Sábado, 20 de abril
TRANSPARENCIAS
Llegará lejos: dice siempre lo
que su interlocutor quiere escuchar.
Me gusta el éxito, pero no lo
valoro tanto como para esforzarme en conseguirlo.
Soñó que sus sueños se hacían
realidad y se convertían en pesadillas.
Amaba tanto a España que no la
distinguía de sus queridas propiedades privadas.
Todo el mundo sabía el secreto
que él ni siquiera se atrevía a confesarse a sí mismo.
Vivía en una casa con paredes de
cristal, pero dormía vestido.
Aquel político era un encantador
de serpientes, pero perdió las elecciones porque en su país los reptiles no
tenían derecho al voto.
Pagaba a un periodista para que
difundiera falsos rumores sobre él porque no quería avergonzar a los demás con
su honestidad sin tacha.
Sabía de sobra lo que le cuesta a
un político triunfar en democracia. A él le había costado la mitad de la
fortuna de su mujer.
Habría que acabar con el voto
secreto para no favorecer la impunidad de los votantes.
En política el que manda solo
manda mientras manda.
Era tan vanidoso que no quería
ser más que nadie, se conformaba con no ser inferior a sí mismo.
Las leyes no se hicieron para
quien hace las leyes.
Los pobres casi nunca son
honrados, y esa es una de las pocas cosas que tienen en común con los ricos.
El que se deja engañar a menudo no
es más honesto que el que engaña, es solo más tonto.
En aquel país los electores
tenían tanta puntería que siempre acertaban con el peor.
Era tan patriota que procuraba
que el bien de su país coincidiera siempre con el suyo propio.
Recientes estudios de la Universidad de Harvard
han demostrado que todo político, cuando deja el cargo, experimenta una
disminución de su estatura que oscila entre los dos y los diez centímetros.
Quienes añadieron a los lemas de
Libertad e Igualdad el de Fraternidad, ¿no habían oído nunca contar la historia
de Caín y Abel?
Si no sabes disimular que eres
más inteligente que tu jefe es que eres muy poco inteligente.
A los buenos políticos no los
vota nadie porque nos dicen lo que hay que decir, no lo que queremos escuchar.
Estaba en contra del gobierno y
era el único habitante de aquella isla desierta.
Domingo, 21 de abril
HAGO CASO A MIS LECTORES
––Últimamente siempre hablas de lo mismo, amigo Martín. Ya
aburres. Deja al rey en paz.
––Por mi parte, bien dejado está.
Y tienes razón. No eres el único que se queja. Ya sabes cómo son los lectores.
Si algo les gusta, no dicen nada, pero si no les gusta, no te preocupes que te
lo harán saber. Y lo que me hacen saber es que ando un poco obsesionado con que
si la Constitución
esto y la Constitución
lo otro y que era más divertido cuando contaba mis aventuras amorosas.
––Todas falsas, por cierto.
––Casi todas. Y no tengo más
remedio que reconocer que tienen razón. Por eso no he hablado de las elecciones
de Venezuela. Y bien que me cuesta. Porque yo soy de esas personas que no
pueden no pensar. Sería como no respirar.
––Una vergüenza esas elecciones.
Todo el mundo está de acuerdo. En eso es en lo único en que El País coincide con La Razón. No
hace falta que digas nada.
––Una vergüenza, sí. Resulta que
fueron antidemocráticas porque la diferencia entre el vencedor y el ganador fue
de poco más de un punto. ¿Y cuál fue la diferencia entre Hollande y Sarkozy en
las últimas elecciones francesas? ¿Y cuál suele ser la diferencia en cualquier
país democrático cuando solo se presentan dos candidatos? En Estados Unidos, no
es que el perdedor esté casi siempre muy cerca del ganador, es que a veces
incluso le supera en votos, como ocurrió en la primera elección de George Bush.
