domingo, 29 de septiembre de 2019

Sin propósito de enmienda: Más España, mejor España



Sábado, 21 de septiembre
NO MENTIRÁS

Detesto tanto las bodas que he tomado la precaución de no casarme para no tener que asistir ni siquiera a la mía. Po eso, cuando me invitó una amiga avilesina a su boda, que se celebra mañana, me inventé un viaje a Sevilla.
            Pero las mentiras se pagan. Este sábado no puedo ir a Avilés, como todos los sábados, para que no me vean y descubra que era una excusa.
            Soporto mal los cambios. Cualquier alteración de la rutina se convierte para mí en un problema. Llego a la estación de autobuses a la hora de costumbre y en lugar de subirme al autobús de Avilés, hago un esfuerzo y me subo al de Gijón.
            Aprovecho para visitar la exposición de Federico Granell, una serie de postales de Italia que me llevan de nuevo por los lugares del Grand Tour, y la del fotógrafo Antoni Arissa –juegos de sombras– en el Antiguo Instituto. También para pasear por la playa de San Lorenzo, que se doraba de melancolía con la luz última del verano, y para discutir de política con mi editor, Carlos González Espina, que nunca discute con nadie.
            Cuando regreso a Oviedo, pienso que estar tan lleno de rutinas también tiene ventajas: el más mínimo cambio se convierte en una prodigiosa aventura.
            Pero he aprendido que las mentiras se pagan. No volveré a mentir.


Domingo, 22 de septiembre
AD ASTRA CON PAOLO COELHO

Mientras veo la pretenciosa y tediosa Ad Astra (una vacuidad así no la salva ni Brad Pitt) me dedico a pensar en mis cosas.
            Con la situación política, estoy ilusionado. Me gusta que nada esté decidido, que la pelota esté en nuestro tejado (el de los votantes), que de mí dependa, aunque sea en pequeña medida, que el resultado acabe decantándose hacia un lado u otro del tablero.
            En lo personal, me siento a gusto con mi vida. No soy un triunfador, pero como si lo fuera. Lo importante no es cómo te vean los demás, sino cómo te veas a ti mismo. Y yo me veo en el sitio en que siempre quise estar.
            Pero hay una pequeña sombra. No hay nadie que me conozca que no me tenga por un egoísta, por alguien que solo se preocupa de sí mismo. Y me gusta presumir de ello.
            La realidad, sin embargo, es algo distinta. Siempre he tenido, en mayor o menor medida, personas a mi cargo. Siempre he tratado de hacer el bien (procurando que no se notara, claro), pero no siempre lo he hecho bien. A veces, rematadamente mal.
            Y ahora asisto al fracaso de uno de los proyectos en que había puesto buena parte de lo mejor de mí mismo.
            En estas cosas pienso mientras veo a Brad Pitt esforzándose porque no notemos lo ridículo de todo el engendro. Cuando al final suelta una moraleja a lo Paulo Coelho  (“a partir de ahora procuraré vivir y amar más”), yo concluyo mis cogitaciones con otra: “A partir de ahora, procuraré no encariñarme demasiado con nadie. A partir de ahora, seré menos Quijote y más Sancho”.
            Pero antes de salir de la sala, ya he cambiado de opinión: “A partir de ahora, seguiré como hasta ahora. Y si vuelvo a fracasar y vuelven a darme de palos, aprender de los errores y seguir intentándolo”.


Lunes, 23 de septiembre
UN IMPOSIBLE HOMENAJE

“Vete preparando para el homenaje que te va a hacer la Cátedra por tu jubilación”, me dice una amiga por teléfono.
            Lo que comienzo a preparar son las excusas para evitarlo, aunque sé cómo se las gasta mi amiga Josefina Martínez, acostumbrada desde hace décadas a hacer su santa voluntad, con razón, sin razón o contra ella.
            Y no rechazo ese homenaje porque yo sea muy modesto, que de vanidad nunca he andado escaso.
            Me gustan  los homenajes, aunque los haya probado poco. Pero no de cualquier tipo: que le dieran mi nombre a un premio literario lo consideraría una ofensa; que se sienten en el Aula Magna a hablar de mí un escritor, un decano o vicedecano y hasta algún concejal lo consideraría un castigo. Ni sabría qué cara poner ni podría dedicarme a escribir haikus, como en tantas tediosas conferencias.
            El homenaje que yo preferiría es otro: que le den mi nombre a una biblioteca, por ejemplo, o que las dos editoriales en que publico habitualmente, Impronta y Renacimiento, se ponga de acuerdo para editar un libro en el que varios autores se ocupen de los diversos aspectos de mi trabajo: los diarios, la poesía (sin olvidar los apócrifos: una labor detectivesca), las antologías de poesía joven, los recopilaciones críticas, la prosa viajera, los aforismos reunidos en volumen o dispersos por la red, las revistas que he dirigido o patrocinado.
            Me divierte buscar nombres que podrían ocuparse de cada uno de esos capítulos. ¿Juan Bonilla? Ni pensarlo. ¿Andrés Trapiello? A saber por dónde saldría. ¿Anna Caballé? De ninguna manera, insistiría en que mis diarios no son verdaderos diarios porque no entro en detalles de mi vida sexual. ¿Luis Alberto de Cuenca? En este caso, el abrazo estaría asegurado y el recuento de las primeras ediciones de mis libros que tiene en su biblioteca. ¿Miguel d’Ors? Por favor, que no tengo vocación de mártir.
¿Lorenzo Oliván? ¿Martín López-Vega? ¿Xuan Bello? No sé, no sé. Creo que es mejor seguir con mi lema: “Las pompas fúnebres y los homenajes póstumos”.


