi biografía, lo tendría difícil para que no resultara más aburrida que una novela de Juan Benet. Y yo tan contento de que en mi vida nunca pase nada y nunca dejen de pasar cosas que me llenan de asombro y maravilla.

            A primera hora, cuando todavía no estaba despierto del todo, sonó el teléfono.

            ---Hola, soy Dios. ¿Qué regalo te gustaría para tu cumpleaños?

            ---Déjame pensar. La vida eterna, quizás.

            ---No te la recomiendo, y sé de lo que hablo.

            ---Sí, demasiado tiempo. Me conformaría con veinte años más de vida exactamente igual que la que tengo ahora: un rato para escribir cada mañana; libros nuevos para el café de la mañana y de la tarde; buenos amigos y buenos enemigos con los que pelear de vez en cuando y polemizar todos los días; editores pacientes que me publiquen lo que escribo aunque se venda poco; un paseo de tarde en tarde por la orilla del Arno o del Ambroz, por el jardín botánico de Brooklyn o el de Gijón, por la playa de Rodiles o de Hendaya, cosas así.

            ---Eso para Dios no es nada. Concedido.

            No era Dios, por supuesto, era solo un amigo bromista. Pero a mí me alegró la mañana.  

Domingo, 2 de junio
DE TODOS Y DE NADIE

Siguen los regalos de este mes en que todo es regalo. Salgo del cine --un emocionante disparate de Wes Anderson (si yo fuera director, haría películas como las suyas)-- y, al encender el teléfono, me encuentro con un mensaje de Amancio Prada en el que canta, a capela, unos versos míos.

Yo ya los había olvidado. Últimamente solo escribo versos anónimos que me limito a transcribir.

Todo lo que publico, por decisión mía, es de dominio público; me gustaría que una parte se difundiera también sin mi nombre, que en esos versos, si valen algo, no pinta nada. Yo los escucho, en una voz en que he escuchado a buena parte de la mejor poesía española, y no siento que sean más míos que los versos del romancero: “Es tiempo ya de partir, / pero yo quiero quedarme / un rato más junto a mí”.

Me emociona especialmente, y bien sé yo por qué, una de estas soleares: “Oyó a su madre cantar / allá en el fondo del sueño / y no quiso despertar”.

Lunes, 3 de junio
EL CASO BARET

“¿Pero cuánto tardas en leer un libro?”, me preguntan a veces extrañados de que reseñe un libro cada semana desde hace algún tiempo (exactamente desde 1988, veranos incluidos). “Hombre, depende. El término libro no es una buena unidad de medida. Lo mismo puede tener noventa páginas que novecientas. Yo puedo tardar en leer un libro cuatro días o leer cuatro libros en un día. Lo que es cierto es que todos los días termino por lo menos un libro y empiezo otro. Hay lecturas de mañana y lecturas de tarde. Y a menudo el libro que voy a leer por la tarde no lo sé hasta esa misma mañana.

De camino a la guardería de Monte Nuño (grata costumbre matinal) paso por la librería del centro Reto. A la puerta tiene un expositor de libros a un euro que renuevan con frecuencia. Hay muchas obras maestras, pero ya las he leído. Prefiero las curiosidades. Hoy me llama la atención Mi verdad y otras dudas, de un tal Pedro Baret, del que no había oído hablar. Veo que se trata de un libro periodístico, redactado por Federico Gallo y un Vila Sanjuán que no es mi amigo Sergio, pero que debe ser familiar suyo, y tiene un subtítulo llamativo: “Escándalos financieros y bancarios. Negocios internacionales de armamento. Las interioridades del Club de Fútbol Barcelona. Las mafias, el sexo y la droga en la cárcel Modelo”.

Queda un poco mal que yo lo diga (sobre todo yendo por ahí de crítico literario), pero a mí esas cosas me interesan tanto como las virguerías estilísticas de Gabriel Miró (y bastante más que el Ulises de Joyce que también vendían a un euro).

En la nota previa, los “colaboradores literarios”, para defender al protagonista, un tipo listo y con tan pocos escrúpulos como el desterrado de Abu Dabi, vuelve a contar la famosa parábola que Eça de Queirós utilizó en El Mandarín y Casona en La barca sin pescador: “Los hombres no somos jamás ni enteramente buenos ni enteramente malos; el más honorable podría ser capaz de apretar desde aquí un botón para volar una escuela de niños perdidos en la selva si tuviera la certeza de que nunca iba a saberlo nadie y de que iba a recibir a cambio un millón de dólares”.

