sábado, 28 de octubre de 2023

Coraje y alegría: La orquesta del Titanic

 

 

Domingo, 22 de octubre
EQUIDISTANCIA

---Eres un cuco, Martín. No hablas de lo que hay que hablar, para no comprometerte. De lo que pasa en Gaza, chitón. Todos sabemos de tus simpatías por los judíos, pero sería excesivo pronunciarte a su favor en estos instantes. Tú te escudas en la equidistancia.

            ---No hablo de esos temas, porque de poco sirve lo que yo diga. Leo hoy con cierta envidia la entrevista de Antonio Muñoz Molina con Simón Peres, que entonces era presidente de Israel. Le llamó porque quería charlar con él. A mí no me llamó, por supuesto, pero también charlé con él. Bueno, intercambié unas breves frases cuando me lo encontré en el lugar en que asesinaron a Isaac Rabin, en Tel Aviv. Todavía no era presidente. Lo que ahora me resulta extraño es que poco después comí con Netanyahu, entonces ministro de Ariel Sharon. Qué extraño resulta recordar eso ahora.

            ---¡Cómo no vas a estar entonces del lado que estás, aunque lo disimules con una educada equidistancia!

            ---Cierto, cuido mucho de mantener la equidistancia: para mí asesinar a niños israelíes es tan intolerable como asesinar a niños palestinos. Criminales de guerra son los líderes de Hamás que ordenaron el ataque contra civiles, criminales de guerra los políticos de Israel que han decidido responder a la barbarie con la barbarie, pero multiplicándola por cien, o por cien mil. 

Lunes, 23 de octubre
ACERCA DE LA GLORIA

Soy de esas personas que, cuando salen a dar una vuelta por los alrededores de la ciudad o por algún barrio que no suelen frecuentar, siempre se llevan algo que hacer. Unas veces irme fijando en detalles que suelen pasar inadvertidos (y hacer la correspondiente fotografía) y otras darle vueltas en la cabeza a un asunto de interés. Lo paso bien debatiendo, viendo la cara y la cruz de cualquier tema, pero con quien más me gusta debatir es conmigo mismo. Esta tarde, en un otoñal Parque de Invierno, he pensado en el éxito y el fracaso. No en general, sino centrándolo en la literatura y en mí mismo.

            He llegado a esa edad en que unos –los menos-- están en la quiniela de los grandes premios institucionales (que suelen ser como las cerezas: si te dan uno, los demás vienen en ristra) y otros en la de los pequeños consuelos municipales o autonómicos. Yo, el derecho a no estar en ninguno de esos dos casos, me lo he ganado a pulso.

            ¿Debería lamentarlo? No quiero decir que, si me lo hubiera propuesto, hubiera obtenido algún premio de relumbrón. Muy probablemente no, pero condición necesaria para que te toque la lotería es comprar el billete. Yo, en esto del escalafón literario, no solo no he comprado el billete, sino que muy a menudo me he reído de los que lo hacían.

            Y los premios son importantes, ahora lo veo. Te garantizan un poco de publicidad y avalan el currículum. A mi siempre me ha bastado con el aprecio de la gente en cuyo juicio confío. Los premios –los grandes premios-- hacen que te valoren quienes no te han leído ni te leerán nunca (los vecinos, los compañeros de trabajo) y que te inviten a viajes promocionales por esos mundos.

            Ese tren ya lo he perdido. No lo lamento mucho, la verdad. El jueves pasado vino Ángeles Mora –premio Nacional de Literatura-- a leer sus versos a la cátedra Ángel González (esa cátedra en la que yo estoy vetado por disposición expresa de la viuda) y, después de un agotador viaje desde Granada, se encontró con la ausencia de los anfitriones, casi ningún oyente (podía no haber nadie, los Premios Princesa lo copaban todo), el tedio y la lluvia.

En esto de los viajes literarios, no siempre quienes invitan están al tanto de sus obligaciones, especialmente de las no escritas. Recuerdo una charla mía en Burgos. Pagaban bien, era un ciclo organizado por una Caja de Ahorros (cuando las había), tenía público cautivo (de cierta edad), pero no había nadie para esperarme en el hotel, solo una nota con el saludo del funcionario de turno, nadie fue a buscarme para ir al lugar en que se celebraba el acto, me presentó un profesor, que no parecía que hubiera leído nada mío con datos tomados de no sé dónde. Menos mal que Burgos era Burgos –allí hice mi primer viaje literario, cuando Artesa y Marineros perdidos en los puertos-- y pude pasear a solas y emborracharme de melancolía.

No siempre es así, pero cuando uno acepta una invitación no sabe nunca con qué se va a encontrar. Mejor no tener necesidad de esas chapucillas disfrazadas de honor y gloria.

