sábado, 2 de mayo de 2020

Sin propósito de enmienda: Amanecer


Sábado, 25 de abril
MIS PASEOS FAVORITOS

No hay mal que por bien no venga. La tertulia que nos reúne todos los viernes desde 1980 (una tertulia que ya es tanto del siglo XX, veinte años, como del XXI, otros veinte) ya no puede celebrarse en el café habitual de la calle la Luna, pero sigue tan animada como siempre en el ciberespacio. Es poca cosa una pandemia que paraliza el mundo para acabar con la tertulia.
Tiene alguna desventaja el nuevo formato (cada uno ha de prepararse el café o lo que quiera tomar por su cuenta), pero también ventajas: contertulios dispersos por el mundo pueden asistir a ella. Desde Nueva York, desde Oslo, desde la Plata, desde Madrid, desde Punta Umbría, desde Gijón, desde Avilés, a las siete en punto los rostros amigos aparecen mágicamente en la pantalla del ordenador.
            Este viernes, antes de la conversión libre y llena de interrupciones (muy a la española), leímos cada uno un poema que nos habría gustado escribir (yo el de Li Po traducido por Marcela de Juan que tanto me gusta recitar) y hablamos del primer viaje que nos gustaría hacer en cuanto sea posible.
            Yo me iría –me iré-- a Nueva York.  Y cerré los ojos para describir minuciosamente mi primer paseo en la ciudad. Me alojaría en Brooklyn, en Grand Army Place, como la última vez, en la casa de buenos amigos. Me despertaría muy temprano debido a la diferencia horaria, así que a poco de salir el sol ya estaría yo en la calle. Antes de bajar, saldría a la terraza y contemplaría el entorno: el gran arco triunfal que da nombre a la plaza, la arboleda del Prospect Park, la fuente monumental con sus desnudos art deco, la fachada neoclásica del museo, la racionalista –cemento y toques de oro-- en la Biblioteca Pública… Me pondría a caminar por Flatbush Avenue, mi primera parada en la plaza del Barclays Center para saludar al Capitán América (“I’m just a kid from Brooklyn”, solo soy un chico de Brooklyn, dice la inscripción en la monumental escultura).
Continuaría luego hasta Atlantic Avenue, giraría a la izquierda, cruzaría la avenida para dirigirme hasta Cadman Plaza, por una calle provinciana y comercial, pero no llegaría hasta ella, sino que por  Montague Street me acercaría el río.
Montague Street es una de mis calles favoritas. Ya nqueda en ella ninguna librería de viejo, pero ahí sigue la dorada iglesia neogótica, tan de campiña inglesa, deslumbrante en primavera, y el Teresa’s, el restaurante favorito de la tertulia, y al doblar una esquina, la casa en que vivió Auden (tenía, muy cerca, por vecino a Truman Capote) y al final mansiones con jardín, en las que yo he situado alguna historia, y el Promenade, el largo paseo por la orilla del East River, con los rascacielos del bajo Manhattan al frente y al fondo el puente de Brooklyn y tras él el de Manhattan. Cruzaría el puente, por supuesto, saludando al Pier 17 (mis Salesas neoyorquinas) y llegaría al City Hall. Un pequeño descanso junto a la fuente adornada con farolas que recuerdan a las de un paso de semana santa y luego, Broadway adelante, hasta Washington Square (queda a la izquierda, hay que desviarse por la calle 4) con el gran arco de mármol en el que Juan Ramón Jiménez vio a la primavera dispuesta a desfilar por la Quinta Avenida.
Tras el descanso entre los estudiantes de la cercana universidad, regreso a Broadway, por Waverly y sigo mi paseo hasta Union Square. Camino lentamente, este es el tramo de Broadway que yo prefiero, con sus edificios de principios del XX que aúnan arquitectura industrial y fantasías historicistas.
Antes de entrar en Union Square, la imprescindible parada en esa sucursal del paraíso que es la librería Strand: siempre acabo un poco mareado con la acumulación de tentaciones. Y luego, en la plaza, la maravilla de colores y olores del mercado de productos orgánicos (a Muñoz Molina le recordaban el mercado de su infancia en Úbeda).
Termino mi paseo matinal, mi primer paseo neoyorquino (¿cuántos kilómetros llevo caminados?) en la que siempre he considerado mi casa, la librería Barnes & Noble, que ocupa por entero un edificio decimonónico de cinco plantas. Antes de subir a la cafetería, un paseo por los estantes, la recogida de unos cuantos libros y luego a hojearlos en una de las mesas junto a las ventanas a las que se asoman las copas de los árboles y el gran mástil en el centro de la plaza…
            ---¿Pero tú qué tienes el mapa de Nueva York en la cabeza?, me interrumpe un contertulio aburrido.
            La verdad es que sí, pero no de toda Nueva York ni solo de Nueva York. No soy un aventurero, me aterran los lugares desconocidos, por eso lo primero que hago cuando llego a una ciudad desconocida es conquistar un pequeño territorio, hacerlo familiar, descubrir los lugares de reposo y abastecimiento: cafeterías amigables, librerías en que perderse, algún centro comercial, convertirlas en otro Oviedo (algo así hacían los conquistadores, aunque de otra manera). Y cuando vuelvo –siempre procuro volver-- repito maniáticamente el mismo recorrido.
Por las noches, en estos días, en que tarda el sueño, cierro los ojos y me digo: Voy a darme un paseo por Venecia o por Praga o por Coímbra o por Nápoles. Y salgo del hotel, o del alojamiento turístico, frente al Moldava y el puente que me lleva a las Casa Danzante; o en el Lungomare, muy cerca del Castel dell’Ovo (sobre el azul de la bahía, la silueta de Capri); o en el Largo da Portagem, donde estuvo el consultorio de Miguel Torga, y camino y camino sin equivocarme en ninguna esquina hasta que me llega el sueño.
En estas cosas me gusta entretenerme. Cada uno tiene sus manías.



