sábado, 11 de septiembre de 2021

Elogio de la cordura: Mintieron y mintieron y mintieron

 

Sábado, 4 de septiembre
VENTAJAS DE LA VANIDAD

“Antes creía en Dios, ahora creo en Ian Gibson”, dije. Todos me miraron asombrados.

----Ya sabemos que eres amigo de ironías y paradojas, Martín, pero ahora te pasas un poco.

----Son cosas de la vanidad, ya sabéis que a mí me gusta presumir de ser la persona más vanidosa del mundo.

----Líalo un poco más. ¿Qué tendrá que ver una cosa con la otra?

----Cuando yo era niño, me decían que había que portarse bien porque Dios veía todo lo que hacíamos. Ahora procuro no hacer nada que pueda avergonzarme, porque me imagino que en el futuro habrá un biógrafo que investigará mi vida con tanta minucia como Ian Gibson la de Lorca y no habrá nada, nada, que no saque a la luz.

----¿O sea que eres un santo varón que en su vida ha hecho nada malo?.

----A sabiendas, desde que soy consciente de que me están grabando, de que todo lo que haga o diga quedará registrado en un grueso volumen de más de mil páginas, no.

----¡Pues sí que eres vanidoso! ¿De verdad crees que tu vida, que ahora no interesa a nadie, va a ser objeto de estudio en el futuro?

---Hago como si lo creyera, y me va bien así y no hago daño a nadie con ello.

Domingo, 5 de septiembre
UN IMPRESENTABLE

Leo las cartas de Philip Larkin a su enamorada perpetua, Monica Jones, y quedo vacunado contra su poesía durante bastante tiempo. Qué personaje tan mezquino, tacaño, chismoso, tan falto de interés y de grandeza: “Me evado de toda responsabilidad  familiar, profesional, emocional, social, ni siquiera ahorro dinero o ayudo a mi madre.”

            Envidioso de su amigo el novelista Kingsley Amis, que tuvo más éxito que él. Después de haberle invitado a un concierto, sobre el que Kingsley escribió una reseña, se lamenta de que no le haya devuelto el dinero de la entrada: “El día algo ensombrecido por el texto de Kingsley sobre el concierto de Condón, el dinero que obtendrá por ello y el dinero que yo pagué por su entrada. No veo que los asuntos de dinero de Kingsley se rijan por ningún sentido de justicia. Es bastante generoso con las cosas que le gustan –compra vino y comida para sus amigos y demás--, pero como devolverme el pago de su entrada no es divertido, pues no lo hace”.

            Y no hay carta en la que no hable mal de su madre, una continua molestia para este egoísta y amargado solterón: “Llamo a mi madre porque cumple 82 años  y diez minutos más tarde estoy diciendo tacos y gritándole. Viéndolo ahora con perspectiva me parece increíble. De hecho, es la reacción inmediata  y contante que suelo tener con ella en cualquier circunstancia. La llamada dura 55 minutos a un coste de más de 2,5 libras. Las llamadas telefónicas a larga distancia siempre resultan insatisfactorias.”

            Y este mezquino personaje –al que uno se alegra de no haber conocido—escribió algunos de los poemas más lúcidos y verdaderos de nuestro tiempo. Son los misterios de la creación poética.

Lunes, 6 de septiembre
CONFESIONES INCONFESABLES

Vivo solo, bien a mi pesar. Lo que a mí me gustaría es compartir piso con el doctor Watson, o con la doctora Watson de la serie televisiva Elementary, que en eso no soy nada discriminativo (tampoco me importaría , todo hay que decirlo, compartir mansión con el mayordomo de Batman, Michael Caine).

Creo que voy a poner un anuncio en Internet, indicando condiciones: buena apariencia, inteligencia superior a la media, buen carácter, buen sueldo. Las relaciones sexuales quedarían rigurosamente excluidas y la admiración por mi inteligencia sería requisito obligatorio.

            Estas son cosas con las que me gusta fantasear, pero que no me atrevería a confesar a nadie, aunque sospecho que más de uno estaría de acuerdo en que compartir cama con la persona con la que uno comparte casa –y encima tener que hacer el amor con ella cada cierto tiempo--  resulta poco higiénico y escasamente afrodisíaco.