Otros tiempos, pienso yo. Ahora el jefe de gobierno de un país democrático, y que presume de tal, puede dar la orden de arrasar una escuela o un centro hospitalario y no importarle que lo sepan todos; le basta para justificarlo con decir que tenía la sospecha de que por allí había escondido algún terrorista.

            Leo el libro de Baret, publicado en 1983, cuando el protagonista estaba en libertad provisional tras pasar dos años en la cárcel, en uno de mis rincones favoritos de lectura, el McDonald’s de Los Prados. Mario Conde y Rodrigo Rato estarían de acuerdo con sus afirmaciones: “Objetivamente casi todos los presidentes de los bancos más importantes de España, si estuvieran sujetos al pie de la letra de la ley, hubieran tenido motivos para ser inquilinos de Carabanchel o de la Modelo”. El escándalo Baret comenzó cuando, en casa de un pariente suyo, encontraron unos maletines llenos de dinero que él había depositado allí. Su explicación fue bastante más verosímil que la de aquel que dijo que se lo había regalado un amigo, un príncipe árabe, pero tuvo peor suerte que ese buen señor que contaba con tan generosos amigos.

Miércoles, 5 de junio
MEJOR QUE NO

Un contertulio llamado a altos destinos en las filas de la derecha civilizada (si es que todavía queda algo de ella cuando aprueba sus oposiciones a notaría) nos cuenta que ha asistido a la presentación, en el Senado y a cargo de José María Aznar, del nuevo libro de Jon Juaristi. Comió luego con él.

            ---Me dio recuerdos para ti. Le dije que volviera a la tertulia.

            ---Mejor que no. Se fue dando un portazo y amenazándome. Pero sigo admirando al poeta. No al pensador. ¿Qué bucle melancólico anti vasco y españolista ha publicado ahora?

            ---Una biografía de Menéndez Pidal.

            ---La leeré.

---Mejor que no, que capaz eres de escribir una reseña.

---Solo si puedo elogiarlo. De los libros de la gente que detesto por motivos

personales solo hablo en público si puedo hablar bien.

            ---Y de los libros de los amigos solo si puedes meterte con ellos, aunque sea por un fallo minúsculo. Y todo porque te gusta presumir de ser un hombre justo.

            --- Me esfuerzo no solo por serlo, sino también por guardar las apariencias de imparcialidad. Me temo que no tendría mucho futuro como juez en España.

Jueves, 6 de junio
NI MÁS NI MENOS

Cuando comento un libro, nunca pienso en el autor, sino en los lectores. Pero después, si el autor es amigo o conocido, me preocupa que si no es enteramente de su gusto lo tome como una ofensa. Me ha ocurrido más de una vez, pero cada uno es como es.

Con Andrés Trapiello, a quien admiro, en lo mucho que tiene de admirable (también tiene otras cosas) desde los años setenta, he mantenido una relación intermitente, de bastante cercanía (recuerdo una comida en su casa) o de hostilidad máxima (recuerdo aquella presentación en la librería Alberti), según le gustara más o menos la reseña que he ido dedicando a cada uno de sus libros.

Esperaba por eso con impaciencia su respuesta a la última sobre Fractal. No he tenido que esperar mucho. Me llega pocos minutos después de que aparezca en mi blog. Respiro aliviado. Es educada y acepta mis reparos, aunque no los comparta. Seguro que piensa ya como Juan Bonilla, que una vez escribió que, por muy elogiosa que fuera, una reseña mía no le había hecho vender un ejemplar más ni, por muy negativa, vender uno menos.

Viernes, 7 de junio
OTRO REGALO

“Aquello que más importa / es de todos y de nadie: / la luz del amanecer / y esa estrellita en la tarde”, escucho cantar mientras vigilo a Yara y a su primo Eidan que juegan en el parque y han quedado por un rato al cuidado de quien siempre quiso ser abuelo. Otro regalo de cumpleaños.



 

 

sábado, 1 de junio de 2024

Coraje y alegría: Viva España

 

 

Domingo, 26 de mayo
CARLOS Y ADELA

En una entrevista de 1953, afirma Carlos Bousoño desde el titular: “Dolores Medio me parece tonta”. Aunque luego precisa: “a juzgar por sus declaraciones”. Por entonces le habían dado el Nadal y se había hecho súbitamente famosa.

Yo –son otros tiempos-- no diré lo que me parece Adela Cortina “a juzgar por sus declaraciones” y por lo que de ella he leído. Me limitaré a apostillar algunas de sus afirmaciones en una larga entrevista con motivo de un premio “en la categoría de pensamiento”.

