sábado, 12 de enero de 2013

Nada personal: Jardín de invierno


Sábado, 5 de enero
LOS VIEJOS IDEALES

¡Qué rara cosa es el patriotismo! Visito en Filadelfia la Campana de la Libertad y el Hall de la Independencia,  y luego el antiguo edificio de un banco convertido en altar de la patria, con retratos de los prohombres y la apoteosis de George Washington, y no puedo dejar de pensar en lo que está pasando en mi país.
¿Opinarían los ingleses de aquel tiempo que los estadounidenses no tenían derecho a ser independientes porque nunca antes habían sido independientes? ¿Opinarían que todo su afán de independencia era solo una cuestión económica, que lo que querían era pagar menos impuestos? ¿Considerarían a George Washington como los españoles de hoy consideran a Artur Mas? Estas son cosas que, obviamente, no se pueden decir en público, pero que yo no puedo evitar pensar. A fin de cuentas, el pensamiento es libre, al menos mientras no se verbalice.
            Frente al aparatoso ayuntamiento, se alza una majestuosa catedral: el templo masónico. Al enemigo solo se le puede vencer con las propias armas. Para acabar con el poder oscurantista de las religiones hay que crear otra religión, y eso es masonería, con sus ritos y sus mitos.
            Yo todo lo que sé de patrias lo aprendí cuando tenía diez años. En la escuela nos leyeron “El carbonero alcalde”, de Alarcón, donde se cuentan las heroicas barbaridades de los españoles contra los franceses durante la guerra de la Independencia; en casa, mi abuelo me hablaba de la guerra de Marruecos, de las heroicas barbaridades de los españoles contra los moros. Y como ya tenía uso de razón se me ocurrió un día decirle: “Abuelo, pero si en la guerra de la Independencia los malos eran los franceses porque habían invadido nuestro país, en la guerra de Marruecos los malos éramos los españoles porque habíamos invadido el suyo”.
            Así pensaba yo cuando era niño, así pienso cuando soy adulto. Para entrar en la Unión Europa hacen falta ciertos requisitos; para salir, no hace falta más que uno: querer salir. Y es que estar en ella es un honor, no un castigo. Exactamente lo contrario de lo que ocurre con España, según lo entienden patriotas de izquierdas o de derechas, que el patriotismo es una ideología que se sobrepone a cualquier otra.
            Paseo por las calles de la antigua Filadelfia y siento por todas partes la sombra protectora de Benjamín Franklin y los viejos ideales de libertad, igualdad y fraternidad. Todavía tan lejanos.


Domingo, 6 de enero
UN PASEO

En la fría y oscura mañana apenas hay nadie en las calles, pero la Biblioteca Pública está abierta y los ventanales de la gran sala de lectura iluminados. Sensación de hogar, de estar en casa.
Camino por la Avenida si prisa ninguna, sin nada que hacer, pero atento a todo, especialmente a lo alto de los edificios, coronados siempre con la gracia arquitectónica de un templete o un raro juego de columnas y bajorrelieves.
La primera parada es en Madison Square Garden, con la delgada silueta del Flat Iron y el Empire alzándose de puntillas al otro lado para contemplar el tranquilo espectáculo de la plaza. Han puesto unos bancos en los que no se puede estar sentado, sino solo tumbado; a partir de ahora, dormir en un banco del parque no va ser asunto solo de vagabundos.
Continúo por Broadway hasta otras de mis plazas favoritas, Union Square, con su mercadillo y su gran librería, a la que siempre vuelvo como quien vuelve a casa.
Qué grato sentarse en la cafetería de esta Barnes & Noble que ocupa enteramente un edificio decimonónico. Puedo traer a la mesa cuantos libros y revistas quiera, pero yo prefiero mirar a la gente, no hacer nada, dejar pasar el tiempo; si acaso, garabatear unos versos, que tacho antes de marchar.



El tramo de Broadway que viene a continuación siempre me ha fascinado. Al comienzo está Strand, inagotable cueva del tesoro, luego una iglesia neogótica de aire inglés, y a continuación edificios de finales del XIX y comienzos del XX que aúnan funcionalidad, historicismo y sólida fantasía arquitectónica. Al final, señalándome el camino, está el Woolworth, con su elegancia neogótica.
Entro un momento en la iglesia de San Pablo, su apacible aire dieciochesco convertido para siempre en museo del horror. Detrás del pequeño cementerio, se alzan todavía las grúas de la Zona Cero. Ya hay muchos rutilantes edificios, y unos escondidos y poco afortunados homenajes a los muertos de aquel septiembre, pero la cicatriz parece que no va a cerrarse nunca.
Solo respiro tranquilo al llegar al Jardín de Invierno, sobre el que cayeron las cenizas, pero que resistió el horror. Enfrente están el Hudson y la tarde luminosa y primaveral. Paseo por la orilla del río dejándome acariciar por la luz, que no tiene ninguna prisa en irse, que se demora para estar conmigo.
            Me gustan las ciudades en que se puede pasear de la mañana a la tarde, caminando siempre hacia adelante, sin que se acaben ni ellas ni tampoco la sucesión de maravillas.
            El sol, al ponerse, recorta las siluetas de la estatua de la libertad y de la isla del gobernador.


