domingo, 18 de mayo de 2014

A buen entendedor: Dioses, demonios y algún tirón de orejas


Sábado, 10 de mayo
VUELVE, FANNY

“¿Usted cree en los sueños? ¿Y en los demonios? Yo sí. Bueno, ni creo ni dejo de creer. Cuento tan solo lo que me ha pasado. Mucho tiempo antes de que mi mujer me abandonara, cuando todavía nos llevábamos bien, incluso yo diría que muy bien, comencé a soñar que ella me dejaba. Los sueños comenzaron curiosamente en cuanto comenzó a trabajar en mi departamento un nuevo becario. Tuvo algunas desavenencias con el director de su tesis doctoral, se enfadó con él y me pidió que yo se la dirigiera. No me hacía mucha gracia, pero insistió tanto que acabé aceptando. Luego no tardamos en hacernos amigos. Como era argentino y no tenía aquí familia, comencé a invitarle algún que otro fin de semana a comer a casa. A mi mujer no le gustaban demasiado aquellas invitaciones y luego pasó lo que pasó, así es la vida. Pero mejor no hablar de ello. Lo que quería contarle es que nada más conocer a aquel meloso doctorando comencé a soñar con que mi mujer me abandonaba. Mi subsconsciente supo antes que ella lo que iba a ocurrir. Luego no duraron juntos ni medio año, pero esa es otra historia. Y en cuanto a los demonios, no me refiero a esos con rabos, cuernos y tridente de las leyendas medievales o de los que nos hablaban, cuando éramos niños, en el catecismo. ¿Recuerda usted que Sócrates tenía un demonio? Pues a ese tipo de demonios me refiero. Más de una vez, en los días siguientes a que mi mujer me dejara, al llegar yo a casa, me abrió la ventana del salón y me invitó a que me arrojara por ella. Nunca le hice caso, y no por falta de ganas, sino porque vivo en un primero y lo que me apetecia era romperme la cabeza y acabar de una vez y no romperme una pierna y andar por ahi tullido, además de cornudo y apaleado. Fue también mi demonio, que a veces se porta como un servicial mayordomo y otras como un niño malcriado, quien me abrió la puerta de ese local de alterne que está cerca de mi casa, y de la suya, al lado del Milán. Antes se llamaba Foro, ahora ha cambiado de nombre, una vez le pregunté por qué al encargado y él me dijo que porque había un partido político que también se llamaba así y eso les desprestigiaba. Yo creo que lo decía en broma, aunque no estoy seguro. Todavía se llamaba Foro cuando yo entré por primera vez. Dos chicas se me acercaron de inmediato. Una me sonrió a mí y la otra a mi demonio. Me extrañó porque es invisible para todos, ahora mismo está aquí a mi lado, escuchando atento, y no creo que usted pueda verle. No tenía yo costumbre de frecuentar ese tipo de locales, creo que solo había entrado una vez, de joven, en una despedida de soltero. Pero aquella chica, que no era tan joven como me pareció en un principio, en seguida me cayó bien. Resultó que teníamos muchas aficiones en común. Hablamos, hablamos hasta la madrugada, yo bebí mucho, esa es la verdad. Le pedí que me acompañara a casa, cuando cerraran el local. Ella se limitó a besarme y a decir: “No lo estropeemos”. Me levanté con dolor de cabeza y sin tener muy claro lo que había pasado. En la cocina, ya era casi mediodía, estaba mi demonio, que me había preparado el desayuno. No tomé nada, no estaba acostumbrado a beber tanto, me sentía mal y a la vez me sentía muy bien. Volvi dos o tres noches más y luego dejé de ir porque ella prefería verme fuera de su lugar de trabajo y yo no podía creerme que tuviera tanta suerte. Mi demonio sonreía y no decía nada, el muy cabrón. Y no había sueños que me avisaran de nada. Hacíamos el amor todas las noches, cosa que no me ocurría con mi mujer, y luego dormía como un bendito, de un tirón, hacía mucho tiempo que no me ocurría eso. Yo no pensaba casarme con ella, con una experiencia tenía bastante, pero le tenía plena confianza. Pusimos en común sus bienes y los míos, las cuentas del banco. Me dirá usted que eso fue una estupidez. Y yo también me lo he dicho muchas veces. Desapareció llevándose todo lo que pudo. Me dieron ganas de estrangular a mi demonio, que fue quien me la presentó. Ahora tengo sesenta años, ni un euro en el banco, medio sueldo embargado para pagar la pensión de mi exmujer, un maldito demonio que no me dejá ni a sol ni sombra y más ganas de vivir que nunca. ¿Cómo se explica eso? Pues porque estoy enamorado, porque sigo enganchado a Fanny, la mujer que encontré en Foro, el local que ahora no se llama así, ya sabe usted por qué. ¿Cómo es posible seguir queriendo a una ladrona que me rompió el corazón? Ni lo sé ni me importa saberlo. ¿Sabe usted que yo, que antes no jugaba a la lotería, juego ahora siempre que puedo? ¿Y sabe por qué? Para ver si me hago rico y vuelve a Fanny para robarme todo lo que tenga que robar. ¿Ya es la hora del cine? Perdone, no le entretengo más. Usted se preguntará que por qué le cuento esto, seguro que piensa que no soy más que un loco locuaz. Y sí, he estado en tratamiento, algún tiempo fui a la consulta de Mediavilla, aprendí muchas cosas, es un hombre sabio, pero no estoy loco, no se preocupe usted. ¿Estaba loco Sócrates? Pues él también tenía un demonio. Mire usted cómo se aburre ahora el mío. Pone cara de estar tramando otra de las suyas. ¿Y por qué le confieso estas cosas? Pues porque me han dicho que usted cuenta todo lo que le cuentan, y Fanny leía todos los días el periódico en que usted escribe. Quiero que sepa que la perdono, que quiero que vuelva, que me robe todo lo que me queda por robar. ¿Qué película va usted a ver? ¿Aprendiz de gigoló? No se la recomiendo, una patochada de John Turturro y cuatro amiguetes, aunque quizá le guste ver cómo viven los judíos ortodoxos en Williamsburg, ese barrio de Brooklyn”.


