sábado, 25 de abril de 2020

Sin propósito de enmienda: Amarga verdad



Sábado, 18 de abril
UN SECRETO

Aunque sea una actividad llevada a cabo con mucho secreto, casi clandestina, me ha llegado el rumor de que un amigo neoyorquino prepara un número especial de su revista dedicado a mí. Se publicará en junio, cuando cumplo setenta años.
Me siento muy halagado, como es de suponer, aunque sepa de sobra que los homenajes, llenos de elogios convencionales, suelen ser papel mojado y carecen del menor interés para el lector.
Como uno acaba enterándose de todo, y especialmente de lo que no debería enterarse, he oído que uno de los convocados aprovecha la ocasión para ajustar cuentas en diez afilados folios. La noticia, de ser cierta, me llena de alegría. Más que lo que puedan decir mis amigos (si son amigos, nunca se decidirán a sincerarse), me divierte escuchar a mis enemigos mejores.
            Nada tan aburrido como una presentación, convencional ristra de elogios que no se cree el que los formula ni quienes los escuchan, pero sí el presentado que se ruboriza y los niega con la boca chica mientras piensa “sigue, sigue, más, más”.
            Pero la que hizo de mí Andrés Trapiello en la librería Alberti podía haberse grabado y sería uno de los grandes éxitos de YouTube. De los poco más de tres cuartos de hora que duró, dedicó más de cincuenta minutos a arremeter contra mí. Me dejó como un mudo Ecce homo ante la atónita y divertida mirada de todos los asistentes, que pensaban en un numerito previamente ensayado.
            Si su colaboración en el secreto homenaje del que yo no debería tener ninguna noticia, está a la altura de esa performance, seguro que al Cuadernos de Humo de mi amigo Hilario Barrero no le faltarán lectores. Y si el coordinador lograra la colaboración de Antonio Gamoneda, mi pim pam pum favorito, el éxito ya sería apoteósico.



Domingo, 19 de abril
ALGUNAS OBJECIONES

----¿No cree que su inteligencia está sobrevalorada?
            ----Sí, sobre todo por mí.
            ----¿Ha convertido al gobierno (que votó y tanto defendió, por cierto) en chivo expiatorio al que echarle la culpa de todo?
            ----No le echo la culpa de todo, solo de un ochenta o noventa por ciento del desastre actual. El resto se debe a la epidemia. Y no se la echo solo a él, sino al rebaño que le aplaude y trata de justificar incluso las medidas más disparatadas y dañinas.
            ----Para usted parece haber solo dos clases de personas: las que piensan como usted y las que están equivocadas.
            ----Cierto que divido a los españoles en dos categorías (y en ambas hay votantes de izquierda y votantes de derecha): los que se sienten ofendidos cuando el gobierno toma medidas que ofenden a la inteligencia (¿quiere que se las enumere una vez más?) y los que no (ya imaginará por qué).
            ----Critica a los demás desde una posición de privilegio.
            ----Correcto. Soy un privilegiado en estos tristes días. He podido continuar mi doble trabajo (colaboraciones periodísticas, clases universitarias); salgo todos los días mañana y tarde (siempre dentro de la ley, por supuesto) para preservar mi salud, no solo amenazada, como se ha hecho creer a los españoles, por el nuevo virus; guardo siempre la distancia social y no me pongo la mascarilla cuando no es necesario (no es un mágico talismán, un detentebala o una medallita de la Virgen); el temor natural al contagio no ha limitado en lo más mínimo mi capacidad de razonar ni el miedo a Grande Marlaska me ha hecho autocensurarme (¡que me censuren ellos!). Pero soy un privilegiado que lo está pasando muy mal, que no duerme la mayoría de las noches pensando en esos conciudadanos que están en la pobreza o al borde de la pobreza y se amontonan in minúsculos habitáculos insalubres; pensando, sobre todo, en los niños, sacrificados irracionalmente, como en la noche de los tiempos, para propiciar el favor de no se sabe qué ancestrales dioses.



Lunes, 20 de abril
QUÉDATE EN CASA
           
Si quieres vivir libre de todo riesgo, quédate en casa, atranca la puerta, no comas ni bebas (¿quién te garantiza que la comida o la bebida no están contagiadas?) y, sobre todo, no respires, ya que el virus puede flotar en el aire y, aunque lleves mascarilla, entrarte por los ojos. Ten por seguro que, a los pocos minutos (sobre todo si consigues no respirar), ya estarás libre de cualquier contagio para toda la eternidad.



