domingo, 12 de abril de 2015

Nadie lo diría: La invención de la realidad


Domingo, 5 de abril
SI UN MAGO

Si un mago, como en los cuentos, me concediera tres deseos, yo no sé cuáles serían los dos primeros, pero sé cuál sería el último: que siempre me quedara un deseo por cumplir.


Lunes, 6 de abril
POR QUÉ SOY TAN INDISCRETO

Los secretos que no se airean pronto comienzan a oler mal.


Martes, 7 de abril
UN BUEN GUIONISTA

Después de una mañana de clases, trámites y papeleo, mientras espero el taxi que me ha de llevar al aeropuerto, abro el sobre que acabo de recoger en el buzón. Es un breve libro de Luis María Marina. La contraportada dice así: “Ven a Lisboa. En el Terreiro do Paço, toma el tranvía número 25. Apéate en el Largo de Santos. Sigue la Calçada Ribeiro Santos y luego la Rua das Janelas Verdes. Tras caminar unos trescientos metros, verás a la izquierda un caserón noble de dos plantas, rejería verde y fachada en amarillo. Es el Museu Nacional de Arte Antiga. Entra, sube la escalera, atraviesa cuatro salas, gira a la derecha, abre bien los ojos, contempla el tiempo que se sucede eternamente en las Tentaciones de Lisboa”.
            Tras dejar la maleta en el hotel, sigo exactamente esas indicaciones y, ante el cuadro del Bosco, pienso que quizá en toda mi vida no he hecho otra cosa que seguir un guion previamente escrito. Y sonrío agradecido al pensar que, después de todo, no es un mal guionista el que a mí me ha tocado en suerte.


Miércoles, 8 de abril
LA MEJOR MEDICINA

"Bueno, de momento no me ha pasado nada que no se pudiera curar con un libro", me digo traquilizado al recordar las peripecias del día. Vine a ultimar unos detalles de un libro que he de entregar estos días y a media mañana ya había resuelto mis dudas. Me las prometía muy felices, sin nada que hacer más que pasear, mirar y admirar.
            Como soy tan maniático, desde hace más de veinte años me alojo en el mismo hotel y mis rituales cuando vengo por aquí están muy codificados, aunque suelo dejar un cierto espacio para la aventura. Llegué hasta la Praça do Príncipe Real, con su árbol inmenso y totémico que siempre ha sabido cobijarme bajo sus ramas y recordé la primera vez que estuve bajo él, en 1980. Sintiéndome el rey del mundo, me dirigí hasta otro de mis lugares favoritos, el mirador de San Pedro de Alcántara, y de pronto al cruzar frente al Pabellón Chinés fue como si no pisara tierra firme y me hundiera en lodosas aguas negras. Pasé de la cima a la sima en un abrir y cerrar de ojos, como en un poema de Álvaro de Campos: “Yo, tantas veces despreciable, tantas veces inmundo, tantas veces vil...”
            Un instante atrás seguía teniendo la misma edad que en 1980, cuando llegué aquí desde Coimbra, y el mundo me sonreía. De pronto me había convertido en un anciano consciente de que el tren cruzaba las últimas estaciones. Pensé en mi vida, tan desperdiciada; me parecía que, en todas las encrucijadas, había tomado el camino equivocado. Pasé por el largo da Misericórdia, miré distraído el escaparate de alguna librería de viejo y todo lo que exhibían era papel mojado sin interés ninguno. La rutina, el piloto automático, me llevó hasta los Armazens do Chiado (el equivalente o Los Prados o a Las Salesas cuando estoy aquí), bajé hasta la FNAC, como siempre hago, y de pronto un libro me llamó la atención: António Ferro o inventor do salazarismo, de Orlando Raimundo. Siempre he tenido curiosidad por Ferro, a quien me encontré por primera vez en las biografías de Fernando Pessoa, y por Salazar, ese dictador de voz aflautada que no era militar, sino catedrático. Compro el libro, comienzo a leerlo mientras tomo algo en el piso superior y continúo leyéndolo, hasta terminar las casi cuatrocientas páginas, en el Starbucks de la estación del Rossio, al lado mismo de mi hotel.
            Tenía poco más de catorce años António Ferro cuando se hizo amigo de Mário de Sá-Carneiro, que apenas había cumplido los veinte. Conoció poco después a Fernando Pessoa y con ambos asistía a las tertulias en A Brasileira y en otros locales de la baixa. Fue uno de los fundadores de Orpheu, incluso llegó a figurar como editor de la revista, aunque Orlando Raimundo, que no le quiere bien, dice que solo para evitar problemas legales, ya que era menor de edad. Pero conocía muy bien la nueva literatura francesa, era admirador de Gómez de la Serna, se interesó muy tempranamente por el cine y por el jazz, escribió el libreto de algún ballet, envió un escandaloso manifiesto a la Semana de Arte Moderna de São Paulo, en 1922 ("Huele a difuntos en Portugal. Nuestros libros son cementerios de palabras, las letras negras son gusanos"), dio una conferencia sobre la muerte, en la que glosaba a algunos suicidas ilustres, y al final hizo ademán de suicidarse allí mismo ante el público... Un tipo curioso, un auténtico modernista (en el sentido portugués de la palabra) que, como tantos, se sintió atraído por el fascismo. Salazar duró poco más de una semana la primera vez que estuvo en el gobierno. La segunda vez no habría durado mucho más tiempo sin el encuentro con Ferro. ¿Cómo consiguió Ferro que buena parte de las mentes más ilustres de Europa elogiaran al dictador, viajaran a Portugal en su apoyo? Se explica fácilmente el caso de Pirandello, pero ¿y el de Maeterlinck, Valery, Elliot? También los vanguardistas portugueses lo apoyaron, comenzando por Almada Negreiros, continuando con Pessoa, muy contento con su premio oficial. Ferro no fue ministro porque no era licenciado y en el formalista Portugal eso no podía admitirse, pero Salazar le puso al frente del Secretariado de Propaganda Nacional, con más poder que ningún ministerio. Las técnicas propagandísticas no las aprendió en Goebbels, el que cuando oía la palabra cultura sacaba la pistola, sino, quién lo iba a decir, en Paul Valery.
            Termino el libro, subo a acostarme, olvidado ya de las aguas negras que me aguardan, y mientras llega el sueño me entretengo imaginándome como maquiavélico asesor de algún político. Siempre me ha gustado el poder, y especialmente el poder en la sombra, pero estas son cosas que no le cuento a nadie, ni siquiera a mis mejores amigos.