Martes, 24 de septiembre
CADENA DE FAVORES

Siempre impaciente, aunque no tenga ninguna prisa, me desespero en la caja del Alimerka cuando veo que el anciano que me precede –más o menos de mí edad– saca un puñado de menudas monedas y se lo entrega a la cajera para que compruebe si son suficientes. La cajera las va introduciendo, una a una y con parsimonia, por una ranura. Y al final dice: “Faltan diez céntimos”.
            A la memoria me viene una escena olvidada. Ocurrió en Nueva York, hace casi treinta años. Por entonces no se utilizaban las tarjetas y el autobús había que pagarlo con el importe exacto en monedas que se introducían en un pequeño cajetín situado junto al conductor (algo semejante ocurre todavía en el peaje de ciertas autopistas francesas). Yo voy introduciendo moneda a moneda y de pronto descubro que me faltan unos céntimos. Entonces quien venía detrás los introdujo él mismo y con un gesto impaciente me indicó que avanzara.
            Le paso yo los diez céntimos a la cajera del Alimerka. “Muchas gracias, le debo una”, me dice el comprador.
            No me debía nada. El favor me lo había hecho él a mí. Me había permitido saldar una vieja deuda olvidada. Y comprender que aquel samaritano no me había ayudado por amabilidad, sino por impaciencia. 


Miércoles, 25 de septiembre
MÁS IZQUIERDA

Soy de los que se alegran con la aparición de un nuevo partido, el de Íñigo Errejón. Añade emoción al juego. Ahora va a resultar más difícil que el señor Iglesias vuelva a repetir su jugada.
            ––¿Y no temes la división de la izquierda?
            ––Esa división es un hecho, como la de la derecha. Un hecho natural, no un castigo divino. Lo que hace falta es que pueda expresarse políticamente. Yo me siento representado por el PSOE de Pedro Sánchez y Adriana Lastra; otros se sienten bien representados por Unidas Podemos. Pero existen muchos votantes de izquierda que tiene viejos rencores con los socialistas (y los comprendo, es también el partido de los Fernández Villa), pero que tampoco se sienten a gusto votando a un señor que antepone su ambición de ser vicepresidente a pactar un programa progresista que beneficie a los ciudadanos. Hasta ayer mismo estaban condenados a la abstención. Ahora pueden seguir votando a la izquierda.
            ––¡Otra muleta del PSOE!
            ––O de Unidas Podemos si los españoles deciden que sea el partido mayoritario de la izquierda. Que ese es el camino si se quieren tener responsabilidades de gobierno, no el chantaje de o yo vicepresidente (o mi señora si me siento generoso) o repetición de elecciones las veces que haga falta hasta que gane la derecha.


Jueves, 26 de septiembre
YO, ERRE QUE ERRE

Aunque no lo parezca, soy una persona bastante autocrítica. En una hoja de un viejo calendario que encuentro amarillenta en un libro de Azorín, leo: “Solo quien no sabe nada se cree capacitado para hablar de todo”.
            Y yo tengo opinión sobre todo: el Brexit, el presunto asesinato de Nisman, la “maldad” de las redes sociales… Y casi siempre contraria al tópico generalizado y bien alimentado por presuntos expertos.
            ¿Indica eso que no sé nada? Hombre, algo sé, por ejemplo que según la interpretación habitual de la Constitución Española, uno de los máximos genocidas de la historia, el rey Leopoldo II de Bélgica, el verdugo del Congo, habría podido en la España de hoy enriquecerse de tan sucia manera sin ningún impedimento por parte de la justicia. Los jueces y fiscales (con el beneplácito de los catedráticos de Derecho Constitucional) se habrían negado a investigar aunque las evidencias agonizaran delante de los juzgados.
            Afortunadamente la Constitución Española no ampara delincuentes ni siquiera en la Jefatura del Estado. Y esto, que ahora solo lo digo yo, algún día será una obviedad. Los españoles del mañana se avergonzarán de los españoles de hoy.
            Confío en que no de mí, al menos por esa cuestión.


Viernes, 27 de septiembre
MALAS HIERBAS

“En el jardín del alma también crecen malas hierbas que conviene arrancar”.
            Arrancar, ¿por qué? Mejor reconocerlas y aprovechar sus virtudes salutíferas, que también las tienen. Yo he convertido la envidia, de tan mala fama, en una inequívoca señal de excelencia.
            Como solo envidio a quien vale más que yo –el éxito me gusta, pero no lo necesito–, en cuanto la noto sé que quien proyecta sobre mí esa sombra molesta es un ser excepcional. Y no me cuesta demasiado convertirla en admiración.





sábado, 21 de septiembre de 2019

Sin propósito de enmienda: Votar es un placer



Sábado, 14 de septiembre
COSAS DE LA EDAD

Se pierde con los años la capacidad de hacerse ilusiones, pero también hay menos probabilidades de que te defrauden.
            Nunca nos relacionamos con seres completamente reales. Unos son por completo imaginarios y otros mitad y mitad o mitad y un cuarto imaginarios.
            No me gusta defraudar, por eso trato de poner todos mis puntos débiles encima de la mesa antes de comenzar una relación.
            Y sin embargo defraudo. Pero ya rara vez me defraudan. Siempre espero lo peor. Y casi siempre recibo lo que espero.
            (“Casi siempre”, subrayo sonriendo. Ahora me toca disfrutar de una de esas excepciones.)