Durante la Transición, se dio cuenta de que “íbamos a pasar de la ética del nacionalcatolicismo a que cada quien se moviera por sus propios valores y no habría nada compartido por todos los españoles”. Se fue a Alemania buscando propuestas éticas que pudieran ser compartidas por todos y por suerte las encontró y dio cuenta de ellas en el libro Ética mínima, “que la hizo famosa”, según declara. Lo resume así: “Las exigencias de justicia no se pueden cumplir sin caer en la inhumanidad. Tiene que cumplirlas todo el mundo. Un ejemplo son los derechos humanos. Que haya gente que se muera de hambre o no tenga techo es radicalmente injusto”.

¿Y para descubrir eso tuvo que irse a Alemania? Más útil sería que nos dijera quién le pone el cascabel al gato, esto es quién obliga a un país que no cumple con los derechos humanos –en el propio país o en la franja que ha invadido-- a cumplirlos.

Aún hay más maravillas de rigor conceptual en las palabras de esta entrañable pensadora. Durante la Transición, los políticos eran “absolutamente responsables”, dejaban de lado sus intereses de partido para buscar solo el bien común. Lo contrario pasa ahora, “a los políticos no les preocupa el bien común, sino su propio bien y seguir en el poder”. Y continúa: “En una charla dije que me preocupaba tanto la corrupción como la incompetencia y hubo una salva de aplausos porque efectivamente hay muchísima incompetencia”.

Y necesitábamos –ironizo yo—que nos lo dijera alguien que hubiera ido a estudiar a Alemania para darnos cuenta. Pronto se descubre la razón del premio y de que le pongan el altavoz: arremete contra el gobierno. “Los pactos que hay ahora en el Gobierno no buscan un bien común, sino seguir en el poder. Es evidente”.

¿Y no se le ha ocurrido pensar que el “bien común”, tal como lo entienden unos, no es el “bien común” tal como lo entienden otros? ¿Y que permanecer en el poder es condición indispensable para aplicar las medidas que cada partido cree mejores para la sociedad? Ella –por eso ha estudiado en Alemania-- sabe que el amago de retirada de Pedro Sánchez fue “una estrategia fríamente calculada para mostrar en las calles que cuenta con la adhesión de los suyos para llevar adelante unas reformas de profundo calado que prácticamente seguro que serán inconstitucionales”.

¿Y no le han enseñado que por mucho apoyo que tenga en las calles –más tiene la oposición, o al menos presume de ello-- si no cuenta con los votos necesarios en el parlamento no podrá llevar ninguna reforma adelante? ¿Y dónde aprendió a determinar con tanta seguridad la inconstitucionalidad de una ley? ¿También en Alemania?

Adela Cortina tiene redes sociales, pero no tiene móvil. Ni ella ni su marido. Le basta con el teléfono fijo y en las redes sociales participa solo desde el ordenador. Bueno, allá cada uno con sus manías, que suelen acentuarse con la edad. Lo malo es cuando se pretende razonar esas manías: “Quiero tener espacios de tranquilidad. Cuando voy en tren, me gusta mirar el paisaje, leer el periódico… No quiero estar siempre vertida al exterior. Hay que tener espacios de serenidad. Y si tienes móvil te asaltan todo el tiempo. Es una opción por la libertad”.

¿No habrá un alma caritativa que le informe a esta buena señora que puede activar en el móvil el modo avión o la opción silencio? ¿Tan poco viaja en tren que aún no se ha dado cuenta de que el mayor enemigo de la tranquilidad no es el móvil de uno, sino el de los otros viajeros que hablan por él a gritos?

En fin, que no sé por qué leyendo esta entrevista he recordado la opinión de Bousoño sobre Dolores Medio.

Lunes, 27 de mayo
YA LO DIJO EINSTEIN

Por sabio que seas, no hay nadie que no sepa más que tú en alguna cosa.

Martes, 28 de mayo
LA EDICIÓN SIN EDITORES
 

Todo el mundo aprende con los años, incluso yo. Cuando era más joven, o sea cuando solo tenía setenta años y no los setenta y cuatro que estoy a punto de cumplir, al dar paso el presentador del libro a las intervenciones del público, habría levantado impacientemente la mano y me habría ganado en cinco minutos la enemistad de todos. Y eso que solo había hojeado esta Correspondencia entre asturianos, mientras el autor y el presentador hablaban.

