domingo, 7 de diciembre de 2014

Nadie lo diría: El juego del amor y del azar


Sábado, 29 de noviembre
BARBAZUL

Como en el castillo de Barbazul, dentro de cada uno hay habitaciones secretas en las que no dejamos entrar a nadie, ni siquiera a quien más queremos. ¿Qué guardo yo en ese cuarto de puertas y ventanas atrancadas? Hace tiempo que he arrojado lejos la llave y solo entro en él en sueños. Dulces sueños, a veces, raras veces, casi siempre pesadillas.


Domingo, 30 de noviembre
LAS FIGURACIONES DE JAVIER MARÍAS

Ya sé, ya sé que reírse de las tonterías de los demás es una mala costumbre. Pero a veces no puedo evitarlo. Por ejemplo, al leer los artículos dominicales de Javier Marías. Cuando parece que no puede superarse, siempre da un paso más allá. Hoy, por ejemplo, arremete contra la publicidad, “una de las causas de la imbecilización del mundo” y contras los “estúpidos móviles”, pero lo que más destaca de su artículo es su peculiar conocimiento de la psicología infantil: “El niño necesita testigos para asegurarse de que efectivamente está en el mundo y existe”. Por eso le pregunta continuamente a sus padres: ¿Verdad que no soy una figuración, pues hago cosas y las veis?”
            Y menos mal que no dice que los niños preguntan “¿Verdad que no soy una entelequia?”. Toda su diatriba contras las redes sociales, los teléfonos móviles y la patulea de la gente común demuestra un desconocimiento aún mayor que el que tiene de los niños.
            Qué gran humorista involuntario nuestro más afamado novelista contemporáneo.


Lunes, 1 de diciembre
HAIKUS DEL NUEVO MES

Otro diciembre.
El oro por los suelos
y yo tan pobre.

Tardes oscuras.
Busco y no encuentro
razón de vida.

Con pies menudos
se ha acercado la lluvia
a acariciarnos.

Qué negras nubes.
Pero relumbra el mundo
si tú me miras.


Martes, 2 de diciembre
REBAÑO DE CONCIENCIA

En Lúcidos bordes del abismo, su memoria personal de los Panero, cuenta Luis Antonio de Villena, entre otras muchas cosas (algunas de esas que un caballero nunca debería contar), la historia del primer premio Loewe. No es cierto, como se había malévolamente rumoreado, que el libro ganador, Galería de fantasmas, de Juan Luis Panero, se presentara fuera de plazo, a instancias de Gimferrer, porque ninguno de los seleccionados le acababa de gustar al jurado; tampoco que ese libro estuviera ya comprometido con un editor y que incluso hubiera pruebas (yo las he visto). Pasemos que nada de eso sea cierto, pero qué poco verosímil resulta el “problema de ética” que nos refiere Villena. Al leer los libros preseleccionados, “cayeron en la cuenta (tiene un tono propio, indudablemente) de que uno de esos finalistas era Juan Luis”. A Brines y a Villena les pareció muy mal que hubiera mandado “un libro reconocidamente suyo (aunque nada nos dijera) a un jurado casi lleno de amigos”. Dudaron mucho antes de darle el premio, al final incluso “rebañaron más la conciencia”. ¿Y que es lo que hicieron para “rebañarla”, según la feliz expresión de Villena? Pues decidieron leer (no dice releer) los alrededor de catorce finalistas y si encontraban “otro libro que, por poco que fuera –por poco– nos gustara más que el de Juan Luis, votaríamos a ese otro”. Entre todos ellos “solo había uno que podía acercarse al de Juan Luis, pero era bastante más largo, tanto que daba la sensación de dos libros unidos, la primera parte mucho mejor que la segunda. Yo le había conocido años atrás, pero desde su marcha a Tenerife había guardado muy poca relación con él…”
            Con su habitual sintaxis anacolútica pasa Villena sin transición del libro valioso al autor, que es al que también había conocido, y con el que Brines seguía teniendo relación telefónica, “por eso sabía que aquel grueso libro era de Feria”.
            Auque todo eso que cuenta Villena fuera verdad, y no que el libro ganador lo solicitara expresamente Gimferrer al autor, ya fuera de plazo, cuesta creerse los escrúpulos de conciencia por premiar a un amigo. Quízá fueran ciertos (tan ciertos como el encuentro erótico entre un conocido crítico y un conocido poeta que Villena atisba por una puerta entreabierta), pero de ser así desaparecieron de inmediato: la mayoría de los restantes premios Loewe los obtuvieron amigos cercanos –en ocasiones muy cercanos: Vicente Gallego, Carlos Marzal– de los miembros del jurado. Y cuando Villena se presentó a algún premio (y lo ganó) siempre tuvo entre el jurado mayoría de amigos. Si Juan Luis Panero, al enviar su libro a un premio que concederían amigos suyos, “había obrado con un puntito de desconsideración”, esa desconsideración se haría general después, al menos en todos los premios en que Luis Antonio de Villena o Luis García Montero formaron parte del jurado.


