sábado, 18 de mayo de 2024

Coraje y alegría: Alto ahí

 

 

Sábado, 11 de mayo
POR ALUSIONES
 

Como todos los enemigos mortales, comenzamos siendo los mejores amigos. ¿Cuántas veces habré repetido yo esa frase? La recuerdo de nuevo al leer en la revista Centauros un artículo de Miguel d’Ors sobre Manuel Machado. Ejemplifica con un texto mío las “falsedades y tonterías al por mayor” que se repiten sin tener en cuenta “las complicadas investigaciones sobre la vida y la obra de don Manuel” que él “ha hecho y publicado a lo largo de cuarenta años”.

            Lo curioso es que esas “falsedades y tonterías” que tanto le indignan (que era “liberal y republicano”, como su hermano Antonio, que “no tuvo más remedio” que escribir versos franquistas “si quería salvar la vida en aquel Burgos enfervorizado en que la casualidad quiso se encontrara el fatídico 18 de julio”) son punto por punto confirmadas en su artículo, en el que se citan las abundantes veces que Manuel Machado rechazó el fascismo, se vuelve a contar su encarcelamiento y su fervor franquista sobrevenido, se da cuenta de sus muestras en la posguerra del no excesivo entusiasmo por el régimen.

            La ideología nos impediría a mí (y a otros como yo) entender la realidad de los hechos y por eso difundimos falsedades. Qué gran verdad aquello de que es más fácil ver la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio. Se lamenta Miguel d’Ors de que todo su ímprobo esfuerzo por aclarar la verdad sobre la vida de Manuel Machado resulta inútil, ya que “la corrección política actual excluye la posibilidad de que una persona inteligente, decente y en su sano juicio pudiera apoyar a Franco; y también la de cualquier conversión religiosa. (Lógico: una vez sentado que Dios no existe, sería una grave inconsecuencia admitir que alguna vez pueda hablar al alma de alguien)”.

            ¿Pero quién, por muy “correcto” políticamente que sea, niega que existen las conversiones de una religión a otra o del ateísmo a la creencia en el Corán, el Evangelio el Libro del Mormón?  Y en cuanto a lo primero, la cuestión no es si una persona “inteligente, decente y en su sano juicio” puede apoyar o no a Franco, a Hitler o a Stalin, sino si Manuel Machado lo hizo entusiasmado y desde el primer momento o después de pasar por la cárcel y ver su vida en peligro si no lo hacía.

            Miguel d’Ors, cegado por la ideología, aún no se ha enterado de que hubo una República de derechas (y aún de extrema derecha) que reprimió ferozmente el intento revolucionario del 34, ni de que se podía ser republicano y católico practicante (como el propio presidente, Alcalá Zamora) y liberal, como Manuel Machado. En uno de los tomos de sus Virutas de taller me llama el Maligno, así con mayúscula, como si yo fuera una novísima encarnación del diablo. Mentiría si dijera que no me divierte esa obsesión conmigo.

Domingo, 12 de mayo
LUGARES TRANQUILOS
 

“¿Qué tal por Florencia? ¿No hay demasiado turismo en estas fechas?”, me pregunta José Luis Prado, mi quiosquero habitual de los domingos.