Domingo, 15 de septiembre
OTRA PROFECÍA

––Eres la leche, Martín, eres la leche –me dice mi amigo Xuan, dejando a un lado el diario dominical–. O sea, que te basta leer las informaciones periodísticas para decidir que el tribunal escocés que ha fallado en contra del cierre del parlamento británico se ha equivocado. ¿Pero qué conocimiento de derecho tienes tú?
            ––Es de sentido común. Ha juzgado intenciones, no hechos. Al menos, eso parece. Mi afirmación solo vale si la información que se nos ha proporcionado es correcta. La próxima semana veremos si tengo o no razón.
            ––Y si no te da la razón el tribunal, dirás que se ha equivocado. Razonas como uno de esos paranoicos que siempre encuentran una mochila o una bala fuera de sitio para no creerse la versión oficial de los atentados del 11-M o del asesinato de Kennedy.
            ––A mí nada me gusta más que rectificar. Pero me parece que el próximo jueves, que es el día previsto para el fallo, no podré darme ese gusto. Y ahora voy a hacer otra profecía. El Brexit es una especie de efecto 2000. ¿Lo recuerdas? Se decía que, al cambiar de milenio, como en la programación de los ordenadores solo se utilizaban las últimas dos cifras de la fecha, al pasar del 99 al 00, se iban a bloquear. Dejaría de funcionar todo, incluso se caerían los aviones. Por eso se inmovilizaron en los aeropuertos la noche de fin de año  de 1999 y se constituyó un gabinete de crisis en la Moncloa presidido por el vicepresidente, Álvarez-Cascos. No paso nada, por supuesto, y nadie se acuerda de ello porque avergonzaría a las mentes preclaras que lo avalaron. Las mismas que ahora insisten en que abandonar la UE es ir de cabeza al abismo. Que los ingleses van a pelear por las subsistencias al día siguiente mientras los alimentos frescos se pudren en las aduanas francesas. Dentro de un año, nadie se acordará de esas previsiones apocalípticas, pero en las hemerotecas quedará constancia de tal estupidez. ¿Quieres saber mi nueva profecía? Que no ya al año, sino a los pocos meses de que Gran Bretaña abandone la UE, todo funcionará a la perfección y se habrán olvidado los miedos que ahora nos quieren meter en el cuerpo. Y lo mismo da que lo haga sin acuerdo que con acuerdo, porque los acuerdos, en lo que beneficia a ambas parte, se firmarán de inmediato. Y en lo que perjudica a una de ellas, pues no, y eso salimos ganando. Y se darán cuenta entonces nuestras mentes preclaras que el que Gran Bretaña abandone la UE no quiere decir que abandone Europa. Seguirá siendo parte de lo mejor de Europa, que no son precisamente los políticos y burócratas de Bruselas.


Lunes, 16 de septiembre
ÉPICA FAMILIAR

Mi amigo Andrés Trapiello encuentra en el Rastro un sobre en el que está escrita la palabra Avilés, y dentro un montaje fotográfico en forma de acordeón. Nueve fotografías ensambladas reproducen Ensidesa en toda su extensión, desde el puente Azud, todavía a medio construir hasta un idílico paisaje de colinas y almiares aún no devorado por la siderurgia.
            Tiene la amabilidad de regalármelo: “Pensé que te gustaría tenerlo. Te recordará tu infancia”.
            Mi padre vino por entonces a trabajar a Ensidesa. Estuvo un tiempo solo y más tarde se trajo a la familia. No debieron ser tiempos fáciles, pero en la memoria han dejado únicamente un aroma épico.
            El maestro del Fondo de Valliniello –don José Ramón– les dijo a mis padres que yo debía estudiar y me preparó para hacer el examen de ingreso al bachillerato y yo me recuerdo, de los diez a los catorce años, recorriendo a pie los tres o cuatro kilómetros hasta el instituto Carreño Miranda, y atravesando el puente sobre la ría, a veces todavía de noche, bajo el viento y la lluvia.
            La escuela del Fondo de Valliniello era un improvisado barracón donde se amontonaban, con un solo maestro, más de medio centenar de niños de todas las edades y llegados de todos los puntos de España.
            Sí, tiene razón Trapiello, este montaje fotográfico –fechado el 23 del 12 de 1954– sobre Avilés y la Empresa Nacional Siderúrgica me trae a la memoria una parte de mi infancia.
            Debieron ser tiempos duros, ya digo. Pero yo solo recuerdo la emoción del aprendizaje y el descubrimiento de la biblioteca Bances Candamo. Y que en los días en que no había clase en el instituto, y sí en la escuela, yo iba a ayudar al maestro y hacía dictados o enseñaba a leer a los más pequeños.


Martes, 17 de septiembre
NO ENTIENDO NADA

Respiro aliviado. La pelota vuelve a estar en el tejado de los españoles. No se sigue mareando más la perdiz. El 10 de noviembre pondremos a cada uno en su sitio.
            ¡Un fracaso de la democracia!, claman los taxistas y los analistas políticos. Pues a mí me parece un triunfo: que los votos rompan el nudo gordiano en que nos han enredado unos y otros, pero más una que otro.
            ––¿Y si no lo rompen?
            ––Ya verás como sí. Un poco de confianza en el buen criterio de los españoles, que ahora tendrán oportunidad de premiar y penalizar.
            ––¡Las encuestas fallan!
            ––Porque se refieren al momento en que se realizan y muchos no deciden el voto hasta el último momento. Ahora toca explicarse.
            ––Y tú ya empiezas a hacer campaña.
            ––Yo no me meto en política, aunque admire mucho a los políticos. Incluso a los de los partidos que detesto. Creo que todos, salvo quizá Albert Rivera y sin excluir a Trump, son bastante mejores que la mayoría de sus votantes. Tantos meses oyendo una y otra vez el mismo mantra  –¡Pedro Sánchez con tal de mantenerse en la Moncloa es capaz de cualquier cosa, incluso de pactar con populistas y rompespañas!-- y ahora resulta que todos los patriotas a una le echan en cara que no haya aceptado las exigencias de populistas y rompespañas. No entiendo nada.


Miércoles, 18 de septiembre
UN LECTOR

En Los Porches, mientras tomo café en la habitual mesa redonda, se me acerca un desconocido. “¿Puedo sentarme un momento?”, me dice. Y luego saca un recorte periodístico.
            ––¿Recuerda lo que escribió en junio? Que o los de Podemos eran ministros o no habría gobierno. Se ha confirmado plenamente. Parece que es el único que lo vio claro desde el principio.
            Se sienta a mi lado, pide un café y lee: “No habrá gobierno aunque se les ofrezca un acuerdo en el que se recojan los principales puntos de su programa ni aunque teman que si se repiten elecciones puedan perder otro millón de votos”.
            ––Me gustó especialmente el final: “Sospecho que Pablo Iglesias, si él no forma parte del gobierno, se encuentra más a gusto con un Casado y un Rivera, rehenes de Abascal, que con Pedro Sánchez, el Abel de este Caín”. Precisamente ahora estoy leyendo la novela Abel Sánchez, de Unamuno.
            En junio podía ser una sospecha, ahora es una certeza. Si la formación del gobierno depende de Pablo Iglesias, o los suyos copan tantos ministerios como puedan (para atrincherarse en ellos y hacer la guerra por su cuenta) o se repiten las elecciones las veces que haga falta hasta que las derechas sumen y pueda dormir tranquilo porque él no será vicepresidente, pero “Pedro” deja de ser presidente. ¡Nunca se perdonará haber apoyado “gratis” la moción de censura!