Domingo, 26 de abril
CÁRCEL ME QUITA

Salgo a comprar el periódico y noto algo distinto, como que se respira mejor: acá y allá, muy distanciados, en las calles solitarias, una niña que camina de la mano de su madre, un padre joven que empuja el carrito de un bebé, un niño de unos siete años que camina junto a su madre, los dos con grandes mascarillas que casi les tapan los ojos, y en la cola para acceder al kiosco uno niño de dos o tres años, sentado en su triciclo, que parlotea gozoso con su madre…
Le saludo desde la distancia, el niño me devuelve el saludo con una sonrisa y yo siento que los ojos se me llenan de lágrimas.
¡Lo que se ha tenido que luchar para conseguir que los niños, después de estar mes y medio las veinticuatro horas encerrados en casa, puedan salir al menos una hora al día como en el resto de los países civilizados!
Los lectores del futuro no entenderán mis lágrimas –reconozco que el confinamiento me ha hecho más sentimental--, pero les pediría que consultaran las hemerotecas: no se trata de una ficción literaria, esa barbarie contra la infancia fue rigurosamente verdad en la España de 2020.
           Hubo que luchar hasta el último minuto y habrá que seguir luchando porque seguro que la mala gente que tanto abunda en esta España nuestra estará ya falsificando argumentos, trucando su fotos, creando alarmismo, para que la situación se revierta.
Pero yo ahora no quiero pensar en las asustadizas alimañas con forma humana que refugiadas en sus madrigueras maquinan cómo evitar que los más de seis millones de niños disfruten del mismo derecho que los cerca cuarenta millones de españoles restantes.
Disimulo las lágrimas, que son de emoción y de felicidad, y a la memoria me vienen unos versos de Miguel Hernández: “Tu risa me hace libre, / me pone alas, / soledades me quita, / cárcel  me arranca”.



Lunes, 27 de abril
PASILLO Y PATIO

Los pasillos más largos del Milán, lo que recorren en cada piso su fachada, tienen más o menos ciento sesenta y cuatro pasos, o sea, unos ochenta y dos metros. Con solo recorrerlos unas doce veces ya camino un kilómetro.
Entre la revisión de los ejercicios que me envían los alumnos de una de mis asignaturas y los de otra, recorro por ese pasillo unos dos kilómetros cada día. Yo necesito caminar por lo menos media docena para sentirme a gusto, pero algo es algo.
Naturalmente, le vendría mejor a mi salud hacerlo por el espacio entre el edificio departamental y el aulario y la biblioteca, donde tampoco me encontraría a nadie. Pero lo que beneficiaría a mi salud, podría perjudicar gravemente a mi bolsillo: de vez en cuando, un coche policial entra en esa zona del campus y lo recorre muy lentamente para volver a salir por donde ha entrado.
            Camino arriba y abajo por el largo y ancho pasillo y recuerdo la de kilómetros y kilómetros que recorrí por el patio de la cárcel, siempre a buen paso, siempre con los ojos bajos, para no tropezar con una mirada retadora, siempre procurando no chocar ni rozar siquiera a los que iban y venían muy cerca de mí, algunos gente pacífica, pero otros peligrosamente violentos.
            En peores nos hemos visto, pienso al ir y venir por el pasillo. Y cuando esto pase, que pasará, por muchos meses que se trate intencionadamente de alargarlo (¿tienen miedo de las cuentas que les van a pedir después?), los pequeños hechos de la vida cotidiana --tomar un café, en una terraza al aire libre, rodeado de amigos--, en los que antes ni nos fijábamos, nos parecerán placer de dioses.


Martes, 28 de abril
INÚTIL SACRIFICIO

----Parece que los miles y muertos de la epidemia no te preocupan nada, Martín.
            ----Pues me preocupan tanto como los miles de muertos de cáncer o de infarto o de accidente de tráfico o por cualquier otro motivo. Tomo todas las medidas razonables para no contagiarme ni contagiar, que es lo único que puedo hacer, sabiendo siempre que, por muchas medidas que se tomen, el riesgo cero no existe. Lo que no he hecho es lo que una amiga mía que vive sola y en mes y medio no ha salido de casa más que una vez para ir a la compra. “Debería salir más, pero me voy arreglando con lo que tengo. Es el sacrificio que hago para que muera menos gente”, me dice por WhatsApp.
            Yo no le respondo que eso que hace es una tontería (¡pobre!), pero lo pienso: con su sacrificio ganará el cielo (es fervorosa creyente, aunque evangélica, por lo que los píos católicos la mandarán al infierno de los herejes), pero que ayuda tanto a la contención de la epidemia como el gobierno prohibiendo a los niños salir de casa hasta ayer mismo o a los adultos que salgan solos y sin perro.
            ----No te quejes que, a partir del sábado, ya podrás pasear fuera del pasillo del Milán.
            ----Se agradece la medida, pero llega mes y medio tarde.
            ----¿Y cómo se habría podido controlar, si se hubiera permitido desde el principio, en lo peor de la epidemia, que no se produjeran aglomeraciones?
            ----Pues lo mismo que se evitó que no se produjeran aglomeraciones cuando la gente iba al trabajo, a comprar o a pasear el perro: gracias a la responsabilidad de la gente y con la ayuda adicional de la policía y ejército patrullando las calles.


Miércoles, 29 de abril
LA ÚNICA MANERA

La única manera de eliminar por completo el riesgo es eliminar la vida. Incluso con una vida que no merezca la pena de ser vivida, solo lo eliminas en una pequeña parte.



Jueves, 30 de abril
CERCA Y LEJOS

Qué cerca están ahora algunos amigos que creíamos tan lejos y que lejos otros que creíamos tan cerca.



Viernes, 1 de mayo
ISLAS DE FELICIDAD

Siempre me levanto de buen humor, nunca he dejado de ver cada nuevo día como un regalo. Me aseo, desayuno, friego vaso y taza, hago la cama impaciente por sentarme ante el ordenador.
Las ideas ya están ahí, han brotado durante la noche. Escribo una reseña o reviso la que escribí ayer para enviarla al periódico, una nota del diario, un poema, comienzo un prólogo que me han encargado, lo que toque ese día. No soy capaz de mantener la tensión más de una hora o a veces hora y media.  Luego reviso el correo y subo alguna foto con un breve comentario a Facebook (me hago la ilusión de que estoy publicando un libro como el Atlas borgiano, pero de miles de páginas, casi infinito). A las once y media ya estoy en el despacho del Milán, al otro lado de la calle. Allí me espera la sorpresa de algunos libros recién llegados. Los hojeo en Las Salesas, con un café. Y es precisamente cuando me toca ir a las Salesas cuando acaba mi matinal momento de felicidad. Ahora no hay Salesas, lo que toca es que quedarse encerrado en el despacho corrigiendo trabajos de los alumnos.
            Después de cenar, me relajo en el sofá, y enciendo el televisor. Comienzo con una viaje en tren o viendo el mundo desde el aire con la cadena Viajar; luego, antes de ir a la cama, una serie policíaca, a ser posible antigua y sin sorpresas, que funciona como una nana para propiciar el sueño. “El día es un mar hondo que hay que cruzar a nado”, según un verso que ahora me viene con frecuencia a la memoria. Ya he cruzado un día más, me digo satisfecho mientras viajo en el Transiberiano o contemplo desde lo alto los verdes campos de Inglaterra y sus castillos dorados por la historia y los blancos acantilados de Dover. A veces, quito la voz al televisor y leo un libro amable. En la cabeza, vagamente, sin insistir mucho en ello, le doy vueltas a los que voy a escribir al día siguiente; el trabajo verdadero –sobre todo si se trata de un poema—ya lo haré mientras duermo.
            Islas de felicidad, oasis en el desierto de estos días.




