Sábado, 7 de noviembre
POR QUÉ SOY MONÁRQUICO
Siempre he tenido
simpatía por los que defienden causas perdidas. Sergio Vila-Sanjuán, director
del suplemento cultural de La
Vanguardia, publica un libro de
desafiante título: ¿Por qué soy
monárquico? Lo leo de un tirón y
puedo adelantar que no da pie para ningún debate intelectual de cierta altura
sobre las formas de gobierno. Sergio Vila-Sanjuán es monárquico porque lo fue
su abuelo, porque lo fue su padre y porque él trabaja desde 1987 en un diario
monárquico y es invitado habitual a los eventos culturales que tienen relación
con la casa real e incluso ha conversado más de una vez con Felipe VI y a doña
Letizia solo le debe gratitud: cuando algún ejecutivo cuestionaba Cultura/s, dijo que era lo que más le interesaba del periódico.
El libro vale poco, ya digo, es como
un artículo cortesano muy estirado. Pero en la primera parte, donde nos cuenta
la historia de su abuelo, gentilhombre de Alfonso XIII y partidario de Eduardo
Dato, no deja de haber alguna anécdota de interés.
Se rumoreaba que cierta cantante francesa,
que actuaba en el Teatro Real representando primero Salomé y luego Manon, tenía amores con el rey. Y un día, como para confirmarlos, salió a
cantar con “un enorme medallón de brillantes sujeto al lindo cuello con cadena
de oro” –la frase textual es del abuelo, no de Vila-Sanjuán-- que llevaba en su
centro la efigie del rey. Ante el escándalo consiguiente, Eduardo Dato le pidió
al abuelo del autor que se encargase de conducir “a la célebre diva a la
frontera”, ya que él “no la podía expulsar, ni mucho menos detener
oficialmente, pero que dado el escándalo producido por su impertinencia y los
comentarios de la prensa, no podía permanecer ni un día más en Madrid”.
La amante orgullosa no tenía
intención de desaparecer y le dio una bofetada al emisario oficioso gritando:
“Pour votre patron”. A pesar de ello, según cuenta en un artículo de 1971 que
su nieto reproduce, pudo dejar “a la preciosa francesa en Irún y desaparecieron
rumores y chismes”. Lo que no nos cuenta este gentilhombre, tan devoto de Dato,
es cómo lo consiguió si carecía de autoridad para ello. ¿Ofreciendo dinero a la
gentil dama? ¿Apuntándola con una pistola? Tampoco nos cuenta que le pareció al
rey aquella expulsión. Lo que sí nos dice es que “el amor no se cancela con un
viaje obligado” y que pronto supo que “el idilio clandestino había seguido en
Biarritz y Arcachon”.
La anécdota, como indica Sergio Vila
Sanjuán, tiene todo el encanto de la belle
époque y no le falta un
melodramático final, como de libreto de ópera: arruinada, casi convertida en
mendiga, la un tiempo famosa cantante conserva entre sus escasas pertenencias
el medallón, pero ya sin brillantes y sin cadena de esmeraldas. Pablo Vila
San-Juan, el servicial gentilhombre, se hace con él –iba “imprudentemente
firmado al dorso”-- y lo envía “a un hotel de Roma”.
Hubo un tiempo en que estas
anécdotas tenían gracia, eran como una versión veraz de “Un escándalo en
Bohemia” y otras historias de Conan Doyle, pero nunca tuvieron tanta como para
incluirlas en un alegato en favor de la monarquía.
¿Y quién pagó el importe de ese
lujoso medallón? Quizá Alfonso XIII de su fortuna privada (se lucraba con los
barcos que llevaban a los españoles a
luchar a Marruecos y con las minas del Rif que defendían). Pero su nieto parece
que tiene otras costumbres: la fortuna propia es sagrada y ni se toca. A las
Bárbaras y a las Corinas de su biografía, que les ponga pisos patrimonio
nacional y escoltas el gobierno, y si hay que evitar chantajes, o chantajear
para evitar que ciertas cosas salgan a la luz, pues que se ocupe el CNI, que
para eso está. Pero no vamos a entrar ahora en esa cuestión. Ni en si esa ahorrativa
costumbre la tenían los otros miembros de la familia real (parece que la esposa
del anterior jefe del Estado, que trabajaba en España pero vivía en Londres,
pagaba sus viajes privados con una tarjeta que no estaba a su nombre, aunque
cobre un nada despreciable sueldo por sus labores representativas). Termina el
volumen con un capítulo titulado “Mis razones para ser monárquicos”. Y una de
ellas es de índole económica: “La aportación del rey al Estado es muy superior
a lo que cuesta al contribuyente”.
Cuando lo leí me puse a reír y
todavía me estoy riendo. Creía que me iba a encontrar con un debate intelectual
sobre las formas de gobierno y resulta que se trata de un libro de
humor.
Domingo, 8 de noviembre
SIN COMENTARIOS
“Perdona que te
moleste a estas horas, Martín. Ya sé qué estarás escribiendo, pero es que
necesito contarle a alguien lo que me ha pasado. Salía yo de casa esta mañana,
a primera hora, cuando no había nadie en la calle y, a dos pasos de la puerta, apenas
llego a la esquina, de un coche negro salen varios individuos que me rodean y
me increpan: ‘¿Por qué no lleva usted mascarilla?’. Me dicen que son policías,
aunque no llevan uniforme. Yo les respondo: ‘Porque acabo de salir de casa, no
hay nadie en la calle, voy al trabajo y en el trabajo he de llevarla durante
ocho horas seguidas y tengo la piel irritada y dañada, como pueden ver’. ‘No es
excusa. A ver, documentación. ¿Dónde nació usted? Porque usted no nació en
España. ¿verdad?’. Y me estuvieron haciendo preguntas, algunas bastante
molestas, durante bastante rato. Llegué tarde al trabajo. A lo mejor ellos
querían que me fuera de allí llorando asustada, pero me fui indignada. ¿Tú
crees que hay derecho a tratar así a una trabajadora que va a casa de una
persona que vive sola y que necesita su asistencia para levantarse y que le
obliguen a llegar tarde?”
Lunes, 9 de noviembre
NO TE FÍES DE LOS ERUDITOS
Siempre me ha
gustado la novela de la erudición, hacer de Sherlock Holmes entre viejos
papeles. Leo Sangre de octubre: UHP, una novela sobre la revolución del 34 que
acaba de reeditar Renacimiento y enseguida me doy cuenta de que el autor que
figura en la cubierta, Manuel Navarro Ballesteros, no puede ser su autor.