            Para quienes gustan de la historia y de la intrahistoria literaria, y no solo literaria, estas cartas enviadas a Rafael Suárez Solís son una maravilla, una prodigiosa novela epistolar. Qué sorpresa descubrir que José Fernández Rodríguez, Pepín Fernández, el fundador de los almacenes habaneros El Encanto y de Galerías Preciados era, además de admirable empresario, uno más de los intelectuales de la Edad de Plata. El 15 de agosto de 1932 escribe a Suárez Solís y, tras elogiar a Azaña, escribe: “Yo le conocí cuando solo era ministro. Me había invitado don Luis de Zulueta a almorzar en el Palace. Y tomamos el café en el gran patio del hotel. En ese momento vino Azaña y saludó a don Luis. Este me presentó y se inició la conversación sobre temas políticos. Azaña había pronunciado, hacía días, un magnífico discurso en una ciudad española. Yo le dije: En ese discurso ha jubilado usted a Alcalá Zamora. Él protestó débilmente y sonrió de un modo que daba a entender que le satisfacía verse comprendido. Y luego le hizo a Zulueta sutilísimas observaciones sobre el carácter y la idiosincrasia del hoy jefe del Estado”.

            ¿Y cómo no sentirse emocionado al leer las cartas de Casona? “Voy a operarme del corazón”, escribe en junio de 1965. “Es cosa seria, pero no trágica”. En la carta siguiente le dice que la operación ha salido perfecta y que confía en marcharse pronto a la casita que ha alquilado en Fuenterrabía. Muere pocos días después.

            Conocidos o desconocidos los interlocutores de Rafael Suárez Solis, hay algo en este epistolario que lo hace para mí especialmente grato: abundan las referencias a Avilés. Muchos de los corresponsales lo añoran desde Cuba.

            Pero yo no habría dicho esto en el coloquio posterior a la presentación. Habría dicho que la edición es un desastre, que carece de índice de corresponsales, que es ridículo anotar quién fue Azaña, Alcalá Zamora o Perón, lo mismo que respetar los lapsus en la escritura y señalarlos con un “sic”.

Ha faltado, como suele faltar en las ediciones institucionales, un editor. ¿A nadie de los que dieron el visto bueno para la edición de este libro se le ocurrió que tal como lo mandaba el recopilador y anotador de las cartas no podía ir a la imprenta?

            “He querido evitar a los lectores la molestia de tener que recurrir a la Wikipedia”, dijo el autor. No es molestia, señor mío –pensé yo--, y dudo mucho que los lectores de este libro tengan que recurrir a la Wikipedia para saber quién fue Gerardo Diego. En el prólogo escribe: “El lector siempre tendrá la posibilidad de elegir si presta atención o no a esta documentación adicional”. Pues no, señor mío, no hay posibilidad de elegir. Como las leyes emanadas del parlamento tienen la presunción de constitucionalidad, las notas a un texto tienen la presunción de pertinencia. Interrumpen la lectura, y solo tras leerlas nos damos cuenta de que son impertinentes. Alguien tenía que haber hecho antes ese trabajo por nosotros.

Si yo tuviera algún poder, si fuera consejero de Cultura, por ejemplo, ordenaría de inmediato retirar la edición, hacer una nueva y pasar los gastos a quienes la autorizaron.

            ---¡Qué bruto eres, Martín! –me dice Alfonso López Alfonso mientras tomamos un café después de la presentación.

            ---Era. Ahora estas cosas las pienso, pero no se me ocurre decirlas.

Jueves, 30 de mayo
CELEBRACIÓN Y ORGULLO

---Pues sí, qué le vamos a hacer, ya sé que el mundo es un desastre y que hay mucho que lamentar y poco que celebrar, pero hoy me siento orgulloso del gobierno de mi país, capaz de enfrentarse al matonismo de dentro y de fuera y de alzar la voz para apoyar a los palestinos y sacar adelante, contra viento y marea, una amnistía tan justa como necesaria.

            ---No cantes victoria. Que los jueces son los que tienen la última palabra y ya sabes cómo se las gastan.

            ---De los jueces que ni quitan ni ponen gobierno (eso es cosa del parlamento, aunque algunos no acaben de creérselo), pero ayudan a su señor, no hablo. Por si acaso. Mañana será lo que Dios quiera, pero hoy déjame estar contento de ser español. Y que dé las gracias al matonismo de la derecha, porque sin ese matonismo feroz e irresponsable no habría sido posible que la izquierda y el independentismo de izquierdas y de derecha se unieran.

---Para romper España.

---Para unirla mejor.