Sábado,
15 de noviembre
ENREDOS DE FAMILIA
Imaginemos que un día Begoña Gómez entra en una de
las estancias privadas de la Moncloa y se encuentra a su marido en actitud
cariñosa --a lo Bill Clinton, a lo Hollande o a lo Sarkozy--, con una joven
secretaria venezolana o con una actriz emergente del cine español.
Sin decir
palabra, y sin que se percaten de su presencia, cierra la puerta, se dirige a
sus habitaciones, mete alguna ropa y sus útiles de aseo en una maleta, llama a
un taxi y se va a un hotel. Desde allí, llama a su abogado e inicia los
trámites de divorcio.
La
noticia se filtra a la prensa, abre todos los telediarios, ocupa las primeras
páginas. Nadie se acuerda más de que está imputada desde hace dos años, primero
por una cosa, luego por otra y luego por otra y después por otra, por no sé que
juez. Vale más como víctima inocente contra el sanchismo que como presunta
culpable.
Qué
culebrón, qué serie de Netflix se haría pronto con esta historia. Me imagino a
Begoña Gómez declarando airada en el programa de Ana Rosa Quintana, o en el
Hormiguero, o incluso a Jordi Évole: “¡Y lo que más me duele es que esa
pelandusca se la presentó Zapatero por encargo del régimen venezolano!”
Después
de esas palabras, a Begoña Gómez se le haría un homenaje nacional, en la plaza
de Colón, ante cientos de miles de persona, presidido por Aznar, Abascal y
Ayuso, con oradores estrella: Savater, Azúa, Trapiello…
---Y
ahora cuéntanos otro cuento para tratar de salvar al hermanísimo, que también
anda perseguido por la justicia –me dice uno de los amigos con los que tomo mi
habitual café de los sábados en el Atrio avilesino.
---Lo
del hermano de Pedro Sánchez es todavía mejor. Resulta que al parecer le dieron
un puesto a dedo por ser hermano de quien era, Pedro Sánchez, por entonces un
dirigente político que en esos momentos parecía más un Hernández Mancha o un
Pablo Casado que otra cosa. Si algún día volvían los socialistas al gobierno,
la presidenta sería Susana Díaz, la favorita de todas las eminencias del
partido para ser la secretaria general. Pero, en fin, dejemos eso. Solo diré
que las razones para encausarle, que no son aquellas por las que fue
denunciado, resultan todavía más pintorescas que las que traen a maltraer a
Begoña Gómez. Al parecer, ya se sabía, o ya se sospechaba, que el nuevo cargo
creado en la Diputación de Badajoz iba a ser para él. Si esa fuera una razón
para procesar a nadie, el noventa por ciento de los catedráticos de la
universidad española, y los jurados de sus oposiciones, deberían ser encausados,
ya que apenas hay oposición al profesorado universitario sin que se sospeche el
ganador (por lo general, el candidato de la casa). Los pronósticos, por
supuesto, no aciertan al cien por cien (solo al noventa y nueve por ciento). Y
algunos candidatos perdedores llevan el asunto a la justicia. Pero solo se
tiene en cuenta su demanda, y se hace repetir el proceso, si ha habido alguna
irregularidad en los trámites.
---Tú,
con Pedro Sánchez hasta el final.
---Yo,
con él, solo cuando lleva a cabo las ideas políticas que yo defiendo y que creo
que son las mejores para los ciudadanos de mi país. Cuando con nuestro dinero
le compra armas a los Estados Unidos para regalárselas al gobierno de Ucrania,
siempre me tendrá enfrente.
---¡Lo
hace para que se puedan defender de Rusia, lo hace para salvar a Europa!
---Lo
hace para machacar a los ucranianos que se sienten rusos, que defienden su
cultura y su idioma, que quieren ser parte de la federación rusa y no esa
nación cuyas fronteras fueron trazadas artificialmente por Lenin en 1921.
Martes,
18 de noviembre
CAIGO EN LA TENTACIÓN
A veces se gana cuando se pierde un amigo. Se gana
tranquilidad. De Felipe Benítez Reyes comenté su primer libro, Paraíso
manuscrito, allá por 1983, Desde entonces he reseñado casi todas sus
publicaciones, y son bastantes. Siempre en mi estilo de caras y cruces y de ser
más exigente con los escritores más valiosos.
Al
principio, lo llevaba bien, pero luego fue haciéndose cada vez más sensible al
menor reproche e incluso tras los elogios veía alguna segunda intención.
Bastaba que yo mencionara su nombre en cualquier escrito para recibir un airado
correo suyo.
Durante
un tiempo, yo me explicaba y explicaba, me disculpaba, trataba de calmarle. Y a
menudo lo conseguía. Pero pronto volvía, volvíamos a las andadas. Terminé
bloqueando su correo y bloqueándole en las redes sociales. Y esforzándome en no
leer ninguno de sus nuevos libros –es aún más prolífico que yo-- para no caer
en la tentación de reseñarle.
