domingo, 7 de febrero de 2016

El arte de quedarse solo: De piratas y abanicos


Viernes, 29 de enero
NON OLET

¡Qué personaje! Imagínate que Pablo Escobar, con su inmensa fortuna, hubiera creado una fundación cultural y ningún escritor en Colombia, de García-Márquez a Darío Jaramillo o el más minoritario poeta, hubiera dejado de recibir su ayuda. Y también los músicos, los científicos... ¿Importaría entonces a alguien la procedencia de ese dinero? Tanto como le importa a los beneficiarios de la Fundación March, presidida por un campeón de la ética y la ejemplaridad como Javier Gomá.
            ¡Qué personaje!, ya te digo. El último pirata del Mediterráneo, como le llamó Manuel D. Benavides en el título de un libró mítico que ahora se reedita y para el que me han pedido un prólogo. En 1916, un primer asesinato. Rafael Garau era hijo de José Garau, su socio en el contrabando de tabaco. Al parecer, el hijo había intentado negocios por su cuenta, enfrentándose a March. Otros hablan de que la mujer de March había quedado fascinada con el joven Rafael y que los rumores que corrían al respecto llegaron a los oídos del contrabandista. Tiempo después se habló de unas cartas ardientes de la mujer al asesinado con las que se pretendió hacer chantaje. Los rumores acerca de su culpabilidad eran tan insistentes que el propio March se presentó voluntariamente ante el juez que llevaba el caso.
            "He leído en los periódicos el relato del suceso del camino del Grao, del que ha sido víctima el hijo de mi socio. Se habla de que en ese suceso están comprometidas elevadas personalidades y gentes poderosas. ¿Se refieren a mí las sospechas? No sé qué manejos serán estos ni a qué pueden obedecer estas insinuaciones. Hará falta una prueba para el procesamiento, ¿verdad?"
            "En efecto, un juez siempre que procesa lo hace con pruebas".
            "Pues entonces va a ser muy difícil mi procesamiento".
            Tenía toda la razón. Muchas veces se intentó procesarle. Abundaban las evidencias, pero siempre desaparecían las pruebas, también los testigos si es que no cambiaban de opinión. El diligente juez que se ocupaba del crimen de Rafael Garau fue sustituido por otro que no hizo nada hasta que el asunto cayó en el olvido. Pero March seguía temiendo la venganza del padre y el hermano del difunto; en 1918, mediante denuncia falsa en la que se les acusaba de espiar para Alemania, a punto estuvo de conseguir que fueran fusilados por las autoridades francesas.
            En tiempos de Primo de Rivera, tuvo que huir de España disfrazado de cura; las Cortes Constituyentes republicanas lo metieron en la cárcel. De Primo no tardó en hacerse buen amigo y colaborador de pingües negocios; de la cárcel se escapó del brazo de un funcionario y con el resto poco menos que haciéndole el paseíllo.
            Sabía el precio de cada hombre y presumía de que Azorín no le había salido demasiado caro. Poco después de salir de la cárcel, con Lerroux y Gil Robles en el poder, ya era el dueño de la República. Tenía periódicos de derecha, como Informaciones, al que Prieto llamó "la jaca del contrabandista"; de izquierdas, como La libertad, donde Azorín era portada un día sí y otro también con artículos a su favor, e incluso financiaba incendiarias publicaciones anarquistas.
            ¡Qué personaje!, manchaba todo lo que tocaba, pero él estaba cada día más limpio. Su estatura de prócer crecía y crecía. Gregorio Marañón tenía a gala ser amigo suyo. Y todo culminó con una fundación a la manera de los grandes financieros norteamericanos. “Pecunia non olet” como dijo el emperador Vespasiano cuando su hijo le recriminó un impuesto sobre las letrinas. No olía el dinero de Juan March como no olía el de Pablo Escobar, pero al primero --más inteligente-- nunca le pudieron probar nada. Invencible resulta la codicia si se le añade inteligencia y una completa falta de escrúpulos.
            Qué poca cosa, qué insignificantes, al lado del ilustre don Juan March, los Mario Conde, los Rato o incluso el torpón de Roldán. Quizá Berlusconi pueda comparársele. Pero no me imagino yo a los escritores y científicos de Italia presumiendo en su curriculum de tener un premio, beca o ayuda de la Fundación Berlusconi.
            Murió “el último pirata del Mediterráneo” (ni fue el último ni lo fue solo del Mediterráneo) a los ochenta años, adulado por todos los que significaban algo en la  España de entonces. Nunca le pudieron probar nada, como profetizó hace ahora cien años ante un juez de Valencia.


