Domingo, 25 de diciembre
ANTES DE DORMIRME
Odio la Navidad como el antipático personaje de Dickens, pero la Navidad no me odia a mí. Cuando llego por la noche a la habitación del hotel, después de la cena familiar en la que Laura y Alejandro no han parado un instante de hacer de las suyas (solo donde hay niños hay Navidad), y me asomo un momento al balcón, resulta que da exactamente sobre el belén que el Ayuntamiento ha colocado junto a los caños de San Francisco, uno de los rincones mágicos de mi infancia.
En la plaza silenciosa, iluminada por la luna, solo se oye el suave susurro de la fuente. De pronto, no sé si es que he bebido demasiado (pero yo nunca bebo), el buey y la mula alzan la cabeza hacia mí y el niño me parece que sonríe. Sonrío yo también. Antes de dormirme, desde la ausencia sin ausencia me besan en la frente. Y duermo feliz.
Lunes, 26 de diciembre
UNA OBRA CON MORALEJA
Llevo conmigo, para el café matinal, un libro de sugerente título, Método fácil y rápido para ser poeta, de Jaime Jaramillo Escobar. En seguida me doy cuenta de que lo único sugerente del libro es el irónico título y lo único interesante las citas con que suelen terminar los capítulos. Me imagino que los editores de Pre-Textos ni siquiera lo han leído y que será un compromiso con alguno de sus amigos colombianos al que no habrán podido escapar. Abundan anotaciones de este nivel: “El que desea editar un libro, sin experiencia previa, debe buscar asesoría, ya que los costos de edición son altos y los riesgos ruinosos”. Mientras llega algún amigo me entretengo haciendo variaciones de algunas citas e inventando otras:
Una obra con moraleja es como un regalo con etiqueta.
Los amigos suelen ser enemigos domesticados que en cuanto te descuidas vuelven a su estado salvaje y te dan un zarpazo.
Las enfermedades son mordiscos de Dios.
El escritor es el más solitario de los hombres, si exceptuamos al resto de los hombres.
Para el mal lector no hay buen poeta.
Lo que puedes decir en prosa no lo digas en verso.
No serás poeta si, antes de comenzar a escribir, no te olvidas de todo lo que querías decir.
Traducir es convertir el oro en calderilla.
No hacer nada es lo mejor que podemos hacer en la mayor parte de los casos.
La obra maestra de cualquier poeta es el silencio que sigue a su último verso.
Las diatribas suelen tener mejor puntería que los elogios.
No te importe repetirte: los lectores tienen mala memoria.
No te fíes de la memoria, que suele ser bastante fantasiosa; fíate de la imaginación, que acierta con más frecuencia.
El mejor poema de cualquier autor es aquel que estuvo a punto de escribir pero no escribió nunca.
No hay hombre más necesitado que el que no necesita nada.
Era tan modesto que los únicos elogios que le gustaban eran los elogios póstumos.
Hay quien confunde corregir con manosear.
Los sueños son el basurero de la mente, pero a veces se encuentran joyas entre la basura.
El escritor de talento dice siempre lo que quiere decir; el genio deja que el lenguaje diga lo que le da la gana.
Hablamos, la mayor parte de las veces, para tratar de ocultar los muchos secretos que descubre nuestro silencio.
A veces uno más uno es menos que uno.
Martes, 27 de diciembre
FUSTIGADOR, ENREDADOR, LIANTE
He venido hasta Santander muy prevenido por los amigos de la tertulia para no decir nada que pueda molestar a Lorenzo Oliván, nuestro licenciado Vidriera, el poeta más susceptible de mundo. Yo me comporto tan diplomáticamente como Luis Alberto de Cuenca (de quien se habla para dirigir el Cervantes) y él comienza así su presentación de mi libro: “Lo primero que tengo que decir es que José Luis García Martín resulta un amigo puñetero, picajoso, punzante, fustigador, enredador, liante, discutidor hasta el más puro delirio, un amigo en definitiva que te obliga a estar con la espada de la inteligencia y del ingenio desenvainada, siempre dispuesta al abordaje, si no quieres dejarte arrancar la piel a tiras, ser colgado del palo mayor o arrojado a los tiburones”.