            ---Florencia es como Venecia: sin turismo no existiría, pero los turistas solo se concentran en media docena escasa de lugares y dejan el resto de la ciudad o la ciudad entera, a partir del atardecer, para el viajero solitario. Esta vez viajaba con mi primo Pedro García Martín, que es muy previsor y había sacado entradas anticipadas. Hacía años que no volvía a los Uffizi y ver ciertas obras maestras fue como saludar a viejos conocidos. Pero soy mal visitante de museos, sobre todo de grandes museos. Me fatigan pronto. Lo que más me gusta suele ser el propio edificio y las ventanas. Las pinturas, sobre todo si no son de gran tamaño, las aprecio mejor en una buena reproducción; al natural, me basta con haberlas visto una vez. No hay turistas si uno pasea, temprano en la mañana, por la orilla del río, desde el ponte Trìnita hasta la plaza de Vittorio Veneto, con su gran noria, que de noche luce como una cambiante joya en el perfil de la ciudad. Tampoco los hay, o apenas se notan, en el Giardino dei Semplice, el jardín botánico, al lado del convento de San Marcos, donde vivió Fray Angélico. Me gustó encontrarme con una zona en que se deja a las plantas crecer a su aire, sin intervención alguna. A fin de cuentas, en el paraíso no había jardineros. “Sin artificio, toda se corrompe la naturaleza”, escribió Góngora. Pero hoy nos parece que es el exceso de artificio, lo que corrompe la naturaleza. Las malas hierbas solo son malas desde una mirada miopemente utilitaria. Pensar eso no me impide admirar las rosas, que son a la vez naturaleza y obra de arte. Aquí están las rosas silvestres y las rosas antiguas, las rosas chinas que se introdujeron en el siglo XVIII y las modernas, como se conoce a las variedades aparecidas desde 1867. Las rosas silvestres acentúan el encanto de las rosas de autor: en la rosaleda de Brooklyn encontré una rosa Omar Jayyam, aquí me detengo largo rato ante una rosa “clair matin”, clara mañana, de 1960. Antes he admirado las rosas blancas que rodean el teatral monumento a Manfredo Fanti, frente al convento de San Marcos. “Por amor a la libertad” tuvo que exiliarse en 1831 a España, donde aprendió “el arte de la milicia”. Soy de los que cuando pasean por una ciudad se detienen a leer todo lo que encuentran. En Florencia, los versos de Dante que aparecen en casi cada esquina y las placas de las estatuas y las que recuerdan que allí nació o residió algún ilustre. En Italia, están siempre bellamente redactadas, recuerdan algún ilustre. Hay mucho turismo en Florencia, sí, pero cuántos lugares tranquilos. A partir de las cinco o seis de la tarde, la plaza de Santa Croce se convierte en un hermoso rincón provinciano en el que juegan al fútbol los niños y toman el sol los vecinos, vigilado por la gran estatua de Dante. En la plaza de Sante María Novella, los bancos del centro se han dispuesto en semicírculo, como en un teatro cuyo telón de fondo fuera la geométrica fachada de Alberti. A menudo actúa algún musico callejero y es un placer descansar allí de las fatigosas visitas a los museos. Otra plaza seductora es la de la República, con sus cafés literarios, en los que aún es posible sentarse a leer o escribir unos versos, su melancólico tiovivo, los vendedores que lanzan al aire de la noche coloristas cometas. Me gusta Florencia porque al contrario que la caótica Roma, que también me fascina, se puede ir a pie a todas partes, todas las maravillas están al alcance de la mano.

Lunes, 13 de mayo
ADIÓS A DIOS

“No adoramos a Dios porque sea Dios. Es Dios porque le adoramos”, afirmaba Nietzsche. Si dejas de creer en Júpiter, Júpiter ya no podrá fulminarte con sus rayos.

            Qué peso se quita uno de encima cuando deja de estar enamorado.

Miércoles, 15 de mayo
NADA QUE DECIR

---Hace tiempo que no hablas de la política nacional, con la que está cayendo. ¿Es que no tienes nada que decir?

            ---Solo una frase de mi filósofo favorito, Pero Grullo. Los problemas de hoy, por pequeños que sean, nos preocupan siempre más que los de ayer, por grandes que hayan sido. 

Jueves, 16 de mayo
AHORA NO

En la tertulia, comentamos varios poemas publicados en Centauros que homenajean a Manuel Machado. El de Javier Salvago está escrito en un machacón verso menor. “Ahora sí / que se ve / ya venir. / Ahora sí / que el final / está aquí”. Ese final es la vejez, la aridez, no esperar ningún tren. “Cae el telón / se desnuda / el actor. / Ahora sí / que la muerte / está aquí”.