            En fin que, en lo que a las invitaciones o a los premios se refiere, no lamento haber seguido el camino que he seguido. Pero también puedo hacer excepciones, por supuesto. Si me llaman diciéndome que me han concedido el premio Nobel, pues lo aceptaría encantado y agradecido, no como el pobre Juan Goytisolo el Cervantes.

Martes, 24 de octubre
CARLITOS

Presentación del diario de infancia de Carlos Bousoño y mesa redonda sobre su figura en la biblioteca del Milán. Todo muy entrañable y emotivo (allí estaban viuda e hijos), pero con poco contenido intelectual, por no decir ninguno.

Reunión de veteranos para los elogios de ritual y los tópicos de costumbre. Significativo resulta que les hubieran pedido que, al final de cada intervención, leyeran un poema y nadie encontró ninguno que mereciera la pena de ser leído íntegro. Se limitaron a algún fragmento. Hubo una excepción: Gabrielle Morelli leyó uno, pero solo en versión italiana para mayor claridad.

Mientras hablaban, me dediqué a hojear el Diario de Carlitos. Con ese título, no me esperaba gran cosa. Pero me sorprendió muy gratamente. Esto es lo que escribe el 25 de septiembre de 1936: “Estamos en plena revolución fascista, la cual empezó el 19 de julio de 1936 a las siete de la noche del domingo. Estos se levantaron contra el gobierno de Azaña, por la opresión que les tenían, a ellos y a los militares, los cuales fueron los primeros en levantarse en Marruecos, siguiéndoles en todas las provincias españolas. Al día siguiente, día 20, ya estaban las calles pobladas de fascistas con el fusil al hombro y haciendo su guardia por las calles. Ya se decía ese mismo día que se había tomado Madrid, siendo así que todavía no la tomaron”. Antes nos ha contado cómo vivió la revolución de octubre y las palizas que le daba la tía abuela con la que vivía, que era como la bruja mala de los cuentos.

El valor literario de estas notas escritas entre los diez y los trece años puede no ser grande o no ser ninguno, pero como documento resulta excepcional. O eso me parece, en esta primera lectura, mientras escucho educadas banalidades.

Miércoles, 25 de octubre
EL DULCE LAMENTAR

El domingo pasado me burlaba de la credulidad de Alejandro Duque Amusco y luego me lo encontré en el homenaje a Bousoño. Se me acercó tratando de demostrar que él tenía razón, que Procida podía estar a veintitantos kilómetros de Nápoles, pero que se encontraba a unos pocos kilómetros del otro extremo del golfo de Nápoles. Desde ahí podía haber ido perfectamente Bousoño a nado hasta la isla. Abelardo Linares le apoya: “¡Y hay quien cruza el canal de la Mancha!”

            Les dejo que traten de encontrar excusas al disparate (de lo del ectoplasma del padre ni hablamos) y me limito a preguntarle quiénes fueron los amigos del poeta que le confirmaron esa anécdota. “Ruth, en primer lugar”, “Pero Ruth le conoció ya mayor, no estaba allí”, “A ella se lo contaron otros amigos cuyo nombre no recuerdo”. Ya, como en todas las leyendas urbanas.

            Tomo hoy café con Abelardo y Duque Amusco en Atípiko, mi nueva sede, que no me hace añorar la mesa redonda de los Porches. Reunión de antiguos camaradas. Las quejas habituales. Abelardo se lamenta de que la literatura ya no interesa y de que no se vende nada, Duque Amusco de que escribir en castellano en Barcelona es como no existir y otros tópicos habituales. Yo me limito a sonreír y de vez en cuando sacar a relucir algún viejo vate y su ruth o su kodama.

            Que otros presuman de sus premios y de sus horas firmando en la feria del libro. Para mí, el triunfo literario es, después de medio siglo (nos conocimos en los años setenta, los de Jugar con fuego), seguir discutiendo de literatura con el mismo entusiasmo que la primera vez.

Jueves, 26 de octubre
MEJOR PERSONA

Ya sé que no debería hacerlo (uno no debe revelar el escondite del tesoro), pero llevo a Abelardo a la librería de viejo que tengo al lado de casa. Temo que me la deje esquilmada. Pero parece que su voracidad compradora, desde los tiempos neoyorquinos del millón de libros, ha disminuido un poco. Con lo primero que se encuentra es con una primera edición de Las brasas, que no lleva marcado el precio, y que la librera le deja a cinco euros.

            ---Es un regalo de Brines –le digo--, eso quiere decir que te ha perdonado la jugarreta que le hiciste publicando un libelo sobre su vida privada. Yo no te habría perdonado, pero él era mejor persona.


sábado, 21 de octubre de 2023

Coraje y alegría: Vaya semanita

  

Domingo, 15 de octubre
ALGO DE TEOLOGÍA

"El cielo y el infierno están aquí", le escuchó decir a una campesina andaluza Blas de Otero, según cuenta en uno de los poema de Que trata de España. Yo no sé si el cielo está aquí, pero si está, tiene ventanas desde las que se divisa, en vivo y en directo, los tormentos de quienes están encerrados en el infierno.