Pero
compro La gente, su última novela y también Próspero viento, de
Andrés Trapiello, y no puedo dejar de leer ninguno de los dos. La mejor manera
de vencer la tentación es caer en ella, decía Oscar Wilde.
Acabo
comentado La gente en mi reseña de esta semana. Creo que te tengo algo
que decir sobre el libro y mi obligación es decirlo y si al autor le fastidia
pues allá él. Cuando éramos amigos, lo sentía de veras, ahora me resulta
indiferente su susceptibilidad al menor reparo, real o supuesto. Sigo
considerándolo uno de los grandes escritores de su generación, no solo como
poeta, también como narrador. Un narrador que, por mucho que se empeñe, no es
capaz de escribir una novela convencional. Ni falta que le hace, aunque eso
merme sus ingresos.
Miércoles,
19 de noviembre
NO DOY UNA
---Como profeta, no das una, Martín. Decías que
Cerdán era un pobre prisionero político y ahí tienes el informe de la UCO en el que se demuestra que
se dedicaba a amañar contratos públicos a cambio del dos por ciento.
--O
sea, que hacía lo que cierto exjefe del Estado, pero sin estar amparado por el
manto de la sacrosanta Constitución, que al parecer permite que el rey haga de
su capa un sayo y robe, mate o estupre sin que la justicia pueda decir esta
boca es mía.
---No
cambies de tema. Santos Cerdán, un gerifalte de tu partido, está en la cárcel
por corrupto, no porque ciertos jueces utilicen todos los medios, incluidos los
legales, para derribar al gobierno.
---¿Está
o estaba? Mira las últimas noticias. Al parecer, el juez correspondiente le ha
puesto en libertad porque ya no puede “destruir pruebas”. Y esas pruebas, según
el informe de la UCO,
consisten en que su mujer gastaba mucho dinero en El Corte Inglés, en que su
hermana y el marido de su hermana trabajan para una de las constructoras
involucradas en los presuntos amaños, en que él durante un tiempo utilizaba una
tarjeta de esa empresa. Me gustaría que ese juez nos explicara cómo podía
destruir semejantes pruebas (y si podía por qué no lo hizo tras la detención de
Leandro y Crispín, quiero decir Ábalos y Koldo, un año antes). No, no le encarcelaron
por eso. Le hicieron porque ocupaba un cargo importante en el partido
socialista, como una manera de ocupar portadas y zarandear al gobierno a ver si
cae de una maldita vez. Y esto, que es evidente para todos, nadie lo dice. No
sé por qué. O lo sé de sobra.
Jueves,
20 de noviembre
YA A SALVO
Día de lluvia y frío, desapaciblemente otoñal. En la
Sifonería, una casa de comidas en Cangas de Onís que es también un lugar de
encuentros y un espacio cultural, quieren homenajear a Xuan Bello. Y allí estoy
yo, hablando de mi amigo, el ausente más presente, una vez más. Mientras hablo
y mientras luego se lee una selección de poemas, creo entreverlo al fondo de la
sala, con una sonrisa algo irónica ante tanto homenaje y “ya a salvo del dolor
y del tiempo”, como dice uno de sus versos.
Viernes,
21 de noviembre
QUIEN PUEDA HACE, QUE HAGA
El mejor homenaje al Caudillo, muerto, pero no
desaparecido, ayer hace cincuenta años, fue el que le tributó el Tribunal
Supremo. ¡Condenar al fiscal general del Estado! Tómate esa, Perro Sánchez. Si
no caes ahora, no sé cuándo vas a caer.
Hubo
fallo exprés, para coincidir con el cincuentenario de la dictadura, pero al
parecer todavía no se ha redactado la sentencia. Me gustará leerla. Seguro que
es un prodigio de sutileza jurídica para justificar lo injustificable. Los
votos particulares, en cambio, son fáciles de adivinar, coincidirán con el
sentido común. Cierto que el fiscal general no logró probar su inocencia, pero
de lo que debería tratarse es de que la acusación lograra probar su
culpabilidad.
---No
te metas en camisa de once varas, Martín. No vas a saber tú más que los
miembros del Tribunal Supremo.
---Tienes
razón. Y ahora supongo que procesarán por falso testimonio a los periodistas
que declararon que tenían el famoso correo antes de que lo conociera el fiscal.
---No
te metas en camisa de once varas, repito, que con la justicia no se juega,
aunque haya jueces que parecen jugar con la justicia. Pero solo parece, que sus
profundas razones jurídicas, incomprensibles para el común de los mortales, tendrán
para hacer lo que hacen.


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