domingo, 4 de diciembre de 2011

Razón de más: De ayer a hoy

Domingo, 27 de noviembre
LOS NUEVOS JUDÍOS

Durante siglos, los judíos hicieron de banqueros; ahora los banqueros hacen de judíos. Afortunadamente ya no es posible, como entonces, desahogar la ira en los momentos de crisis económica organizando un pogromo y asaltando y saqueando las casas en que viven, pero ganas no faltan. ¡La que se ha organizado porque el gobierno ha concedido un indulto parcial a un banquero! Nadie se ha preocupado de investigar cuál era el confuso delito cometido en 1994, mucho antes de la crisis económica y en el que intervino un juez condenado luego por prevaricador. Se trata de un banquero, no merece perdón. Como no lo merecían los judíos, que habían matado a Cristo, y luego se dedicaban a extorsionar a los buenos cristianos con sus préstamos usurarios. No hemos cambiado mucho: seguimos necesitando chivos expiatorios.


Lunes, 28 de noviembre
FRANCISCA SÁNCHEZ

He dicho muchas veces que para mí no hay regalo semejante a un puñado de periódicos viejos. Esta vez se trata de unos cuantos ejemplares de la Gaceta del Fondo de Cultura Económica publicados en los años sesenta. Pero además, regalo dentro de un regalo, entre ellos aparecen, recortados de ABC, artículos sobre Rubén Darío con motivo de su centenario, junto con dos retratos dibujados a mano de Francisca Sánchez. Recuerdo los versos a ella dedicados: “Francisca, tú has venido / en la hora segura; / la mañana es oscura / y está caliente el nido”. Se habían conocido cuando tenía diecisiete años, en la Casa de Campo, que entonces no estaba abierta al público. A Rubén le acompañaba Valle-Inclán. Francisca, analfabeta, era hija de uno de los jardineros. Luego, tras la muerte de Rubén, custodiaría su legado en un pueblo de Ávila hasta que, gracias a los buenos oficios de Antonio Oliver Belmás y su mujer, Carmen Conde, lo cedió a la Universidad de Madrid. Una hermosa historia de amor: “Ajena al dolo y al sentir artero, / llena de la ilusión que da la fe, / Lazarillo de Dios en mi sendero, / Francisca Sánchez, acompáñame”. Pero una historia que no se corresponde enteramente con la realidad. Eduardo Zamacois, que fue vecino de ambos, cuenta otra cosa: “El gran poeta abusaba del alcohol y no solía reintegrarse a su domicilio antes del amanecer. Compartía su hogar con una mujer joven, de aspecto sencillo, ni fea ni bonita y metida en carnes, llamada Francisca Sánchez. Al par que de compañera actuaba de criada y la resignación con que soportaba su vivir oscuro le había granjeado la simpatía del vecindario. Nunca se acostaba antes de que regresara su dueño, y cuando oía sus pasos vacilantes acudía a recibirle sin darle tiempo a llamar. Rubén llegaba casi siempre de mal humor, cuando no agresivo, y a veces la golpeaba. Ella aguantaba el injusto castigo en silencio, pero en más de una ocasión la vimos, medio desnuda, con los cabellos revueltos y el rostro bañado en lágrimas, buscar refugio en la taberna de la señora Gala, establecida en los bajos del edificio”.
            El envés de un cuento de hadas. Tampoco parece cierto que ella guardara amorosamente su legado y su recuerdo durante cuarenta años. Fue un admirador del poeta quien lo hizo. José Villacastín le admiraba tanto que se convirtió en su editor póstumo, a pesar de que era un hombre iletrado, y para acercarse más al poeta que veneraba acabó casándose con su viuda. Zamacois los visitó en el pueblecito de Ávila en que vivían: “La casa era un verdadero Museo Rubén. Los libros, recién impresos, invadían las sillas, las mesas y se amontonaban en los rincones, y las paredes aparecían salpicadas de retratos suyos. Villacastín no se cansaba de hablar de él. Ella, no; ella lo recordaba sin entusiasmo, sin cariño, y llegué a persuadirme de que la humildad con que en todo momento aceptó sus desafueros, obra fue de su nativa inclinación a obedecer, y no del amor al hombre, y menos de su veneración al artista”.