Martes, 21 de abril
CRISIS DE ANSIEDAD

Se me aceleró el corazón, se me nubló la vista, comencé a sudar. Me tendí en la cama, no sabía qué hacer. ¿Llamar a un médico, pedir un taxi para ir a urgencias? La verdad es que nunca he tenido necesidad de llamar a un médico, nunca he tenido que ir a urgencias. Pero estoy a punto de cumplir setenta y alguna vez tiene que ser la primera.
            Afortunadamente, no me había abandonado del todo la lucidez. ¿Cuándo había comenzado a sentirme mal? Muy poco después de mirar en el teléfono las decisiones del consejo de ministros. Lo hice ilusionado. ¡Por fin podrán salir los niños de su arresto domiciliario! Esta mañana, al ir a comprar, me encontré con un padre que llevaba a dos niños pequeños de la mano, los dos muy pálidos, asustados, caminando torpemente. Quizá era la primera vez que salían de casa en mes y medio. Desde una distancia de tres o cuatro metros –yo respeto siempre las normas para evitar contagios, al contrario que policías y soldados, al menos los que patrullan Oviedo--, no me pude contener y exclamé, alto para que me oyeran el padre y la mala gente que acecha en las ventanas: “¡Qué alegría ver niños en la calle! ¡A ver si de una vez respetan sus derechos y los dejan salir!”
            Unos pasos más allá, me dio un vuelco al corazón: un vehículo de la policía nacional –dos agentes sin mascarilla en los asientos delanteros—se acercaba sigiloso, como un tigre al acecho de su presa. ¿Llevaría el padre el justificante de que su mujer trabajaba y no podía dejar a los niños solos en casa? Como no lo llevara, seiscientos euros como mínimo de multa y un mes en que quizá no podría pagar el alquiler.
            Leo en el teléfono las declaraciones de la ministra portavoz y quedo atónito. Sin duda se trata de una fake news. Busco y rebusco en los titulares de todos los diarios y no hay duda: la gran medida para hacer más llevadero el encierro de los niños es que puedan acompañar a sus padres a la compra o al banco, aunque no, por supuesto, cuando saquen a pasear al perro por el parque (¡un niño en un parque sin nadie, los ancianos caerían muertos por centenares!).
            Siempre he sido alérgico a la estupidez. El Consejo de Ministros del reino de España decide que, para “aplanar la curva” (lo he oído en la televisión acompañando al mantra “quédate en casa”), lo mejor no es que los niños paseen al aire libre, sino por estrechos pasillos entre las baldas del supermercado.
            ¿No será mi enfermedad psicosomática? En lugar de llamar a un médico, llamo a un amigo y pongo a Pedro Sánchez y a sus excelentísimos ministros como se merecen. Mano de santo. Los síntomas físicos comienzan a aliviarse. Eran solo una somatización del estupor y el cabreo. Me siento humillado, ofendido, pisoteado, maltratado. Y no por una panda de malhechores, sino por el Gobierno de España.
            Por la tarde, tengo clase. Dudo si anularla. Pero nunca he perdido una clase y no va a ser esta la primera vez. Enciendo el ordenador y me amina ir viendo aparecer, puntuales, las caras de los alumnos. Hablamos de Emilia Pardo Bazán, leemos y comentamos un artículo suyo de 1901, “Como en las cavernas”, y por una hora me olvido del Gobierno de España (¡qué mancha para cualquier persona que se valore a sí misma haber formado parte de este gobierno!) y soy feliz. El artículo termina con una frase que yo aplico, no diré a quién, pero resulta fácil de adivinar: “Execración eterna contra los que lo cometieron y contra quien no lo repruebe desde el fondo del alma con la tremenda severidad que inspira”.
            Y luego, cuando menos lo esperaba, recuperado de mi crisis de angustia, pero no del hundimiento moral (¡en mi país se toman las medidas más absurdas y crueles del mundo democrático!), un amigo me llama con la nueva noticia. ¡El Gobierno de España ha rectificado y permitirá salir a pasear a los menores de catorce años acompañados de un progenitor! 




Miércoles, 22 de abril
UN EXPERTO

Aún me dura la alegría por la liberación, muy limitada, de niños y niñas a partir del domingo (que fuera a partir de hoy, como parece lógico, ya sería demasiado). La medida llega mes y medio tarde, pero por lo menos llega.
Seguro que en el gobierno de España (los que han formado parte de él dentro de no mucho, avergonzados, lo ocultarán en su currículum) hay quien piensa que llega demasiado pronto, como los más descerebrados de mis conocidos y algún “experto” como Antonio Moreno, neumólogo pediátrico del Hospital Vall d’Hebron”, quien tras afirmar en una entrevista que el coronavirus apenas afecta a los niños y de que no hay ninguna prueba de que contagien más que los adultos (“en los próximos meses podremos saber si ocurre o no como con la gripe”), a la pregunta de por qué entonces un confinamiento tan estricto, responde: “Tiene mucho sentido porque, por ejemplo, durante el confinamiento estamos viendo en el hospital muy pocos niños con otro tipo de infecciones respiratorias, como bronquitis, neumonías, asma…”
Uno lee, vuelve a leer, y se frota los ojos. ¿Insinúa que, aunque desaparezca el coronavirus, debemos seguir teniendo a los niños para siempre confinados porque es la mejor manera de acabar con la bronquitis, la neumonía y el asma?
¡Pero en que manos está nuestra salud, Dios Santo! ¿No se le ha ocurrido pensar a este buen doctor que si llegan menos casos a los hospitales es porque se han cerrado la mayoría de las consultas y porque quienes se sienten enfermos, a menos que se estén muriendo, no encuentran quien los atienda? Y luego añade: “Yo creo que a los niños el aislamiento no les pasará mucha factura. Los niños tienen mucha capacidad de adaptación”. ¡Y este hombre es pediatra! ¡Merecía ser ministro del gobierno de España!
Al final, reconoce que los niños han estado mucho tiempo en casa y ahora no están infectados y difícilmente serán infectados. A pesar de eso dice que hay que ser muy prudentes, que se debe evitar que haya mucho contacto con otros adultos u otros niños.
No se preocupe, “experto”, que no lo habrá, salvo con su padre o madre, como en casa. Los españoles, preocupados por su salud, cumplen a rajatabla las medidas sanitarias –al contrario que las fuerzas del orden--; las que algunos se saltan –yo no, no soy tan valiente, pero bien que me gustaría ser capaz de atreverme-- son las arbitrarias, esas que no sirven para contener la enfermedad, sino para demostrar que quien manda manda y para tratar de llenar las depauperadas arcas públicas con multas de seiscientos, mil o más euros a quien se atreva a caminar solo, sin perro ni bolsa de la compra.