            Aunque Salvago tiene los mismos años que yo, no me identifico con su poema. Objetivamente, puede que el final esté cerca, pero yo todavía lo veo más como accidente que nos puede llevar por delante en cualquier momento que como ley natural. Vivo en la misma casa y llevo la misma vida, con pocos cambios, que llevaba hace treinta o cuarenta años. Y sigo pensando que en algún momento tengo que decidirme a sentar cabeza, formar una familia, tener hijos. Aún no he perdido la esperanza.

            La ventaja de ser ya viejo a los veinte años –“las mejores noches de mi juventud / son aquellas que pasé durmiendo”, escribió Miguel d’Ors-- es que a los que tengo ahora, unos cuantos más, sigo haciendo las mismas cosas y disfrutando lo mismo con ella. Suerte de no haber sido un deportista de élite, como el bueno de Messi, ya achacoso y vieja gloria a sus cuarenta años.

            ---O sea que tú nunca, ni a los veinte años, te emborrachaste, fumaste un porro, hiciste deporte, etc., etc.

            ---Alto ahí. Etcétera sí. Pero tampoco mucho, para qué nos vamos a engañar.


 

sábado, 11 de mayo de 2024

Coraje y alegría: Soy un conservador

 

 

Viernes 3 de mayo
ENCUENTRO CASA

Llegué por primera vez a Florencia hace ya más de cuarenta años, cuando estudiaba en la Università per Stranieri de Perugia. Aquellos meses de verano pasaba un fin de semana en Roma y otro en Florencia, una al sur y otra al norte de Perugia, las dos a la misma distancia. Y mi primer café florentino fue Le Giobbe Rose, en la plaza de la República. No conocía entonces su historia, la conocería algo después: media literatura italiana pasó por allí y también Jorge Guillén y el raro Rafael Lasso de la Vega, enamorado de Florencia y de una bella florentina, Anna Bonetti: “Viajero por la vida / antes de conocerte / me sentía extranjero. / Hoy tengo ya una patria / sé que soy de tu reino”.

Siempre que vuelvo a Florencia vuelvo a ese café, pero esta vez me lo encuentro cerrado por reforma. Quedo por un momento sin saber qué hacer, aunque no falten los cafés en la plaza. Entro en uno de nombre impronunciable, el Paszkowski, y nada más sentarme me doy cuenta de que ya tengo nueva casa en Florencia. La carta cuenta la historia del local: en 1903 un empresario polaco dedicado al negocio de la cerveza compró el Café Centrale, el más antiguo de la plaza, lo reformó, le dio su nombre y tuvo éxito con su fórmula de café concierto que animaba las noches florentinas.

Fue también un café literario y por aquí pasaron D’Annunzio y Papini, Saba y Pratolini y tantos otros. A partir de ahora, también pasaré yo. Es amplio, confortable, con casi todos los clientes fuera, en la terraza acristalada. Resistió el intento mussoliniano de italianizar los nombres como símbolo de resistencia al fascismo. Escribo un apócrifo machadiano (“En las batallas de amor / una derrota a tiempo / es la victoria mejor”), miro dar vueltas al colorista tiovivo de la plaza, me dejo acompañar por fantasmas de otro tiempo. Siento que la ciudad me ha hecho suyo.

Sábado, 4 de mayo
UNA HISTORIA DE AMOR

Colecciono historias de amor y hoy añado una a mi colección. Cenamos con José María Micó y Marta, su mujer. A Micó le admiro desde hace muchos años, como poeta de sabia artesanía, como traductor prodigioso, como estudioso de Góngora, y me sorprendió, como a tantos, que de pronto pareciera dejarlo todo para con el dúo Marta y Micó irse de gira por el mundo. Mientras esperamos a que nos den mesa en Giovanni, un local tradicional de la Via del Moro, en el Oltrarno, hacemos tiempo Marta y yo dando un pequeño paseo: “A José María siempre le ha gustado la música, desde niño tocaba la guitarra, pero yo nunca había pensado en cantar. Todo ocurrió por casualidad. Como profesora --he sido profesora de instituto, ya me jubilé--, tenía problemas con la voz. Me dio clases una antigua cantante, me enseñó a utilizarla y descubrió que tenía buena voz. José María hacía su vida por un lado, asistiendo a congresos y dando conferencias; yo tenía las reuniones con los compañeros del instituto. La música nos dio una maravillosa manera de hacer cosas juntos. Yo pongo voz a sus versos y él compone la música y toca la guitarra. Las parejas, por muy unidas que estén, suelen irse separando después de criar a los hijos. Nosotros hemos vuelto a encontrarnos gracias a la música”.

