Sábado,
7 de junioMIRO
PARA OTRO LADO
---¿Has leído la novela de Lio Schumer, que en realidad se llama Lioba Schuhmacher y es catedrática de Filología Inglesa en tu universidad?
---Yo no leo novelas y menos de aficionados al género.
---Desde un jardín en Lausana no es una novela es una investigación sobre un “true crime” en la que por razones legales se disfrazan, poco, los nombres de los protagonistas, un prestigioso lingüista, una joven alumna suya que lo seduce y la esposa del primero a la que someten a un minucioso tormento para privarla de su hijo, sus bienes y hacerla enloquecer. Cuentan para ello con la complicidad de las gentes de Vetusta. Un crimen perfecto que si ahora sale a luz es por la saña con la que se quiso borrar cualquier vestigio de esa mujer maltratada durante los homenajes en el centenario del ilustre académico. A tu admirado Ángel González, que hace un breve cameo, se le llama Serafín Gómez.
---Pues lo siento mucho pero no pienso leer una supuesta novela que parece más bien un vengativo libelo.
---Sí, mejor que no la leas. Ese crimen tuvo muchos cómplices, en mayor o menor grado, toda la bien pensante Vetusta, y no vaya a ser que al final descubras que tú fuiste y has seguido siendo uno de ellos. Mejor practica la técnica del avestruz, mira para otro lado, que es lo más recomendable para llevar una vida sin problemas.
Lunes,
9 de junioDE
DÓNDE VENIMOS
Ayer vi en el escaparate de la librería de viejo que tengo al lado de casa, y que tantas alegrías me proporciona, una edición facsímil del semanario falangista Arriba. Hoy, cuando paso a comprarlo, ya no lo veo. Me extraña que se haya vendido tan rápido. “No, no se ha vendido –me dicen--. Lo quitamos del escaparate porque nos dijeron que podíamos ir a la cárcel”. Sonrío. ¡Hay que ver cómo interpretan algunos las leyes de la memoria histórica!
Junto a la reproducción de Arriba, viene la de No importa, que lo sustituyó tras el triunfo del Frente Popular. El editorial de uno de los últimos números, el del 6 de junio de 1936, se titula “Justificación de la violencia”. Con letras mayúsculas se afirma: “Ya no hay soluciones pacíficas”. Y continúa: “La guerra está declarada y ha sido el gobierno el primero en proclamarse beligerante”.Termina reclamando para la Falange “los laureles frescos de la primacía en esta santa cruzada de la violencia”.
Paso la página y me encuentro con un suelto anónimo: “Un falangista muerto y vengado”. En un enfrentamiento de dos falangistas con veinticinco o treinta comunistas (muchos parecen), estos hirieron mortalmente de un tiro a Pascual López Gil. “Dos días después irrumpieron en una taberna de la calle Cartagena, donde esos comunistas se reúnen, varios camaradas del caído, y con armas de fuego y blancas, dieron muerte a cuatro de los comunistas”.
Conviene recordar de dónde venimos, pero confiemos en que no sea una profecía de a dónde vamos.
Miércoles,
11 de junioTINTA
DE CALAMAR
“¿Pero has visto la que se está armando con el asuntillo ese de Chaves Nogales? Réplica va y contrarréplica viene. Ahí echa su cuarto a espadas hasta el lucero del alba. Lo que me sorprende es que la principal afectada, la doctora Morató, no diga ni pío. ¿No te lleva eso a sospechar que pueda ser un heterónimo de Juan Bonilla?”, escucho en un mensaje de voz a mi amigo José María Sánchez y Torreño.
