sábado, 17 de noviembre de 2018

Revelación de secretos: España y otros tejemanejes




Viernes, 9 de noviembre
EN QUÉ SE PARECEN

“No le cuentes a nadie lo que te voy a contar”, me dijo con la intención –apenas disimulada– de que yo se lo contara a todos. Pero no eran más que triviales secretos sobre los amaños, o presuntos amaños, de un premio literario.
            Yo le respondí con un chiste: “¿En qué se parecen el Consejo General del Poder Judicial y el Premio Planeta? En que en ambos casos se sabe el ganador antes de que se reúna el jurado. Bueno, en el primer caso antes de que se nombre el jurado. Los del Planeta guardan un poco mejor las formas”.


Sábado, 10 de noviembre
VISITA INESPERADA

Para que una historia de fantasmas me interese tiene que reunir dos condiciones: ser completamente inverosímil y absolutamente real.
            De vez en cuando, suelo volver de Avilés –a donde voy todos los sábados desde 1982– en tren, más incómodo que el autobús, pero con mayor encanto. Esta tarde, el vagón estaba completamente vacío y no subió nadie en las pocas paradas del trayecto. Como ya era de noche, no podía mirar a través de las ventanillas, convertidas en borrosos espejos. Llevaba un libro conmigo, siempre lo llevo, pero no lo abrí. Preferí dejarme mecer por melancólicas ensoñaciones, por el recuerdo de amistades perdidas en el camino.
            Cuando el tren comenzó a disminuir la velocidad, ya cerca de la estación, me levanté y me dirigí hacia la puerta. Me extrañó un poco que junto a ella ya hubiera otra persona. Seguramente había subido sin que yo me diera cuenta, pensé.
            Era algo más joven que yo, de unos cincuenta años, y me saludó como si me conociera. En aquel momento sonó su móvil y pareció alterarse al ver quién le llamaba. Me despedí, pero él ya no parecía verme, atento solo a lo que escuchaba por teléfono.             
            Cuando llegué a casa, media hora después, porque lo hice dando un tranquilo paseo, me lo encuentro sentado en los escalones del portal.
            ––¿Sigues viviendo solo? Espero que no te moleste que me quede contigo una o dos noches.
            Me sorprendió que estuviera ya allí, tan tranquilamente sentado, como si llevara largo rato esperando, y también aquella propuesta, ya que me seguía resultando completamente desconocido.
            ––Me he metido en negocios en los que no debería haberme metido y ahora me conviene desaparecer durante un tiempo.
            A mí me parecía estar viviendo una mala película o una de esas series que miro distraído en el televisor antes de ir a la cama.
            ––Disculpa, pero ni siquiera recuerdo tu nombre.
            ––¿Debo entender entonces que no aceptas tenerme unos días como invitado? No creo que estés en condiciones de negarte. Sabes que guardo cartas comprometedoras. 
            Pensé que me estaban gastando una broma. ¿Yo objeto de un chantaje? Sin saber por qué, le invité a subir. ¿Qué cartas podrían ser esas si yo no me metido en política ni en negocios turbios? Como cualquier persona, yo también he escrito cartas de amor, ridículas como todas las cartas de amor, pero no me parecía que en ninguna de ellas hubiera motivo chantajearme.
            Como si conociera la casa, entró en cuando abrí la puerta y se dirigió hacia el salón. Se sentó exactamente en el lugar en que suelo yo sentarme. Ante mi mirada sorprendida, dijo: “Perdona, te he quitado el sitio”. Yo no sabía qué hacer.
            ––Tendremos que salir a cenar fuera. Mi nevera suele estar vacía.
            ––Sal tú si quieres. Yo no tengo hambre. Y además prefiero que no se me vea mucho. 
            Le dejé en el salón viendo no sé qué programa de National Geographic y me vine a la biblioteca a escribir estas líneas. “Cuando vuelva, ya no estará, seguro. No es la primera vez que me ocurren estas cosas. Luego, cuando relea lo escrito, no estaré muy seguro de si fueron realidades o fantasías”, pensé.
            Oí el ruido de la puerta al cerrarse. Me levanté y vi que en salón no había nadie. Me asomé a la terraza. En ese momento, estaba al final de la calle, por el lado del parque. Volvió la cara hacia mí, como si sintiera mi mirada, y me hizo un gesto de saludo. Luego le vi adentrarse entre las sombras.


Domingo, 11 de noviembre
LEGALMENTE LO ERA

¿Estuvo a punto alguna vez Marruecos de invadir España? En 1961 parece que sí, según leo en una nota hecha pública por un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores que publica  SP. Revista de información mundial que dirigía Rodrigo Royo (hojear viejas publicaciones periódicas es uno de mis deportes favoritos): “El gobierno español ha comunicado oficialmente al gobierno de Rabat y a la Secretaría General de las Naciones Unidas que tiene noticias fidedignas de que contingentes armados de Marruecos se están concentrado con la intención de penetrar ofensivamente en territorio español, en flagrante violación de todas las leyes internacionales de paz y buena voluntad”. Previamente se había producido el secuestro, en territorio español, de once funcionarios por una banda “pertrechada con las armas y uniformes del Ejército Marroquí de Liberación”.
            ¿Y cómo no ha quedado registrado nada en la historia oficial de ese intento de invadirnos? ¿Y cómo  hemos olvidado que el llamado Ejército Marroquí de Liberación actuaba dentro del territorio español?
            Sigo leyendo y respiro tranquilo: la provincia española en la que se produjo el secuestro era el Sahara, por entonces una provincia como cualquier otra. Y era el Sahara lo que, según el gobierno español, pensaba invadir Marruecos.
            Se aprende mucho leyendo viejos periódicos. Que España perdió una de sus provincias en 1975 y a nadie pareció importarle nada, más bien todo el mundo suspiró aliviado al quitarse un peso de encima. ¡Es que no era una verdadera provincia!, dirán los patriotas. Legalmente lo era.