¿Y es posible ser feliz asistiendo desde un palco de nubes al sufrimiento de los otros? De que ciertas personas puedan pasarlo bien, no me cabe duda: las peleas siempre cuentan con un corro de espectadores, para no hablar de los combates de gladiadores o las corridas de toros.

            ¿Los bienaventurados, en el cielo católico, se vuelven insensibles al dolor ajeno, al sufrimiento de los que dejan en la tierra o al de aquellos otros a los que un juez inflexible condena para siempre sin posibilidad de amnistías? Siempre me ha sorprendido ese punto ciego de la teología.

            Se me ocurre pensar en estas cosas mientras me salpica la sangre ajena y mahometana o cristina o judía y yo doy mis crepusculares paseos –aún hay sol en las bardas--, si no por el paraíso, por sus hermosos alrededores.

Lunes, 16 de octubre
MAL POR BIEN

Hay gente que me quiere bien y gente que no, supongo que como le ocurre a todo el mundo. Entre quienes yo conozco, afortunadamente, son más los primeros que los segundos. Los que me odian, me odian más de oídas o de leídas que del trato personal. Suelen ser poetas sobre los que he escrito cosas poco amables, o no he escrito nada, lo que para algunos es peor.

Pero también soy poco delicado y puedo herir sin querer a la gente que se me acerca, o peor, a la gente que quiero. En eso sospecho que soy también como todo el mundo. Lo curioso es que el mal que recibo no suele ser consecuencia del mal que hago, sino del bien. Hay quienes perdonan antes las pequeñas ofensas que los grandes favores.

            La piedad peligrosa tituló Stefan Zweig una de sus novelas, o así la titularon en español. La piedad, la compasión, puede ser una trampa, la más insidiosa. Yo he caído en ella varias veces.

¡Qué reconfortante resulta hacer el bien, compartir lo poco que tenemos! Por incurrir en esa vanagloria, ahora estoy atado de pies y manos.

            No tengas piedad de mí, lector. Sálvate tú.

Martes, 17 de octubre
BOUSOÑO EN NÁPOLES

Hojeo con curiosidad el libro que Alejandro Duque Amusco ha dedicado a Carlos Bousoño, de quien este año se celebra el centenario y lo primero que me sorprende es la siguiente anécdota (antes nos advierte que Bousoño afirmaba que "siempre había que mejorar las anécdotas cuando se contaban", pero que esta es veraz, hay testigos): "Se encontraba una tarde en la bahía de Nápoles. A tres o cuatro kilómetros de distancia, frente a la costa, la isla de Procida se ofrecía a los turistas con su gracioso colorido. Sintió la tentación de llegar a ella nadando, con la idea de volver luego en el ferry, como un turista. Se iniciaba el crepúsculo. Cuando llegó, el último ferry estaba a punto de salir, lleno al completo, y no admitía ni un solo pasajero más. El piloto, viendo su cansancio, le ofreció devolverlo a tierra sujeto por un cabo para que se lo atara y se dejara llevar. Carlos aceptó de mala gana. Pero no bien zarpó se dio cuenta de que el cabo era demasiado corto y corría el peligro de ser succionado por las hélices. Tuvo que soltarse y volver a nado con las escasas fuerzas que le quedaban. Llegó exhausto, después de haber flirteado con la muerte durante aquella travesía, que se le hizo eterna".

            Pero resulta que Procida no está a tres o cuatro kilómetros de Nápoles, sino a más de veinte. Mucha distancia para tener de pronto el capricho de acercarse a nado, por buen nadador que se sea. Y el "gracioso colorido" de esa isla cercana a Ischia no se divisa desde Nápoles, porque está al oeste, tras el virgiliano cabo Miseno. La que se divisa es la silueta de Capri.

            ¿Y dónde llevaba el nadador el dinero o el billete para el ferry? ¿Había tenido la precaución de atarse un billetero a la cintura? En ese caso, si no había sitio en el ferry, podía pasar la noche en un hotel de la isla. Lo que no podía ocurrir nunca –salvo en el mundo de los sueños y los cuentos de hadas-- es que el piloto del ferry le ofreciera viajar a remolque, atado por la cintura. ¡Menudo espectáculo! El resto de los pasajeros se pasarían el viaje en la popa haciendo fotos (al menos los que tuvieran cámara, que entonces no habría móviles). ¿Y tan corto de luces era el piloto al que se le ocurrió supuestamente tal disparate que le ofreció una cuerda tan corta que quedaba al alcance de las hélices?      

            Alejandro, Alejandro, no hay que creerse todo lo que nos cuenta el autor admirado. O no hay que escribirlo luego en un libro presuntamente crítico, que los lectores son muy burlones.