“La verdad es que he dejado de seguir esa polémica”, le respondo por escrito. Todo es tinta de calamar esparcida por Juan Bonilla para tapar el poco elegante, por decirlo de alguna manera, comportamiento de su esposa, la doctora Morató. Que no es, por cierto, un invento suyo, como quizá lo sean algunos de los (y de las) comentaristas que intervienen en esa batallita; de serlo, tendría mejor prosa. Lo único que ha quedado claro es que lo que textualmente afirma en su nota a la edición (“Los artículos pertenecientes al medio argentino fueron localizados por el editor y poeta Abelardo Linares”) resulta incierto: antes de él los localizaron otras personas. Lo que tendría que hacer no es esconderse tras su locuaz cónyuge, sino pedir disculpas del error y redactar esa nota como debería haberla redactado desde el principio: “Los artículos aparecidos en el diario argentino El Sol me fueron facilitados por el poeta y editor Abelardo Linares, quien viajó a Buenos Aires para repasar número por número la colección del periódico, los fotografió, encargó su transcripción, revisión y una primera maqueta de los mismos con destino a su publicación, junto a otros encontrados y transcritos por mí, en la editorial Renacimiento; esa edición la firmaría y la prologaría yo”. Y que luego explique su oficioso abogado defensor, si puede, por qué cuándo se marchó, por muy respetables razones, en las que no vamos a entrar, a otra editorial no devolvió el trabajo ajeno o al menos pidió permiso para utilizarlo,
Jueves,
12 de junioEL
AZAR OBJETIVO
Me llega un tomo con “los textos esenciales” de un filósofo argentino, Vicente Fatone, al que ni siquiera había oído mencionar, y al hojearlo al azar lo primero que me encuentro es un artículo que a más de uno de mis contertulios habituales le parecería que habla de mí. “Yo siempre tengo razón”, se titula. Y la frase inicial: “Quien no piensa como yo está equivocado”.
Y algo puede aplicárseme, me temo, aunque yo matizaría el título para hacerlo verdadero: “Yo siempre tengo razón, salvo cuando no la tengo”. Pero eso ocurre pocas veces, añadiría.
Viernes,
13 de junioEL
ESQUELETO EN EL ARMARIO
“No quise saber y, sin embargo, supe” se lee al comienzo, tan impactante y tan memorable, de Corazón tan blanco. Yo no quise leer y sin embargo leí Desde un jardín en Lausana, aunque sospechara que de su lectura no podía salir indemne. Es la historia de un crimen legal. Apenas conocí a la víctima, a la solo que alguna vez vi, ya como Ofelia con la razón perdida, toreando el tráfico en las calles de Oviedo, pero he tenido mucho trato con los verdugos y sus cómplices.
El acto central de esta Tragedia en tres actos, como la novela de Agatha Christie, es el pleito para lograr una anulación matrimonial. Ya sé que ninguna separación es fácil, que en todas la parte contraria es un ser deleznable, que suele asomar en ellas lo peor del ser humano, pero en este caso, en tiempos en que no había divorcio e intervenía un tribunal eclesiástico, la negrura y la crueldad se acentuaron.
La autora toma partido por la esposa, cierto, y sus opiniones y su información pueden resultar discutibles, pero los documentos que aporta son irrefutables. El 17 de junio de 1969 –yo cumplía 19 años y era estudiante universitario-- se reúnen los abogados de ambas partes y, ante la petición de la mujer de que le sea concedida “la posibilidad de continuar en el uso de la vivienda común de la que, realmente, el marido poco uso hace”, el representante del marido responde que quien debe quedarse con la vivienda es este por ser un catedrático de universidad de reconocido prestigio y tener en ella su despacho y biblioteca. Su mujer y madre de su hijo, que entonces cursa estudios universitarios en Valladolid, “en rudo contraste es una mujer sola, sin carrera ni profesión de ninguna clase, que encuentra sencillo y fácil acomodo y acogida en régimen de habitación con derecho a cocina, o sin ella, o incluso en régimen hotelero; y no digamos si, como mujer que no puede desconocer ‘las labores propias de su sexo’ colabora en el régimen doméstico, limpieza, arreglo de camas, etc., habitual en toda casa”.
A Clarisse Grenier, hija de un catedrático suizo, con estudios universitarios (aunque sin título, los abandonó al casarse), esposa durante mas de veinte años de un profesor que acabaría en catedrático ilustre, madre de su hijo, colaboradora de muchas de sus obras (le traducía la bibliografía científica de las lenguas que él ignoraba o conocía insuficientemente, le mecanografiaba los textos), se la expulsó de casa, se la condenó a vivir de pensión en pensión, no se le concedió ayuda económica alguna. ¿Cómo no iba a enloquecer hasta convertirse en objeto de mofa para la clasista Vetusta y morir, abandonada de todos, en un centro psiquiátrico? Su hijo, que entonces no fue capaz de reaccionar y hacer lo que debía, ahora, arrepentido, colabora en esta reivindicación de una mujer ejemplar, despojada de todo con el permiso de la autoridad competente.