Jueves, 19 de septiembre
SIGUE LA ESPERA

–-¿Qué? ¿Ya te ha dado la razón el Tribunal Supremo de Gran Bretaña? ¿Era legal el cierre del parlamento, al contrario de lo que dictaminó el tribunal escocés?
            ––Todavía está deliberando.
            ––O sea, que no era tan sencillo como tú pensabas.
            ––Es que lo que le piden no es una decisión judicial, sino política. Como si a un árbitro le piden que modifique el reglamento en mitad del partido y cree una nueva falta. Ya no sé lo que van a decidir. Dependerá de si la simpatía de los jueces se inclinan o favor del Brexit o en contra. Me temo que en todas partes los jueces son un poco argentinos (o brasileños). Pero mi razonamiento era correcto.
            ––Lo que no es correcto es el tribunal británico. Eres de lo que no hay, Martín.


Viernes, 20 de septiembre
CON DISTINTA LUZ

Sabiendo que es el último, tienen un sabor distinto las clases de este nuevo curso. Solo ahora paladeo todos los matices, soy consciente de cada instante. Dicto un poema, subrayo los acentos de un endecasílabo, hablo de las estrategias de la publicidad o de las figuras retóricas y sé que no volveré a repetir esa lección nunca más.
            Pero no siento melancolía. Está bien que las cosas terminen. Desde aquellos días ayudando al maestro de Valliniello, mi mejor maestro, hasta estos días de despedida en el Milán ha pasado más de medio siglo. No me puedo quejar. Y todavía me queda todo un curso. Soy un hombre afortunado, inmerecidamente afortunado.




domingo, 15 de septiembre de 2019

Sin propósito de enmienda: Una profecía




Sábado, 7 de septiembre
SIGO DANDO LECCIONES

––Martín, eres de lo que no hay. Tú hasta serías capaz de ir al Parlamento Británico a explicarles el Brexit y cómo salir del embrollo en que están metidos.
            –-Por supuesto, pero antes se lo explicaría a los españoles, que parecen estar convencidos de que el referéndum salió adelante por las ambiciones de cuatro políticos que engañaron a los votantes con un autobús en el que se les prometía el oro y el moro si abandonaban la Unión Europea.
            ––Caricaturizas.
            ––Caricaturizo poco. Eso es lo que se deduce no solo de las charlas de café, también de los editoriales de los periódicos.
            ––Y algo de eso ahí.
            ––Sí, como cuando una mujer se quiere separar y los amigos del marido tratan de convencerla de que se vuelva atrás porque en el fondo es bueno y la quiere mucho.
            ––¡Tú estás loco, Martín! ¿Es que crees que la Unión Europea es como un marido maltratador?
            ––En un matrimonio, basta que un cónyuge quiera divorciarse para que comience a tramitarse el divorcio; en un acuerdo firmado libremente entre países libres basta que uno quiera romperlo para que eso ocurra.
            ––¡Y eso es lo que está ocurriendo! Pero los ingleses no se aclaran.
            ––Para llegar a un buen acuerdo hace falta que las dos partes actúen de buena fe. Si una de ellas quiere dejar a la otra tuerta, aunque ella se quede ciega, mal vamos. La respuesta de la Unión Europea al resultado afirmativo del referéndum, que no se esperaba, fue un “¡Os vais a enterar!”. Y en esas estamos.
            ––Te olvidas del parlamento británico, una jaula de grillos.
            ––Ahí te doy toda la razón. Primero se niegan varias veces a aceptar la salida acordada que había negociado Theresa May y luego le exigen, con triquiñuelas legales, a Boris Johnson que no salga a las bravas, que negocie un acuerdo.
            ––¿Y cómo explicas eso?
            ––A los parlamentarios de Londres, como a los de Madrid, antes les interesan los intereses de su partido que los de su país. Unos quieren desgastar al gobierno conservador para ganarle en las próximas elecciones y otros desgastar al líder del partido conservador para ponerse en su lugar.
            ––¿Y tú, claro, apoyas a Boris Johnson, a esa especie de Donald Trump, solo por llevar la contraria, como es tu costumbre?
            ––Apoyo su manera de razonar en esta cuestión. Si queremos que la Unión Europea vuelva a negociar la salida, lo mejor es dejarles claro que esta se producirá, con acuerdo o sin acuerdo, el 31 de octubre. Si hay otra prórroga, ¿para qué van a negociar? Tienen en su mano no negociar nunca y, prórroga tras prórroga, impedir la salida.
            ––Lo que habría que hacer es otro referéndum. La mayoría reconoce que se equivocó en el anterior.
            ––¿Seguro? Sospecho que esa mayoría es tan virtual como la que se opone a la independencia en un territorio más cercano que prefiero no mencionar. Pero vamos a suponer que es así. Se disuelve el parlamento, se convocan elecciones y si los partidarios de un nuevo referéndum ganan nada impide convocarlo. Lo curioso es que quienes por todos los medios tratan de retrasar esas elecciones son precisamente los contrarios al Brexit duro. A lo mejor temen (como los que impiden un referéndum en ese país de cuyo nombre no quiero acordarme) que la realidad desmienta su elucubraciones.
            ––¡Eres incorregible, Martín! ¡Siempre empeñado en tener razón frente a todos!
            ––Ya me gustaría corregirme. Me paso la vida dando lecciones y nada fastidia más a la gente que el que le den lecciones. Por eso caigo tan mal a todo el mundo.
            ––¡Qué hipócrita eres! Tú con nada disfrutas más que tocando las narices.
            ––Yo lo que no puedo es no pensar y creerme todos los cuentos que me cuentan. Tengo ese defecto, se me atragantan las ruedas de molino, qué se le va a hacer. No tengo enmienda.
            ––Ni ganas de enmendarte.