Y con abundantes indicios de pucherazo en el estado de Florida. En cualquier
elección puede haber irregularidades, pero han de resolverse de acuerdo con la
ley electoral de cada país. No pidiendo a gritos y con violencia que se vuelvan
a contar todos los votos, los de las mesas dudosas y los de las que no. ¿Tú te
imaginas que, después de la elección de Bush, un grupo de senadores demócratas
se hubiera ido en gira por Europa para pedir que no reconocieran al gobierno de
su país? Eso lo hacen los venezolanos de la oposición, dicen que democrática, y
no solo no pasa nada, sino que hasta los elogian en periódicos democráticos y
de izquierdas, como El País. Pero yo
de estas cosas no puedo hablar. Porque se aburren mis lectores y porque mi
única amiga venezolana, la escritora Marina Gasparini, no simpatiza
precisamente con los chavistas. No hablo de esto ni del distinto tratamiento
que se ha dado a las elecciones en Paraguay. ¿Tú has visto algún editorial de El País sobre ese vencedor que parece
que ha comprado al partido, los votos y lo que haya que comprar? No, los
editoriales los dejan para arremeter contra Maduro e incitar, más o menos
veladamente, al golpismo contra un gobierno democrático que no nos gusta. Lo mismo
de siempre. Pero yo de estas cosas no hablo. Yo respeto mucho a mis lectores.
Me dedicaré a escribir haikus, que eso no molesta a nadie.
Lunes, 22 de abril
PARA NO MOLESTAR
Dejo a un lado los periódicos, y abro el cuaderno para
anotar algunas reflexiones sobre la actuación de la Fiscalía en el caso de la
infanta y en el llamado caso Faisán, pero me acuerdo de que a mis lectores no
les gusta que me meta en política, me callo lo que pienso (tenía veinticinco
años cuando murió Franco, estoy acostumbrado) y me pongo a escribir haikus, que
es algo que no molesta nadie.
Noche de agosto. / En el jardín,
desnudos, / la luna y yo.
Cuántas estrellas. / Miro y no
encuentro / la que me guíe.
Salgo de casa. / ¿Quién podría
decirme / si he de volver?
El niño juega / y el anciano
sonríe / mientras se mira.
¿A dónde voy / con tanta prisa /
sin despedirme?
Junto al camino / la casa con sus
luces / siempre apagadas.
Cantan sirenas. / El puerto, la
neblina, / irse muy lejos.
Martes, 23 de abril
EL POETA BURLÓN
Cuando un poeta habla de sí mismo, no hay que hacerle
demasiado caso. Antonio Machado decía que nunca corregía sus poemas “porque es
muy frecuente, casi la regla, que el poeta eche a perder su obra al
corregirla”. Pero Dámaso Alonso demostró que había corregido una y otra vez su
primer libro. Víctor Botas afirmaba que había vivido ajeno a la poesía hasta
que, pasados los treinta años, había comenzado a escribir los versos de Las cosas que me acechan, que a todos
sorprendieron. Ahora sabemos que esos primeros versos tan distintos, tan
personales, no cayeron del cielo, sino que venían precedidos de cientos y
cientos de borradores y poemas desechados.
Hoy, día
del libro, Paulina Cervero dona a la biblioteca de Asturias el archivo del
poeta. Algunos de estos papeles yo ya los conocía, los tuve en la mano a poco
de haber sido escritos, incluso hice alguna sugerencia, a veces aceptada. Pero
mucho otros no los había visto nunca. Víctor Botas tenía la coquetería de
disimular su cultura literaria; presumía de lo mucho que sabía de economía o de
derecho, pero en literatura le gustaba aparentar que era el buen salvaje. A
veces pienso que nos tomaba el pelo. Como aquella vez que entramos en una
librería, se acercó a un estante, cogió un libro grueso y me dijo: “He oído
hablar mucho de esta novela. ¿Qué tal está?”. Yo me acerqué solícito, dispuesto
a dar mi pequeña lección, como siempre hago, y resulta que el libro que tenía
en la mano era el Quijote.
Al fondo de
la sala Clarín, donde tiene lugar la donación, creo entrever por un momento a
Víctor Botas que me hace señas, como en tantos actos literarios, para que
termine de una vez porque quiere salir fuera a fumarse un cigarrillo. Hay quien
nos deja para no dejarnos nunca.
Miércoles, 24 de abril
REGRESOS
En más de una ocasión me han preguntado si creo en los
fantasmas. Pues claro que creo. No creer en ellos sería como no creer en mis
propios ojos. Camino siempre muy de prisa. Termino la clase y, antes de que los
alumnos terminen de guardar sus apuntes, ya estoy en marcha hacia la clase siguiente.
