Sábado, 18 de enero
ENSEÑANZAS DE LA EDAD
No perder de vista las estrellas mientras se camina al borde
del abismo. No dejar de amar cuando se deja de estar enamorado. Que la meta
final de todo viaje sea siempre la misma: el punto de partida.
Domingo, 19 de enero
OTROS TIEMPOS
De vez en cuando me gusta agitar la charca en que pululan
los malos poetas, sacarles de sus casillas. Pero ya casi nadie entra al trapo.
Echo de menos los años ochenta, en que lanzaban andanadas contra mí una semana
sí y otra también desde sus suplementos provinciales. ¿Dónde está aquel
maravilloso panfleto de La fiera
literaria, que no dejaba libre de insulto a nadie que tuviera talento o
éxito? ¿Dónde los enemigos feroces de la
poesía de la experiencia, los García Pérez y los Rodríguez? Desaparecieron como
verdura de las eras. Resultaban más divertidas las guerras poéticas de antes que
las escaramuzas políticas de ahora.
Lunes, 20 de enero
EN LOS COMIENZOS
El próximo lunes, en el Ateneo Jovellanos de Gijón, he de
dar una conferencia sobre medio siglo de vida literaria.
Hace
exactamente cincuenta años, en 1970, me dirigía yo a clase cuando en el
escaparate de una librería, me llamó la atención un libro titulado Nueve novísimos y con una faja
publicitaria (no la he vuelto a ver) en la que se leía: “¿La futura poesía
española?”
Lo compré y
lo devoré de inmediato. Me interesaron más las poéticas que la mayoría de los
poemas –se salvó Gimferrer, de quien pocos días después compré Poemas 1963-1969– y fue como encontrar
de pronto a mis contemporáneos. Seguí de cerca el revuelo que causó una antología denostada por todos, por los poetas sociales y por los oficiales.
Alguna
influencia de esa lectura hay en los poemas de Marineros perdidos en los puertos, un libro que a finales de
diciembre de ese mismo año envié a un concurso en Burgos. Recogí el premio el
verano del año siguiente --en un acto en el que la estrella invitada era Félix
Grande--, pero no se publicó hasta 1972, cuando ya mis intereses comenzaban a
ir por otro camino.
Mejor o
peor, nunca tuve vocación de poeta local. Nadie había leído mi primer libro
cuando se publicó. El primer lector –aparte de los miembros del jurado– fue
Vicente Aleixandre o al menos el primero que me escribió comentándomelo. Y el
primer poema que publiqué apareció en septiembre de 1971 en la malagueña Caracola, una revista en la que habían
colaborado Juan Ramón Jiménez y Luis Cernuda.
¿Cómo
entraba entonces un joven aprendiz de poeta, poco sociable y aislado en Avilés, con la literatura de su tiempo? No
existía Internet, no era tan fácil como ahora estar en contacto con lo que se
publicaba en cualquier lugar del mundo.
En la librería Santa Teresa
recibían Poesía española, que dirigía
José García Nieto, y una de sus secciones consistía en dar cuenta de las otras
revistas poéticas que se publicaban en España. Por ella me enteré yo de la
existencia de Caracola, de la
existencia en Salamanca de Álamo, que
dirigía Juan Ruiz Peña, el autor del manual de literatura que yo había
estudiado en el bachillerato, o de la existencia de Artesa en Burgos y del premio que convocaba para autores nuevos.
Ahora, y
supongo que entonces, hay poetas que envían sus versos a cualquier revista de
la que tienen noticia, sin haberla hojeado siquiera, pidiendo que los
publiquen. A Clarín me llegan muchas
vaguedades poéticas por “si publicamos versos”. Yo, antes de mandar ninguna
colaboración, pedía contra reembolso el último número de la revista que me
interesaba. Luego, si me gustaba, me suscribía. Y solo más tarde, si me parecía
que encajaba, enviaba una posible colaboración.
En 1975
creé mi propia revista, Jugar con fuego, que
llené de heterónimos antes de conocer a Pessoa. Como no tenía con quien hablar
de literatura, me inventé un grupo literario. Siempre he sido un hombre de
recursos. Les envié un ejemplar de muestra a los escritores que admiraba. ¿Cómo
sabía su dirección? Muy fácil, leía en la biblioteca Bances Candamo Cuadernos Hispanoamericanos, que tenía
la costumbre de poner, junto a la firma de los colaboradores, su dirección
postal, como hoy en algunos casos se informa del correo electrónico.