Lunes, 7 de enero
EL MAYOR ESPECTÁCULO

En Times Square la publicidad es un entretenimiento más. Subidos en la escalinata que preside la plaza, los turistas se contemplan a sí mismos en una gran pantalla. Otra pantalla, debajo, juega con esas imágenes y mete a los curiosos en un coche, en un autobús, los hace pasar por un desfiladero o ante las pirámides. Cuando se interrumpe la proyección, comienza el spot publicitario de no sé qué marca de automóviles. Pero todo el mundo aguarda paciente a que continúe el espectáculo que más nos fascine: vernos a nosotros mismos, aunque sea haciendo el indio.


Martes. 8 de enero
SOLO EN PEQUEÑAS DOSIS

Ciudad de multitudes y de soledades, Nueva York. Siempre queda un rincón por descubrir. Esta vez le toca el turno a Sutton Park, frente al Queensboro Bridge. Nunca había estado aquí, pero lo reconozco de inmediato: aparece en el cartel de Manhattan. En el banco en que yo me siento se sentaron unos jovencitos Woody Allen y Diane Keaton.


            El transbordador nos lleva a Roosevelt Island. Fue leprosería y hospital de enfermedades contagiosas, el presidente Roosevelt construyó en ella viviendas sociales. Hoy sigue siendo un ghetto, un lugar aparte, un hogar de jubilados y fantasmas. Solo las vistas de su lado oeste son espléndidas (al este, la desolación de Queens).
Respiro aliviado al volver a poner el pie en Manhattan. Nunca me ha gustado demasiado la tranquilidad, solo la soporto en pequeñas dosis. Me pone nervioso.


Miércoles, 9 de enero
AMIGOS PARA SIEMPRE

Hace ahora cien años, un millonario enriquecido con el carbón y el acero construyó esta casa para alojarse en ella con sus mejores amigos. Siempre que puedo paso a visitarlos. Empiezo por el salón donde, en lo alto de la chimenea, un apacible San Jerónimo trata de mediar entre dos enemigos que se miran retadores: Thomas Moro y Thomas Cromwell. El segundo ayudó a que le cortaran la cabeza al primero, pero no pudo evitar que se la cortaran a él después. Son dos obras maestras de Holbein, pero el retrato del sabio utopista es más fascinante y más inolvidable que el del dictador. La cadena de oro que lleva al cuello, con su “ese” insistentemente repetida, parece pedir silencio, aconseja callar ante el poderoso si quiere conservar la cabeza; es la abreviatura de un hermoso lema: “Souvent me souvient”, recuérdame a menudo. Qué distintos los personajes de la pared de enfrente. A los dos los pintó Tiziano. Uno es un joven, con lujosa capa y elegante gorro, la mano delicadamente apoyada en la espada, “alguien de quien uno se enamora”; el otro es un hombre grueso, de labios abultados y mirada lasciva, Pietro Aretino; parece Fernando Savater en un baile de disfraces. Seguro que ya ha tratado de recitarle alguno de sus sonetos lujuriosos al joven de la capa de piel, pero este ha vuelto la cabeza hacia otro lado, desdeñoso. El gesto de San Jerónimo, que los mira desde lo alto, apartando un instante la vista del volumen que tiene entre las manos, indica bien a las claras lo poco que le gustan esos juegos.


