Domingo, 1 de septiembre
TRES PREGUNTAS
En mi vida adulta, nunca he tenido que preocuparme demasiado
del dinero, pero la edad, nuevos compromisos involuntariamente adquiridos, las continuas,
agoreras profecías han hecho que también a mí, como a todo el mundo (y me
alegra ser en algo como todo el mundo) me alcance esa preocupación. Así que, un
poco tarde, ahora que se acerca la hora de la jubilación, he decidido buscarme
un asesor financiero.
Para encontrar
el más adecuado leo varios libros de divulgación económica. En uno de ellos, de
sugerente título, Las trampas del deseo (me
gustaría utilizarlo para un libro de poemas), su autor, Dan Ariely afirma que
las preguntas que los asesores suelen hacer a sus clientes son inútiles, que
deberían hacerles otras más personales que indaguen en su concepción de la vida.
Por
ejemplo, las tres que plantea George Kinder, fundador del Kinder Institute of
Life Planning.
La primera:
“¿Qué cambiaría en su vida si tuviera todas sus necesidades financieras
resueltas?”
La segunda:
“¿Qué cambiaría en su vida si el médico, en una revisión rutinaria, le descubre
una grave enfermedad y le dice que le quedan entre cinco y seis años, pero sin
deterioro físico y que la muerte le llegará de improviso?”
La tercera
no es una pregunta, sino una invitación a reflexionar: “Tiene usted una grave
enfermedad y solo le quedan veinticuatro horas. Piense en su vida, en sus
sueños, en lo que hubiera querido hacer y no ha hecho, en lo que más va a echar
de menos…”
La
respuesta a la primera pregunta para mí es muy fácil: nada. La segunda, si en
lugar de entre cinco y seis años, dijera entre veinte y treinta, sería el mejor
regalo que le pueden hacer a un hombre de mi edad. En la tercera, prefiero no
pensar.
Pero pienso
toda la noche. Y no puedo dormir. Hay cosas que es mejor no saber.
Creo que, si
he pasado tantos años sin asesor financiero, también podré pasarme sin él
algunos años más. A fin de cuentas tampoco me ha ido tan mal y no se pueden
prever todos los riesgos. En cualquier caso, preferiría arruinarme antes de
tener que enfrentarme con la tercera pregunta.
Lunes, 2 de septiembre
EXAMEN DE CONCIENCIA
Nunca soy demasiado sincero. Me parece una falta de
educación. Lo mismo que el exceso de modestia, que no es más que una incitación
al elogio ajeno. A mí me gusta más la falsa vanidad. Fingir que creo que valgo
más de lo que valgo, y lo hago muy bien, pero nadie más consciente que yo de
sus limitaciones.
Procuro no engañarme al respecto.
Como soy muy calculador, cada semana me pongo nota en los distintos aspectos
(una variante laica del católico examen de conciencia). Guardo esas planillas
con la puntuación desde hace no sé cuántos años.
De los distintos parámetros solo
hay uno que se ha mantenido estable desde que comencé con los registros: el de
la autoestima. Y eso es todo lo que puedo contar.
Martes, 3 de septiembre
ESCRIBIR EN EL AGUA
Unos versos de Núñez de Arce, quizá hablando de sí mismo,
que yo me repito siempre que me da por lamentarme del poco caso que se me hace:
“Triste destino el de la gloria humana. / Ayer grandeza y entusiasmo y ruido; /
hoy torrente de lágrimas; mañana / hondo silencio, soledad y olvido”.
Hondo
silencio, soledad y olvido. A mí no me asusta ese destino, aunque –para qué
vamos a engañarnos– tampoco me entusiasme. De vez en cuando me acuerdo de Enoch
Soames, el protagonista del relato de Max Beerbohm, y me pregunto qué haría yo
si pudiera asomarme al futuro y descubriera que, cien años después de mi muerte,
nadie se acordaba de mi nombre ni de ninguno de mis libros. ¿Seguiría
escribiendo?, me pregunto. Por supuesto.
Si soporto
perfectamente la falta de éxito cuando estoy vivo, ¿cómo no iba a soportarlo
después de muerto? Seguro que me molestaría bastante menos de lo que me molesta
ahora.
