domingo, 7 de junio de 2009

Para entregar en mano: Navegaciones y regresos

Viernes, 29 de mayo
HAGO MAL MI TRABAJO

“¡Siempre a disgusto con el resultado del premio Emilio Alarcos! Dices que no ha ganado el mejor libro, o el que tú creías el mejor, pero eso ocurre a menudo. Además, tu criterio puede no ser el más acertado. No siempre has de tener razón”.
“La verdad es que soy un incoherente. Si descreo de la utilidad de los premios, ¿qué hago yo de jurado? Y si acepto ser jurado, ¿por qué no me lo tomo en serio?”
“¿No te lo tomas en serio?”
“No, me limito a vigilar que se cumpla la legalidad, que no se nos cuele nadie al margen de las bases, como en el Planeta o en el Loewe, y luego a ir votando lo que creo mejor. ¿Y qué consigo con ello? Pues que siempre se lleve el premio el candidato de la casa, como en las oposiciones universitarias, esto es, el defendido por Chus Visor y por Luis García Montero. Los independientes deberíamos ponernos de acuerdo en un candidato, unir los votos. Así no ocurriría lo que ha acaba de ocurrir, que, frente a varios libros claramente superiores, gane un buen discípulo granadino, autor de un libro impersonal y prescindible. Y con solo tres votos en un jurado de seis”.



Sábado, 30 de mayo
BARCOS DE TINTA Y DE PAPEL

Feria del libro viejo de Avilés, mi habitual regalo anticipado de cumpleaños. Aparentemente, solo banales saldos, pero yo siempre encuentro algún título que está aguardándome. Hoy, La Argentina, de Jules Huret, que narra un viaje deslumbrado al que hace cien años era el país del futuro. “¿A qué ciudades nos recuerda Buenos Aires? A Londres, por sus calles estrechas llenas de casas de banca, por sus vendedores de fósforos y los negros cascos de sus policías; a Viena, por sus victorias de dos caballos; a España entera, por sus casas de fachada lisa y de ventanas enrejadas, y por la suciedad de sus calles apartadas; a París, por su hermosa Avenida de Mayo, con sus aceras espaciosas y sus cafés con terraza”.
Una sensación auroral, como se dice en la solapa, desprenden estas páginas. ¿En qué momento perdió su futuro el país del futuro? En esta luminosa mañana avilesina, yo recorro un Buenos Aires naciente, que sustituye de un día para otro estrechas calles por luminosas avenidas, y me embarco luego en un vapor que efectúa al mismo tiempo la navegación de cabotaje y el servicio postal a lo largo del río Paraná. La comodidad no es mucha, el aseo deja bastante que desear, las paredes aparecen manchadas con sangre de mosquitos aplastados, del entrepuente suben emanaciones de establo: nos acompañan mulas, vacas, ovejas; los pasajeros de segunda se acuestan junto a ellas, entre sacos y fardos de mercancía. Pero qué importa eso: “El tiempo es hermoso, y la marcha del lenta del barco hace que apreciemos la caricia de una brisa tibia, dulce y perfumada. Se siempre una impresión de serenidad y de paz análoga a la que se experimenta al descender por el Nilo, una rara alegría causada, mejor que por la posibilidad de lo imprevisto, por la armonía entre el río inmenso y tranquilo, la pureza del cielo y el misterio del bosque inexplorado que muere a sus orillas”.


Me he sentado en un banco a hojear impaciente el volumen de la colección Austral que acabo de comprar. Alzo los ojos frente a la ría, contemplo sus aguas tranquilas y vuelvo a ser el adolescente que para ir muy lejos no necesitaba ir muy lejos, solo tener un libro entre las manos.


Domingo, 31 de mayo
MISIÓN CATÓLICA ESPAÑOLA

Leí tu poema “Acción de gracias” –le cuento a Almuzara—en la Misión Católica Española de Berna. El cura alzó la vista al escuchar el primer verso (“Gracias, Señor, por mis limitaciones…”) y luego me dijo que lo iba a utilizar en sus charlas.
En el salón de actos de la parroquia se reunió un puñado de emigrantes, asturianos y no asturianos, para oírme a mí hablar de poesía, a Flavio tocar la gaita y a Milio’l del Nido contar sus cuentos tradicionales para niños de cualquier edad. Luego, en el patio con un poco de yerba, un manzanal y una higuera que se abrazaba a la blanca pared de la misión (no se por qué me recordaba a California), mientras bebíamos sidra y atardecía lenta y apaciblemente, una de las asistentes se me acercó: “Qué mal lo pasé cuando vine aquí, pero ahora que estoy jubilada ya no me quiero ir. Primero llegó mi marido, luego yo. La gente me miraba mal, yo lloraba por las noches. Era muy espontánea y cuando me presentaban a alguien, lo abrazaba. Qué cara ponían. También estaba orgullosa porque sabía algo de francés, al contrario que mi marido que no conocía ninguna lengua. Pero si yo les decía algo en francés, me gruñían: Aquí se habla alemán. También había cosas buenas. Allí en mi pueblo las mujeres nos esforzábamos en tener siempre deslumbrante nuestra propia casa, pero la basura la tirábamos en cualquier esquina. Aquí todo lo tenían como si fuera su propia casa. ¿Ha paseado usted anoche por el centro de Berna? Esa animación, esa gente en las terrazas, no existía cuando nosotros vinimos. A las nueve era una ciudad muerta con todo el mundo encerrado en su casa. Ellos nos dieron de comer y nos enseñaron a no tirar un papel al suelo, nosotros les enseñamos a disfrutar un poco de la vida y a sonreír y a abrazarse”.


