sábado, 12 de diciembre de 2020

Después y todavía: La barbarie continúa

 

Sábado, 5 de diciembre
CUANDO LAS BARBAS

Un amigo me pasa un enlace del Jornal de Notícias con las últimas peripecias de la Fundación Eugénio de Andrade. “Cuando las barbas de tu vecino veas pelar…”, me dice.

            A la Fundación Eugénio de Andrade, en 1997 le cedió el Ayuntamiento de Oporto la llamada Casa de Serrúbia, un hermoso edificio al final del Passeio da Alegria, en la Foz del Douro. El piso bajo estaba acondicionado para actos culturales, en el primero vivía el poeta y en el segundo la familia de su ahijado y heredero Miguel, el niño al que había dedicado tantos versos. En esa casa, le visitamos a comienzos de siglo Martín López-Vega y yo. Le recuerdo enseñándome los libros que más apreciaba de su biblioteca, entre ellos la primera edición de La realidad y el deseo de Luis Cernuda, con quien se había carteado. Los grandes ventanales del salón daban sobre la desembocadura del río y a ellos se asomaban las palmeras del paseo, “esbeltas como los marineros de Ulises”, según afirmó en un poema. Parecía el mejor lugar para aguardar la eternidad. Pero el poeta murió en 2006 y en 2011 se disolvió la fundación ya que los gestores, con poca experiencia en esos asuntos, no supieron llevar bien las cuentas y acumulaba deudas. Era la única manera de que no tuvieran que responder de ellas con su patrimonio personal. El ayuntamiento, al hacerse de nuevo cargo del edificio, lo primero que hizo fue tratar de desalojar a la familia del poeta. Pero el piso se les había cedido por setenta años así que se resistieron al desalojo y ganaron el pleito. En 2019, y esa es la información del Jornal de Notícias, llegaron a un acuerdo con el ayuntamiento y se trasladaron a otra vivienda de propiedad municipal. Los libros y papeles del poeta ya había sido transferidos hace tiempo para la biblioteca municipal de Oporto.

            Un bonito sueño con un mal final. ¿Qué problemas había para que la fundación privada pasara a ser pública y la Casa de Serrúbia se convirtiera en un lugar de visita para los admiradores del poeta y en un centro de investigación sobre poesía? Pero todo lo que depende de la buena voluntad de un político desaparece con la mala voluntad o la desidia de otro.

            ¿Tengo yo que poner las barbas de mi fundación a remojar? No me parece. No ser importante también tiene sus ventajas. La sede de la fundación no será ningún palaciego caserón cedido por el ayuntamiento, sino un modesto piso comprado con mi dinero. Unos papeles y libros estarán, están ya, catalogados y a disposición de todos en la biblioteca del Fontán; otros revueltos y a disposición de quien se interese por ellos, se quedarán aquí. Los gastos de mantenimiento serán mínimos. La fundación Eugénio de Andrade solo sobrevivió cinco años al poeta; la mía espero que me sobreviva algunos más, aunque esas cosas nadie las sabe. Todavía no ha sido aprobada definitivamente. Los trámites burocráticos que, antes iban despacio, ahora en estos tiempos de teletrabajo  y cita previa (¿hay alguna cita que no sea previa?) parecen haberse ralentizado hasta la inmovilidad.

            Cuanto menos llamativo sea un proyecto, más fácil es que pase inadvertido y sobreviva. De momento, ya la Fundación JLGM lleva un tiempo publicando la revista Anáfora. ¿Poca cosa? Sin duda. Pero más de lo que han hecho por la literatura algunas administraciones.

Domingo, 6 de diciembre
LAVAR Y DESINFECTAR

“¿Cree usted que habría que reformar la Constitución?”, me preguntaron de no sé que medio digital. “Lo que habría que hacer, antes de pensar en otra cosa, es darle un buen lavado y desinfectarla bien. Lleva demasiado años siendo utilizada para tapar la porquería de cierto señor. Tampoco le vendrían mal algunos remiendos ya que, de tanto dar un tirón cuando asomaba ese señor la patita –hoy en un banco suizo, mañana haciendo regalitos a su amante con dinero negro, pasado mañana desapareciendo de francachela sin que el gobierno supiera por donde andaba--, está hecha unos zorros”.