Esta tarde me encontraba a mitad del pasillo, en el segundo piso de la antigua
Escuela de Magisterio, cuando oí que me llamaba un alumno. Me volví y me detuve
a esperarle. Y entonces ocurrió. Fue como el flash de una vieja película en blanco
y negro. Yo recorro aquel mismo pasillo, al final de una clase, y de pronto un
compañero se me acerca corriendo. Al pasar junto a mí deja caer los papeles que
lleva en la mano. Cuando extrañado voy a agacharme a recogerlos, en el otro
extremo, corriendo tras él, aparecen dos policías, dos grises con cara de pocos
amigos. Los papeles del suelo no son apuntes, como yo pensé en un primer
momento (distingo claramente la hoz y el martillo). Estamos en 1970. Se celebra
el juicio de Burgos, hay protestas en todas las universidades, se ha declarado
el Estado de Excepción. Me he puesto pálido, he comenzado a sudar, súbitamente
me cae encima todo el terror de entonces. “¿Le pasa algo, profesor?”, “No, nada,
gracias”. Me recupero en seguida y sigo mi camino.
Sí, yo creo
en los fantasmas. Aterradores una veces, otras simplemente burlones. Doy ahora
clases en las mismas aulas en que me senté, día tras día, entre 1968 y 1971. A veces, mientras
dicto un poema, escucho la voz de mi profesor de entonces, Jesús Neira, y me
veo a mí mismo mirándome con ojos curiosos: “Olmo, quiero anotar en mi cartera
/ la gracia de tu rama verdecida”. Los poemas de Antonio Machado nos los
dictaba de memoria, como yo mismo hago; los de Ángel González de un libro, lo
recuerdo bien, que tenía en la portada una foto del poeta, todavía sin barba,
bastante más joven de lo que yo soy ahora.
¿Cómo no
voy a creer en los fantasmas? En estas aulas me aguarda el que fui hace casi
medio siglo. “Yo mismo me encontré frente a mí mismo / en una encrucijada”,
escucho dictar al profesor Neira.
En estas
aulas yo también estoy frente a mí mismo; distingo bien mis ojos burlones entre
los distraídos, atentos o aburridos de los alumnos.
¿Qué
pensará de mí el joven que fui? Temo haberle defraudado.
El niño juega
ResponderEliminary el anciano sonríe
mientras se mira.
Me gustó. Obviamente la clave de todo es el pronombre reflexivo "se".
Por lo demás, otra vez 5-7-5. No contestó a mi pregunta sobre si, cuando escribe haikus, cuenta con los dedos las sílabas. (Pero quien calla otorga...). No se preocupe, yo también pasé por ahí.
No mola nada
con dedos contar sílabas
en un poema.
(5-7-5)
Hablando de contar, espero que esto cuente para mi premio a la fidelidad. Saludos desde Granada.
¿Fidelidad? Lo que se agradece, supongo, es la reflexión inteligente y la comunidad de espíritu. Y todo ello sin premio, por supuesto.
EliminarSalud.
Por alguna parte he leído el testimonio de alguien que aseguraba haber visto a Antonio Machado, en una mesa de un café de Segovia, contando con los dedos las sílabas de unos versos que estaba escribiendo. Eso, de ser cierto, no disminuye en nada la estatura de Machado: sólo lo humaniza. No importa que uno tenga que contar con los dedos (yo nunca lo he necesitado; no lo digo, por tanto, para justificarme). Lo que importa es que eso no se note en el resultado; es decir, que el ritmo no parezca artificial o mecánico, sino que fluya con naturalidad.
ResponderEliminarCada vez entiendo menos la cabeza de "zumo". ¡Qué prodigiosa manera de razonar! Un haiku es 5-7-5 y un soneto 11-11-11 (catorce veces). Hasta el siglo XX toda la poesía española utilizaba la métrica tradicional. ¿Contaba con los dedos Garcilaso, contaba Zorrilla, contaba Rubén Darío? Supongo que generalmente no y quizá algunas veces sí, para tratar de averiguar por qué algún verso no les sonaba bien.