Martes, 29 de noviembre
FECHA DE CADUCIDAD

Si algo he aprendido después de cuarenta años de dedicación al vanidoso oficio de la literatura es que las admiraciones, entre las gentes del gremio, son escasas y con pronta fecha de caducidad. Hoy tacho un nuevo nombre en la lista de mis escasos admiradores. En la cena sevillana del jueves pasado, invitados por el editor de mi último libro, nos reunimos diez escritores. Yo me divertí mucho escuchando a Abelardo Linares, pero algún otro se divirtió menos escuchándome a mí. Como el diario íntimo de casi todo el mundo es ahora público gracias a Internet, me entero de la poca gracia que le hicieron mis gracias a mi laborioso amigo Antonio Rivero Taravillo.
            Le tacho de la lista de admiradores. Recuerdo el aforismo de Juan Gil-Albert: “Es difícil envejecer sin un poco de gloria o un poco de amor”. Siempre es difícil envejecer, aunque unas veces más que otras.
            Pero, si he de ser sincero –ser vanidoso también tiene sus compensaciones—, el único admirador que de verdad sentiría perder soy yo mismo. Y aunque nunca se sabe lo que puede pasar, por el momento sigo tan entusiasta como al principio.


Miércoles, 30 de noviembre
ARTE COMPROMETIDO

Gracias a los viejos números de la Gaceta, que me regaló el otro día Valdés, escucho a Sartre en su pequeño apartamento, lleno de libros, desde cuyas ventanas se divisan el café Les Deux Magots y la iglesia de Saint-Germain-des-Près. “¿Puede un autor de derechas realizar una obra de arte?”, le preguntan.
“En mi opinión, no. Porque hoy en día, aunque la derecha pueda mantener el control de los acontecimientos, en la medida en que aún conserve el poder, ha perdido la capacidad de comprenderlos. Una obra de arte debe proceder de la comprensión del tiempo en que uno vive, debe estar en armonía con la época. No se puede imaginar una obra literaria actual que sea a la vez de derechas y una obra de arte”.
            Unos pasos, unas páginas más allá, me encuentro con Jean Cau: “Estoy completamente en contra de la literatura comprometida. Cuando una tesis rige la creación literaria, los resultados son falsos; los personajes se convierten en marionetas manejadas por el autor. Sartre le ha reprochado a Mauriac el escribir novelas de tesis, pero las suyas no lo son menos. A estos efectos tanto da escribir literatura católica como marxista”. Jean Cau, premio Goncourt, fue secretario de Sartre durante varios años. “¿Hasta qué punto se considera influido por él?”, le preguntan. “Estoy muy influido, demasiado, tanto que en casi todos los asuntos pienso exactamente lo contrario”.


Jueves, 1 de diciembre
A DÓNDE VAMOS A LLEGAR

En un artículo fechado en París en agosto de 1961, Damián Carlos Bayón se asombra del prodigioso desarrollo económico que está alcanzando Europa. “Todo el mundo se empeña en tener ducha, nevera y televisión”, dice.  Hasta entonces la gente se conformaba con una visita cada quince días, o a la semana si era muy aseada, a la casa de baños pública. “Pero hete aquí que los europeos de clase media han descubierto ahora la ducha que casi no ocupa espacio, gasta poco agua y evita la fastidiosa visita semanal. Las casas nuevas ya tienen ducha y bañera, pero las casas viejas hay que adaptarlas y ese es el curioso proceso de la higiene europea, incomprensible visto desde fuera”.


Viernes, 2 de diciembre
PARA UNA ESCUELA ELEMENTAL DE CIENCIAS Y LETRAS

Hagáis lo que hagáis, sed ante todo buenos artesanos; el arte vendrá por añadidura.
Evitad el fetichismo del método y de la técnica.
Exigíos a vosotros mismos, y exigid a los demás, la sencillez del enunciado claro.
Formulad teorías, pero no escribáis más de una página sin tener presente, por lo menos, un ejemplo sólido.
Mantened los ojos abiertos a la diversidad de los individuos; no olvidéis que, aunque todos seamos iguales, nadie es igual a nadie.
No traspaséis nunca la línea divisoria entre profundidad y palabrería.
Cuando escribas, cuando hables, no pierdas de vista las personas a las que te diriges.
Desconfía de todo lo que es evidente y no necesita demostración.
Si llevas mucho tiempo sin cometer errores, sospecha que estás avanzando por un camino equivocado.
Si lo que escribes no vale más que tú, es que no vales nada.
Los mundos que descubre el poeta desde lo alto de una montaña son los que el científico explora luego minuciosamente palmo a palmo.
Si tienes la razón en todas las discusiones, ten por seguro que estás equivocado.
Esfuérzate porque tus discípulos lleguen pronto hasta el mismo nivel en que tú estás, pero procura que cuando ellos lleguen tú ya estés en un nivel superior.
No escribas una página en la que no se escuche tu voz.
Las vigas que sostienen el mundo son obra de los científicos, pero los cimientos de los poetas.
Escucha siempre a tus maestros, pero no les hagas demasiado caso.
Si no tienes tiempo que perder, seguramente estás perdiendo el tiempo.