Lunes, 7 de diciembre
EL MEJOR REGALO

Paso estos días de lluvia y de tontemia, trabajando en mi despacho del Milán. Soy de esas personas que necesitan salir de casa, ver gente, actividad continua. Ahora, me sobra tiempo por todos lados. Gasto parte de mi energía trotando por los alrededores de Oviedo durante dos o tres horas. Luego hago la compra, subo al despacho, leo, escribo, contesto correos, ordeno los libros, doy una vuelta por el centro al anochecer, cuando las calles se quedan vacías, pero siempre acaba sobrándome tiempo. Las cafeterías eran mi mejor despacho y el rincón preferido de mi biblioteca. Ahora que me las han cerrado, agradezco como el mejor regalo que la universidad no me haya cerrado del todo sus puertas y me permitan seguir utilizándola incluso domingos y festivos. No cambiaría este nombramiento de profesor emérito, que no tenía previsto, por ningún doctorado honoris causa.

Miércoles, 9 de diciembre
SI YO FUERA RICO

“¿Qué?, ¿abriréis por fin mañana?" –le pregunto al dueño de Noor. “Los periódicos no lo dejan claro, dicen que las autoridades lo están considerando”.

            “Yo ya no me atreve a profetizar, me siento como el cordero en la mesa del sacrificio esperando que caiga de un momento a otro sobre mi cabeza el golpe mortal”.

            Al volver a casa, veo a Luis, de Tres Tejos, que está apilando fuera del local las mesas de la terraza. “¿Se sabe ya algo?", le pregunto. “¿Abriréis mañana?”, “Parece que están decidiendo ahora. Yo no las tengo todas conmigo”.

Yo me atrevo a aventurar algo, aunque soy un pésimo profeta: “Abrirán, pero solo las terrazas. Como va a llover, pueden matar dos pájaros de un tiro: seguir hundiendo la hostelería y parecer razonables”.

            Por la tarde me entero que ni siquiera terrazas, que hasta el día 14 no hay nada que hacer, como si un juez le dijera al encarcelado: “Ya sé que no hay razón para que usted siga en la cárcel, pero le dejo dentro unos días más, no vaya a ser que el fin de semana se emborrache”. Terrazas no, pero el Campoamor abre mañana. Al aire libre, la gente no puede sentarse a tomar un café en mesas convenientemente separadas (puede, eso sí, juntarse a tomarlo de pie), pero en un recinto cerrado sí se puede cantar, bailar y acumularse la gente del coro sobre el escenario. Pero ¿a qué seguir señalando incongruencias?

            Pocas veces he sentido la necesidad de ser rico. Si ahora lo fuera, pondría mi dinero en una buena causa: contrataría al mejor equipo de abogados para preparar una demanda contra el presidente del Principado de Asturias. No creo que les fuera difícil argumentarla. Como creen que, aterrados por la pandemia, nadie va a decir nada, no cuidan de los fundamentos jurídicos de sus decisiones. Yo me leí la disposición  de la Consejería de Sanidad que hacía obligatorio el uso de mascarillas incluso cuando no eran necesarias (en espacios abiertos y respetando la distancia de seguridad) y daban un poco de risa las razones en las que se fundamentaba. Y para el cierre perimetral de varios concejos días antes de declararse el estado de Alarma ni siquiera se buscó fundamento alguno. Todo fue “ordeno y mando”, aunque no se tuviera capacidad para ello, y nadie se atrevió a rechistar, solo los alcaldes de Oviedo y Gijón consiguieron que se matizaran los aspectos más chuscos y contrarios a la salud pública (no poder salir del casco urbano) de la orden. Investido de poderes absolutos –pero relativos, que si se pasa pueden darle sus correligionarios de Madrid un tirón de orejas--, Adrián Barbón decidió cerrar la hostelería, los cines, las zapaterías, todo lo que pudo porque aumentaban los contagios. ¿Había algún estudio previo que le indicara que los contagios se producían en esos locales y no en los supermercados, las iglesias o las librerías, que no se cerraron? Si lo hay, debería darlo a conocer.

            Creo que sería fácil, si bajo el estado de Alarma la justicia sigue siendo un poder independiente, ganarle una demanda al Principado, que se vería condenado a pagar cientos de miles de euros en indemnizaciones a los negocios obligados arbitrariamente a cerrar.

            A ver si los hosteleros se animan a exigir que se les enseñen las razones científicas, o al menos los estudios serios, que tuvieron para cerrarlos  y lo que ha cambiado, dejando a un lado sus manifestaciones y sus protestas, para que dentro de unos días, y no mañana mismo, les dejen abrir.