Yo hubiera preferido no leer, pero he leído, y ya no puedo considerar de la misma manera a quien tuve por maestro y a quienes tuve por amigos.
No entiendo muy bien los comentarios sobre la pareja Morató-Bonilla. Aunque se esconda en otro amigo, y ese tipo de subterfugios, en todo esto sí que me parece imperdonable la falta de respeto por una persona (heterónimo, mujer de, mala prosa... y yo le he leído ya cuatro o cinco entrevistas donde se defiende y muy bien, la verdad, así que muy callada no está). Además, hay una falta de consideración por su actitud, por su trabajo, por su silencio o por cómo quiera enfocar este tema, donde no veo otra polémica que la que interesa a una parte porque esta señora puso su trabajo donde quiso y no en esa parte. No he podido seguir esta historia al completo, ya cansado, pero me parece que su apunte, además de ser epítome de ese agotamiento, guarda cierta falta de respeto y consideración que me echa muy para atrás. Huele mal su actitud y su persistencia. Ha perdido usted un discreto seguidor.
ResponderEliminar¿Ha leído el libro origen de la polémica? Conviene leerlo pata opinar de la prosa del prólogo y de la calidad de la edición. ¿Sabe las razones que se dan para no reproducir la edición en español de los artículos en español de Chaves Nogales y publicarlos traducidos del portugués? ¿Sabe que uno puede llevar si trabajo donde quiera, pero no el trabajo ajeno y parece que buena parte de lo que se incluye en este libro le fue facilitado por quien en principio iba a ser su editor? ¿Ha leído los comentarios de Juan Bonilla hablando de Abelardo Linares y de mí? No nos llama heterónimos, sino “dos tontos muy tontos”. Conviene informarse bien antes de tomar partido.
EliminarClaro, lo he leído y he leído la polémica en JotDown. No me atrevería, si no, a comentarle mi impresión. Y, evidentemente, me dirijo a usted, no al señor Bonilla, que ya sabrá lo que hace con ese comentario despectivo de los tontos. Sobre el libro, pues una pasada, qué quiere que le diga. Me parece espectacular, y no soy acrítico con Chaves Nogales, pero es una aportación increíble a su obra y a la historia del periodismo, que es lo que guía mi interés. Es imperdonable que se esté olvidando esa aportación, que anuncia dos tomos más, dando más importancia a quién ha hecho qué y dónde, y los dimes y diretes de este tema. He leído la polémica y al parecer usted toma parte por la versión de Linares, pero esa versión ha quedado desacreditada, ¿no le parece? Todo parecía rondar, y usted dio pábulo a eso, sobre unos materiales argentinos que al final no eran ni siquiera hallazgo ni trabajo de Linares, sino de otros profesores universitarios. También insiste en el tema de los traducidos, pero qué quiere que le diga, he leído las entrevistas a Morató y me parece creíble. De hecho, fíjese lo que le digo, creo que se han dejado algún falso amigo del francés todavía, alguna palabra, alguna preposición, repeticiones muy raras de "moi" como "uno". Eso sería mejorable. Además, en tiempo de guerra puede pasar cualquier cosa, hay trasfondo político, control, censura, emite una agencia estatal francesa en tiempos de guerra, y no son aplicables criterios actuales como eso de que sería más económico y demás. La guerra no es económica, es el dislate económico más grande que hay. Más allá de algunos despistes y erratas, que la verdad, molestan a los ojos, nada me ha rechinado. Le insisto, veo que va usted muy de una parte (conozco su libro con el señor Linares) y eso le ha hecho perder juicio y consideración. Hay cierto maremágnum que me hace sospechar que usted, en el fondo, tampoco tiene todos los elementos. Y disculpe mi insistencia y mi radicalidad de antes. Sigo leyéndole.
EliminarEstimado "Fermi 14", ese supuesto amigo tras el cual y según usted,¡se esconde el autor a pesar de poner mi nombre completo, sí, soy yo con mi carne, mis huesos y también mi opinión.
EliminarNo he leído el libro, pero si las cartas de unos y otros y vea que digo 'otros' y no 'otros y otras' pues la otra ni está ni, yo al menos, la espero.