Uno de mis
heterónimos le gustó a Juan Gil-Albert, un escritor que entonces se había
puesto de moda, y cuando dos jóvenes poetas de Sevilla, Fernando Ortiz y
Abelardo Linares, proyectaron dedicarle un volumen de homenaje como primer
número de la revista Calle del Aire,
les pidió que se pusieran en contacto con Alfonso Sanz Echevarría y le pidieran
colaboración. Y ese fue el origen de mi relación con dos poetas que pronto
incluiría en Las voces y los ecos, ya
en reacción contra la estética novísima, y de mi relación editorial con
Renacimiento, que todavía dura.
¡Cuántas
cosas han pasado en este medio siglo! Pero yo tengo la impresión de que sigo
siendo el mismo de entonces, alguien antipáticamente seguro, no tanto de lo que
le interesaba en literatura y de lo que no, sino de lo que valía y de lo que
no.
Siempre
tuve claro de lo que era en literatura la primera, la segunda y la tercera
división, que nada tenía que ver con la mayor o menor fama, con vender mucho o
poco. Yo siempre aspiré a jugar en primera y en la selección nacional. Y
siempre supe quiénes no pasaban ni pasarían de la tercera, aunque coleccionaran
premios (o por eso mismo). Si el poeta es amigo mío, procuro disimularlo. Pero
siempre se me nota y no tarda en dejar de ser amigo.
Martes, 21 de enero
VIVIR SIN ESTAR VIVIENDO
¿Qué es de Antonio Gala? ¿Vive todavía?, me preguntan. Y yo
pienso con tristeza en esos casos en que, cuando el telón desciende, ya hace
mucho tiempo que la función ha terminado.
Miércoles, 22 de enero
UN ENCUENTRO
De pronto, ordenando papeles en mi despacho del Milán,
aparece un número de Plural, la
revista cultural del diario mexicano Excelsior
que fue dirigida un tiempo por Octavio Paz (la abandonó para fundar Vuelta). Es un monográfico de noviembre
de 1987, “70 años de cultura”, dedicado a la Unión Soviética: “70 años cumple
la revolución que cambió, no solo un país, sino el mundo entero. 70 años con
errores y aciertos, en los que son los aciertos los que han ido quedando, a
veces penosa, pero siempre progresivamente. 70 años también de críticas justas
y calumnias torrenciales, y 70 años de cambios que además han determinado una
nueva cultura, nuevas maneras de interpretar la vida, diferentes lenguajes,
hasta llegar a una nueva efervescencia en nuestros días”.
¿Quién iba
a decir entonces que, dos años después, toda aquella fortaleza se desmoronaría
como un castillo de arena? Ni los partidarios ni los detractores podían
imaginárselo.
Buena parte
del número está dedicado “a los más grandes poetas del país soviético, desde
Alexander Blok hasta Evgeni Evtushenko”. A ellos se les añade “la traducción de
algunos poemas de una sorprendente niña que, por la profunda conciencia humana
y la calidad de su palabra, es claro que no se trata de un precoz fuego de
artificio”.
Esa niña es
Nika Turbiná, que tenía trece años en 1987 y que ya había publicado un libro y
participado en multitudinarios recitales. Leo un poema suyo, escrito a los seis
años: “La lluvia, la noche, la ventana rota. / Los trozos de vidrio / se
ciernen en el aire / como hojas / que no se lleva el viento. / De pronto, un
crujido. / De la misma forma / se quiebra la vida del hombre”. Otro poema, que no
acabo de creerme que fuera escrito a los ocho: “Tú y yo hablamos / en idiomas
distintos / con las mismas palabras. /
Tú y yo vivimos / en diferentes islas, / aunque en la misma casa”.
En 1983, ya
famosa, declaró: “Comencé a hacer versos de palabra, cuando tenía tres años…
Golpeaba con los puños las teclas del piano y los componía… Los versos vinieron
a mí como algo increíble que le sucede a la gente y luego se va… Pero mientras
no se ha ido es como un sueño que no desaparece. Mientras escribo, siento que
lo puedo todo, solo con que lo desee mucho, mucho… Hay tantas palabras dentro
que hasta me pierdo en ellas”.
¿Qué habrá
sido de esta niña prodigio, que ahora tendrá cuarenta y seis años?, me
pregunto. Por unos momentos, mientras tomo un café, fantaseo sobre su vida. De
pronto, me doy cuenta de que la respuesta la tengo en el teléfono. No fue larga
esa vida: murió a los 27 años. De una caída, dicen en la Wikipedia. Otras
páginas lo aclaran: tras una fiesta con unos amigos, en un quinto piso, estos
la dejaron sola para ir a comprar más bebida y comida; ella se sentó en la
ventana, con las piernas hacia fuera, y se cayó o se tiró o simplemente se dejó
caer. No era la primera vez: ya había quedado malherida al caerse de un balcón,
necesitó doce intervenciones quirúrgicas.