Jueves, 23 de abril
UN SUEÑO

Duermo tarde, poco y mal, y casi siempre tengo pesadillas. Pero esta noche no.
            Soñé que los rituales aplausos de las ocho de pronto se convertían en silbidos, pateos y gritos de “basta ya” y “vete, vete” y no duraban unos minutos sino que seguían y seguían. Cuando unos descansaban, otros ocupaban su lugar, así una hora y dos y un día entero hasta que nuevamente volvieron a convertirse en aplausos cuando comenzó a circular la noticia de que el presidente del Gobierno, nuevo Ceaucescu, había abandonado la Moncloa a borde de un helicóptero con rumbo desconocido.




Viernes, 24 de abril
ABISMOS DE LA CONDICIÓN HUMANA

----¿Pero es que no has aprendido nada en esta situación, Martín?, me pregunta un amigo.
            ----He aprendido algo que prefería no saber: que buena parte de mis compatriotas están escasamente dotados para el pensamiento racional, aunque hayan cursado estudios universitarios y conseguido asaltar los cielos del Boletín Oficial del Estado, y que son capaces de sacrificar la salud de los niños con cualquier pretexto, o sin pretexto alguno, aunque sean pediatras, padres o ministros de Sanidad.


45 comentarios:

  1. Yo asistí a aquella sorprendente presentación en la Alberti. Los espectadores, ante el torpedeo incomprensible de Trapiello, que le interrumpía a usted constantemente, al principio reaccionamos con perplejidad, incapaces de comprender la astracanada, pero según pasaron los minutos llegamos a la conclusión de que se trataba de una performance perfectamente ensayada con el fin de hacer una presentación alejada del convencionalismo. Puedo asegurar que la velada resultó tan divertida que hubiera habido o no impostura en la disputa resultaba indiferente. Lo curioso es que tiempo después leí con sorpresa en este foro la reanudación de su amistad con Trapiello. Me gustaría saber, si es posible, qué pretendía Andrés boicoteando el acto de forma tan burda y que explicación le ofreció a usted para recuperar la amistad. Perdone, pero si un supuesto amigo me hace lo que aquella tarde él le hizo a usted le niego la palabra para toda la vida. Fue lamentable, chabacano.

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  2. Enhorabuena por el homenaje, seguro que vendrán unos cuantos más, porque si bien es cierto que tiene usted unos cuantos enemigos íntimos, no es menos cierto que su labor como escritor, profesor, editor y crítico literario merece sin duda reconocimiento público.

    Y sí, por fin, después de tantos días de arresto domiciliario, nos dan la libertad condicional. A partir de hoy podremos salir a pasear con los niños, y ya para el próximo fin de semana empezaremos a hacer también los adultos lo que llevan haciendo todos los países civilizados desde el comienzo del Apocalipsis. Se ve que en el Gobierno son durillos de mollera (recordemos que el empecinamiento con el ensañamiento es una decisión política, no científica), han tardado más de mes y medio en homologarnos con el resto de Europa. Olé.

    Menciona usted también las asombrosas declaraciones del neumólogo pediátrico Antonio Moreno. Tela marinera, efectivamente. No olvidará uno, entre otros muchos, el papelón que ha desempeñado nuestra Asociación de Pediatría en España, quizás el mayor ejemplo de adultocentrismo en estos tiempos de pandemia y confinamiento. No se han dignado a abrir la boca hasta hace pocos días; eso sí, en el resto de países europeos podíamos leer, desde el principio de la pandemia, las llamadas a velar por la salud de los niños por parte de asociaciones pediátricas y psicólogos infantiles, reclamándose a los gobiernos medidas que paliaran las consecuencias del confinamiento. Lo de los psicólogos infantiles también se las trae. Excepto honradas excepciones, un silencio atronador. Recuerdo haber leído a una psicóloga infantil que decía que bueno, que no hay estudios que demuestren efectos negativos en los niños. Habría que recordarle a esta señora que no hace falta tirarse por la ventana para comprobar el efecto perverso que ese acto tendría sobre nuestra salud. En fin, como bien dijo usted hace unas semanas, la España enloquecida.

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  3. Muchas gracias, Luis, por tus palabras. Me reconcilian con mis compatriotas.

