domingo, 5 de junio de 2016

El arte de quedarse solo: Sheldon o Propercio y Víctor Botas



Sábado, 28 de mayo
YO, MÍ, ME…

“Yo, mí, me, conmigo… Deberías repasar la gramática de la lengua española para descubrir que existen otros pronombres personales”, leo en el mensaje que una amiga completamente desconocida –Facebook ha inventado esa rara especie– me envía por Messenger.
            “¿Cómo puedes vivir tan solo, sin siquiera un perro o un gato que te haga compañía?”, se pregunta compasivamente otra.
            Pero yo no vivo solo. Vivo conmigo, que es lo mismo que vivir con una multitud.



Domingo, 29 de mayo
ESTO SOY

Un edificio que se va deteriorando con los años mientras en él se suceden los diversos inquilinos. Ahora ya solo lo habita un anciano.
            Cuando tenía veinte años, me escribí una carta a mí mismo para abrir después de que cumpliera los sesenta. La encontré ayer, revolviendo entre viejos papeles. Y la rompí sin abrirla. Seguro que ahora podría responder a muchas de las preguntas de aquel joven, pero de qué serviría si ya no está aquí para escucharme..
            Todo lo que necesito en el mundo es media docena de rincones en media docena de ciudades. Y docena y media de amigos y todos los libros y toda la soledad del mundo.


Lunes, 30 de mayo
SI DIOS NO EXISTE

Retocar textos ajenos es una de mis malas costumbres. Hojeo Poesía esencial, de José Mateos, que acabo de recibir: “El libro sobre la mesa. / Le abro las alas, / y vuela”.
            ¿Y vuela? ¿Qué pasa, que es tan malo que lo lanzo por la ventana? El poemilla me parece que queda mejor así: “El libro sobre la mesa. / Le abro las alas, / y vuelo”.
            El libro nos pone alas, nos hace salir de nosotros mismos. Algunos libros, claro. Cada vez menos.
            Casi siempre que cito de memoria a mis poetas favoritos, cometo algunos pequeños fallos, que mi amigo José Cereijo (una especie de Funes el Memorioso) suele señalarme. Pero casi nunca son fallos involuntarios. Si me falta un verso en los versos finales del soneto de Vicente Gaos que tanto me gusta repetir (“Sálvame tú, mi amor apasionado, / mi única estrella, mi razón de vida, / en la noche sin Dios súbita y triste…·), no es por mi mala memoria, sino por mi suficiencia crítica: creo que sobra.
            “…Necesito vivir iluminado. / Existe al menos tú si Dios no existe”.


