sábado, 19 de diciembre de 2020

Después y todavía: La broma infinita

 

 

Sábado, 12 de diciembre
PARLAMENTARISMO ESPAÑOL
 

El azar –estoy preparando una reedición de Huellas de las constituyentes, el único libro publicado por Luis de Sirval--, me ha llevado a releer las crónicas parlamentarias de Azorín, el primero que las convirtió en un género literario con entidad propia. Me sorprende esta vez un capítulo, “El confort de la cámara”, que había olvidado o en el que no había reparado. Creo que el pulcro Azorín es la única vez que habla de estas cuestiones. 

“¿No podrá darse el caso de que, aquí en el Congreso, sintamos una necesidad inaplazable?”, se pregunta. Nos apresuraremos entonces a buscar una de las “camarillas excusadas”. Esas camarillas no tienen más aireación que la que puede prestarles el pasillo que circunda la Cámara y donde los diputados se reúnen. Hay días en que, desde que se penetra en el edificio, “ se tiene la prueba patente –el olfato nos la proporciona—de esta falta de aireación”. Ocurre además “que, para agravar tamaño atentado contra la higiene, hay muchos señores (no sabemos si diputados o no) que se olvidan de tirar de una sutil cadena que existe en tales camarillas, y que no son pocos los días en que en tan repetidos lugares es absoluta la falta de la indispensable agua corriente”.

Resulta que lavarse las manos –no en sentido metafórico-- es una de las empresas más difíciles en el Congreso: “Existen unos lavabos, pero están reservados exclusivamente a los diputados. Y como es mucha la gente que concurre al Congreso y que no representa al país, resulta que se ven en el trance de no poder lavarse las manos, y resulta también que como los indicados lavabos están lejos de las camarillas los diputados que salgan de estas para dirigirse a aquellos tienen que recorrer un gran trecho de camino y se ven expuestos al riesgo de encontrarse en su carrera a amigos y conocidos que les tienden la mano con objeto de saludarles”.

Por supuesto, no hay “camarillas” ni lavabos para las señoras que asisten como invitadas a las sesiones. Otra sorprendente ausencia anota Azorín: la falta de escupideras. “Una tan solo hemos visto –señala-- en lugar tan frecuentado como el pasillo circular. Y aprovechamos la ocasión para dejar sentada la costumbre general que hemos observado en el Congreso de escupir en la alfombra”.

Así era el Congreso a comienzos del siglo XX. Yo veo en esa pestilencia y en falta de higiene el mejor símbolo –no sé si buscado por Azorín-- de la corrupta restauración canovista, aquella democracia caciquil del amaño y del compadreo.

Domingo, 13 de diciembre
VUELVO A MISA

Una ciudad sin lugares en los que sentarse a tomar un café, hojear un libro, descansar del paseo, charlar con un amigo es una ciudad fosca y malhumorada. Oviedo lleva así mucho tiempo. Salgo a pasear cuando todavía hay luz, pero pronto se hace de noche. Es la hora en que habitualmente voy al cine, pero ahora están cerrados. No me apetece volver tan pronto a casa. Y sin darme cuenta, llevado por mis pasos que todos lo convierten rápidamente en rutina, vuelvo a dar en Las Pelayas. Me siento en el último banco, cerca de la puerta, como un intruso no invitado, y me dejo acariciar por el monótono canto que surge tras las rejas. Somos media docena escasa de sigilosas sombras, menos que las monjas que siguen su ordenada vida al otro lado. Quizá no me conviene decirlo, pero lo digo: a solas con mis pensamientos, paso media hora de felicidad. No sé si ese Dios que no existe –pero al que se debe mucho de lo mejor y de lo peor de este mundo-- tiene algo que ver con esto. Me imagino que no.

Lunes, 14 de diciembre
UN DÍA FELIZ

La felicidad de levantarse, desayunar, revisar la reseña de esta semana, enviarla al periódico, cruzar el parque de San Julián, atravesar el puente sobre la autopista, entrar en Noor, sentarse en la mesa favorita, al fondo, bajo la lámpara, abrir un libro, que el camarero me traiga, sin pedirlo, el café y el vaso de agua, pasar una hora leyendo, tomando alguna nota, distraerse de vez en cuando con el ir y venir de los clientes, casi todos habituales, para los que el dueño y camarero tiene siempre una palabra amable.

            “¡Con qué poco se conformaba este buen hombre!”, dirán los lectores de dentro de algún tiempo. Y no se podrán creer que ese poco, hasta ayer mismo, estaba rigurosamente prohibido.