Fue breve
la vida de esta poeta precoz, pero inmensamente desdichada. Conoció en su
infancia una fama prodigiosa: fue traducida a más de una docena de lenguas,
Evtushenko la llevó de gira por Estados Unidos y la protegió hasta que temió
que le hiciera demasiada sombra.
A los trece años comenzó a ser
olvidada, como un juguete roto, nunca mejor dicho. A los dieciséis se casó en
Suiza con el director de un hospital psiquiátrico sesenta años mayor. Le
abandonó para volver a Moscú. Alcohólica, de precaria salud mental, la muerte
fue para ella una liberación.
Hace una
hora yo no sabía siquiera de su existencia y ya he podido leer muchos poemas
suyos en distintas páginas de Internet y encargado su libro La infancia huyó de mí, traducido por
Natalia Litvinova y publicado en 2018 en Buenos Aires.
También la
he visto, con el cigarrillo en la mano y el vaso sobre la mesa, y la he
escuchado recitar sus poemas. Ya forma para siempre parte de mi colección de
fantasmas.
Jueves, 23 de enero
FRUSTRADO Y PERDIDO
Respiro aliviado: desde México, el adalid de los vates no
clónicos responde a mis alusiones. Poeta frustrado y perdido en mi Vetusta
mugrienta, me llama. Y lacayo del poder y limpiabotas de García Montero y unas
cuantas lindezas más.
Mientras se
metan con uno, uno es alguien. Pero la edad nos vuelve tan insignificantes que
cada vez resulta más difícil conseguirlo.
El título "Autorretrato de desconocido" es memorable. Brillantísimo. (Y sin embargo, muy probablemente, aplicable a todos los autorretratos).
ResponderEliminarMe hiciste recordar los poetas de Gijón en la época de la foto. Rosa Espada, José Bolado y otros. Uno de estos otros me habló tan mal de ti que me dejó con ganas de conocerte. No me arrepiento. Buen poeta, buen narrador y buen pensador. ¿Con manías de ser un atractivo personaje? Sí, también.
ResponderEliminarGracias, Jesús. Pero no "con manías", todo lo más "con deseos" (frustrados, me temo).
ResponderEliminarSi regreso a tiempo de Mombasa, igual el lunes paso. Escucharía otra vez -de darse esa circunstancia- el casque de la voz, las sibilancias martinianas..., si bien me suelo aliviar en casos semejantes con una técnica mental que uso mucho: practicarle la "simultánea" al que perora y evocar a un tiempo el timbte de Taibo o de Penagos.
ResponderEliminarEn la simple lectura funcioa siempre; de viva voz la cosa se complica. Veremos.
En Francia hubo también, en los años 50, una niña-prodigio de la poesía: se llamaba Minou Drouet, y con el tiempo se convirtió en una adulta.
ResponderEliminarTenías razón, buen Castellano: en tu tierra se llama papas arrugadas (no arrugás) a las que tú y yo sabemos.
ResponderEliminarSaludo cordial, don Jesús.
Estimado F, la razón también tiene fecha de caducidad. Tiempo al tiempo.
ResponderEliminarUn descubrimiento Nika Turbiná. Su rostro me recuerda mucho a una poeta de mi tierra que conocí en la juventud. Una tarde estaban Martín, Piquero y otros poetas de Oviedo en el café Dindurra (Gijón) y leí un poema de la poeta amiga. Un poema amargo. Recuerdo el inmediato comentario: "Esa poeta no controla los hemistiquios".
Perdone, Martín, ya sé que esto es un foro y no una academia de clases particulares, pero como le agrada mucho su papel de profesor, me atrevo a dirigirle una consulta.
ResponderEliminarEn un libro que leo sobre el gótico, traducido del inglés, dice "Se tardaron casi cien años en construir la catedral de Salisbury". ¿Es esta frase correcta? ¡Me suena horrible! Sería diferente si dijese "tardaron cien años", los obreros, se entiende.
Si no, yo creo que lo correcto es "se tardó cien años en construir..."
¿Cuál es su dictamen? Gracias, profe.
La frase es perfectamente correcta
EliminarEstoy de acuerdo. A menudos haya varias maneras de decir lo mismo y cada hablante es libre de escoger la que prefiera: "Se tardó mucho en construir este edificio", "Se tardaron muchos años en construir este edificio".
ResponderEliminar"Se tardaron" no debiera considerarse correcto; el reflexivo se no pega ni con cola con el plural del verbo; "se tardó" sería lo correcto, porque es lógico y coherente que vaya en singular. Lo que no es lógico ni coherente es que un profe de la cosa tenga la manga tan ancha justificando cualquier dislate perfectamente evitable. Una cosa es estar a la que salta y otra dar carta de naturaleza a cualquier ocurrencia. Un racionalita debiera ser más crítico con las sinrazones, sean estas políticas o en el uso del lenguaje. Y lo de que la RAE consagra todo lo que viene de la calle está visto que no convence a todos.