Escribir en el agua –que es lo
que hacemos todos– también tiene su gracia. Su maldita gracia, para qué vamos a
engañarnos.
Miércoles, 4 de septiembre
EL GRAN RÍO
Después de ver Mud,
nada más llegar a casa, he buscado la vieja edición de Las aventuras de Huckleberry Finn que conservo desde la adolescencia
y he vuelto a sumergirme en sus páginas con el mismo entusiasmo que entonces:
“El río parecía tener millas de anchura. La luna estaba tan brillante que se
podían contar los troncos que iban deslizándose a la deriva, oscuros y
silenciosos, a cientos de yardas de la orilla. Todo estaba en absoluto
silencio”.
Cerrar los
ojos, irse río abajo en busca de aventuras, encontrar una isla desierta y en ella
una cabaña y un misterioso fugitivo… Con la película de Jeff Nichols, con la
novela de Mark Twain, vuelvo a tener catorce años, vuelvo a ser el adolescente
que nunca he dejado de ser.
Vuelvo a
deslizarme, en un frágil esquife, sobre las aguas del gran río, bajo la inmensa
cúpula estrellada. Y todo es inminencia, asombro y maravilla.
Jueves, 5 de septiembre
INÉDITOS DE OSCAR WILDE
Era de esas personas que lo saben todo, salvo las pocas
cosas que vale la pena saber.
Si no has estado nunca enamorado,
no conoces la felicidad que se siente al dejar de estarlo.
No hacer nada es también un arte,
y no de los más sencillos.
La historia del Universo antes de
la aparición del hombre es la autobiografía de Dios; lo que vino después no son
más que malas novelas.
Las mujeres inteligentes son muy
escasas, casi tanto como los hombres.
Es muy pequeño el corazón al que
le basta un solo amor para llenarse.
No hago favores porque no me
gusta ofender a nadie.
Con un hombre demasiado sensato es
difícil tener una conversación interesante.
El amor supera cualquier escollo;
la amistad puede acabar al menor descuido.
Hay cosas que tienen la mala
costumbre de suceder siempre en el pasado; la felicidad es una de ellas.
Nadie debería casarse una sola vez;
eso es un desprecio para la noble institución del matrimonio.
La vida no es más que un
sucedáneo del arte.
Cumplir años es una grata
costumbre de la que no conviene abusar.
De los demás me gusta saberlo
todo, pero de mí mismo hay cosas que prefiero no saber.
Solo hay una cosa mejor que el
que uno encuentre a la mujer de su vida: no encontrarla.
Un verdadero maestro carece de
discípulos.
La vocación literaria suele venir
acompañada de una total carencia de aptitudes literarias.
Nunca miento, salvo cuando digo
la verdad.
La adulación abre puertas incluso
donde no hay puertas.
Con un poco de amabilidad y
suficiente dinero se llega a todas partes.
A la mujer verdaderamente
elegante nada le sienta mejor que el desnudo.
Si un caballero hace trampas en
el juego y le descubren, no es un caballero.
No hay político tan malo que no
sea mejor que la mayoría de sus electores.
Nadie conoce a nadie, salvo a las
personas a las que no vale la pena conocer.
Viernes, 6 de septiembre
EL SÍNDROME DE ASPERGER
“Eres el ejemplo más claro que conozco del síndrome de
Asperger”, me dice un amigo que llega hoy a la tertulia un poco antes que los
demás.
“¿Ese no es el síndrome que han
tenido muchos grandes hombres?”, le pregunto.
“No, eso es una leyenda urbana. Se trata de
una variante leve, aunque no en todos los casos, del autismo. Quienes lo
padecen se sienten angustiados con los cambios, han de hacer siempre lo mismo,
ritualizan todas las actividades cotidianas. ¿Cuántos años hace que tú, todos
los viernes, a las siete en punto de la tarde, te sientas a tomar un café y a
charlar con los amigos?”
“Desde 1980. pero no siempre en
el mismo lugar”
“¿No te sientas siempre en el
mismo sitio? ¿No te sientes muy incómodo si alguien llega antes y sin darse cuenta
ocupa tu sitio habitual?”