Martes, 31 de mayo
PROPERCIO Y YO

Me entrega Javier García Rodríguez el primer ejemplar de Mañana es hoy. Víctor Botas veinte años después y tengo la curiosa sensación de viajar no al pasado, sino al futuro. Rigurosos críticos académicos tratan la obra de Víctor Botas como si fuera un clásico y yo aparezco acá y allá como inevitable acompañante. Pero yo, al contrario que él, sigo aquí para confirmar o desmentir lo que se afirma.
            No lo hago, por supuesto. Que los papeles de entonces hablen por sí mismos. Me limito a sonreír cuando Carmen Morán encuentra en el circulo de Mecenas descrito en Rosa rosae un trasunto de la tertulia Óliver, a la que aplica las palabras de un conocido latinista: "aquella juventud dorada y sabia, amante de los refinamientos alejandrinos, del virtuosismo musical y de la vida amable".
            Si Carmen Morán leyera Viernes santos, el diario de unos meses de la tertulia llevado a cabo (o firmado) por Luis Salas, podría darse cuenta de a qué clase de "refinamientos alejandrinos" se dedicaba "aquella juventud dorada y sabia" (más bien impertinentemente machista y deslenguada).
            No puedo negar que halaga mi vanidad el que me vea reflejado en el "desastrado, burlón y casquivano" Sexto Propercio (yo creo que solo acertó en los dos primeros adjetivos). Pero eso de que Propercio solía pasar “por la casa de Cayo a buscarle silbando una cancioncilla como García Martín solía dar un timbrazo en la de Botas” no es enteramente cierto. Era él –bastante ocioso por aquellas fechas– quien venía a Avilés a sacarme de la biblioteca y llevarme a tomar un café o el que, cuando pasé a vivir a Oviedo, daba un timbrazo en mi casa de Melquíades Álvarez para enseñarme sus versos o discutir de política (su etapa de “compañero de viaje” de los comunistas ya era historia antigua cuando yo le conocí).
            Me divierten también los reparos que pone Rodrigo Olay, insinuados o expresos a mi labor como editor de Víctor Botas, que comenzó con su primer libro. Las poesías completas que él decidió publicar son las que aparecieron en 1999, con el añadido de Las rosas de Babilonia. Los poemillas que Rodrigo Olay echa en falta fue el propio Botas quien los dejó fuera, lo mismo que otros poemas dispersos en revistas. La edición reducida de 1994, la que él tuvo en sus manos, se decidió a última hora, con la promesa de publicar pronto una segunda edición aumentada. Recuerdo mi argumento: “Como dices que ya no vas a escribir más versos, será una manera de añadir novedad a la nueva edición”.
            La poesía completa de un escritor está formada por los poemas que él dio por válidos, no por todos los que escribió (aunque otra cosa piensen los investigadores minuciosamente acríticos que vuelven ilegible a un autor con la acumulación de borradores y variantes). Botas tenía una cierta variedad del síndrome de Diógenes: era incapaz de desprenderse de ningún papel. Eso me permite recordar que, en la primera versión del poema "Gato" (reproducida en el libro) se hablaba tópicamente de un gato; el poema se convirtió en lo que es, un poema de engaño-desengaño, cuando se puso en boca del propio animal, según nos descubre el verso último. Y yo recuerdo dónde ocurrió esa metamorfosis: en La Serrana, una de esas tardes en Botas venía a Avilés (aún no había aparecido la fobia que acabaría impidiéndole salir de casa solo) para acompañarme a tomar un café y enseñarme el poema o los poemas que estaba escribiendo. Y recuerdo también que fue mi insistencia ("Todo el mundo ha señalado la influencia de Borges en Las cosas que me acechan, no te conviene aparecer solo como un epígono") la que le llevó a cambiar el explícito título de un poema enumerativo (“A J. L. Borges”) por el más discreto de “Homenaje”, cuyo destinatario venía aludido por la fecha final: 24 de agosto de 1979, día en que el escritor argentino cumplía ochenta años. Recuerdo que fue en Salinas mientras esperábamos a Luis Antonio de Villena, que había venido a Avilés como jurado del premio Ana de Valle y se alojaba en el hotel Esperanza.
            Pero estas cosas no las diré nunca. Ya no tienen más apoyo que mi palabra. "Martín, Martín, tú nunca serás capaz de escribir lo que yo escribo, pero, maldita sea, cabronazo, a veces eres capaz de mejorarlo", me dijo Botas más de una vez tras aceptar alguna de mis sugerencias.
            Ahora ya solo soy un lector más de su poesía. Los secretos de taller que se queden en el taller. Ahora deben hablar los textos y que cada uno los interprete a su manera.



Miércoles, 1 de junio
EL OLOR DE LA FELICIDAD

A mí un día para celebrar el cumpleaños siempre me ha parecido poco. Yo lo festejo durante todo el mes. Y comienzo siempre recordando la cita de Miró que García Baena coloca al frente de uno de sus libros: “Es la felicidad la que tiene su olor, olor de mes de junio”.
            Cuando salgo temprano a la calle, y me recibe un espléndido azul como recién creado, como primer regalo, a la memoria me vienen algunos de sus versos: “Junio, paraíso entre muros que levantas la antorcha de tus árboles, / bajo tu sombra quiero ver madurar los frutos, / quiero oír el inquieto raudal de los torrentes, / el crujido de las ramas bajo el peso del nido / y el resonante silencio de las constelaciones”.
            El mejor regalo, el primer regalo, un nuevo mes de junio, y van ya sesenta y seis. Soy, sin duda, un hombre afortunado.