            Pero las giras por bares y festivales de este mundo y del otro, no impide otras labores. José María Micó, tras hacer Ariosto y Dante, anda ahora entretenido con los veinte mil versos de la Jerusalén libertada. Solo él será capaz de hacer legible en español el poema de Torcuato Tasso, tan admirado hace siglos, tan polvoriento hoy.

            Marta y Micó tienen casa en Florencia, en la via Faenza, muy cerca del Mercato Centrale. En esa calle está el taller de máscaras de Agostino Dessì, una luminosa cueva abarrotada de maravillas.

            De Micó admiro su ciclópea capacidad de trabajo y su gusto por los pequeños placeres. No solo de literatura vive el hombre. Conoce bien la gastronomía florentina y los vinos de la Toscana y de cualquier otro lugar. A mí para comer, como a los filósofos de la antigüedad, me bastaría un poco de pan, un poco de queso y unas aceitunas, y para beber el agua fresca de cualquier fuente.     

Domingo, 5 de mayo
HABLA EL ESPÍRITU SANTO

Qué sorpresa entrar en Santa Maria Novella, mi vecina en esta estancia florentina, y encontrarse con que los grandes cuadros barrocos se han apartado mágicamente y dejan ver los frescos medievales que encubrían. En el siglo XVII parecían demasiado pobres; hoy nos resultan de una ingenuidad encantadora. Me seduce sobre todo un santo Tomás de Aquino impartiendo la lección desde su majestuosa cátedra a los alumnos sentados en el suelo. Este desvelamiento ocurre solo el primer domingo de cada mes, así que lo considero como un regalo del azar. Otro es que, aunque la estén restaurando, me permitan subir a los andamios y ver de cerca la Trinità de Masaccio. ¿Trinidad? Ahí está el Padre sosteniendo al Hijo, pero ¿dónde el Espíritu Santo? Cuando lo descubro, sonrío y me imagino sus protestas.

            ---Te ha costado dar conmigo, ¿verdad? A todos les pasa lo mismo, algunos creen que soy una bufanda del Padre. ¿En qué estaría pensando el pintor? Yo soy tan Dios como los demás. Cierto que no tengo cuerpo, pero el Padre tampoco y el Hijo solo unos años, una mínima gota de agua en el océano de la eternidad. A mí suelen pintarme como paloma o palomo, no sé por que, pero este Masaccio se ha pasado un poco. Qué falta de respeto. Podía pintarme en lo alto entre rayos esplendorosos. Ha hundido mi autoestima, voy a tener que ir al psiquiatra. ¿Me recomiendas alguno?

            Sonrío y sigo escuchando quejarse a la acomplejada paloma mientras recorro el Claustro de los Muertos, el Claustro Verde y la Capilla de los Españoles. Como ahora está de moda rescatar pintoras, me detengo ante “La ultima cena” de Plautilla que fue priora del convento de Santa Caterina y de la que dijo Vasari que, partiendo de la imitación de maestros excelentes, “ha hecho maravillas de artificio”. Pero la última cena que yo prefiero es la que se encuentra en la farmacia o perfumería del convento, sin duda la más antigua del mundo, porque ha estado abierta ininterrumpidamente desde el siglo XIII (la entrada se encuentra en el número 16 de la Via de la Scala, en la que hace años hubo un famoso crimen). Jesús y los apóstoles se sientan a una mesa redonda como los caballeros del rey Arturo.