49 comentarios:

  1. Coño, joder, cagonlaleche, si es que dan ganas de coger la escopeta y liarse a tiros.

    Tu risa me hace libre, / me pone alas, / cárcel me quita, / soledades me arranca”.

    Que no, que es: "soledades me quita / cárcel me arranca"!

    ¡Hasta la métrica la ha descuajeringao!

    POR FAVOR CORRÍJALO ya

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  2. La mala gente esperará a que el conocido crítico literario se seque las lágrimas que le resten (nunca se habia visto una misantropía que fuese tan selectiva) para advertirle de que los niños pueden salir hoy a las calles probablemente porque las autoridades sanitarias han logrado imponer sus criterios restrictivos a la población, muy distintos de los que propugnaba cierta diletancia temeraria, ergo ignorante. Seria cínico alegar que este gobierno haya tenido que plegar velas después de tantas semanas, que tuviese que reconocer un error de enfoque en la pandemia, cuando es todo lo contrario: el ocio de hoy se debe en buena medida al sacrificio de ayer. Pero no de los niños, sino de todo el colectivo social.
    La recurrencia obsesiva del señor García-Martín en su intento extenuante de convencernos de sus razones habia precisamente de la endeblez de su convicción; algo en su fuero interno le estará punzando en la conciencia, ya que las personas razonables (¿lo será él) no son tan categóricas y berroqueñas como él. Percibo mucha duda razonable en quien tanto se precia de serlo. ¡

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  3. Me acaban de llegar algunos vídeos y fotografías de las calles de España esta mañana: sobrecogedor lo que veo.

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    1. Pues si usted, en lugar de atender a lo que le llega quién sabe de dónde y con qué intenciones, se tomara la molestia de salir a la calle en alguno de los supuestos previstos por la ley, se asombraría de la madurez y el civismo que demuestran mayoritariamente los españoles. Eso es la norma, no las excepciones inevitables cuando se habla de un colectivo de más de cuarenta millones de personas.
      Y por cierto, son los sanitarios y los políticos de Madrid los que no dieron el mejor ejemplo organizando una verbena para celebrar la clausura del hospital del Ifema. Hasta se repartieron bocadillos de calamares y se bailó, muy juntos unos con otros (vea las fotos en los periódicos de hoy). Entérese, buen anónimo, y critique a quien tiene que criticar y salga a la calle (siempre dentro de la ley) y observe el ejemplar comportamiento cívico de la mayoría de sus conciudadanos.

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  4. Pues no, señor Paseante, el ocio de hoy no se debe al sacrificio de ayer. En los países en que, desde el principio se permitió lo que ahora se permite en España (los países de nuestro entorno: Alemania, Francia, Bélgica) no solo no ha habido más muertes que en España, sino bastantes menos (en relación con la población). Eso es lo que podemos saber con certeza. Lo que habría ocurrido si a las personas sin perro se las hubiera permitido pasear en las mismas condiciones que a las personas con perro, no lo podemos saber con seguridad, pero todo nos lleva a suponer que no habría cambiado para nada la situación: con perro o sin perro, el riesgo sanitario es nulo si se mantiene la distancia de seguridad y las normas higiénicas recomendadas.
    Ya sé que es difícil reconocer que apoyando las medidas arbitrarias de este gobierno (no las sanitarias, que han sido muchas y muy atinadas), buena parte de los españoles han hecho el ridículo. Aceptar eso es difícil, pero tendrán que acabar aceptándolo. Tiempo al tiempo. Yo no tengo ninguna prisa.
    Y si las cosas no ocurren al final como parece que están ocurriendo (que los países que confinaron con racionalidad y respetando en lo posible la salud general de los ciudadanos superan la epidemia con menos muertos y menos daños a la salud en general), pues yo rectifico. A mí no me molesta rectificar, todo lo contrario, nunca me siento humillado por rectificar, sino que me siento agradecido, como lo estoy a quien me indica que, no sé por qué razón, me equivoqué al escribir los versos de Miguel Hernández, en contra incluso del ritmo.

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    1. De qué va a protestar ahora este buen señor, si ya salen los niños y resto de población, y el asunto catalán está dormido?
      Tendrá que buscar otra murga que lo diferencie de la plebe, pa eso es un intelectual que ya va añorando irse de viaje,como la juventud tontona.
      Cuánta frivolidad, Martin,cómo se nota que su máxima preocupación es preocuparse de si mismo.

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    2. Qué bobada, Manuel Milán. España sigue haciendo el ridículo: es el país de nuestro entorno con más muertos (en términos relativos, esto es, en relación con la población), el que ha impuesto un confinamiento más duro (y con algunas medidas enteramente arbitrarias), el que va más lento en la desescalada, el que ha hundido más la economía... Si a usted le parece que no hay motivos para protestar, pues allá usted. Los que no hemos perdido la costumbre de razonar por cuenta propia tenemos motivos suficientes para discrepar.
      Y por cierto, señor mío, ya salen los niños (deberían haberlo hecho mes y medio antes, como en Francia o Alemania), pero ha costado lo suyo conseguirlo. Yo y algunos españoles más luchamos para conseguirlo y nos desgañitando pidiendo algo tan elemental. Y le recuerdo que lo que el gobierno decidió en principio, y en consejo de ministros, fue solo que pudieran acompañar a sus padres al supermercado. Únicoamente el cabreo de una parte de la población les hizo rectificar. Y si preocuparse por la salud de los niños y de los adultos le parece que es preocuparse solo por uno mismo, pues creo que tiene usted un grave problema con el razonamiento lógico.