Jueves, 2 de junio
SHELDON Y YO

Soy bastante rutinario, la verdad. Y tan maniático como mi admirado Sheldon Cooper, el de Big Bang. Pero a todo hay quien gane. Cerraron la cafetería de Los Prados que había convertido en mi oficina de las tardes y enseguida encontré otra en una esquina del McDonald’s del mismo centro comercial, prácticamente desierto a esas horas.
            Mi rincón favorito está en un saliente, casi debajo de la cúpula, un tanto aislado del resto. Hoy, cuando me dirigía hacia allí con mi café en una mano y el iPad bajo el brazo, veo a una señora que corre hacia él, tropezando con las mesas, mientras otra que venía con ella va a hacer el pedido. Las reconozco: algunas veces, cuando llego un poco más tarde, las encuentro ocupando “mi sitio”. Que al parecer era el suyo antes de mi traslado. Soy bastante maniático, pero no se me ocurriría echar una carrera para ocupar un determinado sitio en una terraza completamente vacía. A todo hay quien gane.
            La verdad es que soy tan rutinario que no me importa cambiar de rutina. En seguida creo otras nuevas. El primer día que llego a una ciudad todo es incomodidad y caos; el segundo comienzo a encontrar mis sitios; al tercero ya es como si llevara allí toda la vida.


Viernes, 3 de junio
CUÁNTA AMISTAD

La lectura de Mañana es hoy me ha llevado a hojear de nuevo las primeras ediciones de Víctor Botas y en Poesía (1979-1992), el último libro suyo que tuvo en sus manos, quizá el que más ilusión le hizo, encuentro con una dedicatoria que había olvidado, que entonces seguramente me hizo sentir un tanto incómodo (falta el habitual tono burlón con que solíamos tratarnos), que algo tiene de emocionante despedida, como si ya adivinara que faltaban escasos meses para el último viaje: “Amigo Martín, cuántos consejos, cuántas discusiones, cuántos libros que me has recomendado, cuántas tardes en La Serrana, en las calles, paseando junto a la ría de Avilés, la ría de mi infancia. Cuántas complicidades en mis pequeños lances amorosos. Cuánta amistad, en fin, guarda este libro”.


13 comentarios:

  1. No entiendo muy bien tanto interés por un poeta tan del montón como Botas. Hablas de él, Martín, como si de Lorca o Neruda se tratara.

    ¡Qué tufo a pprovincianismo en tanto homenaje a un poeta mediocre, sin voz personal, sin aciertos líricos, sin versos memorables! A fuerza de leer poesía contemporánea lamentable, pareces olvidar la grande y acabas considerando la mediocre como buena.

    Tampoco entiendo tu encarnizamiento para estropear el excelente soneto de Gaos, cuyos tercetos son impecables:

    "Sálvame tú, mi amor apasionado,
    mi única estrella, mi razón de vida
    en la noche sin Dios, súbita y triste.

    Necesito vivir iluminado.
    Dame tu luz de amor más encendida.
    Existe al menos tú, si Dios no existe."

    Iba a escribir que es normal que te confundas tanto, porque todos los críticos literarios se han confudido siempres, por todas partes y en todas las épocas. Pero en el fondo es muy misterioso que los críticos literarios no den pie con bola, ¿no crees?

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  2. Dan menos pie con bola los anónimos ADT (ADT por ahora, luego será otra cosa: siempre admirará la modestia de quienes, para dar una opinión, callan su nombre, como si se avergonzaran de ser quien son).