Martes, 7 de septiembre
POETA Y CABALLERO

¿Leemos de la misma manera a un poeta cuando es amigo nuestro que cuando deja de serlo? Yo me esfuerzo en juzgarlo con la misma equidad. Abro el nuevo libro de Miguel d’Ors, Viaje de invierno, y tropiezo en el primer poema, “A todas esas cosas”: “Ya sé que he de dejarlas aquí cuando me vaya, / y que antes o después, aunque me sobrevivan, / acabarán en nada –descuidos, asistentas / primitivas, carcoma, inundaciones, robos, / mudanzas, simplemente el uso…”.

            ¿No hay un asomo de racismo en el adjetivo “primitivas” aplicado a las asistentas en lugar del esperable “torpes”? ¿No se entrevén ahí los pueblos primitivos, a los que durante siglos nos dedicamos a explotar, masacrar y civilizar? Esa asistenta que se hace equivalente a la carcoma o a una inundación será una emigrante rumana, ecuatoriana o paraguaya, quizá con sangre indígena, aún no civilizada del todo.

            En “Luces de bohemia” contrapone la “pirotecnia de sueños” de los modernistas –cisnes y japonerías-- con su miseria cotidiana. Las hetairas de las que hablan no eran más “pobres bestias gordas y analfabetas”. No parece que para escandalizarse ante ese considerar “bestias” a las prostitutas –aunque se compadezca de ellas: “pobres”--  haga falta ser feminista, basta con ser humano.

            Y luego la guinda del pastel. En “Tres deseos” nos indica las tres cosas que quisiera ver antes de morir. La primera es un cuadro de Vermeer; la segunda, “la luna límpida y alta, / derramando su fulgor / sobre la noche de Salta / o Santiago del Estero / --la Cruz del Sur a estribor—“, y la tercera “Rodríguez Zapatero / con un mono de color / naranja guantanamero”.

Curioso sentido del humor el de este poeta que se muestra orgulloso de que las cajeras del supermercado le consideren todo un caballero, algo que requiere “además de ser maduro, / no sé, un porte, un talante, / un estilo correcto y elegante / que pasa entre lo chato de la vida y la gente / con un toque de humor benevolente / como a medio camino / entre lo British y lo cervantino”.

            Quizá de haber seguido siendo amigo mío Miguel d’Ors (un gran poeta, por otra parte, y en  otra parte de su obra), en las asistentas primitivas, las bestias gordas y analfabetas y Zapatero preso en Guantánamo, yo no habría visto más que un toque de humor benevolente, entre lo British y lo cervantino.

Miércoles, 8 de septiembre
EN EL BOSQUE

Paso la mañana en el bosque de La Zoreda, a pocos kilómetros de Oviedo, donde no había estado nunca, gracias a la benevolencia de un amigo que me sirve de guía en aquel insólito laberinto, lleno de extraños búnkeres, edificios en ruinas escondidos entre la vegetación y un silencio quebrado de pronto por el canto de un pájaro que parecía anunciar, como en el soneto de Gerardo Diego, una revelación: “Súbito, ¿dónde?, un pájaro sin lira, / sin rama, sin atril, canta, delira, / flota en la cima de su fiebre aguda”.

            Solo después, ya de vuelta de aquel mágico territorio, supe que allí había estado la Fábrica de Explosivos de la Manjoya, fundada en 1870 y que funcionó hasta bien entrado el siglo XX. Lo que yo he visto son restos de polvorines, hornos, almacenes y talleres, vueltos ya un elemento más de la naturaleza, hermoseados por lo que –tan impropiamente-- se llama “maleza”.

Paseo entre los robles, las hayas, los castaños, iluminados por la luz de septiembre, y en ningún lugar me he sentido más cerca de la divinidad. Creo entrever una ardilla y no me sorprendería ver aparecer de repente al ágil corzo o al fiero jabalí. El ruido del tráfico está a pocos minutos, pero cuesta imaginarlo en este lugar que parece de otro mundo más hermoso y verdadero. Antes de la temerosa fábrica –una explosión se llevó por delante a siete trabajadores--, hubo aquí un caserón dieciochesco y antes, mucho antes, un asentamiento neandertal. Me abro camino entre la vegetación, admiro al abejorro que revolotea sobre una planta cuyo nombre ignoro, y de vez en cuando levanto los ojos al azul del cielo que se asoma entre el verde y el dorado de las ramas.