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    3. El Gobierno no ha rectificado, no manipule usted la realidad, el Gobierno ha puesto fin al confinamiento de los niños y adultos cuando el pavoroso nivel de contagio de las primeras semanas ha disminuido dentro de unos límites razonables. De no haber impuesto estas restricciones a "los españoles", no quiero pensar el nivel de catástrofe que ahora estaríamos sufriendo. Está usted constantemente erre que erre aludiendo al comportamiento de los ciudadanos alemanes y franceses, pero ahora acabo de volver de pasear por calles de Madrid en principio carentes del menor interés, y la multitud no solo abrumaba, sino que la elemental distancia de seguridad recomendada no he visto que se observase por parte de gente joven, que caminaban en racimos de tres o cinco irresponsables. Veremos a ver lo que se irá sabiendo estos próximos días del previsible retroceso. Pero la vida es bella, y las copas de ahora mismo en casa de los amigos, fantásticas.
      El Gobierno de lo que tendrá que responder es de haber tardado tanto en reaccionar, con un grado de imprevisión lamentable. No se concibe que viendo lo que estaba pasando en Italia no nos fuéramos aprovisionando de respiradores, test, mascarillas, guantes, termómetros, etc. Ha sido vergonzosa la indefensión a la que nos han sometido. Y para qué hablar de mascarillas inútiles, inapropiadas, etc que incluso hoy todavía, un mes después del inicio del drama, asistimos día a día al espectáculo bochornoso de la tomadura de pelo con que nos hemos dejado tratar por traficantes e intermediarios que jamás se hubieran atrevido con los países europeos a los que usted tanto alude. España traga con todo, y acertaron.
      Pero no se preocupe,nuestra salud es lo de menos, ya verá cómo muy pronto se pondrá en marcha la versión de que no hubo imprevisión, sino que la culpa de nuestra desprotección se debe a los recortes salvajes impuestos por el anterior gobierno.

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    4. El gobierno sí ha rectificado, señor Manuel Milán, infórmese y luego rectifique usted aquí. El consejo de Ministros aprobó que los niños pudieran salir, acompañando a sus padres, para ir al supermercado o al banco. Así lo anunció la ministra portavoz y así se recogió en los medios informativos. Se le preguntó a la ministra en la rueda de prensa sobre esa disposición y ella se ratificó en que eso era lo que había aprobado el consejo de ministros y añadió que los supermercados eran lugar seguro para los niños (los lugares abiertos y soleados, al parecer, no). Y fue tal la indignación de algunos (entre los que me cuento) en las redes sociales que, a las cinco horas, salió el ministro a rectificar.
      Y esto no es una opinión mía que se pueda rebatir, no es una suposición como la suya de las copas ahora mismo en casa de los amigos, es un hecho. Infórmese y pida disculpas. La suposiciones sobre lo que habría ocurrido si se dejara pasear desde el principio a las personas solas sin perro al lado, o sobre lo que ocurrirá a partir de ahora son libres. Pero a los hechos hay que atenerse.

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  5. Sin ningún ánimo de polemizar pero sí de esclarecer, le remito lo que nos acaba de llegar de Alemania. La última palabra sobre la oportunidad de ciertos ensayos de "desescalada" no está dicha, de modo que bien pudiera darse el caso de que haya que regresar a un confinamiento estricto, mucho menos permisivo de lo que algunos estimarían adecuado. Le aseguro que de ningún modo me alegraría de que mis reservas se viesen confirmadas, pero lo que he visto esta mañana me da pie a mantenerlas.

    https://www.elespanol.com/mundo/europa/20200428/alemania-frena-desescalada-repunte-contagios-sigamos-casa/485952132_0.html?utm_campaign=socialbutton&utm_source=whatsapp&utm_medium=social

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  6. Siempre puede ocurrir que las cosas empeoren, nada está seguro. Pero lo que es seguro --y a eso, solo a eso, me refería-- es que el confinamiento en Alemania nada tuvo que ver con el de España: desde el principio, guardando las distancias, se podía pasear por el parque, a los niños no se les encerró las 24 horas del día, etc, etc. Yo me refería a algo que no es motivo de discusión: el confinamiento en España adoptó medidas de dudosa utilidad sanitaria (pero muy dañinas para la población) que no se adoptaron en otros países, en los que, a pesar de esa menor "dureza", la incidencia de la pandemia fue menor.
    Señor Paseante, es usted libre de tener todos los temores que quiera (todos los tememos, incluso en un futuro puede venir un virus peor), pero estará de acuerdo en lo que yo digo y, si no, dígame en qué se funda para no estarlo.

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    1. «en otros países […] a pesar de esa menor "dureza" [de las medidas contra la pandemia], la incidencia de [ésta] fue menor».
      A lo mejor lo que ha pasado es que la "menor dureza" de las medidas ha sido consecuencia de la menor incidencia de la pandemia, porque, supongo, las medidas se toman en función del nivel de contagios y muertes.

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    2. Es mucho suponer, señor Dionisio García. Las medidas se tomaron al principio de la pandemia, cuando todavía no había llegado al "pico". La evolución posterior no tuvo en cuenta la "dureza" del confinamiento, sino su racionalidad. En España, con el confinamiento más estricto de la Unión Europea, crecieron con mayor rapidez los fallecimientos que en otros países que, desde el principio, permitieron lo que en España se comenzó a permitir hace una semana. Parece que las medidas sin clara función sanitaria (medidas meramente punitivas contra la población) tuvieron una más que dudosa eficacia.

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    3. Esa es la razón principal, Dionisio; la virulencia con la que entró en este país el coronavirus, combinado con el desastre cometido en hospitales y residencias geriátricas (foco principal este de contagios seguidos de muerte) en los últimos años de neoliberalismo atroz, está en la excepcionalidad de algunas medidas tomadas por este Gobierno. Un paradigma es el caso de Madrid, en donde se cometieron los mayores abusos, y que es una autonomía que marca la diferencia dentro del desastre general. Como los marca la estupidez suprema de sus mayores dignatarios, que nos avergüenzan a muchísimos.