Sábado, 3 de diciembre
ELOGIO DEL ANONIMATO

Me paso la vida arremetiendo contra el anonimato, que tanto gusta a los adolescentes de cualquier edad, esos que se dedican a enredar o a desahogar su frustración en Internet, y de pronto me encuentro con que lo elogia nada menos que Eliot: “Una lección que aprendí colaborando en el suplemento literario del Times fue la disciplina del anonimato. Estoy firmemente convencido de que todos los jóvenes críticos literarios deberían aprender a escribir en algún suplemento en el que la colaboración literaria aparezca en forma anónima. El director no vacilaba en objetar o mutilar mis textos y siempre tuve que admitir que tenía razón. Aprendí a moderar mis aversiones y chifladuras, a escribir de manera sobria e imparcial. Aprendí también que algunas cosas, permisibles cuando aparecen firmadas, son de insípida excentricidad o violencia indebida cuando aparecen sin firma. El escritor de artículos no firmados debe subordinarse al editor responsable. Pero este debe ser un hombre a quien podamos subordinarnos y conservar, al mismo tiempo, la propia estimación”.
            Qué poco tiene que ver el anonimato que propugnaba Eliot, siempre respaldado por el nombre de un editor responsable, con la patente de corso para decir la primera tontería que se nos viene a la cabeza en que se ha convertido en Internet.


17 comentarios:

  1. Como tú no darás tu brazo a torcer, el comentario lo dejo para tus lectores, menos rígidos que tú. Tu afán de llevar la contraria te conduce a menudo a trampas como esta. Comparar la persecución de los judíos (que tradicionalmente han sido banqueros o prestamistas, pero no exclusivamente) con la condena y el indulto de un banquero concreto español de nuestro tiempo es absurdo, nada acorde con los hechos y ofensivo para la memoria de los progromos y las persecuciones de judíos en Europa a lo largo de siglos. El delito fue real y tenía condena en firme y no lo invalida el hecho de que un juez involucrado tenga causas pendientes (sería como decir que ninguno de los autos de Garzón tiene valor puesto que actualmente está imputado en una causa). La indignación popular se debe al hecho de que ciudadanos con menos culpa se han visto sometidos al peso de la ley y no se han beneficiado de ningún indulto. Existe la percepción, nada ilusoria, de que la gente más pudiente y que puede pagarse una buena defensa, sea cual sea su delito, puede salir indemne de cosas más graves que aquellas por las que condenan a gente inculta y humilde. E insisto: la comparación con los progromos, en el caso de este señor y de otros de su profesión, los cuales mayormente se están yendo de rositas (ya me gustaría a mí que todas las persecuciones que pueda sufrir sean tan terribles como aquellas a las que someten a los banqueros, es decir: ninguna), es abusiva, insultante, fuera de lugar, ahistórica y tonta. Siento decirlo tan claramente. Se puede hacer de abogado del diablo y ser heterodoxo y llevar la contraria a "la pública opinión", que decía Cernuda (el hiperbatón tiene su aquel), y no dejar de pensar. ¡Comparar los progromos con la condena ajustada a derecho de un tipo que transgrede la ley! Vivir para leer.
    Un abrazo.
    JLP

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  2. Pues claro que el anonimato puede tener mérito, fatuo mío. No hace falta que lo haya dicho Eliot, cae de propio peso: ser honesto en el discurso, respetuoso en el trato, evitar las insidias, no insultar (fatuo o tontorrón no son insultos, sino -en ciertos casos- fieles daguerrotipos), no obstante conservar el anonimato, tiene mérito. Ser contenido sabiendo que le conoce a uno la parroquia, lo tiene menos.
    Lo innoble y majadero es dejar jirones de prestigio en prácticas inadecuadas, pese a saberse identificado.
    Imitar al pavo real siendo modesto gallipavo, lo único que consigue es que a la modesta ave corralera se le vea en demasía el fruncido del culo, pues desplegar en abanico los cortos cañones negros como si se tratara del pájaro de las largas plumas verdes, azules y anaranjadas, es -sin duda- una conducta muy poco adecuada. Y, eso: que le deja con el culo al aire. Y ni pizca de belleza.