Domingo, 8 de septiembre
VIEJAS MANÍAS

Durante un tiempo, bastante tiempo, tenía la manía de apuntarlo todo, como si no me fiara de mi memoria. Y en algún caso hacía bien en no fiarme.
            Encuentro hoy un cuaderno de hace algunos años en el que apuntaba los nombres de todas las personas a las que debía algún favor. Nunca eran monetarios y casi nunca de ese otro tipo al que a mí me gusta aludir eufemísticamente, como un caballero de otro tiempo. A menudo era solo una sonrisa en un mal día. O ese libro que llevaba años buscando.  Cuando devolvía el favor, tachaba el nombre.
            Cuento los que quedan sin tachar: noventa y tres. ¡Sigo cargado de deudas!      


Lunes, 9 de septiembre
MEJOR NO PASAR

No conozco nada más del escritor Max Beerbohm que un relato,“Enoch Soames”, que leí por primera vez en la Antología de literatura fantástica, de Borges y Bioy Casares, cuando yo andaba por los veinte años y que no he podido olvidar desde entonces.
            Ahora lo reedita Acantilado en un pequeño volumen y yo lo releo tratando de encontrar las razones de mi fascinación. Enoch Soames es un escritor sin talento, al que el narrador ridiculiza. Convencido de que la posteridad le pondrá en su sitio, hace un pacto con el diablo para poder visitar cien años después la biblioteca del Museo Británico y comprobar si la posteridad le ha hecho justicia. Ni se le menciona, por supuesto, en ningún manual de historia de la literatura.
            Yo no haría un pacto con el diablo por tal cosa, pero me divertiría darme una vuelta por el año 2109, entrar en una biblioteca, tomar un grueso tomo dedicado a la historia de la literatura española en los siglos XX y XXI y ver si se me menciona, aunque sea en una nota a pie de página.
            Me sentiría tan frustrado como Enoch Soames si no ocurriera así porque yo –ya sé que resulta algo ridículo reconocerlo– siempre he querido formar parte de la historia de la literatura.
            No sé si lo conseguiré –empiezo a temer que no, la posteridad suele ser tímida a la hora de desmentir a los contemporáneos–, pero siempre he tenido buen ojo para descubrir, casi antes que nadie, a los que forman parte de ella.
            Bastante mejor ojo que la llamada “crítica académica”. Qué horror, qué tedioso horror, la “aproximación filológica” a la poesía de Antonio Cabrera que ha recopilado Sergio Arlandis. Solo se salvan del volumen Contraluz del pensamiento los poemas del propio Cabrera y la semblanza que le dedica Carlos Marzal. El resto, prosa mazorral, ilegible basura curricular.
            Si pasar a la historia de la literatura es que en la Universidad se dediquen a estudiarte “científicamente”, mejor no pasar.



Martes, 10 de septiembre
DE UN EVANGELIO APÓCRIFO

Dios no se hizo hombre para salvarnos, sino para pedirnos perdón.


Miércoles, 11 de septiembre
OTRA EFEMÉRIDES

Hay días que se amontonan las efemérides. Hoy, el asalto al palacio de la Moneda y la muerte de Allende, el atentado contra las Torres Gemelas, las frustrantes manifestaciones a favor de la independencia. A partir de ahora, también mi última primera clase de un nuevo curso.
            Me he sentido feliz, como de costumbre, no vino a visitarme la melancolía. Amo tanto la rutina que cada vez me cuesta menos sustituir una rutina por otra.
            Echaré un poco de menos las clases (el resto de la vida universitaria nunca me ha interesado), pero seguiré dando lecciones, me temo.


Jueves, 12 de septiembre
SOLO AGRADECER

Acompaño a Martín al nuevo colegio, el Novo Mier, a lado del Milán. Va de la mano tan seriecito, tan consciente de que se está haciendo mayor.
            Algunos niños lloran, él no. En cuanto aparece Inés, su profesora, corre a darle un abrazo. Forman luego un tren, agarrándose unos a otros del mandilón, para entrar en clase. Martín se apresura para entrar el primero en el aula.
            De pocas personas he aprendido tanto como de Martín, que el próximo jueves cumplirá tres años.
             “Enseñar es mi manera de aprender”, afirma Enrique Baltanás en un aforismo que yo he hecho mío.
            Martín le da la vuelta: “Aprender es mi manera de enseñar”. ¡Y cuántas cosas nos enseña en cada minuto que pasamos con él!
            Soy un hombre afortunado: no he tenido hijos, pero tengo hijos y tengo nietos y tengo el privilegio –no lo cambiaría por nada– de ver crecer día a día a Martín.
            Si todavía siguiera con la costumbre de apuntar en una libreta los nombres de las personas a las que debo un favor, debería escribir en ella tres nombres. Pero no es necesario que los apunte. Hay favores que no se olvidan ni se pueden devolver, solo agradecer.
           

Viernes, 13 de septiembre
UNA SENTENCIA POLÍTICA

Me bastó leer la información sobre cómo se había producido la muerte del fiscal argentino Nisman para saber que se había suicidado, que las elucubraciones sobre su asesinato no tenían fundamento. Los hechos me han dado la razón, aunque todavía hay quien piensa que los alienígenas construyeron las pirámides, los atentados del 11-M fueron obra de ETA y a Nisman lo asesinaron por orden de Cristina Fernández de Kirchner.
            Ahora el Alto Tribunal de Escocia ha decretado que el cierre del Parlamento por parte de Boris Johnson fue un acto ilegal porque “la verdadera intención” era bloquearlo. Me atrevo a profetizar que esa sentencia será revocada el martes por el Tribunal Supremo del Reino Unido.
            ¡Menudos jueces! ¿Desde cuándo la ilegalidad o legalidad de una decisión política depende de la “intención” del gobernante y no de si entra o no en sus atribuciones?




domingo, 8 de septiembre de 2019

Sin propósito de enmienda: De política ni hablar



Sábado, 31 de agosto
ELOGIO DE LA NATURALEZA

Paso la tarde en Traslaviesca, una finca cercana a El Condado, en Laviana. Me hago amigo del gato, Pin, de los perros y hasta de las gallinas. Recojo directamente del árbol la fruta que me apetece; aprendo el nombre de plantas y flores que no había visto antes; me siento en la veranda a contemplar el cerco de montañas, las nubes que pasan, y a charlar de amores y desamores sin prisa ninguna, como un personaje de Somerset Maugham, con un vaso en la mano. Seguro que Adán no se encontraba más a gusto en el paraíso.
            Pero cae la noche, se escucha amenazante el silencio, comienza a llover. Y se me ocurre pensar que a la perfección de esta tarde le falta el toque final: subirse al coche y regresar de inmediato a Oviedo.
            Y es que yo, como todo el mundo, soy amante de la naturaleza, pero también, como todo el mundo, no la soporto demasiado tiempo. Esforzándome, un fin de semana. Si me dejan elegir, dos o tres horas, como esta maravillosa tarde de sábado que me ha regalado mi amiga Catarina.


