sábado, 24 de mayo de 2025

Al servicio de quien me quiera: El extraño caso de Chaves y Morató

  

Sábado, 17 de mayo
DENIZ, SUSANA Y YO

Conocí al poeta Gerardo Deniz en una antología de Susana Rivera, Última voz del exilio, y su poesía que me pareció refitolera y redicha, como un continuo palíndromo. Un amigo mexicano, de origen asturiano, Fernando Fernández, ha dedicado la mitad de su vida a estudiar la poesía de Deniz (la otra mitad, a la de Juan José Tablada), y en su reciente paso por Oviedo me regala Mar en turco. Ensayos sobre Gerardo Deniz.

No pensaba leerlo, por supuesto. Si su obra no me interesa nada, menos me puede interesar lo que se diga de ella. Pero lo hojeo displicentemente y en seguida me atrapa.

Qué personaje. Y qué minuciosa novela la que Fernández ha escrito. Una novela que comienza antes de que él naciera: su padre, que se llamaba Juan Almela como él (lo de Gerardo Deniz es pseudónimo, Deniz significa “mar en turco” y de ahí el título), era hijastro de Pablo Iglesias y un personaje novelero y singular. Lo distante que me siento de la obra de Deniz contrasta con lo cercano a su figura, a su apartamiento del cursus honorum literario y a sus precisos y contundentes juicios sobre las figuras y los figurones de su tiempo.

Habla de Alfonso Reyes, quien durante años fue el gran pontífice de la literatura mexicana. Deniz, como yo, gusta de matizar. Separa al “eminente prosista, el excelente poeta, el conocedor de literaturas hispánicas” del “señor endiosado, pretendidamente omnisciente que, entre una que otra expresión de falsísima modestia, a veces se conducía en lo intelectual de un modo más bien discutible”. A mí me gusta hacer lo mismo con cuantos endiosados santones me salen al paso.

            La antología de Susana Rivera me ha hecho sonreír con melancolía: la autora me la dedica en 1990, cuando éramos amigos. Luego, cuando confundió su condición de heredera de Ángel González, con la de propietaria absoluta de su poesía y de su figura, con derecho a veto sobre quiénes pueden acercarse a ella, las cosas cambiaron. Ahora soy una de sus bestias negras, casi tan negra como García Montero o Joaquín Sabina. El paso del tiempo a veces saca de nosotros lo peor de nosotros mismos.

Lunes, 19 de mayo
ELEMENTAL, QUERIDO WATSON

En cuanto me enteré de que se había publicado la obra periodística de Chaves Nogales correspondiente a sus últimos años en Francia e Inglaterra, me apresuré a comprarla (solo ha aparecido el primer tomo). Llevo tiempo y tiempo oyendo hablar a Abelardo Linares, mi locuaz editor, de estos artículos inéditos, que él ha ido pacientemente rastreando en la prensa americana. Como muchos de ellos se publicaron en periódicos que no están digitalizados, se ha pasado meses en Buenos Aires y La Habana localizándolos y fotografiándolos. Yolanda Morató, a quien ya publicó un trabajo sobre la estancia de Chaves en Londres, era la encargada de preparar la edición. Me sorprende que aparezca no en Renacimiento, sino en otra editorial sevillana, El Paseo. Y pronto me sorprenden otras cosas. Morató descubre varios indicios “que permiten detectar que los artículos de Chaves Nogales no se enviaban en  español, sino en francés, a la prensa hispanoamericana”. Y añade algo aún más epatante: “De hecho, que estuvieran escritos en una lengua intermedia o pivote es lo que facilitaba que pudieran publicarse el mismo día en distintos países”.

            Vamos a ver si he entendido bien, me digo. Chaves Nogales escribía todos los días una crónica en español para informar a los países americanos de la situación de Francia y esa crónica, antes de enviarla a Cuba o a Argentina, la agencia Havas, que se encargaba de distribuirla, la traducía al francés para que luego allí la retradujeran al español. Menudo disparate. Cierto que también esos artículos se publicaban en diarios brasileños, pero no parece que el español fuera una lengua tan ignorada en Brasil como para que tuvieran que recurrir al intermedio del francés. ¡Y todas estas traducciones y retraducciones tenían lugar en el mismo día! Pues vaya absurdo ajetreo, como si en las redacciones de los periódicos no tuvieran otra cosa que hacer.

            ¿Qué pruebas ha encontrado Yolanda Morató para semejante desatino? Ninguna. Se basa en un par de galicismos. “Todo tiene un término” se lee en un artículo publicado en El Sol, cuando lo natural en español sería “todo tiene un fin o un final”. Según esta curiosa manera de razonar, Borges escribió sus poemas en francés y luego los tradujo al español. ¿Cómo se explicaría en caso contrario que en el poema “Límites” escribiera “si para todo hay término y hay tasa” y no, como resulta más natural, “si para todo hay fin (o un final) y hay tasa”?

            El hecho de que los artículos publicados en español de Chaves sean, según ella, tan traducciones como los publicados en portugués, le permite preferir siempre la versión portuguesa. Esta recopilación no contendría ningún texto en la redacción original de Chaves y muchos de ellos habrían sido traducidos tres veces.