ResponderEliminarSeñor Higgins, aspirante a policía o a guarda de seguridad del lenguaje, ¿habría que prohibir también la expresión "se venden libros"? ¿Es que los libros se venden a sí mismos, diría el "lógico" Higgins, ignorante de que el lenguaje se rige por otra lógica? Y, claro, si dices que no quieres nada estás diciendo que quieres algo porque dos negaciones afirman. Qué cosas.
ResponderEliminarNo cuela, don Martín. Ya le arreglaremos cuentas esta tarde: encerrona coloquial.
ResponderEliminarNo se trata de que cuele, se trata de tener razón, y Martín la tiene al cien por cien. Es usted el errado.
EliminarGracias a todos por las aportaciones, ahora me parece más difícil que al principio, y me siento menos segura. El ejemplo de Martín, "se venden libros", es muy contundente y además he caído en la cuenta de que, en presente, me suena mejor "se tardan años en lograr cordura" que "se tarda años en lograr cordura". El sonar bien o sonar menos bien quizás no sea la mejor guía. La repetición y la costumbre de oír ciertas construcciones seguramente condiciona nuestro parecer. "Se dicen muchas cosas" me suena perfecta, mientras "se dice muchas cosas" me rechina. Pero claro, las cosas son dichas, pero los años ¿son tardados? No sé si esto es equiparable gramaticalmente con el inicial "se tardaron casi cien años". ¡Gran lío, señoras y señores! Ya sé que el habla la hace la calle, pero me preguntaba por la solución "oficial" del caso, si la hay.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Usted misma.
EliminarCree correcto decir: Se tardaron un año? En absoluto. Por eso es correcto decir: Se tardaron cien años.
Aplique los sinónimos y lo verá más claro:
Se invirtieron casi cien años
Se necesitaron casi cien años
Se precisaron casi cien años
Búsquedas en Google:
ResponderEliminar"Se tardó cien años en" arroja 133 resultados.
"Se tardaron cien años en" arroja 50 resultados.
Parece que el uso viene aceptando ambos, pero apunta más al primero.
Más, con numerales:
"Se tardó 100 años en" arroja 267 resultados.
"Se tardaron 100 años en" arroja 100 resultados.
Así proceden los hablantes.
Que una expresión sea correcta no significa que sea la única correcta ni que sea la más usada.
ResponderEliminarEn las lenguas naturales existen varias maneras de decir lo mismo y cada hablante escoge la que prefiere o le parece más expresiva.
Censurar expresiones que nosotros no usamos no resulta un comportamiento aconsejable.
No soy ningún experto en gramática, pero aún así me permito incordiar: a ustedes, a casi todos, incluido el boss, se les escapa el punto esencial. El "argumento democrático" de las búsquedas en Google sirve de poco. Pueden ser muchísimos los que yerran. "Se venden libros" tampoco sirve, y los sinónimos del Anónimo, aún menos, porque son todos transitivos. Y la clave de este asunto es esta:
ResponderEliminarEL VERBO TARDAR ES INTRANSITIVO, puede comprobarse en el diccionario de la RAE.
Ustedes están tratando la oración "Juan tarda años" como si fuese de estructura similar a "Juan vende libros" o "Juan come naranjas". Falso. Gravemente erróneo. "Años" no es un objeto directo como "naranjas" o "libros", porque tardar ES INTRANSITIVO. (El papel de "años" en la frase es, en realidad, adverbial). "Tardar" no es una acción de Juan que recaiga sobre los años, como las otras recaían sobre los libros o sobre las naranjas.
Por lo tanto, si "Juan vende libros", los libros son vendidos o bien "se vendieron libros" (por parte de Juan).
Y si "Juan como naranjas", las naranjas son comidas, o bien "se comieron naranjas" (por parte de Juan).
Pero si "Juan tarda años" NO ES CIERTO que los años sean tardados (expresión absurda) NI QUE "se tardaron años", que resulta ser, por tanto, una expresión LÓGICA Y GRAMATICALMENTE INADMISIBLE. Que sea usada por los hablantes y por los escribientes no quiere decir nada. Yo oigo a diario "es un arma muy mortífero" y "es un agua muy frío". (¿Acaso no hay un "un"?).
Me parece que esto zanja el asunto. Y los que más se habían acercado y habían intuido fueron Higgins y la propia Marina Delgado.