Es verdad que le comenté a José Luis lo que él dice que dije en todo menos en una cosa y bien que me duele, pero eso ya lo resolveré con él. Creo que no mencioné eso del 'pío' sino que diría algo así compitió que me sorprendía que la catedrática no hubiera dicho siquiera este "Chaves (o quizá Nogales o los dos) es mío".
Del asunto que yo sepa han escrito cinco personas, ninguna mujer y entre esas cinco y para defender atacando y con razones casi (y esto no debería decirlo) de Irene Montero, sólo uno, el marido de la catedrática. A mi mellamó la atención ese hecho y por eso lo comenté.
Señor "Fermi 14", son estos tiempos en que del Zumosol solo nos debería valer el zumo o lo que quiera que sea, no los primos y menos los maridos.
Le animo a que lea todo lo que se ha publicado. Estoy convencido de que pasará un buen rato. Un saludo.
Fuentes bien informadas me dicen, José María, que quien dudaba de tu existencia es uno más de los bots puestos a circular por el equipo de la doctora Morató para esparcir tinta de calamar con la que ocultar que se fue a otra editorial llevándose el material proporcionado por aquella en la que había publicado un libro sobre Sánchez Nogales y para la que preparaba uno nuevo. Debería haber devuelto esos 180 artículos ya escaneados, tecleados y maquetados y rehacerlos por su cuenta, con el gasto de tiempo y dinero correspondiente.
EliminarMartin, me ha dado por leer los comentarios. Te refieres a Chaves Nogales, no a Sánchez Nogales, que es un filósofo de la religión, muy interesante por cierto. No sé si habrá relación familiar.
EliminarNo sé si fue un lapsus o una broma. Chaves Nogales, por supuesto.
EliminarNo todo Vetusta se "mofaba" de esa pobre mujer. Yo puedo aportar otro punto de vista, como en las novelas de Henry James, de personas que sí se apiadaron de ella, negandole el saludo al "ilustre catedrático", aunque fueran compañeros.
ResponderEliminarCompartia lustre con su supuesta sabiduría su conocida afición al alcohol y a la juerga, del Kopa al Tigre Juan, del Café de Alfonso al Paraguas, acompañado de su amigo poeta pero también de otros, que también le acompañan en el actual callejero.
Lo peor de esta ciudad, la negra sombra que refleja "La Regenta", o "Nosotros, los Rivero", entre otras. No sé qué pensaría, si pensaba algo, el entonces joven autor de "Áspero mundo"
Quizás algún día, José Luis, te darás cuenta, que tú estás haciendo algo muy parecido conmigo. Por fortuna para mí, yo no vivo en Vetusta y ésta es ya otra época, aunque parece que no ha cambiado demasiado en algunas cosas. Susana Rivera, viuda vituperada del poeta Ángel González
ResponderEliminarNo exageres, Susana. Yo me limito a no estar de acuerdo con cómo has gestionado tu papel de responsable de la custodia y difusión de la obra literaria de Àngel González. Me parece que ha sido, está siendo, poco afortunado. Me da la impresión (me gustaría equivocarme) de que la pones al servicio de tus intereses y obsesiones, no te pones tú a su servicio, como es la obligación de cualquier heredero de un bien cultural. Comparar esa discrepancia con el (mal) trato personal e institucional que llevó a la primera mujer de Emilio Alarcos a la locura me parece minusvalorar unos hechos muy graves. Pero por otra parte, tras leer el libro al que me refiero, he comprendido mejor alguna de tus actitudes. La vida de cualquier persona es más compleja de lo que puede parecer a primera vista y a veces juzgamos a los demás sin tener en cuenta todos los datos.
ResponderEliminarRicardo Álamo me pide que publiqué aquí lo siguiente porque él no sabe. Cuento con tu comprensión.