Domingo, 1 de septiembre
FILOSOFÍA DE CALENDARIO

¿Cuánto dura la gratitud hacia alguien? Lo que dura la esperanza de seguir recibiendo favores de esa persona.


Lunes, 2 de septiembre
SINCERARSE, QUÉ PELIGRO

Aunque parezca lo contrario, soy muy consciente de los riesgos de la sinceridad y suelo manejarla con cautela.
            Mis amigos y mis lectores, que no acostumbran a coincidir, están hartos de oír cómo me vanaglorio de mi inteligencia. De una manera o de otra, siempre estoy dando a entender que me considero  más listo que nadie.
            ¿Pero de verdad me considero así? Dime de qué presumes y te diré de qué careces, afirma la sabiduría popular.
            Lo único que queda claro, cuando yo hablo continuamente de inteligencia, es qué cualidad más valoro.
            Si se nos ofrece la posibilidad de apretar un botón verde (y entonces automáticamente se ingresa en mi cuenta bancaria un millón de euros) o de apretar uno amarillo (y entonces se multiplicaría por dos mi inteligencia) en un experimento mental o en una prueba de cuento de hadas, no hay duda de qué botón apretaría la mayoría de la gente. Tampoco de cuál apretaría yo: el amarillo.
            Algo que, dicho sea de paso, carece de mérito: por azares de la vida, y cierto ascetismo de carácter, hace tiempo que, aunque necesite muchas cosas, ninguna de ellas se puede comprar con dinero.
            ¿Significa eso que no me considero inteligente? Por supuesto que no. Destaco, pero en una liga que no es en la que me gustaría jugar.
            Ya se sabe que todo es relativo, como dijo Pero Grullo, que no Einstein, y por eso un elefante pequeño es un animal grande y un insecto grande es un animal pequeño. No sé nada de fútbol, pero seguro que en el Avilés y en el Sporting hay buenos jugadores, pero que solo lo son si se comparan con la media de la tercera o la segunda división, no con Messi.
            Yo siempre aspiré a la primera división, y ahí estoy por debajo de la media. Me fastidia, pero me aguanto, qué le vamos a hacer, y no se lo digo a nadie.
            Consciente de mis limitaciones, ni un día dejo de entrenar. Y de vez en cuando me doy la satisfacción de adelantar a algún jugador de primera en decadencia.
            Dar ejemplos resultaría poco delicado. Pero me voy a atrever a darlo: cuando tenían treinta años, Pere Gimferrer o Félix de Azúa jugaban en primera (uno como poeta y ensayista, el otro solo como ensayista), hoy los dos juegan en tercera regional, aunque los medios les aplaudan más que entonces. Y en el caso de Félix de Azúa no me refiero solo, ni principalmente, a sus insultantes columnas de hoolligan españolista, sino a cualquier reflexión suya presuntamente intelectual. El tiempo le ha convertido en una caricatura de sí mismo, como a Savater, de quien solo ha conservado la elegante caligrafía: se podrá mejorar su sindéresis, nunca su sintaxis.
            Yo creo que el tiempo todavía juega a mi favor y quizá algún día merezca figurar en primera. De momento, me dedico a presumir de aquello de lo que carezco (no del todo, por supuesto).


Martes, 3 de septiembre
EN LA TRAMPA

–-Nunca te leo cuando hablas de política, Martín. Sé de sobra lo que vas a decir. Todo lo que hace Pedro Sánchez te parece bien, todo lo que hacen Casado, Rivera o Iglesias te parece mal.
            ––Todo, todo, no. Me pareció muy mal que Sánchez terminara ofreciéndoles entrar en el gobierno a los de Unidas Podemos. Afortunadamente, a estos les pareció poco. De buena nos libramos.
            ––Me temo que tú, como los de Casado, desde el principio preferiste nuevas elecciones. ¿Las habrá?
            ––El dilema lo tiene Unidas Podemos. O aceptan una oferta más “humillante” que la anterior (ya no solo no será ministro-comisario político Iglesias sino ni siquiera su señora y allegados) o vamos a elecciones, que en mi opinión es lo mejor. Que los electores le den a cada uno su merecido.
            ––¿Y no temes que la gente se quede en casa cansada de tanto ir a votar?
            ––Esa es una tontería que, de tanto repetida, algunos confunden con la verdad. El problema de la repetición de las elecciones es que, debido a los trámites legales, se prolonga en exceso la situación de interinidad. Si se pudieran celebrar el treinta de septiembre, no habría ningún problema. Y el dinero que se gasta en consultar a los electores es el mejor gastado en una democracia. Yo voté por primera vez a los veintiocho años. Recuerdo bien la alegría con que lo hice. Algo de esa emoción conservo cada vez que voy a votar. Nunca me he perdido ni me perdería una elección. ¿Un engorro ir a votar? Me levanto el domingo a la hora de costumbre, escrito un rato como siempre y luego, antes de darme una vuelta por el Fontán, me paso por el centro de votación. No tardo ni un cuarto de hora. El que se queja de la pesadez de ir a votar una vez más merecería que lo desterraran a Corea del Norte.
            ––No todo el mundo piensa como tú.
            ––Piensan como yo más de lo que parece. Ser alumno aventajado de Pero Grullo es lo que tiene. Mira lo que pasó cuando defenestraron a Pedro Sánchez por no querer apoyar a Rajoy. Si leíamos los periódicos, parecía que yo era el único que pensaba que eso era una estupidez. Luego hubo primarias y resultó que quien estaba desconectado de la militancia socialista era Felipe González, no yo. ¿Cansados los españoles de elecciones? Ponles, tras la votación del diez del noviembre, un referéndum, aunque sea el día de Navidad, para que decidan si quieren Monarquía o República y ya verás cómo la abstención se reduce a cero.