       
  Cuántos, cuántos amigos en la casa de Henry Frick, frente a la Quinta Avenida. En el comedor encuentro a la señorita Mary Edwards. ¡Qué historia la suya! A los veinticuatro años, en 1727, heredó una fortuna. Era la mujer más rica de Inglaterra y tenía docenas y docenas de pretendientes. Perdió la cabeza por uno de ellos, el menos adecuado. Su marido resultó ser un jugador obsesivo y sin suerte. Para librarse de aquel tarambana, Mary Edwards tomó una decisión drástica: lo echó de casa después de destruir todos los documentos que tenían que ver con la boda; el hijo de ambos fue declarado bastardo, y ni a ella ni a él les importó nunca: mejor ningún padre que tal padre. En el retrato de Hogarth, sonríe apaciblemente mientras acaricia un perro. Tiene porte de reina, con el globo terráqueo al lado. A mí me habría gustado compartir cena con ella en este comedor. Henry Frick solía servir a sus invitados caviar, sopa de tortuga, mollejas salteadas con setas, perdices asadas, ensalada de orquídeas y tartaletas de fresa. Seguro que a Mary Edwards no le desagradaría la compañía de Lady Hamilton. Cuando la pintó George Romney, era muy jovencita. Su mirada es tan ingenua como la del perrito que nos mira desde sus brazos. Tuvo la suerte de que su primer amante se cansara pronto de ella y se la traspasara a su tío, anciano y rico, embajador en Nápoles. Sir William Hamilton se enamoró paternalmente y procuró que adquiriera una buena educación antes de proponerle el matrimonio. Luego, ya casada, tuvo amores con Nelson. Pero esa es otra historia que ha contado muy bien Susan Sontag. Seguro que en algún momento se les acerca otra gran seductora: Louise, princesa de Broglie, condesa de Haussonville, nieta de madame de Staël. Ella misma afirmó que “estaba destinada a engatusar, atraer, seducir y hacer sufrir a todos los que buscaban la felicidad en mí”. No parece que a Ingres le importada mucho sufrir por ella; cada pincelada de su retrato vale por una demorada caricia.
            Henry Frick prefería las pinturas “con las que resultaba agradable convivir”. Esta reunión de obras maestras es una reunión de la buena sociedad: nada disuena, nada desentona. Si un invitado se cansa de la conversación, puede acercarse hasta la biblioteca, donde todos los libros están al alcance de la mano, en estanterías bajas. Yo prefiero salir al patio ajardinado y sentarme a escuchar el rumor de la fuente junto al ángel de bronce. Muy cerca, en la sala de música, leyó sus versos Eliot: “Footfalls echo in the memory / Down the passage which we did not take…”
Cuando salgo a la calle, al mundo real, no menos irreal que el que abandono, “resuenan pisadas en la memoria / por el sendero que no recorrimos / hacia la puerta que no abrimos nunca / en el jardín de rosas”.




25 comentarios:

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  3. (Malditos demonios informáticos. Copio correctamente mi comentario):
    Comparar a George Washington con Artur Mas ha hecho que se me caigan los dientes de risa. Por lo demás, la América de entonces era una colonia y la España de Napoleón un país invadido. Cataluña no es ninguna de esas cosas, aunque algunos tengan la tentación de reescribir la historia.
    Patriotas, sí... A los patriotas españoles ya los conocíamos. A los patriotas catalanes estamos empezando a conocerlos y vienen a ser la misma harina en otro costal. Y tú, de ser catalán, serías el más conspicuo patriota español, no menos que La Razón y el ABC. Sólo por llevar la contraria. Es tu naturaleza.
    Un abrazo.

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  4. ¿Y qué es ser una colonia, amigo Piquero? Porque no fueron los indios los que se sublevaron contra los ingleses, sino los propios colonos ingleses, esto es, los propios ingleses emigrados en Inglaterra los que se sublevaron contra su rey, incumpliendo todas las normas legales.
    Atrévete a pensar sin prejuicios, querido amigo. (Por cierto, sabía que ibas a poner un comentario: los patriotas --en el mal sentido de la palabra-- sois así de previsibles).

    JLGM

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  5. Yo, con perdón, tengo la vehemente sospecha de que el referéndum con el que ahora se anda a vueltas en Cataluña debe parecerle a JLGM del todo inútil. ¿Para qué, si no hay más que un punto de vista razonable, el suyo, y todos los demás son, cuando menos, ridículos? La frase "creerse en posesión de la verdad" me gusta poco (y su significado, aún menos). Pero me temo que defina con incómoda precisión lo que él exactamente siente; aunque luego, por comprensibles motivos de amabilidad social, trate de dismularlo un poco. Me produce, y de nuevo pido perdón, la misma sensación que un comunicante, en el foro que La Vanguardia ha abierto a continuación de una encuesta sobre la declaración acerca del "derecho a decidir" recién hecha pública. Como en la encuesta se andan más o menos a la par quienes dicen apoyarla y quienes no, el comunicante que digo afirma, tan convencido, que los primeros son catalanes (todos, sin faltar uno), y los otros, lectores del resto de España. Y a ver quién le convence, no de que eso que afirma no puede saberlo, sino de que esa afirmación, que no retrata ninguna realidad, le retrata en cambio a él mismo (o a ella), y de un modo no precisamente grato. La idea de que dos personas puedan tener ideas contrarias, y ser sin embargo ambas inteligentes y honestas, es difícilmente asimilable para algunos, parece. Triste cosa.