Pero no se vayan porque aún hay más. Bousoño, al parecer, creía en el espiritismo (yo le oí contar en un congreso en Jerez, no en charla particular, cómo una vez se le apareció un ovni cuando iba en coche por Ibiza con Claudio Rodríguez) y practicaba con la ouija junto a su mujer Ruth y algunos amigos de confianza. Un día en una de las sesiones se le manifestó el espíritu de su padre. El diálogo que mantuvieron (no nos dice Duque Amusco si el progenitor habla con voz espectral o señalando letra a letra) fue el siguiente:

---Padre, ¿dónde está? ¿Cómo se encuentra?

            ---Estoy bien, en un lugar plácido y prodigioso.

            ---¿Y está con usted Juan Ramón ¿Jiménez?

            ---No.

            ---¿Y cómo es que no está?

            ---Él está en otro grado de luz.

"Quedó Carlos impresionado por aquellas palabras y cada vez que relataba la insólita sesión de aquel día había en su voz una misma vibración intensa y apasionada". En otro grado de luz le parecía un buen título para un futuro libro y el fiel discípulo cumple ese deseo titulando así su devoto homenaje.

Miércoles, 18 de octubre
BIOGRAFÍA

Mañana se inaugura en la Biblioteca del Fontán la exposición dedicada a Carlos Bousoño. Dudo entre pasar o no pasar por allí. Estará la viuda, Ruth, que no me tiene –y con razón-- demasiadas simpatías. Me la presentó el propio poeta, en un curso de verano que dio en Oviedo, antes de que se casaran; entonces era solo una alumna entusiasta que había venido de Madrid a escucharle. Dará una conferencia Jenaro Talens, a quien no conozco, pero a quien admiré en mis comienzos y con quien tuve alguna polémica hasta que dejó de interesarme. El azar ha hecho que aparezca de pronto –no estaba colocado según el orden alfabético-- su libro El vuelo excede el ala. La dedicatoria, "Para José Luis García Martín de su amigo Jenaro Talens," está fechada en noviembre de 1973, dentro de unos días hará exactamente cincuenta años. No sé cómo pude entrar entonces en contacto con Talens. Luego hablé de él en Jugar con fuego y una frase desafortunada en una de las charlas apócrifas con Víctor Botas fue el motivo de la ruptura. Ahora me gustaría saludarle, pero no sé de su capacidad para conservar rencores. Nos hemos movido luego en ámbitos literarios distintos, aunque creo que de su obra poética tan profusa –y tan maleada por el teórico, como en Bousoño-- se podría hacer una buena antología.

Hoy nos hemos reído un poco en la tertulia con la aplicación que Alejandro Duque Amusco hace de su concepto del "signo métrico" a un poema de Bousoño, "Biografía" ("Nació. / Salió. / Se capacitó", etc). "El poema –explica Duque Amusco– es un relato sincopado y además de un enigma". Y continúa: "Pero el enigma se resuelve enseguida si contamos el número de palabras que tiene el poema: cuarenta y cuatro, las mismas que tenía el poeta cuando lo compuso". ¿Y quién no sabe que el poema se escribió en 1967 o a quien no se le ocurre contar las palabras no descifra el enigma del poema? ¿Y qué añade a su valor –a mi entender, escaso-- esa ¿Coincidencia? Me temo que con estudiosos así, Carlos Bousoño tardará en salir del purgatorio en el que entró ya años antes de su muerte.

Jueves, 19 de octubre
UNA OCASIÓN PERDIDA

Hojeo el catálogo de la exposición del centenario. Comienza con "Carlos Bousoño y sus circunstancias", tres columnas –"Historia", "Biobibliografía", "Literatura"-- que enumeran cronológicamente los principales acontecimientos de su vida y su tiempo. Veamos los acontecimientos históricos resaltados: "Dictadura de Primo de Rivera" (1923), "Fundación de la Unión Patriótica. Francisco Largo Caballero, consejero de Estado" (1924), "José Antonio Primo de Rivera funda la Falange Española. Elecciones municipales" (1933). ¿Elecciones municipales en 1933? ¿Pero no fueron en 1931 y trajeron como consecuencia la Segunda República? Ese hecho no se considera importante, como tampoco el comienzo de la Guerra Civil. La enumeración continúa así: "Revolución minera asturiana. Hitler asume la presidencia del Tercer Reich" (1934), "Destrucción de Gernika por la Legión Cóndor. Batalla del Jarama. Consejo de Asturias convertido en Consejo Soberano del Norte" (1937). Todo son sobresaltos. El año 1982 ni se menciona, pero en 1993 se señala que el PSOE gana las elecciones generales. En 2001 se señala como único acontecimiento histórico importante: "Ley de Extranjería y Plan Hidrológico Nacional". Y del 2005 hasta el 2015, en que muere Bousoño, no hay ningún acontecimiento histórico que reseñar. El resto, por lo que leo acá y allá, está a la altura de esta entrada que parece redactada por un poco aplicado escolar. ¿No se encontró a ningún estudioso que pudiera hacernos una lectura actual de la obra de Bousoño? Quizá no haya nadie menor de setenta años que se interese por ella. Queda el recuerdo de aquel tiempo en que se le situaba entre los grandes. Sic transit gloria mundi.