Miércoles, 4 de septiembre
FAKE NEWS

Soy experto en detectar “fake news” y leyendas urbanas. Por eso estoy en condiciones de asegurar que la noticia que circula por las redes sobre el cambio de nombre solicitado por una formación política para presentarse a las elecciones del diez de noviembre es rigurosamente falsa.
            En las próximas elecciones, Unidas Podemos volverá a presentarse con ese nombre y no con el de Humillados (o Humilladas) Podemos.


Jueves, 5 de septiembre
ANÓNIMOS CON NOMBRE Y APELLIDOS

Leo los libros seleccionados para un concurso de poesía. Una labor especialmente ingrata. Nunca leo entero un libro que no me interesa. Picoteo acá y allá y si no pasa la prueba lo dejo a un lado. Soy un lector impaciente. Pero si he de juzgar me siento obligado a leerlo de la primera a la última línea, o sea, a hacer lo que más detesto, a leer por obligación. Menos mal que esto de ser jurado no me suele ocurrir más de una vez al año.
            Los originales se presentan anónimos, pero siempre hay quien no parece resignarse a ello. Uno de los concursantes –a quien conozco personalmente, como probablemente el resto del jurado– no dice su nombre, pero da tantos detalles de su vida y obra que es como “blanco y en botella”; el otro, lo dice.
            Los libros se juzgan de otra manera cuando conocemos el nombre del autor. Recuerdo un caso, en este mismo premio, en el que tras abrir la plica y ver a quién le habíamos concedido el galardón, Ángel González dijo (en broma, pero en serio): “Volvamos a votar”.
            Y es que un libro que nos parece muy valioso si lo firma un poeta joven resulta de mucho menos interés si es obra de un veterano, muy resabiado en premios literarios, que sabe lo que suele gustar en cada uno de ellos.


Viernes, 6 de septiembre
DIGO LA VERDAD

Digo la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, pero solo cuando estoy seguro de que no voy a ser creído.


domingo, 1 de septiembre de 2019

Sin propósito de enmienda: Como todo el mundo



Sábado, 24 de agosto
PUES VA A SER ESO

Como todo el mundo, en el fondo estoy encantado de ser como soy.
            ––Si no te metieras tanto con la gente importante, ahora podría ser una de las primeras espadas de la literatura española  –me dice mi amigo José Manuel Feito en nuestra habitual comida de los sábados.
            ¡Una de las primeras espadas! Me gusta esa expresión de la tauromaquia, que yo asocio a los torneos medievales.
            ––Es que a mí me divierte más arremeter contra este y aquel que ser una de las primeras espadas de la literatura.
            Por la noche, me llama Abelardo Linares. Hablamos del libro que acabo de reseñar.
            ––A mí no me ha parecido gran cosa. No dice nada nuevo.
            ––¿Lo has leído? –pregunto yo con mi impertinencia habitual.
            ––Lo he hojeado.
            ––¿Cuánto tiempo hace que no lees un libro completo? Por eso siempre en nuestras discusiones literarias gano yo, que he leído y releído el libro en cuestión mientras que tú solo lo has hojeado.
            Me doy cuenta entonces de que se trata de mi editor y que me conviene ser amable con él.
            ––Bueno, yo también hojeo muchos libros. Casi siempre basta con eso.
            Intento ser amable, incluso adulador, con todo el que me conviene (en eso soy también como todo el mundo), pero me puede mi tendencia a tratar de demostrar que soy el más listo. Y como a menudo lo soy, me gano un enemigo para toda la vida.
            No es el caso de Abelardo Linares, que me soporta pacientemente.
            ––Te voy a regalar un título para tu próximo libro: Sin propósito de enmienda.
            ––Me gusta, pero no es cierto. Yo me esfuerzo todo lo posible por enmendarme, aunque no lo consiga. Conozco al dedillo la teoría de las buenas prácticas necesarias para triunfar en la literatura, pero no soy capaz de aplicarlas.
            ––Yo creo que lo que pasa es que te divierte más no aplicarlas.
            ––Pues va a ser eso.


Domingo, 25 de agosto
UN BUEN BANDERILLERO

Mientras paseo por un desolado Campillín –los vendedores recogen apresuradamente su mercancía maldiciendo al mal tiempo–, recuerdo la conversación de ayer y parafraseo a Manuel Machado:
            “Antes que un gran espada, mi deseo primero / hubiera sido ser un buen banderillero”.
            Y creo que lo soy, aunque no me dedique a poner banderillas a los pobres toros sino a los malos poetas y donde más les duele: en su vanidad.