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  6. Lo que es una colonia, amigo Martín, lo describe muy bien el diccionario de la RAE: "Territorio dominado y administrado por una potencia extranjera". Si esto se adecúa a Cataluña, que baje Dios y lo vea.
    Yo sí me atrevo a pensar sin prejuicios. ¿Lo haces tú? Como te dije, tu afán es oponerte a la corriente mayoritaria. Por eso decía que de ser catalán serías más españolista que Rajoy.
    Y, por cierto, no sé de dónde has sacado que yo soy un patriota español, cuando he abjurado públicamente de cualquier afán patriótico en cien sitios que podría citarte. Pero cualquiera que se oponga al despróposito catalán para ti ya está juzgado: es un españolazo. También me opongo a la independencia de Escocia. ¿No seré un patriota inglés y fiel subdito de la reina Isabel?

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  7. Un marciano recién llegado a la Tierra (por aquello de que iba a estar virgen de cualquier contaminación ideológica que le moviera a prejuicios berroqueños), bien pudiera opinar del siguiente modo sobre el asunto de la independencia de las colonia americana: era un asunto entre ladrones que se disputaban las rapiñas. Habiendo conquistado a sangre y fuego unos territorios que pertenecían a los pueblos aborígenes (hasta llegar a un ulterior genocidio), los ladrones de mayor proximidad, los que explotaban directamente las riquezas naturales, entendieron un día que no tenían por qué depender del ladrón mayor, que vivía en la Gran Bretaña, a miles de millas marinas de allí.
    Lo mismo pudieran opinar sobre la América conquistada por los españoles, que asesinaron a mansalva a los "indios", y sobre aquella ingente montaña de cadáveres establecieron unas colonias que, transcurrido un tiempo y del mismo modo que las inglesas, terminaron por independizarse de la metrópoli.
    Y resulta que ahora, enzarzados en discusiones sobre legitimidades de pacotilla, se olvida la mayor: que previo a la sangrienta conquista existían unos pueblos, alguno de ellos con culturas muy desarrolladas, que fueron masacrados y esclavizados..., por los que hoy ostentan escrituras de propiedad bien discutibles.
    Y es que se ha llegado a un cinismo tal que, incluso entre las gente de acreditado espíritu altruista y democrático, se silencia aquel pecado original de la matanzas y de los expolios masivos, para centrarse en otras problemáticas legitimidades: mal que nos pese, en nuestro fuero interno tenemos asumido que la vida de los indígenas tiene menor valor que la de los soldados del rey.
    Ocurre un fenómeno parecido cuando hoy, sumidos en la vorágine de esta crisis devastadora, nos perdemos en discusiones que no tocan ni de lejos la raices del mal, las causas del desastre. Y así no se abordan con lucidez los problemas acuciantes.
    América, España, Cataluña..., son realidades que han cristalizado con el ejercicio de la violencia y con la imposición de status a sangre y fuego. Pero no son estas conductas bárbaras de tiempos y maneras de pensar periclitados: estoy seguro de que bien cerca de la magnífica biblioteca neoyorkina, en algún despacho de un espigado rascacielos, se estará tramando la agresión a cierto díscolo país. Y, que yo sepa, las bombas y la metralla de los cañones la de flota no son menos mortíferos que las picas y los sables de los conquistadores.
    Para mí, un patriota es un necio.

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  8. Estados Unidos es un país gigantesco tan complejo, que ha merecido el apelativo de " melting pot " , crisol de muchos, de muchas razas ( ex pluribus, unum ). Dejará de ser blanco, protestante y de orígenes anglosajones o angloparlantes, próximamente, sino lo ha dejado de ser ya, en algunos estados chicanos, latinos o indoamericanos hispanos pachucos, o como se llamen. Su fundación basada en la violencia genocida, siempre nos la han vendido como la " heroicidad de la conquista del oeste ", a través de su propagandístico cine y literatura, entretenimiento de masas occidental.
    La ideología oficial americana, el liberalismo conservador, no ha cesado nunca de exportarse al mundo conocido bajo el pretexto de traer la democracia, que es vista sobre todo como libertades de mercado sin restricciones y poder armado y de decisión para el individuo de origen predestinado calvinista.
    Pero Estados Unidos, que sociológicamente no es Nueva York, es un país rural, de granjeros, de comunidades locales que rehúyen en todo momento el poder federal de Washington,a los masones y los judíos, los negros, hispanos o católicos, así como a las más 200 comunidades étnicas distintas, que pueden habitar el Nueva York de tántos Supermanes.
    Debemos a Estados Unidos ser la meca contemporánea de la cultura occidental y del sistema de mercado capitalista, el concepto de biblioteca pública del siglo XXI, grandes avenidas impresionantes y edificios neogóticos o neoclásicos, rascacielos y bancos; un concepto de democracia liberal universal, que es el único que va quedando, así como la creación de iconos imperecederos en cine, literatura, publicidad y propaganda de " triunfadores " sobre " perdedores", pero no me acaban de convencer, porque teóricamente nosotros pertenecemos a una Unión Europea, que tendría que tener un modelo propio también federal, un modelo social distinto, una voz, que no tiene, y un desarrollo político no tan propio de enanos.
    España aparece sino como un país indeterminado latinoamericano, como un país periférico de Europa versión imperio austrohúngaro, formado por etnias que se llevan mal: vascos, catalanes, andaluces típicos, castellanos, gallegos, ...poquita cosa, cuando cualquier persona de buena fe abogaría por intentar la cohesión, la unión, el entendimiento y la proyección de lo poquita cosa que somos, teniendo en cuenta la lengua castellana, más o menos estropeada y maltratada por los crecientes hispanos en Estados Unidos, y con multitud de modismos regionales y variantes de origen mestizo.

