Sábado, 23 de enero
EL VIAJE DEFINITIVO
Philippe Daudet,
hijo de Léon Daudet, nieto de Alphonse Daudet, salió de su casa de París un 20
de noviembre de 1924 y cinco días después lo encontraron dentro de un taxi con
un tiro en la cabeza.
Tenía solo catorce años, pero ya era
escritor, como su padre, el novelista y crítico literario y activo militante de
la extrema derecha, y como su abuelo, el famoso autor de Tartarín de Tarascón. Philippe Daudet era un pequeño Rimbaud. A
los doce años se había escapado por primera vez de casa y lo encontraron
deambulando por Marsella. “La partida” se titula uno de sus poemas en prosa:
“Mi alma tiembla de gozo solo con imaginarse lo que de un momento a otro va a encontrar.
Veo el sol de la Provenza, las hermosas muchachas de piel tostada, los hombres
atrevidos y audaces, y también los cielos oscuros y la nieve y la eterna
tristeza del Norte. La vida me aguarda ahí fuera. Únicamente tengo que soltar
amarras para ser feliz. ¡Adiós, mi vieja casa! ¡Adiós, padres queridos! Nadie
sospechará los motivos que me han impulsado a partir. Dos días más y como el
pájaro que se lanza a su primer vuelo, así volaré yo hacia lejanos países,
hacia la aventura”.
Con el dinero que ha ido sustrayendo
a su familia, toma el tren hacia El Havre. Quiere embarcar hacia Canadá, empezar
allí una nueva vida de cazador y explorador, de lobo solitario. Pero el dinero
que lleva –niño bien, no conoce el valor del dinero-- es insuficiente para comprar
el pasaje. El día 22 decide regresar a París, aunque no a su casa. Se presenta
en la redacción de la revista anarquista Le Libertaire. Dice
llamarse Pierre Bonchamps, ser un ferviente libertario y estar dispuesto a
cometer un atentado contra el presidente del gobierno, Raymond Poincaré, el
presidente de la República, Alexandre Millerand, o incluso contra Léon Daudet,
el gran enemigo del anarquismo. Unos le tienen por loco, otros por un agente
provocador. Pasa la noche en casa de uno de los militantes, que se compadece de
aquel adolescente afiebrado, casi un niño. Según diría después, le contó que su
padre le golpeaba, le castigaba duro, le odiaba y que él también le odiaba como
a toda la burguesía y que quería vengarse del mundo cometiendo un crimen
ejemplar. Trataron de disuadirle. No lo conseguieron y acabaron enviándole a la
librería Le Flaouter, en el Boulevard Beaumarchais, para que el librero,
simpatizante del anarquismo, le proporcionara un revólver. La consigna era que
pidiera un libro de Baudelaire. El librero, que es un infiltrado, como en la
novela de Chesterton, ha avisado a la policía. La librería está rodeada.
Fhilippe, sin embargo, sale de ella con el arma. Los policías, a cuyo frente
está el comisario Colombo (toda la historia parece inventada), le dejan
marchar, sin que se sepa por qué. Philippe sube tranquilamente a un taxi.
Cuando el taxista se detiene en la dirección indicada, en el Boulevard Magenta,
nadie baja del vehículo: Philippe está tumbado en un charco de sangre y la
pistola en el suelo, cerca de su mano.
Léon Daudet, el padre, nunca se
creyó la teoría del suicidio, que fue la oficialmente aceptada. Siempre creyó que
los anarquistas habían asesinado a su hijo para vengarse de él. Así lo declaró
en numerosos artículos de L’Action
Française. El taxista, acusado de
cómplice, lo denunció por difamación, y Daudet fue condenado y tuvo que exiliarse
para evitar la cárcel.
De Philippe Daudet, que no se sentía
querido por sus padres (y que quizá no lo era, tardaron en preocuparse por su
desaparición, no la denunciaron), nos quedan los cinco días enigmáticos y trepidantes
que vivió como Pierre Bonchamps y un puñado de poemas en prosa escritos a la
manera de Baudelaire: “Bailamos en un tugurio de Montmartre y desde entonces la
he visto con frecuencia. No es más que una cualquiera, pero ella lo sabe; no es
hermosa, pero ella lo sabe. Dice que es hermana de un antiguo ministro ruso y
cuando está ebria de baile, de cócteles y de amor, canta mejor que las sirenas”.
