Domingo, 28 de agosto
POR QUÉ NO SOY POLÍTICO
Ser político es una de mis vocaciones frustradas (la otra, ser matemático). Las dos cosas que más me gustan en la vida son razonar y mandar. En razonar, no me considero malo del todo. Si me equivoco en alguna afirmación, siempre es por carecer de la información suficiente o por partir de datos erróneos, nunca por incurrir en sofisma o quebrantar la lógica.
En cuando a lo segundo, no sé si sería bueno o no: nunca he tenido ocasión de mandar a nadie, salvo a mí mismo, y eso no tiene mérito, porque soy bastante obediente, siempre que se me razonen las cosas (y eso es algo que hago bastante bien).
Nada me habría gustado más que ser político, tener poder. Pero en democracia nunca podría haberlo sido. Sí, antes de que se inventara, en la época del despotismo ilustrado. El tipo de político que a mí me habría gustado ser lo representan Federico el Grande, amigo de Voltaire, o Carlos III, que antes de ser rey de España, hizo su aprendizaje en Nápoles.
En democracia, si lo hubiera intentado, si no hubiera sido muy consciente de mis limitaciones, no habría llegado ni siquiera a concejal de mi pueblo.
¿Y por qué, a pesar de que me gusta tanto el poder, estoy incapacitado para ser político? Porque en democracia hay que decirles a los electores lo que quieren oír y luego, si uno es un buen político, hacer lo que conviene hacer. No lo que le conviene a uno o a los banqueros o a los que nos financiaron la campaña, claro, sino lo que conviene al país, esto es, a la mayoría de los ciudadanos.
Entonces ¿tú crees que la gente no sabe lo que quiere?, me pregunta el amigo que me escucha decir esto mientras rebuscamos entre los puestos de libros del Fontán.
Pues claro que sabe lo que quiere, le respondo. Quieren que las medicinas sean gratis, que la educación sea gratis y de calidad, que haya trenes de alta velocidad en cada capital de provincia, aeropuertos cerca de casa con vuelos baratos a cualquier parte del mundo, que los bancos no cobren comisiones, concedan préstamos a largo plazo y reducido interés, dejen de cobrarte la hipoteca si te encuentras en apuros, que puedas bajarte cualquier película o cualquier libro de Internet sin pagar un euro… La gente sabe lo que quiere y todos sabemos lo que quiere la gente. Lo que no sabe la gente, ni sabe nadie todavía, es cómo puede financiarse todo eso.
Tú desprecias a los electores. Parece que los consideras niños caprichosos.
Exacto. Eso los considero. Pero yo no desprecio a los niños, tampoco a los electores. Lo que desprecio es su manera de razonar. No soy capaz de respetar el pensamiento mágico. Salvo cuando escribo poemas, claro.
¿Y a qué llamas tú pensamiento mágico?
Pues al que considera que si no todo el mundo tiene trabajo, gana lo suficiente, vive en una buena casa, puede ir a Roma o a Londres por diez euros, tiene garantizada su pensión, etc., etc., es porque los políticos lo han hecho mal, le han engañado.
¿Y tú no crees que es así? ¿No crees que en un país democrático la constitución debe garantizar todo eso?
No, no lo creo. Todo lo que tenemos lo hemos ganado muy trabajosamente, con décadas de esfuerzo. Y todo lo podemos perder. Nada está garantizado para siempre.
No te entiendo.
A los demagogos bien intencionados, a los del 15-M, incluso a Llamazares y otras lumbreras de Izquierda Unida, yo les diría: cuidadito con los experimentos, porque por muy mal que estén las cosas siempre pueden ponerse peor. Pero saben de sobra que pueden jugar todo lo que quieran, que no va a haber lo que ellos llaman democracia real, que el poder no va a quedar en la calle, a merced de cualquier veleidad asamblearia, que mientras ellos discuten si son galgos o son podencos la derecha de siempre abre sus grandes fauces para tragarnos pronto de un bocado, si Rubalcaba no lo remedia.
Se te ve el plumero. Tú eres de los que creen que Rubalcaba va a hacer, si gana, lo que no fue capaz de hacer cuando gobernaba con Zapatero.
Cierto. A mí en seguida se me ve el plumero. No soy capaz de engañar a nadie ni de pensar lo que se lleva en cada momento. No solo creo en Rubalcaba, sino que creo que Zapatero, que ya no necesita adular al electorado, lo está haciendo muy bien, está gobernando de la mejor manera posible en estos tiempos de zozobra en las que nos jugamos tanto.