Lunes, 6 de mayo
MILAGRO EN SIENA

Paso el día en Siena y no puedo dejar de inventar historias sobre los personajes, vivos o pintados, que me voy encontrando. Qué novela escribiría yo, si no me aburrieran las novelas, sobre el grupo de Adoratrices Perpetuas del Santísimo Sacramento que pasean haciéndose selfies y llamando la atención con sus hermosos hábitos blancos y rojos por la Piazza del Campo. Vienen de México y todo lo miran con el asombro ingenuo de campesinas que por primera vez viajan lejos.

            En la iglesia del convento de San Francisco, hoy sede universitaria (por el claustro pasean los estudiantes y un aula ocupa la cripta), hay una capilla que conmemora “el milagro eucarístico de Siena”: unos centenares de hostias consagradas fueros robadas y luego devueltas, aunque un poco sucias, por lo que los monjes decidieron no comulgar con ellas. Las guardaron y ahí siguen tan frescas como el primer día, casi tres siglos después. En 1914, según se nos informa en un panel, el papa Pío X, tras ordenar un análisis científico, proclamó urbi et orbi que su longevidad era milagrosa porque cualquier hostia no podía permanecer intacta más de cuatro o cinco años.

Se me ocurre una historia de amable irreverencia a lo Eça de Queirós en La reliquia. Pero estas hostias –se nos advierte-- no son reliquias, sino el cuerpo mismo de Dios, solo que un poco manoseado por los antiguos ladrones y por eso nadie se atreve a comulgar con ellas.

            Tras el arco de San Francisco, encuentro una fuente escondida en la que un caballero alza la espada sobre los peces de colores que nadan a su alrededor. Me parece una ilustración de Orlando furioso. Pronto me entero de que se trata de la Fontanina della Contrada del Bruco y que el que parece un personaje de Ariosto es Barbicone, un tejedor que protagonizó una revuelta allá por el siglo XIV. Siena está llena de rincones así, oscurecidos por el brillo de la catedral y el Palacio Público. Con su aire gótico, su enmarañada topografía y sus estrechas callejuelas en cuesta me trae el recuerdo de Perugia, donde tan feliz y tan infeliz fui en un tiempo que ya parece de otra vida. 

Martes, 7 de mayo
VIEJAS GUÍAS
 

Como en los documentales de Michael Portillo, me gusta viajar con viejas guías. En un Baedeker de 1932, cuando la actual estación de Santa Maria Novella, tan elegantemente funcional, estaba en construcción, encuentro que el primer hotel que recomiendan es el Baglioni, donde yo me alojo, y el primer café el Paszkowski, donde yo paro todas las tardes. Soy un conservador, pero solo de las cosas que vale la pena conservar.    



 

jueves, 2 de mayo de 2024

Coraje y alegría: Años, libros, vida

 

Sábado, 27 de abril
PEQUEÑOS DETALLES

Más que viajar al pasado, lo que tengo es la sensación de viajar al futuro, Las entrevistas de José Martí Gómez y Josep Ramoneda, que ahora encuentro reunidas en un libro, Hagan juego, señores, se publicaron en la revista Por favor allá por 1975, previo paso por la censura que mutiló unas y eliminó otras.

Las leí entonces y al releerlas ahora es como si aquel joven viajara al futuro y supiera lo que iba a ser de las figuras y figurones que preparaban el postfranquismo. Muchos desaparecieron pronto por el escotillón mientras que otros tuvieron un largo recorrido. Yo me fijo en los pequeños detalles que retratan un tiempo. Un tal Eduardo Tarragona, a la pregunta de qué es lo que más le ha ofendido de todo lo que le han dicho hasta el momento, responde: “No me han dicho ni ladrón ni maricón; no me ha molestado nada. En política se pueden decir muchas cosas, menos esas dos”.

No menos sorprendente resulta Antonio Gala: “Yo hace tiempo cada vez que me levantaba daba gracias a Dios porque España no era exactamente el culo del mundo, quedaba Portugal. Ahora me levanto y no tengo de qué dar gracias. Tomo un pequeño estimulante, que conoce la gente muy poco y que recomiendo: se llama captagón y me ayuda a mantener el día”.

