Sábado, 8 de junio
SALUD MENTAL
Después
de un día apacible, cuando vuelvo a casa tras mi hora de lectura en uno de mis
rincones favoritos, suena el teléfono. Número desconocido. “¿Es usted Martín?”.
“Sí”, respondo extrañado. “Es usted un hijo de…”.
Soy
tan rápido de reflejos que, antes de que terminara la última palabra, corté la
comunicación y le bloqueé, como si se tratara de algo que hago habitualmente. Y
alguna práctica tengo, la verdad.
Llevo
comentando libros desde hace medio siglo. Desde 1988, cuando me llamaran para
un suplemento literario, reseño uno cada semana y creo no haber fallado nunca.
Calculando por lo bajo, serán unos dos mil libros. No todos de quisquillosos
poetas, claro. Ni siempre de autores vivos. Pero como tengo la costumbre de
hablar no del Lazarillo, por citar un ejemplo, sino de la nueva edición
(y yo le pongo reparos incluso al Francisco Rico de turno), pues no me libro de
hallar enemigos en ningún caso. Pero el arma más eficaz para combatir a un
detractor –y eso lo saben bien los triunfadores: Cercas, Savater, Pérez-Reverte--
es el silencio. Las amenazas, cuando las ha habido, vienen siempre de gente muy
mediocre, de las que me puedo reír en la tertulia, pero a las que jamás
dedicaría ni una línea.
Tardo
poco en descubrir quién puede ser el último agraviado. No reconocí la voz, pero
creo que se trata de un pobre hombre a quien mencioné, queriendo hacerle un
homenaje, en mi diario y él tomó la alusión como un insulto. Le pedí disculpas
de inmediato, por supuesto, pero no las aceptó y al domingo siguiente me lo
encontré a la salida del cine recriminándome mi comportamiento y el mucho daño
que le había hecho. A su entender, deliberadamente. Afortunadamente, tenía con
él una relación superficial y me era fácil dejar de verle.
Soy muy racional, trato de
entenderlo todo, de razonarlo todo. Me desazona aquello de lo que no encuentro
explicación. Le cuento el caso a un amigo que me encuentro antes de llegar a
casa.
---Cosas que pasan. No le des
importancia. Aunque fueras el crítico más complaciente del mundo, seguro que te
ganabas enemigos.
---No le temo a los enemigos, sé
defenderme. Le temo a los chiflados. A los que no se les ve venir. A los que
les haces un favor y te responden con una puñalada.
---Todos somos un poco chiflados,
todos hemos tenido algún problema de salud mental. Incluso tú.
---¡Yo no! Bueno, de vez en cuando
charlo con mi psicoanalista. Pero es más un amigo que otra cosa. Y nunca ha
necesitado recetarme medicamentos. No he tomado una pastilla en mi vida.
---¡Suerte que tienes!
---Además, como es un psicoanalista
imaginario, no tengo que pagarle honorarios.
---¿Imaginario? ¿No será imaginaria
también esa llamada insultante? ¿No te estarás volviendo un poco paranoico?
---¡No me asustes! De la llamada, no, pero de la espera y la recriminación a la salida del Filarmónica, tengo testigos: me acompañaba Ángel Alonso.
Domingo, 9 de junio
IDEAS AL VUELO
No
tengo ninguna duda, estoy lleno de dudas.
El
amor de su vida era el amor a la vida.
Desde
el fondo de una sima, todo es cima.
Todo
gran hombre, y toda gran mujer, por grande que sea comenzó siendo un bebé.
Lo
que se consigue sin esfuerzo, si vale la pena, sin esfuerzo se va.
El
que no se mueve de casa llega al mismo sitio que el que da la vuelta al mundo.
Por
muy conocido que seas, siempre serán más lo que no te conocen.
Solo
se ganan aquellas batallas que acaban haciendo las paces.
Hay quien no sabe que ha llegado a la meta y sigue corriendo.
Lunes, 10 de junio
BUENAS INTENCIONES
---Si
yo fuera rico…
---¿Qué harías, Martín?
---Pero rico de verdad, como Elon
Musk, o no tanto, con mil o dos mil millones de dólares me conformaría.
--¿Y que harías? ¿Te comprarías un
ático en la Quinta Avenida, frente al Central Park, un palacete frente al mar
en la Riviera o en Ischia, una mansión en la Toscana?
---No, no, seguiría viviendo donde
vivo, vistiendo de cualquier manera como ahora, comprando en el Mercadona,
yendo a Avilés todos los sábados.
---¿Y para qué quieres entonces el
dinero?
---Para tratar de cambiar el mundo.
Invertiría la mitad en acciones de un gran banco, de forma que tuviera mayoría
en el consejo de administración, y la otra mitad en un grupo mediático, ya
sabes, varios periódicos provinciales, uno de tirada nacional, una cadena de
televisión generalista, emisoras de radio…
---Ya, lo que tú querrías es poder
manipular a la opinión pública.
---Manipular no, influir sí. Hacerla
ver, por ejemplo, que el equivalente de Netanyahu es Zelenski, no Putin.
---¡Deliras, Martin! ¡Putin ha
invadido un país con fronteras reconocidas internacionalmente!
---¿Y los israelíes no? Y fronteras
más antiguas que las de Ucrania, que son de 1991. Busca en Google dónde estaban
las fronteras reconocidas por la ONU cuando
la partición (tan injusta) de Palestina, allá por 1947. Putin hace en Ucrania
lo que, si no Biden, al menos la Unión Europea debería hacer en Gaza: ocupar el
territorio para proteger a los gazatíes. Es lo que está haciendo Putin en el
Donbás, donde la guerra comenzó en 2014, mucho antes de la intervención rusa,
aunque se tienda a olvidar. Para evitar que nos engañen, para ayudar a poner
las cosas en su sitio, para tratar de parar el genocidio de Gaza (todavía no
reconocido por todos, como tampoco el genocidio armenio) es para lo que
quisiera ser tan rico como Elon Musk, no para otra cosa.