            Yo contra quien tanto daño ha hecho a tanta gente iría jurídicamente a por todas. Le haría pagar las consecuencias –jurídica y políticamente-- de no ser capaz de entender que antes de restringir los derechos de los ciudadanos, que antes de atentar contra su salud física y mental, que antes de cerrar negocios y condenar a la ruina a sus propietarios, debería tener razones muy fundadas, pensármelo dos veces, que no basta con decir “se muere gente en los hospitales, impedir que alguien se muera por la Covid –que no por otras enfermedades.-- está antes que la economía (de los demás, por supuesto, que a mí no me ponen un ERTE ni me despiden por inepto)”.

Hay que fundamentarlo muy bien, encontrar un vínculo claro entre las discotecas abiertas y el aumento de contagios y muertes en las residencias, por ejemplo. No se puede, como el burro de la fábula, toquetear la flauta de las restricciones a ver si suena por casualidad.

            Pero yo soy pobre. No tengo dineros para pleitear contra los poderes públicos. Solo me queda el derecho al pataleo y apelar al tribunal de la historia.

            Cuando se escriba la historia de este tiempo, no quisiera estar ni en el lugar de Adrián Barbón ni el de quienes le aconsejan en materia sanitaria.

Jueves, 10 de diciembre
MÁS CHAPUZAS

Mi desdén por los premios literarios es perfectamente conocido. No solo por los premiecillos de poesía que se organizan acá y allá y que por lo general publica Visor. También por los más prestigiosos, como el Cervantes o el Nobel. En el primero, es frecuente que se conceda a un escritor valetudinario –es un premio prepóstumo-- al que buena parte del jurado ni siquiera ha leído; en el segundo, sospecho que ocurre lo mismo.

Las peripecias del fallo, lleno de fallos (valga el chiste fácil), del premio Alarcos deberían haberme dado ocasión para una regocijante caricatura. Se celebró gracias al empeño de Josefina Martínez, toda una fuerza de la naturaleza. Los organizadores, la consejería de Cultura del Principado de Asturias, querían que se transformara por completo o desapareciera. Para ello, sabiendo que Josefina no aceptaría, decidieron prescindir del jurado habitual y sustituirlo por otro de solo mujeres. Ella consiguió que volviera al jurado de siempre, el que primero presidió Ángel González, luego Luis García Montero, y ahora Luis Alberto de Cuenca. Cedieron, pero con la condición de que García Martín fuera sustituido por Laura Casielles. “De ninguna manera”, dijo Josefina. Yo estaba encantado de dejarlo, pero no fui capaz –mea culpa, mea culpa-- de resistir a su empeño. Aceptaron que me quedara junto a Casielles. Pero a Josefina no le convencía este último nombre (“¡se dedica más a la política que a la poesía!"). Y consiguió cambiarlo por el de Olvido García-Valdés.

            ¿Y tanto trabajo para qué? Convocaron el premio tarde, no divulgaron las bases, dieron poco tiempo para presentarse y, al final, los doscientos o trescientos participantes habituales quedaron reducidos a veintiuno. Y tres de los libros eran claramente de la misma persona y otros dos también parecían del mismo autor y cinco de los participantes estaban más o menos relacionados con nuestra tertulia de los viernes, con lo que yo (sin decir nada, por supuesto) no podía ni defenderlos ni votarlos (tampoco lo hice con los primeros ganadores, López-Vega y Almuzara, aunque ellos no lo saben). Pero había un buen libro, que obtuvo cuatro de los seis votos. Al abrir la plica, la primera sorpresa: su autor era Antonio Rodríguez Jiménez. Se oyó un alarido: ¡No es posible! Antonio Rodríguez Jiménez, dirigió el suplemento cultural del diario Córdoba y desde él encabezó la cruzada contra los llamados poetas clónicos: todos los que estábamos en el jurado (menos Olvido García-Valdés) y todos los poetas de algún interés. Eran los años ochenta y primeros noventa, yo participé muy activamente en esa guerra literaria y me divertí lo mío. Pero el Rodríguez Jiménez que yo conocía, y del que me había reído bastante, no podía haber escrito esos poemas. Y no los había escrito: se trataba de otro poeta del mismo nombre, un excelente poeta casi secreto. Le llama el presidente del jurado para darle la buena noticia y ahí estalla la primera bomba: “Estoy muy agradecido, pero ese libro ya ha sido premiado y publicado, ganó el premio González de Lama, de León, y apareció en Eolas. Les mandé un correo retirándole del premio. ¿No lo han recibido?”