Jueves, 9 de abril
EN LA MOURERIA

Me pierdo por las calles empinadas y estrechas de la Moureria. Están llenas de homenajes a los grandes nombres del fado, esa tristeza que se canta, como lo definió alguien. El fado ya existía antes del Estado Novo, claro está, pero era una canción de pobres y gentes de mal vivir. Incluso en un principio se trató de erradicar porque daba mala imagen de Portugal. Fue António Ferro quien hizo que las cosas cambiaran y se sirvió para ello de Amália Rodrigues, a quien convirtió en estrella con dos películas promocionales, Capas negras, de Armando de Miranda, y Fado. História de uma Cantadeira, de Perdigão Queiroga. Mientras subo y bajo, sin nada que hacer, sin ir a ninguna parte, escucho la voz de Amália y recuerdo, con Machaco, que también la verdad se inventa y con Pessoa que el mito es la nada que es todo.


Viernes, 10 de abril
EL GESTO DE LA MUERTE

Me sigue fascinando el personaje de António Ferro. Casi todas las centenarias tradiciones portuguesas son un invento suyo. Él convirtió al fado y al gallo de Barcelos en símbolos de Portugal, y hasta hay quien dice que el centenario Manuel de Oliveira, recién fallecido, fue también creación suya.
            Era hedonista, vanidoso, despilfarrador, gustaba de hombres y de mujeres, era todo lo contrario del puritano y sacristanesco Salazar, que no gustaba de hombres ni de mujeres. Cuando Marcello Caetano, su rival en los favores del dictador, le sucedió como factótum del régimen, pidió ser nombrado embajador en París, la ciudad de sus sueños, donde tenía tantos amigos. Le enviaron a Berna.
            Murió de improviso una noche de noviembre de 1956. Se le descubrió una hernia epigástrica y se decidió intervenirle quirúrgicamente. El día antes le llamó Salazar para decirle que no se operara, insistió en ello. Pero los médicos y los familiares pensaron que era la mejor opción. El propio Ferro llamó a Salazar para explicarle por qué no había aceptado su consejo.
            La operación debería haber sido en el Hospital de San Luis de los Franceses, a dos pasos de su casa, pero Ferro se acordó de que en él había muerto, otro noviembre, su amigo Fernando Pessoa y temió que le ocurriera lo mismo. Le operaron en otro hospital, el de San José. La operación fue un éxito, pero de pronto se declara en la madrugada una infección; no se consigue localizar al médico que había operado.
            El médico estaba, al parecer, celebrando el éxito de la intervención con unas prostitutas y no había ningún otro especialista de guardia en el hospital. Hay quien dice que fue Marcello Caetano quien se preocupó de que no los hubiera, temeroso de que Salazar volviera a llamar al inmoralista Ferro, amigo de homosexuales, quizá homosexual él mismo, a su lado. Y que el dictador presintió algo o fue avisado por su echadora de cartas, Maira Emília Vieira, en quien tenía casi tanta fe como en la Virgen de Fátima.


Sábado, 11 de abril
PARA UN AUTORRETRATO

Era tan rápido que a veces, al ir a hacer un recado, se tropezaba consigo mismo, ya de vuelta.
            Estaba tan enamorado de sí mismo que tenía celos de todas las personas que se le parecían.
            Descubrió que no era quien creía ser y le gustó la persona que se escondía tras su apariencia rutinaria.




52 comentarios:

  1. La lectura de la entrada me ha hecho recordar la maravillosa novela "Sostiene Pereira", de Antonio Tabucchi, que releo de vez en cuando para reverdecer mi italiano. Copiopego y traduzco este párrafo, coherente con lo que García Martín nos cuenta en la entrada de hoy:

    "Escuche, Pereira, dijo el director, como ya le dije el Lisboa se está convirtiendo en un periódico amigo de lo extranjero, ¿por qué no hace la efemérides de un poeta de la patria?, ¿por qué no escribe sobre nuestro gran Camoens? Camoens?, respondió Pereira, pero si Camoens murió en mil quinientos ochenta, hace casi cuatrocientos anos. Sí, dijo el director, pero es nuestro gran poeta nacional, siempre está de actualidad, además, ¿sabe qué ha hecho Antonio Ferro, el director del Secretariado Nacional de Propaganda, es decir, el Ministerio de Cultura?, ha tenido la brillante idea de hacer coincidir el Día de Camoens con el Día de la Raza, en ese día se conmemora al gran poeta de la épica y a la raza portuguesa, y usted podría escribir una efemérides. Pero el Día de Camoens es el diez de junio, objetó Pereira, señor director, ¿qué sentido tiene celebrar el Día de Camoens a finales de agosto? Por de pronto, el diez de junio no teníamos todavía la página de cultura, explicó el director, y esto puede indicarlo en el artículo, y además siempre se puede conmemorar a Camoens, que es nuestro gran poeta nacional y hacer una referencia al Día de la Raza, basta una referencia para que los lectores lo entiendan. Perdóneme, señor director, respondió Pereira con pesadumbre, pero quisiera preguntarle una cosa, nosotros originariamente éramos lusitanos, luego vinieron los romanos y los celtas, después estuvieron los árabes, ¿qué raza podemos conmemorar los portugueses? La raza portuguesa, respondió el director, perdone, Pereira, pero su objeción no me suena nada bien, nosotros somos portugueses, hemos descubierto el mundo, hemos llevado a cabo las mayores navegaciones del globo, y cuando lo hicimos, en el siglo XVI, ya éramos portugueses, nosotros éramos esto y usted va a conmemorar esto, Pereira. El director hizo después una pausa y continuó: Pereira, la ultima vez te tuteaba, no sé por qué sigo ahora tratándote de usted. Como a usted le parezca, señor director, respondió Pereira, quizá sea a causa del teléfono. Será eso, dijo el director, en cualquier caso, escúchame bien, Pereira, quiero que el Lisboa sea un periódico muy portugués incluso en su página cultural, y si tú no tienes ganas de hacer una efemérides sobre el Día de la Raza, por lo menos tienes que escribirla sobre Camoens, algo es algo.

    Pereira se despidió del director y colgó. Antonio Ferro, pensó, aquel terrible Antonio Ferro, lo peor es que se trataba de un hombre inteligente y listo, y pensar que había sido amigo de Fernando Pessoa, en fin, concluyó, ese Pessoa se elegía unos amigos…".

    (Sandra Suárez)

    ResponderEliminar
  2. Machaco o Machaquito no inventaban, toreaban la verdad.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pocas buenas verónicas admite la realidad, la verdad.

      "Mientras subo y bajo, sin nada que hacer, sin ir a ninguna parte, escucho la voz de Amália y recuerdo, con Machaco, que también la verdad se inventa y con Pessoa que el mito es la nada que es todo."

      La nada es todo pero no todo es nada. Maravilloso.

      Eliminar
  3. "El propio Ferro llamó a Salazar para explicarle PORQUE no había aceptado su consejo."

    zumo-de-poesia.blogspot.com
    12/04/2015

    "Y por cierto, ¿dónde habría que juzgar a quienes no parecen saber distinguir entre “por qué”, “porqué”, “porque” y “por que”?

    http://antoniomuñozmolina.es/2015/04/por-la-espalda/#comment-154611

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¿Ha oído el señor Críticón hablar de erratas? En las editoriales hay un corrector que se ocupa de ellas (y aún así aparecen); en este blog los descuidos los indican los lectores, pero como no cobran lo hacen con menos cortesía. Yo se lo agradezco igual.

      JLGM

      Eliminar
  4. "Era hedonista, vanidoso, despilfarrador, gustaba de hombres y de mujeres..."

    "...Ferro, amigo de homosexuales, quizá homosexual él mismo..."

    ¿QUIZÁ?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, quizá, y parece poco probable.

      JLGM

      Eliminar
    2. ¿Gustar de hombres no le basta a un hombre para ser homosexual?

      Eliminar
  5. Y la nueva moda de la mayúscula tras los dos puntos ("Nadie lo diría: La invención de la realidad "), ¿es también una errata?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Después de lo del judaísmo como rasgo biológico que se transmite, como la hemofilia, por vía materna, ya sé que no debería entrar al trapo de las observaciones del Criticón. Pero entro. Después de los dos puntos una veces hay mayúscula y otras no. No la hay en las enumeraciones (salvo, claro, que se enumeren nombres propios), sí la hay cuando dan inicio a una nueva frase (en los diálogos en estilo directo, por ejemplo: "Pedro dijo: Vete de aquí". No sigo con la lección. Hay mentes que solo funcionan en blanco y negro. Son las que se bloquean cuando la Academia permite escribir dos palabras juntas o separadas, convierte la tilde de una palabra en opcional. .

      JLGM

      Por cierto, la obsesión por la ortografía, al contrario de lo que se cree, no es nunca signo de una gran cultura, al contrario de lo que se cree. La perfecta ortografía, y la falta de erratas, de los buenos periódicos y las buenas ediciones se debe más a los correctores que a los autores (véanse los manuscritos de Lorca, Valle-Inclán o Gómez de la Serna si alguien tiene alguna duda). La gente de talento a veces es un tanto descuidada. Claro que también la de no demasiado talento, como yo.

      Eliminar
  6. Vizconde de Elvas13 de abril de 2015, 9:08

    Salimos del elevador de Santa Justa y, en el pasaje que desemboca en la Praza do Carmo, había una casa en cuya planta baja ensayaba una banda de música. Era verano y, a través de una ventana abierta, los transeúntes podíamos ver a los músicos, serios y acalorados, aplicarse en los instrumentos. El que soplaba en la tuba era el más próximo a la ventana y por ello le sobresalía a la rúa una buena porción de la bocina. Los españoles que lo veíamos no podíamos dejar de esbozar una sonrisa irónica en vista de actitud tan pueblerina (o eso estimábamos nosotros). Así era: unos honrados ciudadanos que ocupaban parte de su ocio a algo tan noble como la práctica musical..., nos movían a la hilaridad impertinente.
    Al día siguiente, la casualidad hizo que volviese a ver a la banda de músicos, esta vez en la Baixa, creo que en la Rua da Prata. Desfilaban con dudosa marcialidad a los compases de un pasacalle. Y, en la última fila del escuadrón, iba nuestro rubicundo y chaparro maestro de la tuba, casi tapado por el cornetón: confieso que se me escapó cierta risa que disimulé como puede. Y es que los españoles -según para qué cosas- no tenemos remedio.
    Nunca entendí el porqué de ese sentimiento de superioridad de mis compatriotas -bulliciosos, maleducados, vociferantes- respecto a los moderados y juiciosos portugueses.