ResponderEliminarPero lo que importa es si el poema es bueno o malo (dudo que sea bueno si el poeta tiene que ir contando las sílabas de cada verso con los dedos, pero podría serlo).
Y me alegra que la fidelidad disparatada de Zumo tenga el contrapeso de la sabia sensatez de Ladino.
JLGM
Haciendo haikus,
ResponderEliminarcon sus dedos alados
el niño cuenta.
"Un petirrojo,
pájaro pequeñito
con pico largo". MOISÉS, 8 años, 1992
(5-7-5)
ResponderEliminarPrimero cinco,
van luego siete sílabas
y otra vez cinco.
(5-7-5)
Quizá en japonés suene bien, aunque claro traducido seguramente no serían 5-7-5.
La pregunta es ¿qué tiene esto que ver con la poesía?
Ítem más:
ResponderEliminarEn el pasado
se llevaba la métrica,
pero ya no.
(5-7-5)
Y antiguamente
se estilaba la rima,
pero no ahora.
(5-7-5)
Harta está Noche
de rimar con Derroche,
Coche y Fantoche.
(5-7-5)
Doy mi opinión,
mas no descalifico
como hacen otros.
(5-7-5)
ZAS EN TODA LA BOCA !!!!!!!!!
ResponderEliminarLo correcto desde el punto de vista ortográfico es no poner más de tres signos seguidos. Además los signos de admiración e interrogación también se escriben, en español, al comienzo de la frase. Parece conveniente cuidar la ortografía para no estropear la escritura, y más cuando es tan poética y sutil.
EliminarTambién se le supone a los comentaristas de este blog alguna inquietud literaria, no demostrada en este caso con el solitario heptasílabo y su corte de admiraciones declinantes.
Cuando Juan habla de Pedro, dice más de Juan que de Pedro.
EliminarHecho de aire,
ResponderEliminarentre pinos y rocas.
Brota el poema. OCTAVIO PAZ
***
Pelando una pera,
dulces gotas corren
por el cuchillo. BUSON
***
La alondra cantando
ondula
las nubes. SEIEN
***
De las blancas gotas de rocío,
aprende el camino
hacia la Tierra Pura. ISSA
Bien, prometo que ya no intervendré más, pero es que no comprendo que a estas alturas de la vida, en pleno siglo XXI, siga queriéndose escribir poesía buscando la rima (rosa, cosa hermosa...) y contando las sílabas. La poesía fue eso, pero ya no lo es.
ResponderEliminarMe despido en plan jocoso con estos ripiosos haikus:
Riña de rimas:
Siempre contra Estambul
pierde Logroño.
(5-7-5)
Vamos, rimemos:
Estambul con azul.
Logroño con...
(5-7-5)
¡Pobre Logroño!,
tan maltratada siempre
por doña Rima.
(5-7-5)
Y bien, coleguillas, si queréis leer poesía de verdad y actual, os sugiero dar un garbeo por zUmO dE pOeSíA. Al menos lo intentamos...
Por el mucho apetito de algunos de sus lectores, en el propio blog de Andrés Trapiello pegué esta mañana una entrada, de uno de los salones, que seguramente habrá leído usted. “No más de 5/7/5 sílabas” para introducirla, me dije. Y así ha sido: “De LA MANÍA, una entrada flamenca para impacientes” (lo de flamenca, por la gruesa gitana dializada a la que, según cuenta, AT compra unos nardos en Alonso Martínez).
EliminarSobra acudir a “autoridades”, pero bueno, ahí van tres de carga bien elemental. Borges intuye su mano en la nebulosa que siempre lo acompaña y escribe, mejor dicho, traza (verbo que sugiere tinta china y papel de arroz) el siguiente haiku:
“La vieja mano
sigue trazando versos
para el olvido.”
Un alumno de instituto de Málaga, en la feria de hace 15 o 20 años, se tropieza con un niño perdido en el follón de gente, lo ayuda (no me acuerdo si fue así) y al otoño siguiente, entre otras cosas escribe (de esto sí me acuerdo):
“Feria de agosto.
En mitad de la bulla,
un niño solo.”
¿Debería haberle puesto dos ceros (0-0) por haikuísta y rimador (o-o, "agosto" con "solo")?