O no lo había recibido o se había perdido en el marasmo de la administración telemática. “¿Y qué hacemos ahora?”. Se decide votar entre los otros dos libros que había llegado a la final. El resultado es tres votos para uno y tres para otro. Nuevo problema. El presidente tiene voto de calidad, pero prefiere no aplicarlo. Se decide dar el premio ex aequo. Llamada a uno de los ganadores y, escaldados, el presidente pregunta: “¿Este libro no habrá sido premiado en ningún concurso?”, “ No, no. Pero algún poema está incluido en un libro que ha sido premiado con el Jorge Manrique y que se publicará pronto”. “Yo estaba de jurado en ese premio”, dice Luis Alberto de Cuenca, que no parece tener muy buena memoria. “¿Y cuántos poetas se repiten?”, “No sé, no me acuerdo, tendría que mirarlo”, “¿Uno o dos?”, pregunta el presidente esperanzado. “Mas o menos, quizá cuatro o cinco o alguno más, no lo sé, tendría que mirarlo”.

En fin, que se le retira el premio obtenido de rebote y el ex aequo del otro finalista, que no había obtenido ningún voto en la votación en que ganó Antonio Rodríguez Jiménez,  se convierte en premio único. El libro ganador, Cuerpos de Cristo, ya me lo había enviado antes el autor, Antonio Praena, para que le diera mi opinión. Me pareció un Cristo con demasiada sangre y jeringuillas hipodérmicas.

            Todos salimos con mal sabor de boca de la reunión, telemática y llena de incidencias (“¿se me ve?”, “¿se me oye?”). Y yo lo sentí por el entusiasmo que había puesto Josefina Martínez, que incluso tuvo que visitar al presidente del Principado –que no tenía ninguna gana de recibirla, pero no le valieron excusas-- para conseguir que las cosas, en lo que de ella dependía fueran de la mejor manera posible.

Cuanta energía, cuánto talento, cuánto dinero público desperdiciado. “El hacer las cosas bien / importa más que el hacerlas”, decía Antonio Machado.


 

 

11 comentarios:

  1. No comprendo eso de un jurado sólo compuesto de mujeres, proveniente de la Consejería de Cultura, que pagamos todos, y de la que está al frente Berta Piñan. ¿Por qué no un jurado sólo compuesto de personas altas, o bajas o pelirrojas?
    De este gobierno autonómico cada vez estoy más escaldado. El anterior ej. se llama sexismo y discriminación, positiva o no.
    No voy a abundar aquí en el contencioso que mantengo con la C. de Educación, que irá a los tribunales. Quien me conozca sabe lo poco amigo de conflictos que soy. La consejera, Carmen Suárez, proviene del ala más "feminazi"(que dirian los otros) del PSOE, especialista en "estudios sobre la mujer", como si fueran neandertales; dtra. del Instituto Asturiano de la Mujer (un chiringuito por no llamarlo de otra manera).
    A Adrián Barbón lo han elevado a la presidencia esta especie de "lobys", como antes elevaba Fernández Villa a otros y les ponía y disponía de consejerias.
    Pues Barbón, aparte de no temblar le la mano...parece que le tiemblan otras cosas. Nos ha salido macho alfa y calzonazos.
    Yo me voy de Asturias a la primera oportunidad

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  2. Disculpa Ángel por mi pedantería pedagógica. Por ahí no hablo así, pero quizá me sirva de desahogo estas entradas al blog, con el permiso de JLGM. Al fin y al cabo estoy hablando del Gobierno Regional.
    Dice la Consejera de Educación que se ha acabado la docencia de tiza y pizarra, que nos aguarda una nueva era. Parece la profetisa de una secta.
    Pues bien, resulta que la nueva docencia on-line no es posible en todo el territorio de Asturias, por la sencilla razón que el Gobierno autonómico no ha sido capaz de negociar con una compañía telefónica y servidor de internet toda la cobertura. Hay colegios rurales que si conectas con internet para uso de los alumnos tienes que encomendarle a dios y al diablo.
    Recientemente yo trabajé en uno de ellos, de cuyo nombre no quiero acordarme. Empezamos el curso toda una nueva plantilla de profes, con la dtra. elegida a dedo por inspeccion (bueno fue la única candidata). Al encender el ordenador de dirección, donde están todos los historiales de alumnos, familias, adaptaciones, memorias programaciones, etc., pues se encendió una luz roja y empezó a hacer píiiiiii con un chirrido. Ni pantalla ni nada.
    Claro, un problema de hardware. Tardaron en solucionarlo más de un mes desde la Consejeria y nosotros, con lápiz y papel, intentando salvar los muebles y trabajando de 9 a.m. a 9 p.m.
    Tensión a todos los niveles. Esa es la era Aquarius que nos espera. El nivel de los alumnos por lo suelos.
    En una zona rural, muchos alumnos no tienen acceso a internet sino es mediante el ordenador de la escuela (cuando hay conexión) y con la ayuda de un profesor.
    No sigo, hay contencioso, pero si no hacemos nada, sino denunciamos, se ríen de nosotros.
    Un saludo