Lunes, 29 de agosto
EN LOS PORCHES
Hace unas semanas abrieron de nuevo la cafetería Los Porches, cerrada durante meses, y hoy por primera vez el nuevo camarero, sin yo pedirlo, me trae el habitual café y vaso de agua. Ya estoy de nuevo en casa.
En torno a las doce, paso por aquí todas las mañanas desde hace unos cuantos años. Exactamente, desde 1982, cuando se abrió este centro comercial de Las Salesas. Desde entonces, la cafetería se ha renovado en varias ocasiones. Aparte del nombre, me parece que yo soy lo único que tienen en común las diversas etapas. La última fue de decadencia total, con dos televisores a todo volumen derramando basura. Pero yo resistí.
La rutina es mi manera de luchar contra el tiempo. Aquí estoy, con el periódico, el café y unos cuantos libros nuevos, como si no hubiera pasado nada. ¡Y han pasado tantas cosas en estos treinta años!
Me gusta el nuevo decorado, que parece hecho para mí. En la esquina donde me sentaba, en lugar de las comunes mesas rectangulares, han puesto una aparatosa mesa redonda. Al principio, no me atrevía a sentarme en ella, pero como la veía siempre vacía, la he ocupado yo, y allí estoy cada mañana, señero y feliz, dispuesto a charlar con quien quiera acercarse o a hojear, impaciente, los libros que me acaban de llegar.
De sobra sé que nada es permanente. De sobra sé que ni los huesos son una posesión segura del hombre. Pero las costumbres, las pequeñas rutinas cotidianas, me proporcionan una ilusión de eternidad.
Martes, 30 de agosto
L’AMOR MIO FINÌ
Soy un lector caprichoso. A menudo lo que menos me interesa es la gran literatura. No se puede ser sublime a todas horas. Lo mismo me pasa con el cine. Dejo a veces de lado una obra maestra, según los críticos, pero desagradable y áspera, por cualquier acariciadora nadería. Uno no siempre tiene ganas de que le den un puñetazo ni de que le conmuevan demasiado.
Esta noche me las prometía muy felices paseando por Nápoles con el comisario Ricciardi, una creación de Maurizio de Giovanni que parece quiere competir con el comisario Brunetti de Donna Leon.
El invierno del comisario Ricciardi es la primera de sus novelas que se traduce. Yo no dejo de notar la puerilidad y el artificio de una historia que mezcla un peculiar protagonista que tiene el don de ver el último momento de los asesinados, con los años del fascismo y el mundo de la ópera. Pero disfruto acompañando al comisario desde su casa, cerca de la Piazza Dante , a lo largo de la Via Toledo , a la que se asoman las empinadas y temerosas callejuelas de los Quartieri Spagnoli, el barrio de los españoles; sentándome con él cada mañana a tomar un café en el Gambrinus (su mesa favorita da a Chiaia; la mía, a la Piazza del Plebiscito); ascendiendo por Gennaro Serra hasta Santa Maria degli Angeli, con su alta cúpula y sus naves llenas de retóricos y conmovedores epitafios. El tranvía número 7 le deja en el Largo de San Martino, donde el tenor asesinado se encontraba con su amante, y desde allí contempla la ciudad, solitario, entre las parejas que utilizan aquel lugar para sus expansiones amorosas… Un escenario minuciosamente exacto añade verdad a cualquier fábula. Pero luego, cuando volvemos a pisar esos lugares, es la fantasía del escritor lo que les añade peso y realidad.
A partir de que el comisario llega al Largo de San Martino y contempla las innumerables y zigzagueantes escaleras de la Via Pedamontina , dejo de acompañarle. El enigma de quien asesinó al insoportable Arnaldo Vezzi poco antes de que, en el San Carlo, se dispusiera a interpretar el Tanio de I Pagliacci, me interesa menos que otra historia que comenzó cuando yo bajaba solitario esa calle que un día fue la calle más hermosa del mundo, con el mar y la ciudad mostrándonos un nuevo rostro en cada vuelta del camino. Esa novela de la vida real, menos verosímil que las de la literatura, no tuvo más que un primer capítulo. Antes de dormirme, muchas noches, juego a imaginarme el resto de la historia. Y resuena en mi cabeza, lo mismo que en la del tenor asesinado antes de morir, el lamento de Alfio, el amante traicionado, en Caballería rusticana: “Io sangue voglio, all’ira m’abbandono, in odio tutto l’amor mio finì…”. En odio ha terminado todo mi amor.