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  7. Veo mucho bulo y mucha bilis en la mayoría de comentarios que acompañan las últimas entradas al blog de José Luis García Martín. Se echa mano constantemente de las falacias ad hominen, pensándose algunos que así podrán ocultar determinados hechos que no admiten duda alguna. Por ejemplo, un hecho, nos hemos tragado el confinamiento (prefiere uno el término ensañamiento) más duro de los países civilizados. Eso no hay ciudadano con dos dedos de frente que pueda ponerlo en duda. Harina de otro costal son las opiniones que cada cual tenga sobre ese hecho. Hay quien está a favor del irracionalismo cruel del que ha hecho uso el Gobierno con adultos y, principalmente, niños. Insisto, mi repulsa más profunda hacia ellos. Sospecha uno que late ahí una suerte de sadismo inconsciente (e inconsistente). El miedo y el irracionalismo concomitante es normal en este Apocalipsis, es entendible, sí; no obstante, algunos no podemos quedarnos callados cuando se quieren extraer imposibles conclusiones lógicas desde esas difusas atalayas. Y lo más grave no es que algunos ciudadanos se dejen llevar por ese miedo proclive al ensañamiento (esto es más bien triste), sino que la gravedad reside en que haya sido el Gobierno el que haya arrastrado a muchos conciudadanos a ese nefasto "pensar con las tripas" que decía don Antonio Machado. Le suelo decir a un amigo que no atiende a razones que su lógica del ensañamiento (y la que tenía hasta hace poco el Gobierno) nos llevaría a permanecer encerrados en las casas a cal y canto mientras no tuviéramos vacuna, asumiendo también por tanto el impacto que esa medida tendría en diferentes ámbitos (salud, economía, etc.). Se me trata de revolver mezclando churras con merinas, si bien al final de nuestras fructíferas discusiones me admite, a regañadientes, que la seguridad absoluta ni existe, ni existirá. Pues eso. Concienciémonos de que hay dos herramientas fundamentales para contener los contagios, a saber, el distanciamiento social y las medidas de higiene. Y dejemos ya de acudir a verdades absolutas tan dogmáticas como falsas. Y comparemos lo que han hecho y hacen otros países. Que cansa esa suerte de chovinismo fustigador tan nuestro. Ah, por último ya, disfruto mucho paseando con mis hijos desde hace una semana, y hoy ya en solitario también, viendo el general y escrupuloso respeto que tienen mis conciudadanos con respecto al distanciamiento social y las medidas de higiene. Y al que le moleste esto y le pueda el miedo, que haga como mi amigo, que se está planteando evitar las salidas al máximo. Está en su derecho, nadie le obliga a exponerse, faltaría más. Me he ofrecido a llevarle la compra a su casa cada vez que lo necesite.

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  8. Que infantiles son los estadounidenses

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  9. Una sociedad que actúa como acabamos de ver en la clausura del hospital de campaña de IFEMA, no merece el margen de confianza que en este foro se le otorga. Ver, con bochorno, a profesionales de la sanidad dejándose instrunentalizar por quienes les vienen dañando seriamente, achuchandose y achuchándolos, y a los pasmarotes de la política " dejándose llevar por la emoción del momento" ( Ayuso dixit) es para que se sopesen los márgenes de confianza y de buena fe que algunos reparten con una soltura tan liberal. Y lo peor, que las encuestas reflejan cierto alza en las expectativas electorales de quienes destruyeron en buena medida los recursos de la salud pública, para enriquecer a unos desaprendivos, causa esta decisiva de que la mortandad se haya cebado con Madrid.
    Esto no es Renania, ni siquiera el Piamonte, y es lo que debe de tener bien presente el gobierno cuando se mide tanto en el inicio de ia "desescalada", quizá porque teme que se convierta en un despeñe.



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    1. "Causa decisiva de la mortandad"?
      Qué seguridad la suya, qué imparcialidad, qué grado de información.
      En fin. Pero del período 12 de marzo(suspensión responsable del Mobile en Barcelona, en contra de la opinión de los politicos), hasta el 13 o 14 de marzo (!!un mes después!!), fecha del Decreto de Alarma, usted no sabe ni quiere saber, para eso es del Betis. Los muertos y los inmensos sufrimientos carecen de importancia, lo relevante es que sigan los míos, que siempre serán mejores que los tuyos.

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    2. ¿Me permite un consejo, Manuel Milán? Cuando responda a alguien cite a quién se refiere. Aquí aparecen muchos comentarios y no está claro ni quién lo dijo ni a qué se refería non "causa decisiva de mortandad". También ignoramos quién es ese "usted" que ni sabe ni quiere saber porque es del Betis. Un poco de claridad en el debate, por favor.

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    3. Ahora entiendo que se refiere a JLM, pero nunca está mal citar el nombre para evitar confusiones.

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    4. Para Sr.Martin:
      Totalmente de acuerdo con su comentario sobre aclarar a quien se dirige. Uno lo ve claro en ese momento de escribirlo, pero es cierto que si se intercala otro comentarista se produce confusión.

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  10. Castigar a la sociedad por lo que hicieron determinados políticos y sanitarios resulta bastante inadecuado. Si alguna conclusión se saca de lo que ocurrió en el IFEMA es que los políticos y los sanitarios (algunos de ellos, al menos) no merecen la confianza que se les ha otorgado, no que no haya que confiar en los ciudadanos, que tienen derecho a que se les informe adecuadamente (no como se hace ahora) y se les trate como ciudadanos libres de un país libre. A mí Pedro Sánchez no me merece más confianza que la señora Ayuso, aunque voté al primero y jamás votaría a la segunda, incluso me parece que se deben más disparates contra los ciudadanos en la gestión de la crisis. Y los anónimos "especialistas" que le asesoran (los que le dijeron que es bueno que una persona pasee con su perro, guardando las distancias, pero que es un peligro y merece multa que lo haga sola, también guardando las distancias) me merecen tanta credibilidad como los sanitarios bailarines y bocadilleros del IFEMA.

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  11. Víctor Menendez3 de mayo de 2020, 17:39

    Cuesta trabajo leer tanta prosa, sobre dimes y diretes.
    El estado de alarma del 14/03 fue aprobado por todos los grupos parlamentarios; el siguiente ya se había desmarcado Vox y ERC se había abstenido sino me equivoco.
    Por una vez, y sin que sirva de precedente, creo que Pedro Sanchez lo ha hecho bien.

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  12. Pese a que la prensa de derechas truca las fotografías tomadas para aparentar multitudes que se aprietan y hacinan en su afán por recuperar las calles, lo cierto es que ya empiezan las quejas oficiales por cierto desmadre indudable (lo de IFEMA no es una anécdota singular) y lo que se empieza a ver es poco cuidado y demasiada gente en la calle a un tiempo. ¿Tendrán razón los que siempre desconfiaron de la cordura y civilidad de este pueblo tan singular?