Lunes, 25 de enero
CONTROL Y DESCONTROL
Leo los titulares
de los diarios al echar una distraída mirada al teléfono: “El virus fuera de
control en esta tercera oleada”. Irónicamente, me ajusto bien la mascarilla, no
vaya a ser que me haga daño el olor de los eucaliptos que me rodean, y pienso:
“Los ciudadanos, en cambio, estamos cada vez más controlados”. Váyase una cosa
por la otra.
Miércoles, 27 de enero
PRESERVAR LA MEMORIA
Me entero de que
cierran las salas de cine de Los Prados, dicen que “temporalmente”.
¿Temporalmente? Donde nuestro Atila autonómico pone los pies del BOPA, ya no vuelve a crecer la hierba. La última
película que vi fue El profesor de
persa, otra vuelta de tuerca al
nazismo y los campos de concentración en tono de tragicomedia. La emocionante escena
final, cuando el protagonista recuerda uno por uno los nombres de los
compañeros de cautiverio exterminados, me trajo a la memoria aquella sala
abovedaba y oscura de Yad Vashem, el museo del holocausto, donde se van
repitiendo una y otra vez, interminablemente, los nombres de los que murieron
en los hornos crematorios.
Jueves, 28 de enero
POLI BUENO, POLI MALO
--¿Cuánto tiempo
hace que no hablas de los independentistas catalanes, Martín? ¿Ya te han
defraudado, como a todos, y te avergüenza recocerlo?
---Me han defraudado, sí, pero eso
no quiere decir que, en lo que al referéndum de autodeterminación se refiere,
no siga creyendo que la razón estaba por completo de su parte. Que fue legítimo
y que si fue ilegal y trajo tanta cárcel y tanto exilio fue solo porque el
gobierno de España lo decidió así: había vías –dentro de la actual Constitución
española-- para que pudiera celebrarse dentro de la legalidad, como una fiesta
de la democracia. Así podríamos saber, por fin, y sin ninguna duda, que la
mayoría de los catalanes quieren seguir siendo españoles, según se nos repite
una y otra vez en los medios de comunicación.
----¿O sea que a ti no te ofendió
que Pablo Iglesias comparara a Puigdemont con los exiliados republicanos?
----Me ofendió la réplica airada de
la “izquierda” española. Yo no voy a comparar nada. Solo decir que Puigdemont
es un exiliado político. ¿Cómo no lo va a ser si se presentó a unas elecciones
legales en España, si le votaron miles de españoles (entre ellos, yo), si
obtuvo acta de diputado, si es mi representante en el parlamento europeo, si
goza de la inviolabilidad de todos los diputados y a pesar de ello no puede
volver a su país sin riesgo de ser encarcelado? Pero eso no implica que el
Govern, en su tratamiento de la pandemia, no me haya parecido tan inepto, o
más, que el de Castilla-La Mancha, Asturias o La Rioja. Todo lo han fiado en
maltratar a la población, sin tener en cuenta si las medidas son eficaces o no:
con que hagan daño a la salud y a la economía les parece suficiente.
----¡Para ti todo el mundo lo hace
mal! ¡Tendrían que haberte puesto a ti al frente de la situación!
----Peor que el anterior ministro de
Sanidad no creo que lo hubiera hecho.
----¡Pero si está más valorado que
nadie! ¡Si los socialistas confían en su prestigio para acabar de una vez por
todas con el independentismo!
