Después y todavía: Los malhechores del bien
Sábado, 14 de noviembre
SOMBRAS EN MI PASADO
“O paga usted
quinientos euros o difundo la información que obra en mi poder”, leo en el
correo electrónico. ¿Una broma o un nuevo intento de chantaje? Si es lo
primero, no tiene gracia; si es lo segundo, me hace ilusión. Como he vivido una
vida roma y rutinaria, aburridamente gris, nada me molestaría que de pronto
comenzaran a descubrirse zonas de sombra en mi pasado, algo así como que fui
espía de la Unión Soviética, agente de la CIA
o que me dediqué al tráfico de obras de arte falsificadas.
Pregunto de qué va esa información
que tanto me podría perjudicar. Al parecer se trata de mi pasado falangista.
“Bueno --le respondo a mi anónimo comunicante--, eso no vale quinientos euros,
a fin de cuentas muchos ilustres demócratas del franquismo y del posfranquismo
fueron antes falangistas, comenzando por quien da nombre al aeropuerto de
Barajas”.
Al final, resulta que todo se basaba
en que en una librería de viejo había encontrado el libro Poemas falangistas, de Alfonso López Gradolí, con esta
dedicatoria: “a José Luis García Martín con la cordialidad de varios años con
preocupaciones comunes”. El libro, cuando lo hojeé al recibirlo, me pareció que
no valía nada y por eso salió de casa, como tantos otros, dedicados o no.
A Alfonso López Gradolí le conocí en
Burgos allá por 1971, cuando fui a recoger el premio de la revista Artesa a Marineros perdidos en los puertos. Era un premio para poetas jóvenes; había
otro, no para libros sino para poemas, que había ganado López Gradolí. El
director de la revista, Antonio L. Bouza, un militar ilustrado que había sido
compañero del rey Juan Carlos en la Academia, me lo enseñó. “¿Qué te parece?”,
“Me parece muy bien. Pero no cumple las bases, no es un poema inédito. Se ha
publicado en la revista Papeles de
son Armadans”. “¿De veras? Pues
calla, calla, no digas nada”.
Alfonso López Gradolí no era mal
poeta, al menos en sus primeros libros, prologados muy elogiosamente por José
Hierro y Claudio Rodríguez. En los años setenta ganaba todos los premios y
estaba en todas las revistas. Luego se fue difuminando, aunque tuvo un cierto
reconocimiento en el campo de la poesía experimental. Uno de sus
libros-collage, Quizá Brigitte
Bardot venga a tomar una copa esta noche, sigue teniendo cierta gracia. Yo no supe de su trasnochada militancia
hasta que recibí este libro, no tan desdeñable como me pareció al principio.
“Quinientos euros me parece
demasiado; te doy diez. De sobra, teniendo en cuenta que a ti no te costaría
más que tres o cuatro”. Después de regatear un tiempo, me lo dejó en cincuenta.
Hay algún poema que no está mal, como el titulado “Rafael de León, poeta”.
¿Yo falangista? ¡Qué cosas! Aunque
tampoco sería tan disparatado: a fin de cuentas en la escuela me hicieron
cantar el “Cara al sol” y gritar “Arriba España” y levantar el brazo (yo a
menudo me equivocaba y levantaba el izquierdo y el maestro tenía que llamarme
la atención). También recuerdo el amarillo queso de bola y la leche en polvo,
regalo de los americanos, que nos daban en el recreo.
Domingo, 15 de noviembre
ELOGIO DE LA CODICIA
Un amigo, que sabe
de estas cosas, me pide que invierta en bolsa, que compre acciones de no sé
industria farmacéutica. “Están subiendo como la espuma y van a subir más, mucho
más. Las farmacéuticas son el nuevo el dorado, más que Google o Amazon. Los que
saben –te asombrarías de los nombres-- ya están poniendo ahí todo su dinero. Un
negocio redondo el de las vacunas. Durante años será mayor la demanda que la
oferta. Ni siquiera será necesario hacerla obligatoria: no habrá vacunas para
todos los que quieran ponérsela. Se incluirá en la Seguridad Social, pero las
esperas serán de meses. Los que puedan acudirán a la medicina privada donde los
precios serán libres, o incluso al mercado negro. Un negocio redondo, ya te
digo. La industria farmacéutica será la dueña del mundo. ¿Dónde crees que irán
a dar tantos políticos que ahora solo son eficaces en propagar el miedo y hundir
la economía? Las puertas giratorias los colocarán como consejeros de alguna
gran empresa productora de vacunas en agradecimiento a los servicios prestados.”