Pero la felicidad continúa. Paso por casa y por mi despacho del Milán y luego me voy a otra sesión de trabajo gustoso en las Salesas, a mi rincón de encuentros y lecturas desde 1982. Me siento en el lugar habitual, la gran mesa redonda, y abro el libro que el correo ha dejado esta misma mañana en el despacho: El vaso medio lleno, de Enrique García-Máiquez, con su hermosa cubierta blanca en la que destacan unos coloreados trazos de Ramón Gaya. Son aforismos, el género mejor para picotear en un café. Lo abro al azar y el azar (siempre generoso conmigo) hace que el primero que lea resume lo que yo le diría a ese señor, don Cerrojazo y Tente Tieso, al que le basta soltar un tuit para arruinar a una familia o a un ciento: “Piensa más y acertarás”. Aunque yo creo simplemente con que pensara antes de actuar ya tendríamos mucho camino andado.

            Y aún no ha acabado todo. La ciudad vuelve a tener alma. En el Dos de Azúcar, leo un rato –otro libro distinto, por supuesto-- y charlo con un par de amigos. Hasta ahora tenía que hacerlo a la intemperie, como un sin techo, calentándome las manos con el vaso de plástico del café.

            Un día feliz, con harto pesar de las autoridades político-sanitarias, que aún no se han enterado de que el no maltratar a las personas es lo primero que hay que hacer para preservar su salud. Nadie más vulnerable a cualquier virus que quien ha perdido las ganas de vivir, como buena parte de los internos en las residencias de ancianos.

Martes, 15 de diciembre
LA REBELIÓN FEMENINA

Antonio Insuela, que ya está pensando en que al final del curso habrá de abandonar su despacho, me pasa un buen puñado de viejas revistas, el mejor regalo que puede hacérseme. Me llevo a las Salesas un tomo de Por esos mundos. Es de 1913. Colaboran Emilia Pardo Bazán, Manuel Machado, Rubén Darío y tantos otros nombres admirados. Pero a mí me interesan más las noticias de entonces. Siempre he creído que el periodismo noticioso, no el opinativo, no resiste menos el paso del tiempo que la literatura.

Una “Crónica mundial” inicia cada número. De “La revolución femenina” habla la primera: “En Inglaterra y en los Estados Unidos las mujeres luchan en pro del sufragio femenino. El objeto real de la contienda es el de compartir con los hombres el gobierno de los pueblos”. Da cuenta a continuación de su éxito en Estados Unidos, donde van de triunfo en triunfo, y de su fracaso en Inglaterra, donde habían obtenido del gobierno la promesa de que se consideraría el sufragio parlamentario de las mujeres, pero el presidente de la Cámara dijo que no se podía discutir esa ley electoral por no cumplir ciertos requisitos (más o menos lo que hacen en España los letrados de las cortes cuando se trata de investigar al anterior jefe del Estado). Las sufragistas británicas no se tomaron demasiado bien la decisión: “En los buzones de correos vierten ácido sulfúrico y fósforo; los cristales de los escaparates caen hechos añicos bajo los golpes o las pedradas; ni siquiera las flores encuentran piedad ante la furia de las sufragistas y así han destruido las famosísimas orquídeas de los jardines de Kew, en las cercanías de Londres”. Y no para ahí la cosa: “Los miembros del gobierno reciben diariamente cartas que contienen amenazas de muerte y no son pocas las precauciones que la policía toma para evitar un atentado”.

            Pero el comentarista, al contrario de lo que podría pensarse, no da muestras de asustarse demasiado: “¿Qué de sorprendente tiene el que las sufragistas londinenses rompan cristales y destruyan jardines? Procediendo así no hacen sino seguir los caminos trazados en la historia y probar, sin ningún género de duda, su actitud para las tareas políticas, ya que igualan a los hombres en el arte de perturbar el orden injusto y de conquistar el progreso con jornadas de barbarie”.

            Parece que en la España de 1913, al contrario que en la actual, había algún atisbo de vida inteligente.

Miércoles, 16 de diciembre
TENGO MIS DUDAS

Dicen que no se puede hacer una tortilla de patatas sin romper los huevos. ¿Seguro? Yo, desde que me invitaron a probar una tortilla de patatas vegana, tengo mis dudas.

Jueves, 17 de diciembre
LA NUEVA RACIONALIDAD

Salgo de casa, temprano en la mañana, y el cielo es tan azul, tan de verde transparente y oro las hojas de los árboles, tan brillante del rocío la hierba, que de inmediato siento una bocanada de felicidad. “No me podrán quitar el gozo de vivir”, me digo.

            Pero me lo quitan en cuanto echo una mirada distraída a las portadas de los periódicos: “El gobierno pide a las comunidades que aumenten las restricciones para Navidad”. Al parecer, esas estadísticas llenas de distingos y de las que nadie controla su fiabilidad han vuelto a subir. Y yo me digo que si son fiables, y las medidas tardan al menos diez días en hacer efecto, la causa de la subida está en el cierre de cafeterías y zapaterías, no en su apertura el lunes pasado.

            Eso es lo que se pensaría si uno se atiene a la vieja normalidad, pero en la nueva se razona de manera distinta. ¿Suben las estadísticas? Pues en Navidad en lugar de diez personas a cenar que se reúnan cinco y en lugar del toque de queda a las doce (como en la Cenicienta) lo ponemos a las ocho para que la gente tenga más tiempo para desesperar y pensar en el suicidio. La causa de lo que ocurre en el presente no es lo que hemos hecho en el pasado –las medidas absurdas--, sino lo que haremos en el futuro. ¡Viva la lógica!