----El truco del poli bueno y el
poli malo siempre fue eficaz. Pero para ser creíble conviene que los
representen distintos policías. Illa, durante los meses de bárbaro e irracional
confinamiento, que algunos no olvidamos, fue el poli malo. Yo le vi sacar pecho
en una comparecencia televisiva presumiendo de que en España teníamos el
confinamiento más duro de Europa (se calló que también el más ineficaz). Eran
meses en que los niños –esos niños que ahora van a clase y juegan en los
parques infantiles sin que pase nada-- no podían ni poner un pie en la calle,
aunque fuera de uno en uno y de la mano de un progenitor. No solo la policía,
el ejército se ocupaba de mantener a raya a tan peligrosos individuos. El
ejército, los soldados que yo vi patrullar de dos en dos y de tres en tres y
amontonarse en furgonetas sin llevar en ningún caso mascarilla. Por entonces el
ministro de Sanidad, y un tal Fernando Simón, que inexplicablemente aún sigue
ocupando su cargo, decían que las mascarillas no eran recomendables para la
población en general. Pero muy lerdo había que ser para no saber que sí lo eran
para quienes se amontonaban en un vehículo y pretendían “protegernos” de los
contagios. Ahora el mismo poli malo de entonces va de poli bueno e impide a quienes
tanto lo desean, como nuestro presidente autonómico, confinar a la población,
aunque sea de manera más racional que entonces. Insisten e insisten, pero él
(sin pedir perdón por la barbarie de antes, sin que se le caiga la cara de
vergüenza) repite una y otra vez que el gobierno no va a autorizar otro
confinamiento. Solo le falta añadir: “Al menos hasta el 14 de febrero, que
luego ya veremos”.
----¿Tú crees que va a arrasar en
Cataluña?
----Todo es posible. Yo ya he perdido toda fe en la racionalidad de los seres humanos. Se habla mucho de la inmunidad de rebaño, se habla menos de lo fácil que es manipular a un rebaño cuando se le mete el miedo en el cuerpo. ¡Que viene el lobo!, gritan diarios y telediarios y todos se apretujan alrededor del pastor sin importarles que pueda estar llevándoles al matadero.
Viernes, 29 de enero
CARPE DIEM
Recuerdo a menudo
los versos de Horacio traducidos por Fray Luis de León: “La vida es tan
incierta y tan medido / su término, que debe el que es prudente / enfrenar el
deseo y la esperanza / de cosas cuyo fin tarde se alcanza”.
Visto lo
visto, en qué manos estamos, he perdido toda esperanza de que podamos escapar
de esta, al menos en los próximos veinte, treinta o cuarenta años. Vivo al día,
disfruto de cada instante de sol, del café de la mañana, de los libros nuevos,
de la alegría de los niños al salir de la escuela, de la charla casual con un
amigo, de los largos paseos por el monte.
Esquivo
como puedo cada nuevo golpe de las autoridades y no desperdicio ni la más
mínima ocasión de ser feliz. Si no lo soy, que no sea por culpa mía.
Al protestón de Martín le propongo un reto: que haga todo lo posible por contagiarse y nos envíe sus crónicas desde la UCI del Huca, mientras explica a médicos y enfermeras cómo se colocan los respiradores y se intuba uno. Puede ser una experiencia de gran interés literario. Los grandes escritores siempre han gustado de la ruleta rusa.
ResponderEliminarQué majadería. Sin comentarios.
EliminarHay que tener malas entrañas para desear algo así.
EliminarAyer oí en TV a un equipo de médicos reconociendo que los cierres de provincia y los toques de queda tienen escaso sentido, y que lo que importa es evitar las aglomeraciones de gente.
EliminarO sea, Juanito, que el protestón eres tú. Protestas contra el uso de la inteligencia; te jode la libertad de pensar y el sentido común; apuestas por la obediencia de rebaño y te enfadas contra el que quiere escapar del adocenado gregarismo. Mejor que no te contagies; si lo haces, te vas a desesperar diciendo "Cómo me ha podido pasar a mí, siendo un niño tan obediente".
Cese el linchamiento. No veo mala intención del comentarista ni está deseándole a Martín que se contagie. Se limita a asombrarse de la frivolidad que a veces asoma en este muro respecto a la verdadera gravedad del virus, que a veces, al no habernos contagiado (o no gravemente) no vemos.