“Eso son teorías conspiratorias”, le respondo.
“Fáciles de comprobar a muy corto plazo. No como las afirmaciones de nuestro
presidente autonómico que dice que si no hubiera tomado las medidas que ha
tomado (permitir comprar sartenes, pero no zapatos, por ejemplo, o impedir que
la gente se beba un café sentada en una terraza, pero no que se lo beba de pie)
han impedido miles de muertes. Pensamiento mágico se llama esa figura”.
“Negocio o no, ¿tú crees que las
vacunas nos permitirán volver a la vida normal, evitarán que Garzón consiga su
propósito de encerrarnos en casa y cerrar las escuelas?”
“Sin duda. Para unos pocos serán el
negocio del siglo, pero beneficiarán a la mayoría. La codicia de unos cuantos
va a salvarnos de la estulticia de nuestros politiquillos. La economía tiene
que volver a ponerse en marcha.. Si quiebra la Seguridad Social, el negocio de
la industria farmacéutica se tambalea, aunque la gente se arruine para comprar
vacunas a cualquier precio como ahora lo hace para comprar droga. Así que la
consigna es clara: vacúnate y haz lo que quieras y, si esta vacuna falla, no te
preocupes que periódicos no le darán importancia, por la cuenta que les tiene
(sobrevivirán gracias a nuestra publicidad) y además ya inventaremos otra”.
Lunes, 16 de noviembre
A TI, FIEL CAMARADA
Pues va a resultar
que el anónimo chantajista estaba en lo cierto y que yo tengo un pasado
falangista. Me vuelve a la memoria al leer Capital de tercer orden,
de Ángel María Pascual, un libro esperpéntico, feísta, una sucesión de estampas
solanescas de las que se despega por su tono el soneto final. Comienzo a leerlo
e imágenes olvidadas se levantan en mi memoria: “A ti, fiel camarada, que
padeces / el cerco del olvido atormentado. / A ti que gimes sin oír al lado /
aquella voz segura de otras veces…”
Tenía yo dieciocho años, estudiaba
Magisterio y para obtener el título debíamos hacer durante el verano un curso
de monitores de aire libre, o algo así, organizado por el Frente de Juventudes.
Tiendas de campaña, fuegos de campamento, izado de banderas, consignas y gritos
de rigor, toda la parafernalia del falangismo o del fascismo un tanto diluido. Una
de las canciones que allí cantábamos era precisamente “A ti, fiel camarada, que
padeces / el cerco del olvido atormentado”. La vuelvo a escuchar ahora en una
página de Internet. Tenía yo dieciocho años y ese coro de voces viriles, con su
lento empaque tan arriba España, fue la banda sonora de una historia que
prefiero no recordar.
Recuerdo otra, de muy distinto tono.
Habíamos regresado ya del campamento y nos alojábamos en un colegio mayor.
Recibíamos las clases, más bien charlas doctrinales, en el salón de actos.
Estábamos allí unos cien alumnos cuando de pronto entró el profesor gritando
“Franco, hijoputa”. Quedamos todos aterrados. Tambaleándose y farfullando se
subió a la tarima y allí le oímos incrédulos seguir despotricando: “¡Vuelven
otra vez los reyes felones! ¡De nuevo tendremos el Conde de la Real Bacinilla y
el Marqués del Besapiés! ¡Nos has traicionado, cabrón!”
Pasaron unos inmensos minutos hasta
que otros profesores entraron en el salón y se lo llevaron de allí a empellones
mientras seguía farfullando incoherencias. Aquel día se había dado la noticia
de que Franco había nombrado a Juan Carlos de Borbón sucesor a título de rey.
Parece que a algunos viejos falangistas no les había sentado muy bien.
No volvimos a ver a aquel profesor
de Formación del Espíritu Nacional. No volvimos a saber nada de él. Entre
nosotros corrió el rumor de que lo habían fusilado.
Martes, 17 de noviembre
AMARGA NAVIDAD
----Martín, ya te
veo pasando la Nochebuena solo en casa. Parece que Barbón ha dicho que no le
temblará la mano si tenemos que pasar la Nochebuena y la Nochevieja con toque
de queda y confinamientos perimetrales y todo lo que se ocurra de aquí a
entonces. No podrás desplazarte hasta Avilés como todos los años. ¿Por qué no
te vienes a mi casa y la pasas con nosotros? Eso sí, tendrás que quedarte a
dormir porque aunque vivamos a dos calles ya ha advertido que será
especialmente riguroso y no le temblará la mano con quienes se atrevan a asomar
la nariz después de las diez.