            Quizá este sea el destino final de cualquier construcción humana: los restos de los rascacielos de Nueva York hermosamente recubiertos por la maleza y quienes los habitaron tan perdidos y remotos como los neandertales que un día pisaron por donde yo piso y levantaron los ojos al mismo cielo.

Sábado, 11  de septiembre
PARA UN MONUMENTO

Propuesta para un monumento a levantar ante la Casa Blanca o frente a la sede de la OTAN. Sobre un montón de cadáveres en bronce o mármol –los soldados se entremezclan con mujeres, civiles y niños afganos--, figura el siguiente epitafio: “¿Te preguntas, viajero, por qué hemos muerto jóvenes / y hemos matado a tantos tan estúpidamente? / Los padres de la Patria, los próceres y líderes / del Mundo Libre, la Democracia, los Derechos Humanos, / mintieron y mintieron y mintieron / durante veinte años. Eso es todo”.


23 comentarios:

  1. Por lo menos el de las cartas, y el de los poemas citados, parecen no mentir. Algo es algo. Tanta bondad a veces empalaga. Me gustan mucho los versos del sábado. Cómo mienten, vamos a decir a veces, las palabras, las intenciones, bonitas.

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    1. "...Los versos del sábado". ¿Juaristi tal vez?

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    2. por lo que vi, Juaristi bebió de Kipling, y ahora lo hace Martín, un gran poeta, a mi entender, cuando bebe de obras ajenas. Recuerdo sus versiones de poemas de Marilyn y un poema, creo que guaraní, que es inolvidable. Habla de un hacha.

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  2. El poema de las cajeras yzp. Sublime.. Jaaa... Gracias por escribir todas las semanas.. Mayor Thompson

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    1. Ya. En vez de enviarlo con su abuelo (al paredón) se conforma con desearle la tortura. En eso se nota que es cristiano. Quizá en la acepción de González Tuñón

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    2. San Zapatero mártir. A lo mejor lo torturan haciéndole oír día y noche "yo soy un hombre sincero / de donde crece la palma"...

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  3. Creo que en tu crítica hay más de enemistad que de Literatura, aunque a mí también me parece excesivo lo de Zapatero. Así que no, debe ser que no se lee igual a un amigo que a un enemigo. ¿No hay ningún poema, o verso al menos, que merezca algún elogio?

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    1. Hay muchos y eso lo puede ver el viernes cuando se publique la reseña que dedico al libro. Hay que saber leer, Sara Zapata. Un diario personal no es el lugar para la crítica literaria detallada, aquí solo se recoge una primera impresión personal, subrayando lo disonante.

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  4. Me he limitado a leer lo que usted ha escrito. Sus intenciones, evidentemente, no puedo conocerlas, como tampoco que vaya usted a escribir una reseña, pero esa es la sensación que me ha quedado.

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  5. Pero las cosas tienen sentido en un contexto. Una reseña literaria busca la objetividad, un apunte en un diario la impresión personal. Tampoco la referencia al epistolario de Larkin es una reseña. "¿No hay ningún poema, o al menos algún verso, que merezca algún elogio?", pregunta usted, pero la nota solo se refería a los poemas que muestran la ideología conservadora del autor, a veces de manera inconsciente.

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  6. Menuda pieza, el tal Larkin. No había leído nada de él, solo había visto su nombre citado, o listado. A raíz del diario de Martin he leído media docena de poemas suyos en Google. Ya sé que es muy poco, pero me queda la impresión de un poeta conceptual y cerebral más que sensorial, si esta simplificación extrema tiene sentido.

    Es bastante común hacerse la idea (yo al menos me la hago) de que en la obra del poeta, al contrario que en los productos de otros oficios, se muestra la personalidad y la sensibilidad del autor. A la vista del caso Larkin quizás convenga desechar tal idea, y ver al poeta como un mero técnico juntapalabras que las junta de un modo más o menos feliz.

    Serio, lo de Miguel D'Ors. Conozco un poco su obra, me parece un buen poeta. Pero ignoraba sus "Tres deseos", y me dejan sencillamente consternado. Quizás deba modificar su bello poema "Es una cosa extraña ser poeta" y dejar los versos centrales de esta guisa:

    Es una cosa extraña ser poeta;
    es sorprender al niño en los ojos del viejo,
    es oír los clamores del bosque en la semilla,
    adivinar que hay una primavera dormida
    bajo cada nevada,
    partir el pan y ver los segadores.
    Es poner entre rejas con vesania
    al político electo, pero odiado.