Eliminar¿Dónde está el linchamiento, Piquero? De "la verdadera gravedad del virus" no se trata aquí, sino de los medios ridículos, estúpidos, dañinos para la salud que se toman para presuntamente eliminar esa gravedad (que solo se da, mira las estadísticas, en menos de un cinco por ciento de los contagiados). Son medios --muchos de ellos, no todos, claro-- ineficaces por definición, como adelantar el toque de queda de las once a las diez de la noche.
EliminarQue a una persona la mate una teja que se cae de un tejado --la conoces, no te digo más-- es una tragedia, pero eso no implica que se deba encerrar a todas las personas en sus casas e impedir que caminen por las aceras hasta que todas las tejas del mundo hayan sido revisadas y estén bien seguras.
Hay ciertas propuestas que no se deben hacer, hay ciertas ironías insoportables en los tiempos que estamos viviendo, señor Barthe. Es cuestión de catadura moral. No desear nunca el mal ajeno, aunque sea camuflado como ironía o como propuesta. Aquí nadie es tonto, señor Barthe. Y hemos leído lo que hemos leído. Debería avergonzarse de su comentario, pero si tuviera vergüenza no lo habría hecho. No es un linchamiento, José Luis. Se puede estar o no de acuerdo con lo que dice Martín, pero este comentario es reprobable y lo mantengo.
EliminarEl odio es lo peor. Y, al expresarlo, siempre se incluye en el mal gusto, de paso. Pero en el mal gusto no siempre va incluido el odio.
EliminarLo de Juan Barthe fue mal gusto, que tampoco es lo peor, pero sigue estando fuera de lugar y resulta muy desagradable.
En todo caso Martín nunca ha negado la enfermedad, ni frivolizado con el sufrimiento de quienes la padecen. De modo que resulta injusto que le condenen a una UCI, aunque sea imaginariamente.
Por cierto, basta haber estado de verdad en una, para dejar de usarla con ejemplos que sí son frívolos siempre, los merezca el destinatario del sarcasmo o no. Con la excepción del humor negro cuando se atina bien, y no es el caso.
No sé si Iglesias ha meado fuera de la pota. Exiliado sí, pero en primera clase; es como decir que es lo mismo el agua y el mercurio, los dos son líquidos.
ResponderEliminarJesús, un exiliado no es un emigrante. Puede ser de izquierdas o de derechas, rico o pobre. Un poco de precisión conceptual tampoco viene mal. ¿Recuerdas lo que decían de Prieto y el yate Vita, o como se llamara, lleno de joyas y dinero "expoliado" que se llevó a exilio?
EliminarQué vomitivo el primer comentario del tal Juan. Desde luego que a JLGM no se le podrá acusar de censor en este blog, porque vaya manera de pasar la mano con las pataletas e infundios ahitos de irracionalidad y mala baba.
ResponderEliminarVamos, Luis, hay que leer con inteligencia y no al pie de la letra, como los párvulos. Le eché un órdago a Martín queriendo ironizar sobre su rebeldía frente al coronavirus. Solo usted y algún otro precipitado interpretan que yo le deseo lo peor a Martín. A veces nos falta sentido del humor y lo tomamos todo a la tremenda, con el cuchillo entre los dientes. Por cierto, lo crean o no, llevo cinco días encerrado en casa con el bicho y puedo decir que por ahora no es un compañero demasiado hostil, algún mareo, algún dolor de cabeza leve, algún dolor de garganta. Pero ni fiebre ni tos. Por mucho que extremé la prudencia desde el principio mis incontenibles hijas me contagiaron. Es curioso, parte de la sociedad es incapaz de domar las ganas de divertirse, aunque sepan que el precio de su irresponsabilidad lo paga la otra parte en el hospital o en el cementerio.
EliminarMe pregunto si yo hubiera tenido más cuidado para no contagiar a mis padres y me respondí que sin duda. EActualmente el hedonismo nos ha cegado por completo y casi nadie está dispuesto a renunciar lo más mínimo. "La vida se acaba, ponme otra copa". O, "papá muerete el lunes, porfa, que el sábado tengo una cena". La generación del mayo francés hemos procurado que nuestros hijos no sufrieran tanto como nosotros. Lo leo y me río, avergonzado de tanta frivolidad redentora.