    JLGM

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  3. Lo peor de los comentarios anónimos, José Luis, más allá de las tonterías que puedan decir, es que a veces son capaces de despertar conjeturas acerca de quiénes son en verdad. Yo en tu lugar no permitiría comentarios anónimos. En mi blog los permito, pero es porque rara vez alguien comentario. Y este comentario es anónimo por pasar desapercibido, por no marcarme, por evitar problemas, que no por vergüenza. Ya que tú permites el anonimato, aprovecho la posibilidad.
    Por otro lado, no parece que hables de Botas como de Neruda o de Lorca. Lo nombras nada más que como un amigo (que no es poco) y, por eso, me resulta especialmente bonita la entrada de esa semana. Además, ¿por qué no ibas a poder hablar de él como de Neruda o de Lorca? La gente sigue juzgando por los nombres, y siempre será así, pero la realidad es que hay muchos autores casi desconocidos que son tan válidos como los más famosos. No sé si es el caso de Botas, porque no lo conozco bien, pero por lo que he leído es, cuanto menos, interesante.

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    1. Me alegra que alguien lea con sensatez. Y que distinga géneros literarios: el diario, la crítica literaria, la historia de la literatura.

      JLGM

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  4. ¿Cómo es posible, don Martín, que se subcupule en el corner de un gastrobar de Mc Donald's y no le afecte la grasa estrogenada a las neuronas? Laborar bajo el yugo amarillo de un logo como ese debe de marcar impronta en lo que escribe: acójase a mejor sagrado y estará a buen recaudo de los efluvios castradores que pudieran emanar los sospechosos picadillos que mecen, con mano de esclavos de Alabama, los sobreexplotados parrilleros de Limanes.
    Hágame caso: pásese al Cafetín de Enol.

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    1. Algunos no soporta que la realidad les desmienta sus prejuicios. Señor Bode, pase cualquier tarde a saludarme por Los Prados a partir de las cinco. Con gusto le invitaré a un café limpia ideas preconcebidas.

      JLGM

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  5. Me gusta especialmente el hombre que se esconde tras las palabras de "Esto soy". Pareciera haber hallado su particular Torre de Juan Abad y en ella sentirse muy a gusto, en este caso con esos muchos pero doctos libros. Sea la paz con vos. Un fuerte abrazo

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  6. Gracias por la invitación, Kurtz; me paso un día de estos. Por cierto: he tomado el otro día un café cortado (tallat, que dicen por allí) excelente en un café-bar que hay al pie de la escalinata de la catedral de Girona. La joven hostelera me dijo que seleccionaban clases y tuestes y que se esmeraba con la calidad del brebaje que servían. La amabilidad catalana -esa es mi experiencia- rompe los prejuicios (esos sí que son preconcebidos) sobre la adustez de aquella raza: quien diga que un castellanoparlante ha de encontrarse con dificultades idiomáticas si va a la Marca está mal informado. Y las señoras -sobre todo- suelen ser simpatiquísimas.
    Salud.

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  7. Con permiso de los asistentes, quiero contar con asombro que me han refrendado la ortodoxia de una aberración tan periodística como hablar de crisis humanitaria, tragedia humanitaria. Por lo visto tampoco está mal visto la cursilada de climatología o meteorología adversas. Cursilada y horterada futbolera a la hora de transmitir el riesgo de que se suspenda una competición.
    Acabará sobrando la hache, di la juventud la desprecia guasapeando?

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  8. En italiano prescindieron de las haches y nuestro Horacio es simplemente Orazio. No perderíamos nada si la academia decidiera suprimirlas, como tantas tildes innecesarias, y algo ganaríamos. No hay que confundir el uso más adecuado del lenguaje con aquel al que uno está acostumbrado.

    JLGM

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    1. ADT, lea usted, por fabor algún poema de Las cosas que me acechan, su primer libro, o, simplemente, el poema "Asturcón", de Historia antigua, el mejor de los suyos, y después hable, cuente y pregone que V. Bptas es un mal poeta.

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  9. No había visto lo de "Funes". No es cierto. Ni uno tiene semejante memorión circense, ni la de JLGM (doy fe) es en nada inferior a la mía, sino más bien lo contrario. Es sólo cosa de su irónica modestia. Pero gracias.

    José Cereijo

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