            Unos parecen haberse vuelto locos y a otros nos quieren volver locos. Y lo están consiguiendo. Se me acerca (pero no a menos de dos metros y con mascarilla, que no suelte otro tuit amenazador Barbón) una amiga muy asustada: “¡Tengo un tío con Covid, Martín! ¡Y su hija también es positiva!”, “¿Cuántos años tiene tu tío?”, “No sé, hace mucho que no le veo, cerca de noventa o más, es mi tío abuelo”,  “¿Y tenía alguna enfermedad?”, “Creo que sí, no sé qué, pero le ingresaban cada poco”, “¿Y su hija también está en el hospital?”, “No, su hija no, no tiene ningún síntoma, pero es positiva. Estoy desesperada. ¡Y la gente llenando la calle Uría! ¡Son unos inconscientes!”.

Hace unas semanas a un amigo se le murió la madre, en pocas horas, de un derrame cerebral y, cuando le di el pésame, me dijo algo aliviado en medio del dolor: “¡Pero no tenía Covid!”

            La situación podrá ser desesperada, pero no es seria.

Viernes, 18 de diciembre
MALTRÁTANOS, BARBÓN

Cuando comenzó la Gran Guerra, en agosto de 1914, entre enfervorizados aplausos de los ciudadanos a sus sabios gobernantes, todo el mundo pensaba que los soldados iban a volver a casa por Navidad.

            ¿Cuándo podremos nosotros volver a celebrar como Dios manda, y nunca mejor dicho, la Navidad? La guerra del catorce duró cinco años, pero también antes hubo la guerra de los treinta años. Conviene no ser demasiado optimistas.

            ----Nos toman el pelo y encima quieren que les demos las gracias.

----¿Nos toman el pelo? No. Nos lo arrancan a tirones y muchos les dan las gracias mientras se arrodillan y gritan: “Maltrátanos, Barbón (o Ximo Puig o quien sea, tanto monta, monta tanto) que hemos sido malos, que hemos salido de compras, que queremos visitar a nuestros familiares, que nos lo merecemos”.



41 comentarios:

  1. Como no me deja JLGM meterme con Pardo Bazán, y dios me libre, me meto con Adrián Barbón.
    Con la nueva ley de educación, LOMLOE (supongo que significa Ley Orgánica de Mejora de la Ley Orgánica de Educación, toma ya), eliminan la Filosofía del plan de estudios de secundaria, se queda como una optativa en el camino. ¡¡Eureka!!
    La verdad ni falta que hacía, la filosofía desborda por todas las goteras cuando hay aguacero. Así, Barbón y sus secuaces, han dado la vuelta a Descartes, cual calcetín. "El virus no piensa, tu si".No sé si esto es general, no se puede viajar.
    El silogismo cartesiano conviértese en un silogismo barbónico.
    Hay un error de primero de Lógica, de una premisa mayor negativa no se deduce una verdad. Sería N(virus no piensa) + V(tú sí)= NO. Mejor sería N(virus no piensa) + N(yo tammpoco)= verdadero.
    ¿Cómo sabrá Barbón que los virus no piensan? Los humanos estamos llenos de limitaciones y discapacidades, pensemos o no. Por ejemplo, no somos capaces de hacernos venenosos (excepto verbalmente), las ranas, los reptiles, hasta las plantas y microorganismos sí.
    Los pulpos,dicen los científicos, que invadirán la tierra, que son muy listos los cefalópodos. En un futuro no muy lejano ya no comeremos pulpo a la gallega ni calamares a la romana, sino que serán ellos los que pidan en el bar "póngame una tapa de humanos a la gallega".
    Si los pulpos son tan listos; ¿por qué no los virus?.Falso silogismo, y así estamos.
    Ahora escribo con ordenador y verán uds. todas las tildes.

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  2. A veces te pareces a algunos jovenzuelos que reivindican su libertad, sólo que tú para el café y ellos para los botellones.

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  3. Qué bobada, señor Piquero. ¿Alguna vez he tenido yo problemas para tomarme mi café? Cuando los bares estaban cerrados, lo podías tomar en la puerta. Y estaban además las máquinas expendedoras.
    Confundir los botellones (que estaban ya prohibidos, se cumpliera o no la norma) con el cierre de zapaterías, bares, restaurantes, cines (todos previamente adaptados a las más rigurosas normas de seguridad), lo que lleva a la ruina a muchas familias, me parece de una insuficiencia intelectual que no acabo de creerme. ¿Tú eres el José Luis Piquero que yo conozco o un bromista que lo quiere dejar en ridículo?