Viernes, 20 de octubre
NEGRA Y ROSA

Me llama un amigo para decirme que no le han invitado a ningún acto en esta semana de los premios Princesa de Asturias. "¿Te han invitado a ti?", pregunta. "No, no, yo hace tiempo que no tengo nada que ver, desde el 2017, cuando el discurso del rey sobre Cataluña. Pero eso no me impide reconocer el acierto de la Fundación: implicar en la entrega de unos premios, que podía haberse limitado a una ceremonia protocolaria, a la mayoría de los asturianos. Gijón hizo algo semejante con la Semana Negra, un encuentro de escritores convertido en una fiesta. Oviedo ha replicado con la que yo llamaría la Semana Rosa, de signo político contrario pero de igual éxito. Son dos perfectos ejemplos de cómo se puede utilizar la cultura como parte de la industria del entretenimiento con buen rendimiento político".



 

sábado, 14 de octubre de 2023

Coraje y alegría: España en marcha

 

 

Domingo, 8 de octubre
CON QUIÉN ESTOY

Hay días en que todo sale como estaba previsto, son pocos (¿media docena a lo largo de mi vida?), pero este es uno de ellos. Un día feliz si uno viviera en lo alto de un monte, sin cobertura, ajeno a lo que pasa en el mundo.

Doblemente cautivos los palestinos de Gaza, doblemente víctimas, de Hamas y de Israel. ¿Cómo ser feliz si uno lee el periódico, si escucha las noticias?

--¿Y tú con quién estás? ¿Con los judíos o con los terroristas?, me interpela un tal Sémper.

--Yo estoy con las víctimas. Al ciento por ciento.

Lunes, 9 de octubre
MALA NOTICIA

--Tiene visto ya Golpe de suerte, la película de Woody Allen? ¿No te entraron ganas de pedirle disculpas al bueno de Carabante? ¡Vaya idea que tiene de un crimen perfecto! El elegante financiero llama a su sicario de cabecera (que ya ha hecho desaparecer a un rival en los negocios y al amante de su mujer) y le encarga otro crimen, esta vez fingiendo que se trata de un accidente de caza. Pero resulta que el sicario –vaya sicario, rumano por más señas-- le dice que no ha disparado un rifle en su vida. "No importa. Mato yo a mi suegra y luego te paso el rifle y dices que has sido tú, que la confundiste con una cierva". ¿Y no le va a preguntar la policía por su licencia de caza y no le va a preguntar ¿Quién le había invitado a aquella cacería? El bueno de Woody, que sale al principio haciendo de abuelete y diciendo que a esta película le tiene un cariño especial porque hace el número cincuenta de su filmografía, da un poco de pena. ¡Quién te ha visto y quién te ve! ¿Ha cambiado él o hemos cambiado los que le admirábamos tanto hace unas décadas?

--A mí me ha gustado mucho la parte inicial, ese reencuentro en París con la compañera de la que estuviste enamorado en el Instituto y a la que no te atreviste a decir nada. Me gusta cómo ella, a pesar de estar felizmente casada (o eso cree) se va dejando enredar en el encanto del joven escritor que vive en una buhardilla. Me gusta ese París, ese palacete de la casa de subastas, esa buhardilla, los bocadillos felices en el jardín de Luxemburgo. Yo sueño a veces con cosas así- ¿Y quién hoy Luego la comedia se vuelve comedia negra y va perdiendo pie y acaba con un final Deus ex machina que parece una broma de tebeo. Qué triste. Si de la edad no se salva nadie, ni Woody Allen, ¿cómo voy a salvarme yo? 

Martes, 10 de octubre
LA ILUSIÓN PERDIDA

Todos mis viajes han sido siempre de trabajo, nunca he tenido vacaciones. Pero quienes me conocen saben que no soy precisamente un estajanovista. Me paso la vida trabajando, pero en cosas que la gente común no consideraría trabajo porque no se hacen a cambio de dinero. Yo, una vez que tengo lo suficiente para vivir, que es poco, no hago el más mínimo esfuerzo para ganar un euro más.