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  4. Hacía ya mucho tiempo que no intervenía en estos foros para hacer comentarios relacionados con la actualidad política. Rompo esa norma por una vez (será la última, espero) para recordar una vez más a JLGM, ya sé que en vano, que su problema no es que tenga ideas que otros no comparten, cosa muy natural, sino su irresistible tendencia a creer que sólo quienes las compartan pueden no ser "descerebrados", no estar "escasamente dotados para el pensamiento racional", etcétera, etcétera.
    NO. ¿Está claro? NO.
    Quien no piense como JLGM puede desde luego equivocarse (y él también, aunque es obvio que, fingiendo creer en esa posibilidad, deja claro con todo cuanto dice que de hecho no sólo no cree en ella, sino que le parece simplemente inimaginable); pero eso NO SIGNIFICA, crea él lo que crea y diga lo que diga, que sea un "descerebrado". Como no lo era, por ejemplo, Borges, a pesar de ciertas opiniones políticas suyas que, de haberse atrevido a ello, habrían llevado a JLGM a aplicarle calificativos aún peores.
    En resumen:
    1) Es perfectamente posible no estar de acuerdo con JLGM en cuestiones políticas o sociales sin que eso le convierta a uno en un "descerebrado". Más aún, es perfectamente posible que en alguna de esas cuestiones tenga él, en efecto, razón, sin que por ello quien se equivoque al oponérsele carezca de cerebro. Aunque ese hecho, del todo elemental, esté no sólo más allá (parece) de la comprensión de JLGM, sino incluso de su imaginación.
    2) Una frase que más de una vez he repetido aquí dice que es necesario no sólo tener la razón, sino también no perderla por el camino. Eso es, a mi modo de ver, exactamente lo que tiende a ocurrirle a JLGM; que, incluso cuando lleva razón, la pierde por su incapacidad constitutiva de aceptar que a quien no la lleva no tiene por qué pasarle eso ni por estupidez ni por maldad, que hasta las personas de indiscutible inteligencia (caso de Borges) pueden equivocarse, y hacerlo de buena fe.
    Y ése es su problema en estos asuntos; que, incluso cuando tiene razón (y no digamos cuando no la tiene, cosa perfectamente posible aunque en la práctica demuestre una y otra vez que a él no se lo parece), "le pierde la boca", como suele decirse.
    Un saludo.

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  5. Qué rebuscado comentario, Jose C. A. Pues claro que me equivoco, me he equivocado tanto como cualquiera, y soy el primero en reconocerlo y rectificar cuando lo descubro. Tenga en cuenta que, en este mismo blog, defendí con uñas y dientes a Pedro Sánchez cuando se le defenestró de la secretaría de su partido y luché para que volviera a ella (incluso me afilié al PSOE para poder votar a su favor en las primarias). Cambié de opinión en cuanto comprobé que, para combatir la epidemia, tomaba medidas que perjudicaban a los ciudadanos y que en nada contribuían a combatirla. Rectificar cuando me equivoco y pedir disculpas está en mi manera de ser; no me podría mirar tranquilamente al espejo cada mañana si no lo hiciera.
    Por eso, no tenga duda de que rectificaré de inmediato en cuanto Jose A. C. me dé alguna razón, una sola, de que salir desde hoy los niños pequeños de la mano de su progenitor, sin acercarse a otras personas, y por tiempo limitado, es posible y, sin embargo, no lo era el 15 de marzo. Deme una razón, una sola, de que esa medida (que se aplicó desde el principio en Inglaterra, en Francia, en Alemania, etc) entonces contribuía a la difusión de los contagios y ahora no. Una medida, por cierto, que causaba un grave daño a la infancia y sobre la que algún día se pedirán responsabilidades. Deme una sola razón y rectifico.

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    1. Vuelva JLGM a leer mi comentario, y verá que yo no le reprocho que se equivoque (a todos nos pasa), aunque sí que esté menos dispuesto a reconocerlo de lo que cree. Le reprocho que sea incapaz de hablar de las posibles equivocaciones de los demás sin recurrir de inmediato a la descalificación personal y al insulto.
      Como ya decía en mi primer mensaje, es perfectamente posible que uno pìense otra cosa que JLGM sin que, tanto si acierta al oponérsele como si se equivoca, tenga por ello que carecer de cerebro. Y reaccionar automática y sistemáticamente así, como él lo hace, es perder toda la razón, poca o mucha, que pudiera tenerse.
      ¿Está claro ahora lo que quiero decir?
      Pues eso.

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  6. Pues está claro, pero es totalmente incierto. ¿Cuándo he descalificado yo a alguien o recurrido al insulto porque afirmara que Vicente Aleixandre o Antonio Gamoneda son grandes poetas? ¿O que se vive mejor en una aldea que en Nueva York?
    Sospecho que Jose no se ha enterado del todo de qué va el asunto: el gobierno de España ha limitado los derechos y ha perjudicado gravemente la salud de seis millones y medio de niños sin razón alguna sanitaria que lo justifique (podían haber salido una hora al día, como ahora, respetando como ahora la distancia social, como se hace en Inglaterra, Francia, Alemania, etc.) Esa medida solo puede haberse debido a dos razones: desinformación (algo imposible, podían consultar a los mejores expertos y a los gobiernos de los otros países de la UE), maldad o intento de tapar una dejadez inicial siendo más duros que nadie (doble maldad). ¿Esto es insultar? Pues a los maltratadores de los niños o de las mujeres no tengo ningún problema en insultarlos, son malas gentes, y los que los justifican y aplauden desde su encierro en casa también. Y eso nada tiene que ver con discusiones académicas o políticas o de otro tipo. Tiene que ver con la defensa de los derechos humanos. No se puede privar a nadie de libertad ni dañar deliberadamente su salud "por si acaso", tiene que haber razones muy justificadas. Y en este caso, mientras alguien no dé razones de lo contrario, no las había. Y si no las había es Jose quien tiene que rectificar y pedir perdón si ha apoyado la barbarie.