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  4. Ya conozco tus truquitos para humillar al que piensa distinto (o al que piensa), así que no me hacen mella. Veamos, así que el café en la puerta en vaso de plástico, claro. Por esa ofensa le has jurado odio eterno a Barbón y demás. Quita botellón y pon fiestas masivas sin protección y lo que ocurre en los bares y en las calles en cuanto se levanta la mano. En fin, que no te has enterado de lo que está pasando, de cómo está España, de cómo está Europa. Y no me hables de la ruina de las familias. A mí también me tocó al principio y tengo muchos amigos en la hostelería, como puedes suponer. Eres tú al que no reconozco, tan parecido a esos que se manifestaban en los barrios ricos en contra de las restricciones y "por la libertad". Y así estamos ahora.

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    1. No diré nada para no humillar. Ya te humillas tú solo bastante.
      Pero en fin algo diré. ¡Que no te enteras!, por ejemplo. Que yo no hablo en general, sino de medidas muy concretos que no contribuyen a la contención de la enfermedad y en unos casos son simplemente risibles (eliminar las servilletas de papel de las cafeterías) y en otros causan un daño grave a las personas (cerrar de un día para otro locales que cumplen con todas las normas de seguridad en lugar de solo aquellos que no las cumplen).
      La verdad es que asombra un poco tu manera de no pensar. Y mete miedo: o sea que, a la gente, garrotazo y tente tieso, que en cuanto se levanta la mano hacen de las suyas. Das miedo.
      ¿En qué país vives? ¿Sales a la calle? ¿Observas a la gente? La mayoría está tan aterrada que cumple todas las normas hasta extremos absurdos. En fin, que no te enteras, pero quien te lee sí. ¡Y vaya impresión que saca!

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    2. Eliminar las servilletas es muy razonable. Venga, piénsalo, visualiza a la gente usando las servilletas. En cuanto a los locales, seguro que muchos o la mayoría cumplen las normas, pero no todos, y también llega un momento en que las normas que servían en octubre no sirven ahora. Porque de octubre y del puente y de esto y lo otro viene lo de ahora.
      ¿Que no salgo a la calle? Bien, en los últimos 20 días no, por el contagio de mi pareja, pero no he dejado de salir y he visto de todo, de todo. Mesas en terrazas en que de una mesa a otra los respaldos de las sillas se tocaban. No he visto a gente aterrada, y debería estarlo. Se coge muy fácilmente, te lo aseguro, te lo puedo asegurar con conocimiento de causa. Y todo sigue un orden: relajación- segunda ola- relajación- segunda ola peor- relajación... Gracias a los fachuquis de los barrios pijos, a las Ayuso y a los Martín esto va para largo. Contribuís a que la gente no se lo acabe de tomar en serio. A ti te veo feliz y confiado. Pues eres persona de riesgo, cuidado. ¿Te cuento ejemplos de gente que conocemos tú y yo?
      Espero que los que lean saquen justamente la impresión que intento dar.

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    3. 1/ Visualizo el uso de las servilletas de papel. Lo que no visualizo es ningún riesgo. Ya muchas cafeterías --la del Corte Inglés en Salesas, por ejemplo-- te pone una bajo la taza. A lo mejor eso es la causa de la "tercera ola" que se avecina.
      2/ En una terraza se tocaban la sillas... ¿Seguro? Pues si es obligatorio que se separen dos metros estás acusando a la policía andaluza de estar sobornados por los hosteleros. Supongo que sería una excepción y con poner la multa correspondiente y cerrar el local si hay reincidencia todo solucionado.
      3/ Se coge muy fácilmente la nueva enfermedad viral, pero en un noventa por ciento de los caso ni siquiera lo notas o no pasas de tener un poco de fiebre. Y el mejor ejemplo lo da tu pareja --con la que he conversado, como contigo, a través de ZOOM--, con una apariencia envidiable. La mayoría de las enfemedades --cáncer, infartos, etc. etc-- son más graves que la Covid y no paralizan el mundo. ¿Sabes la cantidad de elementos cancerígenos con los que estás en contacto todos los días?
      No sigo. Sé que estás pasando por un mal momento y te mando un abrazo. Y te lo daría personalmente sin miedo a contagiarme si tuviera ocasión.

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    4. Bueno, pues se agradece que te quites la careta y te muestres abiertamente negacionista. Al menos sabemos a qué atenernos. ¿Así que de cáncer e infartos mueren 700 personas en una semana (y eso sólo en España)? ¿7.000 nuevos infectados en una semana es poco? En algunos países mueren en un día más que todas las víctimas de las Torres Gemelas. Sí, por fortuna, una gran parte lo pasa con pocos síntomas. Mi pareja tuvo la segunda semana fiebre, dolores musculares, pérdida del olfato... Pero los que van a la UCI están con un respirador hasta la garganta, boca abajo, una tortura. Pregúntale a nuestro amigo el poeta X, que estuvo un mes en la UCI, sanó y cuando me envió una foto había envejecido diez años. Es más joven que tú y no tenía afecciones previas. O al narrador Y, que murió en la UCI.
      Y tienes unas cosas... En Huelva (y no creo que seamos muy marcianos) esas prácticas que te conté no son la excepción sino la regla. Porque al principio se lleva todo muy estrictamente y luego se relaja. Y así viene la segunda ola y vendrá la tercera y los hospitales volverán a saturarse. “La nueva enfermedad viral”, como tú la llamas, me suena a lo de “esa persona a la que usted se refiere”, que decía Rajoy para fingir que Rato o Bárcenas no existían.