Luego vienen los elogios, pero en una presentación los elogios son siempre convencionales y no hay que hacerles caso; solo los reproches dicen la verdad.
Miércoles, 28 de diciembre
DOS REGALOS
Me gustan los regalos del azar, como repito siempre. Nadie conoce mejor mis gustos. Ayer me hizo uno, digno de un príncipe; hoy, otro. Ayer, dos horas fuera del mundo y en el mejor de los mundos, con un cielo muy azul, una inagotable sinfonía de verdes y el mar que de vez en cuando salía a saludarme en un recodo del camino y agitaba gozoso el pañuelo blanco de sus olas. En las manos llevaba un libro, pero apenas lo abrí. Me gusta dejarme acariciar por la belleza del mundo.
Esta mañana espléndida de invierno, tras pasear sin prisas, me subí a la lancha que atraviesa la bahía hasta Pedreña y Somo. Algunas nubes vinieron a evitar la monotonía de azul, de vez en cuando nos cruzábamos con alguna barcaza o con ágiles veleros que parecía participar en alguna competición; sobre los arenales del Puntal se dibujaba la conocida silueta del Palacio de la Magdalena … Yo dejaba que el viento me despeinara y me sentía, solitario y a gusto conmigo mismo, el capitán de un soneto de Alberti, “condecorado por un golpe de mar”. Y como fin de fiesta, cuando paramos en Somo, el piloto bajó de la cabina a saludarme. Resulta que me leía y me había reconocido por alguna fotografía. Me invitó a subir con él a la cabina y el viaje de regreso lo hice, como a mí me gusta, en el puesto de mando.
No está bien decirlo, ya sé que lo correcto es quejarse (sobre todo en estos tiempos de crisis), pero a veces tengo la impresión de que la vida me trata bastante mejor de lo que merezco.
Yo creo que es porque le hago gracia. Espero seguir haciéndosela durante mucho tiempo.
Jueves, 29 de diciembre
ESPEJO Y FLOR
Luis Alberto Salcines, mi editor, antes de la presentación del martes me llevó hasta una librería de viejo, que es también taller de fotografía. Nada más entrar me vino a las manos un libro del que no había oído hablar, pero que me estaba esperando: El inmenso mar, la autobiografía de Lagnston Hughes. La reciente antología de Hilario Barrero me había hecho volver a sus poemas, tan eficaces en su sencillez. Ahora me encuentro con su evocación del Harlem de los años veinte, el que fascinó a Lorca, y con el relato de sus andanzas como marinero, de su famélico paso por París, de sus vagabundeos por Italia. Y siempre presente y heridor el rechazo hacia los negros por parte de sus democráticos compatriotas. Un libro fascinante. Cuando lo termino, hojeo las Historias lúcidas, de Eugenio d’Ors, recopilación de sus peculiares narraciones. Una de ellas no la conocía, Aldeamediana. En ella describe la decadencia de la sociedad francesa en los años treinta. Un capítulo comienza así: “Dos soldados, tranquilos, indolentes y silenciosos, están, no se adivina bien para qué, desde hace una hora, a la puerta de la Alcaldía. Debajo del bermejo fez, los rostros son negros, muy negros, me atrevo a decir que demasiado negros. La naturaleza parece complacerse, en ocasiones, sobrecargando determinados aspectos suyos, penosos o simplemente ridículos”. Un poco más allá un niño observa, con los ojos muy abiertos, el escaparate de una pastelería. Es un chiquillo mulato y d’Ors comenta: “Así se degrada, así se corrompe, en el mestizaje, la que era espejo y flor de razas”. Cuando reúne en libro esas páginas, en 1942, las cosas han empezado a cambiar, según afirma en el prólogo, gracias al mariscal Petain, a quien dedica el volumen. Con idéntico fervor admirativo se lo podía haber dedicado a Hitler. ¡Pobre chiquillo mulato! Quizá de mayor fuera poeta y acertara a convertir el rechazo y el dolor en música, en denuncia y magia.