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  9. Amigo Piquero, no veas en esto una agresión personal (sabes que yo soy incapaz de tal cosa), pero te confieso que me fascina ver cómo alguien capaz de escribir tan lúcidos poemas se muestra luego incapacitado para el pensamiento lógico en la prosa de todos los días.
    La independencia colonial no significa lo mismo cuando hablamos, por ejemplo, de Argelia que cuando hablamos de Estados Unidos. En Argelia los colonos franceses (muchos de ellos nacidos en Argelia) no eran partidarios de la independencia. Los sometidos no eran los colonos, sino los naturales del país. Ellos fueron los que lograron la independencia tras largos años de guerra y terrorismo.
    En Estados Unidos quienes se independizaron no fueron los pueblos aborígenes y sometidos, sino los colonos ingleses que no estaban en absoluto sometidos a Inglaterra, sino que tenían tantos derechos como cualquier otro habitante de Londres. Ellos fueron los que se sublevaron contra su rey y contra las leyes de su país, para crear otro.
    La situación de Cataluña no tiene nada en común con la de Argelia sometida a Francia, pero lo tiene todo, o casi todo, en común con los Estados Unidos originarios.
    Y te voy a dar otro tema para pensar: lo mismo ocurrió con Argentina, Perú, etc. Quienes se sublevaron no fueron los aborígenes, sino los criollos, que eran españoles, hubieran nacido acá o allá, y tenían todos los derechos. Léete, por ejemplo, la constitución de Cádiz.
    Un libro sobre la independencia de la América hispana se titula precisamente: "Los españoles que dejaron de serlo".

    JLGM

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  10. Respuesta a Rober: Nunca he dudado de que dos personas inteligentes pueden tener ideas contrarias y ser ambas inteligentes.
    Pero hay cosas que no dependen de la opinión: el derecho de los hombres a ser libres y no esclavos, la igualdad entre hombres y mujeres. Tampoco el derecho de los pueblos (o de las naciones) a decidir libremente su destino, llámense Francia, Escocia, Quebec, Croacia, Palestina, Italia o Armenia.
    Los que se oponen a un referéndum en el que los catalanes expresen su opinión son los que prejuzgan esa opinión como contraria a sus intereses, no La Vanguardia.
    Yo no dudo de la inteligencia de Rober, pero, si me permite, le diré que tengo algunas dudas sobre si en este comentario ha hecho el mejor uso de ella.

    JLGM

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  11. El caso de Cataluña NADA tiene que ver con los Estados Unidos originarios. Los catalanes, antes de la unión a Castilla con los Reyes Católicos, era un reino independiente, tanto como lo eran Francia o Portugal. No se trataba, pues, de unos "hijos" que un buen día decidieron zafarse de la tutela paterna. Y ahora, los descendientes de aquellos que decidieron (o a quienes se le impuso) tal maridaje, han de decidir (si les dejan) si quieren divorciarse o no.

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  12. El problema, Mario, es que ese reino no se llamaba Cataluña, sino que se trataba de la corona de Aragón y a eso se agarran algunos para decir que Cataluña no fue nunca independiente. Mi argumento es que, aunque no lo hubiera sido, tiene derecho a serlo, si así lo desean los catalanes. Tu precisión refuerza mi argumentación.