Navarro Ballesteros fue un militante del partido comunista, periodista
autodidacta, que llegó a dirigir Mundo
Obrero. Al final de la guerra
civil fue detenido, condenado a muerte y fusilado en 1940. Antonio Plaza –doctor
en Historia-- reconstruye en el prólogo lo poco que se sabe de su vida. Sangre de octubre apareció en 1936 firmada por Maximiliano
Álvarez Suárez y fue saludada como ejemplo de novela proletaria. En la nota
editorial a la primera edición, se incluye una autobiografía de Álvarez Suárez
escrita a pedido de los editores. Pero nunca más se supo de este minero que
antes había tenido otros muchos oficios y que decidió contarnos su experiencia
de la revolución para exaltar la postura de los comunistas y denigrar a los
socialistas. Probablemente se trataba de un autor ficticio creado por un
escritor o varios próximos al partido comunista. Al parecer Víctor Alba, en una
obra de 1979, señala que el verdadero autor es Manuel Navarro Ballesteros y eso
le basta a Antonio Plaza, sin más averiguaciones, para atribuírsela y contarnos
en el prólogo todo lo que ha averiguado sobre ese autor. Pero la primera parte
de la novela se titula “Avilés” y en Avilés transcurre: se habla de la plaza
del Ayuntamiento, denominada el Parche, del muelle, del barrio de Sabugo, de la
carretera de San Juan, del chalet de Pedregal, de San Cristóbal, de Miranda.
Con informaciones de segunda mano (Navarro Ballesteros, por lo que de él sabemos,
nunca estuvo en Asturias), no se podría tener un conocimiento tan preciso de la
toponimia urbana. El autor, si no es de Avilés, ha vivido en la ciudad. Y es
asturiano. “Picamos a la puerta y nos colocamos con precaución alrededor de
ella”, escribe. Ese “picamos”, por “llamamos”, es característico del castellano
de Asturias. El autor conoce Avilés, pero no es de Avilés. En la segunda parte,
cuando dejan la villa camino de Trubia, habla del Gorfolí, el monte totémico de
Avilés, como si fueran los picos de Europa: “Llegamos a la cordillera del
Gorfolí, donde no hay un mal camino de herradura, y al adentrarnos en ella
comienza la tragedia de la jornada. Se suceden los tropezones; las caídas
menudean con inminente peligro de rodar al precipicio. Del fondo del barranco,
a nuestra derecha, surge un sordo rumor,
según doblamos una loma de la cordillera, en medio de la oscuridad, en las
entrañas del abismo”.
No sabemos quién es el verdadero
autor de esta obra que firma Maximiliano Álvarez Suárez –quizá intervinieran
varios--, pero si podemos afirmar que no hay ninguna razón de peso para
atribuírsela a Manuel Navarro Ballesteros, un esforzado personaje, de trágico
final, pero cuya obra no parece presentar mayor interés.
Martes, 10 de noviembre
PASEOS DE OTOÑO
Aprovecho estos
hermosos días de otoño para tomar mi café sentado en un banco frente a la
iglesia de la Tenderina y luego subir tranquilamente hasta Santa Ana de Abuli.
Allí me gusta sentarme en uno de los poyos de piedra del caserón que hay frente
a la ermita y seguir leyendo o fantasear con historias ocurridas en aquellos
lugares. Por aquí cerca estaban las trincheras mandadas construir por Javier
Bueno y Jesús Ibáñez, según cuenta José Antonio Cabezas, tan cercanas a las de
los sublevados, que por las noches se hablaban de trinchera a trinchera y
llegaban a cambiarse cigarrillos, pan y periódicos: “A los soldados de una y
otra parte les hacía gracia leer las propagandas exageradas de los contrarios.
Algunos se conocían como vecinos del mismo barrio. Los de fuera preguntaban el estado de sus
familias encerradas en Oviedo y les enviaban recuerdos. Nos decían que al
amanecer cada uno se retiraba a su puesto en las respectivas trincheras y comenzaba
el fuego de posición a posición”.
Mientras doy un paseo por estos
bucólicos lugares, la silueta de Oviedo al fondo, pienso en aquellas trágicas
historias de otro tiempo para no pensar en las de este tiempo cada vez más
sombrío, aunque luce el sol, trinan los pájaros y en la verde hierba pastan
mansas las vacas como en tiempos de Clarín o de Virgilio.
Miércoles, 11 de noviembre
GRACIAS, RECTOR
Me hace ilusión
recibir, por correo e inesperadamente, la insignia de oro de la Universidad de
Oviedo, como reconocimiento a la labor realizada durante casi medio siglo. No
es nada personal: se otorga a todos los profesores que se jubilan tras más de
treinta y cinco años en la institución. Pero yo, que hice mis estudios
trabajando, que preparé mi tesis doctoral mientras trabajaba, no estaba destinado
a ser profesor universitario. La Universidad es un mundo muy jerarquizado,
lleno de reglas no siempre explícitas. Y yo nunca fui capaz de respetar las
falsas jerarquías ni la burocracia descerebrada. Pero tuve suerte y resistí
hasta el final y nunca tuve que doblegarme ni dejé de ir a mi aire. Por eso
sonrío al recibir esta insignia de oro. Claro que el mejor premio es que se me
permita seguir yendo todos los días, incluidos sábados y domingos, a mi
despacho del Milán. ¿Cómo podría sobrellevar si no estos tristes tiempos en que
parece haberse declarado la guerra a la inteligencia?
Jueves, 12 de noviembre
LOS PELIGROSOS ZAPATOS
Aumentan los
contagios en las residencias de ancianos y, como consecuencia, yo no me puedo
comprar zapatos: cerrar zapaterías (de las que venden zapatos, no de las que
ponen medias suelas, que esas siguen abiertas) y tiendas de ropa es una de las
medidas estrella del gobierno de Adrián Barbón para frenar la pandemia. Y así
nos va.
No sé si el mundo se ha vuelto loco, pero quien manda por estos lares parece que sí. Es lo que los
expertos llaman el síndrome de Calígula. A Adrián Barbón no le han concedido,
como a Calígula, el poder absoluto (hay un ministro que puede frenar algunos de
sus desvaríos), pero sí el suficiente para hacerle perder la cabeza: por la
mañana se le ocurre un disparate (que los avilesinos pueden aglomerarse en el
paseo de la ría, pero que no puedan pasear junto al mar en Salinas, por
ejemplo), por la tarde lo anuncia en un tuit y por la noche aparece en el BOPA y es de obligado cumplimiento. Pero lo más
triste no son las ocurrencias del jefe, sino que haya gente –gente como tú y
como yo, lector, gente de apariencia totalmente normal, honestos padres de
familia, profesores, incluso amigos míos-- que las aplauda. “¡Es que muere
mucha gente!”, me dicen. “¿Y va a dejar de morir porque uno pueda ir a comprar
al Carrefour y no, unos minutos de coche más allá, al parque Principado? ¿Una
arbitraria división administrativa, que lo sitúa en otro concejo, hace que
aumente allí la posibilidad de contagio?”. El miedo inducido ha deteriorado por
completo la capacidad de razonar de ciertas personas, una capacidad que, a
juzgar por lo que estoy viendo, no parece haber sido nunca excesiva.