Sábado, 31 de diciembre
SOLILOQUIO
Una revistilla de Internet me envía un cuestionario. Lo contesto de inmediato, como si hablara conmigo mismo, seguro de que estas cosas no las lee nadie.
¿Prefieres que te quieran o que te admiren? Me conformo con que me soporten.
¿Cómo preferirías ser recordado? Como alguien que era mejor de lo que parecía, aunque peor de lo que se creía.
¿Qué obra tuya prefieres? Cualquiera que todavía no haya escrito.
¿Dónde te gustaría vivir? Donde vivo, siempre que pueda de vez en cuando dar un paseo por los alrededores.
¿Para qué sirve la poesía? Para lo mismo que los buenos helados: para hacer feliz a quien le gustan los helados, quiero decir, los poemas.
¿Por qué no te has casado? Porque aún no me he cansado de estar solo.
¿Qué premio te gustaría obtener? Cualquiera al que no hubiera que presentarse ni ir a recogerlo y careciera de dotación económica.
¿No te gustaría haber tenido hijos? Aunque no los haya tenido, no me parece que no los haya tenido.
Vas a cumplir sesenta y dos años. Si echas la vista atrás ¿te arrepientes de muchas cosas? De muchas, pero de ninguna de las fundamentales.
Siempre estás hablando de la inteligencia. ¿De verdad te consideras un hombre inteligente? Sí, pero de la especie de los que no hacen más que tonterías.
¿Te consideras una persona de izquierdas? Sí, pero no tanto como para preferir que gobiernen las derechas antes que alguien no tan de izquierdas como me creo yo.
¿Sigues tan enamoradizo como parece deducirse de tus diarios? El amor es la mejor cura para las enfermedades que el amor provoca.
He leído completa la presentación de Lorenzo Oliván, que José Luis Sevillano tuvo la atención de reproducir en su blog. No me ha dado la impresión de que "los elogios sean convencionales, y sólo los reproches digan la verdad". ¿No será más bien un exceso de susceptibilidad por tu parte, una cierta (e incómoda) tendencia a creer demasiado en los segundos, y demasiado poco en los primeros?
ResponderEliminarEn todo caso, aquí van algunos (elogios) enteramente sinceros: siempre que veo tu firma en alguna parte (aquí, en la prensa o donde sea), leo inmediatamente el texto, convencido de que valdrá la pena. Y lo sigo creyendo después de muchos años (más de 20 ya, cómo pasa el tiempo). He aprendido muchísimo haciéndolo. Y te creo un escritor dotado de las dos cosas más importantes: mundo propio y palabra para contarlo. Ambas son raras; la reunión de las dos, rarísima. Y, por fin, eres (y con gran diferencia) la persona que conozco que ha despertado más vocaciones literarias.
Ya ves que he evitado los grandes superlativos: he dicho, estrictamente, lo que pienso. Todo eso conforma, en mi opinión, a un gran escritor y una persona admirable.
Y ahora, ya puedes buscarle las vueltas a todo esto, y quedarte únicamente con lo que (por masoquistas razones) te insatisfaga más: la culpa no será mía.
Feliz año nuevo (y a Lorenzo, si me lee, también).
Los elogios, amigo Gatoflauta, no se rechazan nunca, solo se agradecen. Rechazarlos suele obligar al que los formula (quizá por mera cortesía) a reiterarlos y quizá exagerarlos.
ResponderEliminarGracias y feliz año
JLGM
Una buena manera para mí de comenzar el año.
Martín, tu anónimo eventual comentarista, desde el exilio madrileño, te desea que 2012 te proporcione grandes momentos de eso que solemos llamar felicidad y que, tal vez, no sea más que tranquilidad. Y que sigas escribiendo y publicando tanto.
ResponderEliminarque este año siga Ud. escribiendo igual, porque no necesita nada para que me siga causando admiración. Un beso. a.r.
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=FKJFcxsKLIQ