    JLGM

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  13. La globalización, uniforma, y se busca la reafirmación en la diferencia por la diferencia. Mas afirma que si Cataluña no tiene un estado propio, desaparecerá de forma fulminante en un período muy breve de tiempo. Esto de las patrias es muy cutre, pero obedece a la pulsión identitaria primitiva tribal, y de ella saben sacar provecho siempre los políticos sin escrúpulos que se ponen de libertadores guiando al pueblo, a la cabeza de la manifestación o cotarro protestón victimista, máxime en momentos de crisis económica galopante y en los cuales " la idea de España" suena como nunca a antiguo régimen inquisitorial, intolerancia premoderna, riña a garrotazos, pasado casposo, carlistas y liberales, imperio español católico universal, franquismo y estado constitucional de 1978 fallido. Aquí, no quiere ser español ni Dios, y hay que preguntarse seriamente porqué, superando tipismos antropológicos que creemos atávicos, nacionalismos trasnochados, de unos y otros, derrotismos de antemano y simpatías fáciles por separatistas de cartera bien henchida y discurso poco leal, oportunista y cuasi xenófobo.
    ¿ Es España siempre el pasado, " tierra de los antepasados ", como decía el escritor de Así Habló Zaratrusta ?
    ¿ Porqué fracasa la idea de España en la modernidad postmoderna, cuando creíamos que habíamos hechos todos los deberes correctamente ? ¿ Qué quedará de nosotros, convertidos en un barrio periférico de la Unión Europea, norteña y próspera,transformados en un parque temático o desierto en la globalización, balcanizadora,empequeñecedora, refugio de pequeñas patrias, donde triunfa lo neofeudal, local, y universalmente, el capitalismo neoliberal, único dueño verdadero de nuestras vidas, catalanas o españolas, de Mieres o Mozambique, Yankis o chinas ? ,

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  14. He de reconocer, Kurtz, que no soy ducho en temas relacionados con los orígenes de Cataluña, pero ello no obsta para que pueda opinar sin complejos al respecto porque, como usted bien dice y yo con usted, en cualquier caso los catalanes de hoy tienen derecho a decidir cuál sea su destino como pueblo.
    No obstante, y no estoy seguro de lo que voy a apuntar, creo que los Condados Catalanes fueron anteriores al reino de Aragón, inscritos en la llamada Marca Hispánica, y que fueron estructuras territoriales interpuestas entre los musulmanes y el Imperio carolíngio. Si esto es así, los "países" catalanes están antes que aquel reino.
    Pero ya digo: en cualquier caso los catalanes tienen legitimidad para decidir sobre su destino colectivo.

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  15. Me ha gustado mucho su paseo en solitario por NYC, y la casa del carbonero también. Yo como me quedé parado en Occitania dejo a Cataluña para los catalanes.

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  16. Gracias a JLGM por no dudar de mi inteligencia; es mucho más de lo que me pasa a mí mismo, que dudo de ella casi continuamente. (En eso no nos parecemos, creo). Sin embargo, yo temo que el ejemplo que nos da, a pesar de su afirmación sobre las cosas que no son opinables, tiene mucho que discutir. Habla del "derecho de los pueblos, o de las naciones, a decidir libremente su destino". ¿Quiere esto decir, por ejemplo, que España no tiene derecho a decidirlo, pero sí cualquiera de las partes que a día de hoy la forman? ¿Y por qué? ¿Acaso España no es un "pueblo o nación", pero Cataluña sí? Y, de nuevo, ¿por qué? Y las partes que hoy forman, por ejemplo, a la propia Cataluña, ¿tienen también ese derecho a decidir por sí mismas, aunque sea en contra de las otras? Copio a continuación enlace a una intervención (en TV3) de una independentista catalana tan conocida como Pilar Rahola, donde se ve lo que ella opina -y las formas, tan escasamente amables, en que manifiesta esa opinión- acerca de ese mismo derecho referido a la Vall d'Aran:

    http://www.youtube.com/watch?v=CeDQxFNlgX8

    Y obsérvese, de paso, que preguntas como éstas no parece que razonablemente puedan plantearse por lo que respecta a la esclavitud, por ejemplo; con lo que cabría sospechar que, ahí, JLGM introduce una cierta dosis de demagogia. No obstante lo cual no diré yo que no haga el mejor uso que pueda de su inteligencia, de la que (al contrario que de la propia) no dudo. Sí le reprocho (ya lo hice antes) su tendencia a considerar este asunto, y otros, como fuera de toda discusión posible: díjolo Blas... Las cosas en mi opinión, y no soy el único en pensarlo, son un poquito menos simples de lo que él prefiere darnos a entender. Ojalá fueran, en efecto, tan simples. En esa simplificación, JLGM se parece a los independentistas catalanes (que acaso no sean patriotas; o, al menos, de su posible patriotismo nada tiene que decir JLGM), o a algunos de entre ellos. Pero la realidad, a mi pobre y mal usada inteligencia, le parece bastante más compleja. Y más rica.