Entro en un libro para salir de mi vida y de pronto tropiezo con un párrafo y vuelvo bruscamente a ella.
Jueves, 1 de septiembre
NUEVE
Un correo de mi amigo Ismael Serna me informa que, desde las doce horas de la pasada noche, ha terminado su vida laboral. No parece lamentarlo. A mi todavía me quedan nueve cursos, nueve, y ya me aterra la perspectiva. “Para todo hay término y hay tasa”, decía Borges. De sobra sé que nada está garantizado, que la vida de cualquiera puede terminar en cualquier momento. Pero del accidente, si hay suerte, nos podemos librar. No del fin del trayecto.
Pero también tiene su lado bueno ser conscientes de que “hay término y hay tasa” en todo, en lo bueno y en lo malo. Dentro de unos días comenzará el nuevo curso (me alegra que se adelante un mes) y yo disfrutaré de cada momento sabiendo que solo me quedan nueve raciones de la tarta. Nueve. Antes las devoraba rutinariamente, como una simple ocupación laboral. Pero nada hay simple en esta vida. Cada curso, como cada día, como cada instante, es un regalo que he aprendido a agradecer.
Viernes, 2 de septiembre
NO AL REFERENDUM
¿Así que tú, tan demócrata, tan de izquierdas, no eres partidario de que se consulte al pueblo nada menos que la reforma de la constitución?
No, en este retoque, no soy partidario. Poner límite a la capacidad de endeudamiento para que sean menores los intereses de la deuda me parece muy razonable. Y hacerlo de la manera más rápida posible, la mejor opción.
¿Entonces tú crees que deben mandar los mercados y no los políticos?
Yo creo que debe primar el principio de realidad por encima de las elucubraciones ideológicas. Si vives de prestado, cada día te costará más encontrar quien te preste dinero y más pronto o más tarde llegará la bancarrota. No rebajar el sueldo a tus funcionarios, sino simplemente no poder pagarlos. No reducir las prestaciones sociales, sino simplemente que no haya prestaciones sociales.
Me alegro de la reapertura de la cafeteria. Alli nos veremos algun dia.
ResponderEliminarHB
Sí, creo que Martín es un provocador, y que lo que dice es para escandalizar adrede, para que se fijen en él, que ha acreditado hasta la saciedad lo narcisista que puede llegar a ser.
ResponderEliminarSí, ha de ser todo una pantomima, y habrá hecho caso al chascarrillo insensato de "que hablen de mí, aunque sea bien". De eso se tratará: que hablen de él.
Porque cuesta creer que discurra en serio alguien que alardea de razonable a ultranza y que diga de seguido que sólo se equivoca " si tiene datos erróneos o carece de información suficiente". Acabáramos: ¿no le parece que esas excepciones tienen suficiente peso como para hacerle pensar -a quien se tiene por gran razonador- que ha de equivocarse con frecuencia, porque el dato erróneo y la información insuficiente son sus fieles compañeros? ¿Cómo osa ser tan categórico para casi todo si a la vez tiene constancia de lo fácil que es equivocarse? Porque Martín -él lo ha admitido- es bien poco capaz para otras disciplinas sino para aquellas que despliega en su rutinario quehacer (tan reivindicado por él, por cierto).
Descalificar como demagogos a personas como José Luis Sampedro, Vicenç Navarro, Stéphane Hessel, y un largo etcétera., en el que podemos incluír a los autores del recientemente publicado "Manifiesto de los economistas aterrados" ( Philippe Askenazy, Thomas Controt, André Orleán y Henri Sterdinicik), y presentarnos como ilustre ejecutor de la sensatez política al Sr. Zapatero... Bueno, no tengo palabras.
Por cierto: la recientísima iniciativa de troquelar en la Constitución con letras de bronce la santidad del equilibrio presupuestario, parece que no ha evitado el desplome estrepitoso de la Bolsa de valores, ni que la prima de riesgo haya alcanzado altura estratosférica. Lúcido que es el neocón Zapatero.
No quiero enrollarme más; sólo decirle a Martín que el fango que vamos a tratar de dragar nada tiene que ver con el del fondo de la laguna veneciana. Que no confunda la Literatura con la Historia. Ni la paz de los establos bien provistos de forraje con la vida de la calle. Porque hay quien abre la boca y le cae el pienso en cascada; otos han de rebuscar en los contenedores de basura que caen cerca de Alimerka. Los veo yo desde mi ventana.
Y si el vacuno rumia su indolencia, los gatos de tejado y los perros callejeros habrán de buscarse la vida. Aunque perturbe la sofisticada digestión del buen vacuno.