Octavio Paz visita el cementerio japonés donde se guardan los restos de Basho en una chocita casi como de juguete, y se le ocurre:
“El mundo cabe
en diecisiete sílabas:
tú en esta choza.”
No se trata de rima ni de medida… sino de palabras y libertad para organizarlas cada cual… Cada uno: Antonio Heredia Armada, un amigo asturiano, me enseñó aquello de “caun ye caun e tie sus cadaunaes” (perdonen mi bable). Si alguna neurona se nos afloja y nos creemos los reyes de la verdad y la actualidad, a parar un poco el carro o se nos derrama la mercancía. O sea, coleguillas o no coleguillas, con zumo de poesía o parrillada de prosa, sereno respeto siempre.
La poesía quizás sea el modo más genuino de conocimiento. El verdadero "poeta", que todos podemos serlo de alguna manera, debe siempre supeditar los aspectos formales de su escritura a lo esencial, que es la palabra poética, la palabra fuera del tiempo. Lo poético no está en la realidad, es más bien "una cierta forma de mirar el mundo". Y esa "mirada", para que tenga "eficacia", es preciso que esté dotada de inteligencia, sensibilidad y cultivo propio o cultura. Cualidades que parece inconcebible que no tengan quienes pretenden "exprimir", vía internet, las más poéticas esencias.
EliminarDifícil calificar los comentarios de Emilia y demás sin descalificarlos. Pero lo intentaré. Según creo entender de sus palabras, a estas alturas del siglo XXI, no se puede utilizar la rima ni tampoco el cómputo silábico en la poesía.
ResponderEliminarY esa prohibición, ¿de dónde viene? ¿De la física cuántica, de la invención de Internet? ¿De las redes sociales?
Los poetas del siglo XXI (todos los cuales han nacido en el siglo XX) unos escriben poesía con rima y otros sin ella (o una veces con ella y otras sin ella) y siguen utilizando el endecasílabo, el octosílabo y el alejandrino con la misma frecuencia con que se utilizaban en tiempos de Celaya o de Blas de Otero.
Da vergüenza escribir estas obviedades, pero la terquedad de mi pertinaz comentarista obliga a ello: un haiku no es bueno porque sus versos tengan 5-7-5 sílabas, pero tampoco queda descalificado por ello. Para ser poeta no basta con dominar las reglas de la métrica y saber escribir versos, pero un impedimento, lo que se dice un impedimento, me parece que tampoco es... por mucho que vivamos en pleno siglo XXI.
JLGM
A mí no me da ninguna vergüenza escribir obviedades, o cosas que debieran serlo. Como yo no suelo utilizar la rima (sí, generalmente, el cómputo silábico; acostumbro a escribir en silva libre, aunque utilice también otras formas), me ha pasado más de una vez en lecturas públicas de mi trabajo que algún señor o señora mayor (suelen serlo) me diga que está muy bien lo que escribo, pero que eso no es poesía. Esa divertida ignorancia conservadora es exactamente equivalente a la no menos divertida ignorancia "moderna" de la amiga del "zumo". Como por otra parte ella se ha referido alguna vez a Pessoa como "el mayor poeta de la Historia" (comentario éste, y visión de la poesía que puede motivarlo, que tienen tela, pero aquí no es el lugar para referirse a ello), y dado que Pessoa utilizaba a menudo ambas cosas, la rima y el cómputo silábico, se sigue que en 1935 era todavía legítimo el hacerlo. Estaría bien que nos dijera en qué momento exactamente dejó de serlo, y las razones por las que tan curiosa catástrofe ocurrió precisamente entonces.
ResponderEliminarSolo, porque lo estoy, voy a decir que cada vez aumenta más tu capacidad para emocionar. Te envío a Oviedo un heraldo homónimo.
ResponderEliminarAnónimo madrileño exiliado
Pues yo, en nombre de Logroño y sus rimas en consonante, creo que Emilia lleva razón. Ya está bien de rimas, que para eso ya tenemos los eslóganes y soflamas de las manifestaciones, tan bien rimados en perfectos pareados (Mirones, mirones, bajad de los balcones!!!!)
ResponderEliminarLos signos de admiración se utilizan de la forma en que lo hace J.R.Jiménez en este hermoso poema:
EliminarTRASCIELO DEL CIELO AZUL
¡Qué miedo el azul del cielo!