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    5. Piquero, Piquero...
      !/ Pretender descalificar argumentos aplicando una palabreja, como en un tiempo se gritaba ¡herejía! no creo que merezca comentarios. ¿Negacionista? Pues claro. No de que exista una pandemia, sino de que los medios utilizados para combatirla estén siendo los más adecuados.
      2/ ¿Sabes cuántas personas han muerto de cáncer o de infarto en los últimos nueve meses? Yo tampoco. Los medios solo nos informan de los que mueren de o con Covid, así que no podemos comparar. ¿Y cuántas personas mayores de noventa años mueren sin Covid? Tampoco se nos informa, pero te sorprendería.
      3/ No me metas miedo con lo que le pasó este poeta o a aquel narrador. Yo te puedo hablar de docenas de casos de gente más joven que yo (y que tú) que ha muerto, y a veces en circunstancias particularmente dolorosas, por enfermedad.
      4/ Y si tú dices que esas cosas pasan en Huelva, pues muy bien, pero yo no digo nada sobre Huelva, sino sobre Asturias. Y lo mismo que yo no me refiero a lo que tú dices de Huelva (aunque no es muy fiable un testigo que lleva veinte días sin salir de casa), tampoco tú deberías ponerte a negar lo que yo afirmo de Asturias. Un poco de seriedad y de información sobre el asunto concreto de que se trata antes de rebatir a alguien tampoco viene mal.

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    6. Hombre, me tengo que reír (falta me hace) con tu primera frase. Tú, que eres el mayor experto del reino en la descalificación ad hominem, que no sabes rebatir un argumento sin intentar humillar al oponente ("no piensas, dónde está tu inteligencia, haces el ridículo", etc.).
      Por lo demás las cifras de todo están ahí si uno quiere informarse. El coronavirus, que es de anteayer, ya es en España la tercera causa de muerte, sólo por debajo de males prácticamente endémicos del ser humano como son el cáncer y las enfermedades cardiovasculares. ¡Y el coronavirus es de anteayer, repito! Y en cuanto a si son apropiadas las medidas para combatirla, ahí lo tienes: qué ha ocurrido cuando se han tomado, qué ha ocurrido cuando se han relajado y casi suprimido. No en España: en todas partes. Y oye, no es igual decir que alguien es un hereje (no crees en la verdad revelada) que decir que es un negacionista (no crees en los datos objetivos).

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    7. Fascinante Piquero, o el grado cero de la inteligencia (esperemos que sea un eclipse temporal y que cuando vuelva a salir a la calle y a airearse le torne la capacidad de razonar). Hubo más muertes cuando se encerraba a los niños y solo se dejaba salir a comprar o acompañado de perro que en el verano o ahora. Mira los datos. Y ten cuenta que el número de contagios detectados depende del número de pruebas que se hagan. En fin, para qué seguir. Yo solo critico las medidas inadecuadas, no las adecuadas y tú las defiendes todas en conjunto. Pero como las autoridades cambian continuamente, deberías meterte con las autoridades político-sanitarias que son las causantes de que estemos tan mal al darnos la ducha escocesa de abrir y encerrar, no conmigo, que no tengo ninguna capacidad (ya me gustaría) para aplicar mis razonables ideas.

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    8. De nuevo las descalificaciones ad hominem, que es lo que se usa cuando no se tienen argumentos. Como comprenderás, en esas circunstancias, cuando sólo te veo dar manotazos, paso de debatir, no tiene sentido.

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    9. ¿Pero has debatido alguna vez, Piquero? Yo creo que no. Jamás, jamás has dado una razón en contra de las razones que yo doy, que no van en general contra las medidas que se han tomado contra determinada enfermedad, sino contra muy concretas medida que dañan la economía y la salud de los ciudadanos y en nada contribuyen a combatir esa enfermedad.
      No has dado ninguna razón. Y si decir esto es descalificar a la persona, pues naturalmente que te descalifico por completo en este punto (no en otros, por supuesto). Tú no razonas. Simplemente apoyas cualquier medida restrictiva, cuanto más dura mejor, y rechazas que esas medidas se relajen, demuestren su eficacia o no. No te preocupas de averiguar cuál parece funcionar y cuál no (son muy diversas y contradictorias, cada autonomía prueba las suyas, el toque de queda se copió hace poco de Francia, los guantes primero fueron imprescindibles y luego desaparecieron de los supermercados, etc., etc.) Para ti, todo lo que sea dañino para los ciudadanos es bueno contra el Covid. ¡Dios mío, Piquero! ¿Pero cómo no te voy a descalificar si hasta Adrián Barbón, comparado contigo, es una eminencia en estos asuntos? Pasa, pasa de debatir (aunque yo creo que no has empezado: te has limitado a reiterar tus prejuicios).

