domingo, 1 de mayo de 2011

Al otro lado: Honra sin barcos

Sábado, 23 de abril
REDFORD SQUARE

Nunca confundo lo leído o lo soñado con lo vivido, pero a menudo lo recuerdo con más nitidez. Por eso, si pienso en la primera vez que estuve en esta ciudad, a la memoria me vienen las páginas de una novela de Pío Baroja: “La niebla y el humo iban espesándose a medida que nos acercábamos a Londres, y en la atmósfera, opaca y turbia, apenas si se distinguían ya los edificios de las dos orillas. Lloviznaba. Las grandes chimeneas de las fábricas vomitaban humo denso y negro; el río, amarillo, manchado de velas oscuras, arrastraba al impulso de la marea tablas, corchos, papeles y haces de paja”. Qué diferencia con la ciudad radiante y nítida de estos días primaverales. Para mí, sin embargo, tan llena de fantasmas como cualquier otro lugar en que he sido feliz y desdichado. Vuelvo, antes de regresar, a Bedford Square y acaricio la puerta de un jardín del que una vez tuve la llave. Dentro, sentados en la hierba, un corro de jóvenes conversa ajeno a mi melancolía.


Mi amigo John, al que conocí en Coimbra, me dejó su apartamento en una de las casas georgianas de la plaza y con él la llave que permitía entrar en los arbolados y frondosos jardines del centro del square, reservados solo a los residentes. Recuerdo una calurosa noche de verano, con la luna y todas las estrellas asomándose entre las ramas de cedros y castaños, en que estuvimos charlando hasta casi la madrugada. Se hablaba de amor y fantasmas, lo recuerdo bien. Y recuerdo también que alguien recitó unos versos de la Ilíada, cuando Héctor se despide de Andrómaca para ir a morir a manos de Aquiles, y ella le dice: “Héctor, tú eres ahora mi padre, mi venerable madre y mis hermanos, / pero sobre todas las cosas eres el amor que florece”. Los dijo primero en inglés y luego en griego, mirando fijamente unos ojos que no eran los míos. Recuerdo también una de las historias que entonces se contaron. La mujer, separada y con dos hijos pequeños, que se va a vivir a un barrio de la ciudad en que no conoce a nadie. Solo la vecina de la casa de al lado se ha acercado a saludarla y a ofrecerle un pequeño pastel de bienvenida. Un día en que se retrasa la muchacha que cuida de los niños y ha de marchar al trabajo le pide a la vecina, por favor, que se encargue de ellos. En el trabajo, horas después, recibe una llamada de la muchacha, disculpándose. Ha tenido un pequeño accidente, siente las molestias. “No importa, dice la mujer, la vecina de la casa de al lado se ha encargado de los niños”. “¿La vecina? ¿Qué vecina? Pero si en esa casa hace tiempo que no vive nadie. La última vecina se volvió loca cuando la dejó su marido y asesinó a sus dos hijos pequeños”. Recuerdo esa historia ante la verja, ya siempre cerrada para mí, de Redford Square, y el final de un poema: “Los amigos se fueron, cada uno a su sueño, / y tú te fuiste más lejos que ninguno…”.
Más lejos, muy lejos, pero ni un solo paso has dado fuera de mi corazón.


Domingo, 24 de abril
EL RUISEÑOR CANTABA

Qué extraña resonancia tienen los versos cuando los oímos en la sala del cine. Christian, un adolescente, recita ante el ataúd de su madre el poema que ella le solía leer antes de dormirse. Le vemos de espaldas y frente a él los asistentes al funeral; en primera fila su padre, cuyos ojos se van llenando de lágrimas: “El ruiseñor cantaba. / Cantaba en el jardín de la iglesia, / donde las rosas blancas, / donde las flores perfuman el aire, / donde la hierba siempre es verde, / humedecida por las lágrimas de los vivos”.
Había tardado en decidirme a ver En un mundo mejor, la película de Susanne Bier. Sabía que hablaba de violencia y crueldad y maltrato infantil; no quería pasar un mal rato. Ahora escucho los versos de Christian, resonantes en el silencio de la sala, y me siento como quien participa en un rito iniciático:
La muerte interrumpió su trabajo / para escuchar al ruiseñor. / Salió por la ventana / para escucharlo más de cerca. / Una niebla gris y fría / abandonó con ella la estancia / donde agonizaba el emperador. / “Gracias, gracias”, dijo. / “Pájaro de los cielos, / me has salvado la vida, / aunque antaño te desterré. / ¿Cómo puedo pagarte ?”. / “Ya me has recompensado”, dijo el ruiseñor. / “Tus ojos se llenaron de lágrimas / cuando canté por ti. / Para el corazón de un cantante / son más preciosas / que cualquier piedra preciosa. / Duerme ahora / y hazte fuerte mientras canto”. / Y el ruiseñor siguió cantando / hasta que el emperador quedó / plácidamente dormido / como el niño que escucha / la voz de su madre.
Reescribo el poema, de memoria, al llegar a casa. “El arte cura de las heridas de la realidad”, dijo Novalis. No, no las cura, pero ayuda a hacerlas más soportables.