Parece que ni en este ponderado blog decae la horrible lacra celtibera de sacar la charrasca no más le contradicen a uno lo que sea.
ResponderEliminarEl mal Higgins comenzaba así su dulcísimo alegato: "Se tardaron no debiera considerarse correcto...", lo que supone que está aceptando -aunque a regañadientes- que es esta una expresión habitual y hasta reconocida.
Pasa que, sabedor este acreditado foniatra de que escribe para esforzados racionalistas, esperaba que se aceptase de buen grado que lo lógico sería que se usara el singular del verbo ser en la expresión de marras, independientemente de los hábitos lingüísticos del culto y aseado pueblo español.
Si el buen dios Hermes hubiese sido el encargado de urdir la sintaxis de un Adán castellano-parlante, como dios sabio que es seguro que iba a consagrar el modo "se tardó cien años". Porque ya digo: Hermes sabe mucho y estaría empleando la lógica en aquel empeño. Que ulteriormente las tribus carpetovetónicas maltrataran aquel don sería asunto suyo, su derecho. Pero hasta el lenguaje tiene su lógica. Allá las academias si esta les importa un bledo. Y según la estadística que aporta un cliente, son muchos más los que usan la formula verbal más razonable: la que uno defiende.
PS.- Ayer tarde, alcancé a entender algo de tu discurso, en las pausas que hacían los marineros de la nao en su bregar sobre cubierta, y a pesar del crujir de las cuadernas y demás fábrica del barco. La próxima vez exiges a los del Ateneo que la charla la quieres dar en tierra.
Y, ojo, aquí nadie hablaba de " prohibir" nada ni a nadie.
ResponderEliminarNo mezclemos las cosas, Eusebio Mora-Castro. Las naranjas no son objeto directo porque se coman o se dejan de comer, sino porque si rsultan sobreentendidas dejan como referente los pronombres átonos lo/los (o le/les en casos de leismo) para el masculino y la/las para el femenino.
ResponderEliminarCome naranjas---las come.
Come una naranja----la come.
Come plátanos---los come.
Come un plátano---lo come-
La relación sintáctica es la misma que se estable en
¿Tardó un año?---Sí, lo tardó o No, no lo tardó.
¿Tardó años? ---- Sí, los tardó.
¿Tardó semanas? --- Sí,las tardó.
¿Tardó una semana?----Sí, la tardó.
No hay que confundir la sintaxis con la semántica.
Qué gente más curiosa, y más enfermiza, esta que detesta sin matices y en bloque.
ResponderEliminarAl poeta de México no le gusta Martín, y entonces despotrica "Poeta frustrado y perdido en tu Vetusta mugrienta". Pero ¿qué tendrá que ver la grata y para nada mugrienta Vetusta con el rechazo a Martín? No le basta con denigrar a Martín sino que necesita llevarse por delante a Vetusta y a Asturias entera si hace falta. Esto debe ser lo que llaman ahora los psicólogos "gente tóxica". Agotadora y desalentadora.
El "poeta" es de Córdoba, no de México, aunque ahora viva allí.
EliminarPero en sus ejemlos no figura la variante SE (tardó/tardaron), que es la que preocupa.
ResponderEliminarEn cualquier caso suena más literario "Se tardaron". Y ese matiz parece suficiente.
EliminarTerrible es, en cambio, el "Habían muchas personas", tan usual en Cataluña y Valencia, que nadie osa criticar.
¿Suena más literario "se tardaron"? ¿Y eso quién lo dice, dónde se ha evaluado, a qué audiencia, con qué encuestas y qué procedimientos? Aquí se largan afirmaciones generales referentes a la población entera con alegría verbenera (así nos luce, no se consulte que es pecado y además a lo mejor perdemos). Pues mire por donde, a mí me ocurre y acontece como a Marina, que "se tardaron cien años" me sienta como una coz en el tímpano. Y según se ve en los usos de Google, parece que mucha más gente se encuentra a su gusto con "se tardó". O sea, que mejor meditarlo un poco antes de dejarlo ir.
EliminarSalus, a mi sí me resulta más literario, siempre utilizaría ese modo. Debe ser porque llevo muchos años escribiendo y uno se obceca con sus pequeños vicios. Creo que la concordancia de número es a veces particularmente adecuada, como en el caso que nos ocupa. Pero no pontifico, válgame Dios.
EliminarEse es el problema, ver una concordancia de número donde no la hay. No se dice que X, Y y Z tardaron años. Se usa un impersonal con "se". SE TARDÓ. LLUEVE. LLUEVE MUCHAS VECES.
Eliminar¿O dice usted llueven muchas veces?