    ResponderEliminar
  7. Hay mayúscula tras los dos puntos en el caso de los diálogos, de las citas, de las cartas oficiales y de algunos documentos jurídicos o administrativos. En el resto de los casos no la hay. Pero últimamente se ve mucho en la prensa digital. Y si hago aquí la observación no es porque sea un histérico de la corrección (cosa peligrosa en España donde siempre tanto ha abundado la ignorancia de toda clase de reglas) sino porque me extraña que un profesor de universidad y escritor siga esas modas.

    Y en esta cuestión no podrás discutir como en el caso del judaísmo porque las reglas de la RAE no admiten interpretaciones basadas en juegos de palabras.

    En cuanto a la mente en blanco y negro y las entradas al trapo, ¿no eres tú quien confiesa aquí mismo con frecuencia que llevar la contraria a todo el mundo es su deporte preferido?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Las reglas de la RAE son las reglas menos inflexibles que existen. Las últimas han sido muy discutidas por ciertos académicos y alguno de ellos incluso hace gala de no seguirlas. Alex Grijelmo publicó un artículo muy interesante al respecto en El País del domingo.

      JLGM

      Eliminar
    2. Las reglas en general, pero no las que conciernen el uso de las mayúsculas.

      Eliminar
    3. El uso de las mayúsculas es lo más discutido. ¡Mira que pretender quitarle la mayúscula al papa!

      JLGM

      Eliminar
    4. Yo no veo por ningún lado que se discuta del uso de las mayúsculas. Todo el mundo parece de acuerdo con sus reglas.

      http://cvc.cervantes.es/lengua/alhabla/museo_horrores/museo_011.htm

      Eliminar
  8. "Por cierto, la obsesión por la ortografía, al contrario de lo que se cree, no es nunca signo de una gran cultura, al contrario de lo que se cree [sic]."

    Estoy de acuerdo contigo, puesto que a mí la ortografía (y la sintaxis) de la gente me importa un bledo. Otra cosa es ver las erratas (por deformación profesional) cuando se lee (la mayoría de las veces en este sitio, por pereza, no las señalo - y suele haber bastantes).

    Lo que me extraña es que un escritor no se relea o se relea tan mal - o siga modas extrañas.

    En cuanto a las faltas de ortografía de los escritores, todos sabemos que los hay que hacen muchas, incluido el gran Goethe, que pedía a sus editores, cuando enviaba sus manuscritos, que se le corrigieran y se le pusieran los acentos.

    ResponderEliminar
  9. Que al empedernido censor de erratas temas como la ortografía y la sintaxis le importan un bledo es cosa fácil de creer. También lo es que ese desinterés lo hace temerariamente extensivo a otras lenguas. La noticia que nos da de Goethe podría inducir a un lector desprevenido a corregir una extendida y cándida suposición según la cual su prosa no tenía acentos porque no hay acentos en alemán. La noticia del especialista avistador de pajas en ojos ajenos quiere inducirnos a suponer que esa ausencia se debe a que los atrevidos correctores del gran poeta no hacían caso a la solicitud de éste en el sentido de introducir tildes en sus escritos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tienes razón: eran las comas lo que pedía que le pusieran.

      (Por cierto, ¿no tienes un estilo menos pedante de escribir? Estamos en un blog, no en un concurso de estilo engolado).

      Eliminar
    2. ¿Qué tendrá este criticón (sic, o séase sin mayúscula, que "criticón" es adjetivo y no nombre de pila baltasareño), contra los que, cuando escriben, tienen el buen gusto de desempolvar palabras que se mueren de aburrimiento en los anaqueles de la vetusta institución que llaman RAE, o giros poco usuales, porque apenas existan escribanos o escribidores que se dignen darles curso legal en sus actas, panfletos, códices y aun libelos?
      ¿Estará de más espigar el idioma propio, entresacar,entreverar, muñir y aparejar frases virtuosas en pro del esplendor de las sagradas escrituras, aunque solo sea labor de diletante, pero pulcro y escrupuloso? ¿O será más adecuado escribir francote, a la pata la llana, o porque no se sepa hacer de otra manera, o por reconciliarse con el lector más bien de pocas letras?
      Muy bueno lo tuyo, colega Sergio, pues resultó el criticador criticado y a mí (qué coño) me diste ocasión propicia para desplegar esta filigrana dialéctica que para sí quisieran muchos (envidiosos).

      Eliminar
    3. ¡ Qué cosas más raras suceden en este blog! Los que firman con su nombre se vuelven de repente anónimos, los que se llaman Sergio pasan a llamarse F. y creen ingenuamente que, escribiendo con la misma pedantería rancia, dan el pego...