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  5. Por hacer caso a don Martín hállome en esta camilla de hospital, pronado, intubado y bien jodido. Eso sí, un enfermero, asiduo del club de lectura que frecuentaba servidor antes de la eclosión del morbo chino, me ha socorrido en este duro trance y me ha facilitado una tablet electrónica con la que les escribo este textillo: si ya se puede ayudar a bienmorir cómo no a malvivir.
    Pues es el caso que había leído yo a don Martín en el dominical del progresista El Comercio, diario abanderado (rojigualdo) de los intereses de todo lo que huela a negocio, lucro o plusvalía, y que hace campañas aguerridas a pecho descubierto contra los liberticidas que cuestionan los sacrosantos principios del mercado. Y en ese leer leía que era puro dislate someter la libertad individual a los yerros y chuminadas de advenedizos-seguidistas-acríticos de las ciencias médicas y de la virología en particular. Le creí, salí a descampado sin embozo, busqué una senda solitaria y me vi empujado, pisoteado, salivado por una multitud de paseantes solitarios que, como servidor, buscaban la paz idílica a la manera de los insumisos pastoriles. Y, tendido en el suelo, un grupo de atletas corredores de fondo -que por serlo no llevaban mascarilla- al pasar al lado de mi cuerpo maltrecho, lo envolvieron en una nebulosa aspersa de sudores y que está en el origen de los males que ahora peno. No le guardo rencor a don Martín, que uno cree saber lo que no sabe y de barro nos hicieron.
    De aquella insumisión, héteme aquí boca abajo, va ya para tres meses. Pero estoy algo mejor y me dicen en la UCI que, por Navidad, podré tomar un polvorón “Felipe II”, marca buena donde la haya, no sé si dado en boca o en supositorio, lo que -vive dios- no iba a ser la misma cosa.
    Si sobrevivo, ya les iré contando.

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    1. Cuánta redicha bobaba, don F. Y persona que sea tan directo.

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    2. Cuidado con los supositorios, algunos dicen que propician estruendosos polvorones.
      Abrazo, F, con el solsticio la luna llena excita la licantropía. O no vio usted los efectos que le producía al inolvidable Benito Freire? Cómo me gustaba Pedro Olea!!!!

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    3. De todas formas,caro Martín,debe reconocerse que las normas que los grandes intelectuales critican suponen una obviedad que ya detectarían gobernantes y científicos cuando las impusieron. La prohibición de las servilletas y otras graves ofensas que para algunos suponen una mortificación insuperable, dice el sentido común que alguna explicación tendrá, a no ser que caigamos en la majadería de tener por sádicos e incompetentes a quienes nos marcan directrices. A mi, cuando disfruto paseando matutinamente por las umbrías solitarias del Retiro, coincidiendo a veces con mi admirado Muñoz Molina, no me produce la menor frustración ni sacrificio llevar la mascarilla puesta. Perdón, pero ests rebeldía constante que usted exoresa en defensa de la libertad me parece la típica de los niños que se resisten a ir al colegio. Una forma madura de interpretar la situación es aceptar que estamos viviendo una guerra sin armas contra un feroz enemigo invisible. El pacifismo de salón es una tapa de demagogia barata que ya empacha incluso a los que son muy buenos.

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    4. Don Blas sabe administrar sus redichos sin fiarse de la deformación de los espejos falaces de la adulación (toma epigrama bonito...). Los que tiene en una encrucijada del pasillo se los donó el veneciano que azogaba los de un ciego talentoso.
      Feliz Navidad.

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    5. Señor Conrado Ron, el sentido común no es patrimonio de los grandes intelectuales. A mí usted me recuerda a los españoles del tiempo de la Inquisición, cuando las razones las tenía siempre la "santa madre iglesia" y discrepar de ellas llevaba a los hombres a la hoguera.
      Que las autoridades "político-sanitarias" han demostrado sobradamente su incompetencia no creo que nadie lo dude. Vea las decisiones contradictorias que ha ido tomando. Encerraron en casa a los niños y durante varios meses no los dejaron asomar la nariz a la calles (los adultos podíamos ir a comprar, pasear el perro, al trabajo). Ellos, ya digo, ni asomar las narices. ¿Había alguna razón para ello? Ninguna. Ya se sabía entonces que el aire libre era lo más sano y llenaron de policías los parques para que nadie los pisara. Ahora, con la misma enfermedad, cierran los bares (al menos en Asturias) y los cines, pero permiten --muy razonablemente-- que veinte niños compartan aula durante horas y jueguen juntos en el recreo. Si usted no ve una contradicción en eso, tiene usted unas formidables tragaderas.
      Y la prohibición de las servilletas de papel (que no se comparten como no se comparte el papel higiénico, no prohibido por cierto) no causa molestias (uno lleva sus klinex), pero es un absurdo que ofende a la inteligencia y hace pensar si otras medidas, más dañinas, será igualmente "eficaces". Es posible que a usted no le moleste llevar mascarilla cuando no es necesaria (tampoco a las mujeres musulmanas les molesta taparse la cara), pero eso no las hace necesarias. Son una herramienta sanitaria, no un talismán. Al aire libre, y con la distancia adecuada de otras personas, no causan ningún bien y sí algún mal, por pequeño que sea.
      Y esto no se lo digo como "gran intelectual", sino como persona que a los siete años alcanzó el uso de razón y desde entonces no ha dejado de utilizarla.