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  3. No hay visos de que un día se pueda llegar a pedir responsabilidades y rendición de cuentas a un político por atentar contra los derechos de los ciudadanos o por someter a estos a limitaciones arbitrarias de sus libertades y de sus modos de vida. El político siempre va a alegar que "con el conocimiento fragmentario de que disponía en su momento hice lo que parecía más conveniente y razonable, siempre guiado por mis consejeros y por mi natural prudencia". Y al juez que lo juzgase, igualmente ajeno a la ciencia y a la racionalidad científica, le parecería una respuesta muy juiciosa y no vería motivo alguno para dictar una sentencia punitiva seria.
    Ya sucede con las promesas electorales, que son habitualmente un cuento chino con el que se nos engaña descaradamente, a veces con desmesura. "No voy a tocar las pensiones", "no voy a subir los impuestos", "perseguiré a los corruptos", "no se va a destinar un solo euro de dinero público a rescatar Bancos privados" son cantinelas a las que tenemos los oídos muy acostumbrados. Falsedades palmarias por las que hemos tenido que pasar sintiéndonos pobres diablos estafados. Y casi nunca pasa nada. En el mejor de los casos, no se vota más al embustero, pero ni siquiera eso está asegurado.
    Y el caradura encuentra sus coartadas. "Es que se han dado situaciones imprevisibles", "es que la herencia de los otros hacía imposible...", "es que el mercado nos obliga...".
    Tal impunidad en las actuaciones sería inconcebible si se tratase de médicos, de ingenieros, de arquitectos o de conductores de trenes. Pero en la política, con toda su enorme influencia en el bienestar y en las vidas, se pasa por casi todo. Y cualquier insensato tiene el poder de convertirnos impunemente en reclusos de tercera. Menudo futuro.

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  4. Jesús B.Azcona, cuando se rescata un banco, se están rescatando los ahorros de los ciudadanos. No lo olvides.

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    1. Sí, se están rescatando los ahorros de los ciudadanos ricos; los de los ciudadanos pobres están asegurados por la Garantía de Depósitos Bancarios. Más precisamente: la masa genérica de los ciudadanos pobres asalariados está salvando los capitales de los ciudadanos ricos. Como siempre.
      Y además Azcona no habla de esto. Dice que el gobernante mintió cuando dijo que no se rescataría el Banco con dinero público. Y sí. Mintió.

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    2. Por lo que acabo de leer en El Mundo, en el caso de la familia García Montero las tendencias políticas de su hija van a necesitar un rescate urgente. Qué ironía, por otra parte muy frecuente cuando los padres transmiten a sus hijos durante la niñez inflamación constante sin derecho a Ibuprofeno
      Llamará también la exaltada Almu a su hija fascista repulsiva?

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    3. Entre los ciudadanos ricos y los ciudadanos pobres están los ciudadanos de la clase media, a la que pertenece la mayoría del dinero que está en los bancos. Ricos hay muy pocos y los pobres apenas tienen dinero en los bancos. Y no olvidemos que cuando se habla de ricos se habla en general de riqueza virtual (acciones, por ejemplo) o de riqueza patrimonial (un piso o una empresa, por ejemplo). Los ricos tienen poco dinero en los bancos, lo tienen invertido.

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  5. Menos mal que tenemos en este blog al catedrático Don Baltasar ("ricos hay muy pocos"):

    https://www.infolibre.es/noticias/economia/2019/10/21/espana_tiene_millon_millonarios_cinco_veces_mas_que_2010_100106_1011.html

    Con el "poco" dinero que tienen los "pocos" ricos en los bancos seguramente se multiplica por diez el dinero que guardan ahí los medio pobres de clase media.

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    1. Veo que sabes poco de economía. En Francia los pescadores de la isla de Ré, propietarios de sus casas, heredadadas de sus padres, deben pagar, según la Hacienda gala, el impuesto sobre la fortuna, aunque ganen 1.000 euros al mes vendiendo pescado. ¿Por qué? Porque a los parisinos ricos les ha dado por comprarse casas en esa isla y los precios han subido de manera demencial. Y para pagar dicho impuesto tienen que vender sus casas... El Crédit Suisse habla en gran parte de esa clase de millonarios virtuales, que tienen muy poco dinero en los bancos. Y seguramente uno de ellos sea el propio JLGM.

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