Domingo, 11 de mayo
HÁBIL MEMORIA

Tengo una memoria tan poco escrupulosa como un buen abogado: recuerda solo lo que me conviene, procura olvidar todo lo demás.  La estricta verdad de los hechos le importa poco, a no ser que resulte favorable a mis intereses.
            .
Lunes, 12 de mayo
LA PASIÓN DE LA IMPARCIALIDAD

Hay un relato de Borges que recuerdo a menudo, especialmente cuando he tenido que formar parte de algún concurso literario. Transcurre en una universidad americana; dos profesores, expertos en literatura anglosajona, aspiran a un mismo puesto; los méritos de ambos resultan parejos, pero uno es amigo del presidente del tribunal que ha de decidir y el otro no.
            Como lector de poesía, y desde hace bastantes años, más de una vez, formando parte de un jurado, he reconocido a los candidatos sobre los que tengo que decidir.
            Y en ocasiones me he encontrado con algún buen amigo, alguien que me resulta indiferente, un reiterado detractor.
            En el cuento de Borges, lo que hace el candidato aparentemente con menos posibilidades es publicar un artículo en el que arremete contra el encargado de decidir su futuro. Obtiene la plaza.
            El presidente del tribunal quería aparecer imparcial; temía que si no votaba a quien le había atacado se pensara que lo hacía por venganza.
            Algo así puede ocurrir en el Estados Unidos más puritano, no en España. Pero tengo y la  misma preocupación por la imagen y eso me lleva a cometer alguna injusticia. Si reconozco a un amigo en un premio, aunque me parezca el mejor libro el suyo, nunca le voto en primer lugar; temo que mi juicio, aunque yo me esfuerce en lo contrario, esté alterado por la amistad.
            Hoy el azar me ha hecho releer el cuento de Borges, titulado “El soborno”. Mi memoria, caprrichosa, había cambiado algunas cosas. No es un ascenso en la carrera de profesor lo que está en juego, sino la participación en un congreso de germanistas. Pero en un congreso participan todos los especialistas que se inscriben. Ese detalle –el cuento está lleno de pequeños detalles exactos—resulta poco verosímil y quizá por eso lo ha alterado mi memoria.
            Al final, el candidato ganador le cuenta al encargado de recomendarle que todo fue una estratagema para aprovecharse de “la curiosa pasión americana de la imparcialidad”.
            Yo también tengo esa pasión. Si un amigo gana un concurso del que yo formo parte como jurado, casi siempre es a pesar mío. Lo curioso es que todo el mundo piensa lo contrario. Incluso mis amigos. Quizá por eso los sigo conservando.