Mis viajes son todos de trabajo, repito. Debo confesar, sin embargo, que a veces hago trampa. Tenía ganas de volver a Nueva York –por razones que no son del caso, tuve prohibida la entrada-- y unos amigos me ofrecieron la ocasión perfecta: no habían estado nunca en Nueva York y me pidieron que fuera su guía. Ya antes lo había sido en Estambul, y parece que quedaron contentos con mi desempeño profesional. Se acercaba la fecha y yo ya tenía hecho un plan que entremezclaba lo viejo y lo nuevo, mi Nueva York y el Nueva York de todos: aquellas placitas, con ardillas y silencio, al final de la calle 42, el paseo por la High Line; el Pier 17 con sus tumbonas frente al East River, a un lado el puente de Brooklyn y el de Manhattan entremezclados y enfrente la Promenade, tantas veces paseada; la Torre de la Libertad; aquel rincón del Central Park con versos en los bancos; el rincón juanramoniano de Columbia Universidad, frente al Morning Park; la librería de Union Square y el Mercadillo; el arco de mármol al comienzo de la Quinta Avenida; el atrio del Citicorp donde suena al atardecer un piano y cada mesa la ocupa un solitario... Tantas cosas, tantas.

Pero hoy me entero de que un incidente sanitario obliga a posponer el viaje. Yo tengo casa y el avión pagado, pero qué hago yo allí solo sin nada que hacer más que disfrutar de la ciudad.

Creo que voy a desistir del viaje. ¿Qué haría yo solo en los lugares que siempre compartí con amigos? Por Nueva York me ha acompañado –en distintos viajes, el primero es de 1990-- media tertulia Óliver: Martín López-Vega, Xuan Bello, Javier Almuzara, Marcos Tramón, Silvia Ugidos, Pablo Núñez, Rocío Acebal y tantos otros. Allí tengo, ciertamente, al anfitrión perfecto, Hilario Barrero, el cónsul de la poesía española, con el que hemos recorrido a pie media ciudad. Pero el tiempo pasa e Hilario ya no es el Maratón Man que era. Acabo de hablar con él por zoom y me he llenado de melancolía. Ahora camina con más dificultad, se cansa pronto. Me acompañaría a dar algún paseo por los alrededores de su casa --que está por cierto en el mejor rincón de Brooklyn: junto al jardín botánico, el museo, la biblioteca art Nouveau, el Prospect Park--, pero Manhattan tendría que recorrerlo solo. No es que tema perderme, no. Le temo a los fantasmas. Pospondré el viaje para cuando sea posible mi labor de guía.

Qué deprisa corre el tiempo tras nosotros, amigo Hilario. Silvia todavía recuerda –con horror por su parte-- aquel día en que fuimos a pie hasta tu casa y cuando nos dimos cuenta habíamos recorrido más de doce kilómetros.

Miércoles, 11 de octubre
NUEVO TRABAJO

Nueva York solitario, aunque de sobra sepa dónde buscar compañía, se me caería encima. Dejo a un lado la ilusión del volver dentro de unos días. Pero de pronto me llega otra propuesta para hacer de guía, sin esperas en aeropuertos ni jet lag: pasar, a comienzos de diciembre, unos días en Bayona y desde allí hacer una excursión de un día a Burdeos, que mis amigos no conocen, y otra a Arcachon, en donde tampoco han estado nunca. Tomar chocolate bajo los soportales de la barojiana Rue del Port Neuf es uno de mis placeres favoritos. Y cruzar en barco la bahía de Arcachon hasta el faro de Cap Ferret.

Se aleja Nueva York, pero ya tengo en la agenda otro viaje de trabajo. Por vacaciones o para tomarme una temporada de descanso nunca viajo. Para eso, como en casa en ninguna parte. 

Jueves, 12 de octubre
UNIR ESPAÑAS

--Siempre me ha sorprendido –me dice un amigo norteamericano-- que haya españoles que no estén orgullosos de su país. Eso no ocurre en el mío, donde ponemos la bandera hasta en el cuarto de baño.

            --Yo estoy orgulloso de media España y avergonzado de la otra media. Unos salen a la calle, enfervorizados, a insultar a diestro y siniestro (a siniestro más que a diestro) para evitar que se rompa España. Pero España ya está rota, ahora se trata de coser los trozos sueltos. La rompieron los que mandaron apalear votantes y los que aconsejaron al rey el discursito en que se comprometía a defender a los catalanes buenos y castigar a los malos, renunciando a ser rey de todos, de los monárquicos y de los republicanos, de los españolistas y de los independistas. Ahora se trata de recomponer los trastos rotos. Pedro Sánchez lo está haciendo con habilidad y paciencia. Los que quieren irse de España –y están en su legítimo derecho, el independentismo sigue siendo legal-- pasan a formar parte (directa o indirectamente) del gobierno de España. ¿Qué mejor manera de traerlos de nuevo al redil?

            --O sea que a ti no te parece que es capaz de cualquier cosa para mantenerse en el poder.

            ---Hacer todo lo posible para mantenerse en el poder (legalmente, claro está) es la primera obligación de cualquier gobernante. Solo de esa manera puede aplicar su programa de gobierno para mejorar el país.

            ---Pues va a tener que aplicar el de Puigdemont.