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  13. ¿Y si es así, si la gente se apelotona en las calles (en Oviedo, el único sitio del que yo puedo dar fe, desde luego, que no). ¿qué hace la policía, qué hace el ejército, antes tan activo en multar a quienes salían a pasear solos y sin perro? ¿Es que no se atreve con los que de verdad pueden causar problemas sanitarios? ¡Pues vaya irresponsabilidad la suya!

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  14. Pues usted mismo lo sugiere: no se atreverán. Es sabido que a un infractor, o a una docena, o a un centenar se le aplica la ley a rajatabla y sin contemplaciones; cosa bien distinta si se tratara de cien mil. El poder político es cobarde y acomodaticio, ya se sabe. Pero parece ser que está en la calle más gente de lo prudente y abundan testimonios gráficos que lo atestiguan, aunque algunos obscenamente manioulados para dar sensación de una masificación solo aparente. Ejemplar un vídeo de Vocento que corre por la Red, en el que se ve a una multitud de donostiarras apretujados al borde del Bidasoa. El uso del teleobjetivo es patente. La finalidad creo que también.

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    1. No, nunca está en la calle más gente de la prudente. Estar en la calle es un derecho de los ciudadanos, no un gracioso privilegio que nos conceden las autoridades. Lo que hay que preservar es la distancia entre los ciudadanos mientras dure la epidemia. Hay muchas calles y mucho campo alrededor. Si a veces, a ciertas horas, puede resultar difícil respetar la distancia es porque el capricho de las autoridades ha creado horas punta (nos obliga a esperar hasta las ocho para salir) y nos ha limitado el radio de acción a un quilómetro. Yo, a quilómetro y medio, tengo saludables sendas sin nadie, pero me prohíben andar por ellas.
      ¿Que puede haber excepciones al distanciamiento? Pues naturalmente. ¿Cuántas infracciones de tráfico --con accidentes mortales-- se producen a pesar de las multas y la policía y, sin embargo, a nadie en su sano juicio se le ocurre que haya que prohibir sacar a los coches del garaje? Pero ahora parece que muchos han perdido el juicio.
      Por cierto, la gente que camina junta es por lo general gente que vive junta y tiene derecho a ello. Eso no se advierte en los vídeos y fotos.

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    2. No he visto ese video de Vocento pero sí una portada de ABC con una foto absolutamente manipulada para cualquiera que conozca San Sebastian. Y un titular antológico: "Ansia de libertad" (o algo parecido, cito de memoria) Traducción: "Los españoles se rebelan contra la dictadura sanchista-podemita-bolivariana" Como decía un viejo amigo, "últimamente, el ABC viene cargado de una dosis letal de 'abeceína,. Pero será difícil que supere aquella portada de los años 40 después de una catástrofe ferroviaria: "Afortunadamente, todos los muertos eran de tercera". Esto es lo que hay. Y aun dicen que esto es periodismo. A veces da vergúenza haberse dedicado alguna vez a esto. Estoy ensayando para tocar el piano en un burdel

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  15. «La evolución posterior no tuvo en cuenta la "dureza" del confinamiento, sino su racionalidad». ¡La leche! ¡¿Qué querrá decir esto!? «En España, con el confinamiento más estricto de la Unión Europea, crecieron con mayor rapidez los fallecimientos que en otros países». Pero eso no demuestra la ineficacia de las medidas contra la epidemia (si es que es eso lo que quiere usted decir —que sí, que lo demuestra— aunque mucho me temo que va más lejos y lo que quiere usted decir es, poco menos, que las graves consecuencias lo son de la dureza de las medidas, porque ha habido países sin un solo muerto,"a pesar", como diría usted, señor José Luis García Martín, de que no han tomado medidas —sofisma se llama eso o poner el carro delante del caballo—), cuya virulencia se puede deber a causas aún desconocidas. Pero en fin, para qué seguir si usted siempre tiene razón: de pequeño se debió de caer en una marmita de poción-mágica- de-tener-razón. ¡Adióoos!

    P. S. "Qué manera de razonar", la de usted digo.

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  16. Pues sigue sin estar muy claro a quien responde este comentario, señor Dionisio García. Parece que a mí.
    Si es así, no suponga lo que yo quiero decir. Déjeme repetirlo, que a mí me gusta hablar alto y claro. La mayor "dureza" de las medidas (no estrictamente sanitarias, sino directamente punitivas) en España frente a otros países europeos no garantizó la mayor eficacia (que es de lo que se trata) de esas medidas.
    Naturalmente, tampoco aumentó la incidencia de la epidemia, al menos directamente, pero sí dañó la salud de los españoles (sigue habiendo otras enfermedades, físicas y mentales, al margen del coronavirus). Y es posible que el encierro excesivo, y sin posibilidad de salir ni media hora como en otros países, disminuyera las defensas del organismo y así contribuyera a la gravedad de los contagios. Esto último lo digo solo como una hipótesis.
    Y yo no tengo siempre razón. Como todo el mundo, la tengo solo cuando la tengo (no cuando creo tenerla).

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    1. José Luis, con todos los respetos. Le sigo a usted desde hace tiempo y me cuesta comprender este inflamado rechazo contra las medidas del Gobierno. Da la sensación de que su escandalosa incapacidad ha propiciado que adoptara decisiones durísimas que otros países han sido más laxas. O sea, que en vez de tomar nota de lo que hacían esos gobiernos se ha obstinado dia a día y semana tras semana en amargar injustificadamente la vida a los ciudadanos, desconsiderando, incluso, la erosion electoral que le provoca. Porque no nos olvidemos, que cualquier gobierno sabe que para ser respaldado por los españoles lo más inteligente es suprimir leyes y normativas y dejarles hacer lo que les de la gana. Lo que no entiendo es cómo Vox no incorpora a su programa electoral medidas como suprimir los semáforos y la paulatina eliminación de impuestos, proponiendo además fútbol a diario.
      En definitiva, José Luis, qué v explicación encuentra usted a la obstinada torpeza de nuestro Gobierno?

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    2. Nuestro gobierno no ha sido torpe en general, ha sido torpe en algunas medidas (las he señalado reiteradamente) que no tienen ninguna utilidad para limitar los contagios (multar a quienes caminan solos por un lugar solitario) y dañan la salud de los españoles. Las razones no las sé, solo las intuyo.
      Pero no estoy yo tan seguro que esas medidas duras e ineficaces le hagan perder votos. En España son muchos los que las apoyan (y tanto de izquierda como de derecha) y no hay más que ver los delatores que llenaron los balcones. El gobierno ha descubierto que hay una mayoría partidaria de obedecer sin pensar (los que piensan e incumplen las normas arbitrarias son muy escasos), partidarios, si no de una dictadura (el término asusta), sí de algo muy parecido: una democracia autoritaria. Veremos en qué acaba esto. Y no confunda usted el derecho a salir de casa, si no se pone en riesgo la salud de nadie, con el de saltarse los semáforos. Nada que ver. Tiempos paradójicos, el mundo al revés: Vox defiende mejor las libertades democráticas en algunos casos (no en todos, por supuesto, ni en la mayoría) que el gubernamental Podemos.