¡Negro!
¡Negro de día, en agosto!
¡Qué miedo!
¡Qué espanto en la siesta azul!
¡Negro!
¡Negro en las rosas y el río!
¡Qué miedo!
¡Negro, de día, en mi tierra
-¡negro!-
sobre las paredes blancas!
¡Qué miedo!
Copio mejor la última versión que hizo J.R.Jiménez del poema, contenido en su libro LEYENDA. Aquí la siesta no es ni azul, ni ardiente, sino muda... También cambia el título.
Eliminar***
SOBRE LA PUERTA CERRADA
¡Qué miedo el azul del cielo! ¡Negro!
¡Negro de día en agosto! ¡Qué miedo!
¡Qué espanto en la siesta muda! ¡Negro!
¡Negro en la calleja ciego! ¡Qué miedo!
¡Negro en mis ojos abiertos! ¡Negro!
¡Sobre la puerta cerrada! ¡Qué miedo!
Al final JRJ también abandonó la rima. Es un proceso bien conocido. Lo explica bien en su famoso poema: Mas se fue desnudando y yo le sonreía. Se quedó con la túnica de su inocencia antigua. Creí de nuevo en ella. Y se quitó la túnica, y apareció desnuda toda. Desnuda: sin rima ni métrica, así la poesía del último Juan Ramón. Es un proceso lógico, normal y natural.
EliminarLas rimas no solo sirven para hacer pareados y también pueden ser asonantes (esta obviedad es para Anna). Y si no le gustan los poemas con rima que no lea a Machado ni a San Juan de la Cruz, a Shakespeare ni a Rilke, pero que no prohíba a nadie leerlos ni a Luis Alberto de Cuenca escribir sonetos.
ResponderEliminarJLGM
Son gente de otro tiempo.
EliminarMuy curioso el comentario de "Anna", al que JLGM ya ha contestado debidamente. Yo sólo añado que, según su razonamiento (o lo que sea), puesto que hay malas rimas, hay que prohibirlas todas. Lo que sería como decir que, puesto que hay malos médicos, hay que prohibir la medicina, o que, puesto que hay alimentos malos, dejemos todos de comer. En fin, ciertas cabecitas...
ResponderEliminarMe había propuesto no intervenir más, pero como Ladino escribe que “ Pessoa utilizaba a menudo… la rima y el cómputo silábico, se sigue que en 1935 era todavía legítimo el hacerlo. Estaría bien que nos dijera en qué momento exactamente dejó de serlo”.
ResponderEliminarEn primer lugar Pessoa no es una sino varias pessoas (o sea, personas) y no todas usaban la rima y la métrica. Creo que Alberto Caeiro sí, pero no, por ejemplo, Álvaro de Campos. El Sr. García Martín, que ha escrito varios libros sobre Pessoa, podría aclararnos esto. A mí los poemas de Pessoa que más me gustan son los que no llevan rima (aparte de que al traducirlos al español se pierde la rima en portugués, salvo que se incurra en el despropósito de forzar la traducción para conservarla).
Sobre en qué momento dejó de ser actual usar la rima y la métrica, es una pregunta capciosa. Es como si yo le pregunto:
-¿A partir de qué altura una colina deja de serlo y pasa a ser una montaña? O
-¿A partir de cuántos árboles decimos que es un bosque?
No se puede contestar porque no hay regla que diga que a partir de 877 metros ya no es un cerro o colina sino una montaña, o que a partir de 84 árboles ya no es una arboleda sino un bosque. Así que la pregunta tiene trampa.
Pero yo opino que en la actualidad no tienen sentido, en la poesía moderna, la métrica y la rima. Si alguien sigue usándolas, pues es como si alguien escribe ahora novelas de caballerías. Está en su derecho, pero es un atavismo, un anacronismo.
Finalmente, algunos haikus del Sr. García Martín (quien tanto arremete contra mis opiniones) me gustan, incluso mucho, pero no gracias a la métrica 5-7-5, sino a pesar de ella.
Es mi opinión. A fin de cuentas, ¿qué culpa tengo yo de opinar así? Si defendiera otra cosa, me traicionaría a mí misma.
Buenos días a todos.