Martes, 13 de mayo
RESPETO A LA REALIDAD

No soy Unamuno. No me preocupa la vida eterna, no sé lo que son las crisis de fe, Dios y la historia sagrada de los cristianos forma parte para mí del mismo entrañable paquete de recuerdos de infancia que los reyes magos, y sin embargo me interesa mucho la religión. Nunca he mirado por encima del hombro a los creyentes. Encuentro ahora una posible explicación en un libro de Ramón María Nogués, Dioses, creencias y neuronas. “Tomar seriamente el tema religioso –escribe--, se sea religioso o no, es un signo de respeto a la realidad”.
            Y yo respeto mucho a la realidad: Y a las fantasías que acaban transformándola para hacerles la vida mejor a unos e imposible a otros.

Miércoles, 14 de mayo
LOS ERRORES SIEMPRE SON AJENOS

Los defectos de los demás en seguida nos saltan a la vista, los propios tienden a hacerse invisibles. Yo solo soy capaz de ver mis errores cuando los cometen otros.


Jueves, 15 de mayo
CADA COSA A SU TIEMPO

La edad nos va volviendo más invulnerables a las opiniones ajenas. Resulta más cómodo poner el piloto automático y escuchar solo las opiniones favorables.
            Lectura de poemas esta tarde en el luminoso Valey de Piedras Blancas, con el “El hombre sin hombre” de Pilar Camblor como sigiloso testigo. Mientras los poetas más jóvenes se limitan a leer sus versos, tal como se les había solicitado, el poeta más veterano no puede evitar ponerles en las alas el peso muerto de un comentario. Al final, y aunque de sobra sé que no servirá de nada –me supera en muchas cosas, pero en ninguna tanto como en terquedad-- le digo al discípulo díscolo, ya convertido en maestro, lo mismo que le llevo repitiendo desde hace veinte años:
            ---Las explicaciones más o menos ingeniosas, amigo Almuzara, están muy bien en tus talleres literarios o en las lecturas comentadas, pero cuando se trata de una actuación colectiva, y con el tiempo tasado, es como si fueras violinista en un cuarteto de cuerda e interpretarais una obra de Beethoven, el maravilloso opus 131 de la película El último concierto, por ejemplo, y cuando te toca intervenir, antes de hacerlo, te dirigieras al público y le explicaras, muy didácticamente, la importancia del violín en una orquesta.


Viernes, 16 de mayo
NO TE ACOSTUMBRES

Siempre, en estas ocasiones, me vienen a la memoria los versos de Cernuda: “Tantos años que pasaron / con mis soledades solo / y hoy tú duermes a mi lado”.
            Pero yo no soy Cernuda. En mis soledades casi nunca he estado solo, sino muy bien acompañado. Al poemilla le añado un estrambote: “Hoy, y quizá mañana, pero no te acostumbres”.


15 comentarios:

  1. ―¿Qué?
    ―"Que sepa que la perdono, que que quiero que vuelva, que me robe todo lo que me queda por robar."

    Quequeo hermoso y sentimental.

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  2. Estas crónicas hacen que el lunes sea un día con un principio estupendo. Mil gracias.

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  3. "Dioses, creencias y neuronas". Sugerente título. De todos modos, no será el primer libro que explica el fenómeno religioso como producto de la evolución humana.

    La selección natural ha favorecido a los grupos de homínidos que tenían propensión a la creencia religiosa. Y probablemente por varias razones: mayor cohesión grupal, más propensión a la empatía, y superior intra-colaboración.

    También la ética humana es producto de la evolución, pero la religión construye, además, una especie de "vigía permanente" -el dios o los dioses- que se instala en la conciencia e inocula el miedo a transgredir las normas (y el remordimiento ante posibles desviaciones).

    En las religiones monoteístas del tronco bíblico es todavía más claro. Y así, el Decálogo de Moisés (tablas del Sinaí) es en realidad un manual de ética humana, donde las transgresiones no son sólo una contravención o delito, sino algo más grave: un pecado (castigado con graves penas -incluso eternas-).

    Hay una gran paradoja en la mente de quienes niegan la evolución (tesis del "Diseño inteligente"), pues esa defensa fundamentalista de la religión (que les lleva a excluir la selección natural) es en realidad un producto de la selección natural y la evolución.

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  4. Le sigo dando vueltas, Kurtz, a ese relato del doctorando de la discordia marital. Hay alguna elipsis o alguna ocultación que no me permiten atar cabos y hallar explicación coherente al hecho de por qué la mujer del profesor se fue dando un portazo: " A mi mujer no le gustaban demasiado aquellas invitaciones y luego pasó lo que pasó, así es la vida. Pero mejor no hablar de ello".
    Me gustaría saber qué fue "lo que pasó" (no me trago que la causa del desplante fuese un cubierto más en la mesa)... Y claro que hubiese sido mejor hablar de ello,
    Me huelo que debió de haber un affaire a tres bandas que conviene que nos aclares. Y todo ello en aras de la mejor literatura, que conste.