            Hay más rarezas que no se escapan a este Sherlock Holmes aficionado que yo soy. Los artículos van fechados día a día (por eso la recopilación se titula, algo engañosamente, Diarios de la Segunda Guerra Mundial), pero el 30 de diciembre de 1939 no aparece ningún artículo y a continuación encontramos dos que llevan la fecha del 31. La explicación, en la nota final: esos dos artículos se publicaron el mismo día en un periódico de Río de Janeiro, pero el primero había aparecido el día antes en El Sol. ¿Por qué Yolanda Morató, contra toda buena praxis investigadora, prefiere un testimonio posterior que rompe el orden habitual de publicación?

            ---Elemental, querido Watson –responde Holmes, tras darle una chupada a la pipa--, porque trata de disimular un hurto. La prensa brasileña que publicó los artículos de Chaves Nogales está digitalizada, pero no el diario porteño El Sol. La nota a la edición nos indica que esos artículos “fueron localizados por el editor y poeta Abelardo Linares”. Lo que no dice es cómo llegaron a su poder. Conozco bien la generosidad de Abelardo Linares, pero no me imagino que llegue al punto de entregarle a Yolanda Morató su trabajo de años para que los publique en una editorial de la competencia y sin siquiera darle las gracias.

            ---Pues lo siento, Holmes, pero no me creo yo que una rigurosa investigadora universitaria se atreva a apropiarse tan chapuceramente del trabajo de otro investigador.

            ---Que además era editor. Parece que cambió de casa editorial, por razones que ignoramos (¿le ofrecieron un suculento anticipo al que fue incapaz de resistirse?), llevándose algo que no era suyo. Y tratando de borrar sus huellas lo lleno todo de manchones. Y además nos ofreció un Chaves Nogales traducido del portugués cuando tenía en su poder los originales. 

Miércoles, 21 de mayo
FAKE NEWS

Abelardo Linares, que aparece hoy en la tertulia virtual, está muy de acuerdo con lo que cuento en “El extraño caso de Chaves y Morató”, la historia apócrifa de Sherlock Holmes que estoy empezando a escribir.

            ---Habría que añadir algunos datos. El 17 de mayo de 2024 le envié a Yolanda Morató los ciento ochenta artículos de El Sol que ahora aparecen  como fruto de investigación propia. Esos artículos suponen ni más ni menos que el ochenta por ciento de su libro. Pocos días después, el 11 de junio, se le remitió la “maqueta provisional de los artículos de El Sol”, lo que certifica que, ya por entonces, estaban en proceso de publicación por parte de Renacimiento. Pero como vamos a demandarla, ese es asunto que decidirán los tribunales. Lo que me pone más triste es que yo la consideraba una buena amiga. Con ella y con su marido, Juan Bonilla, comía todas las semanas. Espero que esto no perjudique mi amistad con Juan, a quien conozco casi desde que era un adolescente y a quien admiro desde que le leí por primera vez en las páginas de “Citas”, el suplemento del Diario de Jerez que me gustaría reeditar.

            ---Ahora querría hablar de otro asunto, Abelardo. ¿Tú crees que vale la pena reeditar estos artículos de Chaves Nogales? Son pura propaganda. Mienten y mienten. El periodismo es otra cosa. El mismo día en que el gobierno abandona la capital con el rabo entre las piernas y el ejército en desbandada, escribe que la ocupación de París por los alemanes es un imposible metafísico, que los accidentes de la batalla no pueden alterar el resultado final: la victoria, y que por eso “París sigue haciendo su vida normal sin el menor estremecimiento mientras el mundo se estremece por la Ciudad de la Luz”. Menos mal que escribía para la propaganda exterior. Pero Chaves se ha convertido en un mito y todos sus escritos los consideráis igualmente admirables. Yo, y en esto me parezco a Gerardo Deniz, soy incapaz de comulgar con esa beatería. Él demostró que el gran helenista Alfonso Reyes sabía poco griego y que no era más que un divulgador que copiaba a ingleses y franceses; para comprobar que Chaves Nogales no fue siempre el gran periodista que nos quieren vender, no hay más que leer este libro. Pero pocos lo harán. Cuando un escritor se convierte en un clásico, ya no es necesario leerlo.



 

6 comentarios:

  1. Pues sí, elemental, elemental... y otras cosas más.
    La generosidad de Abelardo con el envio de artículos que encuentra en su incansable rastreo de la prensa para sumarlas a las investigaciones en curso de algun autor la he vivido en persona y soy testigo de otras muchas.

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  2. Nunca dijo "elemental, querido Watson" Sherlock Holmes en ninguna de las novelas de Conan Doyle.

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  3. Como nunca dijo don Quijote "con la Iglesia hemos topado". ¿De dónde vendrán estas cosas?

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  4. "Elemental, querido Watson" de las adaptaciones teatrales que popularizaron aún más el personaje. Lo del Quijote, supongo que de la memoria de los lectores que a veces mejora lo leído.

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