            Ahora el captagón lo conoce bastante más gente, aunque no creo que por recomendación de Antonio Gala. Es la cocaína de los pobres, la droga de los terroristas, el sostén económico de Siria y de los talibanes, una píldora milagrosa que ayuda a olvidar el dolor y el miedo, que dota –eso dicen-- de una energía sobrehumana y permite soportar las bombas, las largas caminatas por el desierto e incluso, más difícil todavía, varias noches encadenadas de “fiesta”.

            En tiempos de Antonio Gala era fácil conseguirlo sin receta. Ahora también, pero no se suele recomendar públicamente.

Domingo, 28 de abril
EL FILO DE LA NAVAJA

Civil War sería otra película más sobre la odisea de unos periodistas en tiempo de guerra, si esa guerra tuviera lugar en cualquier república africana o sudamericana. Pero transcurre en Estados Unidos y en tiempo presente y no resulta demasiado inverosímil.

Sospecho que tampoco lo sería una película semejante ambientada en España. Hay un momento en que los periodistas se detienen en una gasolinera de la que se ha apoderado un grupo rebelde. Cuelgan de un cable dos hombres a los que están torturando. La periodista más joven, todavía no acostumbrada al horror, los mira espantada. “Este –dice uno de los torturadores, señalando al que le suplica piedad-- fue conmigo al instituto. Entonces ni me hablaba, ahora es más locuaz”.

A partir de ese momento, sin dejar de verla, abandono la película para entrar en otra en la que los rebeldes no avanzan hacia la Casa Blanca con la intención de acabar a tiros con el presidente, sino hacia la Moncloa. Y me da por ir haciendo una lista de los amigos y familiares que estarían en un bando y en el otro. Si caigo en sus manos, ¿hasta dónde llegaría la saña de algún poetastro maltratado por mí? No quiero ni pensarlo.

            Al salir del cine, sonrío aliviado. Una situación así, una nueva guerra civil, sería inviable en España, como lo es en Estados Unidos. O eso quiero creer.

Lunes, 29 de abril
QUÉ SE LE VA A HACER
 

--Trabajas demasiado…

            --¡Qué se le va a hacer! A mi edad, ya no está uno para otra cosa.

Martes, 30 de abril
ME LO ESTOY PENSANDO

Se queja un amigo de que, entre sus clases y atender a la familia, apenas si tiene tiempo para leer y escribir, y yo me quejo de que me sobra tiempo para todo.

            ---¡Qué suerte tienes!

            --- ¿Suerte? Carezco de excusas. Si no tengo éxito, no es por falta de tiempo sino de talento.

            ---De talento para medrar sí que careces.

            ---El éxito del que yo hablo es el de escribir algo que valga la pena, no el de vender mucho o ganar premios.

            ---¡Cómo te gusta la falsa modestia! Hay gente que piensa que has escrito algo que vale la pena, tú el primero. Cambiaría mi vida por la tuya.

            ---Y yo la mía por la tuya sin dudarlo un instante. Lástima que eso solo sea posible en los cuentos de hadas: el príncipe que cambia sus ropas con el mendigo. Yo saldría ganando, tienes dos hijos maravillosos y el trabajo que siempre has querido tener. Te arrepentirías de inmediato antes que yo. De joven, estaba muy a gusto siendo como soy; ahora, lamento no haber formado una familia.

            ---Pues aún estás a tiempo.

            ---No te creas que no lo estoy pensando. A fin de cuentas, si ahora tengo un hijo, a sus veinte años yo solo tendré noventa y cuatro, que tampoco es mala edad si uno tiene la suerte de conservarse bien de salud. Además, yo soy de maduración lenta. Todavía no he dejado atrás las impertinencias ni los caprichos de la adolescencia. Hasta me vendría bien haber retrasado un poco las responsabilidades de la paternidad.

 

Miércoles, 1 de mayo
SER OTRO

Como todo el mundo, he vivido una vida real y otras imaginarias, no por eso menos reales. El libro Cuando Abd el-Krim quiso negociar con Franco lo leí por primera vez hace años y me fascinó: esa vida de corresponsal extranjero y espía, un poco como de personaje de Graham Green, es la que a mí me habría gustado llevar. El libro aparecía calificado como novela, aunque a mí entender tenía mucho de novelesco, pero poco de novela.