Viernes, 13 de noviembre
MÁS DE LO MISMO
La calle Murillo,
en la que vivo, termina en un parque. En el final, junto a la hierba bajo los
árboles, ponía su terraza Tres Tejos. Yo me sentaba allí cada mañana a tomar
café y leer un libro. Me sentaba solo en una mesa lejos de las otras, respiraba
el aire puro, era feliz. Ahora es imposible porque todas las cafeterías se han
cerrado. La razón: aumentan los contagiados de Covid en las residencias de
ancianos (las otras enfermedades, ni el maltrato que reciben, no cuentan).
Subrayo el absurdo de tal comportamiento y una amiga –profesora, por cierto—me
replica:
----Es que las normas tienen que ser
generales, Martín. Tú cumples, pero hay bares donde se amontona la gente y
hacen fiestas ilegales.
----¿Y no pueden cerrar esos bares y
multar a sus dueños y dejar abiertos todos los demás, la inmensa mayoría?
----La policía no puede estar en
todo.
----Claro, la policía no puede vigilar
que no haya fiestas ilegales, está muy ocupada acechando a quien sale de
madrugada para ir a su trabajo y camina unos pasos por la calle vacía sin
llevar la mascarilla puesta.
Muy chula la insignia, Martín. Enhorabuena!.
ResponderEliminarSi, enhorabuena, los reconocimientos siempre agradan, sobre todo cuando, como en este caso, serán muy merecidos. Yo también fui profesor de Proyectos en mi Escuela, aunque poco tiempo, y guardo un recuerdo magnífico de mi relación con los alumnos. Enseñar ennoblece como pocas cosas de este mundo.
ResponderEliminarYo soy monárquica porque ser monárquico te hace un poco rey.
ResponderEliminarEnhorabuena, José Luis, por ese merecido regalo. Preciosa insignia.
ResponderEliminarDon Martín, esta mañana, en el programa número uno de "Las cosas claras", de TVE, Jesús Cintora entrevistaba al juez José Castro, de fausto recuerdo. La entrevista versaba sobre el "emérito" (sic) y sus presuntas tropelías en el cargo. Cuando se tocó el asunto espinoso de si tenía límites la inviolabilidad del rey, el juez sostenía que, en la Constitución, ese punto había sido redactado con deliberada ambigüedad, de manera que dependía de la interpretación que, en su caso, quisiera hacer cada juez: solo para los casos refrendables (en ejercicio del cargo institucional) o extensible al ámbito privado.
ResponderEliminarPor lo menos, admitía que era discutible. Pero ningún juez se ha atrevido a hacer lo que la ley exige: iniciar una causa cuando hay indicios claros de delito.
ResponderEliminarAl margen de la inviolabilidad, el currículum del Borbón avergüenza al más benevolente. Sólo nos falta descubrir que también era productor de cine porno, como el randa de su abuelo Alfonso, comerciante de personas y mercancias en el más puro estilo de negrero antillano.
EliminarCierto.
ResponderEliminarA mí me avergüenzan más los que lo sabían y no solo callaron sino que le ayudaron a ocultar las fechorías, y los medios de comunicación que nos vendieron la mentira del "defensor de la democracia" y "el mejor embajador de España" (en esto último acertaron, siempre que se tratara de la peor España, de la de Luis Roldán, Bárcenas, Villarejo y tantos otros de los más diversos partidos).
ResponderEliminarMartín, su puntualización es muy oportuna, no cabe duda de que el nene fue mimado. Me gustaría que algún mangante se fuera de la lengua y desmontara la versión oficial del 23f, me producen más respeto las actitudes de Armada y Milans que las del golfo que los dejo tirados. En fin, como el deprimente culebrón no ha terminado, preveo un regreso triunfal del exilio árabe con un muy probable "Vivan las caenas", sumisos y tontos los habrá siempre.
EliminarNo dudo de lo que dice respecto de las "caenas"; si, como explica, "las actitudes de Armada y Milans" le producen más respeto que la de quien evitó que dichas actitudes se salieran con la suya, no me extraña nada su gusto por las "caenas". Debería pensar siquiera un poco (no hace falta mucho, creo) antes de escribir.
EliminarAmigo Jose, las cosas el 23-F no fueron como te las han contado. Esos dos militares no eran ajenos a las intenciones del rey, sobre todo Armada, que llegó a tener preparado todo un gobierno de concentración nacional. Quien lo evitó no fue el rey, sino Tejero, que se negó a aceptar la propuesta que llevaba Armada. El rey aguantó todo lo que pudo a ver si triunfaba la solución Armada y no habló hasta que se constató su fracaso. ¡Cuánto nos han engañado! Lo previsto era un gobierno de concentración nacional (con un general al frente, pero con ministros de los diversos partidos) para salvarnos del desastre al que nos había llevado Suárez, de quien el rey renegaba y criticaba ante los militares contra toda norma constitucional.
EliminarEn fin, que ya te irás enterando. Por cierto, Armada, que había hablado con socialistas y comunistas, quería mantenerse dentro de la constitución, aunque forzándola un poquito. Su sintonía con el rey y la rey, en lo político y en lo personal, era absoluta.
Después de leer varios libros sobre el tema y sobre esa época yo he llegado a la misma conclusión. Y algunos periodistas que lo vivieron en primera línea te lo insinúan "of the record". Ahora que el Borbón empieza a ser el payaso de las bofetadas no me extrañaría que alguno de ellos contase lo que ha callado tanto tiempo
EliminarCopio, de un artículo publicado el 23-2-17 y actualizado el 11-11-18, basado en una conversación con Alberto Oliart, ministro de Sanidad el 23-F y de Defensa luego, y presidente de la corporación RTVE de 2009 a 2011, en la hasta hoy mejor etapa del Ente (el TD-2 de TVE fue elegido ese año como "mejor informativo del mundo" por los TV News Awards, y segundo al año siguiente):
Eliminar"Fue una noche larga, la noche de los transistores, en la que todo empezó a desmoronarse a partir de las 01.20h de la madrugada cuando el rey salió vestido de capitán de los ejércitos por la televisión, y realizó una declaración en la que hizo una defensa de las libertades y de la democracia. Según Oliart, la actuación del monarca fue, en parte, la que salvó a España de un derramamiento de sangre. Él se encargó desde la Zarzuela de llamar a algunos de los capitanes general de las regiones más conflictivas o más importantes por su situación. Lo mismo hizo el jefe de la Casa del Rey, Sabino Fernández Campos, con otros capitanes generales.