“Un poco, sí. Quería decir que no
siempre me he reunido con los amigos en la misma cafetería”.
“¿Cuántas veces habéis cambiado de
lugar de encuentro en estos treinta y tres años”.
“Bastantes. Tres, no, cuatro
veces”.
“¿Y alguno de esos cambios se
debieron a una razón distinta de que cerraran la cafetería en que solíais
encontraros?”
“No, la verdad”.
“Eres un ejemplo de libro,
Martín. La persona más previsible que conozco”.
“¿Y es
grave, doctor?”, pregunto tomándomelo a broma.
“Grave,
grave no es. Se conocen casos de pacientes que con una vida así han llegado a
vivir cien años. Lo que no tiene es cura. Y dificulta mucho mantener una
relación estable. Se trata de pacientes que o no se han casado o han fracasado
en su matrimonio”.
“Pues no
sabes la alegría que me das. Porque yo, que odio los cambios, como todo el
mundo sabe, los únicos cambios que soporto, los únicos sin los que no podría
vivir, son los cambios de pareja”.
Sábado, 7 de septiembre
CONFIDENCIAS
Me gusta contar mis secretos a todo el mundo; es la mejor
manera de que sigan siendo secretos.
No estoy seguro de que los "inéditos de OW" parezcan suficientemente convincentes. Las paradojas (éstas y tantas otras) corren el riesgo de ser reversibles. Un ejemplo: "Nunca miento, salvo cuando digo la verdad". ¿Por qué no "nunca digo la verdad, salvo cuando miento"? Y así.
ResponderEliminarOtra cosa: lo del punto 3º de la asesoría financiera, ése que le quita el sueño. Uno debería tener asumido, sobre todo a ciertas edades, que es mortal. Lo es. Tiene por tanto una deuda, y el cobro puede presentarse en cualquier momento. Yo creo que lo más sensato es no pensar, cuando uno se acuesta, en la atrocidad (o no) que puede suceder mañana, sino en lo que ya ha ocurrido, en lo que acaba de ocurrir sobre todo. ¿Puede uno estar razonablemente satisfecho? Si la respuesta (con sus matices, que siempre los habrá) puede ser afirmativa, eso basta. Mañana..., bueno, será otro día.
No veinticuatro horas, pero tampoco muchas más, le quedaban a Cervantes cuando escribió la dedicatoria y el prólogo, al "Persiles". Qué admirable actitud la suya. Él sí sabía, y admitía, que era mortal.
Cierto que creía en otra vida. Pero eso, profundamente, quizá no importa, o no debiera importar. Si despertamos en otro sitio, mejor o peor que éste, bien; si no, no vamos a echarlos de menos. Como alguien dijo al propósito, con honda sabiduría, "No os inquietéis, pues, por el mañana; porque el día de mañana ya tendrá sus propias inquietudes; bástale a cada día su propio afán". Son, me parece, palabras dignas de meditarse, y aun de algo más que eso.
Invitación - E
ResponderEliminarSoy brasileño.
Pasei acá leendo , y visitando su blog.
También tengo un, sólo que mucho más simple.
Estoy invitando a visitarme, y si es posible seguir juntos por ellos y con ellos. Siempre me gustó escribir, exponer y compartir mis ideas con las personas, independientemente de su clase Social, Creed Religiosa, Orientación Sexual, o la Etnicidad.
A mí, lo que es nuestro interés el intercambio de ideas, y, pensamientos.
Estoy ahí en mi Simpleton espacio, esperando.
Y yo ya estoy siguiendo tu blog.
Fortaleza, la Paz, Amistad y felicidad
para ti, un abrazo desde Brasil.
www.josemariacosta.com
Sobre la piedra
ResponderEliminarLa ociosidad más pura:
Un par de gatos.
Haber sido gatos en el Antiguo Egipto. Y que ya hubiera pasado todo: 2020 a. de C., 3030 (viva Zapata) d. de C., 4040...