Salud y taquígrafos. Y que lo podamos leer. Pero que no sea en "Los Porches", que deben de dar un café muy peculiar: en lugar de cafeína, bromuro.
El señor F (y no solo) cree en los cuentos de hadas. O sea que la reforma constitucional, que aún no es efectiva, ha fracasado porque de inmediato no ha resuelto el problema de la deuda ni que la bolsa siga cayendo. Ni que fuera la purga de Benito, se decía antes (con un ejemplo poco elegante). Ni que fuera el abracadabra de los cuentos. Es curioso encontrarse con adultos que razonan como niños.
ResponderEliminarPero yo no discutiré con mi pertinaz F. (contradictores como él quisiera yo tener siempre, pero es como boxear con un niño). Hay gente que no tiene trabajo, que no tiene para comer, cierto. Ahora lo que hace falta no es quejarse de ello, sino encontrar la fórmula económica que permita solucionarlo. Quien la tenga que la explique. Si resulta creíble (para los seres adultos, no para los F), todos le votaríamos, arrasaría en las próximas elecciones y el mundo sería un paraíso.
JLGM
Esto lo escribo, no en Los Porches, sino en un café de Venecia que me gusta mucho. ¿A cuántos trabajadores habré explotado y forzado a rebuscar entre los resto de Alimerka para poder tomar un café en Ca`Giustinian, frente a San Giorgio Maggiore?
Referéndum se acentúa, aunque vaya en mayúsculas, como otros titulares.
ResponderEliminar¡A mandar!
Uy, Martín, que flojillo me respondes. Despachas el expediente comparándome con un niño, sin aportar nada con sustancia. Yo al menos te presento a algunos ilustres compañeros de guardería, pero tú evitas la mención de cualquier prodigio que avale tus superficiales opiniones. Claro, traer aquí a personajes como el falangista Velarde Fuertes (la condición de falangista nunca se pierde: es como los toreros que son tratados de matador hasta el día de su entierro); o a personajes viscosos como Aznar; o al cada día más insoportable Felipe González (le acaba de descerrajar un bofetón en el belfo el ministro Sebastián que, aunque no es mejor que él, se defiende poniéndole ante sus miserias); o a esa tribu de gurús que inundan los medios con opiniones al dictado de quienes les pagan.... Traer a colación a semejantes valedores -digo- poco iba a aprovechar a tu causa.
ResponderEliminarAdemás, los niños son crueles, egoístas, perezosos... Y yo soy altruista y laborioso. Ya ves que los autoelogios no son sólo para mis cualidades físicas: los guapos también tenemos corazón.
Por cierto: hay algunos niños que no responden a tan pesimista descripción, como el pianista-niño Martín García García (¡casi como vuecencia!), a quien tuvimos el gusto de escuchar en el XII Festival Internacional de Música de Gijón. No ha cumplido los quince y toca como un profesional (¿te gusta la música, buen Martín?).
Lo que afirmas de que aún no ha dado tiempo para que los efectos benéficos de la pretendida reforma constitucional se hagan evidentes, pudieran valer para las cotizaciones bursátiles, que atienden preferentemente a las calamitosa situación general (no hay consumo, no hay inversión). Pero la promesa de que vamos a ser buenos de aquí en adelante (Cospedal abre marcha militar y da ejemplo de que la cosa va en serio) SÍ debiera influir en la prima de riesgo, dado que opera sobre un futurible, que de ser cierta la bondad de tal medida (insensata para muchos) habría de ser recibida de mejor manera que lo han hecho ayer los MERCADOS (?). Además, es una medida de una oportunidad política que deja perplejos a multitud. El descontento en el propio partido es grande, sólo camuflado detrás del mezquino interés de muchos por salir en las listas de los próximos comicios.
Pues eso, querido, que te envidio ese setiembre veneciano (es Venecia la ciudad más fascinante que conozco). Y no cometas el error de ir a tomar café al Florián (y menos a la terraza de la Piazza San Marco), que son unos garduñas que se quieren aprovechar de los turistas mitómanos. Creo que ya conté aquí de qué manera un engominado camariere trató de cobrar un dineral a una pobre (y gruesa) anciana brasileña, que se había sentado en una silla de la terraza -en la que tocaba un mediocre cuarteto de cuerda- agotada de patear la ciudad. Cuando pidió il conto, el gandul le pidió una enormidad. Como la señora protestó ante el atraco, le dijo que era "per la música, signora". Intervine yo, y la cosa quedó en mucho menos.