A la conocida catadura moral del anónimo comentarista, se añade la falta de inteligencia para inventar este cuentecillo (¿andará por aquí el tal F?). Si sus hijas le contagiaron, no sería tanta la prudencia porque contagiarse es cosa de dos. Y aquí sale también el fondo penitencial cristiana que explica tanta medidas ineficaces, pero dañinas, aceptadas por la gente como un merecido castigo. El odio ancestral a la felicidad de los otros. Esta vida, ya se sabe, es un "valle de lágrimas".
EliminarCuida esa paranoia, maestro: no todo quien te enfrenta a tus dislates tiene que ser F. Da pena leerte estos últimos meses. ¿Y si fuera debido a una secuela del Mal, que hubiese afectado a tu chirumen?; un caso de esos, subclínico, casi desapercibido, pero que dejara un rastro de estropicios.
EliminarCuida esa lengua/pluma.
Si usted tuviera hijos comprendería que evitar que lo contagien es una utopía, la pandemia dura ya un año y la juventud entra y sale sin calcular a veces los riesgos. En mi caso, por tener gemelas, el riesgo constante ha sido doble. Piense en las Navidades y verá cómo, según lo previsto, el contacto familiar se ha podido contener, en el mejor de los casos,de forma relativa. Y sigo, mi mujer también ha caído, con lo que somos cuatro los afectados.
EliminarNo, José Luis, esto no es un linchamiento. No se puede bromear, ni ironizar, con esto, señor Barthe. Hay ciertas “propuestas” que no se deben decir ni siquiera en tono irónico. Es una vergüenza su comentario y lo mantengo. Desear el mal ajeno, aunque sea camuflado como propuesta y como ironía, es reprobable.
EliminarPeor aún me temo. Contagiarse es cosa de dos (por lo menos) y seguro que este hombre deja que sus hijas deambulen por casa fuera de la cocina y hasta quién sabe si mantienen la distancia corporal que los buenos usos prescriben. ¿Se dejará tocar por ellas?. ¿Y si se descuida y las deja salir a la calle sin niqab o siquiera chador y resultara que traen para casa las miasmas de la gente promiscua y poco temerosa del Compasivo?
EliminarNo entiendo nada. Ahora resulta que si uno tiene hijos es imposible evitar que lo contagien a uno. ¿Qué habrán hecho los millones y millones y millones de padres que no se han contagiado? ¿Y qué hago yo aquí enredado en estos comentarios con tantos F como hay por el mundo (parece la hidra de cien cabezas)? Y ahora me dice que piense en las Navidades, las primeras de mi vida en que cené solo, y en las que el 99 % de los españoles se atuvo a las restricciones. ¿Que no eran las adecuadas? Pues échele la culpa a los presidentes autonómicos y al os Illa, no a la buena gente que se atuvo a ellas. Por cierto, ninguna ley se cumple al ciento por ciento y por eso está la policía para perseguir las infracciones. Los españoles, que usan las mascarillas más que ningún otro país de Europa, han cumplido estas "leyes" (por llamarlas de alguna manera: los jueces tienen dudas sobre su legalidad) más que ninguna otra en cualquier etapa de su historia. Incluso durante el franquismo había más incumplimiento.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarNo hacía falta apelar a una lectura más abierta de la Constitución que permitiera la consulta popular catalana del 1-O; en un Estado democrático, aun en la improbable hipótesis de que no fuese legal un referéndum como el que movilizó a cientos de miles de ciudadanos de Cataluña, no se iba a emplear la violencia policial, con su secuela de cabezas abiertas, ojos saltados y cuerpos pateados (el bárbaro desalojo del IES Pau Clarís estará en la memoria de todos). En el caso de que la consulta careciera de legalidad, el gobierno de ese Estado democrático se iba a limitar a permitir el evento y, acto seguido, a desconocer la validez práctica del resultado, fuera el que fuese. La barbarie expuesta ante los asombrados ojos de las naciones que sí respetan los DDHH y las normas de convivencia democrática debiera abochornar a quienes justifican a los que presumen de "patria" pero que apalean a los ciudadanos.