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    1. Vale; referirse a quienes no estén de acuerdo con él como "descerebrados" y demás cosas, o, en otras palabras, no admitir la posibilidad de que si alguien se equivoca lo haga pese a todo con inteligencia y de buena fe (y no digamos la de que sea él quien se equivoque) no es descalificar o insultar a nadie, son meras definiciones.
      Ya dije al principio que sabía que era inútil. Confirmado eso más allá de cualquier duda razonable, lo dejo.
      Un saludo.

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  7. Aplícate el cuento, Jose. Lo que tú piensas de que es inútil discutir conmigo es exactamente lo que muchos piensan de debatir contigo.
    Voy a mirarme mucho para que no te sientas ofendido. ¿Pero de verdad no distingues entre tener distintas opiniones sobre si es mejor bajar o subir los impuestos, votar a este partido a al otro y apoyar normas lesivas contra los ciudadanos, especialmente los niños, y aplicarlas por medio de cuantiosas multas? ¿No distingues entre que alguien defienda que hay que apoyar más las humanidades mientras otro diga que la mayoría de los recursos deben ir para las ciencias y quien defienda a las mujeres frente a los que justifican los malos tratos por parte del marido? No lo distingues, ¿de verdad? Pues, querido amigo, si es así, yo no añadiré ni una palabra más, para que no te hagas la víctima (las víctimas son otros: en el caso objeto de este debate los niños, que no tienen ni voz ni voto), y dejo que cada lector de estos comentarios (si los hubiere) forme su propia opinión.
    (Por cierto, si realmente fueras consecuente y consciente de la inutilidad de tu empeño, debería dejar sin apostilla esta nota.)

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  8. Me ha interesado esta última discusión. Está en juego el concepto mismo de debate.
    Descerebrado, sólo en el uso médico o veterinario significa "privado de cerebro". En el uso coloquial ordinario es sólo "de muy escasa inteligencia" y se acerca mucho a los adjetivos insensato o estólido. ¿Es la aspiración de Jose C.A. erradicar de raíz el uso de dicho adjetivo? El término existe, está en el diccionario y está para aplicarse allá donde convenga, imagino. Da la impresión (espero no malinterpretar) de que Jose C.A. propone una relativización profunda de las conductas y de los modos de razonar, de modo que todos fuesen más o menos aceptables y más o menos válidos, y en ningún caso se pudiese calificar a nadie de estólido o de descerebrado. Pero hay muchos ejemplos, incluso aristotélicos, de razonamiento estólido o descerebrado, y no parece útil, ni posible, desterrar el adjetivo. Cuando alguien argumenta, por llamarlo de algún modo: "todos los escritores son envidiosos, algunos envidiosos son criminales, luego todos los criminales son escritores", en primera instancia se le puede calificar de extraviado o de confundido, pero si insiste, estaría justificado tacharlo de insensato o de descerebrado.
    En nuestra presente tesitura, y de acuerdo a todo lo que se conoce, hay más posibilidades de contagio en un tren o un autobús con cierto número de usuarios que en un campo, en un camino rural o en un parque. Sin embargo, se ha autorizado lo primero y desautorizado lo segundo. Podría tratarse de un mero error si nadie hubiese avisado ni explicado. Pero se ha denunciado a lo largo de semanas, se ha comparado con la práctica de otros países, algunas asociaciones e instituciones han protestado, sin ningún resultado. Por lo tanto, seguramente estaría justificado plenamente calificar la encerrona obligada e indiscriminada como fruto de una decisión estólida, abusiva e incluso, por qué no, descerebrada.

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    1. No; la aspiración de quien esto escribe es el debate civilizado, que como tal excluye por principio el argumento ad hominem o el ataque y la deescalificación personales. Primero, por la falta de educación que suponen. Y, segundo, porque nada tienen que hacer en un debate así, civilizado, o que se pretenda tal, porque no se trata de eso. Si yo soy, ética o intelectualmente, la peor persona del mundo, y mi posible contradictor todo lo contrario, pero yo digo que dos y dos son cuatro y él que son veintisiete, tendré razón yo, no él, a pesar de todo, ya que es sobre ideas, no sobre las cualidades o la falta de ellas de los interlocutores, sobre lo que se supone que estamos discutiendo.
      Alguna vez he recordado aquí una anécdota que cuenta Borges. A cierto caballero, durante una discusión, le arrojaron a la cara un vaso de vino. Él, sin inmutarse, le replicó a su agresor: Esto, señor, es una digresión, espero su argumento. Es exactamente lo mismo, a mi parecer; y el "descerebrado", el equivalente verbal del vaso de vino.

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    2. Particularidades raciales y culturales aparte, existen los feos, Jose C.A. Existen feos chinos, americanos, europeos y bantúes, y proscribir el uso de la palabra feo no eliminará la fealdad.
      De igual modo, y por desgracia, existen los descerebrados, y prohibir el uso del término no eliminará la estulticia, pero empobrecerá el lenguaje.
      ¿Que por un prurito de buena educación haya que evitar llamar descerebrado al estólido? Pues bueno, como recomendación buenista se puede aceptar, pero me parece más bien irrelevante, y siempre habrá ocasiones donde la contundencia exija llamar al pan pan y al vivo vino.