Y aquí es cuando se produce la famosa frase «Ni está ni se le espera» de Sabino. Oliart explica que lo que pasó en realidad fue que Alfonso Armada llamó al rey para decirle que se ponía a sus órdenes, que estaba dispuesto a hacer lo que fuera para poner fin a la sedición y que acudiría a Zarzuela para estar junto a Su Majestad. Don Juan Carlos, que desconfiaba de quien durante años fue su tutor – la reina tampoco era santo de su devoción – le dijo que no. «Tú quédate en el cuartel general con Quintana Lacaci, que serás más útil allí«. Armada obedeció. El rey le comunicó a Sabino la conversación y cuando éste recibió la llamada de uno de los golpistas y preguntó si estaba Armada – la consigna para saber que el golpe iba por buen camino – Sabino le respondió con la famosa y acertada frase de «ni está ni se le espera». Con el paso de las horas, y cuando la mayoría de los militares comprendieron que el Rey no encabezaba el golpe como se les había dicho, fueron desmarcándose. Menos Milans del Bosch, que llegó a sacar los tanques por las calles de Valencia y Pardo Zancada, entre otros".
Como ahí se ve, lo de la "sintonía absoluta" con "el rey y la rey" (la reina, imagino) es una ficción. Y sería por lo menos extraño que, de no serlo, Armada hubiera sido condenado, como lo fue, a 30 años de prisión, que cumplió en Alcalá-Meco hasta que, el 24 de diciembre de 1988, el gobierno socialista de Felipe González lo indultó alegando razones de salud y que el reo acataba la Constitución Española.
Tal es lo que yo creo; y necesitaría algo más que afirmaciones sin pruebas para creer otra cosa.
Seguro que también crees en los reyes magos, Jose. Esa es la información oficial y dada además por un exministro. Lee los libros y los artículos hechos por periodistas independientes. ¿No ves nada raro en que el rey saliera a la 1.20 horas de la madrugada vestido de capitán? ¿Cuántas horas necesitaba para ponerse el traje? ¿No debería haber salido de inmediato para tranquilizar a la población y parar el golpe? ¿Y tampoco ves nada extraño en que Armada de treinta años cumpliera siete? Lo de que era un hombre del rey (y de la reina) no hace falta buscar en periodistas independientes para saberlo, eso nadie lo oculta, lee las biografías de Suárez y su discrepancia con él. Lo de no estar en la Zarzuela era la precaución mínima para, si el golpe ("golpe de timón" pretendía Armada, el más inteligente de todos, otros pretendían algo distinto) fracasaba, que no cayera el rey.
EliminarComprendo que a los tanto tiempo engañados les cueste reconocer que les tomaron por primos. Ahora bien, enlaces para confirmar la información oficial tienes a montones. No olvides que sigue siendo la información oficial y que otra cosa no se puede contar en los telediarios.
Yo supongo que cada uno cree lo que quiere, o lo que coincide con sus prejuicios. Vuelvo a decir lo que antes dije: las afirmaciones sin pruebas, a mí al menos, me convencen poco. Qué le vamos a hacer.
Eliminar¿Pero a qué llama usted pruebas, señor mío? ¿A copiar lo que dice un exministro en su biografía? Lea el capitulo "23F. El golpe", páginas 219-261 del libro de Rebeca Quintans "Juan Carlos I. La biografía sin silencios" (Akal, Madrid, 2016) y luego hablamos. Pero no lo leerá porque sospecho que todo lo que no esté en un enlace de Internet para usted no existe.
EliminarEs un trabajo de investigación basado en el cribado de fuentes muy diversas. Lea y luego sacará sus propias conclusiones, que pueden no coincidir exactamente con las de la autora, pero de lo que estoy seguro es de que no volverá a repetir el cuentecillo del reyecillo valiente de la versión oficial.
EliminarVaya por Dios, con Rebeca Quintáns hemos topado.
EliminarVéase lo que a su respecto dice, en el nº 27/2018 de "Les Cahiers de Framespa", el historiador zaragozano Gonzalo Pasamar:
"Tras la victoria del Partido Popular en las elecciones de 1996, un sector de Izquierda Unida encabezado por su secretario general, Julio Anguita, aprovecharía la Fiesta del PCE de ese septiembre para romper con el discurso de la Transición sobre la ruptura pactada. El mensaje de este consistía en afirmar que la Constitución estaba agotada y debía dejar paso a una reforma de la carta magna que hiciera valer premisas como el reconocimiento de un estado federal, el derecho de autodeterminación y la fundación de una república. Un sector de Izquierda Unida se desmarcó rápidamente de este discurso, pero en 2001, Pablo Castellano, exdirigente de Izquierda Unida y antiguo socialista, publicaría "Por Dios, por la Patria y el Rey : una visión crítica de la transición española", en el que le daba cumplida forma. La tesis de Castellano se puede resumir de este modo : "la Transición fue una nueva restauración", esto es, una vuelta a la "vieja política" española en la que los nuevos clanes, en lugar de los partidos conservador y liberal del siglo XIX, pasaron a ser "el suarismo" y "el felipismo". Poco antes, en el año 2000, aparecía la primera biografía republicana sobre D. Juan Carlos, "Un rey golpe a golpe. Biografía no autorizada de Juan Carlos de Borbón", un trabajo semiclandestino de la periodista Rebeca Quintans, publicado bajo el seudónimo de "Patricia Sverlo" en la revista Ardi Beltza asociada a la izquierda aberzale. En esta obra D. Juan Carlos aparece como un personaje sin virtudes positivas al que rodean las sospechas (por ejemplo, de que asesinó a su hermano), de inteligencia limitada, poco preocupado por la cultura, voluble y libertino, y la imagen de la Transición es básicamente la proporcionada por García-Trevijano".
[sigue]
[continuación]
EliminarEl mismo historiador explica, en un trabajo publicado en la revista historiográfica "Ayer", nº 99/2015, y titulado "¿Cómo nos han contado la Transición? Política, memoria e historiografía (1978-1996)", lo que sigue:
"El debate se inscribe en lo que algunos autores han considerado un cambio en los usos políticos, que tiene lugar a partir de 1993, consistentes en no utilizar el recuerdo del franquismo como elemento de descalificación política. Ahora bien, debe observarse que dicho cambio también afectó a la imagen de la Transición. Para entender adecuadamente ese efecto hay que recordar que fue en esos años cuando ciertos periodistas, analistas políticos y medios de comunicación, como el diario El Mundo —lo que se llamó «el sindicato del crimen»—, llevaron hasta el paroxismo sus críticas al gobierno socialista y al propio presidente del gobierno. El efecto que lograron se acabó transmitiendo a la propia visión de la Transición, que terminó dibujada, en los casos más extremos, como el resultado de una oligarquía que se había puesto de acuerdo para repartirse el poder de espaldas a los ciudadanos. En esta tendencia al emborronamiento del hecho histórico resulta sintomática la reaparición, como colaborador habitual de El Mundo, entre 1994 y 1997, del ya citado abogado Antonio García-Trevijano, quien había desempeñado un papel destacado en 1977 en la crítica a un supuesto «sectarismo de los partidos» previo abandono destemplado de la Platajunta. En la citada tribuna, García-Trevijano se encargó de desarrollar, a través de varias decenas de artículos, la tesis de que España carecía de democracia, que era una «dictadura juancarlista», que la sensación de que pudo haber tenido lugar una guerra civil durante los años de la Transición fue «cínica propaganda» y que esta última tan sólo había preparado las bases de la actual corrupción y situación insostenible".