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  5. Yo no sé más que lo me contaron, amigo F. Pero yo no entiendo que la causa fuera "un cubierto más"; lo que pasó fue que becario y señora del catedrático se enamoraron. Eso es lo que yo creí entenderle.

    JLGM

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  6. A don Javier le puede la veta pedagógica, Martín: está tan dotado para enseñar que no desaprovecha ocasión de ponerlo en evidencia y, de ese modo, contribuye al tan necesitado amejoramiento de la especie (circundante).
    Es Almuzara -por lo que sé de él- un hombre singular, de esos que dejan huella en quienes lo conocen. Es modesto en apariencia (y hace bien solo aparentándolo), contemporizador, sumamente amable, entusiasta con lo ajeno bien hecho, más..., más si le tocan la tecla donde le duele (en su amor propio tan desarrollado) se defiende como una víbora -eso sí, sin caninos envenenadores-, casi siempre en posesión de la verdad, de su verdad... Hay quien llama a esa noble defensa de lo propio terquedad: para mí es coraje intelectual e independencia (?) de criterio. Y nunca está ayuno de talento.
    Es una pena que hombre tan valioso no esté en posesión de una cátedra...
    Y si en White Stones Valey fue fiel a su estilo e impartió sabidurías, también Ángel González hacía lo propio en New México y nadie se quejaba. Y Almuzara va camino de alcanzar al gran vate -como él- ovetense. Al tiempo.

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    1. Le agradará mucho a Almuzara leer estos comentarios; así ya son al menos dos las personas que piensan lo mismo.

      JLGM

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    2. Digas lo que digas sobre la poca importancia de la ortografía, no me negarás, Kurtz que ese par de "más" con banderilla clavada en todo lo alto no son para que se sonroje este peón de brega.
      PS.- La otra persona que piensa como servidor no será el propio Almuzara, ¿eh? Conviene que lo aclares.

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    3. No entiendo lo del "más" y las banderillas. La ortografía tiene la importancia que tiene, ni más ni menos. Que exista una ortografía normalizada (en tiempos de Cervantes no existía) sirve solo para que nos resulte más cómoda la lectura.

      JLGM

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    4. Me disculpaba, Kurtz, por haber puesto tilde indebida en "mas", siendo como es conjunción adversativa y no adverbio. Las banderillas de referencia vienen a ser las tildes mal puestas. Si relees el texto te darás cuenta de que no cabe el "más" adverbio, porque estaría mal compuesta la frase.
      Entiendes de música (me temo que menos que J.A.) y quizás hayas advertido que hay en lo mío una velada alusión a cierta aria para soprano de Rossini...; una en que la moza aguerrida advierte a aquellos que osen tocarle las -digamos- narices, avisando de su furia viperina y de teclas que, llegado el caso, sabrá aporrear: "MA....., se mi toccano..."
      Y es un "ma" italiano pero igualmente adversativo.

      PD.- No sé como habrás recibido el resultado de las elecciones, no sé...

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    5. Ni me había fijado. Esas cosas las dejo para los correctores de erratas (creo que tú también podrías editar y corregir tu comentario en lugar de hacer literatura sobre errores que muchas veces se deben al corrector). Pero se ve que te sobre tiempo.

      JLGM

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    6. ―A mí me suena mejor “pero se ve que te sobra tiempo”.
      ―¡Socorrooo! ―gritó JLGM agitando una ramita de verbena en la mano.

      ALMT

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    7. Vaya, parece que aquí no se puede corregir lo escrito (al contrario que en Facebook). Fe de erratas: donde dice "sobre" debe decir "sobra".
      Pero cuando el lector es de buena voluntad no necesita fe de erratas (en realidad, ni siquiera ve las errata, o hace como que no las ve).

      JLGM

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    8. Cuando el escritor es de excesiva voluntad no puede dejar de ver erratas. Sin corregir hasta la última –para él, como las copas, siempre penúltima– es incapaz de hacer nada –ni siquiera pasar a otro tipo de copas–. Castrante perfeccionismo, señal de una frustrada religiosidad quizá y origen de tendencias autodestructivas como escritor que en ciertos casos pueden llevar al suicidio completo.

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  7. Entérate buen Anónimo: JLGM -pese a ser a veces terco, suficiente y hasta despectivo-, ha tenido y tiene la exquisita cortesía de contestar casi siempre a sus interlocutores-provocadores. Y paciencia. Así que no le veo blandiendo ninguna ramita de verbena, bandera blanca o teléfono de la esperanza.

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