Lunes, 25 de abril
AJADAS UTOPÍAS

Qué remoto ya el veinticinco de abril de hace no sé cuántos siglos, tantos, que yo tenía solo veintitrés años. Pero el perfume de aquellos claveles, ajados, pisoteados, maltratados por una realidad que no condesciende con los sueños, todavía se niega a desaparecer del todo, y hoy Inés Illán me lo hace llegar con las notas de una canción: “Grândola, vila morena, / terra da fraternidade…”
Sí, hubo un tiempo en que yo también creí que era posible lo que quizá es mejor que no haya sido posible.



Martes, 26 de abril
JUEGAS

Juegas a irritarme, a llevarme la contraria, a pincharme en cuanto me descuido, como el niño travieso que no quiere dejar en paz a su hermano pequeño. Cuando estoy a punto de perder los nervios y ponerme a gritar, sonríes. Y entonces recuerdo el más breve poema de amor que haya leído nunca: “Me gustas tanto, / que hasta lo que no me gusta de ti / me gusta”.



Miércoles, 27 de abril
UN MUNDO SIN ARISTAS

No siempre tiene uno el ánimo para lecturas trascendentales. Hoy, después de un día entretenidamente fatigoso, ya solo en casa, enciendo el televisor, le quito la voz, y abro El caso de los suicidios constantes, de John Dickson Carr. Los ingredientes no pueden ser más apetitosos: hay un viaje en tren, un encuentro imprevisto, un castillo en Escocia, discusiones eruditas (“ninguna controversia suele ser más violenta, más amarga y, para el observador imparcial más divertida, que la que sostienen dos profesores muy doctos sobre algún punto oscuro que solo les interesa a ellos”), un crimen en una habitación cerrada… Todo lo que yo necesito para olvidarme de todo y dejarme mecer en un mundo sin aristas hasta que llega el sueño.



Jueves, 28 de abril
PIERDO OTRA OCASIÓN DE ESTAR CALLADO

Soy la persona más modesta del mundo, como es bien sabido. Carezco por completo de vanidad, así que resulta imposible que haya dicho lo que mi amigo Xuan Bello me hace decir en el titular de una entrevista: “La literatura soy yo”. Esas cosas uno puede pensarlas, pero jamás decirlas. Recuerdo que hace algún tiempo pasaba por la tertulia un esforzado aprendiz de escritor al que se le resistía denodadamente la sintaxis; yo rechazaba lo más educadamente que podía sus intentos de colaborar en Clarín. Un día trajo consigo a su hija, que no tenía más que seis o siete años. Se me quedó mirando fijamente, mientras yo hablaba con el padre (“sobre ese libro ya tenemos una reseña”, “el siguiente número está completo”), y de pronto me dijo: “¿Y tú quién eres? ¿El amo de la literatura?”.
Nunca diría “la literatura soy yo”, por supuesto, pero es curioso lo antipáticamente seguro de mí mismo que he sido siempre en ese aspecto: no he pedido consejos a nadie y siempre he opinado de lo que hacían los demás con dogmática contundencia. Recuerdo –no estoy orgulloso de ello— que, muy al final de su vida, le hicieron un homenaje a Jorge Guillén en la revista El Ciervo y yo escribí que era autor de algunos de los mejores poemas de la lengua española (y puse un ejemplo) y de bastantes de los peores (y copié dos manifiestamente prescindibles). Murió poco después, pero aún tuvo tiempo de escribir una carta de agradecimiento –era un caballero— a todos los colaboradores, salvo a mí, claro. Qué buena ocasión de haberme callado.
Pero yo siempre desaprovecho las ocasiones de estar callado. Ahora, por ejemplo, no debería decir que soporto bastante bien la falta de éxito porque, en literatura, la única opinión que de verdad valoro es la mía, y tengo la suerte de que no siempre me es desfavorable.
O sea que la literatura no soy yo, amigo Xuan Bello. Pero como si lo fuera.