El problema, amigo JLGM, es que a usted le parecen "cuentecillos" todo lo que no confirme su visión de las cosas; lo que sí la confirma no está, no puede estarlo por definición, afectado de partidismo alguno: es la Purísima Verdad, y no hay más.
¿Pero hablas en serio, Jose? Te piden que leas el capítulo de un libro y tú lo descalificas sin ni siquiera leerlo por lo que dice no sé quién sobre la autora y que si Anguita y que si Trevijano. La verdad, estimado comentarista, es que resulta difícil tomarte en serio, no pareces haber entendido lo que es un debate intelectual. La autora del libro no da su opinión, o si la da a mí me importa poco, recoge diversos testimonios, se basa en diversas fuentes, yo compruebo si son fiables o no y luego saco mi propia opinión. En si la Transición fue buena o mala, pues yo no entro, allá cada cual. Ahora de que los acontecimientos del 23F no fueron como se nos contaron oficialmente, de eso no creo que nadie con voluntad de informarse (algo muy distinto de buscar una cita en la red que confirme los propios prejuicios) pueda tener la menor duda.
EliminarVale La autora del libro recoge diversos testimonios y se basa en diversas fuentes. Un historiador como el que citaba, o como el fallecido Santos Juliá, no hacen eso; como es sabido, se limitan a inventarse lo que más les convenga. Y no comprenderlo así supone que a uno "resulte difícil tomarle en serio", porque "no parece haber entendido lo que es un debate intelectual".
EliminarVale; dejémoslo. Está visto que uno no aprende. Y no es porque le hayan faltado ocasiones; es sólo porque se resiste a creer lo que sin embargo es obvio.
Qué pesadilla, Jose. Ya sé que es inútil, pero no me resisto a responder por si sirve de algo a algún curioso lector. Aquí no se trata de generalidades, de si un historiador cita fuentes y otros no, de si Santos Juliá es mejor o peor que Pepito Pérez, sino simplemente de leer el capítulo de un libro que contiene una investigación sobre un determinado tema y luego decidir si los argumentos que nos ofrece y las fuentes que cita son convincentes o no. Pero para eso hay que leer, hay que leer, y mientras no se consiga hacerlo (no todo está al alcance de un clic en Internet), simplemente callar y esperar, no palabrear en el vacío y hacerse el ofendido o jugar a la falsa humildad.
EliminarLo dejo. Está claro que leer, lo que se dice leer, significa exclusivamente leer lo que JLGM lea. Lo demás, sea en internet o en cualquier otra forma, no es leer. Y pretender lo contrario es "una pesadilla". Pues vale.
EliminarYa que JLGM impone como obligatoria la lectura del libro de Rebeca Quintáns, so pena de no entender "lo que es un debate intelectual", voy a recomendar yo (sólo recomendar; yo no soy como él, ni creo que quien no me haga caso no entienda "lo que es un debate intelectual") la de un libro de aparición reciente: el titulado "23 de Febrero de 1981: el día en que fracasó el golpe de Estado", aparecido este mismo año en Taurus y cuyo autor es Juan Francisco Fuentes, catedrático de Historia Contemporánea en la Complutense. En el comentario que La Vanguardia (11-8-20) dedicaba a la aparición del libro, y tras calificarlo de "análisis brillante", resume su contenido así:
"Hay muchos tertulianos, pseudohistoriadores y conspiradores de salón que prefieren apuntarse a las teorías más rocambolescas que aceptar la realidad. Y la realidad es tozuda: fue el rey Juan Carlos, ayudado con lo que quedaba del Estado, el jefe de su Casa Sabino Fernández Campos, la Comisión de Subsecretarios presidida por Francisco Laína, la Guardia Civil dirigida por el general Aramburu y los militares leales los que dieron al traste con el golpe".
Por mi parte, lo dejo, y espero que definitivamente. Y no me refiero a esta conversación, en la que no volveré a intervenir, sino en general, convencido ya más allá de cualquier duda de que, en estos temas, JLGM no sólo no acepta la posibilidad de la discrepancia, sino que tiene a cualquiera que discrepe por persona intelectualmente insuficiente.
Un planteamiento que NO es el mío, que nada tiene que ver con la democracia, y todo, en cambio, con el autorreproche que el propio JLGM se ha hecho más de una vez en estos diarios, en el sentido de ser incapaz de defender sus razones sin atacar a las personas que no las compartan.
Pongo aquí lo que el propio JLGM decía, en una entrada de estos diarios del 11 de mayo de 2018 (es sólo un ejemplo):
"Al salir esta tarde de la tertulia, después de haber hecho una de las mías, ocurrió algo que no había ocurrido nunca: pensé que me había pasado un poco, y de inmediato puse un mensaje a mi contrincante, que había había algo antes, pidiéndole disculpas.
Y me sentí bastante mejor. Antes solo me disculpaba –ocurrió pocas veces, dos o tres en treinta años– cuando descubría que era yo el que estaba equivocado. A partir de ahora, lo haré siempre que no respete la cortesía, tenga o no razón.
Acabo de descubrir, ya casi setentón, que las personas son más importantes que las razones. Más vale tarde que nunca".
Un descubrimiento no sólo más bien tardío, sino que parece serle algo costoso de asimilar en la práctica.
Mala cosa.
Y, lo dicho: por mi parte, asunto concluido.
Rebobinemos. Todo partió de la afirmación de que la versión oficial de la actuación del rey Juan Carlos el 23F no parece ajustarse del todo a lo que ocurrió en realidad. José copió la afirmación de un exministro de UCD para indicar que si se ajustaba y me pidió pruebas de mis afirmaciones. Le indiqué un libro donde se dan esas pruebas o se señalan las grietas de la versión oficial (no es el único, hay muchos otros). Él descalifica a la autora basándose en lo que ha dicho alguien. Le digo que primero lea el capítulo correspondiente y luego opine sobre lo que allí se dice. Y me responde que está claro que para mí leer significa leer exclusivamente leer lo que yo digo.