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  3. Te equivocas, José Luis. No veo que lo que dices se pueda deducir en modo alguno de mis palabras, en las que no se asoma un ápice de crítica. Y siento, por ti, que tengas que seguir cargando con el nombre de este admirador en tu lista, que lo sigue siendo, aunque lo hayas tachado mentalmente.

    Un abrazo.

    ART

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  4. Amigo Piquero, quizá me expresé mal. La comparación, por supuesto, no era entre los pogromos y la condena a un banquero. ¡Faltaría más! Por muy tonto que yo sea (y algunos piensan que lo soy bastante), no creo serlo tanto. La comparación consistía en que, cualquier delito, por haberlo cometido un judío, era un delito grave, que no se podía indultar; lo mismo pasa hoy con los banqueros. La condena fue ajustada a derecho, pero el indulto también lo es. Y no olvides que se trata de un indulto parcial, que consiste en cambiar la condena a tres meses (que no acarrea cárcel) por una multa, y ello debido a que esos antecedentes le impedirían seguir con su trabajo. Tú crees que solo se le indulta por ser un banquero (los banqueros son culpables solo por ser banqueros, según algunos, como lo eran los judíos en otro tiempo), yo creo que el escándalo farisaico es solo por ser banquero. Y estudia el delito por el que se le condenó: acusación falsa a unos empresarios (un delito complicado de entender y con muchos matices). Los indultos están para eso: para solventar ciertas rigideces de la ley. Lee el expediente y di que no es adecuado concederlo, pero no estés en contra solo porque el afectado es un banquero, como en otro tiempo se aceptaba que el acusado de cualquier crimen real o imaginario era culpable solo por ser judío.

    JLGM

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  5. Respuesta a Antonio Rivero Taravillo: Nada me alegra más que haberme equivocado.
    Un abrazo

    JLGM

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  6. Qué poco viril es usted escribiendo, don JLGM. Me refiero a la clase de virilidad de que hacía gala Truman Capote cuando escribió "A sangre fría"; o a la de Emilia Pardo Bazán, en casi todo.
    A esa me refiero y no a otra.

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  7. Qué cosas hay que oír, P.D.R. Y yo que escribiendo siempre pretendo hacer míos los versos de Miguel Hernández: "Ellos me echan metralla, / y no les echo valor. / Si me matan, bueno; / si vivo, mejor".
    Pero a saber qué significa eso de ser "poco viril" escribiendo (suena a tópico de otros tiempos, cuando para elogiar a Emilia Pardo Bazán se decía "es mucho hombre esta mujer".

    JLGM

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  8. Ahora va a resultar todavía que Botín es Ana Frank. Utilizar tan a la ligera el recuerdo algo tan horroroso como fue la shoa no sólo invalida totalmente su argumentación sino que dice muy poco de su calidad humana.

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  9. Pero, estimado don JLGM, a Miguel Hernández le echaban una metralla mortífera por defender ideas nobles. Parece ser (por lo que vengo leyendo en este blog) que usted mismo se busca los enemigos, a veces por defender lo indefendible. Eso dice poco de su altura de miras; nadie que valga algo tiene por mérito empecinarse en sostener las ridiculeces que vengo observando que sostiene.
    No sé de su destreza como literato; apenas he leído alguno de sus escritos para los periódicos. Precisamente, la escasa virilidad que le imputo viene referida a estas polémicas y a algunos de aquellos escritos.
    Créame: nada gana si persiste en esa actitud que, probablemente, usted encuentra inteligente. Yo, por lo menos, no dejo de asombrarme de su torpeza.
    Se lo digo sin más interés que el de advertirle de algo que creo conveniente que tenga en cuenta. Por su bien.
    Aprovecho para enviarle un saludo.