    Y atención, que en esta manía carcelaria no es el primero que desfila por aquí.

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  7. No entiendo tanto asombro por el poema de malos deseos a Zapatero. La literatura los tiene desde antiguo. Recuerdo el primer texto de la literatura canaria en español:

    Llorad las damas,
    si Dios o vala,
    Guillén Peraza
    quedó en La Palma
    la flor marchita
    de la su cara.
    No eres palma,
    eres retama,
    eres ciprés
    de triste rama,
    eres desdicha,
    desdicha mala.
    Tus campos rompan
    tristes volcanes,
    no vean placeres
    sino pesares,
    cubran tus flores
    los arenales.
    Guillén Peraza,
    Guillén Peraza,
    ¿dó está tu escudo?,
    ¿dó está tu lanza?
    Todo lo acaba
    la malandanza.

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  8. Amigo, disculpa la lata. Una curiosidad: ¿escribirás también del reciente libro de Zapatero sobre Borges? A mí la noticia me recordó, por instinto, sin la voz de la razón, las veces que tú te quejas de algunos lectores que te leemos.

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  9. “Primero aburrimiento y luego miedo”. Impresentable Dios con sus azares.

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  10. Seas poeta o seas hojalatero, desear a alguien la privación de libertad y la probable tortura en una prisión al margen de la ley y sin garantías de juicio justo es una indignidad y una bajeza. No se trata de "asombro" (ya podía: implicaría que el mal deseo es infrecuente). Se trata de consternación porque se viene abajo la imagen del poeta y la admiración que uno ha cultivado por él.
    En cuanto a la comparación, ZP fue un presidente elegido, tuvo aciertos y tuvo errores; Guillén Peraza, si no me equivoco, fue "un godo" que asaltó, combatió y mató canarios. No era de esperar que estos lo recordaran con mucha benevolencia.

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    1. Hay teorías de que esa endecha la compuso una guanche enamorada del conquistador. Sólo teorías. Por lo demás, el peligroso no es el que mal desea y lo dice (perro que ladra no muerde), sino el que desea el mal y actúa sin decirlo. Lo primero, por lo común, no va más allá de una descarga emocional.

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    2. La maldición no es contra Guillén Peraza (su muerte causa dolor a quien hizo esos versos), es contra la isla de La Palma. Esperemos que no se cumpla.

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  11. "Si dices la verdad, no la repitas,
    sólo el que miente insiste"

    Tiene cierto parecido Phiplip Larkin a Aquilino Duque, en la foto, claro está.
    Quedemos con el sevillano, uno de los grandes escritores y poeta vivo, y el más joven al que releo. ¿Cuántos versos habrá dedicado a sociatas, zapateros, inmigrantes de patera, etc?
    Así que Miguel d'Ors, que está a su altura, no es nada sorprendente.
    Aguardamos tu reseña.
    Victor Menéndez

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  12. "sólo el que miente insiste". Perdón. No estoy insistiendo, que ya conozco el humor de JLGM.

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  13. Lo de Peraza se trata de una elegía en realidad, en la que se “maldice” a la tierra canaria ("No eres palma, eres retama") y no al joven conquistador que halló su triste tumba en ella. Peraza murió de una pedrada aborigen, en un fallido intento de conquista en el que sus propias tropas fueron masacradas con él.

    Al parecer, Los isleños se atrincheraron hábilmente en el accidentado terreno que ellos sí dominaban, al contrario que los temerarios invasores. Algo así como un Vietnam del siglo XV.

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  14. Nunca dije que D'Ors fuera "peligroso". Hablé de la consternación que causa la imagen caída de un personaje admirado y que resulta ser (o tener episodios de) puro bocazas. Peligroso o perjudicial para sí mismo, en todo caso. Habrá quien no quiera saber nada de él, o pierda el deseo de comprar sus libros, después de leer/oír sus importunos ladridos.
    (Y aún así, por supuesto, nada que ver con A Duque, un exaltador del franquismo-pinochetismo, ahí es nada).

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  15. Si antes hablo de A. Duque, antes fallece.
    Ya me callo.
    Victor Menéndez

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