PD.- Si vas al Lido, mira quien te lleva el equipaje. Un antiguo profesor mío, de nombre Aschenbach, pasó verdadero miedo cuando cruzó la laguna desde el embarcadero de la Piazzetta hasta el Hotel Des Bains. Resulta que le pidió a un patibulario gondolero que le llevase a él y al equipaje (dos baúles) hasta la estación de vaporettos para, desde allí, trasladarse al hotel del Lido. Pero el de la negra góndola o no lo entendió o se hizo el sueco, y emprendió la travesía sin mayor miramiento. Me contaba Aschenbach que había pasado verdadero miedo, al sentir que aquel sujeto de blusa a franjas horizontales y canotier, remaba a su espalda en total soledad (era al oscurecer). Comparó su situación con quien atraviesa la Estigia con Caronte de remero, y espera sobrecogido que surja el golpe de remo fatal que lo sepulte en el Hades.
Ashenbach -como tú- no entendía de política.
Salute, caro.
Sin ánimo de enturbiar más el agua de los canales venecianos. Letto oggi sul giornale spagnolo "Público":
ResponderEliminarEl intento de complacer a los mercados financieros globales, mediante las políticas de recortes del gasto público, está empujando a la economía mundial hacia el desastre. Con esta contundencia se expresa el último informe elaborado por la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD en sus siglas en inglés).
El documento, titulado Desafíos post crisis en la economía mundial, critica las políticas económicas europeas y estadounidenses, reclamando el fin del pensamiento liderado por la lógica de mercado, que permite "la actuación desestabilizadora de los especuladores y la excesiva concentración de las actividades bancarias".
Salute (chiesa della)
Libertad de prensa:poder escoger el periódico que queremos que nos engañe (o dicho más finamente: que confirme nuestros prejuicios).
ResponderEliminarLa lógica del mercado no es una moda ni una ideología perversa, se basa en algo tan fácil de comprender por cualquiera como que cuando la cosecha de patatas es escasa las patatas aumentan de precio. Se puede limitar el libre comercio (regular, mejor), pero hay que tener en cuennta que todo lo que beneficia por un lado perjudica por otro. La situación económica es compleja, los problemas difíciles de solucionar. Quien presta dinero no lo presta a cambio de nada, quiere garantías y mayor interés cuanto mayor es el riesgo. No endeudarse más de la cuenta parece de sentido común. Pero ya se sabe que el sentido común es el menos común de los sentidos.
No se trata de convencer a nadie de nada. Y prometo no polemizar más sobre estos temas (al menos con alguna letra del alfabeto). Pero en cualquier caso polemizar no es invocar el presunto criterio de autoridad. Se trata de razonar. Y de buscar noticias fiables en los periódicos, no opiniones más o menos interesadas.
JLGM
Ma caro, pero si lo que trae el tendencioso "Público" no es sino lo que dice la UNCTAD (leed ONU los que no sepáis de tal organismo).
ResponderEliminarEl razonable "La Razón", ¿osaría publicar semejante análisis sin adulteraciones? ¿No? ¿Sí?
Tu que eres tan razonable, ¿será porque bebes en semejante abrevadero, en La Razón (?).
¿Se denominarán "racionales" (no se confunda con "nacionales") los abonados o simples lectores de tan sesuda gaceta?
¿Leerá en "Los Porches" JLGM tal panfleto que, unido al café de la casa, procuraría una sinergia con los desastrosos efectos que detecto?
¿Acaso no le gusta a mi amigo Martín la letra que llevo bordada en el mandilón, que hace solemne promesa de no polemizar más con este nene?
PD.- Dicho lo dicho, estoy seguro de que Martín no lee (con agrado) "La Razón.
Siento decirlo, pero en "La Razón" (de Anson) he colaborado semanalmente durante cinco años.
ResponderEliminarTodos tenemos un pasado. Nadie es perfecto.
Ni siquiera yo.
JLGM
Nada de qué avergonzarse, Martín. Una colaboración literaria es una planta que lo mismo crece en un edén, que en un desierto o que un estercolero. Si además sirve para amansar a las fieras...
ResponderEliminarUn cordial saludo (de veras), Martín.
Mi scusi.
Paso de denunciar más a mis suplantadores, o a mi plural suplantador: que lo disfrute. Le cedo todo el campo. A partir de ahora, cualquiera que se firme "Marinero" no soy yo. Quizás así quiera, o quieran, cobijar sus malos modos bajo cualquier otro nombre.
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