            ---Que es el representante en el parlamento europeo de muchos españoles, por cierto, entre los que me cuento. Habría que sentar en un aula a los políticos españoles que ahora alientan la rebelión en las calles. Explicarles que cuando un partido gana con mayoría absoluta aplica su programa, pero que cuando ha de pactar con otros no lo puede aplicar entero, sino que ha de aceptar propuestas de sus aliados. Lo que no suele ser malo, sino todo lo contrario. El servicio militar obligatorio, la nefasta mili, desapareció porque Aznar tuvo que pactar con Pujol, que era quien llevaba su desaparición en el programa electoral.



sábado, 7 de octubre de 2023

Coraje y alegría: Obviedades y paradojas

 

 

Domingo, 1 de octubre
PARA NO VOLVER

A la salida del Filarmónica, donde he asistido a la inauguración del ciclo de cine Radar, me encuentro con un amigo, que nota que salgo con cara de pocos amigos.

            ---No te ha gustado la película, ¿verdad?

            ---No se trata de gustar o no, sino de que no entiendo que alguien pueda poner dinero para hacer una cosa así.

            ---Pues el director, Chiqui Carabantes, tiene cierta fama.

            ---Sí, y parece un buen profesional. Sin duda sabe dónde poner la cámara y dirigir a los actores. El problema es que también se empeña en ser autor, en contar historias propias. Y eso, Woody Allen o quizá Almodóvar, que ni siquiera Hitchcock se atrevía. El cine, el cine que uno ve en las salas de cine o en su casa, el cine comercial, es como el teatro un género literario.

            ---Desbarras, Martín. El teatro hace tiempo que ha dejado de serlo, salvo quizá en casos como el de Mayorga, y el cine nunca lo ha sido.

            ---Una película, al menos una película de las que aspiran a tener público no de las que andan de festival en festival, es, en primer lugar, un texto escrito. Alguien ha imaginado una historia y la ha puesto en papel (o en un archivo del ordenador) palabra tras palabra. Luego intervienen muchos otros profesionales, pero sin unos buenos cimientos nada se sostiene.

            ---Exageras la importancia del guion. A veces sirve solo para el lucimiento de los actores o para el más difícil todavía de los efectos especiales.

           ---Es posible. No pretendo dogmatizar. Pero La fortaleza, la película que acabo de ver --producida, según parece, por una plataforma, Skyshowline, a la que no le arriendo la ganancia si sigue con tan buen ojo--, pretende contar una historia. Varios personajes quedan encerrados en una mansión más o menos misteriosa y han de resolver un misterio, como en tantas novelas policiacas inglesas o en Puñales por la espalda o Misterio en Venecia. Lo que hace Chiqui Carabantes con ese tópico es lo que haría un chico de catorce años (o menos si es algo espabilado). Pidió ayuda a otros guionistas, pero no parece que le sirvieran de mucho. Según avanza la película, no sabemos que es mayor si el aburrimiento o la vergüenza ajena.

            ---Podías haberte marchado. A fin de cuentas no habías pagado entrada. Eso corre a cargo del presupuesto municipal.

            ---Quería ver cómo se desenvolvía el director en el coloquio. Parecía un buen tipo, se quejaba de algunas limitaciones presupuestarias, no era consciente del bodrio.

            ---¡Cómo iba a serlo! Estaría orgulloso.

            ---Más extraño es que tampoco fuera consciente el director de Radar, que da la impresión de saber de cine. Te cuento. Cinco hijos, casi todos bastante impresentables, se enteran de que ha muerto el padre, al que hace tiempo que no ven, y corren hacia la mansión familiar para recoger la herencia. Les recibe un notario, disfrazado de notario, que les informa de que han de pasar una serie de pruebas, entre ellas celebrar la Navidad, aunque no sea Navidad, y encontrar el cadáver del padre y enterrarlo en un lugar preciso de la finca y en un ataúd de madera de abedul que también han de encontrar. La historia, por cierto, ocurre en nuestros días y en un caserón que está en las afueras de Almendralejo. ¿Pero cómo se puede esconder un cadáver? ¿No es eso un delito? ¿No deberían ir a la policía para denunciar la desaparición del padre? ¿Y qué notario es ese que al parecer se presta a esconder un cadáver bajo una mesa y a rodearlo de hielo? Disparate tras disparate hasta el disparate final. por cierto, no se habla de que el padre haya dejado dinero, sino solo un caserón que no parece fácil de mantener.

            ---¿A que aplaudieron al final?

            ---Por supuesto.

            ---Siempre lo hacen, incluso en las películas más infumables.

            ---Y alguno hasta intervino en el coloquio felicitando al director. ¡Qué tragaderas tiene la gente! Pero solo cuando es gratis (lo de gratis es un decir, a cargo de los contribuyentes). Nadie pagaría por ver eso.

Lunes, 2 de octubre
QUIÉN SOY YO

Un poquito más de media España está ilusionada con la formación del próximo gobierno de España, mientras que un poquito menos de medio país está escandalizado y armando todo el barullo posible (son menos, pero gritan más). Parece que ya han agotado todas las grandes palabras: ¡Traición! ¡Indignidad! ¡Felonía!