Eliminar“La primera consagración del gato tuvo lugar cuando la diosa Bastet, símbolo de la fecundidad y de la belleza, se representó con una cabeza de gato. La diosa simbolizaba la luz, el calor y la energía solar, pero también, debido a sus rasgos felinos, representaba el misterio, la noche y la luna. Además, se pensaba que ayudaba a la fecundidad de hombres y animales, que curaba enfermedades y que velaba las almas de los muertos. Así se puede entender que las leyes del faraón impusieran una protección rigurosa para los gatos. Quien matara a uno de los pequeños felinos se arriesgaba a la pena de muerte. Se cuenta que un dignatario romano que mató accidentalmente a un gato fue linchado por la población a pesar de la petición de calma del faraón, deseoso sobre todo de que Roma no interviniese en su territorio.” WIKIPEDIA. Ah la fragmentación...
Respuestas. 1/ Al primer anónimo. Cierto, la paradoja es reversible y eso ¿le quita valor o se lo añade? Que cada cual opine lo que quiera. ¿Y a qué vienen las siguientes filosofías? Por muy asumido que uno tenga que es mortal, a nadie le agrada que le digan que se va a morir al día siguiente (y si lo duda, que se lo pregunte a cualquier condenado a muerte). Y qué curioso el ejemplo de Cervantes. ¿Mi diferencia con Cervantes es que él asumía que era mortal y yo no? Qué cosas. La diferencia es que él era capaz de escribir una página como el prólogo al Persiles (y tantas otras) y yo no.
ResponderEliminar2/ A José María Souza Costa. Gracias por la invitación.
3/ Al segundo anónimo(o anónima). Hermoso haiku.
JLGM
No está mal la entrega semanal, aunque frente a ese tan disimuladamente envidioso e impreciso "Es muy pequeño el corazón al que le basta un solo amor para llenarse" se ve acercarse a Porchia con el -en contraste- abiertamente cariñoso y lúcido "Un corazón grande se llena con muy poco".
ResponderEliminarNo, hombre; yo le creo a usted muy capaz de escribir cosas espléndidas (ya lo ha hecho), y le admiro de veras por ello. Pero Cervantes no me parece ahí admirable sólo por su escritura (aunque también, claro), sino por la manera serena en que encara su muerte, tan próxima. Claro que no le agrada (en ese mismo libro dice, como usted bien sabe, que "la figura de la muerte, en cualquier traje que venga, es espantosa"), pero su actitud frente a ella, tal como la revelan ese prólogo y la dedicatoria, no es menos admirable, y yo creo que meditarla puede ser una ayuda para ese trago, que todos tenemos que pasar. No se lo tome como una cuestión personal. Cada uno hace frente a ello lo mejor que puede y sabe, y sería absurdo intentar dar lecciones a nadie (uno es el primero que las necesitaría, y mucho, en ese caso). El horror es comprensible, y quien diga no sentirlo... Pero ¿es todo? ¿Es la única posibilidad? Cervantes, que -como cualquiera- siente ese horror, sabe sentir algo más. Uno lo intenta también, y quisiera aprender algo, si pudiese.
ResponderEliminarEscribir, siempre se escribe en el agua. Pero los paseantes que disfrutan y aprenden y comparten lo que tu escribes, si no muchos tal vez, los que yo conozco (y me incluyo) conservamos una huella más profunda que la dejan marcas fugitivas. Quizás no seas un blockbuster (nunca quisiste serlo) pero no tienes de que quejarte en ese aspecto: el público que te interesa lo tienes, y lo sabes
ResponderEliminarEl falso victimismo también tiene su encanto, amigo Ángel.
ResponderEliminarJLGM
Del mismo modo que nos decepcionó alguna entrada anterior (de la serie "fantasmas y hostelería" publicada en agosto), hay que que decir que esta entrega última es magnífica, digna de ser leída, releída, impresa y archivada. Da la casualidad de que nuestro blog se renueva los sábados y justamente las tardes de los sábados tenemos reunión de los Zumos para elegir poemas de la semana. Pues bien, ayer hicimos un alto para leer en el i-pad la entrada y convinimos en que G. M. vuelve a recobrar la altura a que nos tenía acostumbrados. Enhorabuena. J´ enlève mon chapeau, o sea, que me quito el sombrero.