ResponderEliminarAmigo, como no puedo responderle a JLGM a su entrada del blog de hoy, tiro de ti para que le envíes mi respuesta. Un abrazo
Querido José Luis, qué suertudo eres. Ya me gustaría a mí tener una buena librería de viejo al lado de mi casa donde encontrarte joyitas como ese facsímil de Arriba y No importa, dos de los órganos de expresión periodística de FE de las JONS, donde tantos textos publicó José Antonio Primo de Rivera. Como sabes, Arriba dejó de publicarse el 5 de marzo de 1936, cuando alcanzó el número 34. Los falangistas entonces se quedaron sin periódico, pero no tardaron mucho en buscar una solución para mantener informadas a sus jefaturas provinciales y a sus militantes nacionales de cuantas consignas, circulares y demás escritos de José Antonio y de sus adláteres pudieran ayudarles a conocer los designios del partido, y crearon la revista clandestina No importa, de la que sólo se editaron tres números (el primero salió el 20 de mayo de 1936 y el tercero el 20 de junio del mismo año), así que eso que dices de que «uno de los últimos números, el del 6 de junio de 1936», donde aparece el texto “Justificación de la violencia”, que, por cierto, escribió el propio José Antonio, cosa que tú no dices, pues claro que fue «uno de los últimos números», como también lo fueron el primero y el tercero, dado que en sólo tres números cualquiera de ellos podría haber sido uno de los últimos, ¿no? Si no recuerdo mal, el No importa, en su cabecera, debajo del yugo y las flechas, llevaba el lema Sale cuando le da la gana, pero por muchas ganas de salir que tuviera no llegó salir mucho, como tampoco lo hizo otra de las revistas clandestinas de la Falange en aquella misma época, que se tiró en Palma de Mallorca y llevaba por título Aquí estamos, del que creo que no salió más que un número. Y en cuanto a lo de que “Ya no hay soluciones pacíficas”, que se lo dijeran a José Antonio, a quien metieron en la cárcel Modelo de Madrid, y que pese a que el Tribunal Supremo revocó la sentencia, el Gobierno decidió trasladarlo a la cárcel de Alicante, donde lo enjuiciaron y lo condenaron a muerte. Lo que poca gente sabe es que en el Juicio, en el Informe de defensa de sí mismo, José Antonio le propuso lo siguiente al Juez, al Fiscal y al Jurado: «Estoy viendo que España se está haciendo pedazos, y estoy viendo que esto puede ser la vuelta a las pequeñas guerras entre españoles y por este camino se puede retroceder en el orden social, político y económico y llegar a estados de confusión y oscuridad. Yo no puedo hacer más que una cosa: que ustedes me proporcionen un aeroplano; yo voy a la otra zona dejando empeñada mi palabra de volver, que avala el temor entrañable personal de mi familia: tengo mis hermanos y una tía mía que ha hecho las veces de madre. Aquí dejo esta prenda. Voy a la otra zona y voy a hacer una intervención para que cese esto». “Esto” era ni más ni menos que el inicio de la Guerra Civil, y a lo que él se prestaba, según dijo en ese mismo Informe de defensa, era no a servir a la República, sino a la Paz de España.
“Un falangista muerto y vengado”…, si es que unos y otros no hicieron otra cosa durante los años previos a la Guerra Civil, siguiendo el principio de Acción-Reacción.
Nada de boot y nada de fuentes informadas. Además, no he dudado de la existencia de su amigo, José María (aludía al recurso a la cita interpuesta de un amigo). Viven ustedes en un mundo conspiranoico y enfermizo. Por supuesto, ahora sí que no les facilito mis datos y además me despido cortésmente de ustedes. Dan miedo y boot-risa a la vez... Adieu...
ResponderEliminarSigue sin desmentir el hecho que dio origen a todo este asuntillo: que la doctora Morató se llevó a otra editorial su trabajo (estaba en su derecho) y, según parece, también algún otro trabajillo que no era suyo, sino de su editor anterior, al que le había costado conseguirlo tiempo y dinero. Esto último es lo discutible. Conviene rebatirlo con pruebas y no utilizar el presunto "antifeminismo" para taparlo.
EliminarAdiós, amigo, y quedo a la espera del siguiente avatar.
Mucho agradezco a José Luis García Martín su atenta lectura y sus sentidas reflexiones acerca de mi obra 'DESDE UN JARDÍN EN LAUSANA'.
ResponderEliminarAprovecho para informar que, tras ser presentada en Madrid por Carlos Alvar y en Oviedo por J.A. Gurpegui, habrá otra presentación en Gijón, el lunes, 23 de junio de 2025, a las 19.00h, en la librería La Buena Letra. Me acompañarán Marga Collado y Carlos Espina.
Gracias a quienes vayan a asistir y /o lean la obra.