Sábado, 30 de enero
LA META ES EL OLVIDO

Como con unos amigos en Avilés, invitados por la bailarina Olga Mesa, que ha hecho de la danza algo más: metafísica y metadanza. Marian Suárez, con quien tantas discrepancias me unen desde los tiempos de Jueves literarios”, el benemérito suplemento de La Voz de Avilés, dice de pronto:
            “Ya verás, cuando te mueras nadie se va a acordar de ti. Pasa con la mayoría de los escritores”. 
            “Bueno, la meta es el olvido”, le respondo citando a Borges. “Y yo no aspiro a la eternidad: Con tener lectores los próximos mil o dos mil años me conformo”, le digo en broma, que es como suelo hablar yo cuando hablo en serio.

         
Lunes, 1 de febrero
ENSAYO DE UNA DESPEDIDA

Tomo un café en Las Salesas con Íñigo Noriega, director de El Comercio que pronto dejará de serlo, y con Marcelino Gutiérrez, el nuevo director. Recuerdo que le conocí en este mismo lugar, hace doce años, recién llegado a Asturias. “La musa es el encargo” decía Umbral y a mí me gusta repetir. Buena parte de los libros que he escrito y publicado en este tiempo se deben a Íñigo Noriega.
            Hace doce años, yo publicaba una reseña semanal en el otro diario asturiano. Durante el verano, el suplemento en que no aparecía y yo quedaba libre de compromisos. Íñigo Noriega me invitó a colaborar durante ese tiempo en El Comercio con total libertad. Día a día, en julio y agosto de 2005,  publiqué la traducción de un poema, o varios, con una breve nota sobre el autor. Pocos meses después se reunieron en un libro, Jardines de bolsillo, subtitulado “Tres mil años de poesía”. En el verano siguiente, otra colaboración diaria: sesenta historias más o menos autobiográficas, una especie de autobiografía erótica. El resultado fue otro volumen, Alrededores del paraíso. Y de rebote los encargos de Íñigo trajeron otro regalo: en el periódico de la competencia, para que siguiera con ellos, además de la reseña, me ofrecieron publicar dominicalmente mi diario. A decir verdad se titula el primer volumen que apareció por entregas, como las novelas folletinescas. Nueve temporadas estuve durante el curso académico, de septiembre a junio, en el periódico ovetense y durante el verano en el gijonés, caso único que hacía que me miraran con recelo los colaboradores de uno y de otro. Y siempre con libertad absoluta para hacer eso que tantos directores de periódico detestan: literatura. Ahora se marcha Íñigo, mi Mecenas particular, y quedo a las órdenes del nuevo director, que parece, al menos en esta primera impresión, una de esas personas a las que les gusta más escuchar que hablar. A mí me recuerda al director del Boston Globe en la película que vi ayer, la impactante Spotlight, uno de los mejores elogios que conozco de la profesión de periodista.
            Nada me gusta más que ser un escritor en los periódicos, como el punzante Leopoldo Alas, como el venal y maravilloso Azorín, como Álvaro Cunqueiro o su versión en asturiano, mi admirado Xuan Bello. Me gusta la disciplina de la extensión y la fecha de entrega. Escribir en los periódicos, sí, pero con libertad y voluntad de hacer obra unitaria en la aparente diversidad.
            Para que eso sea posible es necesario un director como Íñigo Noriega, con quien tomo hoy un café de despedida en Los Porches. Se le echará de menos.


Martes, 2 de febrero
LO QUE ESTÁ PASANDO

En las últimas elecciones, dudé mucho entre votar a Pedro Sánchez o a Pablo Iglesias. Me incliné por el primero porque me parecía la mejor manera de sacar del gobierno a quienes necesitan un buen lavado y desinfectado antes de estar nuevamente presentables. De momento, parece que no me equivoqué. Pedro Sánchez ha resistido bien las embestidas de unos y de otros (las peores cornadas las de los suyos, como es habitual), ha respetado los tiempos, ha esperado a que quien tiene potestad constitucional para ello, el Jefe del Estado, le encargara formar gobierno; Pablo Iglesias, por el contrario, no ha dejado nunca de estar en un plató, gesticulando, burlándose de quien quiere tener como aliado, exigiendo para sí mismo un buen cargo a cambio del apoyo. Mientras uno iba adquiriendo perfil de estadista, el otro se mostraba cada vez más chulesco y perdonavidas.
            “Es que quiere hacer imposible la formación de gobierno”, me dice un amigo. “Su estrategia es la misma que la de Rajoy: forzar unas nuevas elecciones, que les den como ganadores”.
            “A mí no me gusta hacer profecías, pero tengo la impresión que, digan lo que digan las encuestas, los sesenta y nueve diputados de Podemos y sus confluencias no son un punto de partida, sino de llegada: ya han tocado techo. Pero puedo equivocarme. Profetizar no es lo mío”.