EliminarHombre no, leer es leer, pero si se piden pruebas a una persona y este te las ofrece yo creo que hay que leerlas antes de rechazarlas. Y lo más alucinante es que para demostrar la verdad de la versión oficial y descalificar las otras utiliza un libro... que no ha leído, le basta con lo que dice la reseña que encuentra en Internet. Lo suyo son los argumentos de autoridad, aunque la autoridad sea una simple reseña sin argumentos. Como la reseña dice que el libro es un "análisis brillante", pues es un análisis brillante. ¿Y no se le ha ocurrido leer ese libro para ver cómo aclara todos los puntos oscuros de la versión oficial? No, parece que Jose no lee libros: le basta con lo que se dice de ellos en Internet. ¿No puede tratar de precisar lo que ocurrió ese día, informándose bien (hay aspectos en los que todos coinciden) y luego sacar sus propias conclusiones? No, no puede, la manera de razonar de Jose es buscar en Internet un texto que esté de acuerdo con sus ideas, copiarlo aquí y creer que eso vale de algo. Informarse, recabar datos y luego pensar por cuenta propia es algo que le resulta al parecer completamente ajeno.
Si el objetivo del golpe del 23-F era desalojar a Adolfo Suárez de la Moncloa, ¿cómo es que el esperpento aconteció durante la sesión de investidura de Leopoldo Calvo Sotelo, con un Suárez ya neutralizado?
ResponderEliminarMe lo expliquen.
Está muy explicado. La dimisión de Suárez fue un intento de parar la operación en marcha; no lo consiguió: UCD no era la solución, Calvo Sotelo no era nadie.
ResponderEliminarMartín, Martín: Acostúmbrate a ver la injusticia y no hacer nada.
EliminarJosé Luis es el nuevo Qanon español.
ResponderEliminarEl mejor embajador hizo uso descarado de la lealtad inquebrantable de Armada y lo acabó hundiendo. Quien tenga militares en la familia comprenderá que para ellos el honor es su divisa. A veces incurrimos en argumentos antibelicistas demagógicos para despreciar a los militares. Para ellos la patria está por encima de todo. Y esa sensibidad nos produce a los españoles una reacción de burla que en otros países no se genera. Pongo por ejemplo a Francia, allí un militar es un ciudadano tan respetable como otro cualquiera. Aquí, en cambio, estamos dispuestos a escuchar los ecos del franquismo durante un siglo y mantener que al lado de Hitler, Stalin fue un idealista. Fachas-Guerra de Irak-Vox. La asociación incombustible de ideas resulta insostenible en un país civilizado. Por eso da muchísimo miedo la extrema derecha y muy poco la extrema izwqierda, cuyo sentir democrático queda constantemente demostrado.
ResponderEliminarHay honor a su manera en el comportamiento del mafioso: la omertá la cristaliza de una manera rara. Lealtad - que es honor- del falangista hacia sus compañeros de bandera y a los caídos que hacen guardia en los luceros. Y no entro en otros juicios. Pero ninguno - digo honor- en ciertos generales que hicieron negocio a la sombra del "caudillo", como el que resultaría de convencer a Franco para que no entrara en la Guerra Mundial, lo que -según el historiador Ángel Viñas- supondría el soborno que puso en marcha Churchill y la subsiguiente pasta en los marciales -y muy honorables- bolsillos caquis. Es solo un ejemplo.
EliminarYa ve mi amigo de la Cuesta de Moyano que no recurro a otras cuestiones más tópicas, graves y sangrantes pero ciertísimas.
El gremio militar es como todos y habrá en él de todo: buenos, malos y algunos regulares.
Luis Felgueroso,
te excedes en las loas,
haces el oso.
No obstante le deseo que, gallardo, resista
el solapado acoso del Covid diecinueve.
(Estoy alejandrino, como salta a la vista).
Me parece que llueve...
En una cabeza que no esté desquiciada no cabe el pensamiento de que Armada, militar de indiscutible prestigio y viejo preceptor del monarca, se revuelva contra él para recoger no sé qué frutos tardíos.
EliminarMire, apreciado F, yo estudié dos carreras técnicas de grado superior, tal vez una menos que usted, y no recuerdo que ningún pedagogo me inculcara en la Politécnica el sentido del honor, más allá de puntuales insistencias sobre la necesidad de que la ética presidiera mi ejercicio profesional. Naturalmente, eso no significa en absoluto que un militar sea más honorable que yo, pero lo cierto es que desde que ellod entran en su venerada Academia les enseñan valores (tan obsoletos) como el honor y el amor a la patria. Y para la mayoría de ellos ese paulatino convencimiento se convierte en su motivación vital.
En cuanto a Viñas, lo guardo en el mismo cajón que Preston y lo cierro con siete llaves. Tanto ellos como Moradiellos y Fusi, por poner cuatro ejemplos, utilizan por entregas bianuales el relato de la guerra y el franquismo para ejercitar su escandalosa tendenciosidad, que en el caso del inglés se acompaña además de descarado mercantilismo. Muy parecida es la actitud del avispado Ian Gibson, que lleva cuarenta años engordando la cuenta corriente a base de asombrar a los muchos incautos con nuevos descubrimientos sobre Lorca.
No quiero seguir hablando de los militares para no convertirme en una diana fácil, pero tampoco encaja que otro perro fiel al embajador, como Milans,lo traicione para alcanzar un grado militar o un patrimonio que ya tenía por familia. A veces hay que hacer como la policía: descartar como sospechosos a los que el asesinato no les reporta el menor beneficio.
Tienes mucha razón, Luis. F. no razona, ejercita su prosa de brocha gorda. Pero tampoco eso es motivo para rechazar a determinados historiadores, muchos tan serios como Moradiellos, coincidamos o no con su ideología.
EliminarCaer en el tópico más zarrapastroso ya de por sí tiene delito; pero caer cuando se coleccionan tantas carreras de Politécnica (ojo: de "grado superior", no esas menudencias de Letras) es como para desmayarse ante la pura cursilería. Los códigos del honor, de la dignidad y de la decencia se maman en los hogares decentes, dignos y honorables; pretender colar a estas alturas la patraña de que los militares son especiales respecto al "honor" es cerrar los ojos a decenas de siglos de traiciones y felonías sólo por no perjudicar el topicazo.
EliminarEl "honor" del gremio quedó muy aparente, incluso para ciegos, con el ejemplo de Pinochet, que juraba lealtad a Allende pocas horas antes de sublevarse contra él y contra su propio país. Con el caso del Yak42 aprendimos aquí también mucho del honor, por no citar a los que han revoloteado alrededor del emérito como proveedores y machacas. Hay ejemplos como para parar convoyes en la guerra civil española. ¿Hablamos del "honor" de Queipo de Llano, justificador de violaciones? ¿Hablamos de Santa María de Iquique, de Puerto Montt, de Casas Viejas..? Mistificar la historia a base de "felgueradas" tiene un límite, que suele ser puesto por la inteligencia cuando se disfruta de ella.