ResponderEliminarLa auténtica peste son los comentaristas faltosos, como este Juan Barthe.
ResponderEliminar¿ Qué harán en vida cotidiana?
Espera una entrada del diario de JLGM, y ahí lo ven. ¿No tendrá otra cosa que hacer?
Por cierto, Juan, relatanos tu muerte. Lo mejor que te puede pasar es que te estrelles contra un camión. Sino vas a ver tubos, agonía, etc.
Tu eliges.
Parece que el único que me ha entendido es el señor Piquero. Pero si el señor Martín ha visto en mi comentario ofensa en vez de una cita taurina, no me cuesta lo más mínimo pedirle perdón y desearle que nunca se contagie.
EliminarEstoy viendo el debate de las elecciones catalanas. Da vergüenza
ResponderEliminarDice ERC propugnar una economía pública, feminista (?). Enrollada.
Así va España.
El Sñr. Riera manifiesta que cómo se le da tribuna a la ultraderecha.
ResponderEliminarEsto me suena.
Comoquiera que debemos escapar de alguna manera a la saturación apocalíptica, propongo hoy una solución infalible a la vez que recomendación literaria: la lectura de «Nada personal» (Editorial Renacimiento, 2020), última entrega de los diarios de JLGM, con la que navegamos gustosamente por parte de los años 2012 y 2013 (no parece que haya pasado casi una década; más bien parece que haya pasado casi un siglo).
ResponderEliminarYa no sabe uno si aprecia más al JLGM poeta, al JLGM crítico y profesor de Literatura, al ensayista o al deslumbrante autor que nos brinda este despliegue narrativo en sus diarios (¿un poco novelas quizá?).
Laten siempre en la escritura de JLGM, o así le parece a uno, dos de sus autores más apreciados: Fernando Pessoa y Antonio Machado. Y no quisiera ponerme metaliterario, ni siquiera divagar en exceso, pero qué bien juega el autor JLGM con el personaje JLGM, y cómo se agradece ser espectador de esas expansiones tan lúdicas y literarias.
García Martín nos embelesa en este «Nada personal» con sus siempre agradecidas recomendaciones literarias, sus ya clásicos cuchilleos y cuchicheos —maestro de la sátira y la ironía—, que uno, quemasangre como es, siempre aplaude desternillado (y lo hace uno a pesar de no estar a veces de acuerdo). En las 319 páginas el autor nos dosifica magistralmente los aforismos, las citas, las anécdotas, viajes y charlas, los encuentros y lecturas, los poemas en prosa, epigramas y versos sueltos, e incluso unas soleares tan deslumbrantes como memorables (hipotéticamente cantadas por otro posible y diferente JLGM en un tablao flamenco piripi de manzanilla).
Ea, Juan Barthe, habré sido yo el que ha hecho una lectura rigorista y demasiado superficial de su primer comentario. No digo que no.
ResponderEliminarRetiro, por agresivo e inoportuno, mi comentario sobre Juan Barthe.
ResponderEliminarYo sí rectifico.
Creo que de forma coloquial todos decimos cosas que sin lugar a dudas no deseamos. Que te parta un rayo, por ejemplo,es un comentario que todos hemos hecho muchísimas veces, lo cual no significa ni siquiera hostilidad hacia nuestro interlocutor. Y todo esto sin mencionar habituales insultos, que de tan extendidos nadie se toma en serio cuando los recibe. Repito, si es necesario aclararé por segunda vez que no había en mis palabras intención de ofensa. Pero dicho esto, y con toda la educación, opino que ha habido una reacción coral bastante ñoña. Alguna vez ya había visitado yo este espacio y me asombré de la falta de respeto y el tono ofensivo que se prodigaba. Rasgarse ahora las vestiduras por mis tremendas palabras puede resultar, entonces, un ejercicio de fariseísmo incomprensible.