Viernes, 29 de abril
AMIGO ZAPATERO

“Nada puede mostrarnos la tierra más hermoso…”. Releo el soneto de Wordsworth “compuesto sobre el puente de Westminster” y a la memoria me vienen recientes imágenes: “Lleva ahora la ciudad el espléndido traje / de la hora matutina, y bajo el cielo añil, / los barcos, torres, cúpulas, teatros, templos, puentes, / reposan en la tierra lustrales, refulgentes… / Todo brilla en el aire purísimo y sutil”. Pero miro la fecha, 1802, y caigo en la cuenta de que el perfil que admiro –con el edificio del Parlamento en primer término— no pudo haberlo visto Wordsworth. Las ciudades cambian, como cambian las personas, y es de ayer lo que nos parece de siempre.


Argentina fue una vez España y Cuba y Portugal. Y nadie perdió nada, sino que todos ganamos, cuando dejaron de serlo. Yo tampoco querría formar parte de un Estado que pone a sus abogados y a sus jueces a buscar la mejor manera de dar apariencia más o menos legal a la decisión previa de negar sus derechos democráticos básicos a una parte de los ciudadanos. Al presidente de mi país, le recordaría una frase de Méndez Núñez: “Más vale honra sin barcos que barcos sin honra”.
Redondea tu perfil de estadista, amigo Zapatero, ahora que estás a punto de entrar en la historia, y da un puñetazo en la mesa declarando que todos los españoles –incluidos los vascos— son iguales ante la ley y que más vale honra sin gobierno que gobierno sin honra. Deja de ser rehén de la extrema derecha, quítate del cuello la soga del pacto antiterrorista. Di, alto y claro: Español soy y nada vasco me es ajeno; quien maltrata a Euskadi, me maltrata a mí. 

8 comentarios:

  1. Ya te veo como un gran consejero de gobierno.

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  2. Aun reconociendo que no todas sus apreciaciones las comparto (pocas, la verdad sea dicha) no puedo estar más de acuerdo con el último parrafo. Y además está muy bien escrito. Reciba mi más cordial felicitación.

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  3. Pero, ¿qué se va a esperar de un Zapatero que se ha apresurado a felicitar a Obama por la última tropelía yanky? ¿Qué se ha de esperar de un Presidente que comanda un Gobierno que tiene la indignidad de mandar otro mensaje a la Casa Blanca, haciendo extensiva la felicitación a las Fuerzas Armadas yankys (!!!)?
    Con esta tropa en el Gobierno (que no en el Poder), pasa lo que pasa.
    Muchos pensarán (?) que es mejor votar al PP, porque el sentido común en esta España nuestra escasea más que los diamantes.
    Otros (puertas adentro) añorarán a un Felipe González..., que es todavía más digno de desconfianza que ZP. Hoy es un triste juguete roto, que vive como dios, pero que no hace más que dar resbalones en el barro.
    Yo lo tengo claro: voy a votar a Izquierda Unida. Una vez más.
    Y esta es mi modesta contribución a la campaña electoral.

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  4. http://www.youtube.com/watch?v=-KEi_bvtbuM

    a.r.

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  5. Para cada cosa hay un momento, o distintos momentos, conforme nuestro estado de ánimo se va desarrollando, a lo largo de las horas del día. Y el Silencio está en ellos. No es un vacío que separa. Le envío este enlace, es la música de una película que capturó el silencio. O todo, sin necesitar nada más.

    Una vez leí que a veces las palabras pueden ser una cárcel del sentir.


    “Me gustas tanto, / que hasta lo que no me gusta de ti / me gusta”.

    Yo solía decir esto cuando alguien me gustaba más que los demás. Además, es verdad.

    a.r.

    http://www.youtube.com/watch?v=WHi2UGdYMyI

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  6. En realidad sólo le escribo a Ud., y sólo puedo hacerlo a través de su blog.
    Ud. es un buen receptor de lo que yo siento, porque siento una reciprocidad quizás sólo creada por mí, de lo que tengo dentro de mí. Y hace tiempo se me ocurrió que quizás algo de lo que le escribo o envío, le llegue a su alma.
    A veces me siento vacía, y no tengo ánimo de transcendentalidad. Y no me gusta. En ocasiones contadas sí. Sólo a veces.
    Una canción más. Una bellísima pieza de otra película que veo de vez en cuando.
    La música también es soberbia,
    http://www.youtube.com/watch?v=l741p6_xomM

    buenas noches, Sr. García Martín, José Luis.
    a.r.

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  7. los de izquierda no me parecen muy consecuentes con lo que pregonan pues por lo general dicen una cosa y hacen lo contrario...

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