----No creo que ocurra, Xuan, pero
si ocurriera sería mi segunda Nochebuena solitaria. Una fue allá por 1974, en
las postrimerías de la dictadura militar; esta otra tendría lugar en los
primeros meses de la dictadura sanitaria.
Miércoles, 18 de noviembre
LA MANO AL CUELLO
Benavente tituló
una de sus comedias Los
malhechores del bien y yo pienso
que se adecúa perfectamente a las autoridades político-sanitarias que nos han
puesto la mano al cuello y aprietan y aprietan y no tienen intención de soltarla.
“Al menos hasta que baje la curva”, farfullan. Sin duda –es un decir--, quieren
hacer el bien, librarnos de la enfermedad con mayúscula, la estrella de los
telediarios, aunque para ello nos hagan la pascua y nos vuelvan más vulnerables
a ella y a otras enfermedades bastante peores.
Jueves, 19 de noviembre
NUEVAS COSTUMBRES
Tengo ahora,
cerradas las cafeterías en Asturias por capricho caligulesco y sin esperanza de
que vuelvan a abrir pronto, una nueva costumbre para las tardes. El café lo
tomo en una máquina cercana al antiguo colegio Hispania, frente al Campillín.
Hay soportales para cuando llueve y una repisa en que apoyar el vaso y los
libros que siempre llevo conmigo. Suelo coincidir con la salida de clase de la
academia de inglés. Me alegran las voces infantiles y las correrías antes de
que los padres consigan poner un poco de orden. “Disfrutad, disfrutad,
pequeños, que Calígula no duerme en su palacio maquinando la manera de
encerraros en casa. Cerró la Universidad, pero no le han dejado cerrar las
escuelas y le entran temblores de rabia cuando ve por la mañana a los niños de
la mano de sus padres camino del colegio. Si yo lo cierro todo –se dice--, de
las zapaterías a las salas de conciertos, ¿cómo es que no puedo cerrar las
aulas? Y no me digan que toman todas las medidas de seguridad, que yo he visto
como durante el recreo en el patio del colegio los niños corretean y se empujan
unos a otros. Eso no puede ser, no puede ser, que me fastidian las estadísticas.
Todos a casita con el bozal bien puesto y la puerta bien trancada”.
Yo escucho abajo las risas de los
niños, tomo un trago de café, respiro el aire libre de la noche –esto es
salud-- sin trapo interpuesto, sonrío y tarareo una canción de Hombres G. Con
qué placer alzo la voz en el estribillo: “¡Sufre, Barbón!”
Paronomasia in absentia se llama esa figura.
Viernes, 20 de noviembre
PODÍA SER PEOR
Como no hay mal que
por bien no venga, disfruto esta soleada mañana de otoño en mi nuevo rincón de
lectura, en los altos de Santa Ana de Abuli, sentado junto a la ermita o ante el
palaciego caserón, rodeado de verdes campos y con el perfil de la ciudad a lo lejos.
Leo el nuevo número de la revista El
Ciervo, que cumple setenta años y
yo sigo desde hace ya medio siglo, desde que la hojeaba cada mes en la
biblioteca Bances Candamo. Una buena parte la dedica a la poesía y a mí me
sorprende el escaso interés que suelen tener los poetas cuando hablan de poesía:
solo se salvan Guillermo Carnero, que acierta a subrayar la importancia que “el
pensamiento reflexivo” tiene en la práctica poética (como en todas las
actividades humanas) y Olga Novo con “La pequeña poeta y el papagayo de Humbolt”
donde cuenta una historia que vale como parábola y hace autobiografía: “Yo fui
una niña sin libros criada en una casa humilde de labriegos del fin del mundo,
con el quejido lanar de siete ovejas debajo de mi cuarto y el bramido de una vaca a punto de parir”.
De regreso a la ciudad por el
solitario y sombreado camino, se me ocurre pensar que si puedo disfrutar de
este rincón de paz es porque alguien –el alcalde de esta ciudad-- fue capaz de
hacerle torcer el brazo a Calígula. Cuando se le ocurrió confinarnos perimetral
e ilegalmente (solo dos días después el estado de alarma le permitía hacerlo), decidió
que el límite debería estar en el casco urbano, sin posibilidad de salir a
pasear o a correr, a respirar aire puro por los alrededores; vetado incluso,
con retenes policiales en los accesos, el monte Naranco, el llamado “pulmón de
Oviedo”.