EliminarYa me parecía a mí que sus disculpas y aclaraciones no eran sinceras. ¿De verdad cree que hemos tenido una reacción coral ñoña? ¿O será más bien que no puede asumir que su comentario estaba fuera de lugar y era reprobable? Una cosa es debatir en el terreno intelectual y otra muy distinta llevarlo a lo personal. Uno es dueño de sus palabras, y usted no dijo simplemente que le parta un rayo, sino que explicó con pelos y señales la experiencia en la uci, su deleznable “propuesta “. Cuando uno se disculpa, debe hacerlo de corazón. Sino, no vale.
EliminarMuchas gracias, Isabel. Un poco de sensatez entre tantos peculiares comentaristas es como un vaso de agua fresca. ¡Y Piquero se atrevió a hablar de linchamiento porque dos personas, dos, reprobaron una palabras vergonzosas! Ya se ve que los poetas utilizan poco el diccionario.
EliminarEl linchamiento (dentro de lo que puede ser un linchamiento en un blog) ya empezaba y continuó. No conozco al comentarista ni sé si se ha distinguido otras veces por intervenciones de mal gusto, pero en este caso se limitaba a poner un ejemplo, quizá sin finura, con una ironía improcedente, pero no se trataba de desearle mal a nadie, o así me lo pareció.
EliminarPues sospecho que sigues sin saber lo que es un linchamiento y que conoces pocos linchamientos en la red. Los comentaristas se has limitado a afear "la propuesta de un reto" que no era simplemente un caso de mal gusto, ni mucho menos. No se limitada a desear que alguien se contagiara (como tantos), sino que la enfermedad le afectara de la peor manera posible (como a algunos). En fin, de la "finura" de tus pareceres ya tenemos reiterada constancia.
EliminarLlamar linchamiento a afear un comentario vergonzoso e inmoral no es correcto, José Luis. No se trata de linchar a nadie, se trata de no callarse cuando ves algo que está mal y que delata malos sentimientos y saña, como esa descripción de ucis, respiradores, intubaciones, ¿se puede tener peores entrañas? Joder, con lo que estamos viviendo además. No me puedo callar, y no porque el destinatario del comentario sea Martín, lo hubiera hecho con cualquier persona. Y creo que el resto de personas que han afeado este comportamiento lo han hecho por el mismo motivo. Si uno se calla, se convierte en cómplice. ¿Te gustaría a ti, José Luis, que alguien te dedicara un comentario así? Y luego el tema de las aparentes disculpas. Disculparse significa admitir que uno ha hecho o dicho algo que ha podido molestar u ofender, significa tener empatía y arrepentirse de corazón. Pero aquí el comentarista añade la coletilla de que hemos sido ñoños, con lo que intenta rebajar la importancia de lo que hizo y tratarnos de tontos. No se puede uno callar, no. Y eso no es linchar a nadie, faltaría más.
EliminarLe dijo la sartén al cazo.
EliminarTambién quería puntualizar, José Luis Piquero, que sí he vuelto a contestar en este blog, dando pie a que tú consideres que el “linchamiento”, como tú lo llamas, continúa, es porque al leer las segundas disculpas del señor Barthe, he visto una clara intención de hacernos comulgar con ruedas de molino. De hacer ver lo blanco negro, de poner en nuestra mirada sobre su comentario el error. Es decir, que su comentario fue inofensivo y nosotros los equivocados. Y eso sí que no lo puedo admitir. Es un burdo intento de manipular como cualquier otro, posiblemente porque no puede admitir su error ni que le llamen la atención. Saludos.
EliminarVamos a ver si a fuerza ensayo/error, aprendemos algo.
ResponderEliminarEl uso de mascarilla reduce sensiblemente la capacidad respiratoria, inspiración-espiracion, y no es algo que hagamos por capricho. Es una función vital e instintiva.
Poner obstáculos a esta función es agravar las cosas. Si a un anciano de 90 años, que ya le cuesta respirar, le añades un obstáculo.
De la falta de ventilación de los pulmones proviene la neumonía, y ésta sí mata.
Como pedir razones aquí es como pedir peras al olmo, piensen lo que quieran.
Blas, no puedes permitir un referendum (acto de ley, que compromete) como si fuese una verbena.
ResponderEliminarEn caso de no darle validez, ¿por qué lo permites? Las consecuencias habrían sido terribles.