Si Ian Gibson engorda su cuenta es solo porque miles de personas están interesadas en los detalles del vil asesinato de un gran poeta, a quien todo el acúmulo de "honor militar" fue incapaz de salvar y preservar. Y la supuesta "tendenciosidad" no es de Paul Preston, es de los tercos hechos, que apuntan una tendencia por sí mismos hacia el Holocausto de un país; y por si hiciese falta, el riguroso Preston proporciona referencias y citas de CADA dato que ofrece, lo que no es generalizable a casi ningún historiador pro-fascio. Hugh Thomas, de derechas pero honesto, termina por coincidir con Preston casi al pie de la letra.
Aquí la demostración más supina y patente de tendenciosidad es la felguerada palabrera y gratuita que revela a un sujeto rehén de las versiones fascistas de la historia. Gravísimo. Ofensivo para todas las víctimas, las rojas pero también las azules, que se vieron obligadas a asimilar que toda aquella sangre vertida era, básicamente, un descomunal fraude para perpetuar en el poder, y en el lucro, a un desaprensivo que TODAVÍA DEBE a su Galicia natal el pazo de Meirás. Vaya con el honor de los honorables.
Este Ander parece el mismo F., Luis Felgueroso. No entres al trapo. Hubo militares infames, como hubo civiles. Pero muchos militares murieron defendiendo la causa de la libertas: ahí está Riego, ahí está Torrijos, y tantos otros de los que nos habla Galdós. Y en el cuerpo de la Armada están muchos de los grandes científicos del siglo XVIII. En fin, que la historia no es un cuento de buenos y malos.
EliminarDespués de este panfleto de delegado de facultad ignorantón no apetece debatir, si acaso recomendarle que ponga un par de velas a Maniqueo para que le socorra su ceguera. A estas alturas, las citas que F enumera con rabia solo admiten paciencia adulta. Esta gente, señores, es la que vota en las elecciones con tanta legitimidad como mi portera.
EliminarFelgueroso, te aclaro que F no es el tal Ander Oteiza. No por nada... Mañana te daré mi opinión sobre el asunto del honor y otras mixtificaciones.
EliminarDon Martín cada día me decepciona un poco más: ahora se enreda en chismes de portera.
La cabeza de la que Felgueroso dudaba sobre si se habria salido de quicio, a mi entender, era la suya, señor Garcia Martín.
EliminarPero si encima le adula debe de ser o porque no ha entendido bien a quien dirigía la invectiva, o porque empieza a temer lo afilado del estoque de don Luis.
En absoluto, no pretenda usted confundir, en este asunto yo vertí mis opiniones y Martin unas veces estuvo de acuerdo con ellas y otras las matizó. Si estar de acuerdo es adular habrá que pedirle a la RAE que incorpore otra acepción del verbo adular. Mire, yo no afilo estoque alguno, procuro que mi criterio no esté afectado por la tendenciosidad. Y desde esa independencia opino libremente, sin prejuicios políticos. Creo que está postura mía no está equivocada del todo.
EliminarFRA-GI-LI-DA-DES
ResponderEliminarTiembla la flor
por más que el colibrí
ya se haya ido.
*
Airado, un junco
le tuerce el gesto al agua:
clase de esgrima.
*
Entre las tejas,
en la sombra del agua
corre la luna.
*
La oruga sueña
—disfraz de carnaval—
ser mariposa.
*
En el cordel
las pinzas de colores
sueñan ser pájaros.
*
Es el plumero
coloreando el polvo.
Tucán huidizo.
*
La soledad
del trampolín vacío
dibuja el agua.
*
Se apaga el fuego
en los ojos vidriosos
de los dragones.
*
Bajo la niebla
echan a andar las sombras
de las estatuas.
*
Qué quieta está
la luna entre los peces.
Redes de pesca.
*
La hermosa geisha
—como de su capullo,
la mariposa—
sale de su kimono
siempre recién creada.
*
El arqueólogo
porfía más y más,
profundamente,
tras el polvo. A la tierra
le arranca una Afrodita.
*
Te arranqué el libro...
Y tu ropa la abrí
por cualquier página.
*
Son las mentiras
buitres que vuelan alto.
Nunca se alejan.
*
Contra la lluvia,
se desangra en los toldos
el arco iris.
*
Redes de pádel:
un cazamariposas
del juego limpio.
*
Una manita
y el biberón de leche.
Qué plenilunio.
*
Tu piel, a oscuras.
Mis dedos leen braille:
lunar a tientas.
*
Sonríe el verde:
la oruga que se curva
sobre la hierba.
*
Podo la rama
desoyendo a los pájaros:
el verso vuela.
*
Temprana culpa,
cordón umbilical
también es horca.
*
Qué marcapáginas
es tu cuerpo desnudo.
Paso la sábana.
*
En el poema
tiro la mano: escondo
la piedra siempre.
*
«No corras, Dorothy».
La sombrilla volando
recuerda a Kansas.
*
Nadas a crol
y no te alejas nunca
de la palabra "orilla".
*
Mientras se abre
el vientre con la espada
piensa en Naoko.
El rey no se enmienda y espera
ResponderEliminarla síntesis a su favor de la reina,
la plebe y la humanidad entera.
Un consejo, María:
Eliminardespués de Alejandro
yo no me atrevería.
Luis Felgueroso (o como te llames en realidad)... El liante JLGM con su prodigioso talento para detectar autorías literarias (es un crítico de la cosa, no se olvide), atribuyéndome cierta respuesta airada a tus planteamientos, ha conseguido que se te quiten las ganas de seguir debatiendo con el pertinaz F. Lo entiendo; pero que conste que no he sido el autor que te abatanaba: sería propio de un ciclotímico que pasara de lo (casi) cordial a lo beligerante. A mí también se me ha pasado el momento de exponer mis razones.
ResponderEliminarSalud, don Luis; nos veremos por lo de Moyano.
Parece mentira que un señor habitualmente tan buen entendedor como JLGM no se haya enterado de que mi comentario no descalifica para nada a los militares en general. Lo que descalifica es la idea felguerosa y vacua de que el honor es privativo, o casi, de los militares. Y para ello presenta un listado de algunos de ellos que no lo han tenido ni demostrado, o de sus intervenciones. A estos casos, Felgueroso no tiene nada que decir, salvo "delegado de Facultad". O sea, LA NADA. Porque no se puede decir nada contra lo que es tan sólido como una pared de hormigón. Y si algo se le ocurre es... ¡sobre el voto democrático de las porteras!, sacando de nuevo a relucir el clasismo rancio que ya había esgrimido con sus "carreras Politécnicas". Qué gente queda en España, señores. Cuesta creerlo: 2020.
ResponderEliminarSea cual sea la verdad, la verdad es que Juan Carlos I merece un cuento de hadas. No tiene desperdicio. Al parecer llega a ser rey negociando con EE UU, cediendo la provincia del Sáhara a Marruecos y evitando que el imperio apoyase al MPAIAC. Luego el 23 F, si Martín tiene razón, fue una ópera bufa. Lo demás ya lo sabemos. La punta del iceberg. Un rey para un cuento memorable. ¿Quién lo escribira? Espero que no sea F, cada vez más pesado y más retorcido. Víctor, ¿tú que dices?