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  10. Estimado P.D.R, nunca deja de fascinarme la manera de pensar de la gente. Cada cabeza es un misterio que se rige por reglas propias. ¿Así que las ideas que Miguel Hernández defendíaeran nobles y las que defiendo yo no? Afortunadamente eso lo dice quien noblemente confiesa apenas haberme leído, esto es, no saber muy bien de qué habla. Yo procuro entererarme antes de habla de cualquier asunto, sobre todo si se trata de juzgar a personas. Y lo de que mi actitud demuestre "escasa virilidad" es algo que me parece también bastante sorpredente. ¿Qué idea tendrá de la "virilidad" P.D.R? Buscarse gratuitamente enemigos, si eso es lo que considera que me caracteriza, no es de hombres ni de mujeres, sino de gente follonera, me parece. Y más que buscarme enemigos lo que me gusta es charlar con cualquiera que se avenga a ello tratando de encontrar la verdad y desmontar mitos y prejuicios.
    En cualquier caso, se agradece la buena intención de la advertencia.

    JLGM

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  11. Don JLGM:
    Tengo algún año más que usted, apreciado señor. Soy bastante viejo, pues; no sé si para mi desgracia o no.
    He dado con su blog por casualidad. O no tanta, porque la verdad es que buscaba algunos que trataran de Literatura, de Arte, de Historia. Dispongo de mucho tiempo libre y lo empleo, preferentemente, en cultivar aquellas disciplinas. En lo que se refiere a lo literario, exclusivamente como lector; aunque ahora esté escribiéndole a usted este texto.
    Las carencias que tengo respecto a su obra creo que se deben a que es usted principalmente poeta, y yo un negligente consumidor de poesía. He de tomar nota de su currículo, que aparece en la columna del margen derecho: le prometo leer cosas suyas, para mejor conocerle y, como bien dice usted, ser más objetivo en la crítica.
    Ya le anticipaba que mis objeciones a la parte de su labor que alcanzo a conocer, no tratan de poner en cuestión sus probables dotes literarias, sino que me limitaba a afearle lo que encuentro desafortunado, pueril, afectado y prepotente, en su intercambio con los que discuten con usted. ¿Cómo me van a parecer sensatos, lúcidos, inteligentes, algunos argumentos (?) que emplea para llevarles la contraria? Tal parece que lo único que le importa es tener razón (o como le echa en cara un participante, "aparentar que tiene razón"). Es esa actitud suya la que hallo carente de la "virilidad" suficiente; porque es una convención aceptada que los "hombres" se portan de determinada manera, ajena a los chismes, engreimientos, y ciertas provocaciones quisquillosas que (seguro que injustamente) se suelen ver como propias de las mujeres. Porque, pese a la indudable igualdad en capacidades intelectuales, hombres y mujeres tienen algunas pautas de comportamiento (y de su plasmación escrita) diferenciadas. Esto le pese a quien le pese; llámenlo machismo los cegatos.
    Si usted no es capaz de ver la diferencia entre lo que defendía Miguel Hernández y lo que usted defiende, cuando encuentra la mar de sensato (para un gobierno de izquierda, no se olvide) que se indulte a un banquero, siendo como es esta medida tan excepcional que nunca jamás se ha tomado para beneficio de un pobre de solemnidad o de una víctima de la codicia..., pues no sé por qué hablo con usted, amigo JLGM.
    Un cordial saludo.

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  12. Ya me imaginaba yo, estimado lector ocasional, que era de cierta edad: los prejuicios sobre hombres y mujeres cuesta desarraigarlos. Pero ya se ha avanzado mucho, y eso es lo importante.
    Y por supuesto no me parece mal que no me haya leído mucho (ni necesita hacerlo, salvo que quiera enjuiciar mi obra), pero sí debería pedir información sobre los indultos que concede el gobierno (este gobierno y los anteriores, de cualquier signo político). La mayoría de ellos no trascienden a la prensa, porque afectan a personajes que no son noticia. Pero le aseguro que conceder un indulto (en este caso, parcial y de una condena leve) no es nada excepcional. Reconozco que lo tiene más fácil, como en todos los casos, quien cuenta con un buen abogado que quien no puede pagárselo. En eso estamos de acuerdo. Pero dar por sentado que un banquero, por ser banquero, no merece ser indultado de un delito menor y discutible, es lo mismo --y vuelvo a mi comparación, que a usted le parecerá "poco viril", qué cosas-- que dar por sentado, como se daba en otras épocas, que un judio solo por ser judío era culpable y no merecía ser indultado.
    Yo sí sé por qué hablo con usted: porque yo hablo con todo el mundo que no se esconde tras un pseudónimo o en el anónimo y da sus razones, aunque yo no las comparta. Qué aburrido sería el mundo si todos pensáramos lo mismo de todas las cosas.