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    3. Por lo que veo, se niega usted a entender lo que, sin embargo, es claro. ¿Dónde he dicho yo que haya que prohibir nada? Tampoco he dicho que haya que prohibir la expresión, tan antigua como castiza, "hijo de p...". No obstante, comprenderá usted que utilizarla en un debate es sacarlo de los términos de respeto y civilización que se supone deben presidirlo, y llevarlo al terreno de la ofensa personal. Y decir eso ni es "buenista" ni deja de serlo: es simplemente un hecho.
      Si usted no quiere entenderlo, yo no puedo hacer más. Estaríamos en el caso de la anécdota del doctor Johnson, quien al responderle un interlocutor, tras haberse él explicado con todo detalle y paciencia, que no le entendía, le contestó: "He buscado para usted un razonamiento. No estoy obligado a buscarle también un entendimiento".

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    4. Tercio en el debate. En estos comentarios se intercambian argumentos. Si alguien utiliza razonamientos tramposos, llamarle tramposo no es un insulto ni una descalificación: es simplemente lo que hay que hacer. Y quien identifica eso con llamarle "hijo de puta" o cosas peores (a mí me lo llaman en comentarios a los que no doy de paso) es no entender nada. Los insultos personales están de más, los calificativos, por duros que sean, a la manera de razonar de ciertas personas son bien venidos. Y si no se creen merecidos se dan las razones para ello, pero no se declara uno ofendido y se hace el pobrecito. Ofendido, ¿por qué? A mi me alegra que me descubran algún error en lo que digo; siempre rectifico, si es verdaderamente un error, y doy las gracias. Pero si hay discrepancias en asuntos que tienen que ver con los derechos humanos (que la libertad de las personas solo puede limitarse con causas muy justificadas y no por capricho o "por si acaso") ahí entramos en otro terreno en el que no estoy dispuesto a rectificar. En lo que se refiere a la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, por ejemplo, me declaro absolutamente dogmático.

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    5. A ver, Jose C.A., yo diría que le he comprendido bien desde el principio. Usted propugna que en el debate los participantes atiendan exclusivamente a la validez de la argumentación, sin aludir para nada a la cabeza (más o menos) pensante que la ha producido. Y que se haga así por una elemental motivación de buenas maneras, o de civilización y educación. Le encantaría, deduzco, aquel famoso algoritmo razonador leibniziano, frío y eficiente, capaz de analizar sin emociones la validez de las argumentaciones.

      Pero si usted se fija, centrarse en el argumento es lo que hacemos en casi todos los debates, máxime en los debates anónimos. No podría ser de otra manera, ya que se desconoce mayormente la psicología del oponente, sus destrezas mentales, sus cualidades, sus limitaciones. Lo que se evalúa y cualifica no puede ser la persona, sino lo producido por ella (aunque la gramática desoriente).

      Por otro lado, y centrándose en la argumentación, estará usted de acuerdo en que hay argumentos que merecen la calificación de estúpidos, majaderos e insensatos, como el pseudo-silogismo que yo citaba más arriba. Y casi a cualquiera le va a resultar difícil sustraerse a la conclusión de que un razonamiento estúpido ha sido producido por una cabeza estúpida, siquiera momentáneamente estúpida; de que un razonamiento majadero procede de un majadero, aunque sea un majadero temporal; y de que una argumentación insensata emana de un entendimiento insensato. A fin de cuentas hemos ganado muy poco, y su anhelo de maneras exquisitas no va más allá de un prurito bienintencionado pero pueril.

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    6. Para uno y otro: está claro que hablamos idiomas diferentes, y que, por tanto, es inútil tratar de entenderse. Sin duda, ambos creen que si yo JAMÁS hablo de "descerebrados" y otras cosas semejantes es porque no se me ocurre, porque no tengo imaginación, o inteligencia, suficientes para llegar a calificativos tan lúcidos.
      Aquí lo dejo, pues. Un saludo.

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    7. A ver si es verdad, Jose, que lo dejas. Está de sobra clara la postura de uno y de otros. Que el lector imparcial decida quién tiene más razón.

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  9. ¿Se puede saber por qué ha retirado el administrador del blog el comentario de un lector que hacía mención del, según él, comportamiento insensato que se veía ayer en ciertas calles del país, y que tenía que ver con el incumplimiento flagrante de la obligación de mantener la distancia física prescrita por el gobierno? ¿Temerá que ese testimonio eche por tierra sus incondicionales muestras de confianza en el correcto comportamiento de la ciudadanía española?