ResponderEliminarJesús: ya no te quiero. Antes sí...
EliminarAy, F, qué disgusto enorme
Eliminarme acaba usted de dar,
que no me quiera es fatal
y no puedo estar conforme.
Solo le pido, buen hombre,
que aprenda con el oído
que es herramienta y sentido
del oficio de escritor,
y devuélveme el amor
que hasta ahora me has tenido.
Me acongoja esa costa tan oscura
Eliminarque el bravo mar reduce a grava negra
y en la Playa del Hombre desintegra
en embates de cíclica negrura.
Las piedras de basalto, de obsidiana,
los roques, las chumberas, los barrancos,
las cuencas de la momia de Orotava,
un cementerio para esclavos negros
Con aquella negrura del paisaje,
de playas negras y negros roquedales
compadezco a Jesús: me da coraje.
Así que le devuelvo los quereres,
no sea que se arrugue como papa
por perder uno un poco los papeles.
Buen soneto, amigo F. Me alegro de haber sido el culpable de tan acertada inspiración.
EliminarLe aclaro al maestro Castellano que lo (casi) propio del cuarto verso de la segunda estrofa es que terminara en "blancos". Pues no, que se da el caso de que en Gran Canaria existe ese enterramiento -del siglo XVI- de esclavos africanos que seguro que él conoce. La veracidad, pues, antes que la rima (asonante, pero no fue el caso).
EliminarEncuentro vergonzosa la actitud de Garcia Martín compartiendo con Felgueroso la defensa del " honor" de nuestros militares, con un ímpetu parejo a la inquina maledicente que suele emplear contra quienes le contradicen con razones mucho más sensatas y democráticas que las que, parece ser, comparte con don Luis. Sencillamente despreciable.
ResponderEliminarYo no desprecio a ningún colectivo, sean los militares o los carteros, y no me cabe duda de que el "honor" y el patriotismo --aunque no siempre bien entendidos-- forman parte de la educación militar.
EliminarHabría que averiguar qué entienden por honor y por patriotismo los docentes de las academias militares y, consecuentemente, con qué idea de esa virtud salen las sucesivas promociones de oficiales.
EliminarPS.- He tenido el " honor" de mantener trato con algún profesional de las armas -como cierto coronel de Estado Mayor, hoy probablemente en el generalato o con ese grado y en la reserva- verdaderamente honorable: un ciudadano ejemplar. Y algún otro. No sería justo generalizar la antipatía hacia un colectivo como este.
Jose Luis lo explica mejor que yo: el honor y el patriotismo son la médula de la educación militar, fijaciones que nadie nos ha inculcado a los civiles más que en situaciones particulares. Que algunos contertulios de este blog desvirtúen esta afirmación, pretendiendo que yo atribuyo a los militares el monopolio del honor es una verdadera chiquillada, tanta como restregarnos una lista de militares infames. La ignominia sustentada en la defensa de sagrados valores la han practicado a lo largo de la historia militares y civiles por igual.
EliminarEso mismo digo yo, Martín:"...aunque no siempre entendido". Ya lo creo, ya se ve. Pero la contabilidad de los "no siempre" parece que a usted le deja indiferente. A mí pasmado de ver tantas tragaderas.
EliminarPero vamos a ver, ¿puede haber una lista de militares infames, puede siquiera pensarse, siendo el honor "la médula" de la educación militar?
EliminarAlgo no me cuadra. O el honor no es tan medular, o la educación militar fracasa todavía más que la ESO. Parece un fenómeno paranormal.
Úrsula, antes de salir a la palestra debería usted leer todos los comentarios, y así descubriría que, en fecha 18 de este mes, el señor Ander E. hizo una breve enumeración de infames militares, por supuesto de derechas, pues fueron los únicos abominables.
EliminarAquí les dejo una muestra recientísima del comportamiento patriótico de algunos militares (afortunadamente en la reserva). Dedicado al señor García Martín, neoconverso:
ResponderEliminarhttps://www.nuevatribuna.es/opinion/memoria-militar-democratica/esta-vez-son-39/20201119122223181404.html?utm_source=twitter&utm_medium=social&utm_campaign=publico
Me gusta lo de "algunos militares".
EliminarMagnífico artículo de NuevaTribuna.es poniendo a cada cual en su lugar. Eleva la moral ver que hay mucha gente, militares entre ellos, que SÍ lo han entendido. Espero que Martín aprenda bien la lección.
EliminarGracias por acordarte de mi, Jesús. Ando liado con la ley Celaa y otras teclas toca tocar.
ResponderEliminarMe alegro de ver por aqui a E. Mata, antiguo profesor mío de Literatura, que me puso un 8 por haber leído "El Quijote" de aquella y me llamaba "tradicionalista", creo que por reconocer la Reconquista.
JLGM también fue profesor mío, pero de Lengua, osea, gramática...Una vez me suspendió por copiar.
Muy interesante todo lo que se discute. Estando en Marruecos había dos mapas políticos. Uno, el español, con un Sahara independiente; otro, el marroquí incluyendo el Sahara. Pero bueno, para ellos también son suyas Ceuta (Sebta, me parece que la llaman) y Melilla. Con Hassan II siempre hubo malas relaciones, pero no sólo con España sino con su propio pueblo, en el Rif, en Tetuán, hubo una auténtica guerra silenciada. Ahora alli están orgullosos de su pasado español y visten como los legionarios.
Respecto al golfo emérito no me sorprende nada. Yo creo que estaba al tanto del "golpe", por supuesto. Armada y Milans eran sus amigos y hombres de confianza, no cabía la traición. En 1981 casi todo estaba por hacer: ETA mataba diariamente y los militares eran objetivo prioritario; UCD se disolvía como una bisagra de cera; la monarquía no estaba ni mucho menos afianzada...Habia que dar un golpe en la mesa. Pregonar que el Rey había salvado la democracia. Hoy no se lo cree ni el más crédulo.
¿Se puede ser maquiavélico y parecer tonto? Pues si.
Un saludo
Advierto a don Víctor Menéndez de que E. Mata no es el profesor al que se refiere. Saludos no obstante.
EliminarO sea, no "osea", que hay mucho corregidor gramatical por aquí.
ResponderEliminarAh, vale, E. Mata Z. Siento la confusión, porque el profesor citado y JLGM eran compañeros.
ResponderEliminarNadie menciona “Crónica de un instante”, de Cercas, como fuente fiable para entender lo que pudo pasar el 23F. Yo creo que su exposición es muy completa y bastante convincente. Por lo demás, pensar que los hechos son sucesos mostrencos que pueden cifrarse con una única fórmula es, a mi entender, una ingenuidad inconmensurable. Y más en plena emergencia del conocimiento cuántico del mundo.
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