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    3. José,Luis,que alguien tiene derecho a suicidarse esta fuera de toda duda
      A lo que no tiene derecho es a caerle encima a un pobre transeúnte que circulaba bajo su ventana y matarlo. Esa es la diferencia en este caro, si actúo sin limitaciones puedo matar a mi inocente vecino.

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    4. Pues ya me explicarás, incansable Manuel Milán, cómo puedo matar yo a mi inocente vecino saliendo a pasear solo y no acercándome a nadie.
      ¿Tan difícil resulta reconocer que algunas de las medidas adoptadas por el gobierno no tienen ninguna validez sanitaria, que son enteramente caprichosas? Y es en esas donde más empeño ha puesto la policía para que se cumplan.
      Esfuércese, esfuércese, pero le será difícil encontrar un argumento, uno solo, que justifique que durante mes y medio los niños españoles (no los franceses, ni los alemanes, ni los ingleses) no pudieran ni siquiera asomarse a la puerta de su casa.
      Me gustará saber qué argumento se le ocurre ahora para justificar lo injustificable (y dañino para la salud).

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    5. José Luis, califica usted las medidas de"caprichosas". Yo creo que una medida es caprichosa si es fruto de la improvisación y se adopta sin rigor. Pero en este caso, con la amplia contestación ciudadana que ha tenido el confinamiento de los niños, el hecho de que aún así se haya mantenido a ultranza solo permite concluir que poderosas razones que a los inexpertos se nos escapan, la han motivado. Lo fácil hubiera,sido retirarla, pero no lo hicieron. Y criticarla sin más base que no comprender su fundamento y asociarla a la ligereza e incompetencia me parece una reacción errónea, por superficial.

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    6. José Luis, no me conteste poniéndose de referencia. Usted y un tanto por ciento de ciudadanos estamos actuando con responsabilidad. Pero hay otros, cuyo porcentaje no creo inferior al veinte por ciento, que por rebeldía hispana incumplen flagrantemente con las medidas de imprescindible distanciamiento adoptadas en todos los países. Y además lo hacen con chulería castiza.
      Tendría que venir usted una tarde a la Castellana y se quedaría asombrado ante los cientos de ciclistas que circulan, la inmensa mayoría de los cuales se nota que jamás se han preocupado de la bicicleta; los cientos de corredores cuya gordura y maneras demuestran que tampoco es un deporte que por culpa del confinamiento hayan dejado de practicar y ahora lo retomen; los corrillos de gente que caminan de cinco o cinco personas o más, dando la sensación de que vuelven de una manifestación terminada. Y si ya deprime tanto papanatismo y hambre de gregarismo, mucho más preocupa que miles de españoles estén convirtiendo estos necesarios desahogos callejeros en una divertidísima fiesta, la fiesta de la tragedia del coronavirus.Estamos sufriendo como nunca y parte de la población demuestra un grado de frivolidad ofensivo.
      Maldita generación que ha puesto la diversión por encima de todo. Cuánta vacuidad.

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    7. Cuánta tontería, Manuel Milán. Y no me refiero al comportamiento de los ciudadanos españoles, sino a su manera de razonar, frutos de siglos y siglos de adoctrinamiento en el rechazo del libre pensamiento. Usted razona como aquellos católicos que, ante cualquier objeción a la que no sabían responder, decían "doctores tiene la santa madre iglesia". Pero ellos me parecen más respetables en su argumentación que usted en la suya. ¿Ni siquiera se ha enterado de que, simplemente en el uso de las mascarillas, las "autoridades sanitarias" han cambiado varias veces de criterio? Primero no de debían utilizar en lugares abiertos porque creaban una falsa sensación de seguridad y, además, al no saber utilizarlas podían ser foco de contagios? Ahora se recomienda, y se exige a veces, su utilización.
      Y en cuando a la barbarie contra los niños, ¿ha leído usted cómo fue el consejo de ministros en que se decidió que podían ir al banco y al supermercado? Esa disposición les llegó a última hora de la noche del lunes, ni siquiera tuvieron tiempo de leerla y sin embargo la aprobaron. Luego, ante la contestación social, varios ministros se llevaron las manos a la cabeza, pero nadie fue capaz de averiguar quién la había redactado. Y esto no son bulos que circulan por Internet. Lea usted la información del día siguiente en El País, un diario gubernamental.
      Y peor todavía es su irritación porque la gente trate de pasarlo lo mejor posible en esta situación. ¿Qué quiere que se pasen el día llorando en un rincón de su casa y haciendo penitencia por los muertos? Que la gente vaya en bicicleta nos beneficia a todos, que los gordos hagan deporte nos beneficia a todos, que haya grupos que caminan por la calle charlando o bailando, siempre que respeten las medidas de seguridad, nos beneficia a todos. Aumentan los anticuerpos, al contrario que en el encierro, y tienen menos posibilidades de contraer la enfermedad.
      Piense un poco en estas cosas. No vivimos en la Edad Media, no hay que aceptar sin cuestionar (como en los tiempos de la Inquisición) lo que digan las "autoridades", no hay que hacer penitencia ni flagelarnos para que se nos perdonen nuestros pecados.
      Piense en estas cosas. Y termino con un aforismo: "Si haces todo lo posible por vivir feliz sin perjudicar a nadie, beneficias a la humanidad".

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    8. La primera mitad de su repuesta la invalido porque me habla usted de las mascarillas, asunto que no he tocado. En cuanto al confinamiento infantil, el Gobierno ha tenido muchas oportunidades para matizarlo o anularlo y se ha resistido a hacerlo, pese a la erosión de popularidad que le supone. Eso debe hacer pensar que se basaban en poderosas razones.
      Y con la segunda mitad estoy en desacuerdo absoluto, la tontuna y la frivolidad siempre están de más, y en este momento más que nunca. El respeto al sufrimiento ajeno nada tiene que ver ni con el catolicismo ni con la flagelacion. Si usted tuviera mujer e hijos no hablaría con tanta displicencia, pero mi mujer ha estado encerrada en la habitación treinta y siete días y mi suegra internada dieciocho.
      Ojalá se libre usted de esta.