No es bueno el ejemplo, al decir "Llueve muchas veces" nunca nos podemos referir a nadie porque nadie es causante de la lluvia. En cambio cuando decimos "Se tardaron muchos años", es obvio que algunos tardaron, que algunos se retrasaron.
EliminarLos años nunca se retrasan; admita que está fuera de razón. Empleo el término "razón" a sabiendas de que no es una categoría gramatical. Apelando solo a ella, reitero que se debe decir "se tardó..."
EliminarA "Acróstico". La obviedad de que algunos tardaron o que se retrasaron no se aprecia por ninguna parte. Si se dijese "ALGUNOS tardaron muchos años", o "los arquitectos tardaron muchos años" sería otra cosa. Pero ese SE es IMPERSONAL y no tiene por qué ir en plural.
EliminarPara Don Blas
EliminarEso es precisamente lo que le acabo de decir: se tardaron unos años es sinónimo de se retrasaron unos años.
¿Que nadie es causante de la lluvia?
EliminarEsta sí que es buena: la concentración de vapor de agua, el enfriamiento relativo, la presencia de núcleos microscópicos de condensación....
¿O con "nadie es causante de la lluvia" se refiere usted a "ninguna PERSONA"? De ser así, ¡vaya concepto de sujeto gramatical que tiene el señor intelectual!
¿Se tardaron? ¿Ellos? ¿Quiénes se tardaron? Desde luego los años no se tardaron, como alguien ha dicho más arriba.
ResponderEliminarSobra ese plural.
En Andalucía: "Compadres...,¿cuántos habemos en esta reunión?
ResponderEliminarEn "se tardaron cien años", "cien años" es el sujeto léxico que se reconocer por concordar en persona y número con el sujeto gramatical indicado por el núcleo verbal: "se tardaron cien años en construir esta catedral", pero "se tardó un años en construir este edificio".
ResponderEliminarErratas: "se reconoce", "un año".
EliminarNo hay una sola norma en el español, hay varias. Y existen las variantes regionales. No hay que confundir "lo que nos suena mal" (porque no estamos acostumbrados a oírlo) con lo incorrecto.
ResponderEliminarEstá visto que a los anónimos y demás se entretienen con sus ocurrencias sobre el lenguaje. Me recuerdan aquel chiste de que si el que bebe es "bebedor", "comedor" es el que come, no el lugar donde se come que debería ser "comedero".
ResponderEliminarCuántas tonterías. En el lenguaje las cosas deben decirse exactamente como se dicen (se equivoca el hablante individual que está aprendiendo una lengua, no una colectividad). Otra cosa es que haya varios registros. En la lengua hablada de Andalucía no se emplea la misma variante del español que en Aragón, pero ambas son igualmente correctas.
Pierdo el tiempo ya lo sé. En fin, que quien quiera se entretenga con que si en "se venden libros" o en "se tardaron muchos años" los libros no pueden ser el sujeto léxico de "venden" porque los libros "no venden nada", confundiendo las relaciones que se establecen entre las partes de la oración con las que contraen sus referentes en la realidad.
Al Sr. Martin
EliminarAdmita otra vuelta:
Como arquitecto, sé que el tiempo empleado en erigir la catedral de Salisbury excedió el previsto. De ahí que el "Se tardaron casi cien años", lo entienda yo en clave de retraso. Y creo que también lo harán otros lectores. Otra cosa, sería decir que "Se necesitaron casi cien años". El matiz literario creo que es muy claro, pues no es lo mismo tardar que necesitar.
Discúlpeme, Martín, pero no termino de comprender este desinterés suyo, más bien este fastidio por una cuestión gramatical que a mí me parece apasionante. No olvide que usted es un profesional de la Lengua, sí, ya sé que más escritor que gramático, pero ¿no le parece interesantísimo el tema en debate? Claro que quizás usted lo tenga tan claro, tan sabido, tan trillado, que lo encuentre una pérdida de tiempo. Pero los lectores no tienen por qué tener el mismo dominio del tema que usted. Yo ni siquiera sé qué diablos es un "sujeto léxico". Debería admirar el tesón y la voluntad de aprender, de dilucidar de sus lectores, en vez de mostrarles ese mal disimulado menosprecio.
EliminarDigo yo, vamos, y lo digo un tanto a la defensiva.
Pues si no sabe de qué se habla debería callar, estimado "Googles Finn".
ResponderEliminar"Se tardaron casi cien años en construir la catedral de Salisbury" es una expresión perfectamente correcta (Y eso es lo que me preguntaron). "Tardaron casi cien años, etc" también. En el primer caso, el sujeto léxico es "cien años", como demuestra la concordancia ("se tardaron casi cien años" / "se tardó casi un año"); en el segundo caso, no hay sujeto léxico (el sujeto gramatical es la tercera persona del plural). En la realidad extralingüística está claro que quienes tardaron en construir la catedral fueron los mismos.