Lunes, 12 de noviembre
ELOGIO DE ALBERT RIVERA

Soy de los que opinan que un caballero, después de los sesenta años, puede y debe tener vida sexual, pero no es elegante que hable de ella. Yo sigo a rajatabla ese consejo y no dejo de seguirlo cuando muestro mi indignación porque se quiera anular la inscripción de un sindicato de trabajadoras del sexo, un trabajo que a mí me parece tan digno como otro cualquiera.
            ¿Quiere eso decir que apoyo la trata de blancas, el proxenetismo? Por supuesto que no. A mí me parece que quienes lo apoyan son más bien quienes niegan a esas trabajadoras (también hay trabajadores, por supuesto) toda posibilidad de legalizarse, organizarse sindicalmente, defender sus derechos.
            Hay trabajadores explotados y en régimen de semiesclavitud en muchos países. ¿Quiere eso decir que debemos ilegalizar el trabajo? Qué estupidez. Las feministas que quieren prohibir la prostitución son quienes más favorecen la trata ilegal.
            El sexo no es un pecado, es una necesidad biológica y pagar adecuadamente a quien nos ayuda a satisfacer esa necesidad (sin tener que casarse con él o con ella) no tiene nada de ofensivo ni de denigrante para ninguna de las partes. Otra cosas es lo que diga la religión de cada cual, pero esos respetables mandamientos morales debe cumplirlos cada uno de acuerdo con su conciencia y no aplicárselos por ley a los demás.
            ––¡Piensas exactamente igual que Albert Rivera, se escandaliza un amigo
            ––Nadie es perfecto. Albert Rivera puede disparatar en un asunto y razonar muy sensatamente en otro. Lo malo es que son sus disparates sobre la cuestión catalana los que les dan votos mientras que sus razonadas ideas, tan civilizadas y exentas de prejuicios, sobre el libre ejercicio de la sexualidad entre adultos se los quitarán. Así va el mundo.


Martes, 13 de noviembre
DE PREMIOS Y HONORES

No le doy ningún valor a los premios literarios, ni a los grandes ni a los pequeños, aunque de sobra sé que es un prejuicio mío: un libro no deja de ser valioso porque tenga un premio, lo mismo que una Dulce María Loynaz no deja de ser Dulce María Loynaz porque se vista con el Cervantes.
            ––Haces mal en despreciar los premios y no intrigar para conseguir alguno ahora que te estás haciendo viejo. A ti no te importan, pero cuentan mucho en el currículum para convencer a los concejales cuando tus amigos soliciten, por ejemplo, que le den tu nombre a una calle.
            ––Honores municipales y placas de quita y pon no son para mí, El único lugar en que me gustaría ver mi nombre es en la portada de un libro sobre el título de una obra maestra.


Miércoles, 14 de noviembre
EL DULCE LAMENTAR

¿Cuántas veces me han roto el corazón? Si me lo han roto tantas veces y sigue latiendo es que debe de ser irrompible. Esa ilusión me hago.


Jueves, 15 de noviembre
ME ARREPIENTO

Estoy suficientemente avisado, por reiterada experiencia propia, de los riesgos de enamorarse. No creo que vuelva a incurrir en esa mala costumbre. Pero nadie me había advertido de los de encariñarse.
            He aprendido, a fuerza de darme golpes contra la realidad, que me gusta la gente, pero a una cierta distancia. Entre yo y el mundo, un cordón de seguridad y, si alguien, lo salta avisar de inmediato a seguridad para que lo ponga fuera.
            Lo saltaste tú, disculpándote con una sonrisa. Te dejé estar, contraviniendo todas las normas que yo mismo me había dado, y ahora bien que me arrepiento.


Viernes, 16 de noviembre
DE CATALUÑA NI HABLAR

––Lo que más me extraña –digo en la tertulia mientras debatimos todo ese tejemaneje del Consejo del Poder Judicial– es la absoluta confianza de los partidos mayoritarios en que, si ellos pactan un nombre para presidir el Consejo y el Supremo, los vocales que designen van a votar como un solo hombre a quien ellos han decidido. ¿Cómo están tan seguros de que no va a haber ni uno que, haciendo uso de la independencia a que le obliga su condición, pueda pensar que es un candidato inadecuado y decida no votarle?
            ––Pues porque saben muy bien a quién proponen y a quién no. Los juristas de acreditado prestigio se convierten en juristas de acreditada sumisión al partido.
            ––¿Y esos señores, que interpretan tan a su manera la ley, son los que quieren condenar a treinta años de cárcel a políticos que ponen la soberanía popular por encima de interpretaciones torticeras de la ley?
            ––No nos metamos en esos asuntos –digo yo, cada día más cauto en cuestiones políticas–, tratemos de cosas más divertidas, como el intento de prohibir la prostitución para evitar los delitos asociados, que es algo así como decretar la ley seca para acabar con el comercio ilegal de bebidas alcohólicas.




3 comentarios:

  1. He borrado todos lo comentarios. Qué bien se queda uno después de hacer limpieza. Creo que voy a repetir la operación con más frecuencia.

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  2. Bien hecho. La cosa se estaba embarrando mas de la cuenta.

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  3. Con todos los respetos:
    Creo que esa limpia se puede y se debe hacer antes de que se enturbie el ambiente.
    Creo que no solo a los comentaristas se les debe achacar la turbiedad.
    Creo que eliminar todo lo que se ha vertido no es del todo ortodoxo.

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