Miércoles, 3 de febrero
LA MEJOR BIBLIOTECA

Siempre que quiero charlar con alguien inteligente,  vuelvo a Montaigne, a Goethe, a Berenson. Hoy me toca subir a villa Tatti, en las colinas de Settinagno, cerca de Florencia. “Un paisaje sin historia me parece una casa sin libros” le escucho decir al crítico de arte. Pienso lo mismo. Las calles, los edificios y las gentes de cualquier vieja ciudad de Europa son para mí la mejor biblioteca.


Jueves, 4 de febrero
UN GOLPE DE ABANICO

Un baile de disfraces en el Círculo Mallorquín de Palma. Una joven bailarina, que ya había rodado por el mundo, hija de un marinero. Un joven tarambana, hijo del hombre más rico e influyente de España, el que no hacía gobiernos, sino que los compraba ya hechos (estaba prometido, pero su novia se encontraba en Suiza, educándose para estar a la altura del rutilante futuro). Un toque de abanico en la espalda, un ¿adivina quién soy? dicho primero en inglés, luego en alemán, después en español, finalmente –oh sorpresa: la mujer misteriosa era de la isla– en mallorquín, un intercambio de miradas y Carmen Delgado, tan ambiciosa y falta de escrúpulos como quien pronto sería su suegro, garantizó el futuro del imperio de don Juan March dándole por fin un auténtico heredero: ella misma. ¿Aquel baile cambió el destino de España? Pudiera ser. Algún día se sabrán los secretos de Estoril. Y no digo más.



5 comentarios:

  1. "Pero puedo equivocarme...". Y claro que te equivocas, y tu amigo el vidente lo mero. Precisamente esta mañana Íñigo Errejón lo decía bien claro: "Unas nuevas elecciones no iban a cambiar nada sustancial en el equilibrio actual de fuerzas". Por si no lo sabías, la estrategia de don Pedro (y de su plana mayor) es cocinar la especie de que -si fuese irremediable ir a nuevos comicios, dados los tabúes imperantes-, que cundiera la imagen de que ello iba a ser así solo por lo "excluyente" que era PODEMOS. De lo excluyente que es C,s -su aliado in péctore- ni una palabra. Y si no se fuese a otras elecciones en cosa de meses, la alternativa de formar gobierno con Ciudadanos es la más verosímil con mucho. Naturalmente que para la operación iba a ser necesaria la abstención del PP. ¿Que este partido/a no iba a estar por la labor? Ingenuos míos... Unas llamadas de teléfono de quienes yo me sé y obedecerían como corderos (ellos tan lobos como vienen siendo). Pero esta argucia, esta simulación de que la fatalidad guía los pasos del partido que fundó Felipe González (¿alguien objetará algo a esta atribución?) se iba a caer por la base: seremos ignorantes políticos pero tontos no. Y la figura del PASOK se iba a agigantar en el fondo de la caverna, cada día un poco más. Cosa que, por otra parte, a lo mejor preocupa más bien poco a muchos figuras de la nomenklatura pesoísta, que solo aspiran a unos añejos más en la poltrona y luego Dios y alguna corporación de campanillas dirán. Pero la fosa estaría abierta y expectante.
    El intelectual Corcuera y el cripto trostkista Leguina debieran aconsejar a don Pedro con mayor sosiego y sesudez, dado que el mayordomo de Slim parece cosa perdida: no le hacen caso ni en Intereconomía.
    El PSOE asturiano nos abochorna un día sí y otro también, sobremanera con la zafiedad y la inquina con que combaten a "estos nuevos" que vienen con costumbre pintorescas, tales como investigar las corruptelas y administrar con mejor tino los presupuestos autonómicos. Si no avergüenza a muchos el papelón que esta jugando en este affair de la "investidura" -y de las políticas de alianzas consecuentes- don Javier Fernández, es que se nos ha estragado el gusto (democrático) definitivamente.

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  2. Si me equivoco o no, habrá que esperar para saberlo a que pase el tiempo.

    JLGM

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  3. A veces tengo la sensación de que el guión está perfectamente planeado por socialistas y populares. El primer capítulo se desarrolló según los previsibles odios y alergias, en el segundo sus respectivos líderes están procediendo a un indispensable lavado de cara ante los suyos, y en el tercero el mago Rivera aparece en escena y unta a los adversarios con vaselina celestial para que después se cojan de la mano y saluden al público. ¿O no es la política la máxima representación de la farsa?
    Y otra vez mis felicitaciones a JLGM por estos minutos de buena literatura que os ha regalado.

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  4. Un recorrido exhaustivo por noticias, personajes y situaciones, que no por conocidas nos dejan indiferentes.

    Un saludo

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