      Eliminar
  10. El pedante y rancio que firma Sergio, a quien frecuento desde mi nacimiento y conozco muy bien, es uno y único y no dos, por fatalidad biológica e histórica; y me consta que no firma ni aquí ni en ninguna otra parte más que con su verdadero nombre: Sergio. ¡Un poco de sano humor en lugar de tan imaginativa paranoia, amigo Criticón!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si, Criti, tiene razón Sergio: él es él y yo soy yo. Y la tiene también cuando dice que hay que ser más enrollado y mas desinhibido, colega. Que tengas razón en muchas de tus objeciones (la tienes) no es para andar con la recortada debajo de la gabardina, porque lo que consigues es que otros vigilen tus deslices y que te ataquen por el flanco débil, tronco.

      Eliminar
    2. Y siguen sucediendo cosas raras. Ahora es una sincronicidad perfecta entre los dos. El primero escribe a las 17:33 y el segundo a las 17:48. ¡ Qué casualidad !

      ¿Os habéis llamado por teléfono?¿O sois gemelos?

      (En los dos textos el mismo tono, la misma ingenuidad. Y, curiosamente, ahora, la misma ausencia de pendantería).

      (Cada vez más cómico, el asunto).

      Eliminar
    3. No me negarás, C., que Sergio -pese a que se ha enmendado en parte- no ha seguido siendo más pedante que servidor. Así que dos personas, dos estilos: nada del mismo autor. Que conste.

      Eliminar
  11. Yo, perseguido Criticón, escribí a las 13:30 hs. de mi país, al otro lado del Océano Atlántico, Latitud: 31° 21’ S, Longitud: 64° 05’ O; Altitud: 410 mts. sobre el nivel del mar. Relájate y muestra una sonrisa si te parece tan cómico. Para mí lo es en grado sumo, pero me temo que por otros motivos que los tuyos....

    ResponderEliminar
  12. Otra vez el nuevo Dúo Dinámico perfectamente sincronizado. Y no sólo con el mismo tono ambos, sino ambos con un tono que me recuerda el de alguien.

    ResponderEliminar
  13. ¿El de quién, s´il vous plait?

    ResponderEliminar
  14. No había leído aún esta entrada, ya que mis ocupaciones me lo habían impedido. Lo hago ahora y veo que mi ya viejo amigo "El criticón" sigue disparando a todo lo que se mueve, y fallando siempre. Ya conmigo se acordaba de "alguien", sabe Dios de quién. Parece que todo el que disienta de él le recuerda a "alguien". Pues no se preocupe el tan seguro como equivocado amigo de esos sospechosos parecidos; preocúpese de tener razón, cosa que hasta ahora no ha conseguido. Y luego, si llegara a tenerla (cosa que ya dudo), de no perderla por el camino. Que, aunque la tuviera, su tono disparatado se la quitaría. Serénese y razone, única manera ésta de que él mismo no nos recuerde a "alguien": a cualquier dogmático irracional, como él mismo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sigues siendo incapaz de disimular el tono común que te delata cada vez que escribes, sea bajo el nombre que sea. Mismo tono, pero también misma manera de reaccionar a las mismas cosas, misma inflexión de la "voz", mismo vocabulario - y todo ello muy acorde con lo que cuentas constantemente de ti. Cuanto más respondes, más transparente eres.

      Eliminar
    2. Y como por casualidad, cuando desparece el Dúo Dinámico, aparece el Anónimo...

      Eliminar
    3. Manolo de la Calva (F)ernández.14 de abril de 2015, 12:34

      O sea, Krithi, que don Sergio y servidor, F., somos la misma persona y ambos dos, el compañero A2: la Trinidad.
      Aquí alguien necesita un psiquiatra (por lo menos): o el tipo de la personalidad tripartita (esquizofrénico, en su caso), o quien malicia que tres señores, tan evidentemente diversos en sus maneras y en sus "filosofías", sean un solo liante tricéfalo (paranoia).

      Eliminar
  15. El delirante "criticón" no sabe leer: todo lo que lee le parece igual, divisible únicamente en dos apartados de interés: sus Maravillas, y quienes (¡inconcebiblemente!) no sólo no las adoran rendidos, sino que ni siquiera están de acuerdo. Este segundo apartado está formado por un solo, aunque multinominable, individuo, cosa que resulta clara si uno se da cuenta de que no puede haber en el mundo DOS (y no digamos tres o más) personas que le lleven la contraria. De ninguna manera, oiga: eso es inconcebible. Luego los que ya han salido para decirle lo nada que razona, y quienesquiera que se sumen, no son sino el mismo Incorregible y (como ya dijo en otra ocasión) Patético. Que la Verdad y el "criticón" son una y la misma cosa, y no estar de acuerdo con uno es negarse a ver la otra, diga usted que sí. Y no es que el amigo "criticón" padezca manía persecutoria: es que le persiguen, que es muy distinto. Dejémosle pues que, como el otro, sufra en silencio: bastante tiene con lo que tiene, el pobre.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tus reacciones son cada vez más grotescas. Me lo estás poniendo demasiado fácil. A mí me gusta jugar al ajedrez dialéctico con gente de buen nivel. Yo creía que tú lo eras. Pero veo que no eres más que un aficionado de club de barrio...

      Eliminar
  16. Haría bien "El criticón" en explicar si sus repetitivas notas se dirigen a alguno de sus contradictores en particular, a los varios en general o parte de ellos (recordemos a Borges: "Dejo a los varios porvenires -no a todos..."), o a quién. Tal como se expresa, parecería que cualquiera que le lleve la contraria se convierte de inmediato, y sólo por eso, en un "aficionado de club de barrio". Por lo que a mí personalmente respecta, entre la "afición" al "club de barrio" y la de decir "Amén" a cualquier disparate criticónico, me quedo con la primera, como se comprenderá. Afición por afición, me parece que, como suele decirse, "no hay color". Lo segundo es mucho más tedioso, por infinitamente monótono.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¿Cómo un admirador de Pessoa como tú no osa asumir públicamente sus múltiples identidades?