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    9. Pues lamento mucho su situación personal, pero le recuerdo que no hay día --desde el principio de los tiempos-- en el que falte la gente que sufre por enfermedad, que muere por cáncer, a veces tras largos sufrimientos, y por otras dolorosas enfermedades, muchas de ellas incurables, y no por ello los parientes y familiares se indignan porque haya gente que se enamore, ría, vaya al cine, siga su vida. Las buenas personas, por muy mal que lo estén pasando, nunca se lamentan de la felicidad ajena ni piden que se prohíba a los demás disfrutar de la vida en lo posible (que nunca suele ser demasiado). En cualquier vida, incluso en la más feliz ha habido momentos de dolor inevitables (muerte de los padres, por ejemplo). Considerar que la epidemia del coronavirus hace que los que mueran por ella merecen un tratamiento distinto de los que mueren por cualquier otra causa me parece de una enorme pobreza intelectual. Las medidas de las autoridades están para evitar los contagios (de ahí que se cierren lugares en los que pueden darse aglomeraciones como bares o cines), no para prohibir actividades --correr o hacer deporte guardando la distancia social-- que nada tienen que ver con la difusión de la pandemia y que ayudan a mejorar la salud física y mental de los ciudadanos (el Ministerio de Sanidad está para cuidar la salud de todos y para ayudar a protegernos de todas las enfermedades, no solo del coronavirus).
      Respeto y lamento su situación personal y espero que a usted y a su familia les vaya de la mejor manera posible, pero eso no aporta ninguna mayor validez a sus argumentos.
      Y su insistencia en que si el gobierno no dejó salir antes a los niños "sus razones tendría" me parece lamentable: un gobierno democrático debe dar siempre la razones que tenga para tomar medidas que afectan a la libertad y salud de los ciudadanos. Si en este caso no las dio, es porque no las tenía. O las que tenía no le parecían defendibles o no le importaba darlas porque para muchos españoles, como si volviéramos a vivir en una dictadura, el gobierno podía hacer lo que quisiera sin tener que dar explicaciones.

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    10. José Luis, muchas gracias por sus buenos deseos.
      Pero creo que cuando la tragedia alcanza la proporción inmensa que estamos sufriendo,la respuesta de los no afectados debe ser respetuosa y púdicamente humana. Convertir el comprensible desahogo en una fiesta me parece una bofetada.

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    11. ¿Hasta cuándo debería estar prohibido el deporte, el paseo y la alegría para los cuarenta y seis millones de españoles?

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    12. Lo ignoro, carezco de criterio. El final debería marcarlo la prudencia y el sentido común, pero se ve que es mucho pedir. No cabe duda de que la responsabilidad produce alergia a quienes confunden el concepto libertad. Hay cosas que se aprenden siendo niño.

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    13. No se deja de ser responsable, y muy responsable, por cuidar la salud propia sin perjudicar la ajena, Todo lo contrario.
      Perdone, pero no me acabo de creer que no haya entendido que yo no critico las medidas necesarias para tratar de evitar contagios, sino las medidas que no tienen nada que ver con ello y que dañan la salud de los españoles (además de atentar contra sus derechos). ¿Tan difícil es de entender que si cien o doscientas o mil personas salen a la calle manteniendo la distancia de seguridad están siendo perfectamente responsables y que en nada faltan al respeto ni a los muertos, de coronavirus o de cualquier otra enfermedad, ni a sus familiares? Y cuando a partir del lunes puedan sentarse en una terraza a tomar un refresco (ocurrirá en media España), no por eso estarán --faltaría más-- siendo menos responsables que quienes prefieren seguir encerrados en su casa.
      Este intercambio de comentarios me ha hecho descreer bastante de la capacidad de la palabra como instrumento de comunicación: a quien tiene una idea fija en la cabeza (que todo lo que decida el gobierno está bien, aunque las evidencias indiquen lo contrario) es imposible sacarle de ella.

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    14. Las excepciones inevitables no invalidan la regla: siempre habrá algún conductor irresponsable que conduce bebido, y que puede escapar incluso a la vigilancia policial, pero no por eso se prohíbe conducir coches ni se trata de irresponsable a la mayoría que lo hace respetando el código.

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    15. Reconozca que usted habla desde la experiencia que vive en Oviedo. Si viviera en Madrid y observara el espectáculo sanferminesco de estos días comprendería por qué es la provincia con peor ratio de muertos.

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  17. PREVENCIÓN EN ESPAÑA. Dos ejemplos.

    1. Hace un par de días, dos amigos salieron a volar con sus aviones ultraligeros. Ya que en el cielo debía haber un gran peligro de contagiar a las golondrinas o a las gaviotas, han sido detectados, denunciados y multados "como corresponde". Han violado el confinamiento y desafiado el principio de autoridad.

    2. El uso de mascarillas mientras se conduce es solo obligatorio en ciertos casos, dependiendo de quiénes van en el coche. La máscara, si no está correctamente colocada, puede mermar la visibilidad y facilitar los accidentes. Por lo tanto, si un agente de tráfico decide que la máscara obstaculiza la visión, podrá imponer la correspondiente multa al conductor (al que, de paso, se le considera lo bastante estúpido para ir conduciendo con la visibilidad mermada y no corregir la posición del accesorio). Entiéndase, no es que se pare al conductor para ayudarlo, mejorando su visión. No. Se le parará con objeto de sacarle el dinero.

    Sin comentarios.

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  18. Víctor Menendez6 de mayo de 2020, 16:11

    Hoy por la mañana he estado viendo la sesión en el Congreso sobre la ampliación del estado de alarma. Aprobado por los pelos, con la abstención del PP (ojo
    a Pablo Casado, es el mejor orador)
    Hay dudas, ¿cómo van a abrir en la hostelería con 4 clientes? Debe mantenerse el ERTE, al menosos hasta junio. Sino es la ruina.
    Los centros de enseñanza, a todos los niveles, la Mtra. de Educacion proponía unas clases presenciales y otras no, mitad y mitad, y esto para el curso que viene.
    Dios nos coja confesados.

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  19. Víctor Menendez6 de mayo de 2020, 16:47

    Al menos algo ha aprendido en el OPUS y en la FAES de Aznar. Esto es lo que hay.

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  20. Vaya, siempre soy yo el que hace el último comentario?

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