            Yo soy de los más ilusionados. El "a por ellos" primero y luego los juicios contra los independentistas siempre me parecieron un borrón en la reciente historia de España. Pero quién soy yo para hablar de política. Por eso casi nunca lo hago. 

Martes, 3 de octubre
A NADIE MÁS

De vez en cuando algún amigo desconsolado ha venido a llorar sobre mi hombro, pero yo no tengo un hombro sobre el que llorar. Soy demasiado orgulloso para contar mis penas a nadie, salvo al psicoanalista imaginario que visito en las noches de insomnio. Es a él a quien le cuento la relación destructiva en la que ando enredado. A él, y a nadie más.

Miércoles, 4 de octubre
ZENÓN

"Zenón de Elea puso de manifiesto que ni el espacio ni el tiempo podían dividirse indefinidamente. El atlético héroe Aquiles jamás alcanzaría a la parsimoniosa tortuga", leo al comienzo de un artículo de un catedrático de Física Atómica.

            Llevo el artículo a la tertulia de los miércoles. "Pues a mí me parece que es exactamente lo contrario, que si Aquiles no alcanza a la tortuga a la que ha dado unos metros de ventaja es porque para ello ha de atravesar primero la mitad de esa distancia, luego la mitad de la mitad y así indefinidamente".

            Se burla Enrique Bueres: "¡No te basta con llevar la contraria a los catedráticos de Derecho Constitucional, ahora te atreves con los de Física! Eres incorregible, Martín".

            Pide ayuda José Cereijo a la Wikipedia: "Aquí dice que Zenón quiere demostrar precisamente lo contrario de lo que parece afirmar. Si el espacio fuera divisible, Aquiles no alcanzaría nunca a la tortuga, pero como la evidencia nos dice que la alcanza de ahí deduce que el espacio no es infinitamente divisible".

            "Exactamente, lo contrario de lo que afirma el catedrático", digo yo.

            Debo reconocer que nada me gusta más que tener razón, tenerla de verdad, no parecer que la tengo a base de sofismas y citas de autoridad. Nada me gusta más, pero no me gusta menos rectificar cuando no la tengo.

            --Pues yo no te veo rectificar nunca.

            --Es que pocas veces me dais motivo para ello.

Jueves, 5 de octubre
OBVIEDAD

Dice cosas muy sensatas Javier Cercas a propósito del catalán en uno de sus últimos artículos, pero se le escapa un disparate de esos que a mí me gusta tanto subrayar porque muestran un punto ciego en una mente por lo demás brillante: "El uso del catalán nos interesa a todos, pero sobre todo a quienes somos contrarios a la secesión; la lengua es el arma más poderosa para conseguirla, pero no se desactiva inutilizándola (cosa inmoral además de imposible), sino utilizándola para bien (para unir diciendo la verdad) y no para mal (para dividir contando mentiras)".

            Cercas, Cercas, ¿pero en serio crees que ser independentista supone dedicarse a decir mentiras y ser españolista a decir verdades? Que Cataluña forme parte del Estado español tiene sus ventajas y sus inconvenientes para Cataluña, lo mismo que lo contrario. Una opción política u otra depende de las decisiones de los ciudadanos, como la de elegir entre un régimen monárquico o republicano. Otra cosa es que el cambio no resulta fácil y pesen los intereses creados y las inercias históricas; conviene pensárselo mucho antes de dar el paso. Pero afirmar que el secesionismo es malo por naturaleza –antes el de Cuba y España o Irlanda y el Reino Unido, ahora el de Kosovo y Serbia o Córcega y Francia-- no parece una opinión racional. Igualmente moral es unirse que separarse e igualmente inmoral obligar a unirse que a separarse.

Viernes, 6 de octubre
PARADOJA

El azar me pone en las manos un libro muy conocido, según veo luego en Internet, pero del que yo no había oído hablar. La traducción y el prólogo son de Gregorio Marañón. A algunos les extrañará, afirma, "que sea yo el que alabe y presente este libro, centelleante como una llama, en el que cuenta su vida, la de fuera y la de dentro, un hombre cuya trayectoria social está separada de la mía". Su gesto es "una lección que necesitan, ante todo, si el mundo ha de marchar por buen camino, los que se creen, sin serlo, liberales". Para Marañón, "el hombre que piensa de otro modo es como uno mismo y como cualquier otro que tenga los ideales que le plazca". Para traducirlo ha pulido, "como el oro en que se va a engarzar una esmeralda", su más alado y más noble castellano.

            Ese hombre que piensa de otro modo es León Degrelle, condenado a muerte en su país, refugiado en España, nunca arrepentido, muy activo colaborador de todos los movimientos neofascistas de la posguerra. Y su libro, Almas ardiendo, un hermoso ejemplo de prosa poética.