Los historiadores no lo creyeron así y nunca lo tuvieron en cuenta. El domingo volví a encontrarlo en el Fontán y lo releí con el mismo interés que hace treinta o cuarenta años. Pero ahora, maravillas de Internet, he encontrado un artículo de un historiador que sí lo toma en cuenta: “Abd el-Krim et la libération du Maroc dans les années 50”, de Bernabé López García, publicado en NAQD, revista argelina “d’Etudes y Critique Sociale”. 

            Nasser, que aspiraba a ser el líder del mundo árabe, concertó una entrevista de Fernando P. de Cambra, corresponsal de La Vanguardia en Oriente Medio, con Abd el-Krim, que quería negociar con Franco la creación de una república del Rif. Franco no quiso ni oír hablar de ese traidor. Las idas y venidas de Fernando P. de Cambra se cuentan con mucho detalle en su libro. ¿Fantasías de un periodista megalómano? López García ha encontrado, en la Fundación Francisco Franco, el informe sobre esa propuesta que Cambra hizo llegar, por caminos no oficiales, al Caudillo.

            El corresponsal de La Vanguardia fue testigo de la destitución de Mohamed Naguib, primer presidente de la república de Egipto que se oponía a los planes dictatoriales de Nasser; se entrevistó con el pachá de Marraquech, enemigo del futuro Mohamed V, y conocido como “El león del Atlas” o “La pantera del desierto”, fue invitado a colaborar en el envío de armas, repuestos y equipos de campaña a la zona del Rif: “Tengo entendido que usted conoce bien el litoral de Marruecos”, “Durante cuatro años cumplí navegaciones de cabotaje; desde Agadir hasta el Oranesado. Hice escalas en Mogador, Mazagán, Casablanca, Fedhala, Kenitra, Larache, Arcila, Tánger, Ceuta, Río Martín, Uad Lau, Melilla, Mostaganen y Orán… Conservo pésimo recuerdo de los inviernos y de los puertos con barra, especialmente Kenitra y Larache”.

            Leo esos nombres y vuelven a mí todas las ensoñaciones de mi adolescencia. Hubo un tiempo en que yo creía que quería ser Fernando Pessoa, pero quien quería ser en realidad era Corto Maltés. Y lo sigo queriendo.

Jueves, 2 de mayo
UN RECUERDO INFANTIL

Cuando escribe Fernando P. de Camba su libro de memorias, le falla un poco la memoria, o no tomó la precaución de contrastar ciertos datos: fecha en abril del 57 la visita de Mohamed V a Madrid para firmar la independencia. pero fue un año antes.

Uno de los recuerdos de mi infancia es haberle visto cruzar por delante de mi casa en una caravana de grandes coches negros, su rostro triste mirando un momento por la ventanilla. “Ahí va el rey de Marruecos”.

No sé cómo pudo ser eso posible. Mi casa, en Aldeanueva del Camino, estaba junto a la carretera, la antigua Vía de la Plata, pero yo tenia por entonces seis años y no es nada seguro que el rey, que desembarcó en Barajas y volvió a tomar el avión en Sevilla, pasara por allí.

No me fío mucho de ese recuerdo infantil, pero sí de lo que le cuentan a Cambra: “Su general Franco humilló profundamente al rey de Marruecos al obligarle a presentarse en Madrid para firmar el Tratado de Independencia. No solo era rey, era descendiente de Alí y sultán absoluto temporal y religioso de sus súbditos. Y es rencoroso, no olvida jamás las humillaciones que recibe. Sabe esperar para vengarse la ocasión propicia”.

La primera tuvo lugar poco después, en Sidi Ifni; la segunda la llevó cabo su hijo, fue la Marcha Verde.

            ¿No he vivido la vida que hubiera querido llevar? Digamos mejor que no vivo solo una vida, esa monótona y rutinaria que está a la vista de todos, sino muchas. La historia de todas las personas y cosas que me interesan es la historia de mi vida.