      Tener doble o triple personalidad, creer que la vida es un juego frívolo y ser más susceptible que un japonés paranoico no son pecados mortales.

      Eliminar
    2. En cierta ocasión alguien dejó caer en este blog que F. pudiera ser el propio Martín, que usaría de un pseudónimo para darse pie él mismo en alguna de sus polémicas menores. Aparte de que F. escribe con mejor prosa que JLGM, y aun admitiendo que el desnivel cualitativo de lo escrito bien pudiera ser simulado (esmerarse cuando escribe F. y ramplonear cuando lo hace nuestro polígrafo viajero), cuesta aceptar que pueda haber un escritor tan artero que sea capaz de llegar a simulación tan sofisticada. Pues quedaban en evidencia en cada línea las diferentes mentalidades y los puntuales acuerdos. Quiero decir que es muy difícil que semejantes ardides lograran colar, si se tratara de un lector sagaz
      Lo cierto es que más motivos tiene A2 para sospechar que Criticón y F. sean una misma persona, pues nos atribuye a ambos la dudosa virtud de la pedante intransigencia.
      Sí, tiene más sentido lo que pudiese maliciar A2 que lo que da por seguro el camarada Criticón.

      Eliminar
    3. Yo no creo que "El criticón" imagine realmente que uno mismo, F. y los que se sumen sean la misma persona, sino sólo que, carente por completo de argumentos, acude a eso como acude a las descalificaciones personales y los insultos, imaginando que pueden sustituirlos. Se equivoca, obviamente.

      Y sí es cierto que entre el "Criticón" y F. hay algún parecido en eso, en acudir a la descalificación más impensable (¿el estilo del BOE?) y en creerse los más mejores, y en realidad los únicos, del mundo mundial (lamento decirlo, pero la prosa de JLGM me parece infinitamente más interesante que la suya). Pero ahí se acaban los parecidos.

      En realidad, creo que el "Criticón" es, seguramente incluso por edad, una especie de adolescente malcriado cuya inmadurez le lleva a disparatar, por falta del autocontrol necesario para callarse oportunamente. Y, en todo caso, le dejaré claro, en palabras elementales para que pueda entenderlas, que se equivoca en sus "paranoicas" suposiciones. Yo NO UTILIZO múltiples identidades, me basta y sobra con una; y no tengo nada que ver ni con F. ni con cualquier otro. Olvídese de esa tontería, tan falsa e inútil como casi todo lo que lleva dicho (ay, las virtudes del silencio). La expresión, oral y escrita, que vale algo la pena, está hecha también (y a veces sobre todo) de saber callarse a tiempo.

      Eliminar
  17. Bueno, pues parece que hoy va de confesiones (de vez en cuando es bueno hacer un alto en el camino, mirar hacia detrás y ver los destrozos que uno va haciendo a medida que posa el zapatón en la trocha ) y tengo que hacer una observación y cierta confidencia al amigo A2, porque a veces cae en el mismo defecto que le imputa al Criticón: se toma demasiado en serio las cosas que aquí se dicen.
    Para empezar, debiera ser obvio que servidor no se considera en absoluto por encima del rasero que le pasa a Martín por sus despoblados parietales; creo ya haber dicho que gusto de la prosa y del verso de JLGM. Pero -créame o no A2- este menda es capaz de escribir cosas bastante más enjundiosas y mejor hilvanadas que las que aquí viene a derramar: de hecho las ha escrito y las escribe; de hecho tiene galardones por lo mismo, que no es del caso poner al sereno en este blog.

    ResponderEliminar
  18. El juego ha dejado de tener interés. Demasiado evidente...

    ResponderEliminar
  19. Yo estoy sumamente dispuesto a creer todo lo que F. dice de sí mismo, aunque por su respuesta parece él el que se toma demasiado en serio las cosas que aquí se dicen; me pregunto cómo habría reaccionado si yo le calificase unas cuantas veces (no pienso hacerlo) como posible redactor del BOE. Pienso que aquí le sobra esa "soberbia" que él mismo ha reconocido, y que, en contra de lo que parece creer, no mejora el estilo, ni el suyo ni el de nadie. Pero tiene un estilo, y no dudo de su capacidad para hacer con él cosas que realmente valgan la pena. "El criticón", en cambio, no veo yo que lo tenga, a no ser que se tome por tal la tendencia al disparate y a descalificar a quien se la señala. Pero eso no es un estilo, es sólo una pobreza.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues porque no tomar en serio "lo" del BOE" era lo sensato, lo mismo que no creer en "soberbias" auto imputadas: ¿cómo va a decir uno de sí mismo que es soberbio sin estar de guasa? Esto hace que recuerde a uno que, desesperado por la muerte de un familiar, le decía a otro: "¿Te has fijado cómo me dolió que casi me tiro por la ventana?" Esas cosas no se dicen en serio...
      Mis inocuas pullas van en la misma dirección: sabiendo que Martín es moderadamente vanidoso, pues que le aprieto (a veces) por donde pienso que le duele. Pero le aseguro a A2 que servidor nunca piensa que veja o que molesta a nadie (que no se lo merezca), simplemente estima que los demás están en el mundo como él: con ganas de jugar un poco.
      Eso sí, la inquina, la mala baba, no la aguanto: ni en la vida ni en un blog.

      PD.- Y como hoy toca estar razonable, diré que no dejo de pensar (con cierto sonrojo) en qué pensará Martín de los que usamos su blog para discutir de estas minucias sin interés.
      Salud.