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    6. Sé que es un pérdida de tiempo pero te voy poner un ejemplo de cómo el sentido común, aunque sea el de "un gran intelectual" (que, dicho sea de paso, es una presunción tuya suponer que el tal Ron se refería a tu persona, pero que le sirvió -por lo menos- para que fueses más moderado en el "correctivo" que le administraste, sensible como eres a los elogios poco comprometidos con la justicia... o la justeza) no sirve per sé, digo, para explicar el porqué de ciertas cauciones que los expertos toman respecto a cualquier cosa, en particular en la prevención del contagio por coronavirus.
      Entre las medidas impuestas a los hosteleros figura la de suprimir la música ambiental. ¿Qué tendrá que ver con la propagación del microbio?, pensé yo en un primer momento. Absurdo; otra genialidad de funcionarios ociosos y pelín sádicos. Y vino la explicación de boca del locutor: se debe suprimir el ruido ambiente porque "incita a la clientela a hablar más alto, circunstancia esta que favorece la emisión a distancia de las microgotas". Pues ahí lo tiene don Martín, que seguro que antes del ucase estaría rumiando aquello del culo y las témporas.
      A ver si aprendes y te corriges, que hasta Antonio Gramsci se convirtió al catolicismo poco antes de morir, según el veraz arzobispo penitenciario emérito del Vaticano, Luigi De Magistris.

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    7. ¿Y no se suprimió la televisión, señor F., que también incita a hablar más alto (si el volumen es alto, claro, lo mismo que ocurre con la música ambiental)? No sé si seré "un gran intelectual", pero comparado con F. cualquiera es Einstein.

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    8. Jejejeje...Eso lo dices tú, buen hombre; se necesitaría jueces imparciales. Eres inferior a este menda en demasiadas cosas, incluyendo en lo que más te duele. No dejas de ser un aparentón con pretensiones..., que no se van a cumplir: Kronos aprieta, no yo).

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    9. No lo es, don JLGM.

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    10. Tercio en el debate sobre la música ambiental que se mantiene aquí. El señor García Martin denota no tener ni idea de lo que supone la " música" que atruena ciertos bares de " juventud" endonde es prácticamente imposible entender lo que le dice a uno otro que esté a más de un metro; nada que ver con los aparatos de tv que solo afectan (por lo general y con las excepciones del caso) a quienes estén más cerca del emisor. Lo que en ambientes juveniles se entiende por música suele llevar asociado un volumen altísimo, por lo menos para el gusto de los abonados a la temporada de ópera del Liceo o del Camposmor.
      Una vez más, el señor Garcia Martin se obstina en tener razón y dista mucho de tenerla.
      Aclaro que hablo con conocimiento dr causa, pues soy proveedor industrial del gremio hostelero. Tampoco es cuestión de que el local esté debidamente insonorizado según la normativa, porque eso tendría más que ver respecto a los colindantes (vecinos) del edificio y no con los clientes.

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    11. Anónima bobaba, una vez más. La música ambiental no tiene por qué ser música de discoteca y el televisor puede estar a un volumen excesivo. En los locales de música estruendosa la gente no va a charlar. Pero, en fin, corto y cierro. ¡Quién me mandará a mí perder el tiempo con anónimos y efes!

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    12. Ya que me cita... Desde luego, la música ambiental no tiene por qué ser estruendosa, pero en muchos casos lo es; y para ellos se legisla y se promueven normativas que, no lo niego, hacen que algunas veces paguen justos por pecadores. No existe policía cívica suficiente ( muchos efectivos se aplican a abrir marcha a las caravanas de ambulancias) para controlar al detalle, así que... Porque esto es una emergencia, a ver si se entera la gente. Y el papel de fumar escasea, no se obstinen en usarlo demasiado, sean comprensivos y colaboradores.
      La legendaria sapiencia del titular de este blog no puede dar para tanto. A menos que " algunas noches salga, bien protegido el corazón" y las solapas del gabán levantadas, y frecuente esos guetos de altísimo decibelio adolescente.
      Excelente poema, don Martín: por cosas así y algún que otro deliquio concertante, te tolero. Apenas.