Alguien fue capaz de parar semejante disparate, tan contrario a nuestra
salud, y yo por eso puedo respirar y leer libremente en Santa María de Abuli.
Pero nadie parece capaz de impedir que Calígula siga haciendo de las suyas. El miedo
que difunden todos los medios de comunicación es como el veneno que ciertas
arañas inoculan a sus víctimas para dejarlas inermes. Ahora me dicen que un
partido político va a presentar una demanda contra el cierre de los bares por
carecer de justificación sanitaria. ¿Pero hay alguna ocurrencia de Adrián
Barbón que tenga justificación sanitaria? Cuando nos obligó a usar la
mascarilla incluso cuando no servía para nada, al aire libre y con distancia de
seguridad, lo justificó diciendo que es que alguna gente la llevaba “en la
barbilla”. Yo me reí públicamente de semejante estupidez y me imaginaba que esa
disposición de la consejería de Sanidad del gobierno de Asturias –menudo papelón
están haciendo-- sería recurrida de inmediato. Pero nadie lo hizo. Y así
estamos, con la barbarie al cuello, sin posibilidad de escapatoria. Seguiremos
por mucho tiempo a merced de los caprichos de Calígula. Y encima habrá quien le
dé las gracias por lo bien que nos maltrata.
Dices que el libro salió de tu casa pero pones la página de la dedicatoria. Bueno, a lo mejor hiciste la foto antes de que saliera. No dije nada.
ResponderEliminarDe las posibles erratas, todas me agradan, incluso esa baca; la única que me choca es el "de" por el "dé" de la frase final. Por lo demás, estupenda entrega.
También digo que el libro lo volvía comprar por cincuenta euros, Jesús.
ResponderEliminarLA SUSTITUTA (ENSEÑANZA SECUNDARIA)
ResponderEliminarQué difícil saberlo. La Belleza
no era la belleza de los libros de Historia
del Arte —¿el Partenón?, ¿la Capilla Sixtina?,
¿los "Nenúfares" de Monet al óleo
o los vitrales góticos de Chartres?,
nada de eso importaba, bien miradas las cosas—,
sino las bragas negras de algodón de Virginia,
en primer plano, desde mi pupitre.
'Oh my God'. Qué buenorra —o 'buenarrotti'— estaba.
Qué-nivel-Maribel, de nueve a diez
—los martes y los jueves—, al descruzar en clase,
tan 'botticellimente', o qué sé yo,
como dos iniciales en mayúsculas,
las larguísimas piernas de la Felicidad
o aquel interminable mes de Abril-
y-cerrar-de-ojos (que dura todavía).
Al irse en mayo, con todos sus vestidos,
las ruinas clásicas no eran ya de otro mundo.
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ResponderEliminarEs muy emocionante enterarse de TODO lo que la profesora sustituta enseñaba a Alejandro Lérida. Magnífica amplitud semántica del verbo "enseñar".
ResponderEliminarFelicidades retrospectivas, Alejandro, por aquellos momentos.
«De Dios lo ignoramos casi todo. Pero una de las pocas que sabemos con certeza es que, si existe, disfruta haciendo diabluras», dice JLGM, y dice bien. Por eso, digo yo, eligió a Maradona: para poder saber de primera mano, ejem, lo que era ser mortal. QEPD.
ResponderEliminar*
ME ACUERDO DE QUE SON LAS CUATRO Y DIEZ
.
.
_____________________________Con flores para Diego...
.
.
… Y mi reloj muy roto es biografía
de un Argentina-Italia en San Paolo,
del tiempo con mi prima Silvia Giolo:
escucho el Duomo, si pronuncia «vía»;
de su boca de menta todavía
me acuerdo, de que se derrite un polo;
voy de Foria a Marina y no voy solo,
viene con flores —«Son la lencería
de la Naturaleza»—, y no me miente.
Veo el Big Bang, sus tetas de repente,
tras el gol de Schillaci, el Universo
entero en su pezón. Veo el Aleph,
las palabras que matan en un verso:
«Me acuerdo de que son las cuatro y diez».
ALH
Con Maradona, los argentinos, tan dados a la mitomanía,ya tienen otro "dios" en su particular Parnaso, aunque éste ya lo era en vida.