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  17. Esa tendencia tuya a menospreciar la inteligencia o el sentido común del contrario no es nueva y ya se te ha reprochado muchas veces. Un truco muy viejo. Nunca usas ese recurso con el que está de acuerdo contigo, aunque diga tonterías y disparates, mientras defienda tu misma tesis. Ergo, no censuras la falta de inteligencia sino el desacuerdo. Eso está muy feo.
    No te voy a contestar acerca de tu comparación de Cataluña con la antigua Norteamérica, porque es un disparate tan grande que dudo que te atrevieras a defenderlo ante historiadores cualificados. ¿Cataluña una colonia? ¿España un imperio colonial debido a la cuestión catalana? Por favor...
    Sí me parece interesante lo que dice Rober acerca de quién puede decidir, quién es el sujeto del derecho. Si hay un referéndum y Girona dice no a la secesión, ¿lo respetarán los nacionalistas catalanes? Si se hace en el País Vasco y Álava dice no, ¿lo respetarán los nacionalistas vascos? ¿O tendremos en España un nuevo Ulster? Por no hablar de los distintos municipios, que son territorios históricos con su propia personalidad. Los nacionalistas quieren una patria unánime, sin disensiones. Ejem...
    Y además, qué coño, la secesión afectaría a todos. A mí también. Económicamente. Defiendo el derecho a decidir y quiero votar en ese referendum, puesto que soy parte. Y no me saques otra vez lo del matrimonio en el que uno quiere separarse y el otro no. Una nación, un territorio, no se parecen a un matrimonio. Es ingenioso pero no sirve.
    Que tu afán de ir a contracorriente te meta en esas trampas y en apoyar posturas ahistóricas y reaccionarias es muy decepcionante.

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  18. Trataré de no menospreciar, aunque me cueste. ¿De dónde sacas que es un disparate comparar la independencia de Cataluña con la de Estados Unidos? Las diferencias son evidentes, empezando porque una ocurrió en el siglo XVIII y estamos en el XXI. Pero de las diferencias no hablamos, se dan por sentadas. Importan las semejanzas. Los ingleses de la costa este de Norteamérica no estaban de acuerdo con su gobierno y deciden separarse y formar una nación independiente. Las razones de ese desacuerdo son en gran parte económicas: creen que pagan demasiados impuestos. De hecho y de derecho en aquel momento eran súbditos de la monarquía inglesa. No respetan las leyes vigentes, se alzan contra ellas. Y ten en cuenta que no se rebelan los indios sojuzgados, no es como las independencias de los países coloniales del siglo XX (por eso comparo a Cataluña con Estados Unidos y no con Argelia o el Congo Belga). Si no ves el parecido, allá tú. Pero lo que yo afirmaba (que las opiniones en la Inglaterra de entonces eran tan poco favorables a George Washington como las de los medios españoles actuales a Artur Mas) puedes comprobarlo en los libros de historia.
    Y tu falta de rigor (no veas menosprecio en esto) es absoluta: si se hace un referemdum en Girona, el resultado a afecta a Girona, independientemente de cuál sea el resultado de cada una de sus provincias; si se hace en el País Vasco, afecta al País Vasco, independientemente de cuál sea el resultado en Álava; si se hace en Cataluña, el resultado afecta a Cataluña, y si en España, a España... Plantearse cuestiones sobre esto es tontería (perdón) o mala fe.
    Para conocer la opinión de Cataluña hay que consultar en Cataluña (como se hace en las elecciones autonómicas). Para decidir los términos de la separación (si los catalanes decidieran independizarse, que no está claro) habría que consultar en toda España.
    Ahora bien, yo creo que hoy en día resultaría difícil mantener un territorio dentro de un Estado si mayoritaria y democráticamente ha manifestado su deseo de no formar parte de él. Por eso algunos como tú tienen tanto miedo de que los catalanes hablen. Porque si hablan y dicen algo que no os gusta será difícíl impedir que la situación cambie.
    Disculpa el posible menosprecio (que va siempre contra la manera de razonar, y no contra la persona)y piensa un poco en mis argumentos, como yo pienso en los tuyos.

    JLGM

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  19. Amigo José Luis, inasequible al desaliento, da Vd cumplida respuesta a todos los reaccionarios epañolistas que leemos sus entradas semanales. Cuando uno parece estar cansado de la cuestión catalana topa con sugerentes reflexiones de Luis Goytisolo en la relectura de Recuento- que romántica propuesta, que supongo sería del agrado de JLGM , la de crear sobre nuevas bases una Unión de Repúblicas Ibéricas Socialistas.
    Me ha gustado el relato de su envidiable viaje.
    Javier