Martes, 11 de junio
NO ME QUEJO
De vez
en cuando, y cada vez más (por razones obvias), recuerdo un de los cantos
rodados de Gil-Albert: “Es difícil envejecer sin un poco de gloria o un poco de
amor”.
¿Tengo yo un poco de gloria? Un poco de amor sí que tengo. Y no me refiero a esas llamadas que recibo de vez en cuando (no todas las llamadas anónimas han de ser amenazantes, aunque a veces asustan más las otras), sino al amor que mueve el cielo y las estrellas, del que algo me ha tocado en suerte, aunque no me guste hablar de ello. Y en cuanto a la gloria, depende de lo que se entienda por tal. Desde luego, no soy precisamente un escritor mediático y vender, lo que se dice vender, no vendo nada, según se encargan de recordarme mis pacientes editores. Pero no me quejo. Tengo pocos compradores, pero los suficientes lectores. Y espero seguir teniéndolos, no muchos más, pero tampoco menos, cuando yo no ande por aquí, que es la mejor gloria a la que puede aspirar un escritor, o al menos la que a mí más me interesa.
Miércoles, 12 de junio
SIEMPRE ALERTA
Termina
la tertulia del miércoles, que se ha convertido en una grata costumbre, y
pienso que soy un hombre afortunado. Como interlocutor, resulto bastante
incómodo, siempre buscándole las vueltas al tópico habitual, siempre con la
ironía bien afilada. Tengo algo de Sócrates, pero de un Sócrates pendenciero.
“No comprendo cómo hay todavía gente que te aguanta”, me dice Abelardo Linares
que sin embargo me lleva aguantando cuarenta años. Yo tampoco lo comprendo. Se
van unos interlocutores (y a veces dando un portazo como el bueno de Juaristi),
pero llegan otros. Hoy, involuntariamente quizás, me han hecho un bonito
elogio: “No hay quien te aguante, Martín, siempre atento al más mínimo fallo en
la argumentación. Contigo hay que estar siempre alerta”.
Cierto, no dejo que nadie se duerma
sobre sus laureles, por muy Vargas Llosa que sea.
Jueves, 13 de junio
OTRO CUMPLEAÑOS
Para hacer algo que valga la pena, conviene de vez en cuando no hacer nada. Pero yo soy incapaz de estar sin hacer nada. No valdría para monje budista. Afortunadamente, como los niños pequeños, me entretengo con cualquier cosa. En cuanto tengo que esperar un poco, saco el cuaderno y me propongo un ejercicio. Escribir, por ejemplo, unos cuantos aforismos de Oscar Wilde, o de Einstein, para luego hacerlos volar por la red. O un poema de Fernando Pessoa:” Soy todos los que seré, soy el que nunca he sido. / No soy el que aquí sentado, / en este rincón del escritorio, / en un local vacío de la Baixa, / redacta cartas comerciales / la mañana festiva de un 13 de junio, / día de San Antonio, / y contempla su vida deshacerse / bebido y lúcido, sabio e ignorante / como un niño que acaba de nacer y ya se sabe / condenado por Dios al sacrificio”.
Viernes, 14 de junio
SIN PORQUÉ
El
odio, como el amor, casi siempre es sin porqué. E igual de peligrosos si
resultan excesivos. Yo tengo la suerte de ser lo más parecido al hombre
invisible. La mayor parte de la gente que me odia ni siquiera me conoce personalmente.
Un poquito de odio siempre viene bien (si es sin motivo, por supuesto). Como
dijo Einstein (o yo le hice decir): “Si
no tienes enemigos, es que no eres nadie”.
Pasatiempos Café Arcadia para niños menores de 70 años. Hoy, regla de tres: Si Netanyahu (enemigo de Hamás) es el “equivalente” de Zelenski (enemigo de Putin), el de Putin es:
ResponderEliminara) Hamás (enemigo de Netanyahu)
b) Alí Jamenei (enemigo de Netanyahu)
c) Erdogan (enemigo de Netanyahu)
d) Begoña Gómez (influencer del amor)
Netanyahu no es solo enemigo de Hamás (también lo es la Autoridad Nacional Palestina, lo es Pedro Sánchez y lo soy yo, por citar tres ejemplos), es enemigo de los palestinos en general y no parece que tenga intención de detenerse mientras quede uno vivo en la franja de Gaza (cierto que preferiría no tener que exterminarlos, le bastaría con que se largaran todo a Egipto o un poco más lejos).
ResponderEliminarNetanyahu y Hamás son efectivamente enemigos; la Corte Penal Internacional, por su parte, es enemiga de Netanyahu, Hamás y Putin; y Biden, enemigo de la Corte Penal Internacional...
ResponderEliminarhttps://efe.com/mundo/2024-04-30/legisladores-de-ee-uu-amenazan-con-represalias-a-la-cpi-si-emite-ordenes-contra-israel/
Solución:
https://www.youtube.com/watch?v=mEHDT87oVWs
Tu simpatía por Rusia y Putin no es muy comprensible, teniendo en cuenta sus amigos europeos, la ultraderecha como la llaman. El partido que lidera "Hogar y noseque", o "noseque y hogar", da yuyu. A mi la palabra "hogar" me suena a nazi, a Hitler, que gustaba de ella.
ResponderEliminarAprehensión quizá