Dicho esto, aclaro que todas las consideraciones pseudogramaticales de los diversos comentaristas (que si la lluvia, que si los cerros de Úbeda, etc., están de más). Y no sé dónde ve usted un "mal disimulado menosprecio". Yo no intento disimular nada.
Tiene bemoles el sofisma que blande el señor Martín y que remata con "...como demuestra la concordancia". Esa concordancia, señor mío, NO demuestra nada, porque pudiera estar mal aderezada. Lo errado no justifica al errabundo (neologismo que define a quien yerra en abundancia y que le cedo).
ResponderEliminarPalabras de un lingüista razonable halladas en la RED:
ResponderEliminarSi "20 años" fuera paciente del verbo, podrías expresarlo de cualquiera de las dos maneras: Se come un buen arroz aquí / Se comen unas buenas paellas aquí: pasiva refleja, expresada con se y con indeterminación de agente: un buen arroz / unas buenas paellas actúa como sujeto -paciente- por lo que concuerda con el verbo.
"En el caso de tu ejemplo, "20 años" es CCTiempo, por lo que no ha de buscar la concordancia con el verbo.
Bien es cierto que algunos CC están bastante cerca semánticamente de los OD, como es tu ejemplo o los llamados CC de peso y medida.
Creo, por tanto, que buscar una concordancia en plural es forzar innecesaria y erróneamente la gramática: la oración debe llevar el verbo en singular: Se tardó 20 años en construir ese puente.
De todas formas, esta es sólo mi opinión: la concordancia en plural (con el complemento de tiempo haciendo de falso sujeto) es bastante usual, si bien menos recomendable que en singular".
Anónimo, confundes las relaciones lingüísticas con las extralingüísticas. El sujeto gramatical de una oración lo indica la terminación del núcleo oracional (primera, segunda o tercera persona, singular o plural), el sujeto léxico es un sintagma nominal que concuerda en persona y número. Eso es todo. Y es la observación del uso lingüístico quien nos indica si hay concordancia o no. La reglas gramaticales se deducen del habla, no se imponen a ella. Otra cosa es que, ante diversos usos, unos se consideren más aceptables socialmente que otros. Eso es convencional y cambia con el tiempo. Nada tiene que ver con la estructura sintáctica.
ResponderEliminarRepito: "Se tardaron casi cien años en construir tal edificio" es una frase perfectamente correcta en español. Otra cosa es que lo mismo se pueda decir con otra construcción y que cada uno tenga sus preferencias.
El resto es hablar por hablar. Y cualquier disparate encuentra su refrendo en Internet, faltaría más.
En español se dice: lo creo "a pie juntillas" y eso es lo correcto, aunque pie sea masculino y singular y "juntillas" femenino y plural.
Hombre, pues muchas gracias por dejar claro que no se trata de un "disimulado menosprecio", sino de un menosprecio abierto y descarado.
ResponderEliminar"La reglas gramaticales se deducen del habla, no se imponen a ella" sostiene usted. De donde se deduce que pronto aceptaremos "Yo creo de que va a venir" como de curso legal. O la que cita otro comentarista "es un agua muy frío". Si lo dice la gente, VALE. Ya vendrán luego los gramáticos a rescatar la barbaridad, y se inventarán la "preposición putativa" o el "género flúido", para el caso del agua, de modo que el habla popular quede democráticamente rescatada (¿o rescatado?) y el disparate adecuadamente homologado.
En el caso de "se tardó 7 años" o "se tardaron 7 años", el Diccionario Panhispánico de Dudas da la primera como variante culta y la segunda como válida. Usted se opone al autoritarismo de la Lengua Normativa, pero a la vez asigna el papel de Sujeto Gramatical o Sujeto Léxico a lo que le da la gana, de un modo no menos autoritario. Ya sabemos que la Semántica y la Lógica van por un lado y la Gramática por otro, para desgracia de esta. Pero eso no quiere decir que todo vale. El señor Mora Castro dio una explicación muy potente de por qué "se tardaron siete años" no es estrictamente válida (aunque sea después INDULTADA), basada en que "tardar" es verbo intransitivo. Pero ya está dicho que se la puede indultar llamando sujeto léxico a los siete años "porque yo lo valgo", como le podríamos llamar Complemento Circunstancial Adverbial-Temporal o cualquier otra rimbombancia. Así vamos a tener un lenguaje cada vez más divorciado de la Lógica y de la Semántica, pero, eso sí "mu" democrático y con miles de expresiones horrendas democráticamente indultadas.
"Decir que" ustedes tengan buenas tardes. (Otra parida indultada que suena a habla de pieles rojas).