Lunes, 26 de agosto
CABALLO DE TROYA

––No vales para profeta, Martín, no das una. Decías que no iba a haber gobierno, que habría nuevas elecciones porque Pablo Iglesias se empeñaba en ser ministro y, ya ves, en un rasgo de generosidad sin precedentes en las democracias europeas ha renunciado a serlo y, sin embargo, no tendremos gobierno. El problema estaba en otra parte.
            ––¡Un rasgo de generosidad sin precedentes! Eso ya se lo he oído decir a altos cargos del partido. Qué cosas. También Echenique dijo algo así como que ellos habían hecho “gratis” a Pedro Sánchez presidente. O sea que, si votaron la moción de censura, no fue para que nos libráramos de un gobierno corrupto, sino para hacer un “favor” que ya se cobrarían en su momento. ¿Pero dónde han aprendido política estos renovadores? ¿En la Restauración caciquil, con el conde de Romanones como mentor? A los ministros los nombra el presidente del Gobierno, nadie es ministro nato o electo. Mientras no te llame el presidente para ofrecerte el cargo, ¿cómo vas a renunciar? Es como si yo ahora, en un alarde de modestia, renunciara al Nobel. ¡Y pensar que yo les voté una vez! Una y no más santo Tomás.
            ––Tú lo que no quieres es que haya una política a favor de los trabajadores.
            ––Eso se consigue pactando un programa de gobierno.
            ––Pero sin estar en el gobierno, ¿quién garantiza que se lleve a cabo?
            ––El parlamento. Basta con que le retire su apoyo para que caiga el gobierno. Mira lo que pasó con los presupuestos. No lo apoyaron los nacionalistas catalanes y hubo que convocar elecciones. Pacta Podemos un programa progresista, no lo cumple Sánchez, le retira su apoyo y nuevas elecciones. Lo de entrar en el gobierno –con una vicepresidencia para él o para su señora– es por otras razones. Es utilizar la táctica de Ulises en Troya: no podemos adelantar a los socialitas en las urnas, pues destruyámoslo desde dentro, como trató de hacer Salvini. Pero cometieron el error –-cómo me alegré– de no aceptar la propuesta de un gobierno de coalición. Perdieron una oportunidad que no se volverá a repetir.
            ––¿Su señora? Querrás decir para Irene Montero. ¡Menudo machista estás tú hecho! Y ya se ve que lo que quieres son elecciones.
            ––Me parece lo más decente en una situación de bloqueo.
            ––¿Y si gana la derecha?
            ––Cosas de la democracia. Si es lo que quieren los electores, pues tendremos el gobierno que nos merecemos. Pero no se alegren antes de tiempo, que no grite un eufórico Iglesias “jódete, Sánchez”, que eso no va a ocurrir. 


Martes, 27 de agosto
PERDER AMIGOS

Herimos sin puñal y ofendemos sin darnos cuenta. Al releer Gregorio y yo, de María Martínez Sierra, me encuentro con esta frase. Antes ha escrito: “Más de una vez se ha repetido para mí una extraña experiencia: un amigo que compartía nuestra vida con asiduidad que casi parecía cariño, de repente dejaba de llamar a nuestra puerta. Yo, asombraba, rebuscaba el motivo posible en dolido examen de conciencia y no encontraba de qué acusarme”.
            Le pasó con Juan Ramón Jiménez, con Manuel de Falla. Del segundo subraya “la dureza de su fe, la exigencia celosa de sus afectos, la violencia con que rechazaba toda contradicción”. Y añade: “Su adhesión a los dogmas era violenta como un puñetazo. Antisemita radical, le sacaba de quicio la idea de que Cristo pudiera ser judio”. Se enfadó con quien tanto le había ayudado en sus comienzos por celos: como se resistía a terminar la música de Don Juan de España (encontraba pecaminosas ciertas escenas), y urgía el estreno, se la encargaron a Conrado del Campo. No lo soportó.
            Juan Ramón Jiménez, hasta que se casó con Zenobia, fue como un miembro más de la familia Martínez Sierra (María incluso se preocupaba de que se alimentara adecuadamente) y un eficaz colaborador: solía ponerle titulo a los libros que escribía ella y firmaba él.
            Tras el matrimonio, se alejó de sus vidas. Se han dado razones muy pintorescas (Cansinos Assens cuenta que robaba libros de la editorial Renacimiento para revenderlos y Gregorio le descubrió). Hubo motivos estéticos (comenzó a rechazar el sentimentalismo de la literatura de Martínez Sierra y su dedicación cada vez más absorbente al teatro, un género que detestaba) y otros, que nunca se mencionaron: los celos de Zenobia, que pasó a ocupar en la vida de Juan Ramón el lugar dominante que antes ocupaba María y no quería rivales.
            Herimos sin puñal y ofendemos sin darnos cuenta. También quien nos hace daño quizá lo hace inadvertidamente, pienso mientras me lamento de recientes heridas.


Miércoles, 28 de agosto
LIBERTAD

Entre un montón de viejas fotografías, aparece una carta que le envié hace muchos años a una amiga y que me fue devuelta. No se la volví a enviar, no se la entregué en mano (nos vimos luego algunas veces) y la guardé sin abrir.
            La había olvidado por completo. Miro la fecha del matasellos: 9 de abril de 1977, el mismo día en que fue legalizado el Partido Comunista. Miro la dirección: Apartado 7017, Madrid. Ahí recibían su correspondencia las internas de la prisión de Yeserías. Miro la razón de que me fuera devuelta, escrita a mano en el sobre: “libertad”. Entre el 9 y el 15 de abril, que es la fecha del matasellos de devolución, quizá el 14, mi amiga fue puesta en libertad.
            Como en los Episodios nacionales de Galdós, la gran historia y la pequeña historia se entremezclan inextricablemente.


                                                                Jueves, 29 de agosto
VOLVEMOS A SER AMIGOS

Como María Martínez Sierra, yo también he querido hablar públicamente de mis “enemigos íntimos”, de aquellos amigos cercanos que cambiaron su amistad por enemistad de un día para otro.
            Hablé solo de amigos escritores. No del amor que se transforma en odio, de los venenosos conflictos sentimentales.
            Soy muy indiscreto, lo cuento todo. Solo me callo aquello que no me interesa contar.
            También soy algo hipócrita, como todo el mundo. Finjo lamentarme de que hayan dejado de ser mis amigos ciertos escritores cuando en realidad no me molesta nada, en la mayoría de los casos, que hayan dejado de serlo. Todo lo contrario.
            La excepción, Andrés Trapiello. Y como soy un hombre con suerte resulta que los años le han ablandado y, aunque en mi última reseña le digo que se equivoca en esto y lo otro, me ha tendido la mano y pelillos a la mar.
            Podré seguir practicando mi deporte favorito: discutir con quien tiene tanto (o casi tanto) talento como yo. O puede que más, aunque esto nunca me ha resultado fácil reconocerlo.


Viernes, 30 de agosto
MEJORO CON LA EDAD

Antes lo hacía todo en cinco minutos. Los años me han enseñado a tomarme las cosas con más calma. Ahora tardo por lo menos seis.