No te enteras de nada, Víctor. Yo he votado en un referéndum en Venecia sobre la conveniencia de prohibir que pasen por ella los grandes cruceros. Obviamente ese referéndum no era tal de acuerdo con la Constitución, no tenía validez legal, solo representaba la opinión de los que votaron. Pero a nadie se le ocurrió mandar a la policía a disolver a palos a quienes iban a votar. De eso se trata aquí. ¿Terribles las consecuencias de saber lo que piensan los ciudadanos de Cataluña sobre un asunto que les afecta especialmente? Pues vaya democracia esa que tú propugnas, quizá la democracia orgánica de infausta memoria. Saber lo que piensan los ciudadanos sobre asuntos políticos es una necesidad de los políticos para poder gobernar.
EliminarOh, sí, las consecuencias habrían sido terribles: el estado español habría quedado definido como una democracia auténtica. ¿Y qué proporción de españoles puede soportar tal cosa?
Eliminar¿Qué proporción, en el país de los balcones belicosamente abanderados, ahí donde muchos gritan "A por ellos", o hablan de los "catalufos", o de "Puchimón"?
Spain no da más de sí. Lo siento por los que (todavía) creen que el país -el Estado- tiene solución.
JLGM, me comparas churras con merinas. No es lo mismo votar en Venecia que pasen o no grandes cruceros, que votar en Cataluña la ruptura del régimen de 1978.
ResponderEliminarNo es lo que piensen. No sé si el referéndum de Venecia se ha aprobado.
Puedes hacer un referéndum preguntando si quieren que reduzca el sol
Yo estaba hablando de leyes
Estamos hablando de la aplicación del programa electoral de los partidos que ganaron unas elecciones de acuerdo con la constitución del 78. Pero no sigo. He vetado en el blog a los comentaristas anónimos. A ver si funciona. En caso contrario, eliminaré la posibilidad de hacer comentarios.
ResponderEliminarTe equivocas. Yo puedo poner o proponer en el programa electoral, pues, por ej.,la aplicación de la pena de muerte.
ResponderEliminarEstá prohibida en la Constitución de 1978.
Puedo proponer una nueva república, por referéndum, saltandome el Título II.
Puedo proponer, lo hace Vox, la modificación del Título VIII, sobre la organización territorial.
Bien, para unos y para otros, la Constitución de 1978 (aprobada en referéndum, por cierto) empieza a ser incómoda.
Un saludo.
A ti no te hace falta firmar, Víctor, tu manera de no pensar es inconfundible. ¿No confundirás la Constitución con las tablas de la ley que Dios entregó a Moisés? Proponer modificar la constitución (ya se ha hecho varias veces) es perfectamente constitucional. Y utilizarla para tapar las vergüenzas del presunto delincuente que tuvimos como jefe del Estado una vergüenza.
EliminarY venga con la matraca. Hoy entrevistaron en la tele a Oriol Junqueras y volvió a repetir eso de la pareja en la que uno quiere divorciarse y el otro no. Como vuelva a oírlo me da un jamacuco. Les sonó bien y no hay ocasión en que no lo digan. Martín lo ha repetido a menudo, como un reloj de cuco. Qué cansancio, de verdad.
ResponderEliminarPiquero, Piquero, no vuelvas a las andadas.
ResponderEliminarPues a mí la intuición me dice que, entre los muertos con Covid, están los muertos por gripe. En 2018: 15000 fallecidos. Y la gran parte de la sociedad no decía ni mu. Es curioso el trato social que le damos a la muerte (y al miedo, cómo no), según los tiempos, ejem, más o menos mediáticos.
ResponderEliminarAlejandro Lérida
Always the same history, decía, desesperado, un personaje de Shakespeare, los españoles no sabemos discutir sin oponer nuestro ego a las argumentaciones de los demás, no sabemos escuchar y sobre todo no podemos aguantar las réplicas irreflexivas, sin pensar en los discursos de los oponentes y hacemos interminables las discusiones sin llegar nunca a planteamientos que puedan dar salida a los problemas que se plantean. Always the same history.
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