      Eliminar
    2. Me temo que F. tiene un problema conmigo, y sospecho que no sólo conmigo. Él tiene muy claro qué hay que tomar en serio de lo que dice, y qué no hay que tomar en serio (lo que no es raro, tratándose de él mismo); pero está convencido de que los demás tenemos que tener exactamente igual de claras sus intenciones. La sensata advertencia de Martín, tomada de Pessoa ("la ironía es eso que nadie entiende") no le parece que vaya con él. Ni la correspondencia, esto es, la obligación recíproca por su parte de no tomar en serio ningún desmentido o contradicción que le hagan, sino pensar que también para él rige lo de que los demás "están en el mundo con ganas de jugar un poco" (y con derecho a hacerlo, se supone, aunque sea a su costa). Yo me temo que los derechos que él se toma no esté dispuesto en absoluto a concedérselos a los demás. Y eso, ya lo dije, es un problema. A estas alturas, ya debe saber más o menos lo que pienso, y supongo que lo que piensa Martín. Pues, en lugar de tomarse la libertad de tratar a uno y otro como en ningún caso aceptaría ser tratado él mismo (y no es la primera vez que lo muestra), hágalo con la justicia elemental que supone la llamada "regla de oro" de la Ética: "trata a los demás como te gustaría que te tratasen a ti". Y verá cómo, en ese caso, estas discusiones, ciertamente ociosas, desaparecen.

      Eliminar
  20. Ningún problema, A2, ni contigo ni sintigo. Es tan intrascendente lo que aquí me ocupa que no llega a constituir un problema para mí en ningún caso. A diferencia tuya, no me ocupa un minuto especular con cómo es o qué pretende mi interlocutor de turno, ni si es correcta o sesgada la percepción que tengan de mí los que me lean.
    Hablo en serio cuando combato la burda conspiración contra Venezuela y el derecho del pueblo catalán a decidir por sí mismo su destino; no hablo en serio cuando te "ridiculizo", comparando tu estilo con el BOE; mucho menos diciendo que Martín es un desmañado escritor monotemático de relatos con personaje fantasmal que se acerca a su mesa de café con ganas de palique: Martín es bueno y él lo sabe..., y sabe que yo he de saberlo. Porque sé.
    La diferencia -en este caso- entre Martín y tú es que él pasa olímpicamente de mis imputaciones "calumniosas"; sin embargo tú te picas, y te resquemas, y les das vueltas, y las retuerces, y las vuelves del revés..., como si debieras defender tu autoestima (esa que debe depender menos de lo que digan los demás que del íntimo convencimiento de la valía propia).
    Y no es cierto -al menos a mí no me suele pasar eso- que la ironía sea algo que, de tan sutil, se nos filtre entre los dedos antes de que podamos aprehenderla: siendo esta un rasgo caractericial de un servidor, me ha deparado -y a quienes la han gustado conmigo- momentos muy gratos y creativos. De lo literario hablo.
    Y está de más que se me traigan por la oreja las reglas de oro de le Ética: cuando San Pedro me franquee la puerta le dejaré en el zaguán un saco repleto de manzanas. Éticas.
    Salud y pelín de alegría.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No dudo de que F. sepa más que Pessoa (y que Martín, y que yo mismo, y que cualquiera); pero el problema es que él es el primero en "picarse" cuando le dicen algo que no le gusta; y ha dado ejemplos sobrados de ello.

      Respecto a las cosas sobre las que "habla en serio", cuando yo le digo (como lo hice recientemente) que lo que le parece aceptable en Venezuela le parece inaceptable en España, y le doy ejemplos, no hago con ello parte de ninguna "burda conspiración": me limito a exponer una opinión distinta de la suya. Que eso, como lo ha dicho más de una vez, le "indigne", es problema de F., no mío. Digo lo mismo por lo que respecta al asunto de Cataluña. F., y no es el único, simplemente no acepta que alguien piense de un modo distinto a él, y quien lo haga es o deshonesto o tonto o las dos cosas.

      No, amigo F., no sirve lo de irrumpir pisando a todo el mundo para decir luego que si alguien se molesta es que no sabe jugar. ¿Me has visto alguna vez decirte que, pensando lo que piensas de Cataluña o Venezuela, es que te faltan honradez o inteligencia? Si eso (o sea, no responder a las ideas, sino agredir verbalmente y descalificar a quien las propone) es lo que tú entiendes por "hablar en serio", mal vamos. Y si eso es lo que viene a traer "Podemos", a quien has dicho apoyar, a la convivencia de todos, van peor todavía. De eso, no sólo hay ya demasiado, sino que no hace ninguna falta. "Podemos" muy bien ahorrárnoslo; y, lo que es más, deberíamos. Por el bien de todos.