Muchísimo más dañino para el oído escuchar el laísmo y el leísmo, tan extendidos en Castilla y aceptados por la RAE.
EliminarLa dijo o les vi, me agreden especialmente porque resultan aberrantes.
¡Olé este mi Vinagrón, quemelán cambiao!
ResponderEliminarVamos a ver si nos aclaramos, estimados anónimos (nada me cuesta simular respeto), en el lenguaje un "error" que se extiende deja de ser error para convertirse en una nueva norma. El castellano, en su origen, no es más que el latín mal hablado por la gente más inculta (como el francés o el italiano, por supuesto).
ResponderEliminarSeñor Finn, que tal sintagma en determinada expresión es el sujeto léxico no lo digo yo, lo dice la sintaxis. Antes de hablar conviene informarse.
Al otro "anónimo" (¿cómo respetar a quien se atreve a opinar sin tener la cortesía de dar su nombre?), le diré que la ignorancia de quien considera dañino el laísmo es bastante mayor que la de cualquier laísta. El laísmo es una particularidad del castellano de ciertas zonas no aceptado en la lengua estándar (que no es más que una convención), laísta era Lope de Vega y laísta era Pedro Salina y buena parte de los escritores madrileños (se ve en sus manuscritos).
Ah, y en "leche frío" nos encontramos con el neutro de materia, bien conocido en los estudios filológicos. Existe en asturiano (y en otras lenguas románicas) y a veces aparece en el español hablado en Asturias.
Qué se le va a hacer, estimados comentaristas, el lenguaje es más variado y rico de lo que malamente aprendieron en la escuela. Ah, por cierto, Cervantes nunca estudió gramática.
Ningún novelista actual de prestigio práctica el laísmo. La referencia a Lope no vale porque en el diecisiete el castellano que se usaba poco tiene que ver con el de hoy. En cuanto a los escritores madrileños del diecinueve, cabe decir algo parecido, el casticismo de entonces está ahora proscrito.
EliminarSi Martín viviera en Madrid sabría que el leísmo y el laísmo lo practican gentes de muy bajo nivel cultural.
No le vemos vueltas a lo que ko las tiene.
Miguel Delibes, novelista de cierto prestigio, era laísta perdido. Lea usted, por ejemplo, "La hoja roja". Preciosa novela. Gracias.
EliminarPreciosa, la leí siendo muy joven. Entonces tendré que sustituir el ningún escritor por excepcionalmente.
ResponderEliminarHecho este reconocimiento, reconozco usted que el laismo y el leismo son sonidos abominables
A Miguel Delibes, en alguna de sus novelas de caza, le tengo leído (con horror, lo confieso) escribir cosas del tenor de "Manolo cayó una perdiz del primer tiro...". Cayó, señores... Antes, se lo había oído a un viejo castellano que, siendo servidor un mozalbete, me recriminó porque estimaba que estaba yo cometiendo una imprudencia en el manejo de cierto cachivache: "¡Cuidado, que vas a caerle!" Tal que Delibes, como descubriría años después. Solo que el viejo del quiosco de " prensa y revistas" (como ahora suelen rotular casi todos los del gremio, sin que nadie -al parecer- ose desengañarlos de que las revistas prensa son también) era casi analfabeto. Delibes, no.
ResponderEliminarPero, claro, cómo alguien le va a enmendar la plana al vallisoletano ilustre. Martín, desde luego que no.
Y también "entrar las maletas", frase no muy recomendable.
ResponderEliminarAnónimo
ResponderEliminarEl tema de la oración "Se tardaron casi cien años..." es más complejo de lo que aquí se expuso, eso creo, sin pretender invalidar los aportes que todos han hecho, muy valiosos. En este momento no me es posible comentar, lo haré más adelante, si vale, como un aporte más. Recién ahora pude leer los comentarios
Saludos,JLGM y a todos
Me disculpo aquí mismo Soy Laura y lo escribieron a mi pedido y vieron tanto Anónimo que repitieron.
EliminarCuando comento siempre soy Laura
Gracias y saludos!
Hablando de idioteces del lenguaje plebeyo, ¿qué me dicen de esos analistas políticos que distinguen entre la derecha extrema y la extrema derecha? ¿Dónde estará el sutilísimo detalle diferencial que soy incapaz de detectar?
ResponderEliminarCuántas tonterías a propósito del lenguaje (y lamento ser tan directo). Pero la que se lleva la palma es eso de que el "laísmo y el leísmo son sonidos abominables".
ResponderEliminarYa ha perdido usted los papeles y practica la discusión gratuita. Absurdo debatir con quien disfruta llevando la contraria a todo.
Eliminar