EliminarRealmente su biografía es la de un ídolo del siglo XX. Murió ayer pero realmente su vida ya no era tal.
Luces y sombras, si, pero el personaje no deja de tener interés y significado.
Como futbolista, yo lo vi, por tv, en dos partidos inolvidables por diferentes razones. La final de la Copa del Rey de 1984, Barcelona-Ath.de Bilbao. No recuerdo quién ganó (creo que el Barca), pero si de la batalla campal que iniciaron ambos equipos, con él y Andoni Goicoetxea de protagonistas.
Eran otros tiempos. Hoy estarían ambos equipos duramente castigados.
Y el famoso Inglaterra-Argentina, con la "mano de dios" y el mejor gol de la historia de los mundiales, el sprint desde su campo sorteando a todos los contrarios que le saliesen al paso, con la pelota pegada a su pierna izq.
Las sombras, en su vida, son tan deslumbrantes como las luces. Sus adicciones, sus coqueteos con la mafia. Se afirma y se niega por igual que fue invitado, generosamente pagado claro, por el mismísimo Pablo Escobar, a su cárcel de "La catedral", en Medellín. Sus "amigos"de la camorra napolitana, sus excentricidades e ingenuidad, etc.
Todo un carácter en la "cancha". No así fuera de ella, se dejaba llevar.
Su historia, como la de Pinochio, tiene la misma moraleja: aléjate de las malas compañías.
Descanse en paz, si puede.
Claro que puede. Ya lo hace
EliminarEs un inmenso placer pertenecer al grupo de personas que no consideran la muerte del futbolista una pérdida irreparable.Hadts los medios de comunicación españoles se suman a las plañideras palestinas. Lamentable.
ResponderEliminarHuyendo de este morbo ciudadano,
ResponderEliminarpartí al confín de Giovanni Boccaccio,
en el que late el pulso más despacio
y el hastío se hace más liviano.
De camino topé con seis arrieros,
un leñador y cinco lavanderas,
con veinticuatro que iban a galeras
y otros veinte a Lucca prisioneros.
El pateo del polvo del camino
me encenizaba pelo y hopalanda
al proseguír la marcha a mi destino.
Precaverme del morbo era la idea,
mas entre tientos, polvos y salivas
preso de dudas llego a aquella aldea.
F, vaya por dios, como poeta me tienes asombrado. ¿No tendrás un negro que te escribe los sonetos?
ResponderEliminarNegro no sé si tiene también Pablo Iglesias, con esa loa que le dedica a Maradona. ¿La habrá leído Martín? ¿Hablará de ella en la próxima entrega?, él que sólo por casualidad le dio una vez una patadita a un balón, creo que en Avilés.
Eres muy generoso, Jesús.
EliminarYa, J. Heredia. Yo más bien me refería al velatorio en cuerpo presente, conociendo cómo son los argentinos para estos casos (recuérdese a Carlos Gardel). Y algo hubo, incidentes, intento de asalto a la Casa Rosada, macabras fotografías junto a su cadáver, etc.
ResponderEliminarHicieron bien en enterrarlo cuanto antes.
Un saludo
El fenómeno Maradona no tiene mucho que ver con el hombre Maradona o con el jugador Maradona. Tiene que ver con las ansias de redención de una parte enorme de la población del mundo, que anhela salir de la miseria, no para tener casas de 10 habitaciones y 5 baños, sino para escapar del miedo y de la incertidumbre y para asegurar a sus hijos un futuro sin hambre.
ResponderEliminarBueno, vale, bien, todo ello junto con unas gotas de admiración al regateador prodigioso, cómo no.
Lo indignante es que esta gente sale de la miseria y después se olvida de sus orígenes y se dedica a dilapidar de forma insultante a quienes siguen enfangados. Este Maradona es un claro ejemplo de mezquindad y ruindad. Y como él todos los que pueden.
EliminarSupongo que si a usted, por ejemplo, le tocase una buena cantidad en la Primitiva, se dedicaría no a gastarla en lo que le apeteciera, sino a regalarla íntegra a quienes compartan con usted los mismos "orígenes", sean éstos los que sean; porque hacer otra cosa, ya nos lo ha puesto diáfano, sería "un claro ejemplo de mezquindad y ruindad". Cosas que, indudablemente, están muy mal.
EliminarVaya por Dios.
Feliz Pre-Navidad, don José.
EliminarLo mismo digo; gracias.
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