Perdón, desde luego, por la capciosidad o simpleza (opinar / delinquir). No sé si el uso de otros verbos ayudaría a razonar sobre la cuestión, yo lo hago muy mal.
ResponderEliminar"Es mi opinión. A fin de cuentas, ¿qué culpa tengo yo de ROBAR así? Si defendiera otra cosa, me traicionaría a mí misma." (Dicho por alguna mujer, o por alguna mujer de los muchos que se dice que van a ir a la cárcel y nunca van a la cárcel).
Buenos días.
El anterior comentario se autorresponde a sí mismo. Sobran palabras. Y DE VERDAD ya no volveré a intervenir en esta entrada.
ResponderEliminarPues mire usted, quizá no iba tan descaminado, literariamente hablando por supuesto. Usted ha cometido un delito poético, intelectual, estético, póngale el nombre que quiera… Aunque en esta entrada, oh delicia, usted ya no puede responder (perdone la traición). Repetiré los nombres que indica JLGM. Si alguien de una tacada nos roba a San Juan de la Cruz, Machado, Shakespeare, Rilke, algunos de los sonetos de Lorca al amor oscuro, los fieramente humanos de Blas de Otero... o solo uno de Luis Alberto de Cuenca al amor de oscuro... pues a la cárcel con él; la cárcel, naturalmente, de papel. (La traición y la broma, perdónemelas).
EliminarNo podemos saber a ciencia cierta pero sí intuir que si Shakespeare viviese ahora no escribiría, precisamente, sonetos.
EliminarEn fin, la cosa es clara. ZdeP entiende que "en la actualidad no tienen sentido, en la poesía moderna, la métrica y la rima. Si alguien sigue usándolas, pues es como si alguien escribe ahora novelas de caballerías. Está en su derecho, pero es un atavismo, un anacronismo". De la misma manera, y como ya expliqué en una nota anterior, hay gente que piensa que lo inaceptable es justamente el verso libre y la ausencia de rima. Las dos posturas son igual de equivocadas y de "anacrónicas". Unos y otros son medios, perfectamente legítimos en sí mismos, y lo que cuenta es el resultado que con ellos se obtenga. Si un carpintero prefiere servirse de la gubia, pero no del formón, o está enamorado de las posibilidades que ofrecen los clavos, pero no quiere saber nada de la cola o de la sierra, es problema suyo. Más sensato es el utilizar para cada ocasión los medios que sean más adecuados; y si uno mismo, por su temperamento o su modo de trabajar, tiende a excluir por ejemplo la lima, no pensar absurdamente que todos los demás carpinteros del mundo están obligados a olvidarse de ella. Pessoa, en sus diferentes personalidades, combinaba esos medios; y su célebre "Autopsicografía", medida y rimada, no es por eso inferior (ni superior) al maravilloso poema de Ricardo Reis ("Para ser grande, sê inteiro..."), sin rima. Y creer otra cosa es de una divertida ingenuidad (por no llamarle ignorancia, que suena peor). Claro que la insistencia, una y otra vez, en ella, puede hacerla algo menos divertida.
ResponderEliminarAl fin y a la postre, ¿saben?, es cosa del talento. Hay quien dice que por encorsetar el discurso en la férula de la rima se pierde expresividad poética y que se queda mucha esencia en el tintero por mor de la consonancia que obliga. Pues digo que he leído poesía rimada que, pese a la soberbia esclavitud del canon, es capaz de transmitir con maestría los conceptos más sutiles y de pulsar los registros psicológicos que rayan en lo inefable: digo que la prosa difícilmente iba a ser un mensajero más diligente para el caso.
ResponderEliminarPor el contrario, con el campo despejado, sin barreras ni angosturas que dificultaran el libre discurrir del expresado pensamiento, he leído presunta poesía sin rima que no hay por dónde cogerla, sin belleza formal ni concepto que llegue a mover el ánimo de quien lo lee; farrasgosa, cursi, pretenciosa.
Pero también es cierto que la poesía sin rima nos ofrece piezas de belleza inaudita... En realidad, toda poesía traducida a otro idioma que el del autor no deja de ser poesía sin rima para el lector extranjero. Y ahí queda, enardeciéndonos, esa ...prosa poética.