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  10. Había aquí unos comentarios anónimos sobre si he visto o no las salidas masivas de niños con sus padres que se produjeron ayer al parecer ayer en Barcelona y en no sé cuántos sitios. Esos comentarios desaparecieron no sé cómo. Al ir a contestar no los veo.
    Respondo igual: no los he visto, ni sospecho que el Anónimo preocupado tampoco. Lo que yo he visto, al ir a comprar el periódico al mirar por la ventana (vivo al lado de un parque) son niños que caminan temerosos de la mano de su padre, la mayoría con mascarilla (aunque resulte innecesaria), lejos siempre unos de otros. Y en el parque (me asomaba cada poco) jamás ningún padre o madre con niños a menos de veinte o treinta metros de otro (nunca hubo más que cuatro o cinco).
    Esa es la realidad aquí y supongo que en la mayoría de los lugares, que cada uno hable de lo que ha visto, no de lo que le han mandado por Internet.
    Mi desprecio hacia los que hacen circular bulos contra los más débiles (antes los emigrantes, ahora, quién nos lo iba a decir, los niños) es grande, pero es mucho mayor, casi infinito, hacia quienes se los creen porque confirman sus prejuicios.
    Mala gente, Anónimo, mala gente. ¿Alguien adulto y con dos dedos de frente puede creerse que si los padres, durante mes y medio, han tenido a sus hijos encerrados en casa, respetando las normas con mucho sufrimiento, ahora que pueden sacarlos una hora de casa no iban a respetarlas?
    Otra cosa es que pueda haber incumplimientos antes y ahora. Pero estamos hablando de seis millones y medio de niños, ¿cuántos incumplimientos tendría que haber para que fueran significativos? ¿Sabe usted siquiera cuánto es el uno por ciento de esa cantidad?
    Otra Anónimo nos sale con la que se va a armar cuando se permita el día 2, si se permite, salir a pasear a los adultos con ciertas condiciones. ¿Y por qué no se armó, buen señor mío, cuando se permitió sacar a los perros, ir al supermercado o a comprar tabaco o el periódico? ¿No temió usted entonces que la gente aprovechara la compra del periódico para comentar las noticias en grupo o la compra de tabaco para fumarse un cigarrillo al sol con los amigos?
    Si no lo temió entonces, ¿qué es lo que teme ahora? No sé si sentir hacia estos anónimos (y a tantos otros que opinan como ellos) piedad o desprecio, mejor ambas cosas, pero más lo segundo que lo primero. Pobres gentes. Y también malas gentes cuando con sus bulos hacen daño a los más débiles, a los que debíamos proteger ante todo.

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    1. Vamos a ver, sr. Martin, hablemos en serio y dejémonos de victimismo palestino. El día 2 habrá un número considerable de españoles que aprovechará la salida para ir a visitar a familiares y a amigos. Eso lo sabemos todos. Y esas indisciplinadas visitas originarán multitud de contagios. No hay que ser tan perspicaz como usted para intuirlo.
      Y no se originarán en Andalucía fiestecitas con cañitas y gambitas a las que asistan cinco o veinticinco salados?

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    2. Anónimo, ¿es usted un ser humano o un robot? Tengo mis dudas. Tendría que haber aquí una prueba para comprobarlo como en ciertas páginas de Internet. ¿No se da cuenta de que esa suposición suya es una solemne majadería (lee bien, es la expresión correcta y se refiere a la suposición, no a usted, exista o no exista)? Si alguien quiere hacer visitas a familiares y amigos, ¿por qué ha de esperar al día 2? ¿Por qué no aprovechar las múltiples posibilidades de salida legal que hay ahora: ir al trabajo (mucha gente trabaja fuera de casa), a la compra, a por tabaco? Según este anónimo (persona humana o robot), la gente respeta ahora las normas (con las excepciones inevitables, que se multan en la mayoría de los casos), pero a partir del 2 se van a incumplir mayoritariamente, va a haber una especie de indisciplina colectiva. Difícil tomar en serio un razonamiento así (si es que es un razonamiento, algo bastante dudoso).
      Y lo peor es que me temo que Anónimo no es un robot, sino un ser humano y que en la entontecida (por el encierro) España de hoy hay muchos y muchas como él (o ella).

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    3. El arranque del Anónimo ya lo define sobradamente. "Victimismo palestino". Hace falta sufrir escasez de seso y exceso de boca o de bocaza. No es lo mismo ser victimista que ser víctima. Cuando te están masacrando a diario eres víctima. Directamente.
      Y sigue el tío: "Eso lo sabemos todos. Y esas indisciplinadas visitas originarán multitud de contagios". O sea, que además tiene cualidades proféticas y un manifiesto desprecio por la sensatez de los españoles. Un gran patriota, eso está fuera de duda, y acérrimo seguidor de aquel lema "vivan las cadenas".

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  11. Si los de Vox leyeran tu diario te harían militante de honor. Ya quisieran unos cuantos miles de garcíamartines tan dispuestos a colaborar.

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  12. ¿Y quién te dice que no me leen? ¿Por qué crees que ha adoptado medidas tan sensatas y democráticas en la crisis actual? Ahora solo me falta convencerles de que apoyen a los ciudadanos de Cataluña en su exigencia de un referéndum y de que colaboren con todas sus fuerzas en la defensa de los inmigrantes. Me parece que me será omás fácil convencerlos a ellos que a ti.

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    1. José Luis:
      El problema se llama Delirium tremendo o Ascensión al cielo en el carro de Elías. Lo que hacen los años....

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  13. ¿Ha caído también Piquero en la cuenta de que a este hombre le debió de aflojar algún tornillo el coronavirus? Le vengo observando y estoy convencido
    Perdón por el atrevimiento pero así lo percibo.

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  14. La ironía es el lenguaje de la inteligencia, ingenuo Paseante.

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  15. Si usted dice que eso es inteligente ironía... Solo soy un modesto psicólogo y no discuto nunca en el trabajo.

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    1. No sé que es "eso", señor "psicólogo". Mi respuesta era ironía, broma, etc. ¿Alguien, por muy anónimo paseante o psicólogo que sea, puede creer que si yo digo que estoy tratando de convencer a Vox de que apoyen a los independentistas catalanes estoy hablando en serio? ¡Qué lectores tiene uno, Dios mío! Menos mal que ya me he dado cuenta de que la mayoría de los que entran en estos comentarios ni son lectores míos ni se enteran muy bien de qué van las colaboraciones semanales (anticipo de un libro en marcha) que se reproducen en el blog "Café Arcadia".