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  20. Las diferencias están por todas partes: una es una colonia de ultramar, llamada colonia por la metrópoli y por los mismos ciudadanos de la colonia, y otra es una provincia de un estado al que ha estado ligada históricamente desde hace siglos. Tampoco fue nunca independiente ni tuvo aspiraciones separatistas hasta hace unas décadas. O sea, que legitimidad histórica para la secesión no la hay.
    Pero aquí el asunto es de democracia, de derechos. Y yo insisto en el objeto del derecho. ¿Por qué hay que respetar democráticamente la reivindicación de un territorio (Cataluña) enmarcado dentro de un territorio mayor (España) y no las de otro territorio (Gerona o Álava, por ejemplo) enmarcado en un territorio mayor (Cataluña o Euskadi)? Me temo que aquí el discurso nacionalista se descuadra. Esto no es tontería ni mala fe. Es que si llevamos a ese extremo las reivindicaciones territoriales, todos los ciudadanos tienen derecho a decidir, y ni tú ni nadie tiene derecho a imponerle a los alaveses un estado vasco que eventualmente no desean. Las leyes internacionales sobre posibles secesiones dentro de territorios democráticos son rigurosas y restrictivas por muy buenas razones, por los conflictos que originan y el factible enquistamiento de querellas locales. No por falta de salud democrática, amigo.

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  21. Tu manera de pensar es absolutamente fascinante, querido Piquero. A mí por lo menos me fascina. Por un lado incurres en el verbalismo. No entiendes que la palabra "colonia" se ha aplicado a diferentes realidades, y que la "descolinización" que propugna la ONU se refiere al derecho de los colonizados (primitivos habitantes del territorio), no de los colonos. Los franceses de Argelia no estaban oprimidos por la metrópoli, como no lo estaban los colonos americanos o no están los catalanes. Los franceses de Argelias decidieron seguir siendo franceses mientras que los americanos decidieron fundar un nuevo país. Los catalanes veremos lo que quieren y después ya se verá si pueden.
    En ese verbalismo tuyo que se enreda con las palabras y se desentiende de los conceptos, sorprende que califiques a Cataliña de provincia. No lo es ni lo ha sido nunca.

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    1. Y en cuanto a lo de respetar la reivindicación de Cataluña y no la de Gerona, la verdad es que me resulta difícil seguir tomándote en serio. No la respetamos porque no la hay

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    2. Si en Gerona aparece un partido político que propugna la separación de Cataluña y obtiene la mayoría de los votos, pues naturalmente que habrá que tomarle en serio y hacer caso de sus reivindicaciones. Pero no parece que Gerona quiera, al menos por el momento, dejar de ser catalana. Las reivindicaciones nacionalistas no se inventan, amigo Piquero, ni dependen del capricho de nadie.
      ¿Cataluña no tuvo aspiraciones hasta hace unas décadas? O poco sabes de historia o mucho lo disimulas. En 1934 se proclamó la república independiente de Cataluña, Primo de Rivera justificó el golpe de Estado en buena parte para oponerse al separatismo... Y eso para no hablar del levantamiento en la época del conde duque de Olivares que triunfó en Portugal (y por eso hoy es independiente) y no en Cataluña.
      En fin, querido Piquero, vamos a no descalificar a nadie (pero costarme,bien que me cuesta) y a dar por sentado que en este asunto tenemos criterios diferentes y que los curiosos que nos lean son capaces de valorar las razones de cada cuál.
      Yo creo que los catalanes tienen derecho a decidir libremente si siguen o no formando parte del Estado español; tú crees que no lo tienen.
      Uno de los dos está equivocado. Pero no podemos decidirlo ninguno de nosotros dos porque somos juez y parte. Así que pasemos a otra cosa...
      Por ejemplo, ¿para cuándo un nuevo libro de poesía tuyo?
      Un abrazo

      JLGM

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  22. Quizá provincia esté tan mal usado por mí como colonia por ti, ¿no?
    En cuanto a Gerona, era una suposición. Pero la tienes concretada en Álava, para cuando llegue la ocasión. ¿Se respetará?
    A mí lo que me fascina es hasta dónde eres capaz de llegar sólo por desmarcarte de la opinión mayoritaria. Insisto: de ser catalán, serías Boadella o Vidal Quadras.

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  23. Como se cruzan nuestros correos, hago una excepción a no hablar más del asunto. No, yo no empleo mal el término colonia: nunca he dicho que Cataluña sea una colonia de España porque no creo que las realidades coloniales sean las únicas con derecho a la independencia (ni lo era Croacia, a punto de entrar en la Unión Europea, ni tampoco Eslovenia). Lo que he dicho es que, con motivo de la independencia de Estados Unidos, en Inglaterra George Washington tenía tan mala prensa como tiene Artur Mas hoy en España y no más razones que él para querer separarse.
    ¿En Álava hay un partido que propugne la separación de Euskadi? ¿Y tiene mayoría? Lo dudo mucho. Me parece que confundes algunas cosas. Pero si lo hubiera, si la mayoría de los alaveses, quisieran ser una comunidad autónoma independiente o formar parte de Castilla-León, pues por supuesto que habría que tenerlo en cuenta. Pero no parece que ese sea un asunto por el que de momento debamos preocuparnos.
    Entonces dejémoslo estar y volvamos a tus versos.

    JLGM

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