ResponderEliminarSandra Suárez
Gracias, Aldonza. Me alegra que gusten más los diarios. El verano es un intermedio.
ResponderEliminarJLGM
A los falsos vanidosos como usted les encanta el peligroso juego de ofrecerse desarmados a los cascos de los caballos. En cambio, el falso modesto levanta sus trampas para esconderse en ellas y salir a veces con un pincho. Mucho más simpáticos los primeros.
ResponderEliminar"...y me alegra ser en algo como todo el mundo". Eso dices, buen Martín. Y en verdad te digo que eres mucho más que "en algo" como esa masa informe que pareces despreciar. Piensa, si no, en las bobadas que haces fuera de los focos; o cuando haces muecas delante del espejo del baño; o cuando, en el mismo cuarto, cantas por lo bajini y sustituyes la letra original de una canción y metes la tuya, ridícula y carente de la menor gracia. ¿Y cuando ves en el cine una comedia infame y te diviertes como un enano pero no confiesas ni bajo tortura que te ha hecho disfrutar?
ResponderEliminarPero ahora que lo pienso no estoy haciendo sino confesión veraz de cómo se comporta un servidor cuando no lo ve nadie. ¿De qué iba, si no, a pontificar con tanto aplomo? Y, además, como el buen Martín, soy reo del pecado de majadera soberbia, pues propendo a subestimar el caletre del prójimo, como si sólo unos pocos fuésemos los tocados de la gracia divina para así tener la exclusiva de los altísimos y nobles pensamientos, de ser capaz de formular la preguntas esenciales, de proyectar la imaginación más allá de los alambres del gallinero. Pues sepa Martín, y con él el ancho mundo, que, hace poco más de una semana y durante el intermedio del partido Sporting de Gijón-Mallorca, escuché involuntariamante la conversación de unos vecinos de asiento, que, serios y con la mirada tendida por sobre la visera de la grada Norte (esa que da al Piles y a la Feria de Muestras), se preguntaban unos a otros, con voz grave y bien timbrada, preguntas del tenor de "¿Qué somos? ¿Qué significa que estemos aquí presenciando un partido de fútbol, átomos insignificantes entre los engranajes de las galaxias? ¿Y qué hay de Dios?... No pude oír más porque salieron las huestes rivales al césped y un clamor que hizo vibrar la estructura de hormigón lo hizo imposible. Pero ya avanzada la segunda parte, giré el torso y vi cómo aquel grupo de socios del Sporting parecían no hacer caso de la epopeya que acontecía sobre la cancha y seguían con la mirada perdida y los labios musitantes hablando -seguramente- de los misterios esenciales, del abismo que se abre a los pies de cualquier hombre que se pare a reflexionar en soledad. Y que no sea del todo tonto. O forofo incondicional del PP o del PSOE: esos son irrecuperables para la Causa.
Ya lo decía el pobre E. T.: "¡Mi Caaaaaaausa!".
ResponderEliminar¿Quién será el bobo ese del piso de arriba?
ResponderEliminar"Existen dos tipos de simplicidad: una relacionada con la imbecilidad, la otra con la sabiduría". THOREAU
Eliminar¡Yo! ¡Aquí! ¡Presente! ¿Manda usté algo, don Fred?
ResponderEliminar"La vida no es más que un sucedáneo del arte". O.Wilde
ResponderEliminarTambién: La mirada poética es la Realidad sin sucedáneos.
"Cuando detecto la belleza en cualquiera de los recovecos de la naturaleza percibo, por el espíritu sereno y reservado que requiere para su contemplación, la inexpresable intimidad de una vida silenciosa y sin ambición.(...) Al caminar por los bosques me doy cuenta de que un sabio proveedor ha estado allí antes que yo; mi experiencia más delicada está tipificada en ellos. Me sorprenden las gratas companías y unanimidades de la naturaleza, como cuando el musgo de los árboles adopta la forma de las hojas".
Dice H.D.Thoreau en "Historia natural de Massachusetts", 1842