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    2. Debo de haber entendido mal; me refería a otras respuestas suyas que ( y es mi falible interpretacion) pretendían ser ingeniosas, afiladas de intención, y que yo hallaba desquiciadas. O sea que me remitía a cosas escritas antes de esa mención a Vox, que si se nota que es una evidente provocación suya.
      Disculpe el posible error.

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  16. Vaya emperramiento ridículo, el de no coincidir con Vox. Yo coincido con ellos en no cruzar la calle cuando vienen camiones, o en mi derecho a salir si cumplo las medidas de higiene y profilaxis.
    Lo que importa no es coincidir, sino en qué se coincide. Hay que alarmarse cuando se coincide en ilegalizar consultas ciudadanas, en "primero los españoles" aunque sean impresentables, en las fronteras eternas aunque sean contra la voluntad ciudadana, o en eliminar impuestos a los poderosos para que el Estado lo subvencione la clase trabajadora. Eso sí que es grave, Mr Piquero.

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    1. Claro que es difícil no coincidir. Yo coincido con Abascal en que los dos somos morenos. Afortunadamente la barba de la corté hace tiempo. Incluso coincido con la Monasterio en que los dos somos de Madrid (creo) aunque no vivo en un loft ilegal. En algo nos teníamos que diferenciar.
      Cambiando de tema: tiene razón nuestro anfitrión (perdóneseme el ripio pareado) en que los comentarios al blog están degenerando. La prueba es este que estoy escribiendo.

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    2. Hay más cosas en que es grave coincidir con Vox, como por ejemplo ayudarles, queriendo o sin querer, en la campaña más sucia y retorcida que se haya visto nunca para derribar a un gobierno, recurriendo incluso a noticias falsas y a todo tipo de trampas y mentiras, con absoluto desprecio de los ciudadanos. De todas maneras, Sonia, respecto a coincidir con Vox, una vez coincidí con ellos en una cuestión de detalle (más o menos como lo de no cruzar la calle que usted dice) y el señor García Martín me colgó un sambenito de amante de Vox que para muchos todavía llevo.

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  17. Si alguien utiliza una campaña de falsedades y mentiras para derribar al gobierno, puede usted estar seguro que entonces no coincide conmigo. Todo lo que yo digo contra las acciones arbitrarias del gobierno en esta crisis (multar a quien camina solo lejos de cualquier otro ciudadano únicamente porque no lleva perro) está rigurosamente demostrado. Yo no critico algo que conozca por Internet sino lo que he visto "con mis propios ojos".
    Una lección de lógica, amigo Piquero: determinadas acciones políticas son reprobables y otras no independientemente de que coincidan o no con lo que propugna Vox. Da un poco de vergüenza tener que escribir esto, pero su empecinamiento lo hace necesario. Usted coincide con Vox en la defensa a ultranza de la unidad de España (o eso creí entender, puedo estar equivocado), yo en que varias de las medidas del confinamiento son un disparate. ¿Y qué? Yo seguiré defendiendo lo que defiendo si estoy convencido de ello coincida con quien coincida. No voy a dejar de ser vegetariano porque Hitler también lo fuera.

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    1. Has vuelto a hacerlo. A tergiversar mis palabras y mis argumentos hasta hacerlos irreconocibles. Una manipulación absoluta que deja a los de Vox en aprendices. Si es la única manera que tienes de discutir, yo ya sinceramente paso.

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    2. Todos los partidos politicos hacen uso de infinidad de marrullerias para destronar al gobernante.Parece mentira que haya que decirlo.Solo falta poner la memoria reciente en marcha y recordar el inmaculado ascenso al poder de Pedro.
      En esta trágica crisis hay dos partes: la primera, hasta mediados de marzo, en que el Gobierno ignoró irresponsablemente que el León que estaba mordiendo en Italia lo haría aquí al cabo de muy pocos días.
      Y la segunda, en la que a mi modo de ver lo esta haciendo con una prudencia y eficacia exquisita.
      Se puede opinar sin hacer referencia a Vox, pero con criterio independiente. Lo malo es ser del Betis y negar la existencia del Sevilla porque ellos son muy malos.

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  18. Piquero, ¿pero de verdad hablas en serio? Dices que tergiverso tus palabras cuando yo ya indico que quizá he entendido mal. ¿No se te ocurre que, en lugar de acusarme y quejarte, para rebatir lo que digo bastaría con que repitieras aquí las palabras en cuestión? Así quedaría constancia de una vez por todas que no coincides en absoluto con Vox (eso que tanto te preocupa).

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  19. Sí, sin duda manipulo la mente y te haré decir lo que no quieres decir.

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    1. Entre joseluises anda,el juego. O Sopa de Gansos versión asturiana.

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    2. Joseluises: JALOUSIES, en francés, me había parecido leer.

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  20. El caballero verde1 de mayo de 2020, 20:22

    Que comentarios tan tontos. Que falta de respeto al autor de este blog.
    Tiene razón, los niños tienen que salir.
    Hay una cosa que no entiendo, porque, si vas a la playa, no te puedes bañar? Que me lo expliquen.

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