Miércoles, 3 de diciembre
ACQUA ALTA

Con Fermín Santos y Elías Benavides presento, en la librería Cervantes, el libro que hemos publicado sobre Venecia, un libro de edición limitada con la peculiaridad de costar más que un viaje a Venecia.
            En cada ejemplar, he escrito a mano un texto distinto. Tengo así la impresión de hablarle al oído a cada lector:  
            Venecia se lame las heridas de la historia con su lengua de agua.
            Tras los ventanales de un palacio, en la clara noche de verano, una voz de mujer y la cara inmensa de la luna, con los ojos muy abiertos, sobre los tejados, escuchándola.
            Del primer jardín que conocí en Venecia no recuerdo nada, salvo los ojos de quien me lo mostraba.
            De espaldas a los canales, Venecia se quita la máscara. Y resulta aún más hermosa.
            Hay días en que Venecia, como una famosa estrella cansada de su celebridad, solo sale a la calle de incógnito, envuelta en niebla.
            La música de Venecia la ha escrito Vivaldi, pero sus silencios son de Mozart.
            Nadie conoció Venecia como Lord Byron. Cada noche se acostaba con una veneciana distinta, salvo los domingos en que lo hacía con un joven veneciano.
            Sobre el vaporetto sobrecargado, a primera hora de la noche, una espléndida luna señorial que nos mira con indiferencia.
            Al final de la fiesta, algo bebido, subo a la góndola que me espera a la puerta del palacio. Cierro los ojos y me dejo mecer por la aguas, acariciar por la fresca brisa del otoño. Cuando los abro, contemplo frente a mí el muro y los cipreses de San Michele, el portón que se entreabre sigiloso.
            En medio del más placentero sueño, me despertó el teléfono. Soñaba que estaba en Venecia y que tú estabas conmigo. Y al abrir la ventana, recién amanecido, Venecia seguía allí y al volver a la cama, para dormir un poco más, tú seguías conmigo.
            Una mañana, esperando al vaporetto en Ca d’Oro, cerré un momento los ojos pensando que toda esa hermosura no podía ser verdad, y al abrirlos te vi a mi lado, sonriente, y toda tu hermosura era verdad.
            En Venecia uno comprende que todos los amores son pasajeros, salvo el amor a Venecia.
            El palacio adusto se vuelve otro cuando se baña en el canal y allí juega a deshacerse y retorcerse y a saltar a la orilla si se acerca rauda una lancha de los vigili del fuoco.
            En la oscuridad del sottoportego brillaba una moneda como si fuera de oro. La recogí y la guardé en el bolsillo. No era de oro, sino de algo mejor: la materia con que se hacen los sueños.
            Hay islas en la laguna de Venecia a las que solo se puede llegar en sueños. Son las que yo prefiero.


Jueves, 4 de diciembre
ME GUSTA GUSTAR

Otra vez ando metido en esa comedia de equivocaciones vieja como el mundo. No sé cómo ha empezado, sé cómo voy a acabar: escaldado, una vez más. ¿Pero importa eso?  Hay errores que a uno le alegra estar todavía en edad de cometer.


Viernes, 5 de diciembre
MALA COSTUMBRE

La cosas tienen la mala costumbre de ser como son y no como deberían ser o como nos gustaría que fueran.

7 comentarios:

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    1. Eliminado por error. pero fue tenido en cuenta.

      JLGM

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    2. El haiku de JLGM nació aquí con una errata:

      “Con pies menudo
      se ha acercado la lluvia
      a acariciarnos.”

      El comentario fue algo así:

      “¿Con pies o pie
      menudo para la lluvia?
      Mójese usted.”

      JLGM solo se mojó:

      “Con pies menudos
      se ha acercado la lluvia
      a acariciarnos.”

      ¿Caeríase la lluvia acercándosenos con un solo pie?:

      “Con pie menudo
      se ha acercado la lluvia
      a acariciarnos.”

      [Un administrador, ¿hay varios? De administración de blogs no entiendo nada.]

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    3. Curiosas variaciones. Me gusta la última.


      JLGM

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    4. Muy elegante expresando su gusto por la última. Lo menudo que pide singular: pie y acercamiento en silencio a la caricia, sin ruido de eses. Pero ¿y las eses reclamando silencio? “En el silencio solo se escuchaba / un susurro de abejas que sonaba”. Me gusta la penúltima.

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  2. Menos mal que nosotros no hacemos esas cosas.

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