      Eliminar
    2. Well, amigo A2, lo primero que debe quedar claro es que no me estoy disculpando contigo, sino que te estoy dando una explicación civilizada.
      En cuanto a que tenga servidor más sabiduría que Pessoa o que Martín o A2..., pues que según y cómo.
      Acabo de leer las cartas del gran poeta luso (no necesariamente un gran hombre) a su Ofelinha Queiroz y aún me hago cruces. Además sé de ciertos hábitos suyos (era su derecho, no se discute) y de sus ideas conservadoras, quizás reaccionarias, respecto a los que creo que no tenga que aleccionarme en nada.
      En cuanto a Martín la cosa es más peliaguda porque, además de su calidad literaria (parecerá que le adulo pero no importa) tiene bastante bien aparejado el criterio en muchas otras cosas (el otro no, evidentemente). Y en cuanto a A2, resulta que carezco de elementos de juicio para opinar de sus gracias literarias, apenas estas muestras rifirraferas (que confieso que me gustan poco), pero a todas luces insuficientes para juzgar con acierto. Sí opino que en temas socio-políticos le saco más de una cabeza, y que en esa carrera parece que concurren otros centauros que también llegan primero que él a meta.
      Así que eso de que servidor "sepa" más que las eminencias citadas merece ser contestado con un "según y como".
      Y, amigo A2, no es que apoye a PODEMOS, sino que soy socio numerario de esa formación, activista esforzado (he participado en mesas redondas y demás), viajero-manifero a Madrid desde "provincias" en dos ocasiones en un mes (pagando de mi blosillo los gastos derivados, no como otros), suscriptor de microcréditos, apoquinante metalúrgico y todo lo esperable de un militante consecuente.
      Lo que no me negarás es el derecho a apoyar lo que digo en la opinión de multitud de personas que son de mi misma cuerda. Y debe de ser una buena cuerda esta mía, a juzgar por tantos como jalan de ella a día de hoy.
      Salud.

      Eliminar
    3. Claro que no te niego ese derecho, como no se lo niego a mi mejor amigo de toda la vida, no militante pero sí simpatizante indudable. Menos claro me resulta que tú tengas tendencia a corresponder, esto es, a no negar el derecho de otros (no sólo el mío) a pensar distinto.

      Lo que menos me gusta de ciertos (no todos) militantes o simpatizantes de "Podemos" es eso, su tendencia al parecer irremediable a pensar que quienes tengan otras ideas son, como ya he dicho varias veces, o tontos o malvados.

      Yo no creo que tú seas ni una ni otra cosa, porque acepto sin sombra de duda el derecho que te asiste a no pensar como yo. Tampoco creo que, sólo por eso, porque no pienses como uno, se sigue que "te saco más de una cabeza"; ese tipo de desconsideraciones te las dejo a ti, ya que tanto te gustan (no eres el único: el "Criticón", por ejemplo, cojea abundantemente del mismo pie).

      Eso se llama "respeto". Y veo poco de eso en lo que dices, y sobre todo en el modo en que te gusta decirlo. Y me parece básico, absolutamente necesario para la convivencia de todos.

      Yo no he dicho aquí en ningún momento a qué opción, u opciones, políticas o sociales apoyo, o simplemente con cuáles me identifico: no me parece necesario. (Tú sí lo has hecho por mí, equivocándote abundantemente de paso). Mucho más importante que eso encuentro ese reconocimiento al otro y a su derecho a pensar libremente.

      Tú planteas las cosas en los términos siguientes: a un lado "Podemos", esto es, la Verdad; al otro todos los demás, a los que se puede llamar cualquier cosa, porque se lo tienen merecido. Y, como también te he dicho, así las cosas me da igual que apoyes a unos o a otros: siempre me tendrás enfrente. En el bando de los que Cernuda llamaba "tolerantes de lealtad contraria / según la tradición generosa de Cervantes". En el bando no cainita. Tú prefieres el otro: es cosa tuya, pero no tengo ninguna duda de que en eso te equivocas.

      Porque lo que yo no acepto no son tus ideas, a las que tienes todo el derecho, sino tu tendencia a descalificar a quien no las comparta. No me verás a mí hacer otro tanto. Tal como yo lo veo, me estaría, si eso hiciera, descalificando a mí mismo. Es lo que creo que ocurre contigo. Y por eso no hace falta que yo te descalifique: te bastas tú solo, según pienso.

      Eliminar
  21. Oye, A2, ¿qué tal si lo dejamos?, esto comienza a parecer un laberinto chino maldito.
    Mira, si estuviese ahora en Madrid, te invitaba a tomar una birra (una tostada belga, por ejemplo) e íbamos a hablar de cosas más lindas y más estimulantes. ¿Hacía?
    Salud.

    ResponderEliminar
  22. Dejado. Y gracias por la invitación. Un saludo.

    ResponderEliminar
  23. Ayer, JLGM me ha desvelado una faceta de su personalidad que lo humaniza: el acerado crítico, el comepiernas, el intransigente con los mediocres, el ogro que no pasa una si un zote busca el aplauso inmerecido, el..., pues que se nos reblandece y que..., y que condesciende. Lo han leído bien: Martín condesciende. ¿Quién ha dicho que el corazón de piedra de Kurtz no alberga una geoda hospitalaria, reservada para los menesterosos de una palabra amable, de una crítica indulgente, de un apaño de misericordia? Pues -vive Dios- Martín la tiene, vaya si la tiene.
    Es tan generoso, tan amigo de los amigos, que no vacila en poner en un aprieto su fama de crítico intratable, de censor diamantino, de azote de los necios..., pues va y transige. Y en esa transigencia no repara en los pelos que deja en la gatera.
    Porque así es el buen Martín: si un modesto faraón poco letrado le invita a la ultima piedra de la pedrera piramidal de su pirámide, no repara en si los sillares están cortados a escuadra pitagórica o si la calidad de la piedra es la adecuada; va y no solo presta su palmito a sarao de la postrer piedra, sino que hasta dice que aquel engendro deja chico al mausoleo del mismísimo Keops.
    Buen amigo, sí, pero..., ¿cómo irá Martín a gestionar sus críticas literarias de los próximos tres lustros?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Las presentaciones no forman parte de la crítica, sino de la cortesía literaria.

      JLGM

      Eliminar
    2. Claro que sí, Martín; era una provocación de las mías: es perfectamente entendible.

      Eliminar