    JLGM

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  13. Si digo que soy Agapito Fernández Fervienza y hago un comentario, ¿quedaría convencido JLGM de que quien le escribe es un desinhibido ciudadano, que no tiene inconveniente en dar su nombre y apellidos? ¿Cómo va a saber él que no es un nombre ficticio? ¿Acaso lo va a buscar en la guía telefónica? ¿De qué ciudad, de qué provincia, de qué nación? O simplemente, ¿de qué compañía operadora, sabiendo que si es otra que la gigantesca Telefónica va a estar apeado de la lista?
    JLGM es un pesimista antropológico, porque piensa que las personas somos malas por naturaleza, y que si tenemos el menor resquicio de impunidad vamos a aprovecharlo para dañar al prójimo. Y no es cierto; al menos un servidor (anonimísimo furibundo) no hace esas indignas (y cobardes) prácticas; como mucho tomaduras de pelo y asunción de personalidades de guardarropía... Pero sin que se tenga que ver uno mismo con un mentecato o un inculto petimetre, que uno podrá engañar a los demás haciéndoles creer que es mejor (mas listo, más guapo, más noble) de lo que es, pero no se engaña nadie a sí mismo.
    Lo que pasa que las personas quisquillosas y pagadas de su eficiente cacumen (como es sin lugar a duda nuestro polígrafo JLGM), toman por ofensivo que alguien ose discutir sus criterios, sus querencias (creencias), sus caprichos.
    Como el anonimato tiene ventajas, no me sonroja un gramo de colorete si digo que me tengo por formal, honrado, noble, progresista y caritativo. Quizá no sea tan guapo como tengo dicho. Quizá me embarque menos rumbo a Citerea de lo que vengo alardeando. Concedo.
    Pero créame Martín en lo fundamental. Pues nada gana con ponerse laureles quien no los ha merecido, si va a quedar el triunfo en vil anomimato.

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  14. No investigo los nombres, por supuesto. Creo en la buena fe del que los da. En cualquier caso, permiten distinguir qué comentarios son del mismo interlocutor, cosa que no ocurre con los anónimos e indistinguibles anónimos.

    JLGM

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  15. Estimado Martín:
    Estamos en vísperas de Navidad, que es cuando mucha gente esprinta por ver si logra maquillar al insolidario (ahora se dice "liberal") que le ocupa el resto del año, antes de que caiga la bola en la Puerta del Sol.
    Yo no iba a ser menos que los que así se dejan sugestionar por el indiscutible e irracional gancho de la bonhomía a tiempo parcial y..., y he querido hacerte copartícipe de uno de mis chascarrillos. Tómalo como un juguete para adultos obstinados.
    No me vas a negar que has tragado el anzuelo hasta la glotis, ¿eh?
    Fuera las caretas venecianas: el venerable, senecto, ponderado, sentencioso, pulcro, bienparlante don Pedro D.R., que ha sido objeto de uno de los raros episodios de respeto hacia la opinión adversa a tu conducta que he observado de tu parte; al que has terminado "casi" por dar la razón" a sus monsergas; al que "casi" invitas a comer, porque así da gusto y no con esa tropa que desbarra por los blogs y que rebuzna más que piensa... Pues mira por dónde, tal gentleman habita la piel que me cobija: Ecce homo.
    Él me peina el alma y me la enreda, va conmigo. Pero si mi boca se equivoca...

    Ps.- Repárese en lo que vale el envoltorio: una chuchería deleznable es delicatessen si te la envuelve el escaparatista mayor del Corte Ingles.

    Con afecto.

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  16. Pertinaz F., no me siento en absoluto engañado. A quien amablemente se dirige a mí, le respondo amablemente. Yo soy así de educado. No estaría mal que le cogiéramos gusto a la máscara de la cortesía y la utilizáramos con más frecuencia.

    JLGM

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  17. No era tan amable el vejete, José Luis...

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