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  6. Que los que ensalzan incondicionalmente a 'su' gobierno de turno, en relación con la pandemia, me hablen —por favor— de los costes y la valoración de daños evitados y provocados; de la transparencia y la información: no solo de número de casos, hospitalizaciones y muertes, sino por grupos de edad, sexo, clase social, enfermedades y consumo de medicamentos para tales enfermedades. Que me hablen, en fin, de la equidad en todas las medidas, de forma que se pueda considerar siempre el impacto en todos los grupos de población. A ver qué dicen, más allá del menosprecio sistemático.

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  8. Hay que ser pardillo para no darse cuenta que los PGE, la LOMLOE, y la propuesta de indulto a los autores del golpe de estado del 1-0, y del "proces:, son el precio del poder.

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  9. JLGM te deseo que pases unos días de lo más agradable. Eso sí, cuídate mucho.
    A D.Blas, ya le vale la tonteria, con ciertas cosas no se juega.

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  10. Es acojonante que en pleno siglo XXI aparezca un tío como Conrado Ron chocheando (sin ser nonagenario, supongo) con que no podemos tomar por incompetentes a los que "nos marcan las directrices", hagan lo que hagan y dicten las incongruencias que dicten. Lo contrario sería "pacifismo de salón y demagogia barata". Pero por lo visto no es "belicismo de barbería" ni demagogia todo a 100 el asentir del modo más sumiso y acrítico a cualquier chorrada emanada de la "autoridad competente". Y una creyendo que estos servilismos habían perecido en 1975.

    Pero en fin, es casi día 25, fun fun fun, y toca felicitar a Martín y a sus comentaristas, incluido el señor Ron, añadiendo en este último y particular caso un deseo ferviente y expreso de recuperación cerebral acelerada.

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    1. Señorita, creo que a veces no está mal reconocer que no se debe hablar sin conocimiento de causa. Esa es mi opinión oz si prefiere, revestirse del sano prejuicio del miedo a meter la pata. Yo cuando viajo en un taxi aprendo horrores del conductor, lo que pasa es que al llegar a casa se me olvida todo.
      Me dijeron que el emérito cenó ayer cabeza de cochinillo rellena de euros, pero vaya usted a saber, la gente exagera muchísimo, sobre todo cuando es muy mala y no está dispuesta a dar vivas a las caenas.

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    2. "Señora", Felgueroso: desempolva tu English. De na.

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  11. Dice el chino de mi calle:

    "Maestlo con etanol
    enséñal mucho peol.
    Pelo peol que peol
    si toma haloperidol."

    A no empeorar, don V.


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  12. Tomo en cuenta los juiciosos consejos de Luis Felgueroso. Algún día le contaré un episodio que tiene que ver con el hirsutismo de cierta dama, que nunca iba escotada por lo que se adivinará.
    Feliz solsticio, circunstancia astronómica que acompañó la venida del Prodigio. Qué culpa tuvo él...

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    1. Gracias, F, que sepa, como anécdota de buen colega, que anteayer me acordé de usted al subir por la cuesta de Moyano para visitar en la Casa de Vacas una interesante exposición de Paula Varona sobre el paisaje urbano madrileño. La pena es que ya termine mañana.

      Esto, antes de repetir por enésima vez a los que en este foro "tienen muy claro" tanto lo que habría que hacer cabalmente para combatir eficazmente al coronavirus,como la forma de resolver todo gran problema, que lo único que nos indica el sentido común es que desde marzo, tanto científicos como médicos y gobernantes se resignan a conjeturar y a extremar las precauciones ante el doloroso desconocimiento del poder diabólico del bicho. Si unos y otros tuvieran más datos obrarian en consecuencia, como aconsejar las servilletas a tutiplen, el paseo campestre sin mascarilla y aliviar con urgencia el resto de insoportables frustraciones. Yo, tonto y chocho de mi, nunca fui tan rebelde como Yanet. Debe ser que mi tío, cabo Furriel, me transmitió plenamente sus disciplinados genes y no me cuesta tanto obedecer.Cada uno en el sitio que el Guionista nos asignó.

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  13. Vaya Don Blas. Tiene ud. un chino en su calle. Demuestra poca educación al hacer el chiste, por otra parte muy vistos.
    Así, la izquierda tonta dice "una copa menstrual para el facha de Abascal.
    Pero educar a idiotas lo dejo para otros.

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  14. Don Blas de las calzas verdes, dios me ampare. Si ha leído ud. a JLGM, sobre todo su poesía, y le ha hecho caso.
    Pues no me extraña que acabe ud. boca abajo en un lecho y bien jodido.
    Lea la prosa, la crítica, no se lo tome ud. al pie de la letra. Reincorporarse

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    1. No vea, don Víctor; si me hallo boca abajo y bien jodido es precisamente por haber leído a don Martín. Y lo peor, haberle hecho caso. Dita sea...
      Pero, "lo" de usted, ¿a qué fue debido?

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  15. Dejalo, Blas. Felices fiestas

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