Lunes, 1 de junio
DE AVILÉS A CÁDIZ

Se presenta el nuevo curso de la Universidad Itinerante de la Mar. Este año la navegación no será en el Creoula. El veterano bacaladero portugués, el único lugre de cuatro mástiles que aún sigue en uso, está en dique seco, poniéndose en forma para las celebraciones de la independencia de las repúblicas americanas. Le sustituirá un bergantín-goleta construido pocos años antes, en 1934, en astilleros suecos. Se proyecta un vídeo sobre la campaña del curso anterior. La travesía resultó algo movida. Se ve a las olas barrer la cubierta y Román, el concejal avilesino, me cuenta que en un bandazo, mientras comía, salió despedido y se golpeó la rodilla, que algunos alumnos pasaron mareados toda la travesía… A pesar de ello, yo no dudaría en embarcarme. De profesor-tutor o de pinche de cocina, me da lo mismo. Ir de Avilés a Cádiz, cruzar frente a la costa de la Muerte, atracar en Viana do Castelo y en Oporto, entrar en Lisboa pasando bajo el Puente 25 de Abril con las velas desplegadas y arribar en la salada claridad de Cádiz, como los navíos de la Ilustración…
Un hombre feliz es el que es capaz de hacer realidad en la madurez los sueños de la adolescencia.



Martes, 2 de junio
LA CALLE FUENCARRAL

Me sorprenden, al poner el pie en la estación de Chamartin, cuatro fabulosas criaturas que se inclinan atentas y poderosas sobre los andenes. Hacía tiempo que no llegaba en tren a Madrid y por eso no conocía estas negras torres que me maravillan ahora. Parecen estar ahí para proteger a los apresurados e inconscientes viajeros de las fuerzas oscuras que acechan en todas partes.


Camino luego por las calles de la ciudad como quien camina por las páginas de un libro ilustrado. Para mí el mundo, cualquier lugar del mundo, no es más que un rincón de mi biblioteca.
Amparado por los cuatro gigantes, que caminan invisibles junto a mí, me atrevo a recorrer la calle Fuencarral, ahora acogedoramente arbolada y peatonal. Hacía más de treinta años que no la pisaba. En el número 22 sigue estando el hostal en el que yo me alojé entonces. No recordaba exactamente el número cuando fui interrogado, dije uno equivocado, volvieron a interrogarme en la celda de la Puerta del Sol de manera un poco menos amable… Pero llega un momento en que incluso la historia personal deja de ser historia personal, se convierte en borrosa, olvidada, tediosa literatura. Rodeado de fantasmas, pero sin miedo a los fantasmas, me dejo abrazar calurosamente por las calles del Madrid de siempre.



Miércoles, 3 de junio
UN VELERO BERGANTÍN

En la cafetería del tren, durante el viaje de regreso, conozco a un profesor jubilado de la Escuela de Náutica. Es poeta, me entrega un libro de sonetos que ha publicado por su cuenta y luego, cuando yo le hablo de mis deseos de embarcarme este verano, resulta que conoce bien al Miguel de Cervantes. “Estuvo un tiempo en Málaga, anclado junto al faro del puerto, que allí llaman farola, frente a la casa de María Victoria Atencia, que le dedicó un poema. Ese barco tiene una larga historia. Cuando lo construyeron, se llamaba Sydostbrotten y llevaba un faro de once metros de altura; se utilizaba para señalar lugares peligrosos de la costa sueca. Dejó de prestar ese servicio en 1970 y estuvo amarrado en el puerto de Estocolmo hasta que un particular lo compró en 1977. Fue en el puerto de Aveiro donde, en 1981, lo convirtieron en bergantín-goleta, con velamen mixto en sus tres mástiles. En el trinquete tiene velas cuadradas, como los bergantines, y en los otros dos palos velas a cuchillo, como las goletas. En Aveiro le dieron el nombre de Amorina. Ha navegado por todo el mundo. En 1994 lo dedicaron a hacer cruceros en la costa de África y le llamaron la Reina del Mar Rojo. Fue en Vigo donde lo convirtieron en el Miguel de Cervantes, colocándole un amanerado mascarón de proa que se parece a la reina Sofía. Yo estuve en uno de los primeros viajes que hizo con ese nombre, siguiendo precisamente la ruta de Cervantes hasta Lepanto. Es más cómodo que el Creoula, que también conozco, pero le falta su sobriedad y gentileza. Lo han travestido demasiadas veces, ha servido a demasiados amos. Es un poco un velero de parque temático”.

5 comentarios:

  1. En el primer texto estoy de acuerdo en todo, en los nombres, en los mecanismos de audefensa por la continuidad de la mediocridad. Un saludo.

    ResponderEliminar
  2. Buenos artículos

    ResponderEliminar
  3. Estimado José Luis, me alegra encontrarte en la red, seas bienvenido y con suerte al mundo de los blogs literarios, me ha gustado mucho. A ver si arreglo el problema y te enlazo en el mío.

    Un saludo afectuoso

    ResponderEliminar
  4. Lo de algunos premios es de verguenza, pero ce la vie. Las putas literarias siempre han existido.

    ResponderEliminar
  5. Sería muy interesante para quienes nos presentamos al premio que se diese cuenta de los finalistas y de las votaciones obtenidas por los libros que llegaron a las deliberaciones últimas.
    ¿Haría el favor?
    Un cordial saludo.

    ResponderEliminar